El león y la oveja Capitulo 3.- Despertar agridulce

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Despertar agridulce

Un par de meses después del primer encuentro todo regresó a la normalidad, Sebastián empezó a trabajar para la empresa. El dueño era un gamma de alto estatus social, una persona muy exigente, muy ocupada y demandante, ser su asistente personal no era un trabajo fácil, pero le gustaban los retos, no se dejaría intimidar tan pronto. Luego de la larga rutina de casi 12 horas llegaba a su departamento exhausto, solo comía, se duchaba y se acostaba a dormir hasta el día siguiente, sin embargo, esas últimas noches había estado teniendo pesadillas lo suficientemente intensas para levantarse de golpe y sudando frío, las pesadillas no eran algo recurrente en él, pero el estrés era un perfecto detonante para tenerlas.

Cuando se levantó por un vaso de agua en medio de la noche, la sensación amarga de la pesadilla no desaparecía, más observo su celular por las ligeras luces azules que brillaban alrededor de la pantalla, tenía un mensaje de David 

<<Espero que estés en casa, voy en camino>>

Se sorprendió demasiado, no eran horas para recibir visitas y su departamento estaba hecho un desastre, igual que su mente. De inmediato empezó a limpiar todo el lugar, ese mensaje parecía serio y antes de poder si quiera terminar sonó su timbre, a toda prisa abrió la puerta y ahí se encontraba David, con un acompañante vestido totalmente de negro detrás suyo, por inercia retrocedió unos cuantos pasos y ambos acompañantes se adentraron a la habitación, este último cerró la puerta tras suyo.

—Tranquilo Sebas, no te haremos nada— Mencionó David con una sonrisa en el rostro, en ese momento el segundo invitado se retiró la capucha dejando ver su rostro, Edmund estaba en su casa.

—¿Qu..Qué hacen aquí?— Su evidente rostro confuso, acompañado con ese movimiento involuntario nervioso de cruzarse de brazos indicaba que no solo no entendía la situación, sino que tenía una sensación de querer huir.

—No te metería en problemas ¿Sabes?, Edmund necesita convivir con personas reales, en el laboratorio no hay nada más que nosotros podamos enseñarle, le sugerí a la junta que debía ser probado en situaciones reales, así que hicimos una selección de candidatos aleatorio y tu resultaste, debimos sacarlo de noche porque aún es un secreto para los demás empleados.

—¿No me consultaste?

—Parecías muy feliz en tu primer encuentro con Ed, aun no olvido como tus ojos lo siguieron hasta que se fue.

—No puedo, lo siento— Contesto el menor con cierto semblante de enojo, odiaba que tomaran decisiones sin su aprobación, aún más odiaba los cambios.

—Vamos Ed, convéncelo, si yo digo algo nos echará.

El segundo acompañante dio un paso adelante hacia Sebastián, parecía saber que todo esto pasaría, tal vez porque lo conocía o porque David sabía que pasaría y le dijo cómo reaccionar.

—Sebastián, ¿Te acuerdas cuando me preguntaste qué se siente tener un cuerpo?, quiero encontrar la respuesta y si es contigo, creo que podré encontrarla pronto— En ese momento Edmund miró directamente a los ojos a Sebastián, este último bajo la mirada nervioso y pensativo, su vida tan tranquila cambiaría de forma abrupta.

—No es que me niegue a eso, he vivido solo mucho tiempo, ¿Dónde dormirás?, ¿Qué vestirás?, ¿Qué comerás?

—Esa es la mejor parte de estar en mi proyecto— David se acercó a Sebastián rodeando sus hombros con su brazo. —Pagaremos los gastos completos de Edmund todo el tiempo que viva contigo, además de un sueldo por colaborar en nuestra investigación, será el doble de lo que ganas. No te puedes negar, hoy traje un futón japonés para que duerma, mañana traerán ropa, accesorios y todo lo que ocupe, ahora si quieres acompañarlo a comprar también es válido, piensa en Edmund como si fuera  Nicko— El menor suspiro resignado, Nicko fue un estudiante de intercambio que tuvieron durante la universidad, fue roomie de ambos y su mejor amigo hasta que se marchó, aún mantenían comunicación, pero ya no era lo mismo.

—Espero que la paga sea buena— David asintió con emoción, se acercó a Edmund y abrió la chaqueta que tenía para sacar una botella de sidra de manzana.

—Ed trajo una sidra de manzana para festejar, vamos a tomar un vaso antes de que me vaya.

—¿Y si decía que no?— Sebastián se encaminó a la cocina para sacar tres vasos, dejándolos en la barra desayunador.

—Te hubiese embriagado con la sidra hasta que aceptes.

—Gracioso— Tomó la botella de sidra, la abrió con cuidado y sirvió en los vasos aquella bebida, pronto tuvo a sus dos invitados de frente sentados en la barra, Edmund se veía muy tranquilo, miraba ocasionalmente a Sebastián mientras los amigos bromeaban y tomaban de su copa, no se incluía en la plática, únicamente sonreía o agregaba una risa ligera en las partes graciosas, hasta que se retiró David.

Un silencio sepulcral se hizo presente en la habitación, no sabía de qué hablar con Edmund, parecía aún un sueño, mientras lavaba los platos sentía su mirada lo que le ponía un más nervioso, sin querer soltó una copa en el fregadero, de inmediato Edmund se levantó caminando hasta su lado.

—¿Estás bien?

—Si.. Solo se resbaló.

—¿Te hago sentir incómodo?

—Un poco, yo… no esperaba tenerte aquí, sinceramente no creí verte de nuevo, pensé que la prueba ya había terminado.

—Lo entiendo, si quieres le digo a David, lo que menos quiero es molestarte.

—¡NO!— Inconscientemente respondió elevando la voz, cerró la llave del fregadero volteando a ver a su huésped. —No se trata de eso, no se lidiar con los cambios, perdón.

—Entiendo, lamento que no pudiera decirte con tiempo, hace unas horas me enteré y no tenía cómo comunicarme, David recién me dio un celular de camino aquí.

—Está bien, solo vayamos a dormir, mañana debo ir al trabajo.

Secó sus manos con un pañuelo yendo en dirección hasta la sala de estar, aun no se sentía cómodo con la presencia de otra persona en su departamento, pero no era opcional. Edmund lo seguía detrás a donde fuera, como si fuera un patito detrás de su madre, le pareció lindo, aunque no sabía cómo hablar con él.

—Ahm.. Bueno mi casa no es muy grande, pero al fondo a la derecha está el baño, a la izquierda está mi cuarto, trae el futón y te espero en la recamara.

—Claro.

Camino hasta su cuarto dejando a Edmund en la sala, necesitaba poner en orden la habitación, cuando llegaba del trabajo tenía el mal vicio de dejar sus pantalones en el suelo, sus calcetines y sus zapatos a un lado de la cama, por lo que el cuarto estaba hecho un desastre, recogió todo como pudo metiéndolo en desorden dentro de su armario justo en ese momento Edmund toco la puerta del cuarto, cerró con fuerza el closet y abrió la puerta del cuarto.

—Disculpa el desorden, vivo solo y no recibo visitas— Edmund no respondió, solo asintió con el futón en mano —¿Tienes pijama?, te puedo prestar ropa de David, siempre tengo ropa suya en el departamento por si tiene algún problema.

—¿Vivían juntos?

—No, pero a veces trabaja varios días seguidos en la empresa, cuando termina su jornada está tan exhausto que conduce a mi casa que está más cerca que la suya, se ducha y se duerme por uno o dos días.

—Por como lo dices pasa muy seguido.

—Como dos veces al mes, él vive en la parte poniente de la ciudad en casa de sus abuelos, yo vivo muy cerca como pudiste notar. Los días que viene no me gustan, se ve muy cansado y parece a punto de agonizar, pero ama su trabajo.

Mientras hablaba sacaba de una caja de cartón debajo de la cama, dentro había una pijama color azul pálido y unas calcetas blancas.

—Puedes acostarte donde te sea más cómodo.

Dejo el futón en el suelo a lado de la cama, de nuevo una sensación de nerviosismo recorrió el cuerpo de Sebastián, aunque no iban a dormir juntos, la idea de que estuviera tan cerca lo intrigaba y le causaba cierta sensación de ansiedad, ¿Un ser sintético podría dormir?, ¿Sería como esas mascotas de juguete que tenía pilas o se cargaban con un cable USB para tener energía por la mañana igual que el celular?. Le entrego la caja con una sonrisa algo nerviosa.

—Gracias, Sebastián.

Camino de nueva cuenta a la cama para intentar dormir un par de horas antes de irse al trabajo, dentro de su mente la curiosidad de ver si dormía o no, se hacía cada vez más fuerte, cuando Edmund salió de la habitación se relajó unos segundo empezando a dormitar hasta que regresó, al verlo en pijama se sorprendió, la primera vez que se vieron estaba vestido muy formal y más cubierto, pero la pijama dejaba ver parte de sus clavículas, al parecer tenía un cuerpo atlético, definitivamente era atractivo para cualquier omega, en general para cualquier persona. 

—¿Todo bien?, ¿Tengo algo raro?— Edmund mencionó algo nervioso al notar que Sebastián lo miraba fijamente.

—N..No, es solo que eres demasiado atractivo.

—¿Te parece?, Gracias, me siento feliz de ser guapo para Sebastián.

Se limitó a asentir con la cabeza de tan apenado que estaba bajo la mirada hacia las sabanas cubriéndose de pies a cabeza.

—Apaga la luz y a dormir.

No dijo nada más, Edmund sonrió para sí mismo ante tal gesto, aunque no sabía del todo leer emociones o sentimientos aun, Sebastián era tan claro como el agua. Apago las luces de la habitación y se acostó. Sebastián intentó no pensar en nada en absoluto, gracias a la copa que había tomado fue muy fácil dormir perdiéndose de aquel momento de curiosidad por saber cómo dormiría alguien no vivo.

De pronto un delicioso aroma dulce inundó el olfato de Sebastián, mantequilla, azúcar y chocolate aparecieron en el pensamiento inconsciente del menor, de pronto recordó que vivía solo, era imposible que su hermana mayor y ese delicioso aroma a sus hotcakes mañaneros estuvieran en casa, por lo que como pudo se levantó tropezando con el futón de Edmund, ahí entendió a la perfección la situación, se sobo las rodillas parándose en automático, ya no vivía solo, su nuevo huésped estaba preparando el desayuno, antes de salir se arregló el cabello viéndose en el espejo de cuerpo completo del closet.

—Edmund, buenos días— Menciono mientras caminaba al comedor, ahí había un plato de hotcakes, listos.

—Espero que no te moleste, pero pedí unos hotcakes en un restaurante cerca de aquí.

—Uff pensé por un momento que usaste la cocina.

—Lo siento, no se cocinar aún, de hecho, fue extraño pedir comida, pero quería disculparme por ayer, creo que la sidra no fue suficiente.

—Lo fue, quisiera quedarme a desayunar, pero debo ir a trabajar— En ese momento su celular empezó a sonar, Sebastián corrió a la habitación para contestar.

—Señor Esmerena, buen día, la empresa Tester&Tester nos comunicó sobre su posición en el programa Nicho ecológico, por lo que han mandado un comunicado petición de que reduzcamos sus horas de 12 a 6 horas presenciales y 6 virtuales, la petición se aceptó. Su nuevo horario es de 1 PM a 6 PM lo esperamos mañana con su nuevo horario. Muchas gracias por su apoyo y colaboración.

Ni tiempo de negarse a nada, en ese pequeño trance matutino se escuchó el timbre, la puerta de la casa abrirse y la voz tan característica de David, Sebastián corrió a la entrada enfurecido.

—¿Qué carajos te pasa?, deja de hacer lo que te venga en gana con mi vida.

—Buenos días estrellita, para que sepas yo no hice nada, fueron los dueños de T&T.

—¿Por qué no avisas?, ¿Crees que mi vida es un juego?

—Tranquilo, ya te dije que no fui yo, estuve en desacuerdo todo el tiempo, T&T lo pidió así, están invirtiendo en la compañía Herbs ahora, gracias a ti, tu jefe cascarrabias será más importante.

Luego de pensarlo un segundo tenía un poco más de sentido y era más beneficioso, además en la empresa el jefe casi no estaba, por lo que su trabajo consistía en hacerse cargo de su imagen en línea, redes sociales, publicidad, recordarle juntas y mantener el nombre de la empresa, lo podría hacer incluso desde casa.

—Conforme avance el proyecto las cosas volverán a la normalidad, irás de sol a sol.

Refunfuño con evidente molestia yendo a la mesa, la comida se estaba enfriando y Edmund estaba viendo las peores facetas de Sebastián antes de las 12 del medio día.

—Pasa a comer y la siguiente vez que T&T me manden un correo o me marquen.

—Gracias, ¿Hay para mi Ed?

—Claro, pedí bastante.

Los tres se sentaron a desayunar, era su primer día libre desde que entró a la empresa, no le gustaba descansar y la empresa le ofreció acumular sus días libres. Al terminar David les dio un sobre a ambos con indicaciones y tarjetas de crédito, en el caso de Sebastián una tarjeta extra de débito. En las indicaciones venía una lista de cosas que debía aprender Edmund, en el sobre de Sebastián un QR con la forma de evaluar a ambos. Para Edmund había rubros como Aprender a cocinar, estimulación de los sentidos, convivencia con humanos y cosas demasiado extrañas, para la evaluación de Sebastián estaban cosas más del tipo hormonal, emocional y sentimental como: Sentimientos de incomodidad, Sentimientos amorosos, sensación del valle del inquietante, tacto, olor, presencia del celo, entre otros. Al leer todo eso Sebastián se enrojeció.

—En mi lista hoy aparece que debo salir a comprar para explorar mi capacidad social y de alerta.

—Yo.. Yo no quiero hablar de eso— Tímidamente miró a Edmund, hoy debía establecer límites.

—¿Quieres acompañarme?

—Claro que sí, amo comprar ropa, vamos de una vez.

Mientras Edmund elegía el lugar a donde ir y se cambiaba de ropa en el cuarto, Sebastián se metió a la ducha, mil ideas cruzaban en su mente, las evaluaciones, las metas y los planes que debían seguir, todo se sentía demasiado forzado, no le gustaba, la vida real no era así, pero tampoco quería que saliera mal el proyecto. Salió del baño luego de varios minutos, listo para ir de compras.

—Creo que hay una plaza cercana, ¿Te gustaría ir?

—La plaza es linda, creo que ahí podemos conseguirte la ropa.

No era la forma en que quería pasar su día libre, pero era interesante el poder visitar aquel lugar concurrido y ver cómo interactuaba su nuevo amigo. Ambos subieron al auto en completo silencio, la idea de que Edmund manejara su auto le asustaba, tenía miedo de lo que fuera a pasar, por lo que en automático se metió al asiento del conductor sin siquiera preguntar.

—¿Estás listo para tu primer día fuera?, esto será interesante.

—Estoy emocionado de poder ir, solo he tenido visitas en el laboratorio y es muy aburrido, el poder ver el mundo real de día parece muy emocionante.

—Que algo tan cotidiano sea tan emocionante para ti, me hace sentir algo de envidia.

—Quiero conocer mucho de este mundo y poder ayudar a los omegas, espero hacerlo bien.

—Es cierto, tu propósito es ese, pero.. ¿Realmente es lo que quieres?

—Para eso fui creado, el concepto de “Querer” aún me es algo complicado, espero aprender mucho de ti y de David, ustedes parecen entenderlo bien.

—¿De verdad?, David es muy reservado con el tema de “Querer” cosas muchas veces no lo entiendo.

Conducía por la ciudad en dirección a la plaza comercial más cercana, por breves momentos observaba a Edmund el cual miraba el camino atentamente, fotografiaba cosas que le parecían interesantes en el camino, dentro de sí, esperaba ver aquellas fotos algún día.

—Al parecer te gusta el celular.

—Debo tener evidencia de todo lo que me parece interesante, difícil de entender o extraño, mis maestros me ayudaran a entenderlo.

En el exterior parecía un adulto, pero muchas cualidades suyas aún parecían las de un infante, tal vez era esa mirada curiosa o el intenso deseo de aprender, lo que hacía a Sebastian generar ciertos sentimientos de protección mientras al mismo tiempo anhelaba aquellos días de infancia donde todo era nuevo, en su vida actual todo era muy rutinario y tedioso en ocasiones.

Tan pronto llegaron al estacionamiento se bajaron y caminaron juntos a la entrada, era extraño ver a tanta gente tan temprano, la mirada de muchos se fijaba en Edmund, no sabía si era por su belleza o aquel aspecto varonil que denotaba su género alfa, aunque fuese sintético.

—¿Te sientes cómodo Edmund?

—Si— No menciono nada más, solo sujeto su celular tomando una fotografía a un nuevo juego al centro del pasillo de la entrada, era el típico juego de garra pero en una versión más grande, algunas personas hacían un círculo alrededor observando a los jugadores fijamente, los cuales parecían estar pasando muy buen rato intentando sacar los peluches más bonitos.

—¿Te parece interesante?

—La gente parece disfrutar del azar y de los premios.

—Si, es un juego muy divertido, metes una moneda e intentas sacar un peluche con la garra, ¿Quieres intentar?

—Sabes que con un cálculo sencillo podría sacar un peluche ¿Verdad?

—Lo sé, por eso me alegro de venir, siempre había querido tener uno, ahora tengo una ventaja que otros no.

—Eso es trampa, Sebastián— Justo en ese instante deseó tener su celular para preservar aquel momento el resto de su vida, Edmund sonrió, las finas comisuras de sus labios se elevaron dejando ver una sonrisa auténtica, era la primera e hizo latir su corazón como si hubiera permanecido durante muchos años estático, inmediatamente Sebastián bajo la mirada, no quería evidenciar lo cautivado de su sonrisa espontánea. 

Debido a un grito entusiasta de un jugador Sebastián despertó de su trance, Edmund había dejado de sonreír, sin embargo estaba clavada aquella imagen en su mente. Continuaron observando aquel juego unos minutos más antes de retirarse hacia la primera tienda de ropa.

—¿Tienes pensando algún estilo de ropa que te gustaría Edmund?

—Si, investigue demasiado sobre moda, etiqueta, colorimetría y demás, ver los videos de como cambió la moda por años es muy entretenido.

—Oh si, me gusta la ropa vintage, puedo ver por horas esos videos sin aburrirme.

A pesar de que no llevará mucho tiempo como un ser sintético era muy real, incluso tenía un gusto por esa clase de videos de “100 años de moda”, ¿El ASMR le provocaría algo?, al llegar a casa le pondría un video para experimentar.

Entraron a la tienda con tranquilidad yendo al departamento de caballeros donde un joven les atendió, Edmund parecía cómodo hablando con el chico de lo que necesitaba por lo que se limitó a seguirlos, dar su aprobación para la ropa elegida o los zapatos. Al salir de la tienda con las bolsas de ropa una sola pregunta se implantó en la mente de Sebastián ¿Su vida cambiaría o sería igual cuando el proyecto terminará?

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