5.
Tormenta de nieve
La sala
de juegos del Rey estuvo iluminada hasta altas horas de la noche. Más allá de la
cálida luz de la chimenea, estaba Rashiel sentado frente a un tablero de
ajedrez. Se encontraba sentado con las piernas cruzadas, pensando en su próximo
movimiento. Las piezas de ajedrez hechas de ónix y esmeraldas brillaban
maravillosamente a la luz.
Las
piezas de ajedrez eran esculturas pequeñas muy bien elaboradas de leones,
ciervos, lobos, osos y tejones, e incluso leopardos de las nieves. Cada una de
las piezas fue tallada para que coincidieran con los animales. Rashiel agarro
la cabeza de ciervo, jugueteó con ella y la movió.
Entonces
el rey movió al oso e inmediatamente capturó a su lobo. El tablero de ajedrez
era como un coto de caza. Los animales eran comidos unos a otros. El rey, que
se quedó mirando el tablero de ajedrez durante mucho tiempo con el ceño
fruncido, movió a regañadientes su leopardo de las nieves. Como si esperara, que
el venado de Rashiel atrapara al leopardo.
—El
ciervo atrapa al leopardo de las nieves.
Dijo el
Rey Pedro con deleite.
—Solo
es posible en el ajedrez.
—Bueno,
no lo sé.
Entrecerró
los ojos y se rio. Me preguntaba si eso era realmente posible solo en el
ajedrez.
—¿No es
como tu cierva?
El rey
sonrió alegremente y le dijo a Rashiel:
—. . .
Rashiel no respondió, solo levantó un poco las comisuras de su boca y sonrió.
—¿Cómo
está tu cierva? Debe haber estado bastante sorprendida ese día.
—Está
viva.
—Fue
bastante divertido ese día en los cotos de caza. Todavía se habla mucho en la
corte al respecto. La familia de ese conde tenía una estrecha relación con el
marqués de Harlow. Perdió a su hijo de repente...
El rey
levantó un poco la cabeza y examinó la expresión de Rashiel. No hubo cambios
significativos en su expresión.
—Eso
estuvo mal.
—En ese
momento, parecía un jabalí salvaje que atacaba a una mujer como sabe su
majestad—, dijo Rashiel mientras movía su dedo simulando cortarse el cuello.
—Me
sorprendió un poco ver que las personas estaban sorprendidas a pesar de que
solo mate a un cerdo.
—Así
es… todos saben que estás loco, pero como fuiste tú, nadie podría decir nada
aunque le hayas cortado el cuello.
—Sé que
me ayudó mucho al respecto. Espero me perdone si esto le causo problemas. No
quiero que traten a la autoridad del rey como suciedad en la suela de sus
zapatos.
—Por
supuesto.
El rey
Pedro sonrió satisfecho.
—Ahora
que lo pienso, yo fui quien te enseño ajedrez. Eras inteligente y solías
aprender rápido, ahora... podrías vencerme.
—De ninguna
manera. Sé que está mintiendo.
Habló a
la ligera y retrocedió el leopardo de las nieves. El rey, que estaba contando
los casilleros restantes, se hundió profundamente en el sillón y sonrió
abatido.
—... No
pensé en esto.
—Sé que
fingiste no verlo a propósito.
Rashiel
se rio y gritó jaque mate. Su ciervo atrapó al león y lo derribó.
—Está
bien, perdí.
La risa
alegre del rey resonó por toda la habitación.
—¿Qué
quieres? Puedo darte cualquier cosa a cambio del juego.
—Quiero
el tablero de ajedrez.
Levanto
la mano y tomó una pieza de ajedrez finamente tallada. Cuando la miro de cerca
bajo la luz, pudo ver la delicada mano de obra más claramente.
Ahora
que lo pienso, ¿Ariste sabrá jugar ajedrez?
Puede que no lo sepa porque es un pasatiempo de los nobles, pero solo tenía que
enseñarle. Ha memorizado los nombres y las propiedades medicinales de
innumerables hierbas medicinales, así que aprenderá las reglas del ajedrez en
poco tiempo.
Si
juegan juntos al ajedrez, es posible que intente probar varias cosas en ella con
la excusa de haber ganado. Si le digo que, sus grandes ojos probablemente me
miraran con asombro. Fue cuando estaba pensando en eso que ni siquiera se dio
cuenta que Jimi estaba hablando.
—Este
tablero de ajedrez originalmente pertenecía a mi tío.
—. . .
—Si lo
tomas, estará regresando a su lugar original.
—Ya
veo.
Sonrió
como si nada hubiera pasado.
—La
próxima vez debería jugar al ajedrez con Aleph. Me encanta este tablero.
—Sí,
Aleph ama a su tío. Tal como yo amaba a mi tío cuando era joven.
—Estaría
feliz de hacer lo mismo.
El rey
sonrió le gusto su respuesta.
—Ya es tarde,
me voy a la cama.
El rey
Pedro le estrechó la mano y se puso de pie.
—Te
enviaré una cierva para que duermas.
Rashiel
respondió con una sonrisa al rey. Después de que el rey salió de la sala de
juegos, el asistente principal se acercó y le dijo a Rashiel.
—Parece
que se acerca una tormenta de nieve. Me aseguré de que le prepararan su
habitación. También hay un regalo especial preparado por Su Majestad, así que
descanse bien.
—¿Has
preparado un refrigerio nocturno?
Rashiel
preguntó con una sonrisa y el sirviente bajó la cabeza.
—Dijo
que no se negaría porque lo preparó con especial cuidado. Si no le gusta…
—¿Así
que?
—Puede
arrastrarla y cortarle el cuello.
—Como
era de esperar, Su Majestad conoce bien mi corazón.
—Dijo
que no tenía que preocuparse por lo que pasó en el último festival de caza. La
Condesa también mantuvo la boca cerrada...
Rashiel,
que escuchaba al sirviente, levantó la mano.
—No lo
necesito.
El
sirviente, que estaba a punto de salir de la habitación, lo miró perplejo. Lo
mismo ocurría con el caballero a su lado.
—Porque
voy a volver.
Su
respuesta fue concisa.
—Sí,
pero...
El
sirviente miró perplejo al ver que la nieve empezaba a ponerse feroz poco a
poco.
—Las
tormentas de nieve son especialmente frecuentes este año, y cada vez que
vienen, son fuertes. Deberías descansar en el palacio.
—Voy a
volver.
Rashiel
dijo, poniéndose la capa que se había quitado. Dejando al asistente mirándolo
desconcertado, Rashiel caminó por el pasillo, en medio de la noche, el caballo que
repentinamente fue arrastrado relincho, reconoció a su dueño y se rindió con
calma.
Se
subió sobre su caballo, y los otros caballeros que lo escoltaban se subieron a
sus respectivos caballos. Rashiel levantó la cabeza y, como de costumbre, buscó
la estrella polar para determinar la dirección. El cielo nocturno estaba tan
nublado que no podía ver ni una sola estrella. Solo la nieve que caía llenaba
su visión.
Uno por
uno, los copos de nieve que caían a través del cielo nocturno azul oscuro
aterrizaron sobre sus hombros y rostro. Sacudió la cabeza para quitarse la fina
nieve de las pestañas y pateó el costado del caballo tomando velocidad empezó a
correr. Durante este corto tiempo desde que salí de la habitación y monté a
caballo, la nieve se estaba volviendo más espesa.
El
fuerte viento agitó su capa y alborotó su cabello. Debido a la nieve que caía
sobre su rostro, era difícil ver bien. Sin embargo, corría hacia el Castillo de
Icanus. No, exactamente se dirigía a donde estaba Ariste, se dio cuenta él
mismo de que estaba loco mientras corría en medio de un vendaval. Regresar al
castillo en medio de la noche, a través de una tormenta de nieve, fue medio,
no, cerca de la locura.
Recordó
la calidez que había excavado en él.
—Tengo frío, tengo frío…
Las
palabras de dolor que salían de su pequeña boca resonaron en sus oídos. Se
aferró a él ciegamente sin darse cuenta de los brazos en los que se estaba
hundiendo estando dormida. Cada vez que la nieve golpeaba la ventana, temblaba
como una bestia escondiéndose en su madriguera y lo abrazaba.
¿Por qué pensé en eso?
¿Qué
está mal conmigo? ¿Él está cabalgando a través de una tormenta de nieve solo porque
ella dormía sola en el castillo? Tal vez me preocupaba que se escapara
aprovechando el mal tiempo. Sabía que no había manera de que pudiera escapar
con este clima. No haría algo tan imprudente a menos que quisiera morir y que
la encontrara muerta.
Además,
debe haberse dado cuenta de que no tiene un lugar al que regresar. Después de
confirmar eso, Ariste se volvió más sumisa. No dejo de intentar curar su
locura, pero había dejado de pensar considerablemente que intentaría huir cada
vez que tuviera la oportunidad. Así que esto era puramente lo que su corazón le
decía que hiciera. No sé por qué tengo que volver.
Simplemente
siguió ciegamente lo que su cuerpo quería. Sí, eso es todo. Las antorchas
sostenidas por los caballeros iluminaban el camino. Una vez fuera del castillo,
tomaron un desvío para evitar la tormenta de nieve, retrasando un poco más el
viaje de regreso. La noche ya era profunda, y no había ninguna criatura
despierta.
La
fuerte nevada comenzó a desvanecerse a medida que nos acercábamos al castillo,
pero fue solo una breve pausa. Sin perder el tiempo, Rashiel agarró las riendas
y aceleró. Los caballeros que lo alcanzaron hicieron lo mismo, acelerando su
carrera. Fue por la idea de que tenía que llegar al castillo de alguna manera
en este corto lapso de tiempo.
El
castillo de Icanus, inmerso en la oscuridad, parecía un monstruo agachado desde
la distancia. Construido sobre altas colinas con impresionantes acantilados
alrededor, el castillo sobre la colina más alta estaba en una posición en la
que podía ver todo lo que lo rodeaba de un vistazo.
Era
inaccesible para los enemigos dado que no podían acercarse ni atacar. Si cierra
las puertas, este lugar se convierte en una fortaleza. Pero esa noche de
tormenta de nieve no pudo proteger a su familia. No podía creer que pudieran
haber entrado un grupo de bandidos. Mi padre, el padre de mi padre y el padre
de este... habían construido el castillo durante un largo período de tiempo lo
diseñaron para bloquear completamente a los enemigos externos.
Pero
los bandidos atravesaron las puertas con demasiada facilidad. Era imposible sin
que alguien abriera la puerta. Fue fácil encontrar al traidor en el castillo,
pero no podía castigarlo imprudentemente. Todo tenía que hacerse sin que el rey
lo supiera. Al final, el traidor que abrió la puerta le confesó todo a Rashiel,
y luego su pie resbaló por el acantilado y murió. Los animales hambrientos de
la montaña se precipitaron y se comieron su cuerpo.
Fue
solo después de ver que su carne casi fue arrancada y hecha jirones, que Rashiel
pagó un generoso funeral por su lealtad a la familia Icanus. La noche de la
tormenta de nieve fue el día en que la vida de Rashiel cambió por completo. ¿Y si hubiera sido terco y hubiera regresado
al castillo? Si ese hubiera sido el caso, las bajas de la familia Icanus
habrían aumentado a uno más, y de todos modos no habrían podido salvar a su
familia.
Aun
así, repasaba interminablemente los acontecimientos de esa noche. Sí, sí. Si tan solo hubiera regresado
esa noche sin importarme la tormenta de nieve. El castillo podría haberse visto
muy diferente de lo que es ahora. Pensé en la mujer que estaría durmiendo en mi
cama caliente. Ariste estaba completamente en sus manos y nadie podía hacerle
daño.
Así que
no había necesidad de regresar con tanta prisa. Aun así. Los pensamientos
vertiginosos finalmente llegaron a ella. Trató de desenredar el hilo enredado,
pero el final era el mismo que el principio.
¿Cómo puedo desenredar este hilo? ¿Debo
tratar de desatar el nudo o no? ¿Debería cortarlo?
—Hemos
llegado.
Las
puertas comenzaron a abrirse con un fuerte sonido. Con el regresó de su señor a
medianoche, la gente dentro del castillo se puso a trabajar. Se encendieron
luces por todas partes, y un sirviente salió corriendo a recibir a su amo. Se
sacudió bruscamente la nieve blanca que había caído sobre sus hombros y cabeza,
y entró por la entrada principal, se quedó inmóvil ante lo que vio.
La
figura, que parecía casi fantasmal, claramente pertenecía a la mujer que
abrazaba todas las noches. Lo miro con sus grandes ojos azules mientras
temblaba. La mujer que lo miraba a los ojos parpadeo por un momento como si
estuviera buscando algo que decir y abrió la boca.
—...Estás
aquí
Ante el
breve saludo, se acercó a la mujer como si algo lo atrajera. Al verlo
acercarse, la mujer que parecía estar a punto de huir, no se movió, probablemente
porque tenía miedo de las repercusiones.
—¿Has
venido a recibirme?
Casi se
echó a reír. No podía creer que me hayas esperado.
Aunque sé
que no harías eso. Pero, ¿Qué debo suponer al encontrarte aquí parada en la
entrada de noche cuando todo el mundo duerme? ¿Saliste a dar un paseo nocturno?
¿Estabas mirando la nieve?
—Hace
frio
Cuando
me acerque, Ariste retrocedió solo un paso, no podía leer el interior de la
mujer que temblaba de nuevo a una distancia que podía alcanzar si estiraba la
mano. ¿Por qué saliste?
—Pensé
que estabas durmiendo
Dije en
forma seca tal vez fue por defensa. Temía exponer mis ridículas emociones y ser
atrapado por la mujer que vino a recibirme. No sabía cómo describir este
sentimiento. No sabía qué tipo de respuesta estaba esperando de ella. Di que saliste a recibirme… Di que me has
estado esperando.
Sabiendo
que era una tontería esperar que saliera algo tan dulce de su boca, pareció
haber escuchado tal alucinación por un momento. Levantó su pequeño rostro que
evitaba su mirada y la obligó a mirarlo. Sus ojos azules se volvieron hacia él.
Lo que vio en ellos fue confusión. Tal vez sea lo mismo que tú. Tal vez porque
sabía que no podría irse si no respondía, murmuró la mujer.
—Está
nevando mucho, el viento es fuerte y me despertó.
Entonces, ¿estabas deambulando por el castillo?
¿Y es casualidad que llegaras aquí cuando regrese?
Pensé
que era una gran coincidencia, pero no era imposible. Quizás Ariste acaba de
caminar como le dijo su cuerpo igual que él. Sin saber por qué está haciendo
esto o por qué está haciendo esto. Entonces decidió pensar en ello. No habrá
una respuesta clara, pero esto era suficiente. Incluso si es el resultado de una
coincidencia, es solo si lo cree.
Sus
ojos se entrecerraron mientras miraba a Ariste. Una leve sonrisa se formó en su
boca. No sabía cuál era la fuente de este sentimiento. Ha pasado mucho tiempo
desde que había sentido algo, él no confiaba ni en los sirvientes de su
castillo. Es este un sentimiento nuevo,
desconocido y extraño.
No era
mi gusto profundizar en esta sensación. Si te gusta, mantenlo, si no, mátalo. De
repente, sentí una oleada de fuerza en la parte inferior del cuerpo. Podía
sentir la hinchazón en la parte delantera de los pantalones debajo del pelaje
que llevaba puesto. Por el momento tenía una sonrisa satisfactoria.
Oh sí. Fue eso.
Fue
porque estaba esperando la alegría y el placer del cuerpo de esta pequeña
mujer. Fue solo eso. Era increíble que volviera al castillo durante la noche atravesando
una tormenta debido al cuerpo de una mujer, pero era cierto. Tuvo que rendirse
a ese hecho. Así que tengo que abrazarla ahora mismo. Después de eso, es
posible que pueda cortar los hilos que están enmarañando su mente.
—Vamos
arriba.
Dio unos
pasos como un idiota y la abrazo a su lado. Traté de seguir el ritmo de los
pasos de Ariste, pero la hinchazón dentro de sus pantalones lo obstaculizaba. Tal
vez sería más rápido derribarla en este lugar y comérmela.
—¡Duque!
Ariste,
quien fue cargada en un instante, gritó. Se angustió un poco más al tener los
pies en el aire. La cara sonrojada de la mujer, avergonzada quien no sabía qué
hacer, era claramente visible en la oscuridad. Con el cuello enrojecido, trató
de que la bajara con todas sus fuerzas.
—Quédate
quieta.
Mordió ligeramente
el cuello de la mujer. Sintió su pulso que latía tan rápido como si fuera un
pajarillo.
—De lo
contrario, podría masticarte y tragarte aquí.
Lo digo
en serio. Me estaba quedando sin paciencia. De hecho, incluso si la desnudo y
tomo aquí, a los sirvientes no les importará.
—Estoy
en problemas en este momento.
Realmente
lo pienso, pero sorprendentemente, dejo de resistirse. Sus ojos se abrieron
ampliamente, mirando su entrepierna.
—Ra,
rápido.
Ariste se refería a que ella era consciente de
que los miraban. Él sonrió nuevamente, abrazándola con gusto protegiéndola de las
miradas. Lo abrazo poniendo sus manos alrededor de su cuello, se inclinó y escondió
su rostro en el hueco de su cuello y hombro.
Si te quedas así.
Se sintió
mareado por un momento, sentir el calor de su sonrojada mejilla en su cuerpo y
el aliento en su cuello se volvió más insoportable. Después de maldecir en su
interior, rápidamente subió las escaleras hasta el dormitorio. Cada vez que subía
un escalón, Ariste envolvía su cuello con más fuerza ansiosamente.
Finalmente,
entré en el dormitorio y puse a Ariste en la cama. Como de costumbre, ella lo
miraba temblando. Su reacción le divertía, por lo que la penetraría con más
fuerza al abrazarla. Me gustaba su mirada de cría de ciervo justo antes de perder
el aliento. Ya no tenía que intimidarla para que abriera las piernas, pero esta
noche era muy diferente de esos días.
—Es
diferente de lo habitual.
No puedo
evitar pero me gustaban sus manos alrededor de mi cuello. No sabía por qué, por
lo que dijo Ariste se estremeció y aflojó sus brazos. Frunció el ceño, puso de
nuevo sus brazos alrededor de su cuello y comenzó a besarlo profundamente. Como
él lo había hecho innumerables veces. Se comportaba claramente diferente de
antes, pero era claramente diferente de cuando la sometía mordiendo y follando a
la mujer rota en su cama.
Me
quede pensando en lo que era, hipnotizado por la suave piel de la mujer. Sea lo
que sea, no era importante.
Lo
urgente era abrazar a la mujer que sostenía gimiendo entre sus brazos en este
momento. Más tarde pensara en todas sus preguntas cuando yacerá desmayada entre
sus brazos. Él dejó de tratar de contar la cantidad de veces que abrazó a la
mujer, envolviendo y chupando su lengua era preferible contar las veces que no
lo hacía.
Ni
siquiera podía recordar los nombres de las mujeres con las que había estado en el
dormitorio. No importaba si era una esclava o una dama de alto rango. Simplemente
disparaba a su presa con su arma o la destrozaba por dentro y eso era todo. No
importaba quién era el objetivo.
Sí,
este aroma.
El leve
olor a hierba que emanaba del cuerpo de la mujer se mezcló con el olor a
almizcle que él usaba y se desvaneció considerablemente, pero no desapareció
por completo. Como si fuera un animal que enterraba la cabeza en la nieve en
busca de comida, Rashiel enterró su rostro en el pecho de la mujer e inhaló su olor.
Mi presa.
Le
gustaba cómo Ariste olía a él. Quería cubrir todo su cuerpo con su aroma, desde
el cabello hasta los dedos de los pies. El semen salió disparado al aire y se
adhería al cuerpo de Ariste como una telaraña. Realmente parecía una mariposa
atrapada en una telaraña. Ariste lo miraba cubierta con su semen, no solo entre
las piernas, sino también en la cara, el cuello y las piernas.
El
turbio líquido blanco que chorreaba de entre sus piernas temblorosas empapaba
la ropa de cama. De hecho, Ariste miraba a lo lejos. El reflejo de su cuerpo en
la blanca nieve que caía llamó su atención. Miraba las marcas rojas que dejo en
su cuerpo. Las fue dejando cuando mordió, chupo y lamio.
—¿Tienes
tiempo para pensar en otra cosa?
Pensé
que había crecido bastante, pero la mujer debajo de él inesperadamente no
estaba asustada. Incluso levantó la mano y le acarició el cuello. Me trataba
como a Nezu, el leopardo de las nieves que revolotea alrededor de Ariste, ronronea
siempre ante sus gestos, y era sumamente dócil. Cuando jugaba con Ariste,
incluso retraía sus afiladas uñas.
Pensé
que era realmente lamentable ver a esa gran bestia rodando por el suelo
aduladora. Ariste lo estaba tratando así ahora. Y como pretendía, Rashiel estaba
cediendo a su pequeña mano. Sentí que mis sensibles nervios se calmaron y mis
uñas se retrajeron al instante.
—También
nevó mucho ese día.
Le dio
una respuesta a Ariste que nunca pensó. Decidí dejar de lado cualquier
sentimentalismo. Por primera vez en su vida, conto la historia de ese día. Fue
una noche en la que sentí que algo me poseía. Algo cambió ese día, como si el
eje de la tierra se hubiera movido causando un gran temblor, pues parte de la
montaña nevada se había derrumbado sobre el bosque y quedó todo cubierto en un
instante.
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