Una vida maravillosa en Japón, donde pueda gozar de su sexualidad sin límite alguno y donde sus estudios por fin lleguen a su fin: eso era lo que soñaba Minjun.
Desafortunadamente, su sueño se ve cruelmente pisoteado cuando su ex novio lo estafa y se lleva su pasaporte. Solo, desamparado, y sin lugar al cual ir, Minjun decide acabar con su patética vida.
Habiendo disfrutado de un último bocadillo, el joven coquetea con la muerte, y se despide de la vida... pero algo lo detiene.
Repentinamente, se acerca a él un elegante auto negro.
Asustado y sorprendido, Minjun ve como un niño se baja del auto y corre hacia él.
— ¡Mamá! -gritó entusiasmado el infante.
«¿Eh? ¿A quién le habla? Acaso... ¿Me habla a mí?».
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