Capítulo 3

 

—Eun seo, ¿quién te dio permiso de almorzar sola?

Frente a ella cayeron tres bollos con crema y una cajita de leche. Cuando levanté la cabeza, vi a Kang Mido de mal humor. Al ver que miraba fijamente la mesa, notó que frunció el ceño como si estuviera a punto de regañarla de nuevo.

—Miyo fue a la enfermería por cólicos menstruales.

—¿No tienes más amigos aparte de Miyo?

—¿Por quién…?

Eun seo miró furtivamente a Mido. Ella no tenía amigos por culpa de los gemelos. Si hacía un nuevo amigo, la relación inevitablemente se volvía amarga. Cuando hizo una amiga, Mido la sedujo e hizo que se alejara de ella, y cuando hizo un amigo, por extraño que parezca, comenzaba a evitarla en menos de una semana.

Eun seo sabía que era gracias a Mido, que se comportaba de manera infantil con ella. Sin embargo, la razón por la que nunca le dijo nada era porque Kang Mido y Kang Miyo son mucho más importantes para ella que esos amigos. Pensando que probablemente sin importar lo que pasara, no sería capaz de abandonar a esos dos.

—Mido, ¿no pediste el almuerzo escolar? ¿Quieres el mío?

Hannah, que va en el mismo grado que Mido, rápidamente se sentó a su lado y empujó suavemente su propio almuerzo. Hannah, que miraba inocentemente a Eun seo, giró su cuerpo con entusiasmo y la ignoró. Comamos rápido y salgamos de aquí. Eun seo tomó la mitad de su arroz, lo puso sobre un alga con miso, la enrollo y se lo metió en la boca.

 —Te va a dar una indigestión.

Dijo Mido mientras miraba a Eun seo sin prestarle atención a Hannah, que estaba sentada a su lado.

—¿Qué?

—¿Cómo que, qué? Así le respondes a tu novio.

¡¡Cof, cof!!

Casi se me salió el arroz por la nariz pero unos cuantos granos salieron volando de sus labios, salpicando la cara de Mido, quien arrancó un trozo de pan y se lo llevó a la boca, cayendo también sobre el pan y, como si fuera poco, sobre el plato de Hannah sentada a su lado. ...Bien podría haber sido peor, por su nariz.

—¡Ey!

La mesa quedó lo suficientemente sucia como para que una cucaracha quisiera hacerse su amiga, Hannah, que fingía estar agitada y temblaba frente a Mido, pareció pensar que esta era su oportunidad y se aferró al brazo de Mido.

—¡Eres una sucia, Eun seo!

Una parte de mí quería decir: “Tu habitación está más sucia”, pero era obvio que si decía eso, correría con mi madrastra y me acusaría. Bueno, no sería gran cosa porque esta vez sería verdad que lo hice. Ya que siempre me acusa por cosas que nunca hice. Mido sonreía mientras recogía con los dedos los trozos de arroz pegados a sus mejillas.

—Si tanto querías darme de comer, Eun seo, ¿por qué no me lo dijiste?

Eun seo sintió que le empezaba a doler la cabeza. La primera vez que conocí a Mido fue cuando era pequeña, lo primero que me dijo fue que lo llamara hermano mayor, y así lo hice lo llamé hermano mayor durante dos años hasta que entré a la escuela primaria. Después de ingresar a la escuela primaria, note que Mido seguía siendo aún un estudiante en el jardín de infantes y me di cuenta de que no era mi hermano mayor, y ya no lo volví a llamar así.

—Ah.

Mido se inclinó hacia Eun seo y abrió la boca. La razón por la que la ruidosa cafetería se quedó en silencio fue porque todos nos estaban mirando.

—Si quieres puedes darme de comer.

Por qué diablos dice eso él ni siquiera compartía su comida con Miyo, su gemela. Un día le invite de mi helado a Miyo. “Mmm, sabe delicioso”. Recordé cómo enloqueció diciendo que eso era sucio y se lo arrebató, a pesar que seguía comiendo.

—Eun seo, ¿no le vas a dar de comer a tu hermano mayor?

—¿Quién dices que es mi hermano mayor? Me graduaré pasado mañana.

Era ahora una estudiante de último año de secundaria. Miyo y Eun seo planearon postularse para ingresar a la misma escuela de medicina. Si todo iba bien según lo planeado, Mido también se postularía a la misma escuela el próximo año.

—Si no me das de comer, te besaré ahora mismo.

Al mirar a Mido a los ojos, Eun seo se dio cuenta de que había cometido un error; ese tema era una de las pocas cosas que lo ponía sensible. Su rostro ahora se encontraba justo frente a ella mientras se inclinaba más profusamente, como si realmente fuera a besarla. Eun seo tomó una cuchara con sopa de pasta de soja con la mano temblando y se la llevó a la boca.

—Que-e ¿Están realmente saliendo?

Los labios rojos se torcieron mientras comía la sopa con deleite. Demasiados rojos para ser un hombre. Si no fuera por el grito de Hannah, tal vez oiría como trago saliva.

—Jodidamente delicioso, Eun seo.

Como si supiera lo que estaba pensando, susurro para que sólo Eun seo pudiera oírlo. Sin embargo, la cafetería seguía en silencio, por lo que Hannah junto a él e incluso los niños a su alrededor pudieron oírlo. Al único al que no le importó era a Kang Mi Do. Su cabello castaño descolorido estaba suavemente despeinado justo por encima de sus pestañas.  

Sus ojos de párpados dobles eran rasgados hasta el rabillo. Cuando sonreía, se curvaban como en media luna, haciendo que los corazones de las mujeres palpitaran. Mido no sonreía a menudo, pero cuando sonreía, parecía una flor que florece resplandeciente en el rostro del hombre.

Mido se parecía a su madre, la Sra. Jeong, ella tenía un puente nasal fríamente recto, unos labios rojos que parecían explotar si los tocaban y una barbilla afilada. La Sra. Jeong en broma decía: Si no fuera tan buena estudiante, podría convertirse en una celebridad.

—¿Desde cuándo? ¿Eh?

—Recién estamos saliendo. 

La razón por la que le pedí a Mido que lo mantuviera en secreto hasta la graduación fue porque sabía que Hannah se pondría así. Cuando vaya a la universidad, me mudaría de casa de todos modos había prometido mudarme con Miyo. La esperanza de Eun seo era irse de casa donde siempre se había sentido como una extraña. Quería hacerlo lo más sigilosamente posible, no quería molestar a Hannah.

—Bueno... ¿Han pasado cuatro años?

Estoy realmente jodida. Hannah se puso a llorar ante la respuesta de Mido.

—¡¡¡Lee Eun seo!!!

Hannah apuntó a Eun seo.

—¡Hannah!

Frente a Mido, Hannah rápidamente bajó la cola.

—El nombre de Eun seo se desgasta. Cállate.

Diciendo eso, Mido tomó el plato frente a Eun seo, la cuchara de su mano y comió la sopa con placer.

—Anda come.

Eun seo dijo insatisfecha empujando su bandeja hacia Mido. No podía evitar ser así, Eun seo siempre se daba por vencida rápidamente. Hannah tal vez le diga el doble de lo que no pudo decir frente a Mido en casa.

—Come ese, bollo.

Mido le dijo a Eun seo señalando el pan sobre la mesa sabiendo que le gusta más el pan que el arroz. Eun seo, se sintió mejor al ver el pan frente a ella, sonriendo tímidamente mordió el bollo relleno que había dejado. Mientras comía, sus labios se embarraron con crema batida y pude sentir la mirada de Mido mirando mi boca. 

—¿Eh?

Antes de que nos diéramos cuenta, la cafetería volvió a ser ruidosa y Hannah se había ido, dejando su bandeja de comida.

—¿Por qué?

—Creo que hoy lo usaré como provisión. 

Explicó Mido, sonriendo a Eun seo, quien no tenía idea de lo que estaba hablando.

—La crema batida en tus labios, creo que así te verías después de chupar mi pene. Embarrada con mi semen.

Eun seo miró a su alrededor a toda prisa. La cafetería volvía a ser ruidosa, y, aunque miraban en su dirección, nadie parecía haber escuchado su conversación. Con la graduación de Eun seo acercándose, Mido había sido especialmente coqueto. Habían pasado más de 4 años desde que empezamos a salir y todavía no habíamos pasado de los besos, bueno hasta hace un año que lo deje tocarme los pechos, que él no había tocado tanto como quería porque ella había hecho ruidos que lo mataban.

Ella lo amenazó diciendo que no harían nada hasta que se graduaran. Al principio, parecía estar de acuerdo con ella, pero justo después de que hizo el examen a la universidad, Mido aprovecho cada oportunidad para avergonzarla.

—¿Estás loco?

Mido rápidamente siguió a Eun seo y la agarró de la muñeca.

—¿Por qué? No quiero ocultarlo. ¿Odias que me masturbe mientras pienso en ti? ¿Odias que te ruegue tenazmente para que lo hagamos?

—¡Tú, tú...! ¡Tú, cierra la boca!

—Entonces, ¿cuándo me dejarás hacerlo, Eun seo?

Eun seo dejó el pan sin terminar sobre la mesa y se levantó de su asiento. Mido sonrió torcidamente mientras observaba a Eun seo mirar a su alrededor nuevamente.

—De todos modos, pronto te graduarás. Soy el único que seguirá en la escuela así que no importa quién nos escuche, no te preocupes.

Cuando empezaron a discutir parecían estar atrayendo la atención nuevamente, Eun seo agarró la mano de Mido y salieron de la cafetería. Mientras buscaba un lugar donde no hubiera gente encontró el almacén del gimnasio con la puerta abierta. Después de asegurarse de que no hubiera nadie, empujó a Mido dentro.

—Wow, ¿cómo pudiste elegir este lugar? Es sexy, Eun seo.

—¿Qué te está pasando estos días?

—¿Qué hice?

—Sigues pinchandome.

En lugar de responderle a Eun seo, se dejó caer sobre la pila de esteras y abrió los brazos.

—Ven aquí.

—Contéstame primero.

—Te responderé cuando me abraces.

Eun seo se acercó a Mido, pensando que nuevamente la estaba engañando. Antes de que ella se acercara, Mido envolvió sus largos brazos alrededor de su cintura y la atrajo hacia él. Eun seo acarició suavemente el cabello de Mido, que naturalmente frotaba su rostro sobre sus pechos.

—No puedo seguir soportando.

—¿Qué?

—No importa si te mudas con Miyo, a ella en primer lugar no le agrada que yo salga contigo.

Por supuesto que a ella no le agradaba porque pensaba que entregarle a Eun seo era un desperdicio. Era demasiado buena para Mido.

—¿Entonces?

—Por eso quiero abrazarte.

 —Me estás abrazando.

—¿Estás haciéndote la inocente ahora?

Mido mordió con fuerza el pecho de Eun seo por encima de su uniforme. No le dolió debido a lo grueso del uniforme de invierno, pero Eun seo se sentía avergonzada porque nunca había hecho esto en la escuela.

—Sólo quiero asegurarme de que soy tuyo y de que tú eres mía, porque pronto pasarás un año en un lugar que no conozco.

Me tomó un momento, pero me di cuenta de que esa era la razón: Mido era un hijo pródigo en casa y un estudiante indiferente en la escuela a quien no le importaba mucho tener amistades. Pero a ella le gustaba su lado infantil que a veces le mostraba. Sólo ella sabía cómo era en realidad Kang Mido.

—No quiero hacerlo con un menor.

—¿Y qué pasa si alguien más te toma?

—Si es un hombre mejor que tú, podría considerarlo.

—¡Oye! ¿Cómo puedes decir eso?

—Entonces, vuélvete más bonito e inteligente, Mido. Así no podré quitarte los ojos de encima.

—Entonces bésame.

Dijo Mido, mostrando sus labios suaves y sin grietas incluso con este frío clima. Ella lo miró fijamente solo un momento y luego lo besó. Su suave y caliente lengua la deslizó dentro de su boca. Las lenguas familiarizadas entre sí se enredaron. Mido metió la mano por su espalda debajo de la blusa de su uniforme, y le desabrochó el sostén. Naturalmente lo desabrocho con una mano, Eun seo se apartó de sus labios.

—Tus manos son muy rápidas.

Con la otra sujetó con fuerza la cintura de Eun seo para evitar que ella huyera, y luego le desabotonó la blusa.

—Te dije que solo mis pechos.

Sus grandes manos ahuecando sus pechos, apretandolos ligeramente. Mientras miraba a Eun seo chupaba el pezón que sobresalía entre sus dedos.

—Levanta tu pierna. 

—Eh... ¿dónde?

En lugar de responder, Mido agarró el pie derecho de Eun seo y lo puso sobre la colchoneta. Inmediatamente sintió algo duro entre su rodilla.

—Mmm... Está bien, Eun seo, sigue frotando.

El rostro de Mido, desdibujado por el calor, era extremadamente sexy. Eun seo no tenía idea de lo que estaba haciendo, solo veía su expresión sonriente con sus ojos en media luna. Ella simplemente movía su rodilla de un lado a otro para seguir viendo esa expresión. Frotando bruscamente algo grueso y duro.

Por el calor que sentía en la rodilla me di cuenta de que era su pene caliente dentro de sus pantalones escolares. Cada que exhalaba, su aliento era cálido, a pesar de que era principios de invierno, no sentía frío en el gimnasio.

—Eun seo, Eun seo.

—Mmmm...

Agarró bruscamente las nalgas de Eun seo mientras mordisqueaba un pezón con los labios.

—Quiero follarte así, sentada en mi regazo.

Realmente parecía que podía hacer eso. Su parte secreta, que Mido aún no había tocado, estaba húmeda y mojada. Mido no podía saber que cada vez que la besaba o que tocaba sus pechos, su zona íntima se ponía insoportablemente caliente y húmeda.

—Voy a estar tan jodidamente extasiado cuando te muevas encima de mí. Realmente podría morir, Eun seo.

Chupó los pechos de Eun seo como un niño, como para satisfacer su necesidad insatisfecha. Sus pechos ya estaban húmedos por su saliva que fluía de sus labios.

—Mmm, Mido. Hmmmm...

Cada vez que apretaba y movía violentamente sus nalgas, Eun seo apretaba como podía la parte inferior de su cuerpo, de lo contrario los sensibles oídos de Mido escucharán cómo fluyen sus juegos en su parte que estaba empapada.

—Pero como estamos dando los primeros pasos juntos, toleraré lo que quieras.

Después de decir eso, Mido finalmente quitó sus manos del trasero de Eun seo triste, su pene todavía seguía duro entre su rodilla.

—Levántate y date la vuelta.

Habló peligrosamente, su rostro tenía una expresión de deseo apenas contenido. Al escuchar el tono en su voz baja y quebrada, Eun seo se dio la vuelta se acomodó el sostén luego se abotonó la blusa.

—Mmm. Hmph...hmph...

Escuche cómo se bajaba el cierre de sus pantalones junto con su respiración agitada desde atrás. Parecía que en cualquier momento por su aliento entrecortado la atacaría por detrás. Me sentí como un herbívoro perseguido por una bestia salvaje en la jungla. Una parte de mi quería huir, y otra gran parte quería que el gran carnívoro me atacara con rudeza.

—Ja...

Fue sólo cuando suspiró que Eun seo recobró el sentido.

—Vamos.

Acercándose por detrás, besó suavemente su nuca, tranquilizandola. Ella lo siguió, atraída hacia él por su fuerte olor masculino.

Guau. Eun seo miró su cuarto destrozado con una expresión de cansancio. Dentro estaba Hannah con la cara roja e histérica, su media hermana.  No la había conocido en diez años. Su padre tenía fama de bígamo pero no podía creer que tuviera una aventura, y mucho menos que haya tenido un bebé con la jefa de enfermeras de su hospital.

A pesar de eso Eun seo pensaba en Hannah como si fuera su verdadera hermana y había tratado de ser amable con ella. Y ciertamente lo fue pero era Hannah quien rechazaba y odiaba a Eun seo. Su madre murió cuando ella tenía seis años y su madrastra cruzó el umbral de esta casa exactamente tres años después de la mano con Hannah. No fue hasta que me convertí en estudiante de secundaria que pude comprender este hecho.

—¡¡¡Cómo pudiste hacerme esto a mí!!!

Había escuchado una frase similar en el drama que vi hace un tiempo. Mientras la escuchaba, Eun seo miró la mesita de noche destrozada.

—¿Qué pasa, Hannah?

Cuando escuchó el fuerte ruido, su madrastra la Sra. Yoon, quien normalmente no se acercaba siquiera a su habitación, se apresuró preguntándole a su hija.

—¡Has estado saliendo con Mido! ¡Durante 4 años!

Hannah finalmente rompió a llorar. —¡Guau!— dijo Eun seo, incapaz de seguir viendo a Hannah tirada en el suelo pataleando.

—Levántate. Hay cristales rotos en el suelo.

—¡Qué te importa!

Hannah gritó cuando extendí la mano para ayudarla a levantarse, y fue la Sra. Yoon, que la miro con desprecio, quien apartó la mano de Eun seo. Ha sido así desde hace mucho tiempo. La Sra. Yoon no le pegaba, ni le gritaba, ni la reprendió como lo haría una mala madrastra; ella simplemente la miraba con tanta frialdad que no podía soportarlo y me sentía avergonzada porque me mirara así. Simplemente me quedaba callada, como si no viviera en esta casa.

No recibiría ese tipo de mirada ni siquiera un perro. De hecho, el chihuahua de la familia tiene un rango más alto que Eun seo. Al menos la Sra. Yoon la alimenta y la lleva a pasear.

—¿Hiciste eso porque sabes que a Hannah también le gusta?

Eun seo no respondió a la tranquila pero fría pregunta.

¿Debería pedir perdón? ¿Qué demonios? ¿Por qué le gusta Mido? Conocí a Mido mucho antes que Hannah y también me gusta. ¿Debería explicarle a la Sra. Yoon? ¿Que lo conocí primero? No, incluso si lo hiciera, ¿cambiaría eso su mirada de desprecio?

—¿Por qué no puedes responder? ¡Por qué!

Hannah se sentó y pateó a Eun seo, quien no respondía. Pateó su tobillo, haciendo que Eun seo tropezara. Mis palmas hormigueaban cuando caí al suelo. Al parecer, fragmentos de vidrio se le habían incrustado.

—¡Perra! ¡Eres una maldita perra! ¡Siempre te haces la ingenua y siempre estás menospreciando a la gente solo porque eres buena estudiando!

—¿Qué está sucediendo?

Parecía que su padre, el Director Lee, había regresado del trabajo. Como su familia no salió a recibirlo subió al segundo piso dónde provenía el fuerte ruido, pero en lugar de entrar a la habitación, preguntó fuera de esta, ajustando sus lentes de montura plateada. No había ninguna sonrisa en su rostro testarudo y de aspecto obstinado.

—¡Papá! ¡Eun seo! ¡Esta maldita perra está saliendo con Mido! ¡Está saliendo con Mido en la escuela en vez de estudiar! ¡Maldita perra! Probablemente ya se acostó con Mido. Ya te acostaste con Mido, ¿verdad?

Se estaba esforzando para convertir en un hecho consumado que se había acostado con Mido. Se sentía avergonzada. No quería verse así delante de su padre. Eun seo estaba a punto de explicarle que no, cuando su mirada fría se volvió hacia ella.

...¿Por qué me miras como si fuera una extraña, padre? Siempre quise preguntarle. ¿Por qué nunca me miras con cariño? ¿Por qué me miras de una manera tan insensible, como si estuvieras mirando a una desconocida?

La única persona que podía estar de su lado en esta casa era su padre.

—No hagas ruido en casa.

Esas fueron sus palabras. Con solo eso, mi padre se dio la vuelta y bajó las escaleras.

—Contrólate, Hannah. Sabes que da miedo tu padre cuando se enoja.

Hannah gimió y se levantó de mala gana ante el toque de su mamá. Salió de la habitación de Eun seo, murmurando blasfemias con una mirada venenosa.

—...Yo también soy tu hija, padre.

La voz de Eun seo resonó en la habitación vacía. ¿Mi padre en realidad nunca amo a mi madre? ¿Es por eso que no me ve como su hija? Aunque ambas éramos sus hijas, el amor de mi padre por Hannah y la forma en que me trataba era claramente diferente. Me sequé las lágrimas con la palma de la mano, fingiendo que no había pasado nada.

—Vaya...

Un trozo de vidrio incrustado en mi palma rozó mi mejilla. Escoció más cuando una lágrima cayó sobre la herida punzante.

Zing-zing-zing-zing.

No me había dado cuenta, pero mi celular llevaba un rato sonando. Al revisar quien llamaba vi que era Mido. Su voz acuosa era como la de un fantasma, se apresuró a aclarar su voz. Esta ya era la cuarta llamada. Si no respondía a la quinta vez, vendría a la casa con Miyo acompañándolo.

—¿Hola?

—¿Por qué tardaste tanto en contestar el teléfono?

—No sabía que me llamabas porque estaba lavando los platos.

Tuk-tuk-

—Te traje antes a casa, entonces ¿por qué estás lavando los platos?

Las lágrimas corrieron por la punta de mi barbilla y cayeron al suelo. Como era de esperar, es muy observador.

—Estaba tan cansada que me acosté y me quedé dormida.

—Sal un momento. Estoy frente a tu casa.

Sorprendida por lo que dijo, Eun seo abrió las cortinas de la ventana para mirar afuera. Bajo la farola, pudo ver a Mido mirando exactamente en esa dirección. Agitó su teléfono.

—No puedo salir ahora.

—¿Por qué?

—Mi padre está aquí.

—Di que vas a la tienda de conveniencia y sal. Son sólo las ocho.

Al mirar las cicatrices en mi cara, era obvio, que me interrogará horriblemente. Estaba tan cansada que no quería ver a Mido.

—No me siento bien, así que no saldré.

—Te dejaré regresar en cinco minutos, sal.

No podía evitar que Mido fuera así. Si no sale, tocara el timbre hasta que ella le abra. Mido no sabía cómo vivía en esta casa. Fue Eun seo quien le hizo pensar que su relación con su madrastra era simplemente incómoda.

Siento que nadie me ama.

Siento que a nadie le importa.

Jamás se lo ha dicho debido a su personalidad. Simplemente estaba avergonzada. Porque eran claramente una familia armoniosa a los ojos de los demás. Frente a los demás, su madrastra era dulce con ella. A los ojos de los demás, Eun seo era a quien veían como la hija testaruda al igual que su verdadera madre. Por qué Eun seo reaccionaba a la amabilidad de su madrastra con rigidez.

Quizás por eso me odia. Si tuviera una personalidad más extrovertida. ¿La habrían amado de manera similar, si no tanto como Hannah?

En esta casa, sus palabras siempre terminaban en una pregunta. Siempre era una pregunta.

—¿Qué pasa si hago un rumor de que estás saliendo con un hombre y digo que soy yo?

—¿Qué?

Eun seo, que olvidó que estaba hablando por teléfono, respondió apresuradamente.

—No. Saldré ahora.

Para ocultar la cicatriz en mi mejilla, me puse una bufanda gruesa e incluso unos guantes. Me puse un gorro en la cabeza y bajé las escaleras, Hannah, que estaba hablando con mi madrastra en el sofá, gritó.

—¿A dónde vas a esta hora de la noche?

—A la tienda de conveniencia.

—No mientas. ¿No estará Kang Mido fuera? ¿Vas a comer con él? Ahora que lo pienso, él viene cada vez que sales a la tienda de conveniencia. Mamá, mírala, ¿no crees que deberías castigarla o algo así? ¿Qué pasa si arruina la reputación de papá? Digo, la hija del director del Hospital Woosung sale a altas horas de la noche para revolcarse—, y Eun seo apretó los puños con fuerza.

—...No tengo ningún motivo para escucharte decir eso. Mido y yo no tenemos ese tipo de relación.

Ella decidió esperar por su primera experiencia más preciada. Por mucho que quisiera Mido abalanzarse sobre ella, cuando Eun seo puso la condición de 'hasta que seamos adultos', él dijo que  lo entendía, a pesar de su expresión de insatisfacción. No pude soportar escucharla hablar de esa manera de Mido. No me importa que me ataque a mí, pero que a él lo deje en paz.

—Eso es lo que dices.

—Si me hubiera acostado con Mido como dices, no me sentiría tan insultada.

Dijo Eun seo.

¡Guau!

—No hay nada que una niña que se cree adulta no pueda decir.

El director Lee, que salía del estudio, escuchó lo que dijo y le dio una bofetada a Eun seo en la mejilla. Era la primera vez que mi padre me pegaba. Después de dudar y retroceder, Eun seo se puso los zapatos y salió corriendo. Creyó ver algo blanco caer sobre ella, era la primera nevada del año, caía nieve del cielo.

Inconscientemente, caminó hacia donde Mido la estaba esperando, froté repetidamente mi mejilla donde mi padre me había abofeteado con mi mano enguantada.

—¿Por qué tardaste en salir? Pensé que iba a perder la cabeza.

Mido, que era dos palmos más alto que Eun seo, la miró y sonrió.

—Me siento resfriada, así que tarde por taparme.

Eres una muy buena mentirosa, Eun seo, sonrió para sí misma, evitando la mirada de Mido.

—¿En serio? ¿Eun seo te sientes enferma?

La fría mano de Mido levantó el desgastado gorro de Eun seo y trató de medir su temperatura con su frente. Giró la cabeza para evitarlo y murmuró una patética excusa.

—Me estoy resfriando.

—Puedo contagiarme. Si es lo suficientemente malo, podemos ir juntos al hospital. ¿Qué tal una habitación doble?

Eun seo se rió un poco ante su comentario sin sentido. La única razón por la que su estado de ánimo podría cambiar en un día como este era por Mido. Justo cuando me preguntaba seriamente si era una maníaca, la mano de Mido se hundió en la bufanda que envolvió hasta su nariz.

—¡Cuidado tengo frío!

Los ojos de Mido se volvieron agudos cuando cuando sin querer golpeé su mano débilmente.

—Esos guantes, te los compré el invierno pasado, ¿verdad?

Agarró su muñeca con fuerza, impidiendo que se moviera. Habló suavemente entre dientes poniendo su rostro frente a Eun seo.

—Tengo que darme prisa y volver a casa.

—No cambies de tema. ¿Te das cuenta de que tus guantes están cubiertos de sangre?

Preguntó, sosteniendo con fuerza la mano frente a los ojos de Eun seo. Casualmente, los guantes que Mido le había comprado eran blancos. A estas alturas, la sangre roja los había manchado.

—...No se le quitará incluso si los mando a la tintorería.

—¿Crees que ese es el problema ahora?

Con un chasquido, le quitó el guante, dejando al descubierto su palma aún con fragmentos de vidrio incrustados, que son claramente visibles a la luz de la farola.

—¿Qué es esto?

—Olvidé que deje un vaso de agua en la mesita de noche y se cayó, recibí tu llamada mientras limpiaba.

—¿Qué pasa con la herida en tu mejilla? ¿Por qué está tan hinchada?

Dijo Mido fríamente con el rostro inexpresivo y le quitó la bufanda y la enrollo.

—No me mires así.

Era una expresión que había visto tantas veces en casa. No podía soportar que alguien más la mirara de esa forma tan inexpresiva. Deseaba que Mido dejara de hacerlo.

—¿No puedes contarme solo esta vez?

—No lo haré, no a ti.

—¿Cómo te tratan en ese rincón de la casa? ¿Debería ir y preguntarles yo mismo?

—¿Me estás tomando el pelo?

Eun seo agarró desesperadamente el brazo de Mido porque realmente tenía la intención de abrir la puerta y entrar. Mido fruncía el ceño intentando quitársela de encima para ir a su casa. Sangre roja goteo de la palma que agarraba su brazo. Los fragmentos de vidrio incrustados se clavaron más profundamente en su carne.

—¡Maldita sea, no seas estúpida! ¿Ni siquiera porque estás herida?

Miró su palma, luego miró la puerta y finalmente Mido agarró de la muñeca a Eun seo y comenzó a alejarse. Con la otra mano, sacó su teléfono móvil y llamó.

—Soy yo, Miyo, quiero que llames a casa de Eun seo y les digas que se quedará contigo esta noche... ¿Está el director Kang en casa? …Entonces ¿está trabajando horas extras? Voy al hospital ahora.

—¿Qué? ¡Cómo lo llamaste!

Se escuchó por el auricular la voz de Miyo. Solía ​​llamar anciano a su padre, pero después de que Eun seo lo regaño, finalmente comenzó a llamarlo director Kang, como todos los demás.

—Todavía lo llamas director Kang.

—¿Te estás riendo de mí ahora, Eun seo?

—Debo haber reído sin querer.

Eun seo, sabía que no debía provocarlo más por la fría intensidad en su voz, así que cerró la boca con fuerza.

—Mantén la boca cerrada, porque si dices una palabra más, voy a ir a esa casa y destruiré cada habitación. Destruiré todo incluso a esas personas aunque intentes detenerme.

Sus palabras la hicieron llorar. Mido no creía que hubiera dicho algo malo. Incluso si mentía, él se daría cuenta.

—Voy a pasar por el hospital, después la llevaré a casa…  …Si lo sé…

—....de mi lado.

Por eso me gustas, Mido.

—Te dije que mantuvieras la boca cerrada.

Mido apretó con ambas manos su cabeza cubierta con un gorro.

Tomaron un taxi que pasaba y fueron al hospital. Después de que me curaran la mano y la mejilla en el hospital, en el taxi camino a casa de Miyo me di cuenta de que el motivo por el que Mido fue a su casa y le pidió que saliera fue porque le traía un bote de helado.

Ella solía comer helado cuando se sentía enojada o deprimida. Tal vez Mido pensó que estaría enojada, descubrí demasiado tarde que traía en la bolsa que colgaba en su brazo, el helado ya se había derretido.

—Lo pondré a congelar de nuevo y me lo comeré.

—No te molestes, mañana te compraré otro.

—No. Se volverá a congelar en la noche y me lo podré comer.

Eun seo se negó obstinadamente a tirar el helado derretido y lo terminó poniendo en el congelador en la casa de Miyo. Al amanecer se despertó y en silencio fue a la cocina y se comió todo el helado con los sabores ya mezclados.

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