La inmoralidad de la tonta princesa.- Capítulo 6

 

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Xavier se quedó profundamente dormido por primera vez en mucho tiempo. Cuando se despertó, Marilyn ya se había despertado primero, pero solo lo miraba sin decir una palabra.

—Buenos días, Mariel.

—¿Dormiste bien?

Marilyn, que había estado tumbada en silencio mirando a Xavier con cariño, sonrió cuando sus miradas se encontraron.

—Desde que duermo contigo, he tenido buenas noches de sueño.

—Dormías tan tranquilo como una muñeca. Me sorprendiste porque pensé que no respirabas, pero afortunadamente, si lo estabas.

—Hoo hoo, ¿no te aburriste porque no me despertaba?

—Estaba aburrida, pero estuve bien solo te mire en silencio.

Era un hombre con un bonito lunar bajo sus largas pestañas. Su piel era como un chocolate, así que tenía la ilusión de que era un gran dulce.

—Eres muy guapa.

—¿Lo soy?

No sabía cuál era su estándar de belleza, pero me gustó su cumplido. Tú también eres hermosa, Mariel.

—No hay una parte de tí que no sea hermosa, incluso aquí, en todo su escarlata esplendor.

Él sonrió, presionando con sus dedos el rígido pezón en su pecho regordete.

—¿Te gusta eso? Lo chupas y lames todo el tiempo...

Marilyn chilló tímidamente, cubriendo sus pechos con sus brazos.

—Si tengo que decir...

—Sí.

—Prefiero este lugar donde fluye tu miel. Es tan dulce y me devoras tan deliciosamente.

Su mano se deslizó entre sus piernas, tocando juguetonamente sus pétalos húmedos.

—...

Marilyn se retorció cuando él chupó su pezón erecto, tocando su clítoris entre los pétalos.

—¿Qué pasa Mariel, quieres que entre aquí?

—Oh sí...

—¿Qué?

—Sí, me gusta. Más...

Fue cuando Jeremy apareció, interrumpiendo su íntima mañana.

—Mi señor.

—Haa...

—Recibió un mensaje que dice que Su Majestad lo está buscando.

—¿Qué?

—Aparentemente...

Xavier chasqueó la lengua ante la expresión infeliz de Jeremy.

—¿Qué paso con Aria?

—Bueno, ella ha desaparecido.

—¿Qué?

—... Lo siento. Aparentemente, el Conde tuvo algo que ver...

—¡Eso...!

Miró hacia abajo a la ira de Marilyn, y rápidamente se aclaró la garganta.

Junto con la noticia de que la salud del emperador se había deteriorado repentinamente, también se desconocía el paradero de la princesa Aria. Parecía seguro que la Emperatriz lo había planeado. Le había advertido que estuviera alerta, pero el giro de los acontecimientos hizo que a Xavier le doliera la cabeza.

—Saviel, ¿estás bien?

Volvió la cabeza hacia Marilyn.

—Mariel.

—¿Sí?

—Creo que necesitare dejar el castillo por un tiempo.

—... ¿No puedo ir contigo también?

Mientras tanto, Xavier trató de organizar sus confusos pensamientos para que su explicación fuera lo más simple posible para que Marilyn la entendiera.

—Lo siento, pero este es el lugar más seguro para ti. Así que por favor espérame aquí tranquilamente.

Marilyn no estaba convencida, pero no insistió. Xavier finalmente abandonó la finca y se dirigió al castillo imperial. La situación era  incluso más oscura de lo que esperaba Jeremy.

Llego al cuarto día y cuando vio al emperador este eligió solo las peores palabras para decir.

—Quiero que te cases con la hija del conde.

—¿Has olvidado que renuncié a todo?

—Mi tía murió. Creo que fue cuando se dirigía al imperio de Khalid, unos bandidos desagradables la mataron.

Los ojos de Xavier temblaron ante la mención de la muerte de Aria.

—El cuerpo, ¿identificaste el cuerpo?

El emperador asintió ante eso.

—¡Debo verlo con mis propios ojos,…con mis propios ojos!

—Ya era demasiado tarde, la descomposición ya estaba bastante avanzada. El rostro de mi tía estaba irreconocible por las fieras, y apenas logré encontrar la marca de nacimiento en su brazo para confirmarlo. Tío, eres todo lo que tengo ahora.

El emperador Logan caminó frente a él. Su sobrino que estaba parado frente a él camino con un andar que lo hacía parecer como si pudiera salir volando al menor toque no era una persona sana a simple vista.

—Y mi tío es el único que no se dejará influir por la emperatriz.

Logan parecía muy cansado.

—Toma a la hija del conde como rehén y reprime sus fuerzas.

—Su Majestad.

—Cuando el Imperio Khalid desaparezca, también desaparecerá el mundo que creo mi tío.

—Así que ahora enfréntate a la realidad, tío, no me queda mucho tiempo.

Logan hizo los movimientos necesarios para coronarlo emperador. La única razón por la que quería hacerlo era para poder descansar. Los ministros recibieron la noticia con los brazos abiertos.

—Jeremy.

—Si su Majestad…

—Protege a Marilyn.

—No se preocupe.

Lo que había evitado con todas mis fuerzas al final llegó. Temperamentalmente, sabía que incluso si Logan se convertía en el Emperador, no sería capaz de defenderse. Había llegado tan lejos solo por terquedad, no por fuerza de voluntad.

—Guau.

—Su Majestad.

—Ha pasado mucho tiempo, Emperatriz.

La coronación será un asunto sencillo dentro de unos días. La emperatriz no llego sola.

—Saludos, Grace.

—Saludos, Su Majestad.

—El matrimonio con Grace deberá ser lo más simple posible...

—Eres hermosa, no te he visto en años, y yo no era más que un vagabundo en ese entonces.

Xavier dio un paso hacia la tímida Grace, con la cabeza gacha.

—Su Alteza...

Una mujer de piel blanca pura con cabello plateado brillante. Parecía una hermosa muñeca esculpida.

—Debes haberla criado en oro y jade.

Entrelazó los dedos en el cabello plateado de Grace y miró a la emperatriz.

—¿Piensas qué ella llenará el asiento trasero?

Preguntó, tirando de la barbilla de Grace. No podía mirarla a los ojos, pero él ya sabía que era codiciosa como su padre.

—Soy...

—No tienes lugar en este castillo.

—Su Majestad...

La emperatriz reaccionó con sensibilidad a sus palabras.

—Yo también te estoy dando una oportunidad.

—¡Su Majestad!

—La oportunidad de encontrar un hombre que te amé.

—Su Majestad, su…

Grace perdió las palabras.

—Me temo que tanto mi cuerpo como mi mente solo responden a mi mujer. No te hagas ilusiones. No habrá nada que pueda darte.

—¡Su Majestad!

—Significa que lo que las dos quieren que suceda jamás sucederá, así que deja de ser presuntuosa.

Estaban conversando dentro de una habitación, y aun no era invierno, pero sintió como si un viento frío pasara entre ella y el príncipe.

—¡Yo, yo! Me amarás, estoy segura, y estoy segura de que seré favorecida por su majestad, ¡solo espera y verás!

Grace, que no podía hacer contacto visual por la vergüenza, gritó audazmente y pasó corriendo junto a él. A decir verdad, Xavier se sentía incómodo con su terquedad.

—Aaah.

—Ya sea oro o jade, no hay duda de que ella es su hija. Ella es su única hija, entonces, ¿cómo podría no hacerlo?

La emperatriz, que aún no se había levantado de su asiento, continuó hablando, reflexionando sobre lo que había dicho antes.

—Pero incluso un niño tan precioso no siempre se cría de acuerdo con los deseos de sus padres. Si le pareció a Su Majestad que la estoy enviando a sus aposentos por codicia, espero que se haya dado cuenta como acaba de ver que este matrimonio es algo que ella desea desesperadamente.

Mis sienes palpitaban. Dijera lo que dijera, Xavier no tenía intención de cambiar de opinión. Además, todavía no le habían dado una explicación clara sobre la muerte de Aria.

No era una chica lo suficientemente débil como para ser asesinada por bandidos, e incluso la acompañaban los mejores caballeros del Imperio Khalid.

¿Fueron aniquilados y ella perdió la vida? ¿Y los bandidos?

Era más creíble decir que la mató un rayo.

—¿Dónde está el cuerpo de Aria?

Gordon, la mano derecha de Jeremy, respondió a su pregunta de inmediato.

—Ya se la llevaron y la hundieron en el río Alma.

—¿Estuvieron seguros de la marca en su brazo?

—Sí estuvimos seguros...

—¿No es extraño?, mi querida hermana ni siquiera había llegado a la Ciudad Imperial entonces ¿por qué la enterraron tan pronto?

Sus sospechas sobre la muerte de Aria también eran razonables. No había tenido tiempo para llorar su muerte y no habían encontrado a los bandidos que se decía que la habían matado.

—Averigua todo a fondo. No dejes piedra sin remover.

—Sí.

—Aaah.

Sintiendo que sus cienes palpitaban y su cabeza, Xavier se sintió abrumado por la idea de lo que le esperaba. No era de su agrado sentarse en la silla del Emperador como si estuviera siendo empujado.

—Trae a Marilyn aquí sigilosamente.

—¿Que? Pero es peligroso...

—Lo que la emperatriz quiere es una ceremonia de boda con su hija, pero lo que yo quiero es una coronación formal de la Emperatriz y el Emperador. Mi gente debe saber quién es su Emperatriz.

—Tendrás que hacerlo sigilosamente, para que la emperatriz no se dé cuenta.

Jeremy inclinó la cabeza.

—Sí, señor.

Al notar que había llegado la noche, Xavier dejó escapar un suspiro.

—Otro día pasó.

—¿Mi esposa estará bien sin mí?

Su atención estaba únicamente en Marilyn.

—Mariel...

Marilyn se sintió incómoda al estar sola en la habitación a oscuras. Charlotte le había dicho que solo Xavier y ella podían dormir en el dormitorio y que, sin él, tendría que dormir sola.

—Saviel...

Solo habían pasado unos días sin él, y ella lo extrañaba mucho. Acostada en la cama, Marilyn abrazó el edredón, que estaba impregnado con su olor.

—Te extraño…

Ella lo extrañaba. Marilyn, que se había acostumbrado rápidamente a quedarse dormida entre sus brazos, tenía problemas para conciliar el sueño. Marilyn hundió la cara en el edredón.

—Saviel, Saviel...

Paso la noche llorando. Para Marilyn, Xavier era su mundo. Temprano en la mañana, Charlotte fue al dormitorio de Marilyn. Charlotte, sorprendida al saber que había estado despierta toda la noche, se acercó a ella de inmediato y examinó su tez.

—Señora...

—Charlotte, ¿cuándo viene Saviel? ¿A dónde fue? ¿No puedo ir con él?

—Ira a él.

Ya había recibido el mensaje de Xavier. Charlotte asintió y ordenó a los sirvientes detrás de ella que vistieran a Marilyn.

—¿Voy a ver a Sabiel?

—Sí, señora.

—¿Dónde?

—señora.

Charlotte estaba más rígida que de costumbre. Marilyn podía sentirlo.

—¿Charlotte?

—Dondequiera que vaya de ahora en adelante, mi señora, tendrá que comportarse aún más cuidadosamente que aquí, así que mi señora... tienes que estar lo más tranquila y silenciosa posible para que no te conviertas en una molestia para el señor, ¿lo entiendes?

Marilyn no tenía idea de lo que quería decir, pero asintió de todos modos. Le habían enseñado a escuchar a Charlotte.

—Bueno.

A pesar de su mansa afirmación, Charlotte no se tranquilizó.

—Prométemelo. Sabes que tienes que cumplir tus promesas, ¿verdad?

—¿Tengo que hacer una promesa también?

La hermosa frente de Marilyn se arrugó ligeramente. Al verla molestarse por su conversación, Charlotte la agarró de los hombros y dijo con fuerza.

—Debe prometérmelo, señora. Voz baja, un comportamiento tranquilo y debes ser educada con los adultos. ¿Entiendes?

—…Um, lo entiendo.

Marilyn asintió rápidamente, sintiendo el creciente miedo de Charlotte. Charlotte sabía que Marilyn no podría superar de alguna manera la situación actual. Y Charlotte sabía a dónde iban, por lo que no tuvo más remedio que aporrear a Marilyn con más fuerza. La difunta Diana jamás habría  imaginado que esto sucedería. 

Charlotte estaba preocupada de que más y más cosas inmanejables parecían querer atacar a Marilyn.

—.... Vaya.

Charlotte suspiró mientras miraba a Marilyn vestirse, rodeada de sirvientes.

—Lady Diana... ¿crees que es una buena idea... tu hija va a ser emperatriz?

Era sorprendente que la princesa que era una idiota se casara, pero la idea de que se convirtiera en emperatriz preocupaba a Charlotte. No sabía cómo Marilyn se enfrentaría a las miradas y los prejuicios de la gente.

—Wow, quieres que me ponga algo tan bonito, ¿vamos a una fiesta?

Marilyn se veía un poco emocionada, luciendo un vestido lleno de coloridos hilos dorados y encajes.

—No puedo esperar a verlo.

Marilyn se sonrojó y admiró su bonito reflejo en el espejo.

—¿Crees que me veo linda?

Charlotte no pudo decir nada.

—Eso espero.

—Quieres verte bien para el señor

—Sí. Hazme bonita. Para que pueda mirarme y sonreír.

—...Sí.

Girándose vio el palacio imperial, más grande y grandioso que el castillo de su feudo, Marilyn inclinó la cabeza.

—¿Por qué estamos aquí?

—¿Qué?

—¿Porque vinimos aquí? aquí es donde vive el emperador.

—¿Señora....?

Charlotte se quedó atónita cuando unas palabras inesperadas salieron de la boca de Marilyn mientras observaba el palacio en el carruaje.

—…¿Recuerdas este lugar?

—¿Eh qué?

Los ojos claros de Marilyn se volvieron hacia Charlotte.

—Charlotte, ¿dónde está Saviel?

—¿Desea ver a su señoría?

Los labios de Charlotte se curvaron en una suave sonrisa, y Marilyn asintió sin dudar ante sus palabras.

—Vamos a él, te está esperando.

***

—¿Qué, la idiota?

El rostro de la emperatriz se arrugó ante el informe del subordinado que había llegado corriendo.

—¡Ni siquiera sabías que esa idiota estaba entrando al castillo!

—Cariño, lo siento. Parece que todas las personas que envié como espías han sido eliminadas.

La emperatriz chasqueo su lengua. Envié docenas de ellos, pero no sabía que todos habían sido eliminados.

—Está bien, papá.

Grace, que estaba junto a la emperatriz, sonrió.

—¿Qué crees que pude hacer con una tonta así?, dijo, —aunque Su Majestad esté enamorado de su belleza, sería como una flor sin olor. Llegará el día en que se dará cuenta de que una anfitriona debe sea ​​sabia, amorosa y llena de gracia, ¿Cuánta atención obtendrá una idiota como ella?

—... Estás confiada, ¿no es así?

—No habría aceptado ser su mujer si no lo fuera.

Grace estaba confiada.

—No se preocupe, padre. Pronto ascenderé a la posición que mi padre quiere.

La expresión sombría de la emperatriz pronto se iluminó ante la audaz respuesta de su hija.

—Sí, lo harás. No debes olvidar cómo te crie.

—Si padre.

Grace no le tenía miedo en absoluto a Marilyn, a quien llamaban idiota. Digamos que he sido hechizada por Xavier. Se rumorea que se cayó al estanque como una idiota y puso en peligro a Xavier, y que deambula en pijama por las noches porque tiene sonambulismo. Y que no importa lo hermosa que fuera, nunca sería capaz de hacerlo feliz.

Grace, que caminaba por el pasillo con paso elegante, vio a Xavier en la distancia y se acercó a él con una expresión alegre. Pero la atención de Xavier estaba en otra parte.

—¡Mariel!

—¡Saviel!

Tan pronto como Marilyn vio a Xavier, corrió hacia él. Rubia y como una muñeca, se arrojó a sus brazos. La abrazó con cuidado y cariño, como si fuera un tesoro precioso, y la miró con amor, con una dulzura que nunca antes le había mostrado.

Grace sintió una oleada de algo dentro de ella. Una ira ardiente se cernió vigorosamente en su garganta.

—Saviel...

—Ja, te extrañé.

—Sí. Te extrañé.

 —¿No fue difícil?

No fue difícil. Salir siempre ha sido una aventura agradable para Marilyn.

—Vámonos a casa ahora.

Xavier estaba apesadumbrado cuando ella le pidió que se fueran a casa tan pronto como lo vio.

—Marilyn.

Puso su mano sobre su delgado hombro y la llamó por su nombre con voz clara. Marilyn se tensó ante la voz de Xavier, llamándola con un rostro firme sin precedentes.

—Lo siento. De ahora en adelante... No creo que podamos volver allí.

—¿Por qué?

Los ojos claros de Marilyn brillaron interrogantes.

—Creo que vamos a vivir aquí ahora.

—Aquí es donde vive Su Majestad el Emperador, ¿verdad?

Su expresión vaciló por un momento ante las palabras de Marilyn.

—Marilyn, ¿te acuerdas de este lugar?

—Si este es el Palacio Imperial, donde vive el Emperador. Soy un invitado.

—...

—¿Pero por qué vives aquí?

Marilyn todavía tenía una mirada inquisitiva en su rostro.

—Porque yo...

—¿Eh?

—Porque voy a ser el emperador.

Ella me miro frustrada por esa declaración.

—¿Qué pasará conmigo cuando te conviertas en emperador?

Mirando entre los dos, Grace apretó involuntariamente el dobladillo de su falda.

—Te convertirás en la emperatriz.

—¿Emperatriz?

—La esposa del Emperador. Mi esposa es Marilyn y yo soy tu esposo, así que si me convierto en el Emperador, entonces, naturalmente, tú te convertirás en la Emperatriz.

—No me importa solo ser la esposa de un señor...

Él se rio amargamente de sus palabras.

—Lo siento, nunca pensé que las cosas saldrían así...

Marilyn hizo una mueca. Xavier parecía que estaba a punto de llorar, y ella levantó las manos para acariciarle las mejillas.

—Ser la emperatriz es mejor que la esposa del señor, entonces tendré una mayor posición, así que no seas duro contigo mismo, estoy bien.

—Ah...

Las lágrimas realmente se formaron alrededor de los ojos de Xavier, el siempre pensaba primero en ella.

—Eres un llorón más grande que yo.

—Eres la única que me hace llorar.

—¿Por qué?

—Porque eres especial.

Una sonrisa se deslizó por los labios de Marilyn ante sus palabras. La palabra especial era algo que no odiaba.

—Jeje, solo yo puedo hacerte llorar.

—¿No es lo mismo para ti también?

—¿Eh? Nunca lloro.

—Estás mintiendo.

Sonrió con picardía y deslizó la mano que había puesto en la cintura de Marilyn.

—Oh mi.

Marilyn reaccionó con sensibilidad como si lo hubiera esperado, su mano bajo por su espalda, Xavier sonrió. 

—Mira, ¿no lloras mucho?

—¡Oh, no estoy llorando!

—Bueno, ¿quieres que te haga llorar?

—Es...!

Xavier sonrió a Marilyn, que se estaba poniendo roja. Le dio unas palmaditas diciendo que era una broma, y ​​solo entonces se dio cuenta de que Grace los estaba mirando.

—Marilyn, nuestra habitación es muy bonita. ¿No tienes curiosidad?— susurro al oído de Marilyn, pero Grace podía adivinar fácilmente lo que secedia. No había forma de que no pudiera saberlo con el fuerte olor masculino.

El orgullo de Grace estaba herido al expresar su enorme deseo sexual por semejante idiota. Tuvo que darse cuenta, con cierto resentimiento, de que ninguna de sus ventajas (su familia, su riqueza, su apariencia, incluso su considerable inteligencia) importaba en su presencia.

El dormitorio del Emperador y la Emperatriz aún no estaba desocupada, por lo que Xavier la llevó a una habitación privada, las habitaciones que había ocupado antes de independizarse ahora estaban en ruinas y descuidadas pero a nadie se le permitía entrar.

—¡Es tan grande!

Marilyn exclamó emocionada, corriendo alrededor de la habitación tan grande que su voz hizo eco.

—Aquí podríamos jugar al escondite.

Xavier se rio de su inocencia.

—Deberíamos hacer algo mejor que escondernos.

—Estoy muy bien vestida.

Marilyn hizo una mueca cuando sintió que sus manos desabrochaban las cintas de su corsé en la parte baja de su espalda. El vestido se aflojó en un instante. Se vistió tan hermosa pero no la miró correctamente, y sus hombros cayeron.

Llevó la cinta de su corsé a su nariz, olió su aroma y se rio.

—Eres más bonita cuando no llevas nada.

—Ay.

Marilyn, con los pechos al descubierto, gimió coqueta como si lo hubiera esperado. Era tan colorida, se veía tan dulce con su vestido desaliñado.

Le cubrió suavemente los ojos con la cinta que sostenía, besando sus ojos patéticamente húmedos.

—¿Eh? Sa, Saviel...

—Esto será más divertido que jugar al escondite.

—Tengo miedo.

Él la abrazó y susurró.

—Está bien, te voy abrazar así, ¿tienes miedo?

Y Marilyn le devolvió el abrazo.

Él la levantó en un rápido abrazo y caminó rápidamente hacia la cama. La sensación de suavidad en su espalda relajó los nervios de Marilyn. Ella no podía ver, pero su toque continuó. Cuando terminó de quitarle el vestido, sus labios rozaron su mejilla y luego su oreja, Marilyn dejó escapar un suspiro entrecortado.

—Haat.

El dulce y cálido aliento de Xavier en su oreja le dio un escalofrío. No poder ver era frustrante, pero mis oídos y mis sentidos eran más sensibles, y sentía como hormigueaba dondequiera que tocaba.

—Bueno, Saviel...

Pero Marilyn no pudo resistirse a él. Mirando su cuerpo tembloroso con las manos juntas, él tomó su mano y la levantó por encima de su cabeza.

—Ay.

Trató de luchar débilmente, pero finalmente la fuerza de él la obligó a levantar la mano por encima de la cabeza. Él apretó su pecho y lo chupo y lamio como si estuviera comiendo una deliciosa fruta. Sus gemidos eran descarados.

—Oh, no. ¡Si chupas y tiras así...!

Marilyn negó con la cabeza, pero Xavier persistió, probando sus dos pechos. Los pezones rojos se destacaron deliciosamente, brillando con su saliva.

Con los ojos vendados por la cinta, Marilyn se estremeció ante su estímulo gritó llorando con la respiración entrecortada.

—Saviel, Saviel...  

Sus manos buscaron a tientas a él, que de repente se había apartado de ella. Él tomó su mano y la besó, besando su cálida palma y sus dedos.

—¿Te han consolado alguna vez estas manos en mi ausencia?

—Eh, mu, no sé a qué te refieres...

—Algo como esto...

Marilyn negó enojada, dándose cuenta de lo que quería decir cuando le chupó el dedo y lo dirigió directamente entre sus piernas.

—¡No, no lo hice, no hice eso...!

—¿De verdad?

Marilyn asintió con urgencia, pero sus dedos terminaron entre sus piernas mojadas.

—Ah.

Sus dedos también entraron en su interior y hurgaron.

—Je, ah, ah, no

—Bueno, está hinchado, aquí, aquí.

Con la otra mano, pellizcó mi clítoris.

—¡Thwack, no... si lo frotas así...!

—También lo sientes más. Tal vez sea porque tienes los ojos vendados.

Podía sentirlo, y parecía mojarse más rápido de lo normal. Las paredes internas estaban empapadas y se aferraban a su dedo y no lo soltaban.

—Hmph....

Marilyn se estremeció y se arqueo ligeramente cuando su dedo, que siguió al suyo, rozó algún lugar de su pared interior.

—Aquí, ¿es justo aquí?

Xavier rápidamente encontró el lugar donde sentía más placer. Xavier metió su dedo junto con el de ella, froto, rasco y estimulo. Una sensación que no supo si era dolor o placer la invadió. Sus labios se abrieron, pero no podía respirar ni tragar. Una sensación de placer donde ni siquiera podía gemir la sacudió.

Mi mente daba vueltas. Un tremendo estremecimiento pareció estallar a través de todo su cuerpo y su interior se contrajo como loco.

—¡Eh!

Su cabeza latía por la estimulación paralizante, y sentía la sensación de que mi cuerpo no era mío. Marilyn sollozó su nombre.

—Es increíble, Marilyn. Lo sientes mucho. Como era de esperar, reaccionas con más sensibilidad cuando te tapas los ojos.

—Mmm, Saviel.

Xavier la besó en la mejilla y lentamente desató la cinta que tenía atada. Besando sus ojos manchados de lágrimas en el clímax, le mostró sus dedos empapados de jugo de amor y los presionó en sus labios.

—Mira, salió mucho con tu dedo y el mío.

Fluyó por sus muslos y empapo también sus nalgas, empapando las sábanas de la cama haciendo un desastre. Su toque después de mucho tiempo era dulce y caliente, haciendo que hormigueara como el infierno el interior de mi cuerpo.

—Saviel... Yo, yo, mi cuerpo...

Suplicó Marilyn, todo su cuerpo hormigueaba.

—Por favor...

No podía esperar para ser uno con él. Quería tocarlo y arder acaloradamente.

—Ah, sí me miras con una mirada tan triste… es vergonzoso…

Abriendo sus piernas, metió su pene profundamente dentro de ella. 

—¡Ay!

La penetro, y Marilyn, en medio del clímax, lo apretó y se contrajo como si fuera a cortarlo.

—Oh mí.

Dentro de ella mientras lo agarraba y lo tragaba sintiendo un hormigueo, Xavier también sintió que su visión se nublaba por primera vez, y tuvo que dejar de moverse para recuperar el aliento, temiendo que si se seguía moviendo, eyacularía dentro de ella.

—Hugh, Saviel...

Abrazando a Marilyn, que jadeaba, le besó la frente, el puente de la nariz y la mejilla, calmando su placer.

—Mmmm.

Llenó su vientre con su semen. El latido de su pene lo sintió familiar.

—Haa, estás tan húmeda y resbaladiza... se siente bien como me envuelves y te aferras a mi pene, Marilyn.

—Ah ah.

—¿También a Marilyn le gusta mi pene?

Marilyn asintió y sollozó.

—Porque es tan caliente.... Mmm, está bien. ¡Ay, cuando lo mueves así...!

Sus movimientos hicieron que Marilyn se retorciera, agitada. Mientras frotaba por dentro, su pene caliente la penetraba violentamente. Su corazón se sentía como si fuera a estallar. Era tan profundo que su cuerpo se estremeció incontrolablemente.

Xavier se la comió alegremente y dejó marcas en su cuello, clavícula y pechos mientras ella sollozaba de placer. Levantando la cabeza para encontrarse con sus ojos húmedos, murmuró.

—Ja, nunca dejaré que te lastimen en este lugar.

Inconscientemente, recordó lo que sucedió aquí y lo dijo como si estuviera decidido. Él también estaba ebrio de placer y lujuria.

—No perdonaré a nadie que te toque ni un solo cabello…

—¿Eh?

Un brillo inquisitivo apareció en los ojos de Marilyn, incapaz de comprender lo que estaba diciendo Xavier. Él simplemente sonrió y besó sus ojos.

—¡Ah, ah!

—Así que, por favor, piensa solo en lo que te haga sentir bien, Mariel

Los cálidos golpes de calor volvieron, y una y otra vez Marilyn fue arrastrada por Xavier.

—¡Aah!

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