Capitulo 14-20

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—¡Eh, oh! Respiré hondo y abrí los ojos. Era como si me hubiera acostado en el lecho de un río, y no podía respirar adecuadamente. Mi cabeza daba vueltas y sentí el estómago revuelto, y simplemente caí al suelo, con náuseas. 

—¿Qué sucedió? Lo último que vi fue la escena en la que innumerables estrellas cayeron sobre mí. Era el cielo nocturno lo que estaba mirando. Y la sensación de mi cuerpo flotando era una clara indicación de que me había caído por el precipicio. Parpadeé, agarrándome el tembloroso brazo. 

—Estoy segura de que me caí por el precipicio. ¿Por qué no morí? ¿Y cómo llegue aquí?
Obviamente, el lugar donde caí fue el acantilado no muy lejos de la aldea. 

«No era el lugar que decían que era peligroso mi abuela y los aldeanos»

Así que desde que era una niña nunca había estado en este lugar, pero parece que me perdí y fui hacia el acantilado. Miré a mí alrededor. Estaba en un amplio campo. Solo había unos pocos árboles en el amplio campo, pero no veía el bosque. Era algo que nunca antes había visto ya que la aldea de Yorkben estaba rodeada por el bosque. La aldea se formó al despejar el Bosque Granden. 

—¿Dónde diablos estoy? No, ¿cómo llegué aquí? Respiré profundo para calmar mi estómago. Mi dolor de cabeza disminuyo un poco con la brisa fría de la noche, luego sentí un ligero mareo.

El dolor de cabeza y las náuseas eran algo que ya había experimentado antes. Si mal no recuerdo, fue similar a los efectos secundarios que sentí cuando de repente usamos la magia de movimiento para evitar a los Wyverns en la misión para dormir a Aktail. 

—Oh, el pergamino. ¿El último pergamino que use fue un pergamino de movimiento? Pensé que era de ataque. En cierto modo, fue un alivio. Si hubiera sido de ataque, las personas que me perseguían habrían muerto, pero yo también habría muerto al caer por el acantilado. Me senté en el suave pasto por un momento para ordenar mis pensamientos y recuperar el aliento, esperando que las náuseas desaparecían.

Me tambaleé y apenas logré levantarme. Al mismo tiempo, las estrellas en el cielo comenzaron a señalarme el camino nuevamente. Donde un cúmulo de estrellas caía, pude ver una pequeña luz en la distancia apenas visible. Era un pueblo. Apenas me levanté, y camine en esa dirección, el fuerte viento me empujó como diciéndome que fuera ahí. 

—Ese es el lugar. Un lugar que no puedan encontrar, un lugar seguro, sin guerreros, sin emperador, y sin los dolorosos rumores que llegan desde la capital. De alguna manera, comencé a llorar. 

— ¿Estará la aldea a salvo? ¿Todos estarán bien? Lo último que vi fue a los aldeanos luchando junto con los caballeros de la familia Astolph y la aldea en llamas. Seguía preocupada pero no podía hacer nada. El miedo y la impotencia de no poder volver a verlos me hicieron llorar. 

—Abuela... Tal vez debería volver. Si debo volver ahora. De repente, un fuerte viento soplo detrás de mí he incliné la cabeza. Haciendo que mí cabello ondeara en el viento. Me tambaleé hacia adelante por la ráfaga de viento.

—¡Vete! No te preocupes por nosotros. Escuche la voz de la tía Margaret en mi oído. Era las mismas palabras que me había dicho antes de huir, pero después las mismas palabras las escuché con diferentes voces, eran la tía Marge, el alcalde, Isaac, Adele, el tío Bill... Y mi abuela a quien amaba. Miré hacia atrás por un momento. 

El suave viento aleteaba en el dobladillo de mi falda como si me dijeran adiós. Después de mirar el cielo nocturno lleno de estrellas y donde probablemente estaba la aldea de Yorkben, me di la vuelta y me dirigí directamente hacia donde veía la luz. Esta vez no me detuve. 

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A última hora de la tarde, Steven, el mayordomo de la familia Astolph, se había vuelto loco. Ayer tuve un incidente desagradable, pero cuando me desperté, no me sentí mal, ya que solo la había tocado un poco y por fin se había ido de la casa del duque. No, estaba aliviado. Cuántos problemas sufrí a causa de la plebeya que de repente entró al ducado hace dos años. Estaba aturdido y me preguntaba si se repetirían las mismas acciones de sus predecesores. Sin embargo, afortunadamente para él, a su Señor no le importaba la plebeya que había traído. 

La evitaba cuando se acercaba, y normalmente no visitaba a la plebeya. Aunque fue extraño que renunciara al anexo del este que era el mejor, y se mudara de oficina mientras tenía una mirada un poco aturdida, pero una vez que la trajo como invitada, Steven apenas pudo entenderlo hasta ese punto. Después de un año de observarla desde un paso de distancia, estaba seguro. 

—Como era de esperar, los rumores eran ciertos.

Al ver a Debaron evitar a Cornelia, Steven asintió. Steven creía todos los malos rumores que circulaban por las calles. Entonces, los sirvientes de la mansión no detuvieron lo rumores sobre la invitada no invitada. Aunque sabía bien que los rumores que circulaban por la mansión se desbordaban y salían a las calles, lo tolero. Porque esa mujer no era más que una plebeya para Steven, y solo chillaba arrogante a su joven Señor. 

Como Debaron estuvo ausente durante mucho tiempo debido a un repentino levantamiento, eso volvió la situación aún más favorable para Steven. Fingiendo que solo era un error, tiraba las cartas que ella le enviaba, y también para eso Steven usaba a los sirvientes. Y empujó más y más a la mujer a un rincón. Cuando veía a la mujer secarse las lágrimas todas las noches, estaba convencido de que lo estaba haciendo bien, y al final cuando vi su resentida mirada, de repente recordé a una doncella que fue despedida repentinamente por mi señor hace dos años. 

Si solo no hubiera existido la doncella que se llevaba bien con ella, y que no estaba en buenos términos con él, no hubiera tenido motivos para meterse en aguas tan turbias. Dado el carácter de la doncella, que no dejaba sola ni por un momento a la plebeya. Él no tendría que hacer lo que hizo, solo la habría observado para que en el momento adecuado poder informarle a su Señor de los crímenes de la doncella. La ausencia de esta fue muy desafortunada. 

—Pero ya todos se han ido. Sí, fue él quien se quedó en el ducado después de todo. Sera leal al duque de Astolph durante el tiempo que le quede y recibirá por completo su recompensa por haber cuidado a Debaron y Beatrice desde la infancia. 

—Bueno existe el mito sobre esto. El mito es que el propietario regala una peonza como regalo de jubilación al mayordomo que protegió a la familia durante mucho tiempo. Por eso, había mantenido perfecta su reputación hasta ahora. Steven sonreía satisfecho mientras miraba por la ventana. Pero entonces un sirviente entró con cautela. Su rostro estaba lleno de vergüenza y asombro. 

—¿Qué sucede? No te había enviado a revisar el licor en el almacén. 

—Mayordomo, el Duque ha vuelto. 

—¿Te refieres al Duque? Ante eso, el mayordomo giró la cabeza y volvió a mirar por la ventana. No había necesidad de mirar el reloj. Aún no era hora de que su señor regresara del Palacio Imperial. Steven frunció el ceño y dijo: 

—Diles que preparen la cena, dejemos que el Duque descanse... 

—No, eso es... Algo anda mal. Lo descubrirá una vez que salga.

Como no era el tipo de persona que suele comportarse así, Steven miró fijamente al sirviente y salió de la habitación. El pasillo, que siempre estaba en silencio, ahora era ruidoso. Después de caminar un poco por el pasillo, encontré a Debaron en la escalera central y al mismo tiempo Steven entendió por qué el sirviente había dicho eso. Debaron, que había regresado de repente, parecía estar loco. 

Debaron quien siempre había estado pulcro y ordenado, estaba todo desalineado y su fría expresión había cambiado a una de desesperación. El sudor que corría por su rostro mostraba claramente que había corrido a toda prisa. Con la mirada perdida, Debaron estaba hablando con alguien.

—¿Estás diciendo que iremos a la aldea de Yorkben de inmediato? Cuando Chris, el mago directo de los Astolph, miró a Debaron desconcertado, asintió con fuerza. 

—¿Cuánta veces puedes usar magia de movimiento? 

—Dos veces, si solo vamos el duque y yo. Podría hacerlo una vez más, pero es imposible que lleguemos hasta Yorkben. ¿O debería pedirles ayuda a otros magos? 

—No, no tengo tiempo. Debaron negó con la cabeza salvajemente. No podía darse el lujo de esperar un proceso tan complicado de enviar cartas, hablar y programar.

Rousel envió a alguien para lastimar a Cornelia. Entonces Cornelia debe estar en peligro. 

—Debaron... Nuevamente, escuchó la voz de Cornelia llamándolo. El olor a sangre picando en la punta de su nariz y el calor que se desvanecía gradualmente siguió de forma natural. Esto no fue una ilusión ni un sueño. La pesadilla de Debaron, que no podía olvidar incluso después de reflexionar sobre ello, respiró con dificultad. Al final, 

«¿esto es lo que iba a suceder? Entonces, ¿por qué tuve que lastimar tanto a Cornelia? ¿Por qué tuve que sufrir así? ¿Tal vez esta vez?»

Un montón de pensamientos iban y venían, haciendo que la imagen de Cornelia agonizando fuera aún más vivida. Chris, que estaba mirando a Debaron, agarró a una criada, y le dijo. 

—Hay una pequeña caja blanca en la cómoda debajo de la ventana izquierda de mi habitación. Por favor, tráeme la poción de adentro. Fue Steven quien detuvo a la criada que se había movido ante las palabras de Chris. Con una sonrisa amable como de costumbre, el mayordomo naturalmente se detuvo frente a la criada. Luego miró a Debaron, que sostenía a Chris. 

—¿Qué está haciendo aquí a esta hora, mi señor? 

—Steven.

—¿Chris no acaba de regresar apenas ayer de su misión? ¿Y hoy no es el día en el que usted va a ver al Emperador? El mayordomo sonrió levemente y miró a Debaron. 

Debaron, que estaba a punto de decirle algo al mayordomo, quien lo había estado protegiendo durante mucho tiempo, no le dio tiempo de decir nada ante sus siguientes palabras. 

—No sé cuáles sean sus preocupaciones, pero me encargaré de eso. Solo por esa mujer… El mayordomo rápidamente se tapó la boca al ver la cara del sirviente con los ojos muy abiertos, sorprendido por sus palabras. 

«Esa mujer. Nunca había cometido tal error frente a su Señor»

Me sentí aliviado ante la idea de sacudir todas mis preocupaciones ya que solo había cometido un error. Steven trató de compensar su error. 

—Lo siento, Duque, me ocuparé de las cosas relacionadas con la señorita Cornelia. Sin embargo, fracasó. Debaron se paró frente al mayordomo, mirándolo. Era la primera vez que sentía la mirada de su maestro tan fría. Para ocultar su vergüenza, Steven dijo. Aunque fue una elección estúpida. 

—Cometí un gran error, mi señor. Si regresa, me disculparé con la señorita. Se fue en el carruaje negro, así que estará de regreso pronto, estoy seguro de que su viaje será seguro, igual que el anterior. 

—La enviaste en el carruaje negro.

El silencio envolvió al entorno por el tono grave de Debaron. Debaron se rio llorando ante el rostro pálido del mayordomo. El carruaje que le había pedido que llevara a Cornelia no era el negro. Te dije que se llevara el carruaje más grande, el marrón. 

«Pensó que tenía que tratarla como a una plebeya» 

—Y pensé que estaría a salvo si yo estaba fuera. Rousel tenía razón. Era la persona más cruel que había existido. Debaron se giró, ignorando al mayordomo que seguía excusando. —... nos vamos ahora mismo. Era hora de ir a pedir perdón. (Pero no sabía que el perdón no iba a ser fácil)

«¿Es esto un sueño?» 

Debaron estaba congelado en la entrada del pueblo. En su memoria, el pueblo de Yorkben era un lugar pequeño pero hermoso. Los aldeanos eran gente amable y sencilla. Las casas también eran pequeñas en comparación con la capital, pero estaban ordenadas con el toque de la gente en cada esquina. 

Si hubiera tenido el talento para pintar, habría asentido cuando Leonid le dijo que quería pintar el paisaje de la aldea. Pero todo lo que veía ahora era cenizas. Al menos la mitad del pueblo estuvo envuelto en llamas y fue reducido a cenizas, mientras que la otra mitad se había vuelto negra por el hollín. 

—¿Qué diablos es esto?

Cuando Chris se cansaba de usar su magia, bebia una poción de maná para recuperarse, pero al final estaba tan cansado que su magia no regreso, así que montaron a caballo y llegaron a la aldea Yorkben en tres días, y esta se había convertido en una pesadilla. Chris, que había seguido a Debaron, también miró a su alrededor con incredulidad. Aunque no había conocido a la aldea de Yorkben, su aspecto actual bastaba para asombrarle. 

—Oh. Como si estuviera poseído por un espíritu maligno, Debaron caminó paso a paso hacia la aldea y pronto se enfrentó a alguien. Era una chica del pueblo que seguía mucho a Cornelia. Había jugado con él un par de veces, «¿cuál era su nombre?»

—Adele. Mientras se acercaba con el nombre que apenas recordaba en la boca, Adele lo miraba ferozmente y no era la mirada de una niña. Y le hablo llena de ira. 

—¿Por qué viniste aquí después de hacerle eso a Cornelia? Ella te amaba tanto. ¡Eres tan malo! 

—¡¡Adele!! Una anciana abrazó a Adele, mirando a Debaron, protegiendo a la chica. Ella era la madre de Adele. 

—Lo siento, lo siento. Duque, mi hija es aún una niña, así que por favor perdónela. Incluso en la voz de la mujer que suplicaba por su perdón, escucho su ira que no podía ocultar. Incluso en los brazos de su madre, Adele miraba a Debaron con una mezcla de lágrimas e ira. 

Fue entonces cuando Debaron vio el paisaje del pueblo en ruinas y los ojos de quienes lo miraban. Ojos que mostraban el montón de cosas que querían decirle y apenas podían reprimir su ira, si no hubiera sido un noble, lo hubieran apedreado. Cuando Debaron dio un paso adelante, la gente dio un paso atrás. Fue como si no quisieran que él se les acercara. 

—Nuestra Cornelia era una chica muy agradable. 

—Si te la llevaste, debiste haberla tratado bien, ¡Bastardo, maldito bastardo! 

—Pensamos que eras un buen hombre y que ella vivía bien en la capital. Sus miradas reflejaban la ira y el dolor que sentian. Debaron siguió moviéndose mientras lo miraban.
No podía ver a quien se suponía debía estar entre ellos. 

«Pueden maldecirme. Pueden culparme. Pueden tirarme piedras o cualquier cosa. ¿Dónde está?» 

Su mundo gradualmente se estaba volviendo gris. No importaba cuánto girara la cabeza, no podía verla. Cuando se quedó sin aliento, los Caballeros de Astolph corrieron hacia él. 

—Duque. Los caballeros que llegaban tarde se pararon frente a él. Los caballeros también estaban ayudando a restaurar la aldea, por lo que sus ropas y rostros estaban cubiertos de ceniza. Después de verlos durante mucho tiempo, Debaron pudo plantear la pregunta que había reprimido.

—... ¿Dónde está Cornelia? Ante la pregunta de Debaron, el caballero que estaba frente a él vaciló durante un momento y luego lo llevó al lugar. Después de caminar por un tiempo, llegamos al acantilado donde había caído Cornelia. Aquí, antes de que pudiera preguntar, uno de los caballeros sacó algo de su manga y se lo tendió a Debaron. 

—Lo siento... Esto fue todo lo que pudimos encontrar cuando fuimos. Un pergamino medio rasgado, este fue el último rastro que dejó Cornelia. 

—¿Encontraste esto aquí?

— dijo Debaron suavemente. Estaba de pie en el acantilado donde habían encontrado el pergamino. Incluso de un vistazo, el lugar era vertiginoso, y Debaron miró hacia el fondo del acantilado sin decir una palabra. No veía el fondo del acantilado. Era tan alto y peligroso. Ni siquiera veía a ninguna ave y solo escuchaba el rugir del viento. 

«Ni siquiera puedo ver el fondo, pero ¿y si alguien se cae?» 

Solo había una respuesta. No importa la suerte que tengas, no puedes sobrevivir. Esa fue su conclusión. 

—Oh querido. Chris, que seguía a Debaron y los caballeros, también endureció su rostro tan pronto como vio el fondo del acantilado. Parecía claro que había pensado la misma respuesta que Debaron. Estoy mareado. Mi cabeza no se movió.

Puede ser porque no pudo dormir ni comer adecuadamente durante tres días y corrió sin descanso a la aldea de Yorkben, pero más bien, la increíble realidad arrastró a Debaron al abismo. Debaron, sin saberlo, se acercó al acantilado. Escuché a alguien gritar que era peligroso detrás de mí, pero no me importó. 

—¿Cornelia se cayó aquí? Se dibujó la figura de Cornelia extendiéndole la mano para que la salvara. Su cuerpo caía sin cesar. Las lágrimas de sus ojos verde pálido subían y subían. Su sangre se enfrió Debaron se secó la cara. «Boom», escuché a Cornelia caer del acantilado. Estaba alucinando. Lo sabía. Cornelia no se había caído ahora. Incluso la imagen que vi sé que es alucinación.

Sin embargo, Debaron jadeó. Sintió como si su cuerpo se estuviera desmoronando. 

—Es mentira— dijo Debaron, murmurando en voz baja. Esto no es verdad. Cornelia, no pudo haber muerto. 

—¿Qué he hecho para salvarla? Solo quería que Cornelia siguiera con vida. ¿Este es el resultado? Volvió a escuchar el sonido de algo cayendo. Debaron negó con la cabeza. 

«No, no. Esto es alucinación auditiva. No es real. ¡Estoy alucinando, estoy escuchando cosas!» 

—Esto es una mentira. Debaron siguió murmurando, para sí mismo. 

«Sí, esto era una mentira. Tenía que ser una mentira»

—Chris. Debaron se volvió y se acercó a Chris, que estaba de pie detrás de él. Sintiendo algo extraño en su mirada, inconscientemente retrocedió. 

—Ese pergamino se usó correctamente, ¿verdad? Antes de dar otro paso hacia atrás, Debaron agarró a Chris por los hombros para que pudiera ver de cerca el trozo de pergamino en su mano. Su mirada iba perdiendo poco a poco la razón. 

—La magia se activó correctamente, por lo que Cornelia debe haberse ido a otro lugar, ¿verdad? Cuantas más preguntas hacía, más angustiado estaba el rostro de Chris. Medio desgarrándole el hombro y asiendo fuerza con la mano que sostenía el pergamino.

El pergamino era de alta calidad. El pergamino que Debaron sostenía era un artículo especial. 

«¿Pero de qué sirve eso? No fue usado bien» 

Tenía que estar partido completamente por la mitad. Solo entonces fluye la magia que se inyecta en el círculo mágico al hacer el pergamino. Si rasgas un poco las esquinas o lo rasgas torpemente, simplemente tienes que tirar el pergamino. El mejor ejemplo estaba ahora en manos de Chris. Si el pergamino se partía de esta manera, solo se drena la magia y no se activa. Incluso si se activó por una tremenda suerte, era infinitamente improbable que lo hiciera correctamente. 

—Hubiera sido mejor si fuera magia de ataque, pero ¿por qué fue magia de movimiento?

Recuerdo haber leído un caso en el que solo se movio la mitad superior del cuerpo debido a que rasgaron mal el pergamino mágico, por lo que Chris cerró los ojos con fuerza. 

—Chris. Debaron lo miró con entusiasmo, como si no pudiera creerlo. 

—Por favor, por favor dime. La magia funcionó correctamente. Por eso Cornelia sigue viva. Por favor no... 

—Lo siento, Duque. Los ojos de Chris, llenos de dolor, se volvieron hacia Debaron. 

—No hay posibilidad de que Cornelia esté viva.

Solo había dolor y tristeza en la voz y mirada de Chris. Pero Debaron no pudo verlo. Su razón se había ido. «Suspiro» Debaron se rio. Aunque no era una situación de risa, comenzó a reírse. Los caballeros que se sintieron algo extraños intercambiaron miradas entre ellos. 

—Jajaja... Como si no pudiera creerlo, Debaron corrió hacia el acantilado. 

—¡Ay, duque! ¡No! El caballero que estaba cerca lo atrapó, pero no pudo detenerlo. Mientras Debaron vacilaba por un momento, los caballeros lo rodearon y los aldeanos que lo siguieron hasta el acantilado corrieron y lograron atraparlo.

—¡Déjenme ir! Debaron, quien fue atrapado por las manos de la gente, lloró. Al oír su llanto como si fuera una bestia herida, la tía Margaret, que siguió a todos, frunció el ceño. 

—¡Déjenme ir! A pesar de que más de seis personas lo agarraban, Debaron dio un paso adelante. Bill, colgado de su ropa, abrió mucho los ojos y dijo: 

—¡Por favor cálmese, Duque! 

—¡Esta muerta! Los caballeros lo detuvieron, pero Debaron no escuchó. 

«¿Quién está muerta? ¿Quién está muerta?»

—¿Quieres decir? 

—Debaron. Todavía puedo escuchar su voz tan vívidamente en mis oídos. Cuando cierro los ojos, todavía me mira y sonríe. 

«Están equivocados»

El cuerpo de Debaron volvió a moverse. «Está viva. Estoy seguro de que está viva» 

—Cornellia... 

«No tienes que sonreírme. Puedes despreciarme. No tienes que volver a decir mi nombre y capturarme en tus ojos. Está bien que me hagas sufrir tanto como tú sufriste, no hazme sufrir más que eso. Por favor sigue con vida» 

—¡Duque!

Eventualmente, corrió hacia Chris y lo empujó subiéndose en el. 

—Como. 

—El pergamino no se usó correctamente. ¡No hay garantía de que su cuerpo se haya movido completamente incluso si lo uso! De hecho, incluso Debaron lo sabía. También había usado mucho los pergaminos de movimiento y ha escuchado sobre los casos de fallas en el uso del desplazamiento. Pero todavía no puede creerlo. 

—Señor la señorita Cornelia... Está muerta. La garganta de Chris se ahogó mientras continuaba hablando. Cornelia está muerta.

Aquellos que desean un milagro dirían que está viva, pero eso no era más que tortura en vez de esperanza. Ante las palabras de Chris, Debaron tropezó pesadamente. Incluso con siete personas agarrándolo, no dejó de moverse y se arrodilló justo frente al acantilado. 

—Prefiero… yo, yo… 

«Matarme. Prefiero hacer eso» 

Si hubiera sabido que morirías así, habría pasado esto dos años de una manera diferente. Habría dedicado un poco más de tiempo para hacerte feliz, haciéndote sonreír un poco más y haciéndote más feliz. Sus sollozos de arrepentimiento en el acantilado desaparecieron en el vacío sin que nadie los escuchara. El dolor solo acababa de empezar. 

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«Tsueup» 

Un sonido ligeramente desagradable resonó en toda la habitación. El sonido del bistec siendo mascado en la boca, el sonido de la sangre goteando del bistec a la parrilla adherido al paladar y la lengua. No es un sonido agradable de escuchar menos a la hora de comer. Pero nadie podía detenerlo o reprenderlo. Solo debía soportarlo sin decir una palabra hasta que terminara el desagradable sonido. Porque quien hacia ese asqueroso sonido era el emperador de este imperio. 

—Entonces.

El emperador, con una mirada lánguida en su rostro, levantó su cuchillo y cortó el bistec. La hoja se estrelló contra su plato, haciendo un sonido agudo. 

—¿El Duque de Astolph no vino al Palacio Imperial hoy? La mirada del emperador se posó en la joven. La joven de cabello oscuro parecía muy asustada. 

—Sí... Los pequeños labios, que se habían cerrado con fuerza sin decir nada, apenas pronunciaron una palabra. Incluso con esa respuesta, la chica cerró los ojos con miedo. —Ya veo, ya veo.

Pero cerrar los ojos no era una buena manera de escapar del miedo. Por el contrario, el sonido del corte era más fuerte. La joven se encogió ya que sonaba como si le estuviera cortándo la garganta. 

—Princesa Beatrice Astolph. Eventualmente, la chica abrió los ojos cuando dijo su nombre. Entre sus largas pestañas, los mismos ojos azules que Debaron revoloteaban con ansiedad. 

—Si su Majestad. 

—Tengo una pregunta, y espero que la princesa la responda. 

—Responderé todo lo que sepa, Su Majestad. En respuesta a las palabras del emperador, Beatrice inclinó la cabeza. Dijo que respondería lo que supiera, pero tenía que responderle, aunque no lo supiera. Beatrice no podía ir en contra del emperador sentado frente a ella. Esa era la única manera de que ella y su hermano vivieran en paz. 

—Sí Por ahora, el emperador sonrió tranquilamente, como si le hubiera gustado la respuesta de Beatrice. Recogió su servilleta y se limpió la sangre de las comisuras de la boca y barba. Cada vez que el emperador hacia eso, siempre le daba miedo porque sentía como si fuera un león limpiándose los labios después de haberse comido a su presa. Pero hoy le esperaba un miedo mayor. 

«Por favor que evite esa pregunta...»

—La princesa sabe qué enfermedad padece el duque, ¿verdad? No pude evitarlo. Finalmente, apareció el nombre de su hermano. El emperador continuó lentamente, mirando a Beatrice, quien bajó la mirada. 

—Me pregunto qué tipo de enfermedad ha estado sufriendo el duque durante todo este tiempo, nadie más lo sabe. Luego, el emperador presionó suavemente un trozo de bistec con el tenedor. La sangre fluyó junto con el jugo y se acumuló en el plato. 

—¿No es el duque un guerrero? Pero, después de irse a su villa durante tanto tiempo y no salir, ha rechazado todos los sacerdotes, médicos y hierbas medicinales que le he enviado.

Los ojos que miran el bistec brillaban terriblemente. Ahora se sabía que Debaron descansaba en la villa debido a una enfermedad no identificada. Por supuesto, eso no era verdad Debaron perdió la razón, en la aldea de Yorkben. Fue el Conde Batten quien inventó la excusa de que Debaron estaba enfermo. Como tío de Debaron y Beatrice, se lo informó al emperador ya que buscaba a Debaron. 

Era una excusa cruda, pero el emperador asintió. Sin embargo, ya habían pasado seis días desde que Debaron fue a la aldea de Yorkben. Era difícil tapar los ojos del emperador con la excusa de que estaba enfermo. Al saber la verdad, Beatrice no supo qué decir, por lo que parpadeó un par de veces antes de responder con voz temblorosa. 

—Bueno, no es una enfermedad importante, pero he oído que es contagiosa. Así que por eso no ha venido ya que no quiere contagiar al emperador… 

—Entonces, ¿no debería recibir más tratamiento, Princesa. Tiene que recibir el mejor tratamiento y mejorar. Ya que debe estar a mi lado. Ante las palabras del emperador, Beatrice volvió a callarse. Sin saber qué decir, se mordió los inocentes labios. Estaba a punto de llorar. El emperador, que observaba a Beatrice en silencio, dejó el tenedor. El sonido de los platos y tenedores chocando resonaban con fuerza en la habitación silenciosa.

—Bueno, no es que no sepa que el duque puede estar cansado. Hizo dormir a Aktail como el guerrero que es, y ha venido siempre al Palacio Imperial para protegerme, y también ha estado lidiando con los rebeldes. El rostro de Beatrice se iluminó un momento y suspiró aliviada. Pero su expresión rápidamente volvió a ser fría. 

—Pero estoy seguro de que ha descansado lo suficiente. Su mirada estaba fija en Beatrice de nuevo. 

—¿Por qué la Princesa no va a traer a su hermano mayor? La princesa también debe querer pasar algo de tiempo con su única familia.

Diciendo eso, el Emperador golpeó la mesa con su grueso dedo. 

—Son dos días desde aquí hasta Radel, donde está descansando el duque de Astolph... luego tomará cuatro días ir y venir, y tres días de descanso para la princesa, por lo que una semana sería suficiente. 

Cuanto más hablaba el emperador, peor se veía Beatrice. Porque Debaron no estaba en Radel, la villa del Duque de Astolph, sino en la aldea de Yorkben. Me tomara más de 10 días ir en carruaje o tres días si viajo día y noche usando magia. Como dijo el emperador, le tomaría una semana para ir y venir. 

Beatrice agarró con fuerza el dobladillo de su vestido debajo de la mesa. Sus huesos sobresalían de su mano. «Lo sabe». Incluso el emperador sabía con certeza donde estaba Debaron. Así que por eso le dio a Beatrice una semana. Esta fue la última advertencia del Emperador para que volviera al Palacio Imperial junto con su hermano. 

—Sí... Su Majestad, creo que es tiempo suficiente. El Emperador sonrió cuando Beatrice asintió rígidamente como una muñeca rota. A él le gustó mucho su respuesta y su mirada asustada. 

—Sí, princesa, tráeme al duque. Si el duque del imperio se mantiene alejado de la familia real durante tanto tiempo, ¿cómo podrá mantener su dignidad? —Sí, Su Majestad el Emperador tiene razón En respuesta a la obediencia de Beatrice, el Emperador volvió a tomar su tenedor y siguió
comiendo. Pero Beatrice no pudo comer nada. Sus manos estaban simplemente agarrando su falda debajo de la mesa. 

—¿Mmm? La mirada del emperador se pozo en el plato de Beatrice. Su plato con camarones seguía intacto. —Por cierto, ¿por qué la princesa no come? Espero que no signifique que no te gustan los platos que he elegido. 

—No, no. ¡Su Majestad! ¡Dejé de comer por un momento para poder escuchar a Su Majestad! 

—¿En serio? Ya que la conversación ha terminado, comamos ahora Cuando se puso tranquilamente un trozo de bistec en la boca y hable, la mirada de Beatrice se posó en su plato que tenía delante. Frente a ella había camarones deliciosamente cocinados. 

Era un platillo hecho claramente con la mayor destreza por el chef real, pero Beatrice estaba a punto de derramar lágrimas. Beatrice, que miraba el plato de camarones con determinación, tomó de inmediato su tenedor. Sus manos temblaban ligeramente. Luego cerró los ojos con fuerza y comenzó a tragar los camarones sin masticar, un bocado a la vez. Beatrice no podía comer camarones. 

Después de comer, le picaba el cuerpo y su piel se ponía roja. En severos casos, las vías respiratorias se le inflamaban y no puede respirar, por lo que cuando era joven, superó una peligrosa crisis. Para ella, los camarones eran como veneno. Y el emperador lo sabía muy bien. Porque Debaron se lo había dicho al Emperador más de una vez. 

—Está bien, sigamos comiendo Princesa. Porque fue preparado especialmente para la princesa. El emperador bebió el vino tinto con satisfacción mientras observaba cómo Beatrice se comía todos los camarones que le habían servido. 

◆══════════●★●═══════════◆ 

—¿Es esto un sueño o la realidad? Debaron parpadeó lentamente. Cuando recupero el sentido, se encontraba de nuevo frente al acantilado.

El acantilado, cuya profundidad desconocía, hacía más borrosa la realidad. 

—Estoy seguro de que estaba durmiendo en la cama. ¿Por qué estoy aquí? 

—Debarón. La razón era simple. Porque estás en mi sueño. Porque tú, me sonríes con tus ojos verdes centelleantes, y me llamas extendiendo la mano. Así que vengo aquí. Una y otra vez. Noche y día, pase lo que pase. Cuando estaba despierto, escuchaba alucinaciones y cuando cerraba los ojos, Cornelia estaba en mis sueños. Podría haberme reprochado por haber sido cruel durante estos dos años, pero nunca me dijo nada. Ella solo sonreía y decía su nombre. 

—Suspiro... Jaja...

Sus lágrimas caían al mismo tiempo que se reía. Quería tomar su mano. Quería gritarle lo siento. Pero solo era un sueño, una ilusión, era cruel. Viendo a Cornelia, Debaron se atragantó y no pudo decir nada. Extendió la mano desesperadamente, pero la punta de sus dedos ni siquiera podían alcanzarla. Veía desaparecer a Cornelia sin poder hacer nada. Sin dejar ni una sola imagen de añoranza, Cornelia simplemente sonreía y desaparecía. 

Cuando me despertaba, siempre tenía sed. No me quedaba nada cuando el anhelo llegaba como un tsunami. Gracias a la brecha de dos años, incluso mis recuerdos se desvanecieron y la aldea donde pasamos tiempo juntos desapareció en cenizas. El incendio, que se inició en la casa de Cornelia, se comió sus recuerdos de la aldea. Mientras buscaba ansiosamente algo restante en el puñado de cenizas, por lo general solo me encontraba parado al borde del acantilado. Sucedía inesperadamente sin siquiera saberlo. 

Después de recuperar el sentido, se quedaba de pie en el peligroso lugar donde Cornelia podría haber caído y solo lloraba. El período de gracia obtenido con excusas no será largo. Porque el Emperador codiciaba constantemente a su hermano menor, a su hermana y a él. Me siento mareado. Un terrible sentido de la realidad lo barrió al mismo tiempo. El tiempo se habia alargado, sin saber si era realidad o fantasía.

«¿Si salto?»
 
Si salto de aquí y mi cuerpo se aplasta, «¿sentiré que es real entonces? Si muero, ¿podrás recibir algún consuelo?» Debaron dio un paso adelante. El sonido del viento atravesando el acantilado era como un grito. 

—Hermano. Pero Debaron no pudo saltar. Cuando levantó la cabeza a la voz que lo llamaba, vio a su hermana menor quien vestía una túnica. Beatrice lo miró, cubriendo desesperadamente su rostro con manchas rojas. 

—Hermano… regresa a la capital conmigo. Su Majestad el Emperador te está buscando, hermano. Debaron apretó los dientes cuando vio a Beatrice en ese estado.

«¿Tiene alguna razón para soportar esto por más tiempo? La persona que quería proteger desapareció y su familia quedó así. ¿No fue difícil la primera vez de todos modos? No será difícil ahora. Pero, todavía no» 

Escuché una voz en mi cabeza. Debaron respiró hondo y levantó la mano sobre el mango de la espada. Abrí la túnica de mi hermana y vi su cara roja. 

—Está bien, regresemos. 

—Entonces, ¿qué le pasó a ella? Al enterarse de que Debaron había regresado, Leonid fue al ducado de Astolph. Aunque su colega, Debaron, no estaba en muy buenas condiciones, por lo que no pudieron hablar mucho tiempo. Sin embargo, me encontré con el mago que lo había acompañado.

—¿Cornelia está realmente muerta? La voz de Leonid estaba llena de tristeza. Chris asintió con fuerza y Leonid se tapó la boca por la sorpresa. 

—¿Hay alguna posibilidad de que siga viva? 

—Como bien sabe el Marques, si se usa mal un pergamino de movimiento la muerte es el efecto secundario. Habiendo dicho eso, Leonid rápidamente entendió y asintió. También era un efecto secundario que había visto a menudo. Los efectos secundarios del pergamino de movimiento fueron los más terribles que los de cualquier otro pergamino, por lo que rápidamente se corrió el rumor. 

—Sí es cierto...

Leonid se apoyó en la silla como si hubiera perdido todas sus fuerzas. Un profundo suspiro salió de su boca. 

—Así que Debaron... en la aldea de Yorkven. Leonid presionó sus sienes por un momento, luego miró a Chris, que estaba sentado frente a él, con una cara sombría. 

—Si has oído algo sobre cómo se moverá Debaron en el futuro, por favor dímelo. Chris dijo ante la orden de Debaron de responder si le preguntaban sobre Cornelia. También era un hecho que se conocería pronto de todos modos. 

—Planea ayudar a reconstruir la aldea incendiada de Yorkben y encontrar a Cornelia. Ya envió gente, por lo que ya deberían haber comenzado a reconstruir.

Debaron espera que esté viva, y si está muerta, espera que encuentren su cuerpo ya que desea poder enterrarla junto a su abuela. 

—...Espero que no puedan encontrarla porque no hay posibilidad de que siga viva

— Chris se mordió el labio, recordando la condición de su maestro. En el momento en que encuentren su cuerpo, él se quitaría la vida. 

—Me duele la cabeza— Leonid suspiró largamente y se levantó. Luego, mirando a Chris, habló con dificultad. 

—Dile a Debaron que estoy dispuesto a echarle la mano en cualquier momento. Porque quiero ayudarlo a encontrar a Cornelia. 

—Gracias, me aseguraré de decírselo al Duque.

Ante la respuesta de Chris, Leonid sonrió impotente y salió de la habitación. Tan pronto como escucho cerrarse la puerta, el cuerpo de Chris colapso. Últimamente estaba cansado. Poco después de regresar de una misión desalentadora, usó mucha magia de movimiento y fue a una aldea incendiada y luego el obituario. 

—Señorita Cornelia. Para ser honesto, Chris no estaba muy interesado en ella. Escucho los rumores sobre ella en las calles, pero no los creía porque eran solo rumores que se había convertido en entretenimiento. Pero eso no significaba que simpatizara con ella. 

Era solo un espectador que observaba desde una distancia razonable. Era como Cornelia, pero después de confirmar su muerte debido a un efecto secundario del pergamino, se sintió algo deprimido. El hecho de que mi maestro, Debaron, se haya vuelto loco también influyó. 

—Necesito dormir un poco. Mientras regresaba tambaleándose a su dormitorio, algo se cayó de su bolsillo. Era el pergamino en movimiento. Mientras hablaba con Debaron antes, Sohu y otro caballero vinieron y se lo metieron en el bolsillo, pero parecía haberse caído mientras caminaba. Chris se inclinó para recoger el pergamino. Cuando pensé en Cornelia, que debió haberlo desgarrado desesperadamente mientras huía, mis ojos se entrecerraron naturalmente. 

—Que angustia debió haber sentido.

—....¿Oh? Los ojos de Chris se agrandaron. Sentí un ligero rastro de magia fluyendo. Era difícil de detectarlo en la aldea de Yorkven, rodeada por el Bosque Granden, pero aquí en la capital, pude sentir el ligero flujo. El flujo es tan débil que debería llamarlo suerte solo por notarlo hasta ahora, «esto es suficiente... sin efectos secundarios... No no» Chris negó con la cabeza y agarro el pergamino. La más ligera esperanza ahora sería como veneno. No importa cuánta magia haya tenido, la posibilidad de que se haya activado la magia... Y los efectos secundarios... Reflexioné deliberadamente sobre ello una y otra y otra vez.
Sin embargo, algo quedó en el fondo. Era tan débil que no pude decírselo a Debaron. 

◆══════════●★●═══════════◆

Leonid salió tambaleándose del salón. «Muerta. Cornelia está muerta.» Sacudió la cabeza ante la increíble realidad. «¿Estás realmente muerta?» Mientras caminaba pensando, me encontré con un hombre. Un hombre que no pudo entrar después de haber llegado a la residencia del Duque de Astolph estaba parado sin expresión en la puerta principal de la mansión. 

—Rousel. El peliazul levantó lentamente la mirada y miró a Leonid. Este pobre hombre no tiene ni el coraje ni la capacidad para ponerlo en práctica. Leonid apenas pudo aguantar la risa. 
—...¿qué? Leonid vaciló deliberadamente ante la pregunta de Rousel. Estaba bastante complacido con la forma en que la expresión de Rousel cambiaba de un momento a otro. Después de un largo silencio, Leonid habló como si fuera su amigo. —Ella ya está muerta, ya está muerta. —¿En verdad? — su cara se ilumino sin embargo, Rousel inmediatamente bajó la cabeza, dándose cuenta de que no debería hacer esa expresión.

«Supongo que estás tratando de cubrir tu rostro porque no puedes controlar tu expresión» Pensando así, Leonid lo miró. 

—Ah… quiero decir… es realmente triste. Cornelia está muerta... No puedo creerlo. ¿Éramos amigos? Había una euforia que no podía revelar en la voz de Rousel, que estaba diciendo tonterías. —Sí, es muy triste. Leonid asintió como si estuviera de acuerdo con Rousel. Luego inclinó la cabeza y le susurró suavemente al oído. 

—Por cierto, parece que Debaron también está profundamente desconsolado por esto. ¿Sabes? Debaron y Cornelia... No dijeron nada, pero era bastante obvio. Escuché como trago saliva. Y sentí que iba a estallar en carcajadas de nuevo. 

—No sabe quién lo hizo, pero ¿cuándo Debaron descubra quién mando a matar a Cornelia? Ninguno de los dos se lo había dicho, así que Leonid fingió no saber quién era el culpable y habló con Rousel. Finjo ser amable y estar preocupado, pero el cuerpo de Rousel tembló ligeramente. 

Por supuesto ya que Debaron era el más fuerte de todos los guerreros seleccionados por el propio emperador. Incluso Rousel, que estaba tan sumido en su inferioridad, no pudo decir una palabra cuando vio a Debaron peleando contra Aktail. Lo mismo pasó a Leonid. Los humanos solían desaparecer cuando él les respiraba. No lucharon contra el dragón solo lo detuvieron. 

Aunque el dragón acababa de despertarse de un largo sueño y estaba débil debido a su propia magia, y Debaron tenía todo tipo de magia auxiliar. Fue casi imposible combatir con el dragón. Sin embargo, lo logró. Ahora debe estar recordándolo Rousel, pero en su mente él no está partiendo en dos al dragón, si no al mismo Rousel. 

—No sé quién fue, pero lo que si se es que no simplemente morirá. La persona que lo ordenó, su familia, y si fue un noble, todo su linaje desaparecerá. Leonid trato de ayudar un poco más a su escasa imaginación, Rousel levantó la cabeza mientras abría la boca casi chocando contra él.

Dio un paso atrás, mostrando su disgusto, Rousel lo agarro con fuerza. 

—Yo, no lo soy. No lo soy. Su gesto y mirada de alguna manera mostraban lo desesperado que estaba. Leonid solo frunció el ceño. Los ojos de Rousel se agrandaron como si se hubiera dado cuenta de algo por la expresión de su rostro, y luego lo soltó. 

—No, yo solo… —Entiendo. Es porque estas muy sorprendido. Rousel asintió mientras trataba de hablar con una sonrisa. 

—Me iré. No me siento bien... 

—Sí, adiós.

Con esas palabras, Rousel subió al carruaje y desapareció rápidamente. Cuando el molesto hombre desapareció, Leonid sonrió y frunció el ceño. «Ese es el heredero de la familia Clayer» 
—Ha llegado el momento de que nuestra familia ascienda lentamente a la cima. Un nombre estaba grabado en la punta de la lengua de Leonid cuando subió al carruaje. 

—Cornelia, pobre Cornelia. Leonid intento recordarla. Para ser una plebeya, tenía un rostro bastante normal, cabello castaño claro y ojos verdes. Leonid parpadeó lentamente.
La última vez que la vi fue en la sala de la mansión, si se hubiera quitado el velo, la recordaría con más claridad. 

—Cornelia, Cornelia quien no conocía su lugar. Si se hubiera quedado en esa pequeña aldea en la montaña, Cornelia habría conocido a un hombre normal y hubiera vivido feliz para siempre. 

—¿Por qué se conformó al quedarse atrapada entre los guerreros, siendo una plebeya? ¿Por qué rechazó su favor para que su abuela fuera consagrada en el santuario? ¿Por qué lo hizo? 

—Todo bien. Ya está muerta. Leonid, con eso en mente, Leonid siguió a Rousel y salió de la casa del duque.

◆══════════●★●═══════════◆ 

Debaron, al entrar en el anexo este, se detuvo en la puerta de la habitación. Alcanzo el pomo de la puerta y abrí la puerta, pero no entro. No, no pudo entrar. Estaba en la habitación de Cornelia. La habitación a pesar que la dueña desapareció, permanecía exactamente como la había dejado Cornelia. Una cama, un armario, un escritorio y cajones, una mesa y sillas... 

Una habitación con muebles apropiados fue el único rastro que dejó Cornelia. Para ser honesto, era ambiguo decir que era un rastro, pero a Debaron no le quedaba nada. Cornelia se deshizo de todas sus pertenencias antes de irse, y la casa en Yorkben, donde vivía Cornelia, se incendió. Así que desapareció sin dejar ningún rastro.

Así que busqué incluso un pequeño rastro, lo busqué y, simplemente llegué a este lugar. En esta habitación vacía y solitaria en la que aún quedaba un rastro. Mientras miraba fijamente la habitación, los ojos de Debaron reavivaron una ilusión. Era Cornelia otra vez. 

—... ¿Puedes decirme por qué llegas tarde? 

—Yo también soy un guerrero, pero no recibí ninguna invitación. Cornelia no estaba sonriendo. Solo sonreía en la aldea de Yorkben. Se sonrojaba mientras toma su mano y sonreía brillantemente. «Has estado llorando aquí todo este tiempo. Estabas llorando, en agonía, y esperando a que el fuera» Debaron derramo lágrimas.

—Es doloroso. Es doloroso. Quería arrodillarme y llorar frente a la ilusión que desaparecía. Pero no pude hacer eso. Porque la visión en este anexo tenía la expresión más dolorosa. Porque estaba llorando con una expresión muy dolorosa. 

—Lo siento. Sus lágrimas seguían cayendo. 

«Lo siento. Lo siento. Si me disculpo cientos de veces, ¿te alcanzaré? Si me disculpo miles de veces, ¿dejaras de llorar?» 

—¿Cuántas veces tengo que disculparme para que dejes de llorar? No tienes que perdonarme. Solo quiero que dejes de llorar. Debaron se derrumbó lentamente frente a la habitación que parecía un santuario. Después de un tiempo, comenzaron a circular rumores en la capital de que el duque de Astolph se había vuelto loco. 

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—¡Leah! Mis ojos automáticamente se volvieron hacia la voz de alguien llamándome. Una niña pequeña corría hacia mí. Cada vez que la niña corría, sus coletas saltaban juntas. 

—¡Leah! —Deberías decir Maestra Leah. Harrian— Lo dije y sostuve a la niña en mis brazos con fuerza. Le gustaba estar en sus brazos, Harrian estalló en una clara sonrisa.
Tan linda, cuando cepillé su cabello, se ruborizo sus mejillas como si se hubiera sentido bien. 

—¿Qué pasa? Hoy es mi día libre en la escuela. 

—¡Así es, hay un nuevo maestro! Los ojos de Harrian brillaban, luego sacó algo de su manga y me lo acercó. Cuando abrí el papel, mi nombre estaba escrito en letras grandes. [¡Maestra Leah! Esta invitada a mi fiesta de cumpleaños.] El arduo trabajo de Harrian se reflejó en las letras grandes que era reconocible a simple vista incluso desde la distancia. Me mordí un poco el labio inferior para no estallar en carcajadas.

—Hoy es mi cumpleaños, ¡así que voy a tener una fiesta de cumpleaños! Debajo estaba escrito el camino a su casa, la comida que preparó con su familia y el momento para aplaudirle y cantarle la canción de feliz cumpleaños. La linda amenaza de traer un regalo fue una ventaja. La hoja de papel que era tan grande que le era difícil sostenerla en su mano, era una invitación, pero las letras eran tan grandes que el contenido de la invitación continuaba en la parte de atrás, y mientras leía la invitación, eventualmente me eché a reír. 

—¿Me estás invitando a tu fiesta de cumpleaños? Cuando pregunté, mirando a Harrian aún en mis brazos, la niña asintió con su pequeña cabeza. El rostro de Harrian se iluminó con orgullo. Debe haber sido algo grandioso para Harrian el haberme escrito la invitación y haberme invitado. 

—¡Sí! Me gusta más la maestra. Mi madre me dijo que debería invitar a las personas que más me gustan, y de inmediato la maestra me vino a la mente. 

—¿En verdad? 

—¡Por supuesto! La maestra me enseñó a escribir, a cantar y me dice lo inteligente que soy. Mis labios se curvaron cuando vi a Harrian gritar alegremente. «Iré a donde quiera» Asentí. 

—Definitivamente iré— Lo prometí con el dedo meñique y la cara de Harrian se iluminó. 

—¡Nos vemos en la noche, debes venir! ¡Maestra Leah! —Sí, no corras, ve despacio, o te caerás.

Escuché como me respondía enérgicamente: —¡Sí!— a mis palabras. De camino a casa, volví a mirar la invitación. Tenía algunos errores ortográficos aquí y allá, pero aun así era una invitación perfecta. Sonrió por la ternura. Cuando llegué por primera vez a este pueblo, era una niña que ni siquiera podía escribir bien su nombre. Mientras caminaba por la calle con la invitación en la mano, los aldeanos que me vieron me saludaron. 

—Hola Maestra. 

—Hola.
Mientras nos saludábamos, un niño asomó la cabeza por detrás de la señora. Al igual que Harrian, yo era su maestra. 

—Maestra, tengo tarea que hacer. Es mucha. 

—Sí, definitivamente tienes que hacerlas. 

—Sí, lo haré. El niño, enfurruñado por su severa respuesta, me miró con resentimiento y su madre le dio un golpe. Me reí un poco. Yo era maestra en este pueblo. El pueblo de Movelto, donde me establecí, era varias veces más grande que la aldea de Yorkben, y aquí vivía mucha gente. 

La aldea de Yorkben era lo suficientemente pequeña para ser vista desde la cima de la colina, pero el pueblo de Movelto no se podía ver de un vistazo. Como era un pueblo tan grande, pude instalarme tranquilamente en un rincón del pueblo. Sin embargo, hubo personas que desconfiaban de mí ya que aparecí de repente, así que no era que no tuviera dificultad para establecerse. 

Para reducir la fricción con la gente, mezclé la verdad con la mentira. Dije que originalmente trabaje como maestra en otro pueblo, luego deje el pueblo debido a la muerte de mi abuela y luego vine aquí donde mi abuela vivió cuando era niña. Fue una mala mentira. Pero cuando mezclé la verdad, la gente pareció creerle un poco. En particular, parecían estar prestando atención al hecho de que estaba cubierta de heridas y las circunstancias que no podía decir lo notaron por mi ropa de luto.

Pude quedarme en el pueblo solo después de que me dijeran la amenaza de que me echarían si hacía algo sospechoso. Con una de las joyas de mi bolsillo que me devolvió la tía Margaret, pude comprar una pequeña casa. —Está aquí. —Buenos días. El tío que me amenazó también me saluda con la mano cuando me ve. Luego parpadeó torpemente. 

—Si tienes otra carta, por favor dímelo. Porque escribir guiones no es difícil. En la capital, la tasa de analfabetismo era tan baja que también se publicaban periódicos para la gente común, pero era todo lo contrario en las afueras. La casa con jardín a la entrada del pueblo me hacía recordar a mi casa donde viví con mi abuela y me enamoró. 

Dos meses después, comencé a enseñar a escribir y aritmética simple a los niños en la escuela donde hacían falta maestros. Incluso en la aldea de Yorkben, era mi trabajo enseñarle a escribir a los niños, así que pude adaptarme sin dificultad a ser maestra. En este punto, la vigilancia de la gente disminuyó gradualmente. Desde entonces, he seguido tratando de acercarme a los aldeanos. 

Como resultado, los aldeanos me saludaban y los niños aprendían, en solo un año, pero cuanto más lejos de la capital, mayor es la tasa de analfabetismo. Lo mismo sucedía en este pueblo alejado de la capital. Así que me hice cargo de la redacción de cartas y documentos, y pude ganarme la confianza de la gente poco a poco a través de este trabajo. 

—Todavía no he recibido ninguna carta, pero deberían estar aquí pronto. 

—Entonces ven a la escuela más tarde. Siempre estoy ahí. A mi respuesta mezclada con risas, el hombre puso los ojos en blanco e inmediatamente respondió brevemente: —Gracias—. Estaba muy feliz con el cambio que había hecho en un año. 

—¡Oh, señor! Bienvenido. Nos recibió la señora de la panadería, quien saludó a mi tío y entre a comprar mi almuerzo. Mientras recogía el pan, saludando, algo me llamó la atención y me puse rígida. Era una bandera que utilizaban para el Festival de Aktail. La bandera roja estaba bordada con las figuras de cuatro guerreros matando al dragón Aktail. Los nombres de los guerreros deben estar grabados en la parte posterior. Escuché la voz alegre de la dama desde atrás, cuando de repente me encontré con un rastro doloroso. 

—Es hora de sacarla para que no sea demasiado tarde para el festival. La usé el año pasado, así que tengo que lavarla. Oh ya veo. Ha llegado el día cuando se celebra el festival de Aktail. Sin darse cuenta, la mano que sostenía el pan, lo apretó con fuerza. 

—Maestra, ¿ha estado alguna vez en la capital? Un amigo mío fue a la capital para el festival de Aktail, y dijo que fue grandioso.

El emperador quería que el festival de Aktail fuera lo más grandioso y sus consecuencias se extendieron por todo el imperio. Incluso en las afueras del pueblo colgaron banderas el día del festival y bebieron una pequeña cantidad de vino para celebrar. 

—Sí, eso es correcto. Cuando cerré los ojos en respuesta a las palabras de mi tía, recordé ese momento. Las banderas bordadas en el cielo, la gente gritando los nombres de los guerreros, los cantos y vítores alegres... la abuela y yo. 

—Debaron. Era un nombre que había evitado deliberadamente siquiera pensar, apareció en mi mente. «Amargo». Sentí un fuerte sabor amargo en la boca. Sacudí la
cabeza suavemente para borrar el nombre de Debaron y alguien entró en la panadería. 

—Bueno, señora, ¿Escuchó eso? ¡También hay un nuevo maestro! El hombre, sacudiendo la cabeza, entró en la panadería, abrió mucho los ojos y nos miró a la anciana y a mí. Tragué saliva en un estado de extrema tensión y abrí la boca, y ante las palabras del hombre, dejé caer el pan que sostenía. 

—¡Aktail está despierto! 

◆══════════●★●═══════════◆ 

Aktail era originalmente una criatura noble. Había una chica que se acercó a Aktail, quien no se involucraba en asuntos humanos. No sabía en que estaba pensando, pero Aktail siguió a la chica al mundo humano y con la ayuda de Aktail, pudo construir el Imperio Theven como deseaba. La niña se convirtió en la primera emperatriz y Aktail permaneció junto a ella como el dragón guardián del imperio. Su amistad parecía durar para siempre. Fue un gran error. El tiempo los separó. La niña de manos jóvenes creció y se hizo adulta, y tarde o temprano, se convirtió en una persona al borde de la muerte. Mirando a la chica que lo miraba a través del velo de la muerte, Aktail prometió una cosa. 

—Te protegeré, incluso si mueres, permaneceré aquí para proteger lo que amas.

Ante su promesa, la niña sonrió y partió hacia Dios, y Aktail se quedó solo en el Imperio. Protegió a varios emperadores y protegió al imperio durante cientos de años. Así que cumplió su promesa. Hasta que la brecha entre la separación y el anhelo lo empapó de locura. 

—Cierre la puerta. Aktail logró contener su locura y les contó a quienes lo habían llevado a “la rareza”. Allí estaban el emperador del imperio, el caballero, el duque, el arquero y el guía quien los dirigía. “La rareza de Aktail” era un templo enorme y antiguo. Hace mucho tiempo, la primera emperatriz se lo había dado como regalo.

La enorme y pesada puerta, que nunca había sido cerrada ya que la abría directamente las manos Aktail, comenzó a cerrarse lentamente. “La rareza de Aktail” estaba repleta de magia que él mismo había invocado. Fue para evitar despertarme y destruir el imperio. Afuera, había una barrera creada por los magos de la torre con todas sus fuerzas. Con varias barreras, Aktail se rio, diciendo que no sería capaz de salir de ahí fácilmente. 

—Nuestro guardián. El emperador vaciló y dio un paso adelante. Aktail, lo miró con lastima, sonriendo. «Ese hombrecillo tiene miedo, miedo de que debe gobernar el imperio solo, y no puede soportarlo» Supongo que sí, durante mucho tiempo Aktail defendió al emperador
y al imperio. Fue mucho tiempo para Aktail, por lo que debe haber sido mucho más tiempo para los humanos. Así que dieron por hecho a Aktail estaría junto a ellos para siempre, como el suelo que pisan. Pero ya era hora de que desapareciera. 

—El tiempo lo cura todo. Aktail dijo eso y cerró los ojos. Los ojos dorados de Aktail perdieron su poder. 

«Con el paso del tiempo, algo puede aparecer para curar mi locura, así que solo esperare que así sea» 

—...guardián. 

—De todos modos, si me despierto de mi sueño, ven a ponerme a dormir antes de que se rompa la barrera que tú y yo hemos construido y nombra a un guerrero que ataque mis debilidades y vuelva a ponerme a dormir. Las lágrimas cayeron de los ojos de todos los que vinieron a despedir a Aktail. Como para apaciguar a esos niños, Aktail continuó con voz tranquila. 

—Así que déjenme volver a dormir con mi locura, hasta que el tiempo me cure, o surja otra esperanza. «Kung Kung» La enorme puerta se cerró. Ahora solo quedaba un pequeño espacio lo suficiente para ver sus caras. Aktail se rio a través de la rendija de la puerta. Los ojos dorados de Aktail se curvaron con tristeza y risa. 

—Entonces pórtense bien. Pequeños niños.

Con esas palabras, la puerta se cerró por completo. Aktail durmió mucho tiempo para evitar que la locura dentro de él se desbocara. A veces me despertaba, pero los guerreros lo volvían a dormir. Dormir y despertar, el intervalo no fue corto. 100 años, a veces más que eso. La paz pareció seguir. Pero esta vez, Aktail se despertó nuevamente después de solo tres años. Eso no tenía precedentes. Los primeros en saber que Aktail había despertado fueron los magos que manejaban “la rareza”. 

Lo que llamó la atención de los magos que estaban entusiasmados por el próximo festival, fue la herramienta mágica en forma de flor. La herramienta mágica, que se dice que está modelada según con la forma de la flor que la emperatriz le dio a Aktail por primera vez, cambiaba de color cada vez que había una señal de que Aktail se despertaba. Azul para los sonidos cercanos, luego escarlata como advertencia y rojo cuando está completamente despierto, y ahora, en la caja de vidrio, la flor es de un rojo vivo que no podían ignorar. 

—... ¿Quién se despertó? Las animadas conversaciones se desvanecieron y el silencio ocupó su lugar. El mago, que había venido a anunciar la noticia al emperador, respondió con la mirada en el suelo. 

—Aktail se ha despertado. 

Después de comprobar el color de la flor una y otra vez, vine corriendo tras comprobarlo, pero aparentemente el emperador estaba hablando con el príncipe heredero, la segunda emperatriz, y Beatrice quien estaba sentada en la esquina de la mesa. Sobre la mesa estaba el vino tinto que el Conde Tevius le había ofreció al emperador. Ante la respuesta del mago, la preocupación cayó sobre los rostros de la familia real reunida en sus asientos. 

—Su Majestad el Emperador. 

—lárguense. 

—Pero ¿cómo podría? 

El emperador levantó la mano con el rostro rígido. El príncipe heredero, que se había adelantado en una acción determinada dejo su asiento, miró al mago una vez y pronto se fue como se le ordenó. Cuando el príncipe heredero salió, los otros miembros de la familia imperial lo siguieron fuera de la habitación uno por uno, y en poco tiempo, solo el emperador y los magos que vinieron a informar la noticia permanecieron en la espaciosa habitación. 

El emperador guardó silencio durante mucho tiempo. Tocando la mesa de mármol con sus gruesos dedos. A los magos les sonó como si estuvieran siendo arrastrados a la pena de muerte. No era su culpa que Aktail se despertara, pero había una gran posibilidad de que fueran el blanco de su ira. El emperador Aarón siempre quería ser noble y perfecto, y no perdonaba a quienes lo arruinaban. En el pasado, el emperador una vez pisó lodo mientras caminaba por el jardín con la segunda emperatriz que amaba, y las suelas de sus zapatos se ensuciaron. 

«¿No mando a decapitar esa noche a los cuatro jardineros que administraban el jardín por solo mancharse los zapatos?» 

Cuando pensaba en la historia de los jardineros, ni siquiera podía respirar bien. De hecho, la historia de los jardineros no era especial para quienes vivían en el palacio imperial. 

—¿Entonces Aktail se despertó? 

—Sí, sí, sí. Cuando el emperador les preguntó, rompiendo el silencio después de mucho tiempo, los magos inclinaron mucho más la cabeza y respondieron. Con voz temblorosa hasta el punto de la lástima, pero Aron no lo escuchó. Porque tenía un mayor problema por delante. 

—¿Por qué?

El golpeteo de la mesa se hizo más fuerte. La sombra en el rostro del emperador se hizo más profunda. Hace unos 400 años, Aktail se despertó tres veces de su primer sueño. Incluso si lo aproximo, le llevó más de 100 años despertar de su sueño otra vez. Pero esta vez, fue solo después de tres años, se trataba de una situación sin precedentes. El cuerpo del emperador comenzó a temblar finamente. Sus ojos estaban mirando de un lugar a otro perdiendo un poco el control. 

El emperador estaba usando Aktail de manera muy útil. Recaudó más impuestos en nombre de mantenerlo bajo un estricto control antes de que Aktail se despertara. Hace tres años, cuando recibió el informe de que Aktail había despertado, lo usó como herramienta para aumentar su reputación. Aktail, quien originalmente era el dragón guardián del impero, enterró su pasado y lo cubrió de suciedad difundiendo falsos rumores en la capital. Crueles historias de que tan pronto como Aktail abriera los ojos, destruiría la capital y mataría a todos. 

Él también dijo que cuando era un dragón guardián, le gustaba comerse a las personas y disfrutaba masacrar debido a su locura, y la gente comenzó a creerle y agitarse poco a poco. Aquellos que conocían la verdad fueron silenciados por su gran poder antes de que pudieran siquiera hablar, y su ansiedad aumentaba día a día. Cuando los temores de la gente alcanzaron su punto máximo, estas palabras se agregaron al final de los rumores. 

—El trato es que Su Majestad el Emperador Aarón es quien derrotará a Aktail. 

Diciendo que solo los guerreros que él eligió podían matar al dragón. Convirtiéndose en su única esperanza contra el loco dragón. En un instante, la fama del emperador comenzó a dispararse, e incluso los nobles que se opusieron a él inclinaron la cabeza por resolver la situación de Aktail. Ya que una vez, se unieron como uno solo para silenciar al enemigo externo, Aktail. Gracias a eso, pudo ocultar las cosas sucias que estaba haciendo. 

«¿Por qué se desperto» 

Ya podía escuchar los gritos en sus oídos el emperador. Los oídos del emperador se llenaron de ilusiones auditivas gritos de ira, alegando que era su culpa de que Aktail se haya despertado tan temprano. Era obvio que colapsaría en un instante si se supiera este hecho, ya que era la popularidad y la fama creada por vender a Aktail. 

—¡No, no puede! El emperador negó con la cabeza. Apretando sus manos con tanta fuerza haciendo que la sangre no pudiera pasar. 

«Esto era algo que tenía que parar» 

—Incluso no puedo controlar al duque de Astolph. 

Debaron había estado actuando extraño desde hace un año. No fueron una o dos personas que lo vieron deambular buscando a alguien como loco con los pies descalzos. Está haciendo su trabajo, pero cuando el alma desaparece del cuerpo de una persona viva, con una expresión de que en cualquier momento se suicidaría, así era como se veía. 

«¿Qué rumoran los plebeyos?» 

El emperador apretó los dientes. Si hubiera sabido que esto sucedería, lo habría casado con la segunda princesa como estaba planeado, cuando la plebeya desapareció. Se rebela, pero cuando le muestro el estigma en el cuerpo de su hermana, vuelve a ser obediente. Fue un momento en el que me arrepentí de haberlo dejado por un tiempo como un acto de caridad. 

Si los hubiera casado, la situación actual podría haber sido suprimida, aunque sea por un momento usando el nombre del duque de Astolph. A diferencia del emperador, la fama y el honor del duque de Astolph no se construyeron de la noche a la mañana. «¡Changg!» El emperador golpeó la mesa con el puño. La mesa se sacudió con fuerza, y la taza de té y la tetera en la parte superior cayeron al suelo haciendo un sonido agudo. 

«Ahora no es el momento de insistir en el pasado que nunca sucedió» 

—¡¡Jefe de estado mayor!! 

—Sí, Su Majestad el Emperador. El emperador grito con voz quebrada por la ira, la puerta se abrió y entró un hombre. El cuerpo del emperador, mirando al hombre, temblaba finamente por la ira. Y grito muy fuerte, eso hizo estallar sus oídos.

—¡Llama a los guerreros ahora mismo! ¡¡¡Ahora mismo!!! 

◆══════════●★●═══════════◆ 

El ducado de Astolph estaba oscuro. La luz del sol entraba a raudales por la gran ventana y la cálida brisa primaveral entraba por la puerta abierta y llenaba la mansión. Sin embargo, los rostros de los sirvientes de la casa del Duque estaban oscuros como si estuvieran en pleno invierno. Todos contenían la respiración y se movían con el mayor cuidado posible. Fue después de que la plebeya desapareciera hace un año que la residencia del duque cambió así. 

—¿Dijeron que tuvo un accidente o que un monstruo la ataco?

La plebeya se fue a enterrar a su abuela, pero nunca regreso, y por motivos que se desconocen, el duque de Astolph estuvo varios días fuera de la capital. Y tan pronto como regresó, echó al mayordomo Steven. 

—¡Duque! El mayordomo lloro frente a Debaron. Siempre había sido un hombre pulcro y nunca había perdido su dignidad. 

—¿Por qué me hace esto? ¿Qué hice mal? Debaron no respondió. Simplemente hizo una seña a los que estaban detrás de él para que lo sacaran y se dio la vuelta. Los ojos de Steven se agrandaron como si apenas se diera cuenta que sería arrastrado por los caballeros.

—¿Me vas a expulsar por esa plebeya? ¡Es un malentendido! Siempre he hecho lo mejor por Cordelia. Las hierbas medicinales siempre han sido de la más alta calidad y he dado generosas donaciones para que los sacerdotes siempre pudieran venir. Este anciano ha cuidado a Cornelia como a una nieta. ¡Lo que sucedió la última vez fue solo un error! 

—¿La cuidaste como a una nieta? Ante las palabras de Steven, Debaron se giró para pararse junto a la ventana. «Era oscuro». Eso es lo que pensó Steven. Tal vez porque estaba bajo la luz de la luna, la cara de Debaron no la podía ver bien a contraluz. Lo he visto desde que era un niño, pero esta es la primera vez que lo veía así.

—Bueno, Steven, dime. 

—Cómo... Temblando, Steven se echó hacia atrás. Sin embargo, no pudo escapar porque los caballeros lo tenían agarrado de los brazos. Poco después, Steven fue enterrado en la sombra de Debaron. 

—Si la has cuidado preciosamente como si fuera tu nieta, puedes decirme cuál era su comida favorita. Steven se quedó en silencio. «Comida favorita», era solo una pequeña cosa que podía saber incluso si solo estuvieron juntos por unos días. Sin embargo, era algo que Steven no sabía. Después de un largo silencio, la mirada de Debaron se posó en la criada, que estaba de pie en un rincón.

Era Bell, quien había estado cuidando a Cornelia. Bell, se sorprendió por sus miradas. Steven miró a Bell como diciéndole que mantuviera la boca cerrada, pero ella dio la respuesta. 

—Le gustan las galletas con polvo de bellota. También disfrutaba del té hecho con flores secas de Miju. Al escuchar la respuesta, Debaron asintió para que se retirara. Tan pronto como Bell salió de la habitación, un grito estalló al mismo tiempo. Fue porque Debaron levantó el pie y pisoteó la mano de Steven. Lo piso con tanta fuerza que pudo escuchar como rompían sus huesos. Los rostros de los caballeros estaban sutilmente distorsionados. 

—Steven.

Su voz era tan fría que podía sentir escalofríos por la espalda. 

—¿Sabes por qué accedí a que gastaras libremente los fondos del ducado? 

—¡...! 

—¿Cómo? Una risa baja cayó sobre su rostro. 

—Al menos contigo, tenía una mínima protección. Mi tío y la sirvienta fueron expulsados, y si tú también hubieras sido expulsado, no habría nadie quien la protegiera y fuera su escudo mientras yo no estaba. «¿Escudo? ¿De qué estaba hablando?» Todos en la sala se esforzaron por armar el rompecabezas que no encajaba.

Hace dos años, Debaron, quien de repente se alejó de su tío y su doncella, quienes fueron fríos con Cornelia, «¿él lo había elegido como escudo?» Sentía como si juntara las piezas equivocadas de un rompecabezas. Sin embargo, aquellos que conocían la respuesta simplemente siguieron escuchando sus palabras. 

—Como te gustaba el dinero, pensé que mínimo la cuidarías. Me quedé sin palabras. Fue solo entonces que Steven pudo ver la cara de Debaron en detalle. Steven tragó saliva. Cuando era muy joven, pudo ver a un asesino que era perseguido por los caballeros. El asesino se rio ya que lamentaba no haber podido matar a Steven mientras los caballeros lo arrastraban. La mirada que vio en ese entonces estaba justo en frente de él.

—Mátalo. Y recupera todo el dinero que se haya rembolsado. Eso fue lo último que supieron del mayordomo Steven. Y de eso ya hace un año. «Suspiro...» Antes de tocar la puerta de la oficina, el nuevo mayordomo se tocó el cuello sin motivo alguno. Hace un año, fue agradable empezar a trabajar de repente en la residencia del duque de Astolph, pero todavía le tenía miedo a su señor. 

Escucho que el antiguo mayordomo había olvidado su posición y fue expulsado por engañar al duque. Dijeron que había alterado el libro mayor poco a poco. También escucho que descubrieron su fraude, pero él también había oído hablar de ese tipo de cosas de vez en cuando. El propietario siempre estaba fuera durante largos periodos y solo él mayordomo se encargaba de todo, y había abusado de su puesto. 

«Sí, merecía ser expulsado» 

Pero, él sabía que había una razón más grande que esa. Fue por una chica llamada Cornelia. Los enormes fondos del duque se esparcieron por el aire para encontrarla. La sigue buscando, pero aun no la ha encontrado. Se mordió levemente la punta de la lengua para evitar decir sus pensamientos que son tabú. 

—¡Por favor, dejenme ver al Duque! Tienes que tener cuidado de no hacer eso. El hijo del ex mayordomo, a quien le confiscaron toda su propiedad y debía mucho dinero que no podría pagar aunque trabajara toda su vida, se aferraba a los caballeros. El mayordomo negó con la cabeza y llamó a la puerta de la oficina. Cuando entré, vi a Debaron sentado en la ventana salediza, mirando hacia el anexo este. No sería extraño si se derrumbara justo ahora y no pudiera abrir los ojos para siempre. 

—Duque. Llamé al Señor, pero no hubo respuesta. Era tan común que el mayordomo siguió hablando. 

—Su Majestad ha enviado a un hombre desde el Palacio Imperial, para hacerle saber que Aktail se ha despertado... Mientras ponía la carta del palacio imperial sobre el escritorio, el mayordomo respiró hondo. Su severa mirada estaba dirigida a la carta.

—¿Quién se despertó? Antes de que el mayordomo pudiera responder, Debaron se levantó y se acercó, abrió la carta y sonrió. Su risa fue una mezcla de ira y lágrimas. 

—Por qué, ahora... apenas... Las desconocidas palabras fluyeron y luego desaparecieron. Después de un rato, Debaron, se levantó, escribió algo y se lo entregó al mayordomo. 

—Mayordomo, envíe esta carta aquí. Con una extraña mirada entre lágrimas y risas, Debaron salió de su oficina y se dirigió directamente al Palacio Imperial.

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Cuando Feriel llegó al palacio, se detuvo en el pasillo. Mirando la situación, parecía haber llegado primero. Parecía que el Conde Tevius y los demás tardarían algún tiempo en llegar. 

—Me quedaré aquí y si alguien viene, iré con él. Estaría bien que entrara en la habitación, pero era demasiado inteligente para decirle tal cosa al sirviente. «Uf», Feriel dejó escapar un pequeño suspiro. En este momento, si fuera Debaron o Leonid, habría entrado junto con alguno a la habitación de forma natural, y si fuera Rousel, habría agarrado al asistente y le habría pedido que entrara con ella. Cornelia habría hecho lo mismo. 

—Cornellia.

Tan pronto como recordé su nombre, mis ojos se agrandaron y mi barbilla se tensó. Cuando pienso en Cornelia, me dan ganas de llorar y apenas puedo bloquear la culpa que siento. Descubrí que Rousel estaba haciendo sucios planes. Sin embargo, no se le dije a Cornelia. No, antes de eso, ignore a Cornelia cuando me pidió ayuda. Fue una orden de su padre, el Conde Tevius. Estaba pensando en responder su carta, pero solo la ignore porque tenía miedo de que me echaran de la mansión. Cuando Debaron estuvo buscando a Cornelia, no pude ayudarlo. 

—No seas estúpida. Tú eres la que más se beneficia si ella está muerta. «Tug», el duque de Astolph también es un estúpido. Manchar su honor de esa manera.

El conde Tevius se rio de Debaron y la expulsó de la capital en caso de que Feriel quisiera ayudarlo. La excusa que uso, era que se fue para aprender magia, y tenían que pasar un tiempo en confinamiento. Por esa razón, Feriel no había escuchado ni una sola palabra sobre Cornelia en el último año. Todo lo que Feriel sabía era que Cornelia había sido atacada y asesinada en la aldea de Yorkben. Feriel, que había estado jugueteando con su mano, la levantó y se frotó el rabillo del ojo con el borde de la manga. No puedo llorar porque tengo que reunirme con el emperador junto con los otros nobles de alto rango pronto. Frotándose los ojos, Feriel miró deliberadamente por la ventana.

Tenía la intención de calmar mi mente mirando la magnífica vista del Palacio Imperial, pero lo que llamó la atención de Feriel fue su uniforme blanco. El uniforme blanco hecho solo para los guerreros, sin una mota de polvo, y ella era una guerrera y lo estaba usando. 

—Cuando vi el uniforme por primera vez, pensé que era realmente genial. Pensé que no tendría que ser golpeada de nuevo si lo usaba. Pensé que no tendría que morirme de hambre y que mi familia me reconocería. «Fue solo una ilusión» Las palizas habían desaparecido y ya no me moría de hambre. Sin embargo, no recibió la aprobación de su familia. 

El conde de Tevius decía que era su hija en público, pero era diferente cuando la gente no lo veía. «No valió la pena el haber vendido a su única amiga. No puedo creer que me diera cuenta de eso hasta ahora». Por un momento se miró fijamente en el cristal de la ventana, y Feriel volvió la cabeza. No podía esperar para volver y quitarse el uniforme. Mis ojos estaban enrojecidos de nuevo. 

—¡Oh, Debaron! Fue Debaron el que apareció ante los ojos de Feriel, ya que cruzaba el pasillo del Palacio Imperial, mientras se presionaba la comisura de los ojos para no llorar. Se acercó con una sonrisa, llamándolo, pero Debaron casi pasó de largo como si no la hubiera visto.

Debido a que Feriel lo llamo de nuevo, pudo volver a ver la cara de Debaron después de un año. Estallo en una risa triste. Se sintió un poco aliviado por el hecho de que no era el único que sufría, y a ella le preocupo cómo había vivido todo este tiempo Debaron, ya que notaba que él había sufrido más que ella. 

—Mucho tiempo sin verte. Debaron no respondió solo miró a Feriel con los ojos vacíos y asintió. Había olvidado cuándo se habían visto por última vez. Mientras caminaban por el pasillo del palacio real, las palabras sin sentido iban y venían. Debaron solo escuchó en silencio a Feriel.

—He estado en el territorio de Tevius. Debido al entrenamiento mágico. Gracias a eso, no escuché mucho sobre la capital. Feriel, que estaba hablando en voz baja, se calló. Presioné mis labios y luché por hacerle la pregunta. Sus ojos estaban fijos en el piso del Palacio Imperial. 

—Oye, Debaron, ¿Cornelia está realmente muerta? 

—...Sí. 

—Sí es cierto. Sus lágrimas al final brotaron ante la seca respuesta. Estoy segura de que la gente me miraba raro. «Si vuelvo a la mansión, mi padre me regañará». No pensé en detener mis lágrimas incluso con tales preocupaciones.

—Vaya, debería haberle dicho todo cuando le di los pergaminos. Si ese hubiera sido el caso... 

—¿Pergaminos? ¿Cómo sabes que Cornelia tenía un pergamino? 

—¿Oh?— Cuando levante la cabeza, Debaron la estaba mirando. De ningún modo. Feriel rápidamente agarró el brazo de Debaron. Con urgencia lo abrazo, Debaron estuvo a punto de tropezar. 

—Debaron, ¿Cornelia usó el pergamino? ¡No el de ataque, si no el de movimiento! ¡El pergamino de movimiento! Cuando Debaron asintió, el rostro de Feriel se llenó de alegría. Feriel grito sonriendo con los ojos llorosos.

—Cornellia puede estar viva. 

Poco después de que los llamara el emperador, los cuatro guerreros estaban parados en medio de la gran audiencia. Cuando apareció el emperador, los guerreros inclinaron la cabeza, al igual que los cabezas de familia que vinieron junto a los guerreros. La madre de Leonid, la Marquesa Kaitz, el padre de Rousel, el Marqués Clayer y, por último, el padre de Feriel, el Conde Tevius. Cuando el emperador se sentó en el trono y agitó su mano ligeramente, todos levantaron sus cuerpos inclinados. Solo había irritación e ira en el rostro del emperador, quien normalmente habría compartido algunas palabras agradables mientras miraba a los guerreros.

—Saben por qué los llamé. Sin un saludo casual, el tema principal apareció de inmediato. No solo los guerreros sino también los cabezas de familia endurecieron sus rostros ante las palabras del emperador. Porque si cometían algún error, el honor que recibían como guerreros desaparecería. El emperador continuó hablando, barriendo su rostro cansado. 

—No importa por qué sucedió de nuevo. Lo más importante, ¡esto sucedió cuando Jim gobernaba el imperio! «¡¡estallido!!» Tan pronto como termino de hablar, el emperador golpeó el reposabrazos del trono con el puño.

Ferial se encogió ante el repentino grito y Rousel se preocupó. Leonid, quien siempre sonreía, también perdió la sonrisa esta vez. Debaron era el único sin expresión como de costumbre. Feriel lo miraba ya que sospechaba, se tocó el rostro por un momento, como si nunca hubiera hablado con Feriel, y se cayó. 

—Su Majestad el Emperador. Mientras el emperador contenía la respiración, Leonid dio un paso adelante como si hubiera decidido algo. Los ojos del emperador, que estaban rojos de ira, miraron a Leonid. 

—Convirtamos la crisis en una oportunidad.

—Oh, ¿convertir la crisis en una oportunidad? Parece que el pequeño marqués Kaitz tiene una buena sugerencia. La respuesta llegó, con una mezcla de burla e ira, y Leonid se mordió el labio. Podría haber sido peligroso si su respuesta no le hubiera gustado al emperador, pero solo asintió y siguió sonriendo. 

—Sí, Su Majestad el Emperador tiene razón. Lo que nos importa ahora no es por qué Aktail se despertó de nuevo. Lo importante es que Aktail se despertó dos veces en un corto período de tiempo. 

—… —En mi opinión, las barreras que los magos y Aktail usaron para hacerlo dormir, ya no logran hacerlo dormir por más tiempo.

«Hick», Feriel se quedó sin aliento ante las palabras de Leonid. Teniendo en cuenta el período posterior a que Aktail se quedara dormido, no era del todo improbable. 

—Entonces, Su Majestad el Gran Emperador. Te reto a que hables. Leonid lo dijo en un murmullo. La mirada del emperador era decidida y codiciosa. 

—Espera que matemos a Aktail para elevar el nombre de Su Majestad. Lo ayudaremos con eso.

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