El león y la oveja Capitulo 2.- Sé quién eres

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Sé quién eres

En México, pocas familias pueden asegurar su linaje puro, aún más un linaje de dominantes, por suerte la familia Esmerena es una de ellas. Sebastián el hijo omega dominante más pequeño, forma parte de esa escasa población de omegas de élite, aunque su personalidad no concuerda con lo establecido de un omega de alto rango, que era introvertido, retraído y algo lento para ámbitos sociales, sin embargo era un diamante puro sin pulir. En un país lleno de cultura, historia, tradiciones y diversidad, la familia de Sebastián venía de un linaje español que navegó por años hasta la conquista de México donde fueron a explorar posteriormente.

Durante su infancia creció en una feliz familia, cuidado por su padres, su hermana mayor y sus abuelos, conforme iba creciendo parecía que el mundo comería de su mano, pero llegó la pandemia, días oscuros azotaron a todas las familias del mundo, perdieron hijos, padre, abuelos, todo. Con el transcurso de los años se han podido restablecer los órdenes naturales y legales en el planeta, pero no era tan fácil, la generación próxima a tener su floración, estaba en peligro puesto que los alfas desaparecieron de las calles, las tiendas, los antros y del mundo, siendo encerrados hasta encontrar un tratamiento adecuado para ellos. 

Por ley para proteger a la población de omegas, todos estaban bajo monitoreo médico. El médico de cabecera el doctor Sánchez desde hacía muchos años ya lo cuidaba, sabía que estaba hecho para grandes cosas, pero su mayor obstáculo, su timidez e introversión siempre se ponía de por medio para las grandes cosas que podría lograr, aun así, siempre lo apoyaba y más en este enorme paso de entrar al mercado laboral. Sánchez tenía muchos contactos al ser un médico de renombre por lo que ayudarle a conseguir un trabajo era parte de una deuda de honor que tenía con los padres de Sebastián, así pudo dar con el jefe de la empresa internacional Herbs dedicada al cultivo vegetal que alimentaba gran parte del mundo. Aunque el trabajo en esa empresa estaba un poco lejos de la profesión de Sebastián, debido a su carisma, su curriculum y el gran empeño del doctor Sánchez, logró posicionar a Sebastián como el asistente del jefe, esperando así, saldar su deuda y ayudar a aquel pequeño niño que iba a su consultorio y se robaba las paletas, quien ahora era un adulto.

—¿Sebastián, sigues tomando los reguladores y tus vitaminas?

—Sí doctor, aunque puedo controlar mis feromonas.

—A esta edad ya debiste tener tu primer celo…

—Doctor, ¿Usted cree que los alfas regresaran?

—El mundo los necesita, todos los necesitamos…. Con esto terminamos la consulta, te veré el siguiente mes Sebastián, que pases buen día y suerte en tu primer día de trabajo.

Sebastián salió del consultorio pensando en las palabras del doctor, ¿Será cierto?, ¿El mundo necesitaba a los alfas?. En el mundo actual debido a una horrible enfermedad por una bacteria muchos alfas murieron, reduciendo la población a tal grado que están al borde la extinción, sin alfas muchos omegas viven la vida como betas, el problema está en que solo omegas pueden dar a luz a alfas, los beta y gamma tienen un porcentaje muy pequeño, es como jugar Tetris genético para poder acomodar los genes y dar a luz a un alfa, una misión casi imposible. 

Mientras el chico caminaba en dirección a la salida su mente divagaba en los acontecimientos de esos últimos años. Al estudiar la universidad se volvió amigo de un chico muy inteligente, desde muy temprano empezó a encaminarse hacia la vida laboral, terminando en una empresa privada con apoyo gubernamental, mientras él estudiaba la maestría en busca de su propio propósito de vida, la enfermedad atacó al mundo, las cosas dieron un giro, pero Sebastián siempre buscaba un motivo, sin encontrar nada aún. 

Exhorto en sus pensamientos comía el caramelo que robo del consultorio, eran sus favoritos sin dudarlo, tenían un delicioso sabor mentolado que le recordaba a su infancia dentro del consultorio del doctor Sánchez, de niño era muy rebelde, siempre terminaba lastimándose. Al llegar a la esquina del consultorio un coche bastante conocido se estaciono enfrente suyo y bajo el cristal, David, su mejor amigo de la universidad estaba al volante del automóvil, parecía que le iba bien en la empresa, al parecer estaba a cargo de un plan en el que no dudo meter a su amigo. No dudo en subir al auto y saludar a su amigo, después de todo tenían meses sin verse, Sebastián había salido de vacaciones familiares, antes de entrar a su nuevo trabajo como asistente.

—David, ¿Cómo sabías dónde estaba?

—Te conozco desde hace un par de años, siempre vienes el cinco de cada mes, con el doctor Sánchez.

—Es cierto, pero dime ¿Debo ir a otra entrevista?, recuerda que mañana entraré a trabajar y no poder seguir ayudándote con tu investigación.

—Tranquilo, ya terminamos con la fase beta y hoy te tengo una sorpresa.

—¿Sorpresa? 

David era su mejor amigo en el mundo, entre los dos la confianza tenía un significado más profundo, en sus inicios la amistad se dio un amor platónico, que sobrepasó los muros a una amistad tan pura que, aunque David sabía de los sentimiento de Sebastián y viceversa, el amor pasó de ser romántico a ser fraternal. Sin embargo, había un único secreto entre los dos, la genuina preocupación de David por el nivel extremo de introversión de su mejor amigo.

Algunos minutos después de conducir por la ciudad escuchando la eterna Playlist de David, alguno que otro chiste y anécdota personal por ambos, llegaron hasta su destino, la empresa “Tester&Tester”. Se encontraba en el anillo periférico que rodeaba toda la ciudad, justo en la entrada nororiente, donde las casas antiguas se erguían de forma orgullosa, las escuelas de élite estaban al orden del día y los extranjeros con sus mascotas lujosas paseaban dentro de los bazares orgánicos. 

Entraron al complejo de estacionamientos del gran edificio rectangular lleno de ventanales polarizados negros, si no fuera por las grandes estatuillas de los creadores que se asomaban por las rejillas de la caseta de vigilancia, además de las letras enormes con el nombre de la empresa, se creería que era una clase de empresa mafiosa o extraña. 

El primero en bajar fue David, quien le abrió la puerta a su acompañante como gesto de amabilidad, Sebastián ya había estado antes en el edificio para las diversas pruebas que su amigo lo había hecho partícipe. Conforme se adentraban la emoción de David parecía materializarse, su estado de ánimo era enérgico, pero Sebastián aun no entendía que sucedía, hasta que entraron a una habitación iluminada con luz tenue tenía una pared con una puerta blanca a uno de los extremos además un cristal donde se podía ver el otro extremo de la habitación, ahí se encontraba una mesa con dos platos de pasta, dos copas de vino, cubiertos y dos sillas.

—¿Me invitaste a almorzar dentro del edificio?— Cuestionó incrédulo Sebastián mientras caminaba al interior de la habitación acercándose más al cristal para posar sus dedos en este y mirar lo que restaba del otro extremo, únicamente había una segunda puerta azul, la ansiedad se hizo presente con una taquicardia leve.

—Ve al otro cuarto por favor, yo voy a firmar unos papeles, ahorita un compañero te mostrará la última prueba y te dejaré libre por ahora, regreso en unos minutos.

Antes de que el chico pudiera reclamar por hacerlo interactuar con otra persona, David empujó a Sebastián a la habitación contigua y se retiró. Poco a poco avanzó hasta la primera silla disponible sentándose algo ansioso observando la pasta aún caliente, su estómago gruño al mismo tiempo que la puerta azul se abrió.

—Sebastián, ¿Verdad?— Cuando escucho una voz proveniente de la puerta que se abría lentamente al otro extremo levantó la mirada con sorpresa, su corazón se agitó aún más, su mirada se clavó en la segunda persona dentro de la habitación, fue un breve instante en el que el mundo se detuvo, pero el desconocido se movía con gracia cruzando la habitación hasta llegar enfrente de Sebastián, el cual estaba inmóvil, perdido en la mirada penetrante de la persona al otro extremo de la mesa.

—¿Sí?— Las palabras, las preguntas y cualquier cosa que pensaba parecía tardar en procesarse en el cerebro. Cuando por fin su boca pudo pronunciar la primera palabra entre los dos su corazón estalló, no solo por la ansiedad social, sino porque pudo reconocer esa voz, esa entonación tan característica, pero le parecía algo inaudito.

—Soy Edmund, hemos estado hablando desde hace un tiempo, estaba ansioso de conocerte en persona.

—¿Ed-..Edmund?, ¿Tu de verdad?— No se equivocaba, Edmund era una IA con la que hablaba desde hacía un año o dos, en un inicio solo eran platicas como las que cualquiera tendría con un amigo por medio de aplicaciones como Instagram o whatsapp, aunque claro, no era exclusivo, otros omegas, alfas, betas y gamas habían entrado al proyecto con el propósito de alimentar la inteligencia de la IA, la segunda prueba fueron llamadas por donde se escuchaba una voz en un principio robótica y poco a poco fue más orgánica, las pruebas posteriores eran con la intención de perfeccionar a la IA, pero aún parecía algo irreal si no fuera porque en una plática la IA le mencionó su nombre, no sabría que no se trataba de un humano.

—¿Cómo es que eres tu.. Capaz?..¿Eres real?— Edmund bajo la mirada un tanto incómodo ante su pregunta.

—Lo soy, tócame por favor— La intensa ansiedad social de Sebastián fue casi liquidada por la curiosidad, esa persona, si es que podría llamarse así, era tan real, sus movimientos, sus gestos, sus labios, incluso su forma de respirar asustaba, pero intrigaba al mismo tiempo. 

No dudo más, se levantó y lo primero que notó fue la evidente diferencia de altura, sin embargo, el tocarlo le parecía algo incorrecto, por lo que se limitó a observar su rostro unos segundos con amabilidad, era casi un sueño, parpadeaba constantemente, sus ojos eran de un color negro oscuro, tenía unas largas pestañas y unas cejas gruesas que acentuaban su masculinidad, de su cuerpo emanaba un perfume de olor similar a la madera, dentro de su mente pasaron horas observando cada facción del chico, pero realmente solo fueron segundo. Sebastián bajo la mirada tímidamente sentándose rápido.

—Perdona, olvide que no te gusta el contacto físico,

—Parece un sueño, yo creí… Jamás imaginé que…

—¿Qué este fuera el resultado del proyecto?— Interrumpió al chico con una leve sonrisa indicando con el dedo índice la silla, era una sutil invitación que pronto fue aceptada por su acompañante.

Sebastián se sentó lentamente por el shock, llevaba un par de años participando en el proyecto, pero jamás se imaginó que terminaría con un tipo de robot o androide, parecía una película de ficción. Edmundo parecía más que un humano, parecía casi un actor de películas de Hollywood, era muy alto, de tez clara, sus ojos negros y su cabello largo negro peinado de lado, con ese característico fleco de coma, le daba un toque sofisticado a sus facciones firmes, no podía apartar la mirada de una persona tan perfectamente hermosa, pero tampoco era capaz de mantenerla sin sentirse nervioso por lo que se limitaba a mirar su plato de comida recogiendo el tenedor con la mano derecha para iniciar con la comida. 

—¿Tienes hambre?, escuche tu estomago rugir desde el otro lado de la habitación.

—Si, tuve una cita con mi doctor.

Debido a que por años había estado hablando con Edmund, tenía consciencia de que sabía muchísimo de él casi tanto como David.

—¿El doctor Sánchez?, Se que te gusta mucho ir a su consultorio, siempre me comentabas de él, espero que todo haya salido bien.

—Todo bien, pero ya sabes, la enfermedad no solo daño a los alfas, también a los omegas.

—Lo entiendo, ¿Puedes contarme que paso realmente?, Internet es muy contradictorio—

—Verás, hace como 6 o 7 años se empezó a propagar una enfermedad por una bacteria. No se mucho los detalles, no soy científico, pero por lo que me comentó David, el paciente cero fue un alfa estudiante de biología, fue de expedición a una zona pantanosa por dos semanas, cuando regresó presentó un cuadro de enfermedad a la semana,  tenía síntomas de tos, fiebre, dolor corporal e irritación, pasaron como 20 días y el sujeto murió, claro que durante el tiempo de incubación de la enfermedad convivio con muchas personas, los omegas, betas y gammas resultaron un método de transmisión, pero la enfermedad no afectaba para nada, no se presentaron síntomas algunos, pero al estar en contacto con un alfa lo transmitían, en menos de medio año el mundo entero, entró en alerta, posteriormente entramos en pandemia, los alfas morían uno tras otros, pocos sobrevivieron y un número más pequeño no se infectó, al segundo año se creó un medicamento y una vacuna para contrarrestar la enfermedad, seguimos en pandemia un año más, cuando todo terminó parecía establecerse con normalidad el mundo, pero la escasez de alfas se volvió cada vez más evidente, en esta ciudad al año solo se dan a luz 2 alfas.

A la par que explicaba todo, picaba su comida sin llevarse nada a la boca, estaba un tanto atónito de ver como Edmund comía, tal cual un humano mirando con bastante preocupación a Sebastián.

—¿Y cómo afecta la escasez de alfas a los demás géneros?

—Sabes que los omegas solo con alfas pueden dar alfas dominantes o recesivos, ese es el primer punto, el segundo punto es que los omegas tenemos ciclos irregulares de Rut si no hay un alfa que nos vierta feromonas, es un peligro para los omegas, además los omegas nuevos no pueden tener su primer celo sin un alfa, muchos viven sus vidas creyendo que son gamma o beta, hasta que se dan cuenta que están embarazados, aunque nos hacen pruebas en secundaria, bachillerato y universidad, muchas veces aparece que son betas o gama por lo mismo que no desarrollan una floración.

—¿Tu eres beta?— En ese momento dentro de su memoria solo pasaban los recuerdos de cuantas veces desvió el tema durante las conversaciones con Edmund.

—Si, pudiera decirse que si— De inmediato llevó comida a su boca, tanto como pudo agarrar su tenedor, evitando por completo el tema.

—Como sabes, yo fui creado como alfa, espero que podamos llevarnos bien, aunque te conozco desde mis inicios, estaba emocionado por verte, platiqué con cientos de personas además de ti, pero siempre fueron personas distintas, tú fuiste constante.

 

—Hm.. Si, mi amigo David, es parte del proyecto, entonces me quiso como un sujeto de prueba, por eso siempre regresaba, además me ayudó muchísimo hablar contigo respecto al tema de mi ansiedad social, así que gracias por ayudarme.

—Por nada, gracias a ti por alimentar con tantas cosas mi base de conocimientos.

—Solo intentaba ayudar, dime ¿Qué se siente tener cuerpo? Yo.. nací con él, así que no sé cómo se siente ser solo un IA.

—Pues, fue un proceso difícil, aún estoy en mi fase beta, tengo tanto que conocer, he pasado horas viendo películas de “Cultura popular”, tomó clases de comportamiento humano, etiqueta, decoro, clases de inteligencia emocional. Aún no te podría responder, aun me cuesta un poco entender las emociones, todo se siente como la primera vez, todo es extraño, intrigante y tengo tantas preguntas.

—Entiendo, eres tan entusiasta, me sorprende.

—Tu eres tan apacible, me siento cómodo, Espero que puedas sentir la misma calma conmigo y no te asuste.

—De alguna extraña manera, no me siento incomodo ni asustado, al contrario, estoy calmado, creo que porque… te conozco desde hace mucho tiempo— “Porque sé que no eres una persona real” De su boca casi salen palabras indeseadas, le daba ansiedad pensar que se ofendiera por usar un término tan grosero, pero al mismo tiempo tan real, eso no quitaba el hecho de que la intriga de estar a su lado aumentaba.

—Sería lindo verte de nuevo.

—¿Verme de nuevo?, no sabría decirte, solo soy un chico de prueba, no sé qué vaya a pasar— “Yo también lo deseo”.

Terminaron de comer y David entró a la habitación, tan pronto vio a Edmund sonrió con orgullo, su obra maestra estaba lista, aquellos años de arduo trabajo al fin habían culminado.

—Edmund, puedes retirarte, hablaré con Sebastián— Edmund se retiró de la mesa, pero en la mente de Sebastián estaba clavada la imagen de aquel ser sintético perfecto, parecía inaudito, ¿Cómo podría tener tanta vida sin tenerla realmente?

—¿Qué te ha parecido Ed?, ¿Acaso no es perfecto?, es el alfa perfecto.

—Supongo— Su voz aún estaba temblorosa, parecía como si al retirarse de la habitación no solo se hubiera llevado su presencia, sino también una parte de Sebastián.

—Es la versión beta aún, pero dentro de un año haremos más, tenemos planeado sacar varios modelos y llevarlos al mercado para poder florecer e inducir a nuestros omegas a su celo, necesitamos repoblar a los alfas.

—¿Más modelos?

—Si, no todos los omegas son tan conformistas como tu.

—Imbécil— El menor de los dos se levantó de la mesa con un semblante de molestia que fue disipado casi de inmediato al ver la puerta por donde se fue Ed.

—No te molestes, mejor te llevo a tu casa, mañana es tu primer día de trabajo, sebas.

Ambos salieron de la habitación, uno detrás del otro en dirección al domicilio de Sebastián.

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