Capitulo 9-13

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—Duque Astolph.

Mientras se giraba lentamente ante la voz que lo llamaba, vio a un hombre de mediana edad parado ahí. El hombre de rostro pulcro y atuendo formal era un hombre que conocía bien Debaron, era el padre de su colega Feriel, el Conde Tevius.

—Conde Tevius.

Por la expresión y la voz de Dabaron mirando hacia Conde, se podía percibir la clara señal de que no era bienvenido. Ni si quiera lo vio más de dos segundos ya que poso su mirada en la ventana detrás del conde.

Sin embargo, con indiferencia, el conde le dijo:

—Hace mucho tiempo que no lo veo—, luego se tocó el bigote y continuo.

—Escuché que reprimiste a los rebeldes antes de que se celebrara el festival por orden del Emperador. Después de la represión tan

pronto como llego a la capital era el Festival de Aktail... Debió haber tenido muchos problemas.

—No.

—Sé que los rebeldes no son un problema para usted, duque Astolph. De los rumores que circulaban en el palacio escuché que los reprimió como si ya supiera con anticipación su ubicación.

—Dios simplemente me ayudó.

—El traslado de la tumba de Su Majestad el primer emperador al Palacio Imperial también fue todo un éxito. Ya quien los dirigió fue usted mismo duque Astolph.

—Sí.

A pesar de la corta respuesta de Debaron, el Conde Tevius se echó a reír y exclamó:

—¡El Duque es demasiado humilde!

Debaron permaneció en silencio. Sin embargo, el conde no lo dejó ir. Simplemente cambio de tema y siguió hablando.

—Ah, ahora que lo recuerdo, he escuchado buenas noticias de su ducado.

Los labios del Conde Tevius se curvaron en una ligera sonrisa como si estuviera felicitándolo.

—Finalmente, la plebeya ha abandonado la residencia del duque. Finalmente, todas sus preocupaciones se han terminado, felicitaciones. Duque Astolph.

Ante las palabras del Conde Tevius, Debaron arqueó las cejas y dejando de mirar asía la ventana su mirada la dirigió al Conde.

Su mirada era severa, pero el conde, no lo noto y seguía sonrió agitando la mano.

—Sé lo problemática que fue esa plebeya, no puedo creer que se uniera junto a los guerreros solo porque los guio hasta el dragón. Estoy seguro de que las indicaciones de mi hija eran más que suficientes. Desde que era una niña, fue una alborotadora que le gustaba estar de aquí y allá.

Es patético, pero el conde entrecerró los ojos mordiendo ligeramente su lengua. Estaba claro que estaba pensando en Feriel. Recordándola ya que siempre era Feriel quien lo miraba con esos mismos ojos. Sin embargo, cuando miro a Debaron de nuevo, los ojos del conde tenían la misma sonrisa que antes.

—Nosotros y las otras familias de los guerreros sufrimos mucho por culpa de la plebeya que no conocía su lugar. Por supuesto, no se puede comparar a lo que sufrió el duque quien la acogió en su mansión y cuidó de ella.

El conde Tevius, que había estado hablando hasta ahora, de repente se calló. Fue porque su visión se oscureció de repente. No es posible que haya oscurecido de repente. Mientras levantaba la mirada, Debaron lo miraba de espaldas a la luz del sol que entraba por la ventana.

¿Oh? El Conde parpadeó ante el repentino cambio de atmósfera. El cuerpo de Debaron, que en si era grande debido a la luz del sol,

parecía enorme y su rostro se veía más oscuro. El conde casi dio un paso atrás, tragando saliva sin darse cuenta. En silencio, su mirada era afilada.

—... Conde Tevius.

Fue solo un instante de silencio, pero debió de ser largo para el conde. Cuando Debaron volvió a hablar, el conde sintió escalofríos.

—Cuide su lenguaje.

Luego, su mano se acercó lentamente al cuello del conde. «¡Detente!» El Conde se encogió de hombros sin darse cuenta. «No puede ser, no puede hacerlo», pero por un momento sintió como si la mano fuera a estrangularlo.

Había empezado a llover, la mano de Debaron solo se acercó al patrón del conde Tevius bordada en el cuello de su camisa tocándolo con la yema de sus dedos.

—No es como si no supieras dónde y cómo volverán las palabras que acabas de decir.

Debaron, que solo le hablo hasta ese momento, le dio también una ligera sonrisa torcida.

—En realidad, el Conde tiene suerte. Pero poco a poco, esa misma suerte se va a acabando.

Eso fue todo. Debaron se dio la vuelta sin arrepentirse de lo dicho y siguió su camino. El Conde, se quedó solo en el largo pasillo del palacio imperial, y pudo respirar profundamente solo cuando ya no era visible la espalda de Debaron ya que lo seguía viendo mientras se alejaba.

—…bastardo loco.

¿Que está mal con él? ¿Por qué reacciono así, después de que la ha tratado tan fríamente hasta ahora?

El conde, sin saberlo, tocó el emblema que había tocado las yemas de los dedos de Debaron.

—Circula el rumor de que se volvió loco debido a las secuelas al matar al dragón, su comportamiento es el ejemplo de ello.

De lo contrario, no entendía su actitud. El conde, chasqueo la lengua mientras miraba dónde desaparecía Debaron, logrando girarse e irse.

•❅──────✧✦✧──────❅•

Parpadeé lentamente mis ojos ante el cansancio que pesaba sobre mi cuerpo. Después de sufrir por culpa del emperador, fue el extraño conde quien lo fastidio esta vez.

El conde Tevius, a quien normalmente odiaba, en este momento lo odie aún más.

Esperemos un poco más. Era algo con lo que tendría que lidiar cuando pasara el tiempo. Debaron se mordió el interior de los labios.

—Duque Astolph.

No, no sería con el único con el que tendría que lidiar. Había muchas personas yendo y viniendo entre los largos pasillos del Palacio

Imperial, y la mayoría se acercó a Debaron con una sonrisa en el rostro tan pronto como lo veían.

—Las buenas noticias son como el viento.

—He oído que finalmente, el plebeyo abandonó su mansión.

—¡Felicitaciones, Duque!

La gente se le acercó sin siquiera saber cuáles serían las consecuencias con las palabras que pronunciaban para ganarse su favor.

Las voces felices que ocultaban sus verdaderas intenciones, Devaron solo los veía haciendo un gesto mientras su fatiga se intensificaba. Finalmente, entró a una habitación, evitando a la gente. Ya fuera una habitación para invitados, la habitación estaba cuidadosamente arreglada y vacía. Debaron arrojó el sofocante abrigo blanco del uniforme en el largo sofá y desabotonó uno de los botones de su camisa. Solo entonces desapareció la sensación de estrangulamiento y respiro un poco más cómodamente. Tan

pronto como se sentó en el sofá, se derrumbó. Devaron se secó la cara.

Thearbold, el líder de los caballeros de Astolph, lo siguió, y hablo con cuidado, prestando mucha atención en el estado de ánimo de Debaron.

—Duque, me he encargado de Simone como lo ordeno. Nadie dudará porque estuvo abarrotado el festival y él estaba bajo la influencia del alcohol.

Debaron asintió y escribió algo en una hoja de papel. Luego le entregó la nota a Thearbold.

—Por favor, entrégale esto a Vand.

El nombre de las personas que le habían hablado antes estaba escrito en la nota que le había dado a su vasallo.

Sabiendo que se debía a la falta de respeto cometida hacia la plebeya en lugar de la falta de respeto cometida hacia el mismo Debaron, pensó en intentar detener a su maestro, pero simplemente asintió. Porque

esta no era la primera vez que sucedía. Después de que Thearbold inclinó la cabeza y salió, escuchó un sonido estridente era el vasallo que estaba haciendo guardia fuera de la habitación estaba evitando que alguien entrara.

La mirada de Debaron, cuando finalmente se quedó solo, se dirigió a la enorme ventana. Exactamente la de ella. Estaba muy lejos y no podía ver el interior. «¿Te fuiste?»

El sol todavía estaba saliendo. Si montaba a caballo en este momento, podría cruzar las puertas antes de que el sol se pusiera por completo.

Si corre a toda velocidad, podrá alcanzar el carruaje cuando se detengan a descansar en el medio. Incluso aunque haya salido temprano en la mañana, el carruaje era lento, por lo que aún tiene mucho tiempo.

«¡Ah!» Los ojos de Debaron se entrecerraron. Antes de darse cuenta, se había levantado y ya sostenía el pomo de la puerta.

Un poco más tarde si no hubiera recuperado el sentido cuando agarro el pomo de la puerta, podría haber estado yendo a montar su caballo.

Debaron con determinación pudo mover su mano del pomo y se sentó de nuevo en el sofá. Me sentí más cansado que cuando traté con la gente de antes.

«Ella volverá» Se agarró con fuerza las manos y esa fue a la conclusión que llego Devaron. Volverá. No tiene ninguna razón para no volver. Ya ha pasado la parte más peligrosa la cual le preocupo desde el principio. «Creo que solo podre relajarme cuando regrese. ¿Tendre que agachar un poco más la cabeza?»

Numerosos pensamientos vinieron a mi mente y luego se calmaron.

—Cuánto tiempo más...

Mientras Daebaron murmuraba su mirada estaba fija en otro lugar. Sangre roja se deslizaba por sus mejillas.

—De, Devaron, ¿estás aquí?

Escuche una cautelosa voz.

•❅──────✧✦✧──────❅•

El viaje hasta la aldea de Yorkben fue más fácil de lo que pensaba. Aunque no fue en el carruaje más grande de la residencia del duque, todavía era un carruaje grande, por lo que no hubo muchos movimientos tampoco hubo dificultades como ataques repentinos de algún monstruo. Gracias a esto, el pergamino que me dio Feriel se quedó guardado entre mis brazos. Pensé que no lo usaría, así que lo guardé en mi bolsillo de cuero junto con algunas gemas que tenía para emergencias. En el pueblo donde llegamos, conseguí habitación en una posada pequeña pero ordenada, y la comida no estaba mal.

Los caballeros no me trataron con tanta frialdad como antes, tal vez porque sintieron

pena de mí por perder a mi abuela. No, fue mucho, pero mostraron un favor, qué conmovedor fue eso. Al ver al caballero extender su mano hacia mí cuando bajaba del carruaje y me dijo que tuviera cuidado, de alguna manera me sentí feliz y amargada.

El carruaje corrió sin detenerse y, gradualmente, a medida que me acercaba a la aldea de Yorkben, mi corazón se llenó de emoción.

—Un poco más lejos, y ya llegamos a la aldea de Yorkben.

Asentí ante las palabras del caballero que me escoltaba. Conocía el paisaje que se veía por la pequeña ventana del carruaje. Si van un poco más lejos de aquí, encontrarían un camino que solía utilizar para poder llegar al otro pueblo donde solía comprar los víveres. Cuando llegamos y entramos al bosque, la entrada al bosque seguía siendo igual a como la recordaba también era donde solía recoger setas. Si caminaban un poco más y luego

giraban a la derecha, encontrarían un arroyo, al cual solía venir con mi abuelo en verano.

—Oh.

Mientras rastreaba los rastros de mis recuerdos uno por uno, una señal apareció ante mis ojos. El letrero que había colocado el tío Bill era antiguo, pero su escritura era tan clara que parecía nuevo.

[Aldea Yorkben]

Finalmente, regresé a la aldea de Yorkben, donde crecí. Tan pronto como el carruaje se detuvo, me bajé apresuradamente. El pueblo al que regresé después de dos años no había cambiado, y permanecía como estaba en mis felices recuerdos.

—Oh, Dios mío, ¿quién eres?

—Es Cornelia.

—¡Hermana Cornelia!

—¡Salgan todos, Cornelia ha vuelto!

El tío Bill, quien me encontró, gritó en voz alta, y la gente salió de sus casas una a una y corrieron hacia mí con caras brillantes.

—Cornelia, ¿viniste desde la capital?

—debes estar cansada.

El tío Bill, Isaac y Adele, la Sra. Fuzzy, Maurice y Berry, y...

—Es bueno verte, Cornelia.

La tía Margaret me abrazo. Era una calidez que nunca había sentido en la capital. Nadie aquí me trató como si fuera una piedra. No la ignoraron y no la veían como la plebeya que vivía en la residencia adjunta del duque.

—Ya estoy de vuelta. Gracias por la bienvenida.

Me dieron la bienvenida. Ya estoy de vuelta. Parecía como si me hubiera perdido mientras viví en el ducado durante los últimos dos años. De alguna manera, mi lengua parecía haberse endurecido.

—...Gracias a todos.

Me ahogue con las palabras que no había dicho en dos años. Rompió a llorar en los brazos de la tía Margaret.

—Sí, la abuela Hibi murió.

—Sí...

Me senté en la mecedora donde solía sentarse mi abuela y asentí. El tío Bill, sentado en la silla de enfrente de la mesa, derramó lágrimas, y la tía Margaret asintió con el rostro sombrío.

—Era ya de avanzada edad y tenía una enfermedad crónica.

—Trabajaste duro estuviste sola junto a ella en su lecho de muerte, Cornelia.

Sonreí levemente ante las palabras del tío Bill llenas de tristeza y duelo.

¿Sufrí, no hice que se preocupara hasta el momento en que murió? No importa cuánto lo piense, era una muy mala nieta.

Mientras jugueteaba en silencio con mis dedos, la tía Margaret cambió de tema. Pareció darse cuenta de que estaba teniendo dificultades con este tema.

—¿Vas a celebrar el funeral de Hibi aquí?

—Sí, quiso ser enterrada en su ciudad natal lo dejo claro en su testamento.

—Sí, no te preocupes de nada tan solo descansa. Debes haber tenido dificultades para poder llegar hasta aquí desde la capital. No se lo diré al alcalde.

—Cena en nuestra casa. Cuidé de tu casa, pero ni siquiera la abastecí de víveres…— la tía Margaret, cambió de tema.

Sólo entonces mi casa apareció ante mis ojos por sus palabras. Ciertamente, mi casa, a la cual regresó después de dos años, era vieja, pero estaba limpia. No había muebles rotos, e incluso la ropa de cama y las mantas estaban limpias. Miré a mí alrededor durante un rato está en excelente condiciones y podía habitarla de inmediato.

—Gracias, tía. Por haberte encargado de la casa.

—¿Qué quieres decir con eso? Por supuesto que tenía que hacerlo. ¿No tienes frío? Siempre tenías frío cuando eras niña. ¿Debería prender la chimenea?

—Estoy bien porque llevo un chal y aún estamos en primavera.

Me reí acomodando el chal sobre mis hombros. El tío Bill me habló con voz alegre.

—limpiamos tu casa por si volvías de repente de la capital y ¡Repare todos los muebles rotos!

—Oh, tiré la pequeña silla. No pude evitarlo porque tenía las patas rotas.

¿Capital? Abrí mucho los ojos ante las palabras de mi tío. ¿La tía Margaret fue alguna vez a la capital?

Sintiendo mi mirada, la tia Margaret de repente le dio un codazo al tío Bill en las costillas.

—Cariño, Cornelia, debe tener hambre. Ve a casa y trae unas salchichas y sopa.

—¿Quieres un poco de carne? Fumamos un poco la última vez.

—Sí, eso también. Vamos.

—Bien, bien. Cornelia, espera un minuto. Tu tío mostró sus habilidades el día de ayer. Eres muy afortunada. Comerás la comida de tu tío es...

—¡Oh, vamos! Date prisa y trae la comida ya después tendrás tiempo para presumir. No vez que tiene hambre. ¿Cuánto tiempo vas a dejarla morir de hambre?

Finalmente cuando el tío Bill fue empujado por la espalda por la tía Margaret, abrió la puerta y se fue, la tía cerró la puerta y se hizo el silencio entre las dos.

Ella evitó mi mirada y simplemente yo la miraba sin decir una palabra. «De ninguna manera. Ella no escuchó esos rumores malicioso, ¿verdad?»

—Tía, ¿fuiste alguna vez a la capital?

Fui yo quien rompió el silencio. Ante mi pregunta, bajó la mirada al suelo y luego asintió.

—... Sí, fui un tiempo por trabajo. Y... también escuché los rumores.

Por su respuesta me sentí mareada y todo mi cuerpo sintió un escalofrió.

No quería que mi abuela y los aldeanos escucharan los maliciosos rumores. Porque estoy segura de que ellos sentirán más dolor que yo.

«Negué desesperadamente. Tengo que inventarle una excusa... Tengo que inventar una excusa... No quiero que la tía se sorprenda»

—Cornelia.

De repente, sentí una cálida calidez en mi hombro. Cuando levanté la cabeza sorprendida, la tía Margaret decidida me miró.

—Regresa.

Diciendo eso, me abrazó con fuerza de nuevo, con su gran mano me dio unas palmadas en la espalda como si estuviera calmado a un bebé.

—Me preguntaba qué podría hacer por ti después de escuchar los feos rumores en la capital. Después de todo, a la conclusión que llegue fue de limpiar tu casa, ya que pensé que si tenías un lugar al que regresar, podrías sentirte un poco más cómoda.

—Tia…

—Has pasado por muchas cosas hasta ahora. Siento no haber estado allí para poder ayudarte.

Negaba mientras la escuchaba temblando entre lágrimas.

Era algo que quería escuchar. Pero era algo que quería escuchar de otras personas, no de mi tía.

«Lo siento, lo siento por no poder ayudarte. Lamento mucho haberte hecho sentir tan sola todo este tiempo Cornelia»

Quería escuchar eso... de Debaron y sus colegas. Mordí el interior de mis labios con fuerza para no llorar. Pero derrame lágrimas al final mojando la ropa de mi tía.

—Has resistido bien, Cornelia. Incluso la abuela Hibi estaría orgullosa de ti. Y ahora, ella se sentirá cómoda en el amplio campo al otro lado del río. Espero que lo hagas, espero que no te enfermes y que te sientas cómoda aquí. No te preocupes por nada, tómatelo con calma...

Finalmente, mis lágrimas volvieron a fluir y asentí en los brazos de mi tía. Fue un día en el que no

pude dejar de llorar. Al día siguiente de mi regreso a la aldea, se llevó a cabo el funeral de mi abuela.

Fue repentino, pero gracias a que la mayoría de los aldeanos detuvieron su trabajo y las ayudaron, fue suficiente para celebrar el funeral. Me quité la ropa de luto que había estado usando en la capital y me puse la ropa de luto que me trajo la tía Percy.

La ropa de luto preparada por el mayordomo de la familia Astolph estaba hecha de las mejores telas, pero me gustó mucho más la ropa de luto ligera que me trajo la tía. Todos los habitantes del pueblo asistieron al funeral y cuando el sol comenzó a caer, comenzó el funeral.

—La abuela Hibi nació en la aldea de Yorkben y siempre ayudó a las personas con su profunda sabiduría...

No hubo tiempo para llamar al sacerdote, por lo que el jefe de la aldea fue quien leyó el discurso de despedida. Miré hacia el ataúd de mi abuela, escuchando la despedida del jefe, cuya voz iba

disminuyendo paulatinamente ahogado por la tristeza, y los lamentos de los aldeanos desde atrás.

Esta es la última vez. Esta fue la última vez que pude ver a mi abuela. Sentí la mano de la tía Margaret sobre mí. Sentía como temblaba por la tristeza la mano de mi tía, la que siempre sentía fuerte.

—Por favor, duerme en paz.

Tras el torpe pero sincero discurso de despedida del Alcalde, el féretro donde dormía la abuela se fue al fondo del suelo. Los aldeanos lo cubrieron con tierra y yo también lo cubrí cuidadosamente con manos temblorosas. En cierto modo, el funeral tuvo lugar mucho después de la muerte de mi abuela. Los lamentos de la gente eran más fuertes y miré la lápida con su nombre.

[Hibi. La tercera hija de Milton y Leah, la madre de Machiel y la abuela de Cornelia duermen aquí.]

El nombre grabado era corto. Porque los plebeyos no podían tener apellido. Un nombre con solo dos letras. Me quedé mirando fijamente el nombre de mi abuela. A la abuela no le gustaba mucho su

nombre corto. Por eso siempre solía llamarla “abuela” o “abuela Hibi”.

Fue mi abuela quien me puso el nombre de Cornelia cuando nací. Pensé demasiado en ello. Las dos tenemos un nombre común, pero tanto mi abuela como yo estábamos insatisfechas. Acaricié suavemente el final del nombre de mi abuela.

—Quería agregar un apellido.

Me ofrecí a ayudar a los guerreros por muchas razones. Lo que me convenció fueron las palabras de Rousel quien me dijo que, si me convertía en un guerrero, podría convertirme en un noble y ante la imagen de mi abuela estando orgullosa de mí. Si su nieta es llamada guerrera, estaría muy feliz, por lo tanto, si agregara un apellido a su nombre, es posible que se sienta más orgullosa al presentarse.

La imagen de mi abuela presentándose feliz después de recibir un apellido fue maravillosa y me emocione con solo imaginarlo. Pero todo fue en vano. No debería haber dejado a la abuela. Después del funeral, los aldeanos que estuvieron a mi lado regresaron al pueblo uno por uno.

Todos me decían que me animara y que comiera en sus casas. Traté de asentir cuando lo decían y se despedían.

Después de un tiempo, casi todo el mundo se había ido y me senté en un banco frente a la lápida y me la quede mirando.

—Cornelia.

—Ah... tía.

La última persona que quedaba era la tía Margaret. Miro a la anciana y luché por sonreír mientras la miraba.

—Gracias por ayudarme con los preparativos para el funeral, tía.

—Porque, por supuesto, era lo que tenía que hacer.

Mi tía sonrió alegremente con confianza. Pude celebrar el funeral poco después de mi llegada, gracias a la ayuda de mi tía y los aldeanos. Fue ella quien llamó a las puertas de los aldeanos a altas horas de la noche.

Mi tía sentada a mi lado me pregunto con cuidado.

—Cornelia, ¿no vas a volver a la capital?

Asentí y miré a mi tía. La dama asintió se giró y miro la lápida de la abuela. Una brisa fresca agitó su cabello castaño claro mientras se ponía el sol. Aliviada por mi respuesta, la tía Margaret sonrió y asintió. Luego continúo diciéndole mientras miraban el monumento con ojos tristes.

—Sí, quédate aquí. Si vives sola, será un poco incómodo, pero estoy en la puerta de al lado. Tu tío Bill habla mucho, pero te ayudará.

—Tía.

Cuando la llame en voz baja, la mirada de mi tía se dirigió a mí. Lo pensé una y otra vez mientras venía así aquí.

No volveré a la capital. ¿Pero qué pasara después de eso? ¿Podre quedarme en la aldea de Yorkben? Naturalmente, solo había una respuesta a mi pregunta.

«Iba a dejar la aldea de Yorkben», miré a la tía Margaret y luché por hablar

Esta fue mi decisión, y fue la respuesta que había estado pensando durante mucho tiempo en el trayecto desde la capital hasta la aldea. Al principio pensé que iba a vivir en la casa en la que solía vivir, pero pronto pensé en los aldeanos. Al emperador no le gustaba que yo estuviera entre los guerreros. No, ni siquiera le gustaba que abriera la boca.

A Debaron no le gustaba que saliera porque no le gustaba que hiciera un escándalo, así que me abstuve de salir tanto como pude. Cuando salía siempre me enfrentaba a aquellos que hacían mis rumores retorcidos y hubo uno que otro alboroto tanto grande como pequeño.

Ya sea que yo lo haya causado o no. Como a mi abuela ya se le dificultaba salir, solo salimos un par de veces poco después cuando ella ya no pudo no salí para nada del anexo. Y el mayordomo me dijo que el emperador estaba satisfecho con la situación.

No sé si lo que me dijo el mayordomo era cierto o solo me lo dijo para ofenderme, no podía estar segura ya que no tenía contacto con el emperador.

«¿Me permitirá el emperador vivir fuera de la capital? Y si no, ¿qué le pasaría a los aldeanos...?»

Mi mente estaba en caos hasta ese momento cuando apenas logré llegar a una conclusión. Sonreí ampliamente.

—Voy a dejar la aldea de Yorkben, me iré a otra aldea.

De hecho, realmente no quería irme. Aquí es donde viví desde que nací, y tenía muchos recuerdos con mi abuela, y los aldeanos realmente me han acogido. Quería vivir aquí. Sin embargo, si me quedo en la aldea los aldeanos correrán peligro, lo correcto es que me vaya. Mi tía me miro incrédula.

—Tengo dinero. Traje algunos tesoros del Dragón.

Después de que mi abuela falleciera, limpié nuestras habitaciones y me deshice de los tesoros que había recibido en Aktail vendiéndolos.

Aunque no obtuve el precio correcto porque me deshice de ellos evitando la vigilancia del mayordomo, aun así todavía tenía una cantidad considerable de dinero así, podía irme sin ningún problema.

Ante mis palabras, la dama se mordió el labio y las lágrimas brotaron de sus ojos ya rojos, porque había llorado bastante en el funeral.

—¿A dónde vas?

—Aún no lo he decidido.

—Sí, ya veo.

Cuando termine de hablar, se puso de pie extendió la mano y me dio unas palmaditas en la cabeza. Fue un toque cálido, me consoló como si fuera una niña.

—Ah, y esto, lo recogí del piso de tu casa antes así que lo tomé te lo iba a devolver pero estabas triste.

Dicho esto, la Tía Margaret le tendió un bolsillo. Se trataba del bolsillo que tenía algunas joyas para emergencias y el hechizo de Feriel.

Estaba separado del bolsillo que contenía el dinero, pero debió de habérseme caído mientras me cambiaba de ropa.

—Gracias, tía.

—Sí. No te quedes demasiado tarde. Como sabes, es peligroso aquí porque está cerca del bosque.

—Sí, no te preocupes demasiado. También están los caballeros del duque Astolph.

Como dije, los caballeros que me llevaron de la capital a la aldea de Yorkben estaban cerca. La dama, asintió ante mi respuesta, miró a los caballeros una vez y se fue primero a la aldea. Yo era la única que quedaba frente a la tumba de mi abuela. Mientras arreglaba mi cabello desordenado por el viento, sin saberlo llamé a mi abuela.

—...Abuela.

No llegó respuesta.

—Mi abuela.

Como era de esperar, no escuche respuesta. Mordí mis labios con fuerza. ¿Qué demonios esperaba?

—Abuela, me voy.

Extendí la mano y acaricie el nombre de mi abuela grabado en la lápida. La frialdad se precipitó desde las yemas de mis dedos como si tocara nieve.

—Así que no creo que pueda visitarte a menudo. Lo siento.

«Lo siento. Mis lágrimas fluyeron después de decir eso. Lo siento. Lo siento abuela. Lo siento por todo, abuela»

Mi disculpa no salió en palabras. Estaba llorando sentí que los caballeros de Astolph me miraban con lastima. Sin embargo, mis lágrimas no pararon, así que me senté de nuevo y lloré durante mucho tiempo. Para cuando apenas deje de llorar, la noche ya había comenzado a extenderse por el cielo.

Quedarse más tiempo era peligroso. Las tumbas de nuestra aldea estaban delicadamente en los límites del bosque. Era hora de volver al pueblo.

—Volveré antes de irme.

Después de decir esas palabras, me levanté y caminé hacia los caballeros que estaban de pie. «¡Kuh-huh!» De repente, gruñidos empezaron a resonar en el cementerio.

—¿Qué es este ruido?

Los gruñidos repentinos me habían hecho endurecer lentamente mi cuerpo desde los dedos de los pies hasta mi cabeza. Mi corazón empezó a latir con fuerza. Los gritos bloquearon mis oídos y mi nariz se llenó con el olor a sangre que no había olido en mucho tiempo. Cuando apenas pude girarme, pude ver a los caballeros de Astolph siguiéndome luchando contra algo desconocido. Los caballeros se pararon cerca de la parte posterior del bosque, un poco más lejos de mí, dándome privacidad para despedirme de mi abuela.

Cerca de la sombra del bosque, algo que apareció atacó a los caballeros. Ahora que la puesta de sol ha desaparecido, no podía decir con qué estaban peleando los caballeros con la lámpara que tenía.

—¿Qué es?

—¿Qué los atacó?

Inconscientemente me incliné y recogí una rama que estaba a mi lado. Larga y dura parecía adecuada para golpear, incluso si no era una espada.

—¿Un animal? Un oso... ¿tal vez?

Pongo fuerza en mi mano. El bosque de Granden es un bosque denso y peligroso al que la gente no suele entrar. Los monstruos y animales peligrosos a menudo bajan cerca de las tumbas. Entonces, el jefe de la aldea y los aldeanos ahorraron dinero durante un año para traer al preciado sacerdote.

Bendice a los muertos poniendo una barrera divina para evitar que los monstruos se acerquen al límite de las tumbas, mientras tanto no hubo mayores problemas. Los monstruos que bajaban fueron empujados juntos por los aldeanos. Entonces, «¿por qué de repente?»

«¡Kaang!» Podía oír el hierro golpeando mis oídos. No era un monstruo con los que luchaban los caballeros. Era un hombre hostil. Corrí y golpeé con mi palo a quien sostenía al caballero. Con un

estallido, golpee la parte posterior de la cabeza del atacante y rodó por el suelo, revelando su identidad a la luz de la luna. Era un asesino.

El asesino vestía ropa negra y se cubría la cara con un paño era un forastero que venía con un propósito, incluso a simple vista. «¿No es un propósito demasiado claro?»

«Venía a matarme» Me reí amargamente. Después de todo, así es como funciona. Había mucha gente a la que no le gustaría que abriera la boca. Cuatro guerreros, sus familias y el emperador.

« ¿Quién fue?» Cuando parpadeé, las lágrimas que me quedaban cayeron. «¿Quién de ellos quería matarme? ¿El emperador era a quien más no le agradaba? ¿O fueron las familias de los guerreros? Es una posibilidad. ¿O lo hicieron otros nobles o personas que querían formar lazos con los nobles para impresionar al emperador o a las familias de los guerreros? Si no, ¿serían los guerreros?»

—Si los guerreros realmente hicieran esto... ¿Estuvo el de acuerdo?

Me vinieron a la mente los ojos azules que me miraban siempre con frialdad. Sentí mi corazón palpitar. Quería gritar que no. Miré hacia arriba. Pero no pude encontrar una razón por la que no me abandonara. Incluso después de vivir en la misma mansión durante más de dos años, ¿no nos hemos visto muy pocas veces?

Se encontraba con el mayordomo con más frecuencia de las que lo veía a él, y siempre que lo hacía, Debaron siempre se iba a toda prisa. Parpadeé lentamente. Incluso cuando acepto cuidar de ella y la abuela en lugar de recibir el estatus de guerrero, ella ya regresó a casa así que ya terminó su promesa, por lo que él podría haber estado de acuerdo. Mi cerebro comenzó a funcionar de una manera inusual. «¿Es realmente así?»

—Ya no te necesito.

Fue solo tu fantasía. Fue solo la idea de una familia, sin embargo, esas palabras resonaron

mientras continuaban transformándose en las voces de Debaron y Feriel, Rousel y Leonid.

—No.

Negué. No sería Debaron. Porque sabía cuánto se preocupaba Debaron por los caballeros de su ducado. No había ninguna razón para sacrificar a sus caballeros solo para matarme. Porque estaba más cerca de sus caballeros que de mí. Una lágrima se me escapó.

Pensando que nunca volvería a ver a mi abuela, rompí a llorar por haber estado reprimiéndome desde la capital. Probablemente sea por eso que tengo la cabeza entumecida. Sí, por eso lloro...es lo mejor.

Lo quisiera Debaron o no, es hora de desaparecer. Será bueno para ti y para mí. Me mordí los labios.

—¿Señorita Cornelia?

Fue la voz del caballero al que ayudé lo que detuvo mis aterradores pensamientos. Giré mi cabeza hacia la voz que me llamaba con cuidado y lo miré. Como avergonzado, la boca del

caballero estaba muy abierta. Parecía que no podían creer que yo, la mujer desvergonzada que conocían hasta ahora, le haya salvado la vida.

Mirando a los caballeros, me sequé las lágrimas. En primer lugar, lo importante ahora era salir de esta situación.

—Tienes una daga de repuesto. Dámela.

—¡Sí!

Mientras hablaba con firmeza y extendía mi mano, el caballero rápidamente sacó una daga de su pecho. Tenía un gran peso en la mano. Este peso también era algo que no había sentido en mucho tiempo.

—¡Luchen! No sé quiénes son, ¡pero no los guíen a la aldea!

Grité en voz alta a los caballeros. Nuestra aldea estaba cerca de donde viven los monstruos, así que estábamos bien preparados para ello. Había dos puestos de guardia entre el pueblo y el bosque. Pero no atacaban a los hombres. Básicamente, los aldeanos tenían poca vigilancia ante los viajeros.

Eran personas que brillaban ante la alegría y las extrañas noticias que traían los viajeros cuando llegaban a la aldea. Y los guardias del pueblo tampoco tenían experiencia en pelear contra humanos. La forma en que aprendieron no funciona con los humanos, solo evita completamente que los monstruos ingresen a la aldea.

—No deben dejarlos entrar en la aldea.

Lance el palo de madera, y agarre la daga. Sentí que mis manos temblaban ante la próxima batalla que no había experimentado en mucho tiempo. La sensación a la que me había acostumbrado mientras me aventuraba con los guerreros había desaparecido hacía mucho tiempo.

Estaba aterrada. Cuando fui con los guerreros, mi campo no era el combate. Cuando veíamos un monstruo y estallaba la batalla, retrocedía y estaba detrás de Debaron y Leonid. La técnica de la espada que aprendí fue la técnica de autodefensa que Debaron me enseñó cada vez

que tenía tiempo durante la aventura. Sin embargo, no puedo dar marcha atrás. Ni siquiera podía escapar. No quise huir.

—Mi abuela también murió por mi culpa.

Lancé mi daga hacia el asesino que me atacaba.

Como sorprendido por mi repentina rebelión, el cuerpo del asesino se puso rígido, y en ese momento, ataqué el brazo del asesino con la daga.

—¡No puedes dañar la aldea!

La sangre brotó junto a mi grito. No era razonable que pudiera cortar el brazo de un asesino con mi débil fuerza, pero podía hacerle una profunda herida. El asesino dejó caer su espada, se tambaleó y retrocedió un paso.

—Esta cosa inútil... ¿Cómo te atreves...?

Palabras mezcladas con ira escaparon de la boca del asesino. Al escuchar al asesino que me miró, agarre la daga. Ni siquiera es un dragón.

—No digas nada, vamos.

Asentí al asesino que me apuntó con sus dientes. De alguna manera, tenemos que terminarlo aquí. Cuando solo ese pensamiento llenaba mi cabeza.

—¡Cornelia!

De repente, su alrededor se ilumino y vi una docena de antorchas que se acercaban. Abrí mucho los ojos cuando vi a la mujer de pie al frente.

—... ¿Tía Margaret?

Junto con la tía Margaret, los aldeanos corrían así aquí con armas. De hecho, con la excepción de algunos guardias, las armas eran picos, rastrillos y cuchillos de cocina.

—¡¡Tú, bastardo!! ¡¡Como de atreves a tocar a nuestra Cornelia!!

El tío Bill gritó fuerte y blandió un pico hacia el asesino que me atacaba. Los caballeros de la familia Astolph, así como los desconocidos, vacilaron como si les molestara la repentina multitud de aldeanos. Comenzaron a atacar con la espada de nuevo.

—Cornelia.

—¿Cómo pueden venir todos aquí ...

Mientras los aldeanos, los caballeros y los asesinos de negro se enredaron en la pelea, la tía Margaret me agarro. La antorcha que sostenía brillaba intensamente.

—Viniste aquí porque creíste que ya era demasiado tarde, todos te vimos extraña. Así que todos nos reunimos apresuradamente. La dama que había hablado hasta ese momento me miró con expresión decidida.

—Vete, será mejor que te vayas ahora.

—Pero...

—No queremos que vuelvas a la capital para que sufras. Pero tampoco te dejarán ir tan fácilmente.

La tía Margaret frunció el ceño mientras observaba a los caballeros enredados y peleando.

—¿No son los caballeros de tu perro guardián también? No creo que me caigan bien nunca. Es mejor que huyas. Eres brillante en la geografía y encuentras siempre el camino, así que ahora es un buen momento.

Ella me empujó hacia las sombras del bosque. Y luego me gritó: —¡Vamos!

Vi a los aldeanos peleando detrás de mí, los aldeanos no podían vencer a los asesinos. Sí, será mejor que me vaya. Entonces esos asesinos vendrán tras de mí. Pero incluso mientras escuchaba a mi tía, mis pies no se movieron.

—Cornelia, estamos bien. Ya sabes, estamos todos juntos. Podemos aguantar.

La tía Margaret me miró y sonrió como si estuviera bien. Con rostro decidido, agarré la daga manchada de sangre para guardarla.

—...Me voy.

Tan pronto como la dama asintió, me di la vuelta y corrí directamente hacia el bosque. El sonido del fuego y los gritos, y las espadas golpeándose entre sí se fue alejando gradualmente.

—¿A dónde debería ir?

Es un bosque peligroso sin caminos, «¿a dónde debo ir para conseguir lo que quiero?» Miré hacia el cielo nocturno. Como si me respondiera, las

estrellas centellearon y comenzaron a moverse lentamente. Como si el grupo de estrellas la estuviera guiando, dividieron el cielo nocturno y formaron un camino.

El viento comenzó a soplar en su dirección, y mientras lo miraba, el camino que tenía que seguir comenzó a brillar. Seguí adelante sin dudarlo. Mientras encontraba mi camino, el enjambre de estrellas comenzó a dispersarse lentamente.

—... Creo que debería ir por allí.

Fue la misma situación cuando ayudé a los guerreros sin saber nada. Mis lágrimas empezaron a fluir. No pude borrar las caras de todos los que me miraron mientras seguía con cuidado el camino. Yo era un guía, un guía que no salía en la novela original.

Un ser que puede llevarte a donde quieras. Una persona que tiene el poder que solo Feriel debería tener en esta novela. Entonces me sentí culpable. Si hubiera sido el original, los guerreros ya deberían haber conocido a Aktail en primer lugar.

Se acercó el día en que la magia que une a Aktail se rompió, y los guerreros solo continuaron regresando a la aldea sin poder salir del Bosque Granden. A medida que los guerreros regresaban a la aldea, ellos estaban cada vez más ansiosos. No importa cuánto lo piense, soy la única razón por la que la historia original está mal.

Ya leí lo que va a pasar y mi poder era lo suficientemente fuerte como para superar al de Feriel, uno de los personajes principales. Así que les mostré el camino y, sintiéndome culpable, los seguí.

No fue solo culpa. Mi abuela estaba enferma y mi familia era tan pobre que no podíamos pagar todas las hierbas. Así que me volví codiciosa ante las sugerencias de los guerreros. Si iba a la capital, sería fácil obtener ayuda de los sacerdotes y podía comprar hierbas a un precio más bajo. Solo quería que mi única familia, mi abuela, no siguiera enferma. Allí fui más codiciosa.

Quería tomar de la mano a mi abuela y pasear por la capital, ya que siempre tuvo curiosidad por

ir a la capital, verla comer deliciosa comida y quería poder estudiar.

Aprendí letras y aritmética simple, pero tenía muchas ganas de saber más. Quería ir a una »academia y poder aprender ciencias.

—Quería ser un poco más feliz.

«¿Querer poder hacer todo eso fue mi pecado?» Las lágrimas cubrieron mis ojos. Mi falda quedó atrapada en una rama y se rasgó, mi tobillo se dobló mientras corría y mi cuerpo temblaba mucho. Sin embargo, no deje de caminar. El viento soplaba y la luz me guiaba.

Corrí como loca después de eso. Donde el viento se detiene, y apuntaba la luz de las estrellas. «¿Este será el lugar al que quiero ir?» Al igual que como encontró a Aktail durante la aventura. Después de correr durante mucho tiempo, dejé de caminar. Cuando volví a mirar hacia atrás algo extraño pasaba, humo se elevaba por donde vine. Era cerca de la aldea. Era la aldea y estaba envuelta en llamas.

—¡La encontré!

Al mismo tiempo, una flecha voló y aterrizó justo frente a mis pies. Mientras corría hacia el bosque, las flechas comenzaron a volar detrás de mi espalda.

—¡No la puedes perder!

La flecha voló hacia el árbol donde estaba ahora y estaba clavada en el suelo. Algunas de ellas me rozaron y me hirieron. Las heridas fueron creciendo en mis brazos y piernas. El bosque era tan oscuro y horriblemente espeso, y no tenía forma de detener las flechas que volaban hacia ella.

—¿Qué tengo que hacer?

Si tiene una espada, puede manejarla con torpeza, pero ¿cómo lidiare con los arqueros?

¿Rousel me dijo algo alguna vez? ¿Cómo manejaban este tipo de situación Debaron y Leonid? Feriel decía...

—¡Desplazarse!

Estaba pensando en el pergamino que tenía en mi bolsillo mientras buscaba una manera. Con dos hechizos de ataque y un pergamino de

movimiento, rápidamente saqué uno de los pergaminos que Feriel me dio y lo partí por la mitad.

Al mismo tiempo que el pergamino se rompía por completo, una luz brillante estalló, formando cinco lanzas de hielo a mí alrededor.

—¡Oooh!

Una de las lanzas que voló hacia sus enemigos parecía haber perforado exactamente a uno. Junto con los gritos, el sonido de pasos en la oscuridad se desvaneció. Una flecha voló y aterrizó a mi lado. Mi cabello cortado revoloteó y se desparramó.

«chisporrotear» Cuando saqué otro pergamino y apliqué mi fuerza para rasgarlo, mi cuerpo tembló mucho debido a mi tobillo lesionado, y de repente mi cuerpo flotó en el aire. La luz de la luna estaba llena con el cielo nocturno a la vista del bosque. Y rápidamente caí, era un acantilado.

❁ ════ ❃•❃ ════ ❁

¡Ups!

Sin una sola palabra, Rousel cayó debajo de la silla. Un hombre estaba sentado y charlando junto a él, y después miró a Debaron sorprendido. Su cabello estaba revuelto como si hubiera corrido a toda prisa, y sus ojos azules estaban mirando a Rousel rodando por el suelo. No saldría nada bueno en hablar con alguien con los ojos llenos de ira. El hombre los miró y salió a hurtadillas de la habitación.

—Estas... loco ... ¡ah!

Los gritos llenaron la habitación incluso antes de que Rousel pudiera seguir hablando. Pero Debaron volvió a golpear a Rousel, quien se incorporó, y esta vez Rousel no pudo levantarse. Tirado en el suelo, parecía lamentable. Pero Debaron no se detuvo allí. Mientras pateaba su cuerpo en el suelo tal como estaba, el se acurrucó en forma fetal y crujió.

—¡Bastardo loco! No importa lo duque que seas, ¡¿vas a luchar contra mi familia ?!

Lo que dijo Rousel era verdad. No importa cómo Debaron ocupó el puesto de duque, no podía ignorar al Marqués de Clayer.

Marques Clayer también era una familia que ha producido guerreros durante generaciones y era un noble de alto rango con una larga historia. Además, ahora se confirmó que Rousel sería su sucesor. Si conoce la situación actual, el Marqués de Clayer podría arrojarle un guante a Debaron de inmediato.

Sin embargo, la simple idea le era indiferente y siguió golpeando a Rousel, quien esperaba una disculpa.

—solo era la bienvenida Rousel Clayer.

Rousel, que rodaba por el suelo, contuvo el aliento cuando vio a Debaron. Podría decirlo instintivamente lo decía en serio.

—Si eso sucede.

Debaron, que dijo eso hasta ahora, cerró la boca, pero fue fácil entender sus últimas palabras.

¡Puck de nuevo! Un sonido hizo eco a través de la habitación, Rousel estaba llorando y gritando que se detuviera.

—¿Por qué diablos estás haciendo esto ... Debaron ...?

—¿Por qué estoy haciendo esto?

Su voz hirviendo salió de entre los dientes de Debaron. Rousel ni siquiera lo miró más y bajó la mirada al suelo. Ha conocido a Debaron durante mucho tiempo desde que eran unos niños, pero era la primera vez que lo veía tan enojado.

«¿Porque en el infierno?» Sus lágrimas provenían por el dolor y la injusticia, y quería saber por qué estaba en esta situación ¿Qué era lo que había hecho mal? Sin embargo, Rousel se mordió los labios porque pensó que si abría la boca, lo golpearía en la cara sin piedad o lo patearía en su estómago como antes.

—Ustedes.

Debaron agarró a Rousel por el cuello con una mano y lo levantó. Por esa razón, Rousel tuvo que mirar de frente a Debaron. Bajo la mirada apresuradamente, ya que estaba asustado. Su abdomen le dolía por las patadas que le dio, y mi cuerpo comenzó a temblar a voluntad.

—¿De verdad hiciste eso?

—¿Qué? De qué estás hablando?

—¿De verdad trataste de matar a Cornelia?

Fue Feriel quien fue a la habitación de Debaron. Feriel lo encontró fácilmente gracias al vasallo que estaba afuera, y las lágrimas brotaban de sus grandes ojos.

—No pensé que Rousel realmente haría eso.

Feriel parecía confundida, al igual que Debaron. ¿Ella era la misma Feriel que conocia? Ella siempre miraba alrededor y era reprimida por eso nunca hacia ninguna movimiento primero. Una niña que te envolvía con su mirada lastimera como una

cuerda, ese era Feriel. Pero esa Feriel fue primero con Debaron.

—Bueno, por cierto, ¿porque viniste a verme hoy? ¿Sabes que se fue Cornelia? Quería enviarte un regalo para consolarte.

Fue su pregunta lo que puso fin a las dudas persistentes en la cabeza de Feriel y las palabras suficientes para hacer que Feriel se moviera. Tan pronto como terminó de confesar Feriel, llego el informe confirmando que en el punto medio había sucedido algo extraño. Tan pronto como escuchó a Debaron, Rousel se olvidó de su rebelión y se endureció.

No entendía lo que estaba escuchando ahora. Cornelia, ¿ese es el nombre que escucho ahora? ¿Fue Cornelia la razón por la que me ha golpeado así ahora? ¿Fue por esa plebeya que Debaron lo golpeo en la cara, pateo y rodo por el suelo y está en un estado tan miserable?

Además, el vizconde, con quien estaba charlando, fue testigo de todo esto. Esta situación en la que

Rousel es golpeado unilateralmente será sin duda el tema divertido del cual hablaran.

—Incluso aunque sea un guerrero, existen diferentes rangos.

—Ya me lo imaginaba. ¿Cómo puede compararse con el duque de Astolph?

«Era el segundo hijo del Marques Clayer... En realidad, se dice que la señorita Encier Clayer tiene mejores habilidades con el arco»

Rousel recordaba haber visto a la gente reír alegremente mientras hablaban de él. Ahora él ocupaba el lugar de Cornelia.

«¿Era absurdo pensar en eso?» La cabeza de Rousel, que estaba llena de miedo, se enfrió y la ira se apoderó de él. La razón fue borrada de mi mente. Después de todo, no hay ninguna razón por la que no pueda golpear a este tipo.

—Sí, lo hice, bastardo.

Esta vez, le hablo sin apartar la mirada, Rousel miró directamente a Debaron.

—¡Tú y los demás, deberías agradecerme! Cornelia, esa perra es un peligro, ¿sabes? Si comete un error, ¡todos moriremos!

—Cállate.

El fuerte golpe resonó en la habitación, la cara de Rousel se giró hacia un lado. Su cabeza estaba dando vueltas por el dolor, pero Rousel sonrió mejor dicho se reía espantosamente, sin razón, dijo con los labios manchados de sangre.

—Oye, honestamente, ¿no deberías estar haciéndome esto?

—Todavía ladrando...

—Fuiste el primero en abandonar a Cornelia.

—¿Qué?

Los ojos de Debaron se agrandaron y se endurecieron, Rousel sonrió, al notarlo.

—Fuiste el primero en abandonar a Cornelia. ¿Por qué crees que vino a la capital? No lo sabes, Cornelia confió en ti y por eso vino a la capital. Sin ti, no importa cuánto hubiera dicho Su Majestad,

se habría quedado en el pueblo si solo hubieras pagado por la hierbas medicinales.

Debaron frunció el ceño ante las palabras de Rousel. Naturalmente, me viene a la mente los recuerdos del pasado. Cuando le pidió que viniera a su mansión, lo miró con ansiedad y titubeó.

—Sí, lo haré.

Pero al final, asintió, agarró el dobladillo de mi ropa y sonrió suavemente. Cornelia creía en él, y tuvo que traicionarla, conociendo su fe en él. Como si leyera los pensamientos de Debaron, Rousel agarró la silla, se levantó y continuó hablando. Al ver el sufrimiento de Debaron, la voz de Rousel aumentó gradualmente como si se hubiera convertido en el vencedor en este momento.

—Pero, ¿qué hiciste? ¡La dejaste! ¿Crees que Cornelia fue feliz cuando solo pagaste por las hierbas, llamaste al sacerdote y la hiciste vivir en tu mansión lejos de su hogar?

Llego la reacción. Sintió que la fuerza disminuía de la mano de Debaron, que sostenía su cuello. Podía

ver sus ojos llenos de ira. Rousel sonrió y continuó hablando.

—¡Sí! Fuiste tú, nadie más, así que debe haber habido algo. Pero eso no cambia el hecho de que dejaste a Cornelia sola, ¿no?

Los ojos de Debaron se hundieron profundamente y temblaron mostrándose herido. Rousel sintió alegría al verlo. Era la primera vez que veía a Debaron así. Se convirtió en duque a una edad temprana y dirigió al ducado sin mucha dificultad. Excepto cuando estaba en el papel de duque, no era un hombre conmocionado.

Además, cuando Aktail se despertó, Rousel pensó que sería el primero en ser seleccionado. Sin embargo, no fue así. Al primero que selecciono el emperador bajando la espada como guerrero fue a Debaron. Ni siquiera fue nominado por primera vez. La persona que Debaron recomendó no fue a el, sino a su hermana. Después de apenas usar sus manos para elevarse a la posición de un guerrero en su lugar, me enojé. «¿Por qué me estás tratando así?» Hasta ahora, el sentimiento de inferioridad,

que había sido reprimido por la razón, se ha encendido. Rousel rechinó los dientes. El hombre que fue favorecido por el emperador y trató de darle incluso a su princesa más querida, ese hombre es Debaron y ahora temblaba frente a Rousel.

Fue como si le hubiera ganado a mi oponente por primera vez, mi dolor desapareció y mi cabeza se llenó de alegría y victoria. Mirando a Debaron, quien parecía estar herido, Rousel pronunció sus últimas palabras.

—Tú fuiste quien arrastró a Cornelia a la capital y la mató Debaron— Esta herido, roto ¡Gané! Rousel se rio.

No tuve más remedio que reírme. ¿Cuándo volvería verlo así? Al mismo tiempo que su mano, que le seguía apretando del cuello se sacudía y sostenida con tanta fuerza asfixiándolo, se aflojo, Rousel se derrumbó en el suelo mientras tosía.

Mientras respiraba hondo levantó la mirada, vio el rostro de Debaron, que parecía que estaba a punto de llorar.

—Si yo…

Debaron, murmuro un rato y barriendo su rostro, levantó la pierna y golpeó la pierna de Rousel. Rousel, se descuidó pensando que todo había terminado, agarró su pierna y rodó.

—Si Cornelia está herida aunque sea un poco por lo que has hecho, nunca te lo perdonaré.

—Uhhhh ... loco bastardo...

Rouswl gritó con maldad a la espalda de Debaron cuando salió de la habitación sin ningún arrepentimiento. Sentía como si saliera sangre de mi garganta.

—¡loco bastardo! ¿Crees que tu culpa desaparecerá si haces esto? ¿Crees que estarás limpio si empiezas a ser hipócrita ahora?

Ante las palabras de Rousel, Debaron dejó de caminar. Mientras giraba lentamente la cabeza miro a Rousel, instintivamente se encogió.

—... No. Tú y yo somos basura.

Después de decir eso, Debaron salió de la habitación. Rousel, que se quedó solo, miró

fijamente la puerta cerrada durante un rato y gritó ante el mal.

—¡Aaaah! ¡¡Estos locos bastardos!!

Se le llenaron los ojos de lágrimas. Rousel se sentó en el suelo y comenzó a llorar. Pero nadie sintió simpatía por él.

Tan pronto como cerró la puerta, Debaron respiró con dificultad. Le temblaban las manos. Me limpié la cara con las manos, luego apreté los puños y respiré hondo para calmar la sensación de mareo, pero nada cambió. Rousel tenía razón.

—Tengo que ir.

También contribuyó. Incluso si hubiera una razón, lo que hizo estuvo claramente mal. Tenía que correr y encontrarme con ella ahora. Tendría que tomarla de las manos y hacer contacto visual. Y tenía que disculparme.

«pedir disculpas...»

Las aceptará si me arrodillo mientras digo que había una razón, ¿Cornelia lo aceptará? Incluso si las acepta, las heridas no desaparecerán.

No, ¿podre verla ahora? ¿Podre? Por si acaso...

—Debaron.

Recordé a mi encantadora amante en mis brazos, vomitando sangre. Era como una vieja fotografía en blanco y negro, pero estaba clara. El calor de las gotas de sangre que fluían de su boca, los ojos verde claro que poco a poco iban perdiendo su luz bajo las largas pestañas, y la última palabra que salía de su boca. Era una escena vívida que podía ver cuando cerraba los ojos incluso después de mucho tiempo como si estuviera grabada en su alma.

Vamos por ahora, tenía que irse. Ordené a los caballeros que fueran, pero podrían llegar demasiado tarde. Tenía que ir.

Ve y sálvala, aunque la lastimare de nuevo, Debaron se mordió el labio y se revolvió la cabeza violentamente. Decidido, caminó por el corredor imperial y desapareció.

—Mmm.

Cuando Debaron desapareció, un hombre salió de la esquina. Leonid, estuvo mirando a Debaron

desde antes. Leonid, parpadeó brevemente como una oveja y se tocó la barbilla con el dedo, sonrió alegremente.

—Haciendo un escándalo... Rousel y Debaron fueron barridos por solo una plebeya.

De esa manera, Leonid organizó tranquilamente su ropa. Entonces detuvo su mano.

—…

Los ojos de Leonid estaban absortos en sus pensamientos.

—¡Oooh!

Sin embargo, el ruido repentino lo distrajo. «¿Qué estaba pasando ahora?» No fue otra cosa que el llanto de Rousel que se escuchaba por la puerta cuando Leonid intentaba retroceder con el ceño fruncido. Leonid, estuvo mirando hacia la puerta durante un rato, tan solo negó.

—Idiota.

Con una sonrisa obvia, Leonid desapareció.

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