—Voy al baile.
El anuncio de Herman de que asistiría al baile causó un gran revuelo en la mansión, sin duda porque Herman había vivido en la mansión durante varios años y rara vez salía o asistía a bailes. El baile que eligió para regresar a la sociedad fue el baile del Duque de Parker, quien también tenía una estrecha relación con Duque de Landis.
Tan pronto como circularon los rumores de que el duque de Landis asistiría al baile del duque de Parker, hubo un gran revuelo en la sociedad. Los nobles no podían dejar de mirarlo con curiosidad. El baile servía para anunciar el regreso del joven Duque, quien llevaba mucho tiempo viviendo solo en su mansión.
Herman pidió a su sastre de la capital que le confeccionara un traje y, en consecuencia, el sastre y sus asistentes tenían programado visitar la mansión. Con el regreso del Duque, la gente de la mansión también se puso a trabajar, gracias a la inigualable preparación de Herman para el baile.
—No puedo creer que podamos volver a ver al amo con un traje de gala.
Las sirvientas estaban limpiando los marcos de las ventanas, pero todo el tiempo hablaron sobre Herman.
—¿Cómo lo tendrá?
El siguiente tema de las sirvientas, naturalmente, pasó al otro lado.
—Por cierto, ¿con quién ira al baile?
—¿No será con la hija del duque de Bevan? Vaya que ha seguido mucho a nuestro amo.
—Creo que será la hija del marqués de Delborg... ... porque es más hermosa.
—Mariel.
—Oh, señora.
—Vamos ve con el amo. Te está llamando.
—Debe estar con el sastre ahora...
—Dijo que te necesitaba.
Roberta le dijo sonriendo y Mariel asintió.
—Sí, señora.
Mariel se dirigió a toda prisa a ver a Herman. Herman estaba eligiendo la ropa que usaría en el baile en la sala del edificio principal. Mariel llamó a la puerta y entró.
—Usted me llamó...
Tan pronto como Mariel entró, miró a su alrededor sorprendida por lo que miraba.
—Bienvenida.
Mariel lo miró perpleja. Cuando Herman hizo contacto visual con ella sonriendo pícaro, sus dudas se hicieron más y más grandes.
—Ven por aquí.
Herman se acercó a ella.
—Tomaran tus medidas.
Las asistentes que se acercaron a Mariel, quien estaba de pie en ropa interior, agarraron una cinta métrica y realizaron el trabajo a gran velocidad. Varias personas, no una, tomaron las medidas de Mariel, y otra asistente tomó nota repetidamente.
Todos los procedimientos se completaron solo después de medir cuidadosamente la circunferencia del pecho, las piernas, los hombros y la espalda.
Así como la desnudaron, las asistentes volvieron a vestir a Mariel.
—Esta no es mi ropa.
—Oh, lo hice a toda prisa de acuerdo con las medidas que me dio, pero se ve muy bien con el vestido. El duque tiene muy buen ojo.
Dijo la modista que estaba de pie junto a Herman mirando a Mariel.
La modista elogió estridentemente el buen ojo de Herman y se acercó a Mariel.
—Tiene una piel blanca y bonita, así que cualquier color le queda bien. Azul turquesa, oh, rosa claro también se le verían muy bien.
—Entonces ordenare por color.
—Mama mía, es una sabia decisión.
La modista se rio con voz nasal.
—Su cuello es largo y elegante, así que intentaré aprovecharlo al máximo.
Herman asintió y en poco tiempo eligió el diseño para su vestido.
—Tú elige uno.
Herman le hizo una seña a Mariel y, como poseído, le tomó la mano y la sentó a su lado.
—¿De qué va todo esto? qué...
Mariel no pudo entender nada de lo que estaba pasando.
—¿Cual quieres? Es mejor elegir entre los diseños que son populares en la capital, ¿verdad? ¿O hay algún modelo que quieras?
—Mi señor, esto.
—Herman.
La corrigió en un tono suave.
Mariel se mordió el labio en silencio. Fue porque nos estaban observando. No sabía qué clases de rumores esparcirían en los círculos sociales esas mujeres si la veían llamarlo por su nombre.
—Por favor explícame lo que pasa.
Mariel preguntó cortésmente porque no podía entender la intención de Herman de que eligiera un vestido.
Cuando Herman respondió con una sonrisa, Mariel no pudo cerrar su boca abierta.
—¿El vestido que me voy a poner?
—Sí, el vestido para el baile.
—¿Cuál baile?
—El baile del Duque de Parker.
dijo tranquilamente de nuevo.
—Es ridículo.
Cuando Mariel intentó levantarse, Herman rápidamente la tomó de la mano y la volvió a sentar.
—¿Qué ocurre?
Herman preguntó serio.
—Esto es...
Mariel, que estaba a punto de preguntar si realmente no lo sabía, miró a su alrededor ante el silencio. La modista, la costurera y las asistentes los miraban con ojos curiosos. Rápidamente desviaron la mirada, pero Mariel sabía que sus ojos y oídos estaban enfocados en su conversación. Cuando Mariel guardó silencio, Herman chasqueó los dedos para poner fin a la situación.
—Es suficiente, haz todos los vestidos que pedí y envíalos. Cuanto antes mejor. No me importa cuánto cueste.
—Oh por su puesto Duque.
La modista sonrió abiertamente e hizo señas a sus asistentes. En un instante, quitaron los álbumes sobre la mesa, los modelos y muestras de tela también organizaron todo.
—Entonces, enviaré los vestidos cuando estén listos.
La modista rápidamente se fue con sus asistentes de la habitación. Tan pronto como la puerta se cerró, Mariel rápidamente se puso de pie. Al mismo tiempo, Herman la agarró de la mano y la llevó a su asiento.
Mariel sentada en su regazo, lo miró asombrada.
Mariel no estaba lista para decirle.
¿Qué no me gusta? Qué demonios es eso ¿Porque ordenó un vestido para ella? ¿Me llevara al baile? Era difícil explicar lo que pasaba en su mente...
—¿No te gustaron los vestidos?
—Todos son... bonitos.
Mariel no podía mentir. Los vestidos que me mostró la modista eran hermosos. Pero ese no era el problema.
—¿Por qué me llevas al baile?
Mariel finalmente preguntó.
—Porque ¿No puedo llevarte?
Frunció el ceño, ya que preguntaba lo obvio.
—... soy una sirvienta. Debes llevar a una elegante y hermosa dama de una buena familia a un lugar así.
Una amarga sonrisa se extendió por sus labios. Por un momento, Mariel sintió una punzada en el pecho. No sabía por qué.
—¿Renunciar?
Él no es suyo, entonces, ¿por qué diría algo así? Mariel se quedó perpleja y evitó su mirada.
—Pero, ¿qué puedo hacer?
Escucho un profundo lamento en sus suaves palabras.
—Ha pasado tanto tiempo desde que salí, no tengo a nadie que sea mi compañera.
Dijo melancólico. Fue realmente sombrío. Cuando vio al hombre arrogante y egoísta, luciendo así de desesperado, le volvió a doler el corazón a Mariel.
—Hay rumores por todas partes de que caí en la sodomía, y luego contraje una enfermedad terrible. Entonces, ¿Qué familia enviaría a su preciosa hija como mi pareja?
—Solo te tengo a ti, Mariel.
Tuck tuck. El corazón de Mariel comenzó a latir un poco más rápido.
Tú eres la única. Aunque sabía que no era lo que pensaba, Mariel no pudo evitar emocionarse. Herman no parecía saber lo que le había hecho ahora.
—Si no eres mi compañera, estaré solo en el baile. Seguramente me veré lamentable. Todos estarán bailando con su compañera, y yo seré el único que este parado solo contra la pared...
Las palabras que murmuró parecían una escena que realmente estaba sucediendo frente a sus ojos.
Suspiró levemente.
—Como era de esperar, debo informarle al Duque de Parker que no podré asistir al baile.
—¡No!
Mariel gritó de repente.
—¿Qué?
—Debes asistir al baile.
—Pero no tengo pareja.
—Iré contigo.
—...
Los ojos de Herman estaban muy abiertos ante las palabras de Mariel.
—Seré tu compañera e iré al baile contigo y así no estarás solo.
—No te puedes arrepentir
—¿Qué?
Por un momento, sonó como si estuviera conteniendo la risa, así que Mariel lo miró. Pero él todavía la miraba con una mirada lamentable.
—Está bien.
Mariel asintió, aunque sintió que algo andaba mal.
Parecía que de repente me había atrapado, pero si esos rumores realmente estaban circulando en los círculos sociales, necesitaba aprovechar esta oportunidad para atraparlo.
—El vestido te queda bien.
Herman levantó el brazo que la sostenía y golpeó la cinta que decoraba alrededor del pecho de Mariel.
Su intención detrás de su acto juguetón era muy clara. Mariel se giró para soltarse de sus brazos.
—¡Mmm...!
════ ∘◦❁◦∘ ════
—¿Me veo rara?
Dijo Mariel, consciente de su mirada. Su expresión no era particularmente jubilosa ni admirativa.
No podía entender qué diablos estaba pensado.
Eso sí, me gustaba más la apariencia del duque seduciéndome en la bañera con su habitual flequillo suelto. Solo yo puedo verlo así. Y más desnudo.
—...Va a ser raro.
—Maldición.
Efectivamente, una breve maldición salió de su boca.
Rápidamente se dio la vuelta, pero él la agarró de la mano.
—Me gustaría quitártelo ahora mismo, porque tengo ganas...
—¿No me queda bien?
Preguntó Mariel entre lágrimas.
—Me estoy volviendo loco.
Sus ojos mostraban un profundo arrepentimiento, y Mariel se deprimió aún más.
—...para.
Mariel susurro. Herman respiró hondo como si apenas hubiera recobrado la razón.
—Bueno, ¿nos vamos, señorita?
Herman se acercó a ella y Mariel vaciló, incapaz de tomar su mano fácilmente. Pero la tomo de la mano y caminó del brazo de Herman.
—Vamos.
Ya había mucha gente en el salón de baile. Dejaron de charlar cuando el Duque de Landis y su compañera entraron y comenzaron a observarlos. Para ser precisos, se escuchaban sus murmullos mientras miraban a Mariel.
—Oh, ¿el Duque de Landis tenía una mujer? ¿Quién es ella?
—Nunca la había visto antes.
—Haa.
Tan pronto como salieron al balcón, Mariel exhaló un largo suspiro. Herman sonrió mientras le entregaba una copa de champán. Cuándo bailaban, Mariel sentía un poco de calor por el aliento que exhalaba cerca de su barbilla.
—¿Tuviste un momento difícil?
Sonrió levemente y colocó el cabello empapado de sudor de Mariel detrás de su oreja. Mariel lo miró desconcertada. Hoy se veía tan guapo.
Me pregunto si es así como se sintió la sirenita cuando vio al príncipe por primera vez. Solo se mostraba frente a la gente infinitamente caballeroso. Se veía genial, pero al mismo tiempo me lleno de ansiedad. No sabía que sentiría tan lejos a Herman.
—¿Qué tanto me miras?
—Te ves muy apuesto.
Mariel respondió sin dudarlo.
—Todo esto es como un sueño... por eso. Realmente me siento como si fuera la sirenita que salió a jugar por un rato con sus nuevas piernas.
—¿Estás pensando en volver al mar?
De repente, su voz bajó.
—¿De qué estás hablando?
—Hay algunas personas a quienes quiero presentarte.
—Mucho tiempo sin verlos.
—Hola, Herman. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que no veo a tu padre?
—Ha sido un tiempo.
—¿Pero quién es ella? La has estado cuidando para que no pueda bailar con nadie.
—Ella es mi prometida.
Mariel lo miró con los ojos muy abiertos.
—Ay dios mío.
La duquesa de Parker miró a su esposo con ojos chispeantes. Me miró como preguntando y dije.
Ante la corrección inmediata de Mariel, el duque y la pareja se miraron desconcertados.
Junto a ella, Herman miro fijamente a Mariel.
—Mi prometida es muy tímida. Ya tenemos que irnos.
Herman camino sosteniéndola de un brazo, Mariel lo siguió despidiéndose de la Duquesa.
════ ∘◦❁◦∘ ════
Los dos estaban enredados acaloradamente en el carruaje en movimiento. Su peinado y la ropa cuidadosamente decorada habían desaparecido hacía mucho tiempo.
—¿Por qué me corregiste?
—¡Porque... si... eso no era cierto!
Caminando hacia la habitación los pasos de Herman mientras la cargaba resonaron en el pasillo de la residencia.
—Ja, fuera...
Un extraño gemido llegó a través del aire caliente. La fuente del sonido era la mujer que yacía debajo del cuerpo del hombre. Cuántas veces lo habían hecho, no tenía sentido pensar en ello. Estaba completamente oscura la habitación por las gruesas cortinas. Apenas podía ver el rostro del hombre que estaba cerca de mí.
—Aún falta mucho, Mariel.
Una vez más, la pierna que sostenía en su mano la agarro sin piedad. Ni siquiera podía recordar la última vez que las pudo cerrar correctamente. Mientras tanto, cada vez que la llenaba profundamente podía ver el miembro del hombre entrando en su interior, dejándola sin aliento.
—Mmm...
Su cuerpo, empapado en un placer desmedido, reaccionó con solo tocarlo, la embestía entrando y saliendo metiéndose hasta el fondo invadiendo todo su interior. Ya estaba lleno de rastros de lo que le había hecho por dentro.
Cuando el enorme falo se vino dentro ya estaba lleno, el líquido lechoso salía a borbotones.
—Ah ah...
Mientras Mariel sollozaba ante la obscena vista, él la beso profundamente como si estuviera aliviado.
—Me siento aliviado.
—Te alimentaré mucho otra vez.
Tan pronto como habló, el pene aun en su interior lo comenzó a mover. Lo saco después de arañar la pared interior para después volverlo a meter. Mariel gimió como si fuera a morir. puck, puck. El semen que se había ido acumulando en su interior se escurría y empapó los muslos de Mariel de blanco.
—¿Pensaste que podrías huir de mí si lo negabas en público?
Al escucharlo sus redondos ojos se abrieron mucho y eran encantadores, beso su frente.
—Esto me hace querer cualquier cosa.
—...
—Pídelo, te concederé cualquier cosa.
A ti. Mariel casi dice la verdad. Era una historia que nunca debería ser contada.
—Entonces, por favor, detente.
Sus labios eran descarados y lindos cuando hablo con frialdad. Le mordió los labios como castigo.
—Eso no.
—Dime algo...
Incluso si hacia una tímida protesta, no podía ganar contra Herman. Al final, hará lo que él quiera.
—Por favor, se gentil.
—¿Solo hablando?
—¿Qué?
—En lugar de suplicar con palabras, hazlo con tu cuerpo.
Había vuelto a hacer una demanda desvergonzada. Mariel estiró los brazos y los envolvió alrededor de su cuello.
—Por favor se gentil.
Mariel abrió los ojos aturdida y, por supuesto, al contrario de lo que esperaba ver en el techo, había un cielo azul claro sin una sola nube.
—...¿el cielo?
Mariel se sobresaltó y se levantó de un salto.
—¿Dónde estoy?
Sentí que mis pies se hundían mientras pisaba el suelo para levantarme.
Miré hacia abajo con asombro y encontré a mis pies atrapados en la arena fina.
—Que veo... Arena...
El techo era cielo y el suelo arena. Mariel levantó la mano desconcertada.
—Es real.
—Guau...
La playa era interminable, y el mar brillaba como una joya y la seducía. Mariel caminó frenéticamente hacia la playa donde rompían las olas.
—UH Huh...Ja, Ja
Después de jalar con fuerza una y otra vez, Mariel sonrió de alegría al ver aparecer lentamente la almeja. Cuando finalmente la saco, Mariel cayó al suelo, abrazando la almeja.
Más que por el hecho de haberse caído, Mariel puso la almeja en la palma de la mano porque tenía curiosidad por la almeja en su pecho. Pude ver algo brillando a través del caparazón abierto.
—¿Qué es esto?
Cuando abrí la boca de la almeja, había una perla que emitía una luz deslumbrante.
—Guau...
No podía creer que haya una perla tan grande. Mariel puso la perla en su mano y la hizo rodar, porque aún no podía creerlo.
—¿Qué?
La perla se cayó y rodó por el suelo quedando debajo de los pies de alguien. En ese momento Mariel se apresuro y estuvo a punto de recoger la perla. El dueño del pie también extendió la mano al mismo tiempo, y los dos recogieron la perla juntos.
Fue cuando Mariel habló apresuradamente y levantó la cabeza. Pude ver el rostro sonriente de Herman. Mariel despertó repentinamente del sueño. Parpadeando miré alrededor, y supe que era la habitación de Herman.
No era otro que Herman, quien sostenía su cuerpo desnudo con fuerza contra su pecho. Fue en ese instante cuando trató de liberarse con cuidado porque sentía que se iba a ahogar si se quedaba así.
—Ummm...
Nariz recta, frente, pestañas largas... ...los rasgos delicados parecían haber sido hechos con mucho cuidado por Dios. Al recordar los hechos de su sueño, Mariel fue presa de una extraña sensación. Lo fue más porque la escena fue demasiado vívida para ser un sueño.
Encontré una perla en una almeja. Y era una perla grande y hermosa.
Fue un sueño tan bonito y encantador que era un desperdicio contárselo a otros.
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