Christine
agarró el extremo de su vestido y corrió hacia él, sintiendo que todos los
grilletes que la habían estado reteniendo se habían levantado. Esto era lo que
ella siempre había esperado.
—Quiero
casarme con el marqués.
—¿Eso
es una propuesta?
—...sí.
Sin
embargo, al escuchar sus palabras, sintió su rechazo, vergüenza y hasta
arrepentimiento… esperaba todo, pero no esperaba su enojo. Su rostro estaba
distorsionado.
—Vamos
a casarnos.
—¿Sí?
—Con
la condición de que me sirvas por la noche.
***
Reiné
Claude observaba su cuerpo desnudo, que nadie había visto nunca, entre sus
piernas abiertas y sus pechos ligeramente hinchados estando recostada, como si
él la estuviera imprimiendo. No importa cómo reaccione, su entusiasmo
permanece.
Esa
noche aprendió muchas cosas por primera vez: que sus ojos oscuros, de un azul
profundo, podían capturarla de una manera tan turbia. Ojos dolorosos que
parecen extremadamente complicados revelan su lado más secreto. Incluso el
aliento que dejó escapar fue irritante. Con sensibilidad por primera vez en su
vida, pudo sentir todos y cada uno de los bultos que formaban su lengua.
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