Despertar
agridulce
Un par de
meses después del primer encuentro todo regresó a la normalidad, Sebastián
empezó a trabajar para la empresa. El dueño era un gamma de alto estatus
social, una persona muy exigente, muy ocupada y demandante, ser su asistente
personal no era un trabajo fácil, pero le gustaban los retos, no se dejaría
intimidar tan pronto. Luego de la larga rutina de casi 12 horas llegaba a su
departamento exhausto, solo comía, se duchaba y se acostaba a dormir hasta el
día siguiente, sin embargo, esas últimas noches había estado teniendo
pesadillas lo suficientemente intensas para levantarse de golpe y sudando frío,
las pesadillas no eran algo recurrente en él, pero el estrés era un perfecto
detonante para tenerlas.
Cuando se
levantó por un vaso de agua en medio de la noche, la sensación amarga de la
pesadilla no desaparecía, más observo su celular por las ligeras luces azules
que brillaban alrededor de la pantalla, tenía un mensaje de David
<<Espero
que estés en casa, voy en camino>>
Se
sorprendió demasiado, no eran horas para recibir visitas y su departamento
estaba hecho un desastre, igual que su mente. De inmediato empezó a limpiar
todo el lugar, ese mensaje parecía serio y antes de poder si quiera terminar
sonó su timbre, a toda prisa abrió la puerta y ahí se encontraba David, con un
acompañante vestido totalmente de negro detrás suyo, por inercia retrocedió
unos cuantos pasos y ambos acompañantes se adentraron a la habitación, este
último cerró la puerta tras suyo.
—Tranquilo
Sebas, no te haremos nada— Mencionó David con una sonrisa en el rostro, en ese
momento el segundo invitado se retiró la capucha dejando ver su rostro, Edmund
estaba en su casa.
—¿Qu..Qué
hacen aquí?— Su evidente rostro confuso, acompañado con ese movimiento
involuntario nervioso de cruzarse de brazos indicaba que no solo no entendía la
situación, sino que tenía una sensación de querer huir.
—No te
metería en problemas ¿Sabes?, Edmund necesita convivir con personas reales, en
el laboratorio no hay nada más que nosotros podamos enseñarle, le sugerí a la
junta que debía ser probado en situaciones reales, así que hicimos una
selección de candidatos aleatorio y tu resultaste, debimos sacarlo de noche
porque aún es un secreto para los demás empleados.
—¿No me
consultaste?
—Parecías
muy feliz en tu primer encuentro con Ed, aun no olvido como tus ojos lo
siguieron hasta que se fue.
—No
puedo, lo siento— Contesto el menor con cierto semblante de enojo, odiaba que
tomaran decisiones sin su aprobación, aún más odiaba los cambios.
—Vamos
Ed, convéncelo, si yo digo algo nos echará.
El
segundo acompañante dio un paso adelante hacia Sebastián, parecía saber que
todo esto pasaría, tal vez porque lo conocía o porque David sabía que pasaría y
le dijo cómo reaccionar.
—Sebastián,
¿Te acuerdas cuando me preguntaste qué se siente tener un cuerpo?, quiero
encontrar la respuesta y si es contigo, creo que podré encontrarla pronto— En
ese momento Edmund miró directamente a los ojos a Sebastián, este último bajo
la mirada nervioso y pensativo, su vida tan tranquila cambiaría de forma
abrupta.
—No es
que me niegue a eso, he vivido solo mucho tiempo, ¿Dónde dormirás?, ¿Qué
vestirás?, ¿Qué comerás?
—Esa es
la mejor parte de estar en mi proyecto— David se acercó a Sebastián rodeando
sus hombros con su brazo. —Pagaremos los gastos completos de Edmund todo el
tiempo que viva contigo, además de un sueldo por colaborar en nuestra
investigación, será el doble de lo que ganas. No te puedes negar, hoy traje un
futón japonés para que duerma, mañana traerán ropa, accesorios y todo lo que
ocupe, ahora si quieres acompañarlo a comprar también es válido, piensa en
Edmund como si fuera Nicko— El menor suspiro resignado, Nicko fue un
estudiante de intercambio que tuvieron durante la universidad, fue roomie de
ambos y su mejor amigo hasta que se marchó, aún mantenían comunicación, pero ya
no era lo mismo.
—Espero
que la paga sea buena— David asintió con emoción, se acercó a Edmund y abrió la
chaqueta que tenía para sacar una botella de sidra de manzana.
—Ed trajo
una sidra de manzana para festejar, vamos a tomar un vaso antes de que me vaya.
—¿Y si
decía que no?— Sebastián se encaminó a la cocina para sacar tres vasos,
dejándolos en la barra desayunador.
—Te
hubiese embriagado con la sidra hasta que aceptes.
—Gracioso—
Tomó la botella de sidra, la abrió con cuidado y sirvió en los vasos aquella
bebida, pronto tuvo a sus dos invitados de frente sentados en la barra, Edmund
se veía muy tranquilo, miraba ocasionalmente a Sebastián mientras los amigos
bromeaban y tomaban de su copa, no se incluía en la plática, únicamente sonreía
o agregaba una risa ligera en las partes graciosas, hasta que se retiró David.
Un
silencio sepulcral se hizo presente en la habitación, no sabía de qué hablar
con Edmund, parecía aún un sueño, mientras lavaba los platos sentía su mirada
lo que le ponía un más nervioso, sin querer soltó una copa en el fregadero, de
inmediato Edmund se levantó caminando hasta su lado.
—¿Estás
bien?
—Si..
Solo se resbaló.
—¿Te hago
sentir incómodo?
—Un poco,
yo… no esperaba tenerte aquí, sinceramente no creí verte de nuevo, pensé que la
prueba ya había terminado.
—Lo
entiendo, si quieres le digo a David, lo que menos quiero es molestarte.
—¡NO!—
Inconscientemente respondió elevando la voz, cerró la llave del fregadero
volteando a ver a su huésped. —No se trata de eso, no se lidiar con los
cambios, perdón.
—Entiendo,
lamento que no pudiera decirte con tiempo, hace unas horas me enteré y no tenía
cómo comunicarme, David recién me dio un celular de camino aquí.
—Está
bien, solo vayamos a dormir, mañana debo ir al trabajo.
Secó sus
manos con un pañuelo yendo en dirección hasta la sala de estar, aun no se
sentía cómodo con la presencia de otra persona en su departamento, pero no era
opcional. Edmund lo seguía detrás a donde fuera, como si fuera un patito detrás
de su madre, le pareció lindo, aunque no sabía cómo hablar con él.
—Ahm..
Bueno mi casa no es muy grande, pero al fondo a la derecha está el baño, a la
izquierda está mi cuarto, trae el futón y te espero en la recamara.
—Claro.
Camino
hasta su cuarto dejando a Edmund en la sala, necesitaba poner en orden la
habitación, cuando llegaba del trabajo tenía el mal vicio de dejar sus
pantalones en el suelo, sus calcetines y sus zapatos a un lado de la cama, por
lo que el cuarto estaba hecho un desastre, recogió todo como pudo metiéndolo en
desorden dentro de su armario justo en ese momento Edmund toco la puerta del
cuarto, cerró con fuerza el closet y abrió la puerta del cuarto.
—Disculpa
el desorden, vivo solo y no recibo visitas— Edmund no respondió, solo asintió
con el futón en mano —¿Tienes pijama?, te puedo prestar ropa de David, siempre
tengo ropa suya en el departamento por si tiene algún problema.
—¿Vivían
juntos?
—No, pero
a veces trabaja varios días seguidos en la empresa, cuando termina su jornada
está tan exhausto que conduce a mi casa que está más cerca que la suya, se
ducha y se duerme por uno o dos días.
—Por como
lo dices pasa muy seguido.
—Como dos
veces al mes, él vive en la parte poniente de la ciudad en casa de sus abuelos,
yo vivo muy cerca como pudiste notar. Los días que viene no me gustan, se ve
muy cansado y parece a punto de agonizar, pero ama su trabajo.
Mientras
hablaba sacaba de una caja de cartón debajo de la cama, dentro había una pijama
color azul pálido y unas calcetas blancas.
—Puedes
acostarte donde te sea más cómodo.
Dejo el
futón en el suelo a lado de la cama, de nuevo una sensación de nerviosismo
recorrió el cuerpo de Sebastián, aunque no iban a dormir juntos, la idea de que
estuviera tan cerca lo intrigaba y le causaba cierta sensación de ansiedad, ¿Un
ser sintético podría dormir?, ¿Sería como esas mascotas de juguete que tenía
pilas o se cargaban con un cable USB para tener energía por la mañana igual que
el celular?. Le entrego la caja con una sonrisa algo nerviosa.
—Gracias,
Sebastián.
Camino de
nueva cuenta a la cama para intentar dormir un par de horas antes de irse al
trabajo, dentro de su mente la curiosidad de ver si dormía o no, se hacía cada
vez más fuerte, cuando Edmund salió de la habitación se relajó unos segundo
empezando a dormitar hasta que regresó, al verlo en pijama se sorprendió, la
primera vez que se vieron estaba vestido muy formal y más cubierto, pero la
pijama dejaba ver parte de sus clavículas, al parecer tenía un cuerpo atlético,
definitivamente era atractivo para cualquier omega, en general para cualquier
persona.
—¿Todo
bien?, ¿Tengo algo raro?— Edmund mencionó algo nervioso al notar que Sebastián
lo miraba fijamente.
—N..No,
es solo que eres demasiado atractivo.
—¿Te
parece?, Gracias, me siento feliz de ser guapo para Sebastián.
Se limitó
a asentir con la cabeza de tan apenado que estaba bajo la mirada hacia las
sabanas cubriéndose de pies a cabeza.
—Apaga la
luz y a dormir.
No dijo
nada más, Edmund sonrió para sí mismo ante tal gesto, aunque no sabía del todo
leer emociones o sentimientos aun, Sebastián era tan claro como el agua. Apago
las luces de la habitación y se acostó. Sebastián intentó no pensar en nada en
absoluto, gracias a la copa que había tomado fue muy fácil dormir perdiéndose
de aquel momento de curiosidad por saber cómo dormiría alguien no vivo.
De pronto
un delicioso aroma dulce inundó el olfato de Sebastián, mantequilla, azúcar y
chocolate aparecieron en el pensamiento inconsciente del menor, de pronto
recordó que vivía solo, era imposible que su hermana mayor y ese delicioso
aroma a sus hotcakes mañaneros estuvieran en casa, por lo que como pudo se
levantó tropezando con el futón de Edmund, ahí entendió a la perfección la
situación, se sobo las rodillas parándose en automático, ya no vivía solo, su
nuevo huésped estaba preparando el desayuno, antes de salir se arregló el
cabello viéndose en el espejo de cuerpo completo del closet.
—Edmund,
buenos días— Menciono mientras caminaba al comedor, ahí había un plato de
hotcakes, listos.
—Espero
que no te moleste, pero pedí unos hotcakes en un restaurante cerca de aquí.
—Uff
pensé por un momento que usaste la cocina.
—Lo
siento, no se cocinar aún, de hecho, fue extraño pedir comida, pero quería
disculparme por ayer, creo que la sidra no fue suficiente.
—Lo fue,
quisiera quedarme a desayunar, pero debo ir a trabajar— En ese momento su
celular empezó a sonar, Sebastián corrió a la habitación para contestar.
—Señor
Esmerena, buen día, la empresa Tester&Tester nos comunicó sobre su posición
en el programa Nicho ecológico, por lo que han mandado un comunicado petición
de que reduzcamos sus horas de 12 a 6 horas presenciales y 6 virtuales, la
petición se aceptó. Su nuevo horario es de 1 PM a 6 PM lo esperamos mañana con
su nuevo horario. Muchas gracias por su apoyo y colaboración.
Ni tiempo
de negarse a nada, en ese pequeño trance matutino se escuchó el timbre, la
puerta de la casa abrirse y la voz tan característica de David, Sebastián
corrió a la entrada enfurecido.
—¿Qué
carajos te pasa?, deja de hacer lo que te venga en gana con mi vida.
—Buenos
días estrellita, para que sepas yo no hice nada, fueron los dueños de T&T.
—¿Por qué
no avisas?, ¿Crees que mi vida es un juego?
—Tranquilo,
ya te dije que no fui yo, estuve en desacuerdo todo el tiempo, T&T lo pidió
así, están invirtiendo en la compañía Herbs ahora, gracias a ti, tu jefe
cascarrabias será más importante.
Luego de
pensarlo un segundo tenía un poco más de sentido y era más beneficioso, además
en la empresa el jefe casi no estaba, por lo que su trabajo consistía en
hacerse cargo de su imagen en línea, redes sociales, publicidad, recordarle
juntas y mantener el nombre de la empresa, lo podría hacer incluso desde casa.
—Conforme
avance el proyecto las cosas volverán a la normalidad, irás de sol a sol.
Refunfuño
con evidente molestia yendo a la mesa, la comida se estaba enfriando y Edmund
estaba viendo las peores facetas de Sebastián antes de las 12 del medio día.
—Pasa a
comer y la siguiente vez que T&T me manden un correo o me marquen.
—Gracias,
¿Hay para mi Ed?
—Claro,
pedí bastante.
Los tres
se sentaron a desayunar, era su primer día libre desde que entró a la empresa,
no le gustaba descansar y la empresa le ofreció acumular sus días libres. Al
terminar David les dio un sobre a ambos con indicaciones y tarjetas de crédito,
en el caso de Sebastián una tarjeta extra de débito. En las indicaciones venía
una lista de cosas que debía aprender Edmund, en el sobre de Sebastián un QR
con la forma de evaluar a ambos. Para Edmund había rubros como Aprender a
cocinar, estimulación de los sentidos, convivencia con humanos y cosas
demasiado extrañas, para la evaluación de Sebastián estaban cosas más del tipo
hormonal, emocional y sentimental como: Sentimientos de incomodidad,
Sentimientos amorosos, sensación del valle del inquietante, tacto, olor,
presencia del celo, entre otros. Al leer todo eso Sebastián se enrojeció.
—En mi
lista hoy aparece que debo salir a comprar para explorar mi capacidad social y
de alerta.
—Yo.. Yo
no quiero hablar de eso— Tímidamente miró a Edmund, hoy debía establecer
límites.
—¿Quieres
acompañarme?
—Claro
que sí, amo comprar ropa, vamos de una vez.
Mientras
Edmund elegía el lugar a donde ir y se cambiaba de ropa en el cuarto, Sebastián
se metió a la ducha, mil ideas cruzaban en su mente, las evaluaciones, las
metas y los planes que debían seguir, todo se sentía demasiado forzado, no le
gustaba, la vida real no era así, pero tampoco quería que saliera mal el
proyecto. Salió del baño luego de varios minutos, listo para ir de compras.
—Creo que
hay una plaza cercana, ¿Te gustaría ir?
—La plaza
es linda, creo que ahí podemos conseguirte la ropa.
No era la
forma en que quería pasar su día libre, pero era interesante el poder visitar
aquel lugar concurrido y ver cómo interactuaba su nuevo amigo. Ambos subieron
al auto en completo silencio, la idea de que Edmund manejara su auto le
asustaba, tenía miedo de lo que fuera a pasar, por lo que en automático se
metió al asiento del conductor sin siquiera preguntar.
—¿Estás
listo para tu primer día fuera?, esto será interesante.
—Estoy
emocionado de poder ir, solo he tenido visitas en el laboratorio y es muy
aburrido, el poder ver el mundo real de día parece muy emocionante.
—Que algo
tan cotidiano sea tan emocionante para ti, me hace sentir algo de envidia.
—Quiero
conocer mucho de este mundo y poder ayudar a los omegas, espero hacerlo bien.
—Es
cierto, tu propósito es ese, pero.. ¿Realmente es lo que quieres?
—Para eso
fui creado, el concepto de “Querer” aún me es algo complicado, espero aprender
mucho de ti y de David, ustedes parecen entenderlo bien.
—¿De
verdad?, David es muy reservado con el tema de “Querer” cosas muchas veces no
lo entiendo.
Conducía
por la ciudad en dirección a la plaza comercial más cercana, por breves
momentos observaba a Edmund el cual miraba el camino atentamente, fotografiaba
cosas que le parecían interesantes en el camino, dentro de sí, esperaba ver
aquellas fotos algún día.
—Al
parecer te gusta el celular.
—Debo
tener evidencia de todo lo que me parece interesante, difícil de entender o
extraño, mis maestros me ayudaran a entenderlo.
En el
exterior parecía un adulto, pero muchas cualidades suyas aún parecían las de un
infante, tal vez era esa mirada curiosa o el intenso deseo de aprender, lo que
hacía a Sebastian generar ciertos sentimientos de protección mientras al mismo
tiempo anhelaba aquellos días de infancia donde todo era nuevo, en su vida
actual todo era muy rutinario y tedioso en ocasiones.
Tan
pronto llegaron al estacionamiento se bajaron y caminaron juntos a la entrada,
era extraño ver a tanta gente tan temprano, la mirada de muchos se fijaba en
Edmund, no sabía si era por su belleza o aquel aspecto varonil que denotaba su
género alfa, aunque fuese sintético.
—¿Te
sientes cómodo Edmund?
—Si— No
menciono nada más, solo sujeto su celular tomando una fotografía a un nuevo
juego al centro del pasillo de la entrada, era el típico juego de garra pero en
una versión más grande, algunas personas hacían un círculo alrededor observando
a los jugadores fijamente, los cuales parecían estar pasando muy buen rato
intentando sacar los peluches más bonitos.
—¿Te
parece interesante?
—La gente
parece disfrutar del azar y de los premios.
—Si, es
un juego muy divertido, metes una moneda e intentas sacar un peluche con la
garra, ¿Quieres intentar?
—Sabes
que con un cálculo sencillo podría sacar un peluche ¿Verdad?
—Lo sé,
por eso me alegro de venir, siempre había querido tener uno, ahora tengo una
ventaja que otros no.
—Eso es
trampa, Sebastián— Justo en ese instante deseó tener su celular para preservar
aquel momento el resto de su vida, Edmund sonrió, las finas comisuras de sus
labios se elevaron dejando ver una sonrisa auténtica, era la primera e hizo
latir su corazón como si hubiera permanecido durante muchos años estático,
inmediatamente Sebastián bajo la mirada, no quería evidenciar lo cautivado de
su sonrisa espontánea.
Debido a
un grito entusiasta de un jugador Sebastián despertó de su trance, Edmund había
dejado de sonreír, sin embargo estaba clavada aquella imagen en su mente.
Continuaron observando aquel juego unos minutos más antes de retirarse hacia la
primera tienda de ropa.
—¿Tienes
pensando algún estilo de ropa que te gustaría Edmund?
—Si,
investigue demasiado sobre moda, etiqueta, colorimetría y demás, ver los videos
de como cambió la moda por años es muy entretenido.
—Oh si,
me gusta la ropa vintage, puedo ver por horas esos videos sin aburrirme.
A pesar
de que no llevará mucho tiempo como un ser sintético era muy real, incluso
tenía un gusto por esa clase de videos de “100 años de moda”, ¿El ASMR le
provocaría algo?, al llegar a casa le pondría un video para experimentar.
Entraron
a la tienda con tranquilidad yendo al departamento de caballeros donde un joven
les atendió, Edmund parecía cómodo hablando con el chico de lo que necesitaba
por lo que se limitó a seguirlos, dar su aprobación para la ropa elegida o los
zapatos. Al salir de la tienda con las bolsas de ropa una sola pregunta se
implantó en la mente de Sebastián ¿Su vida cambiaría o sería igual cuando el
proyecto terminará?
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