La lujuria del príncipe heredero es satisfecha por su
hermana menor.
—¡Qué mujer tan malvada! ¡Lo
sabías desde el principio, ¿verdad?! ¡Que tú serias mi juguete sexual!
El
príncipe heredero se enfurece al descubrir que su amada, quien ha sido
entrenada como su juguete sexual, es en realidad su humilde media hermana, la
princesa. La princesa, habiendo cumplido con su deber como juguete sexual del
príncipe, recibe la orden de abandonar el palacio.
Mientras tanto, el príncipe
heredero intenta pasar una noche de placer con otra joven, pero no consigue
consumar la relación. A pesar de su ira, anhela el cuerpo de la princesa y
lucha con sus deseos.
Al final, el príncipe heredero no puede soportarlo más y se dirige a la residencia de la princesa con el pretexto de castigarla.
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