Capítulo 5. Un sentimiento cada vez más profundo (2)

 

Edgar le rodeó la cintura con los brazos y la sentó en el marco de la ventana. El marco de la ventana era bastante grande, por lo que fue posible ya que le llegaba a la altura de la cintura. La besó brevemente en los labios y acarició su delgado cuello.

—¡Ah...!

Tracy luchó por ponerse de pie, dejó escapar un gemido que sonó como un grito desafinado cuando sintió una sensación de hormigueo subiendo desde los dedos de sus pies. Una zapatilla de raso verde se le resbalo de su pie. Pero Edgar no la recogió y se la volvió a poner.

—Hmph…

Sus labios bajaron por su cuello, lamiendo su clavícula, y antes de que ella se diera cuenta, había aflojado las cintas de su pecho. Su aliento le hizo cosquillas en la piel y Tracy abrió los ojos con sorpresa cuando agarró su cabeza y fue incapaz de apartarla. En ese instante, le bajo la parte superior de su vestido.

—Está bien, no pueden vernos.

Sé que no pueden ver el interior, pero aun así Tracy se sentía avergonzada. ¿Cómo puedes actuar así en plena luz del día? Edgar susurró pero mantuvo la cabeza abajo. Sus pequeños pechos, escondidos debajo del vestido verde claro, estaban completamente expuestos frente a él. Comenzó a besar y lamer su piel. Tracy agarro su cabeza con ambas manos y gimió, incapaz de evitarlo.

—Ah, eh, Edgar.

La lengua roja revoloteó alrededor de su areola y luego en un instante se tragó el pezón. Un gemido escapó de los labios de Tracy mientras mordisqueaba suavemente su pezón elevado.

—¡Hmph!

—Tú también estás caliente por la forma en que se pusieron duros.

—¡Cómo no iba a estar caliente cuando me estás haciendo esto!

—¿De verdad?

Edgar tenía una pícara sonrisa en sus labios. Parecía satisfecho. De repente, Tracy pensó que esa sonrisa era peligrosa.

—Mi esposa dice que la he excitado, así que supongo que tendré que satisfacerla.

—... ¿qué? ¡Ahhhhhhh, aaaaahh!

Antes de que pudiera entender lo que quería decir, los dedos de Edgar se deslizaron dentro del dobladillo de su vestido. Como no iba a un evento formal, llevaba ropa sencilla para salir, así que todo lo que llevaba puesto era una fina enagua debajo del vestido.

Llevaba solo un vestido, un liguero y unos calzoncillos. Sus dedos, desabrocharon el liguero con un movimiento rápido y fueron directos a sus calzoncillos, ignorando las medias sueltas.

—Oh Dios, ya estás mojada.

—¡Uf, Edgar!

—Me pregunto si estará igual por dentro.

Su tono burlón puso a Tracy completamente roja y trató de alejarlo. Pero él no se movió, sólo sonrió satisfecho y con los dedos frotó sobre sus calzoncillos. La tela, ya empapada con sus jugos, no detuvo sus dedos. Tracy se mordió el labio y se retorció bajo la estimulación que aumentaba lentamente mientras él seguía flotando de arriba abajo sobre los calzoncillos empapados.

—Ahhhh.

Los largos y callosos dedos hicieron a un lado los calzoncillos húmedos y se deslizaron entre el húmedo arbusto entrando de inmediato en la húmeda raja, Tracy puso las manos sobre sus hombros y jadeó.  Se encontraba sentada en el marco de la ventana de espaldas al exterior. Frente a ella, de cara a la puerta, había un sencillo escritorio lleno de documentos y plumas.

Tenía abajo la parte superior de su vestido, exhibiendo sus pechos con el vestido suelto, la falda arriba de las rodillas con las piernas abiertas y Edgar en medio sin un zapato con las medias holgadas. Se podría decir que era una escena extremadamente obscena para cualquiera que la viera. Pero quien era aún más obsceno en esa escena, era el hombre que estaba entre sus piernas porque vestía galantemente el uniforme de capitán de los templarios que lo hacía parecer virtuoso.

Buscaba a tientas entre los arbustos empapados de jugo de amor, acariciando la piel húmeda unas cuantas veces, y pronto encontró lo que buscaba.

—¡Afuera, ahí está...!

El clítoris, que se había elevado como si fuera uno de sus pezones, lo estimulo con los dedos volviéndola loca con cada toque. Edgar le quitó el calzoncillo tan pronto como sintió que el clítoris de Tracy se tensaba, inclinando la cabeza saco la lengua e invadió la raja de su esposa.

—¡Uy, ay!

Tracy incluso se olvidó que estaba en la oficina del capitán de los Caballeros Templarios gracias a la gruesa y caliente lengua que seguía haciéndole cosquillas una y otra vez. La lengua de Edgar lamió y codició generosamente su feminidad. Sus lamidas eran enloquecedoramente eróticas era como si hubiera encontrado una perla escondida en el barro.

Tracy sonrió y se estremeció por la emoción que la llenaba hasta el borde. El zapato de satén verde que le quedaba ya colgaba de sus dedos del pie, y también cayó al suelo. Edgar, al oír el golpe, levantó la cabeza.

—Quiero abrazarte ahora mismo, Tracy.

—Pero aquí.

—Está bien, porque nadie entra sin mi permiso.

Recordé que el sirviente que me había guiado hasta aquí había dicho lo mismo. Nadie puede entrar al edificio principal donde se encuentra la oficina del capitán sin el permiso de Edgar. Incluso el mismo asistente dijo que él tampoco subiría a menos que tocara el timbre y lo llamara.

—Error mío—, dijo, —porque todavía tengas mucha vergüenza.

Como Tracy parecía dudar, Edgar tomó su mano y la guio hasta su cintura. Se desabrochó el pantalón y con un movimiento rápido se lo bajo junto con su calzoncillo hasta las nalgas, saliendo su pene rebotando completamente erecto.

—He querido hacer todo tipo de cosas contigo—, le dijo a Tracy, se hubiera sentido descalificado como marido si no hubiera despertado completamente su deseo para hacer el amor, mientras tomaba su mano y la pasaba sobre su pene ella lo miro hipnotizada. Naturalmente bajo la mirada.

Toco suavemente el hinchado y húmedo glande agarrando el grueso pilar como si lo apretase. Cuando llego al final aplicó un poco más de fuerza, acariciando el escroto con curiosidad. Sujetó el pilar ligeramente y repitió la acción una y otra vez, Edgar dejó escapar un suspiro más emocionado y apretó los dientes.  

Tracy tuvo la extraña sensación de que lo estaba masturbando. El área entre sus piernas se sentía un poco más húmeda y resbaladiza. Mi lugar secreto se sentía vacío y mi boca comenzó a secarse.

Quiero que Edgar me llene.

Era algo que su antiguo yo habría considerado indecente, siquiera de atreverse a pensar. Pero mi cabeza, que comenzaba a calentarse por la emoción, gritaba que no necesitaba nada más que a Edgar. Tracy se armó de valor y soltó su pene. Entonces Edgar la miró.

—Edgar, quiero hacerlo.

Quería sentirme así de nuevo, como me había sentido la primera noche. Esa sensación plena y estimulante al estar estrechamente conectada a él, esa extraña sensación que se elevaba desde mi centro, envolviendo todo mi cuerpo y finalmente haciendo que mi cabeza explote. Quería sentir su cálido aliento sobre mí y su dura virilidad empujando dentro de ella una y otra vez.

—Si eso es lo que mi esposa quiere, estaré encantado de complacerla.

—¡Hmph!

Como si solo hubiera estado esperando, Edgar abrió un poco más sus piernas y metió su pene dentro de ella. Situando el glande contra su entrada, el coño resbaladizo lo devoró de inmediato. Tracy, que lo sintió desde el momento que la penetro, tembló y se agarró de la charretera que colgaba de su hombro.

—¡Ah ah ah!

—Viendo que entro de una sola vez, parece que si te amplié con éxito en nuestra primera noche.

—Eh, eh, bba, date prisa...

Me sentí agraviada porque sentía que tenía suficiente espacio ¿Cómo pudo Edgar decir algo así cuando ella sentía que iba a perder la cabeza desde el momento en que su pene entró así?, y es más, él se movía lentamente, a pesar de lo que dijo. La emoción comenzó a aumentar y Tracy gritó con lágrimas en las comisuras de sus ojos.

—Date prisa…

— ¿Qué pasa?

—Date prisa, hhmmm, mételo…

—Ya estoy dentro.

—Así no. Rápido, mételo un poco más rápido, por favor.

Deseo que se mueva más fuerte más profundamente como lo hizo en nuestra primera noche. Era lo único que podía pensar.

—Me voy a volver loca...

—Si es lo que quieres.

Como si estuviera esperando esas palabras movió la cintura y Tracy jadeó cuando su pene se hundió por completo. Edgar rodeó su cintura con los brazos y la abrazó, empujando más fuerte y profundo. Tracy sentía como si se estuviera derritiendo su cabeza por la fuerza de sus embestidas mientras se movía sin salir de su interior.

—Eh, uhhh, uhhh, ahhhh...

—Uf, Tracy. Está tan estrecho dentro de ti, relájate.

—Si, no mmm. ¡Ah sí, hhh, ah!

El sonido del agua turbia que borboteo gradualmente se hizo más fuerte. Tracy se inclinó un poco más y envolvió las piernas alrededor de la cintura de Edgar, que estaba de pie entre ellas, sintiendo como se bajaban por completo sus medias. Entonces su hombre la penetró con más fuerza, hasta la raíz.

—¡Ah! ¡Vaya, ah, Edgar!

—Hmph, Tracy, ¿sabes?

Susurró Edgar, extendiendo un brazo y apoyando la parte superior de su cuerpo contra el de ella. Mientras lo hacía, aceleró las embestidas metiendo su pene más profundamente dentro de su coño. Escuchando como sus juegos mojaban su vello púbico que se enredaba y desenredaba cada vez.

—Es por este sonido que te he deseado en cada comida.

—Mmmm, ¿por qué?

—Pienso  que se escucha similar al sonido que haces cuando comes pasta.

Entonces, ¿fue por eso que Edgar estaba tan emocionado en ese momento? A Tracy le gustaba con suficiente salsa su pasta, así que la removía con el tenedor varias veces. Cada vez que Tracy hacía eso, Edgar se mostraba indiferente así que no tenía idea, excepto esa vez que notó que la parte inferior de su cuerpo se había abultado.

—Por tu expresión, parece que no tenías idea.

—¡Aaah, aaah, Edgar!

Tracy dejó escapar un gemido agudo cuando comenzó a acelerar el ritmo de sus embestidas. Él levantó su cintura mientras seguía insertado el pene dentro de ella. Tracy abrió mucho los ojos cuando de repente quedó suspendida en el aire. Tan pronto como bajo debido a su peso el pene se insertó más profundo y golpeo cierto lugar en su interior.

Él la agarro de la cintura con ambos brazos y movió su cuerpo arriba y abajo. Tracy tembló ante la fuerte estimulación que golpeaba hasta su cabeza mientras él movía su cuerpo. La entrada estaba tan resbaladiza que el pene se salía ligeramente en cada embestida. Entonces Edgar la giró e hizo que se agarrara con ambas manos del marco de la ventana.

—Edgar, si haces esto.

—Te dije que no pueden vernos.

Aunque lo sé, me da vergüenza. Con el vestido casi completamente quitado, sentí que podían verme a través de la ventana mientras teníamos sexo en su oficina en pleno día. El vestido lo tenía hasta el ombligo todo arrugado. Tenía marcas rojas y de sus dientes en sus pechos que eran una clara evidencia de su aventura.

Ni que decir de su enagua y la falda, que tenía levantadas sobre las rodillas todas empapadas por dentro. Eso es tan vergonzoso y dentro de la sede de los Caballeros templarios. Lo que es más, el hombre con el que está teniendo sexo es nada menos que el Capitán de los caballeros templarios quien tenía hasta el suelo el pantalón negro de entrenamiento, que es parte del uniforme y se está manchando con sus jugos. Al pensar en ello, me hizo sentir pecaminosa y eso me emocionó aún más.

—¡Ah...!

Edgar detrás de ella extendió una mano y se agarró al marco de la ventana mientras con la otra jugueteaba con su pezón. Sentí como mis pechos se empezaban a calentar contra el vidrio por los rayos del sol. A pesar de que era imposible imagine que podían verme los caballeros que entrenaban y eso me hizo sentir aún más emocionada mientras me mordía el labio al sentir cada embestida.  

Edgar saco su pene y deslizó sus piernas al suelo para que ella pudiera apoyarse. Agarrando su pene volvió a alinearlo contra su entrada, la penetro de nuevo por detrás.  

—¡Hmph, ah, Edgar!

—¡Hmph, jeje, Tracy...!

Sintió la entrada menos estrecha al penetrarla por detrás. Estaba bastante mojada, por lo que su pene entró completamente de una sola estocada sin ninguna dificultad. Cuando comenzó a retroceder, Tracy lloró extendiendo una mano por detrás y agarrándose de su muslo.

—Oh, no...

No. No. No quiero que se salga. Quiero que se quede dentro de mí para siempre. Sólo ese pensamiento flotaba en su mente con los nudillos blancos. Mientras se aferraba a tientas detrás de ella su mano se agarró de cierto lugar. Pero no fue de su muslo donde se agarró, fue de su trasero. —Por favor—, suplicó Tracy, agarrando su trasero con todas sus fuerzas.

—No te detengas… Edgar…

—Ja, Tracy, para decirlo de esa manera.

—Caliente, ah, ah, ah, ¡uf!

—No puedo soportarlo más.

Edgar dijo en un susurro sexy, y comenzó a empujar con más fuerza.

—Uf, eh, eh, ah, me encanta, muy bueno…— Tracy gimió mientras se aferraba a su nalga.

El placer de su pene empujando dentro de ella sin dudarlo era tan grande. La estimulación era tan intensa que sus piernas se doblaron y no podía mantenerse en pie. Se sentía tan bien que Tracy apretó lo que se movía dentro de ella, queriendo sujetarlo para que no se escapara. Entonces Edgar también soltó un gemido.

—¡Ja, ja, ja, Tracy!

—Hmmm, sí, ufm muy bien.

—¡Tracy...!

—¡Hmph…!

Edgar gritó su nombre una y otra vez, permaneció dentro, empujando hasta ese punto dentro de su interior que se contraía una y otra vez, eyaculando al mismo tiempo que ella mientras gemía por llegar al clímax. Tracy jadeó, aferrándose al marco de la ventana. Se sentía satisfecha ante la sensación que llenaba su estómago, también sentía su clítoris palpitar mientras él seguía derramando semen.

Ella quería mantener esa lánguida sensación, así que acercó su trasero hacia la pelvis de él para evitar que se escapara. Podía sentir a Edgar también respirando con dificultad. El espeso chorro de semen también fluyo por sus muslos. Cuando terminó de eyacular, Edgar salió de ella. Tracy pensó mientras sentía su pene salir de su interior, —Ha terminado.

Aunque se aferró a él con todas sus fuerzas porque le gustaba la sensación que sentía, Tracy recobró el sentido cuando escuchó a los caballeros entrenando del otro lado de la ventana, Edgar sacó un pañuelo y le secó los muslos.

—¿Por qué no te sientas aquí para que pueda limpiar entre tus piernas?

—Oh, no, aquí… donde yo...

—Siéntate.

La volvió a sentar en el marco de la ventana y le separó las piernas. Tracy miró hacia otro lado, avergonzada de que viera allí de nuevo después de tener relaciones. Edgar sonrió y secó a fondo con un toque cálido y cuidadoso. Había derramado tanto semen que tomó bastante tiempo limpiarla. En un momento, incluso tuvo que meter el dedo dentro del agujero por que seguía saliendo semen de su interior.

—¿Siempre hay pañuelos extra en tú oficina?, gracias a Dios.

—No creo que sean para esto.

—Por supuesto que no.

Edgar no olvidó besarla, a pesar de que contó un chiste tonto. Edgar se arregló los pantalones y sacó otro pañuelo del cajón para limpiarse el pene. Lo miro sin pensar y Tracy se sorprendió al ver que su pene seguía levantado y estaba rígido. Edgar se subió la ropa interior a la fuerza.

Luego, tal como Tracy había visto una vez, acomodo hacia un lado su pene. A pesar de que ya llevaba puesto su pantalón aún se podía notar claramente su presencia cualquiera que lo viera podía decir que estaba emocionado.

—Supongo que tomarte una vez no es suficiente después de todo.

—Pero… es tu oficina.

Tracy levantó las manos. Ya había agotado todas sus fuerzas después de una sola sesión de sexo. Al ver lo emocionado que estaba sentí que no podría volver a casa si continuaba. Edgar se arregló la ropa con una expresión de pena en su rostro.

—... Lo sé, es por eso que me estoy conteniendo.

Dijo en voz baja, ató meticulosamente las cintas de su vestido, le puso los calzoncillos  incluso le puso las medias y los zapatos. Tracy se entregó tranquilamente a su cuidado y, al final, no se veía diferente de cuando entro a su oficina, exceptuando que tenía las mejillas sonrojadas y el interior de su vestido estaba un poco mojado pero fue un toque sutil.

—En cambio, ¿por qué no vuelves a casa antes?

—Buena idea. Estaba pensando en hacer eso de todos modos.

Tracy estalló en una pequeña carcajada. Luego extendió la mano y acercó su rostro, besándolo brevemente.

—Vuelve pronto. Te estaré esperando.

—Me ocuparé de lo urgente y volveré pronto.

Edgar sonrió con picardía señalando la parte inferior de su cuerpo con la mirada, que se sentía incómodo. Y se volvió a poner sobre los hombros la capa que se había caído durante el sexo.

—Definitivamente parece que estamos hablando de trabajo, pero ¿por qué se siente sucio?

Tracy sonrió con picardía y lo siguió fuera del edificio. Edgar la acompaño por el camino hasta el carruaje de la familia Roxbury que esperaba en la puerta principal. Él la ayudó a subir al carruaje.

—¡Capitán! ¡Capitán!

Vimos que quien lo llamaba era el sirviente que la había llevado a su oficina corriendo apresuradamente. Tracy le susurró a Edgar.

—Creo que te está buscando.

—Creo que sí.

Al ver la expresión de preocupación en su rostro, parecía como si algo malo estuviera pasando. Ella empujó su espalda, instándolo a darse prisa. Edgar vaciló en sus pasos, descontento de alejarse. Tracy no pudo resistirse quería hacerle una pequeña broma porque regreso a ser el caballero estoico y apuesto. Ella lo volvió a empujar pero acariciando suavemente la parte interna de su muslo. El rostro de Edgar se distorsionó de inmediato.

—¿Qué estás haciendo, Tracy?

—¿Quiero seguir haciendo eso? Vamos, date prisa y vuelve.

—Si me tocas así…

—Así que termina tu trabajo y vuelve pronto. Si quieres abrazarme.

Rozó ligeramente sobre su pene, y este volvió inmediatamente a ponerse duro Tracy, al ver eso, sonrió alegremente y agitó la mano. Edgar, que no pudo evitar soltar un gemido, cubriendo el bulto de sus pantalones con su capa se dio la vuelta, sin olvidar decirle que disfrutara de la cena. Camino hacia su sirviente, y ambos se dirigieron de regreso a su oficina con paso rápido.

—Tan lindo.

Si le digo que es lindo, al líder de los Caballeros Templarios, al noble de mayor rango de todo el Imperio, ¿me regañaría por ser grosera? Tracy lo vio desaparecer, incapaz de ocultar su sonrisa, cuando se disponía a subirse al carruaje  fue cuando escuchó que alguien la llamaba.

—¿Tracy?

Tracy se giró por reflejo cuando escucho su nombre. Dos hombres se detuvieron delante de ella. El cochero de la familia Roxbury no pareció notarlos, dormitaba profundamente en el asiento del conductor.

Esa, esa voz es de….

Era Jade. Aunque estaba muy feliz de volver a verlo, sabía que no debí haber girado.  Se supone que no debo ser Tracy Hartwyn, porque estoy muerta.

—Ja, no. No puedes ser Tracy.

Siguió el hombre negando, Tracy se mordió el labio e intentó volver a subirse. Si no fuera por la voz familiar que escucho nuevamente.

—Pero Maestro Jade, ese es el carruaje de la familia Roxbury. Mire, tiene el escudo del ducado en la puerta.

—Entonces qué demonios…

—Esta mujer parece ser un miembro de la familia del duque.

Tracy se dio la vuelta con incredulidad. Esa voz no la había escuchado desde hacía mucho tiempo, pero le era familiar, debía ser él.

—Buenos días. Mi nombre es John Felton.

Sin duda el hombre ante mis ojos era Sir Felton, quien me robó el corazón cuando era niña.

¿Por qué está él aquí junto a Jade?

—Oh hola.

—Por favor, perdone mi grosería al hablarle de manera informal, aunque sé que es de mala educación para con la dama.

—...Sí… no importa.

Apenas pude soportar tenía un nudo en la garganta. Tracy miró a Jade no lo había visto desde el día de mi funeral. Esperaba que estuviera bien, pero quería comprobarlo con mis propios ojos. Jade también la estaba mirando. Cuando sus miradas se encontraron, Felton dio un paso adelante e interrumpió.

—¿Supongo que está de camino al ducado de Roxbury?

—Sí, a petición del Duque.

—Ah... ¿entonces se queda allí?

—Bueno, sí.

Tracy dudo pero en el momento en que respondió que sí, el rostro de Jade se contrajo y dijo, mirando a Tracy con resentimiento.

—Felton, será mejor que nos vayamos.

—Pero, Maestro.

—Vámonos.

La mirada de Jade era tan fría como el hielo. Tracy se quedó helada. Una mueca de desprecio apareció en sus labios y luego soltó palabras como si fueran cuchillos.

—No quiero tener nada que ver con la astuta mujer que ha hurtado el lugar de mi hermana. Qué tonto es el duque de Roxbury, estuvo tan enamorado de Tracy durante tanto tiempo, pero tan pronto como grabó su apellido en su lápida, trajo a  otra mujer solo porque se parece a ella. 

Me dolió el pecho y me sentía tan triste porque no podía explicarle. Tracy apretó el dobladillo de su vestido. Entendí por qué me decía eso Jade, y en lo único que pude pensar fue que tendría que soportar sus duras palabras.

Hermano, me estás diciendo esto porque sigues pensando en mí. Aunque lo sé, ¿por qué me duele tanto el corazón?

Jade y yo éramos muy cercanos como hermanos. Nunca habíamos peleado y ver  la frialdad en sus ojos, la forma en que me miraba como si fuera su enemigo, era demasiado para soportar.

—Será mejor que lo pienses dos veces, puta, no sé con cuantos más te hayas acostado, pero si estás pensando en aprovecharte de un hombre que ha perdido a su esposa, será mejor que te retires. Incluso si él no está en su sano juicio ahora solo te mantiene cerca porque te pareces a mi hermana, pronto se arrepentirá y te echará. El duque de Roxbury es el mejor espadachín del imperio, así que compórtate y vete antes de que te echen.

—Soy...

—Incluso su voz, ¿pero qué tomaste, algún tipo de poción? Eres absolutamente repugnante.

Quería protestar pero Jade tan solo espetó y se alejó. No pareció ocurrírsele que ella pudiera realmente ser su hermana. Jade se fue furioso, dejando a Felton solo, aparentemente era incapaz de tolerar siquiera su presencia. Era como si acabara de enfrentar a la amante del marido de su hermana. Respirando hondo y lo vio dirigirse a la oficina del capitán, Tracy ni siquiera pudo detenerlo. Mientras Tracy respiraba profundamente para contener las lágrimas, Felton, que no se movió, habló.

—Eso fue extraño.

—Lo siento, señor. Tengo que irme.

—Señorita Tracy.

Mis pies se detuvieron cuando estaba a punto de subirme.

—... ¿Cómo me has llamado?

—No sabía que te quedabas en el ducado, pero me alegro que te encuentras bien. Me encontré con el Maestro Jade en la capital, y después de un tiempo en reconocimiento por mi servicio a la Casa Hartwyn, me aceptaron en la Orden de Caballeros Templarios junto con el Maestro Jade. Por supuesto, no soy oficialmente un caballero como él.

—Yo…, yo no soy Tracy...

—Te he estado buscando, señorita. Ojalá hubiera podido llegar antes a su funeral. Regresaba de mis andanzas cuando me enteré de su matrimonio, pero tuve algunos problemas y llegué tarde. Tenía miedo que mi llegada tardía fue la que causo tu muerte.

Dijo Felton desesperado, se arrodilló e inclinó la cabeza. Tracy, que intentaba negar que era ella, se quedó sin palabras; él está completamente seguro de que soy yo. Además, ¿Por qué piensa que fue su culpa que haya terminado así? Eso tampoco tiene ningún sentido.

—¿Qué quieres decir?

—Sé que no estás muerta.

—... ¿Le ruego me disculpe?

—Si hubiera llegado a tiempo para decírselo al vizconde, la señorita no habría tenido que pasar por tantas dificultades...

Cada palabra que dijo Felton fue impactante. Tracy sintió como si se hubiera paralizado.

—Me gustaría contarte con más detalle, ¿te importa?

Ella apenas asintió y Felton la ayudo a subirse en el carruaje cargándola. El cochero debía estar cansado por qué no lo noto y seguía roncando. Felton bajó las cortinillas y susurró.

—Cuando llegué a Hartwyn Menor, el funeral de la señorita Tracy ya había terminado. El vizconde y la vizcondesa estaban fuera de sí por el dolor, y el Maestro Jade estaba tan triste que continuo bebiendo hasta quedarse borracho. Yo también estaba conmocionado y entristecido, pero poco a poco empecé a preguntarme: ¿por qué la señorita tomaría alcohol para poder dormir?, Además era sospechoso que con lo poco que bebiste te quedaras profundamente dormida y no notaras el fuego.

—Eso es porque Bella no sabe mucho sobre vinos...

—No importa lo inexperta que sea una criada con el vino, ella tendría que tener el sentido común para no darle a la novia algo muy fuerte en vísperas de su boda.

Mientras lo escuchaba, me pareció que tenía sentido. Aunque Bella era un año menor que ella, tenía marido. Ella se había quejado de que él bebía todos los días, pero ¿realmente me había dado algo de beber sin saber que era muy fuerte?

—Además de eso, Bella murió en un misterioso accidente tres días después del funeral. Sucedieron muchas cosas sospechosas.

—¿Qué? ¿Bella murió?

Tracy exclamó en estado de shock. Había sido su mejor amiga desde que eran niñas. Pero murió en un accidente...

—No hubo autopsia ni investigación, ya que ella era solo una criada, pero pensé que era sospechoso y que debía tener algo que ver con tu muerte, y luego escuché que el duque de Roxbury había cambiado el nombre en tu lápida, y que la había sacado de la genealogía de la familia Hartwyn y la había trasladado a su propia familia. Después de eso todo pareció encajar como en un rompecabezas.

—… que es lo que quieres decir.

—Yo… pensé que era extraño, pero no estaba muy seguro.

Felton dudo un momento luego murmuró pidiendo perdón e hizo la señal de la cruz, y después dijo.

—Desenterré la tumba de la señorita.

—¿Qué hiciste?

—Perdóneme. Nunca quise deshonrar a la señorita, pero necesitaba pruebas más claras así que abrí su ataúd y, oh, Dios mío.

Dijo Felton, como si le diera miedo pensar en eso de nuevo.

—El cuerpo de la señorita no estaba en el ataúd.

—¿Qué paso con mi cuerpo? ¿Dónde está?

—No había rastro, era como si su cuerpo nunca hubiera sido puesto allí. Pregunté por las personas que colocaron su cuerpo en el ataúd. Y eso también fue extraño. Ni los vizcondes ni el maestro Jade, pudieron tocar su cuerpo, por lo que solo el enterrador fue el encargado de arreglarla y ponerla en el ataúd, pero él también desapareció después del funeral. Quizás también esté muerto ya que nunca lo encontré.  Después de eso estaba seguro. Lo más probable era que la señorita no estuviera muerta. Alguien debió haber fingido su muerte.

Sentí como si mi cabello se estuviera poniendo blanco.

—Entonces, eso significa que no estoy muerta. Pero entonces ¿cómo ocurrió?  ¿Porque todo mi cuerpo se volvió transparente y por qué podía atravesar los objetos?

—Descubrí que resulta hay una poción mágica que puede hacer eso. Se supone te vuelve temporalmente invisible para las personas y hace que no puedas tocar nada. Se llama 'poción fantasma'.

—¿Entonces estás diciendo que Bella puso la poción en el vino? Eso no puede ser cierto, ¿Por qué, qué la llevaría a hacer eso? Además, una poción como esa debe ser costosa, y el salario de Bella no le permitiría pagarla. Además,... Es una poción que ni siquiera Sir Felton sabía que existía, así que ¿cómo pudo haberla conseguido?

—Puede que no haya sido obra de Bella.

—¿Estás diciendo que alguien la compró?

—Así es.

Tracy se quedó atónita ante la seguridad de Felton. Ya era bastante difícil creer que no estaba muerta, pero aquí estaba él, hablando como si ella debiera sospechar de todos los que la rodeaban. Tracy preguntó ansiosa por escucharlo.

—Está bien. Entonces, ¿quién crees que fue? ¿Quién le pagó para hacerme esto?

—No creo que me vayas a creer.

Felton dudo un poco pero luego dijo con determinación.

—El duque de Roxbury.

—Eso es ridículo.

Tracy se rió histéricamente. Eso fue la cosa más ridícula que jamás haya escuchado.

¿Por qué Edgar la obligaría a hacerme eso, y una noche antes de nuestra boda? Incluso después de que firmo el certificado de matrimonio, Sir Felton ha ido demasiado lejos con sus bromas.

—Por favor, vete.

Ella ya no estaba dispuesta a escucharlo más, por lo que lo envió de regreso. Pero Felton no cedió. Más bien, siguió hablando sin prestarle atención.

—Piénsalo bien, mi señorita. Para él, hubiera sido mucho mejor que usted muriera.

—¿De qué diablos estás hablando?

—Es un hijo ilegítimo. Incluso aunque ahora es el jefe de los Caballeros templarios, un héroe de guerra y el heredero del Duque de Roxbury, su origen no desaparece. Los círculos sociales todavía lo menosprecian ya que no puede cambiar su origen, incluso si lo intentara la mejor opción que tendría es la de casarse, preferiblemente con alguien de una familia prestigiosa como la familia Hartwyn.

Ya lo sabía porque era lo mismo que había asumido cuando escuche la noticia por primera vez. ¿De qué otra manera se habría comprometido con ella, una noble de feudo que no tiene ninguna conexión? y había estado dispuesta a aceptarlo sabiendo que era un matrimonio sin amor. Pero ahora había cambiado de opinión.

El Edgar Roxbury que ha conocido en estos días no era para nada el hombre que había pensado que era. Él era un hombre cariñoso, romántico, que solo tiene ojos para ella y era capaz de comprometerse. No podía entender como había confiado en ella en tan poco tiempo, pero había aceptado su situación sin dudar un momento, incluso cuando pudo haber simplemente llamado a un sacerdote para exorcizarla. Es suficiente.

Tracy se sentía agotada y vacía, y Edgar fue el único hombre que pudo hacer que ese vacío que había sentido por cuatro años, los mismos que había sido rechazada por Felton desapareciera de un solo golpe, pero incluso si le dijera esto a Felton, no había manera de que me creyera. Tracy ni siquiera quería hablar de eso.

No podía entender por qué el hombre que me había dado la espalda cuando yo estaba pasando por un momento difícil y solitario había cambiado de actitud. Tracy dijo con una expresión severa.

—Pero si Edgar realmente necesitara el honor de la familia Hartwyn, no tendría que deshacerse de mí, ¿verdad? Sería mucho mejor para él tenerme como su esposa. ¿Por qué tendría que usar esa poción para convertirme en un fantasma?

—Supongo que realmente no sabes nada sobre él, señorita.

—¿Qué quieres decir?

—¿Sabes por qué el duque de Roxbury nunca se ha comprometido? Por supuesto, no ha podido casarse debido a que fue a la guerra, pero no fue porque no se le hayan acercado mujeres. El simplemente las rechazaba tajantemente. Diciendo que tenía una mujer a la que amaba.

Sentí que mi corazón se desplomaba. Felton, al ver su rostro que se había puesto pálido, habló con más determinación.

—Dijo que se conocieron cuando eran niños, pero no que no podían estar juntos debido a su posición, y desde entonces ha estado ocupado tratando de hacerse un nombre en las guerras de conquista, para poder recuperarla. Él solo te está utilizando—, dijo, —eres la herramienta que necesita para tener un estatus perfecto.

Quería pensar que lo que Felton decía no era cierto, pero mis manos seguían temblando. Escuchar que podría tener a otra mujer a la que ama hace que mi corazón se acelere y se me hiela la sangre. Fue porque nunca lo habría imaginado. No quería creerlo.

—Para él, Tracy Hartwyn habría sido mejor muerta que viva, pero habría sido demasiado peligroso matarte, así que decidió que lo mejor sería convertirte en un fantasma.

Cuando abriera los ojos después del efecto de la poción, Probablemente pensó que sería insoportable para ella siendo una noble y que no entendería la situación. Debió haber pensado que huiría y moriría, sin siquiera imaginar que la joven en realidad vendría a buscarlo a la capital. Felton llegó a la conclusión de que ella ahora le creía completamente. Tracy se mordió el labio.

—… Bien entiendo, Sir Felton. Me temo que tendré que regresar.

—Sí. Piense con cuidado, señorita. Si alguna vez necesita mi ayuda, siempre puede acudir a mí.

Él sonrió, hizo una reverencia, como si pensara que Tracy lo buscaría nuevamente, y salió del carruaje diciendo que mantendría en secreto el hecho de que ella aún está viva por ahora. Poco después de que abandonara el carruaje, el cochero se despertó. Se disculpó profusamente con Tracy y partió hacia la residencia ducal. Tracy siguió sentada en el carruaje aturdida, perdida en sus pensamientos. Estaba confundida por todo lo que dijo.

—...Edgar, ¿realmente estaba tratando de aprovecharse de mí?

Ese pensamiento no desapareció cuando regresó a su habitación en la finca del Duque. Las palabras de Sir Felton seguían resonando en mi cabeza.

—Alguien debió haber fingido su muerte.

—El duque de Roxbury.

—Está siendo utilizada por él.

—No, eso no puede ser cierto.

Tracy negó con la cabeza. Creo en la confesión de Edgar. Él ha dicho que me ama, así que prefiero preguntarle cuando regrese. ¿Si realmente me ama, o solo me necesita por ser la hija del vizconde Hartwyn para poder recuperar a su antiguo amor?, él lo negara. Tracy pensó eso y se sentó a esperarlo, mirando por la ventana. Pero Edgar no regresó.

El mayordomo también dijo que no había recibido ningún mensaje. Al final, no regresó a la residencia del duque, donde lo esperaba Tracy, hasta que amaneció. Cuando salió el sol de la mañana y los pájaros comenzaron a cantar, Tracy finalmente se levantó y comenzó a buscar en la pila de libros que Edgar le había traído para leer. Tracy buscó frenéticamente, revisando textos antiguos, bíblicos, mitos, religión y magia.

Pero no había información sobre la poción. Por supuesto, no había información sobre pociones mágicas. Tracy se sentó en el suelo desesperada. Después de un rato, entró una criada y le preguntó si quería desayunar, pero ella negó lentamente con la cabeza. Pensé que podría ser cierto, y no podía deshacerme de la creciente sospecha.

Tracy se puso de pie sintiendo las piernas temblorosas, apenas se había vestido, lavado y preparado una taza de té cuando Edgar regresó. Tan pronto como la criada anunció la noticia y se fue, Edgar inmediatamente subió a su habitación.

—Pido disculpas por mi ausencia sin previo aviso. De repente algo sucedió dentro de los Caballeros. Me habría comunicado contigo en la mañana, pero no tuve tiempo porque la ceremonia de nombramiento comenzó de inmediato.

—... Está bien, sé que el puesto de Capitán es muy ocupado.

—¿Pero por qué te ves tan demacrada? Escuché del mayordomo que incluso te saltaste el desayuno.

—Es solo que, sin Edgar, no puedo dormir y no tengo apetito.

Edgar la abrazó y le dio unas palmaditas en la espalda mientras le respondía, sin poder sonreír.

—No debería hacer esto, debería quedarme a tu lado pero tengo que salir otra vez esta noche, así que ordenaré que te preparen tu pasta de rosas favorita y para el almuerzo ¿Te gustaría unirte a mí?

—Claro... Hazlo.

Después de eso, tomamos un té con un postre sencillo. Tracy seguía dudando. Ella estaba inusualmente callada y seguía mirándolo. Edgar debió notarlo, porque empezó a hablar más y a ser más cariñoso que de costumbre. Tracy lo pensó varias veces y finalmente dijo cuando ya casi era hora de que él se levantara.

—Edgar, tengo una pregunta.

Edgar, que acababa de levantarse y se estaba ajustando la capa, inmediatamente levantó la cabeza y preguntó.

—¿Cuál es?

Tracy respiró hondo, juntó las manos frente a su pecho tembloroso y lo miró.

Por favor. Por favor, di que no. Pedí en mi corazón.

—¿Había alguna mujer por la que sentías algo cuando eras joven? Sólo estoy preguntando, no estoy tratando de sonar celosa ni nada por el estilo.

—¿Puedo preguntar por qué sientes curiosidad por eso?

De repente me asusté ante su rostro rígido. Tracy rápidamente dijo algo que sonó como una excusa.

—Por supuesto, sé que incluso si te gustaba en aquel entonces, puede que ahora sea diferente. Eras joven, así que probablemente solo te sentías así.

—Tracy.

Con voz grabe dijo después de un momento de silencio.

—Si había.

—... ¿qué?

—Era una chica que conocí cuando era joven. Ella es la única a quien todavía extraño con todo mi corazón. Gracias por preguntar.

Edgar salió de la habitación, dejando a Tracy endurecida como una estatua de hielo. Cuando su expresión cambió en ese instante, Tracy recordó la advertencia de Felton.

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