Era bastante asombroso verlo retomar su trabajo después de hacerlo, pero a Mariel no le quedó más remedio que preguntarse si debería simplemente estar feliz por seguir a su lado. Herman siempre trabajó con Mariel a su lado, diciéndole que debería cuidarlo cuando estaba trabajando.
Así que Mariel sacó uno a uno los libros de la estantería y comenzó a leerlos para poder pasar el tiempo libre mientras él trabajaba. Política, economía, matemáticas y astronomía... ...revisando los libros que eran como la colección de un académico, encontró un extraño libro intercalado entre ellos.
—El cuento de la Sirenita.
Cuando volteé la página, se desplegó la imagen de la sirenita conociendo al príncipe. En el siguiente capítulo, la sirena rescata al príncipe, cuando dio su voz para encontrarlo y le dieron unas piernas...
Te casarás con una chica de una familia de alto rango. Era una historia natural. Ella es solo una sirvienta que trabaja en su mansión. No puede codiciar a su presuntuoso amo. Ha habido muchas historias de hombres nobles que se divierten con sus sirvientas y las abandonan cuando tienen que casarse.
—¿Qué estás leyendo?
Herman, que apareció de repente por detrás, arrebató el libro de la mano de Mariel.
—Tengo un libro de cuentos. No puedo creer que haya estado aquí...
—Vaya.
Herman, que estaba mirando el anverso y el reverso del libro durante un rato, sonrió como si ya lo hubiera recordado.
—¿De verdad?
—Solía jugar en la oficina de mi padre.
—¿En la oficina?
Herman asintió.
—Hay una sala de juegos y un jardín, así que ¿por qué?
—Era la firme filosofía de mi padre que debía aprender a trabajar desde pequeño. Pero ¿qué puede saber un niño? Es uno de los libros que traje para soportar el aburrimiento.
—Ah...
Así que este cuento es una huella de la infancia de Herman. Al darse cuenta del hecho, Mariel se echó a reír.
—¿Por qué te ríes?
Preguntó con una expresión vaga mirando a Mariel, que de repente se echó a reír, se veía sospechosa.
—No puedo imaginar a Mi señor leyendo un libro para niños en esta oficina.
—Entonces, ¿alguna vez has imaginado algo como esto?
—¿Qué he imaginado?
Le sonrió a Mariel, que preguntó inocente.
—Sí, sí, sí... detente, Herman...
—¿Por qué, Mariel?
—Esta postura.
—¿Qué tiene de malo esta postura?
—Es algo así.
—¿Qué pasa?
—Si me penetras así... ¡Oh!
Saco su pene y lo volvió a meter de nuevo con más fuerza, un grito brotó de la boca de Mariel. El esbelto tobillo de Mariel estaba siendo agarrado por la gran mano de Herman, por lo que le era imposible moverse a su antojo.
—Un poco más, ¿eh?
—por favor...
Era un sofá bastante estrecho para que los dos estén acostados, pero Herman se aprovechó terriblemente de eso al dejarla inmóvil. Eventualmente, Mariel quedo atrapada entre el suave sofá y el cuerpo de Herman.
Debido a que mi pierna estaba levantada, podía ver claramente la cosa enorme y gruesa atrapada entre mi entrepierna, entrando y saliendo constantemente debajo de mí.
—¡Sí, eh eh!
Un grito agudo resonó. Herman se acurrucó y agarró el pecho de Mariel con una mano. Le gustaban especialmente los suaves trozos de carne que podían llenar sus manos cuando los apretaba. A Mariel también le gustaba cuando agarrabas sus pechos, aunque le dijera que no.
Cada vez que apretabas sus blancos pechos, su interior se contraían y lo apretaba con fuerza. Mariel enterró su rostro en el sofá, tratando de silenciar sus gemidos. Básicamente nadie pasaba cerca de la oficina de Herman, pero no había garantía de que nadie los escuchara.
Si escuchan sus gemidos a través de la puerta todos en la mansión se enteraran. Eso sería terrible. Si descubren que el duque está teniendo relaciones con su asistente...
Pero nuestra relación es diferente. Mi relación con el duque no era más que un juego lujurioso. Justo después de que se canse de jugar, los dos estaremos caminando por diferentes caminos...
—¡Ah!
De repente, Mariel gritó por sus fuertes estocadas.
—¿Qué estás pensando?
Le pregunto mordiéndole el lóbulo de la oreja con un tono feroz.
—¿Crees que puedes permitírtelo?
—No, eso no es... ¡Ah!
—¡Ahhh!
Herman presiono como si quisiera dejar en claro su presencia. Cuanto más presionaba, más gemía, casi sin aliento.
—Mi vientre, sácalo... mi señor, ah...
Su mano apretaba más implacable al escuchar su llanto y súplicas.
—Llámame por mi nombre.
Dijo, chupando con fuerza la parte posterior de su cuello.
—Eso no...
A pesar de que obtuve su permiso, no podía decirlo fácilmente ¿Cómo puedo llamarlo por su nombre?
Después de ver el cuento de la sirenita, no tuve otro remedio que llamarlo Mi señor nuevamente.
El es un duque su posición es muy alta, y yo solo soy una sirvienta que trabaja para él.
—Herman, dilo.
Amablemente me dijo su nombre con sus labios en mi oído. Mordió con fuerza su oreja y la soltó, luego lamió suavemente dentro de esta.
—¿Qué?
Mariel finalmente se rindió después de que se lo pidiera nuevamente, sintió como si el diablo le estuviera ofreciendo un contrato.
—Herm...
—¿qué?
—No puedo oírte.
—¡Me escuchaste!
Herman respondió con una sonrisa descarada al grito de Mariel.
—Realmente no.
Mariel lo miró desconcertada.
Quería gritar ya que le era difícil decir su nombre, se mordió los labios varias veces antes de volver a decirlo.
—... Herman
Se rio.
—¿Está bien? Suéltame.
—Es como esto.
Emocionado porque dijo su nombre, comenzó a moverse de nuevo.
—¡Ah, ah, ah!
—¿Qué puedo hacer, Mariel? Se puso así porque dijiste mi nombre.
Susurró, lamiendo tiernamente las esquinas de sus ojos donde goteaban las lágrimas.
—Ya que hiciste esto, ¿estás dispuesta a asumir la responsabilidad?
Estaba preguntando, pero no era más que un aviso.
—Ya, lo estás haciendo... ¡ahh!
Era ridículo que la estuviera culpando cuando ya estaba embistiéndola como quería. Al final, hará lo que quiera.
—Estuvo mal.
Con ojos llorosos lo miro, y Herman estalló en carcajadas una vez más bajó la cabeza para besar a Mariel.
—Eh...
Con movimientos cada vez más rápidos llego al clímax. Herman se vino sin sacar su pene.
Ella podría quedar embarazada.
Su pene salió como si estuviera satisfecho con lo que vertió dentro. Aunque había disminuido de tamaño después de eyacular, seguía siendo de un tamaño horrible. Cada vez que pensaba que eso se metía dentro de mí, me asustaba. Que eso lograra meterse en su interior lo consideraba un misterio de su cuerpo.
—Entonces no.
Mariel vaciló, pero tenía que decirlo, se estremeció por los ojos azules que la miraban.
—Entonces...
Se está derramando.
No me atreví a decirlo. Era demasiado lascivo incluso pensarlo.
El lugar que hace que se te hinche.
Me sonroje con solo pensarlo.
—Tengo miedo de que se derrame.
—Eso no es algo que debas decir.
Fue tan frívolo. Me pregunté si este hombre era realmente un noble.
—Entonces tendré que verter más.
—...¿qué?
Creo que escuché mal. Como si hubiera leído sus pensamientos, la tumbó en un instante y se subió encima de ella.
Mirando su rostro asombrado, Herman sonrió profundamente.
—Dijiste que se estaba derramando, así que debería verter más, ¿verdad?
—¿Qué demonios?
Pudo ver su miembro de pie y me estremecí. En lugar de responder, empujó lo que había recuperado su dureza dentro de ella.
—Sí, ja mmm...
El semen que ya había vertido dentro se derramaba con cada estocada.
—Oh mi... mmmm....
Chasqueó los labios ya que para él era un desperdicio que se derramara.
Mariel lloro y susurro.
—No llores.
Su húmeda y gruesa lengua lamió las mejillas de Mariel. Susurró, pero las envestidas continuaron violentamente. Mariel temblaba, dándole los labios y el trasero al mismo tiempo. Fue demasiado largo para decir que solo fue una escaramuza durante el día.
Esperaba que terminara en este punto, pero su gesto se volvió más persistente, y cada vez que se acurrucaba, sus piernas temblaban sin cesar en el aire, con su musculoso torso y hermosa cara encima de ella. El cabello sudoroso y los ojos azul oscuro estaban llenos de decadente lujuria.
Me estoy volviendo loca.
Ella sabe que solo es alguien para satisfacer su lujuria. Incluso si la abraza cuando le place, no hay nada que pueda hacer al respecto.
—¿Por qué me miras así?
Acaricio tiernamente su mejilla.
—No es nada.
—¿Estás cansada? ¿Quieres que pare?
Fingió hace un rato no escucharla cuando suplicó que para, pero ahora que noto que esta sería, en un instante detuvo el frenesí que había continuado como un loco. Mariel lo miró con lágrimas en los ojos, cuando de repente se detuvo.
—No te gusta.
—Abrázame más.
Mariel extendió los brazos hacia él. Inesperadamente continúo llorando.
Herman trató de apartar sus brazos en respuesta a su repentino cambio.
—Por favor dame un abrazo...
Susurro, Mariel contrayendo su interior.
—Puaj......
Mientras Herman estaba desconcertado por su repentina provocación, Mariel lo abrazo con más fuerza.
—Si no lo haces ahora, nunca te dejaré hacerlo.
—¿Por qué? ¿Quieres cortármelo?
Ante las palabras de Herman, Mariel se rio suavemente.
Qué lindo es compartir bromas picantes con él, en la cama, en el sofá o en otro lugar, ¿él lo sabrá?
Mariel acaricio la cara de Herman. Su cuerpo era tan hermoso como al principio. Pero ahora es diferente. Su estilo de vida había cambiado ya no solo vivía en su anexo privado, y su misofobia extrema lentamente se había calmado. Tal vez Mariel, pudo acercarse fácilmente al pervertido Duque por lo que había sucedido ese día.
—¿Qué estás pensando?
Herman ladeó la cabeza por el repentino silencio de Mariel. Mariel tuvo miedo de que se enterara en lo que estaba pensando.
—Pienso en esto.
Quizás ese fue el detonante, los dos rodaron del sofá como un solo cuerpo. Afortunadamente, había una suave alfombra a lado del sofá, así que no sintieron mucho dolor. Incluso si estaban locos, los dos estaban locos el uno por el otro y ni siquiera lo sabían.
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