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¿Soy
lindo?
Los días
de Sebastián eran una interminable rutina desde que Edmund había empezado a
trabajar. Nunca se había cuestionado como una situación tan trivial como un
experimento había cambiado tanto su vida, ¿O tal vez no era tan trivial ni un
experimento ya?. En cuestión de meses había pasado de ser un chico normal que
vivía en su departamento solo a compartir su vida con alguien que irradiaba
calor en donde quiera que estuviera. En conclusión, extrañaba como un loco a
Edmund, pero no sabía cómo explicarlo sin parecer un lunático o parecer que
quisiera ser algo más.
Mientras
daba vueltas a la cuchara de su taza de café se cuestionaba sus sentimientos,
amaba ver a Edmund tan feliz trabajando en la cafetería, también estaba
encantado con la rutina de recibirlo con un abrazo fuerte y largo en el umbral
de la puerta de entrada, ese intoxicante aroma a café tostado mezclado con su
aroma extrañamente particular parecía su nuevo olor favorito. Sin embargo, como
un trueno en un día lluvioso las palabras de Viridiana resonaban en su cabeza,
¿Que pasaba en la cabeza de Edmund?, ¿Tenía sentimientos genuinos?, ¿Qué clase
de sentimientos tenía por él?, soltó la cuchara repentinamente salpicando café
en la mesa del desayuno.
—Maldición,
Viridiana.
Refunfuño
por acordarse nuevamente de sus preguntas tan acertadas, sentía que limitaba
sus emociones que últimamente tenía a flor de piel por Edmund. Fue hasta el
lavaplatos y vació la taza de café, retirándose de su casa en dirección a su
oficina, ese día tenía demasiado trabajo, una supervisora llegaría a evaluar la
empresa, por lo que todo estaba patas arriba. Al terminar la jornada laboral
salió apresurado de la oficina, después de mucho pensar decidió ir hasta la
cafetería donde trabajaba Edmund, moría por verlo desde que tomó su primer café
de la mañana, con todo el entusiasmo del mundo camino hasta la plaza comercial,
se imaginaba cómo sería verlo en uniforme color menta y en camisa blanca con
esa sonrisa tan segura, su corazón comenzó a derretirse solo por imaginar esa
escena.
Tan
pronto llegó a la plaza comercial busco la cafetería, por suerte sus paredes de
cristal le permitieron ver en el mostrador a Edmund, con una sonrisa amplia
atendiendo a los clientes como una persona normal. Luego de tomar una profunda
bocanada de aire para animarse a entrar sin tantos nervios, sintió las
feromonas de alguien, era extraño para él sentir las feromonas de alguien más
en un lugar tan concurrido como una plaza comercial, al dirigir su mirada hacia
las feromonas vio a un omega, su apariencia era impecable, largas pestañas
rizadas cafés, ojos color miel, piel morena clara tan tersa como el terciopelo
y unas feromonas con olor a pétalos de rosa y miel, sin duda era un omega
dominante de alto rango, uno más alto que el suyo. Regreso la mirada a la
cafetería al darse cuenta que ese omega perfecto iba en dirección a la
cafetería con una seguridad solo comparable a la de alguien de la realeza, de
pronto se sintió minúsculo, como una motita de polvo que en cualquier momento
podría ser llevado por el viento de la magnificencia de un omega así, el omega
se dirigió al mostrador pidiendo su bebida, las feromonas se hicieron más
notables tan pronto vio a Edmund, era evidente lo que pasaba, Sebastián dio un
paso atrás y el reflejo de las paredes de cristal le mostró su realidad, mostró
su reflejo descuidado y blandengue, fue una bala directo a la cabeza,
únicamente se dio vuelta saliendo de la plaza comercial en dirección a su casa,
el desánimo era tan evidente que el día parecía oscurecerse junto con él y la
lluvia mojó todo el suelo.
Camino en
dirección a su departamento sin embargo el camino parecía tan largo, que dolía.
Una vez dentro del departamento dejó los zapatos mojados en la entrada, echó a
andar la cafetera mientras se metió a la ducha, ahí se desvistió mientras abría
la llave de agua caliente de la ducha.
—¿Que
tiene el que yo no?
Mencionó
para sí mismo viendo el espejo del baño empañado, pasó la mano para ver su
reflejo unos escasos segundos antes de que volviera a empañarse por el vapor
del agua caliente. Resoplo desganado abriendo el agua fría para templar el agua
de la ducha, regreso al espejo una vez que estuviera desempañado volviendo a
verse, por su familia también era un omega dominante de alto rango, pero no podía
negar que a lo largo de los años se había descuidado demasiado, su piel se veía
opaca, las ojeras debajo de sus ojos no ayudaban, su cabello largo desaliñado
no le ayudaba y ¿Sus feromonas?.
—¿Por qué
me importa?
Esa duda
brincó a su cabeza, sorprendiéndose de sobre manera por la respuesta, se
sonrojó en un solo segundo poniéndose nervioso, entró a la ducha de un salto
mojándose todo el cuerpo para evitar pensar en esa situación. Luego de un muy
largo baño salió de la ducha sintiéndose renovado, de nuevo se vio al espejo,
la imagen que veía no le gustaba en absoluto, se suponía que era un omega
dominante ¿Porque no era tan bonito como uno?, harto de su físico, del omega
que vio, revolvió su cabello mojado con la toalla para secarlo. Cruzó el
corredor hasta su habitación con otra toalla enrollada en su cintura yendo
hasta el cuarto, ahí observó su figura en el espejo, su cuerpo era
considerablemente delgado, su cintura era pequeña y sus caderas relativamente
amplias, era el cuerpo común de un omega ¿Entonces el único problema era su
cara?, abriendo el closet para buscar su ropa de casa observó su ropa de
trabajo. El problema no solo era su cara, sino su ropa, se veía que ese omega
del centro comercial relacionaba Vogue con la revista y constantemente la hojeaba,
no como Sebastián que era una canción que solía escuchar su madre. En ese
momento escucho la puerta azotarse y unos pasos muy apresurados hasta la
habitación.
—Sebastián,
vi el agua desde el pasillo del complejo, ¿Te mojaste con la lluvia?
Sorprendido
volteo a ver a Edmund, quien jadeaba desde la puerta, se veía muy preocupado,
en silencio Sebastián respondió con la cabeza, poco a poco Edmund se acercó
hasta él.
Tócame,
por favor, solo mírame a mí.
Cerró los
ojos esperando que Edmund hiciera el mínimo contacto, sin embargo se retiró a
prisa. Sebastián mordió su labio inferior lastimado emocionalmente por todo lo
sucedido en el día, al abrir los ojos Edmund de nuevo estaba a su lado, con una
cálida sonrisa envolviendo su torso en una toalla limpia.
—Tienes
el cabello aun mojado y aún no te vistes, te vas a enfermar.
De nuevo
se sonrojo al sentir como abrazaba su cuerpo aunque tuviera esa toalla en medio
de ambos.
—Te
extrañe Edmund.
—¿De
verdad?, yo también, me preocupé al no verte en la puerta y al ver los charcos
de agua por el pasillo.
—¿Te
parezco lindo?
—Hm…
Físicamente eres lindo por ser un omega dominante, esa es su cualidad, pero
emocionalmente eres el ser humano más hermoso que he conocido y eso no depende
de tu género.
—¿Que se
supone que significa eso?
—Mi
respuesta.
Por un
momento olvido que realmente era un alfa sintético, claramente era una
respuesta que esperaba, pero quería más, no estaba conforme con eso, quería ser
lindo y no por ser un omega, quería ser lindo físicamente para él. Se separó de
su lado para vestirse aún con una sensación agridulce en el corazón. Edmund
podría no ser un humano, pero bastaba con ver el rostro y su pregunta de
Sebastián para saber que algo malo había pasado, no sabía si en el trabajo o
fuera de él, pero como su amigo debía apoyarlo. Por lo que al ver que abría el
closet de nuevo, se puso a espaldas de Sebastián cerrando la puerta para que
pudiera verse al espejo. Por la impresión, Sebastián abrió los ojos lo más
posible levantando la mirada hacia Edmund.
—Tuviste
un mal día, por eso ves las cosas así, escúchame, puedo ayudarte. Mira al
espejo por favor.
—Esto es
raro…— cuestiono mirando tímidamente al espejo, la presencia imponente de
Edmund lo ponía muy nervioso, además de su tacto, puesto que había puesto sus
manos encima de sus hombros dejando que la toalla que había puesto
anteriormente cayera al suelo, de nuevo su piel era muy suave y tibia a pesar
de no ser humano.
—Mi
respuesta no te convenció al parecer. Me preguntaste sobre tu físico, sin
embargo, yo no conozco tanto de tu cuerpo y tu rostro como de tus emociones y
pensamientos, recuerda que primero hablamos a ciegas, hasta hace un par de
veces te vi por primera vez. Pero te diré mi primera impresión de ti. —Su mano
izquierda se deslizó de su hombro por el brazo hasta llegar a su mano.— Lo
primero que vi de ti fueron tus manos durante esa cena son considerablemente
pequeñas pero delgadas y varoniles, en proporción con tu altura son simétricas,
nunca has hecho trabajo físico por lo que son bastante tersas.
—E—..Edmund..
Claramente
la tensión y su sonrojo eran muy evidentes, estaba Edmund tocando su piel de
una forma tan delicada que parecía una burbuja a punto de explotar al más
mínimo roce.
—Luego vi
tu rostro, al principio pasas desapercibido por tus lentes, tu mirada perdida y
tu cabello desaliñado, pero al verte mejor, con tu cabello mojado hacia atrás,
puedo verte en el espejo y eres hermoso, estuve en el laboratorio por meses, vi
incontables omegas de todo tipo, pero creo que quien más resalta de todos para
mi, eres tu, incluso ahora. —Con el dedo índice de su mano derecha acaricio la
línea de la mandíbula del chico parando en la barbilla donde subió hacia sus
labios.— Tus labios son pequeños pero gruesos, de un bonito color rosado, tu
nariz es muy fina y tus ojos ocultos por tus lentes son de un color café tan
hermoso, no tienes idea de lo hermoso que eres porque no puedes proyectarlo
hacia los demás, estaría celoso de que alguien más te viera de todas las formas
que yo lo hago día con día.
Edmund se
quedó en silencio un segundo, su cuerpo pareció tomar vida propia y con la mano
izquierda que sostenía la de Sebastián, lo jalo hacia su cuerpo haciendo que
diera media vuelta y pudieran verse a los ojos, de un momento a otro el
ambiente se tornaba pesado, la tensión entre ambos era muy notoria. Edmund dio
un paso hacia delante empujando a Sebastián contra el espejo del armario, no
podía escapar porque el mayor había cruzado el brazo izquierdo entre el espacio
de su cintura y el armario, tampoco es como si quisiera moverse, verlo
fijamente a los ojos lo avergonzaba, estaba más que sonrojado, pero al mismo
tiempo no quería ver nada más que no fuera sus ojos, Edmund por su parte aun no
entendía bien lo que sentía, quería besar a Sebastián, tal vez hablar de su
físico, de sus emociones o las feromonas que empezó a liberar desde el primer
momento que tocó sus hombros lo había seducido, después de todo era un alfa, no
un real, pero al parecer podía sentir atracción como uno real. Sin darse cuenta
la distancia entre ambos se iba acortando, los latidos de Sebastián parecían
resonar en sus oídos, sus feromonas inundaban la habitación y la forma en que
tal vez consciente o inconscientemente abrió ligeramente los labios provocó que
ambos mezclaran su aliento cuando la cercanía fue lo suficiente.
—Quiero
besarte.
—Por
favor.
Luego de
responder en un susurro Sebastián cerró los ojos, rompiendo la distancia que
los unía, la última gota de agua, de su cabello mojado se deslizó hacia la mano
de Edmund y el tiempo se detuvo dentro del dormitorio. Edmund beso los mojado y
suaves labios de Sebastián, la sensación era demasiado extraña, ya que era la
primera vez que hacía algo así, sentir el calor del cuerpo de Sebastián por
encima de su ropa del trabajo, la pequeña porción desnuda de mano en contacto
con su cuerpo ligeramente mojado por su cabello era fantástica, quería hacerlo más,
mil veces más, tal vez podría tocarlo todo el dia, pero deseaba llegar más
allá. Poco a poco Sebastián se separó de sus labios abriendo los ojos al mismo
tiempo, Edmund en shock por todas las sensaciones primerizas que tuvo soltó con
delicadeza el cuerpo de Sebastián.
—¿Edmund?
—Eh—..
Por
primera vez vio a Edmund sin palabras, al parecer el primer beso de alguien
siendo humano o no podía ser igual de impactante. Solo después del beso pudo Sebastián
percibir que había llenado de feromonas su habitación, por lo que de inmediato
abrió las ventanas para circular el aire, aun en silencio Edmund dio un paso
atrás y tomó la toalla que había rodeado el cuerpo de Sebastián minutos antes
del suelo.
—¿Estás
bien Ed?
—Si… Es
solo que.. Es una sensación nueva.
Una
pequeña sonrisa salió de sus labios, para Sebastián no era su primer beso, sin
embargo la forma en que reaccionaba Edmund le pareció linda.
—Solo fue
el momento, nos dejamos llevar y creo que en parte es culpa de mis
feromonas.
—Voy a
bañarme.
—Está
bien.
Luego de
que Edmund saliera de la habitación y escuchara el agua caer solo hasta entonces
Sebastián respiró profundo, estalló en un mar de sensaciones y emociones que
nunca podría describir, estaba nervioso, apenado, excitado, aún más nervioso y
mil cosas más. Con mucha efusividad se tiró en la cama, ¿Que significaba ese
beso?, ¿Acaso Edmund se sentía igual que él o acaso sus feromonas si podrían
hacer efecto en él?. Oculto su rostro entre las almohadas hasta que recordó que
seguía sin ropa, de inmediato buscó su ropa, se vistió y tomó a toda prisa el
celular.
—Viri…
Nos besamos, ayuda.
—Ay
Sebas.. Qué lindo, ¿Que pasó, cuéntamelo?
—Primero
tuve una crisis vi a un omega hermoso que de seguro está yendo a su cafetería a
coquetearle, sentí sus feromonas cuando se acercó a él en el mostrador, estaba
muy triste, cuando llegue, me ducha y luego me iba a vestir, le pregunte y sucedió.
—Siempre
te he dicho que eres hermoso pero eres un desastre niño. Mañana vente a la
tienda y te hacemos un cambio de look como en el diario de una princesa, te doy
ropa de la tienda a paguitos.
—¿De
verdad?.
—Cariño,
eres mi hermanito, te amo y siempre te he dicho que si te arreglas te verías
divino, la cuestión aquí ¿Lo haces por él o por ti?
—¿Qué
tiene que ver?
—Hacerlo
por ti, porque quieres ser un omega hermoso esta súper. Si solo lo quieres
hacer por un alfa, es patético.
—Lo
pensaré, dame unas horas.
—Piénsalo
y este fin iremos a la casa de la playa, trae a tu alfita, quiero conocerlo.
—Le diré.
Luego de
colgar escucho el cese del agua, tener que ver a Edmund de nuevo, le ponía los
nervios de punta, por lo que corrió hasta la cocina para calmar su corazón y
servir el café.
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Luego de
separarse del beso y caminar en dirección al baño, sentimientos y emociones
nunca antes experimentados salieron a flote conforme hundía su cuerpo en la
tina de baño, ¿Cómo fue capaz de besar a Sebastián?, aunque prácticamente le
había pedido permiso, no fue la forma correcta de ayudarle, pero en la
televisión y en los libros parecía ser una forma muy buena. Acaso quería besar
a Sebastián solo por reconfortar segundo los libros y las películas o era
genuina esa atracción.
¿Qué
hiciste Edmund?
Se
cuestionó a sí mismo mientras hundía mas su cuerpo en la tina, siendo honesto Sebastián
era un omega muy lindo, era alto, esbelto, con cuerpo muy bonito y una sonrisa
cálida, sus emociones eran muy evidentes en su tono de voz e incluso en sus
facciones, estar con él le traía una calma increíble, además diariamente podía
aprender de él.
Eres
hermoso Sebastián, no te sientas mal.
Eran las
personas que tenía para decir, pero terminaron saliendo otras aún más
impactantes, seguido de una acción tan contundente como un beso, sin duda había
cruzado una línea que no debía, pero si le había concedido permiso y además
había emanado feromonas, ¿Sebastián también quería besarlo?, ¿Sebastián sentía
atracción por él?. Luego de darle vueltas un rato salió de la ducha se cambió
de ropa y fue en busca de Sebastián, quien estaba sentado en la sala con una
taza café y un pan dulce.
—Ya—.. Ya
saliste del baño Edmund… Hay café para ti en la cafetera y te deje un pan.
—Muchas
gracias… Oye, sobre lo que pasó. —Casi como un relámpago el rostro de Sebastián
se sonrojo bajando la mirada hacia la taza. —Tus feromonas.. el beso.. Fue
asombroso, ¿Siempre se siente así?
—Ahm…
Pues.. Los besos en los labios son especiales, únicamente lo puedes hacer con
gente por la cual sientes algún tipo de atracción.
— ¿Tu
sientes atracción física por mi?
—Bueno…
Tú fuiste diseñado para que los omegas como yo nos sintamos así… ¿Podríamos
parar por hoy? fue demasiado para mi.
—Lo
siento, preguntaré en otro momento.
—Pero..
Fue asombroso también para mí.
Con esa
respuesta se quedó pensando un poco más Edmund mientras se servía el café,
quería hacer más preguntas, pero el rostro sonrojado de Sebastián y su
respiración algo agitada le preocupó, decidió dejarlo pasar por esa noche.
—Oye, me
dijo Viri que irá a la playa el fin de semana, quiero que la conozcas, ¿Podrías
ir acompañarme?
—Con
gusto, he visto la playa en cientos de películas, quiero conocerla y poder
tocar la arena con mis pies, también hacer cosas de playa cómo jugar, comer
helado y dormir en casas de campaña.
—Hmm.. Lo
lamento, no tenemos cosas de acampar, pero si una casa, podemos ir ahí a
dormir.
—No
importa, se que si es contigo será divertido, además conocer a Viridiana y su
familia me emociona mucho, se que los quieres mucho.
—Si...
Mañana saldré con ella.

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