Los niños, que se acercaban al niño enojados, dejaron de hacerlo y comenzaron a pelear mientras miraban volar el pan con asombro.
—Oh, es un pan. Es mío.
—No seas ridículo. Lo vi primero.
—lo atrape yo primero.
Vi al niño tambalearse detrás de los otros niños que discutían, ojalá pudiera escapar rápido en este momento ya que están distraídos, pero el niño se movía muy lento, es porque está herido. Observando llena de ansiedad, Hestia pensó que debía ganar más tiempo para el niño antes de que la atención de los otros volviera a él.
Sacó las papas de su bolsa, dándoles un beso de despedida las tiró hacia los niños.
—Oh, son papas. Dámelas.
—¿Quién las estará lanzando?— Mientras los niños se distraían con las papas y ella a un costado, el niño, que apenas podía moverse, se fue tambaleando del callejón.
Después de verlo irse, Hestia rápidamente se dio la vuelta y se unió a la multitud pensando que había hecho un buen trabajo.
Hestia levantó lentamente la cabeza y miró alrededor del mercado. Me preguntaba si alguna vez volvería a ver al chico que se escapó del callejón.
—No pude verlo...— El orgullo de haber hecho una buena acción se desvaneció en un instante ya que me preocupe por lo que me falta por viajar. También lamenté el haberme entrometido sin ninguna razón. Me encuentro en tal situación y mi plan era comerme tan solo una papa hervida al día de las que traje desde casa. Siempre tuve hambre, pero ahora me será muy difícil conseguir algo para poder comer en el futuro.
—He desperdiciado mi pan.
Fue tan duro poder conseguir tan solo un poco de agua que la guarde para poder tomarla después. Pero seguía pensando en ese chico y en el por qué desperdicie así mi comida, y tan solo me arrepentí.
—No sé por qué salí en su ayuda ya que ni siquiera recibí un gracias de su parte— Hestia gruñó y volvió a centrar su atención en su asiento.
—Ah, no pediría ningún otro deseo si tan solo pudiera comer un bocado de esa dulce carne que luce tan apetitosa— Tenía hambre y sed.
Hestia estaba recargada en la pared de una casa donde olía que estaban desayunando. Era divertido que pudiera recordar al desayuno como su única comida al día, pero lo fue de todos modos. Felizmente miró dentro de la bolsa que estaba abrazando.
Adentro tenía la fruta que le había regalado el simpático caballero mientras visitaba el mercado ayer. Hestia, la tomó, y solo olió su fragante aroma, y la volvió a meter calculando lo días que le quedaban y lo que haría. En los próximos tres días, estaré cerca de llegar al castillo de Skaella.
Caminando con diligencia afortunadamente parecía que tendría dos días libres hasta el día D. Recordando su ambicioso plan, Hestia estaba preocupada.
Su preocupación se debió a que vio al chico tirado en el suelo delante de ella. Su piel clara podía verse a través de los rasguños en su ropa que parecía ser cara. Aunque él esta vestido con ropas caras se podía ver que estaba cubierto de heridas, por ese motivo ella tuvo más curiosidad por el niño que apareció ante ella ya que tenía un aire elegante.
«Se dice que podrás notar a simple vista cuando estás cerca de una persona rica o poderosa»
—está bien debo de calmarme. Ser codiciosa es innecesario ya que puede causarme más problemas. No estoy en condiciones de poder ayudar a nadie. Si ayudo a alguien que sea pobre en este momento, podría morir de hambre incluso antes de llegar a Skaella.
Hestia trató de concentrarse en solo comer, aferrándose a la idea para no debilitarse.
—¿Cómo puedes... ¿Cómo puede suceder esto? Estás mintiendo, ¿verdad? ¡Vamos di que es mentira!— El niño, empezó a murmurar para después gritar de repente.
Hestia, sorprendida por el repentino grito, tiro la papa que sostenía.
—...
—Oh no...— Quizás la estaba mirando comer, ya que tres o cuatro ratas se abalanzaron encima de su papa tirada.
—Mi, papa...
—Oye, tú eres la razón por la que tire una de mis papas y que se la comieran las ratas. ¿Cómo vas a asumir la responsabilidad de eso, eh?— Estaba tan enojada que levante el puño en el aire, pero mantuve la voz lo más baja posible para que el chico no se despertara. Era hora de que ella usara esa excusa para asegurarse de que el chico estaba bien.
—¿qué?— El chico que pensé que estaba dormido abrió los ojos confundido. Cuando los párpados, que se alzaban lentamente, se abrieron por completo, dejando ver unos ojos verdes con las pupilas manchadas de rojo eran como si fueran llamas verdes ardientes. Hestia, que estaba mirando fijamente la extraña combinación, salió de su sorpresa por el dolor en su muñeca.
—Oh, ¿no estabas dormido? — Se sobresaltó y le dio hipo. Hestia sonrió tímidamente para disimular su vergüenza.
—... ¿quién crees que soy? No puedo dormir en un lugar como este — El niño le tiró de la muñeca, como si hubiera tocado algo sucio, con rabia.
—He escuchado tu voz antes...— Hestia inclinó la cabeza para mirar más de cerca al chico en el crepúsculo del amanecer.
—Podrías apartar tu cara— El chico sorprendido por su inesperada cercanía la empujó molestó.
—Estaba preocupada, así que solo verificaba si te encontrabas bien. No tenías por qué haberme empujado— Era hora de que Hestia, quien cayó sobre su trasero, se enojara por la rudeza del chico.
—¡Oh Dios mío! ¿Eres tú?— Olvidando que estaba enojada, Hestia gritó de alegría.
—¿Cuándo nos hemos conocido?— El chico la miró con el ceño fruncido.
Hestia, quien hizo contacto visual con el chico que la miraba directamente, respiró hondo. No lo había visto de cerca antes porque estaba inclinando la cabeza. No, a decir verdad, sería correcto decir que no podía prestarle atención porque estaba disfrutando el apreciar sus hermosos ojos de colores extraños.
Pero cuando vio la cara del niño frente a ella, las exclamaciones fluyeron naturalmente. Ojos rojo-verdes que brillan intensamente en la oscuridad, piel de un blanco puro y cabello chocolate oscuro que ahora estaba polvoriento pero se veía suave. La belleza del niño no se ocultaba ni siquiera por su apariencia andrajosa lleno de sangre con moretones
—¿Te gustaría comer esto?— Hestia se acercó al chico como si estuviera siendo atraída por un imán. Habían pasado menos de cinco minutos desde que decidió no ser entrometida mientras le crecía la nariz, pero su cuerpo reaccionó por sí solo.
—Me asustaste— Su preciosa papa casi volvió a ser presa de las ratas. Enfurecida por la vergüenza, Hestia le respondió.
—Estaba tratando de hacerte un favor, pero no tienes por qué enojarte. No la tomes si no la quieres. Soy la única que sufrirá de todos modos.
La arrogancia del chico parecía atravesar el cielo ya que prefería morir de hambre. Hestia se dio la vuelta sin ningún arrepentimiento y murmuró.
—Uf, morir tan tontamente, aún no ha recuperado la razón. Una papa es comida suficiente para un día, y que haya intentado regalarla solo por el color de sus ojos es una locura, ¡una locura! Incluso hasta mi maldito ex prometido era bastante guapo.
—Hestia recupera la cordura, es demasiado guapo hasta ser adictivo, no, no es algo bueno que seas amable. Nunca. Nunca hagas eso de nuevo, ¿de acuerdo?— Hestia murmuraba mientras agarraba su cabeza.
Parecía un poco menos embarazoso decir que lo hacía porque es amable y no por la belleza del chico. Creo que murmure más fuerte de lo que pensaba.
—¿Con quién te atreves a sentir compasión cuando solo eres una humilde sierva?— El chico le gritó con voz ronca. A decir verdad, lo dije un poco en voz alta para que pudiera escucharme. No sabía que el chico reaccionaría de inmediato y se enojaría.
Teniendo en cuenta, que la Hestia que era obediente y pedía disculpas por todo, desapareció cuando murió en el accidente en la carreta. Ella es una nueva Hestia. Hestia se puso de pie después se inclinó y le grito al viento disgustada. El niño estaba jadeando, agarrándose el pecho, tal vez a raíz de que grito.
Enfadarse por querer ser amable con este chico que parece no tener energía ni para respirar.
—Parece que todavía vale la pena salvarte. Habiendo tomado esa decisión, Hestia se acercó al chico nuevamente.
—Eres grosera.
—Estás diciendo tonterías. ¿Puedes quedarte callado un segundo? Hay algunas cosas en las que tengo que corregirte.
—¿Qué?
Ella comenzó a hablar, ignorando al chico que la miraba con fiereza.
—Primero, no soy una sierva. Soy campesina— Continuó con las manos en la cintura para enfatizar su seriedad.
En segundo lugar, no quise darte mi papa porque me simpatizaras. Por supuesto, lo pensé por un momento, pero en si no te la habría dado.
—¿Entonces por qué me la diste?
—Porque eres bonito.
—¿Qué?— La boca del chico se abrió tontamente.
—Tomé la firme decisión hace unos días cuando renací de que no sería de nuevo amable— Habiendo dicho eso, Hestia suspiró levemente.
—Por supuesto, hay momentos en los que mi determinación se ve afectada porque recién estoy comenzando una nueva vida.
—¿Por qué decidiste no ser amable?— El niño le pregunto curioso por saber por qué ya no sería amable en lugar de sorprenderse de que haya renacido.
Hestia suspiró ante la inusual reacción. Parece ser un noble, pero probablemente esté en dificultades ya que está deambulando en un lugar como este. Hestia le respondió al chico, quien la seguía mirando con curiosidad.
—Porque ayudar a las personas no me ayudo a mi en nada.
—¿Es solo por esa razón?
—Oh, Dios mío, ¿hay una razón más importante que esa?
Hestia, que respondió brillantemente, hizo un puchero.
—¿No soy amable?— El niño abrió mucho los ojos como si lo hubiera escuchado por primera vez.
—Entonces, ¿una persona amable empujaría mi preciosa papa y casi la dejaría caer al suelo y usaría la palabra piérdete?
—¿Qué está mal con eso?
—¿Qué, que está mal?
—Nada, estoy cansada de hablar.
—¡Yo soy amable!
—Sí, lo que tú digas.
Hestia agitó la mano molesta y dejó de hablar. El chico la miró desesperado.
—Soy un buen chico—, dijo una y otra vez, enfatizando que era bueno.
—¿Eso es importante?— preguntó, y el chico volvió la cabeza sin esperar su respuesta.
—Esto no es porque sea amable—. Solo tengo curiosidad, no es que sea amable, no es una situación que viole mi decisión de convertirme en una nueva Hestia. Habiendo llegado a esa conclusión, se sentó junto al chico.
—Pareces ser un noble, entonces, ¿qué estás haciendo aquí?— Cuando el chico no le respondió, Hestia estiró las piernas y dijo con indiferencia.
—¿Sabías que hubo una persona que vivió toda su vida siendo amable y fue asesinada por sus propios padres?— Podía sentir al chico mirándome.
—¿No entiendes lo que quiero decir?
—Sigue.
—Quería ser amada por sus padres y demostrarle que era buena, así que el precio que pago por obedecerlos toda su vida fue la muerte— Habiendo dicho eso, Hestia volvió a mirar al chico.
—¿Y tú? — Ella le pregunto mirándole a los ojos.
—¿Por qué estás deambulando por aquí en ese estado? El chico que hizo contacto visual con Hestia rápidamente evitó su mirada.
—Está amaneciendo.
Hestia se levantó de un salto, mirando al cielo que se iluminó. Regresó a donde estaba y comenzó a recoger apresuradamente la bolsa que había extendido.
—¿Te vas a ir?
—¿Cuál es la diferencia entre un siervo y un campesino?— El chico le preguntó a la chica que parecía irse en cualquier momento con la bolsa en la espalda.
—¿Cuál es la diferencia? Ser un campesino significa ser un plebeyo que puede moverse libremente a cualquier lugar sin el permiso de nadie. Un siervo no puede hacer eso ya que le pertenece a sus dueños.
—¿Es esa una diferencia lo suficientemente importante como para que me hayas gritado?
—Por supuesto. Si denuncian que soy una sierva, estaría en problemas. Por supuesto, incluso si me atrapan, se revelaría la verdad de que no lo soy, pero estoy ocupada y tengo un largo camino por delante— Habiendo dicho eso, Hestia se acercó al chico.
—Eres amable.
—Te dije que no puedo ser amable
—Entonces, ¿qué significa esto?
—Es una deuda.
—¿qué?
—Fue nuestro destino encontrarnos así, por eso te la doy para que no mueras, si sobrevives, me pagaras varias veces más en el futuro.
—¿Por qué crees que voy a morir?
—Si no, no importa.
—¿Por qué lo crees entonces?— Hestia suspiró cuando el chico enojado le instó a responder.
—Estabas hablando cuando estabas dormido— Hestia recreó lo que dijo, imitando la voz del chico.
—¿Qué más dije?— Los ojos verdes del chico empezaron a brillar de forma espeluznante.
—No dijiste mucho.
Cuando el niño intento levantarse con una expresión aterradora, rápidamente ella dio un paso atrás y él le volvió a preguntar con dulzura.
—¿Qué más escuchaste?
—Eso fue todo lo que escuche. ¿Por qué te enojas conmigo si fuiste tú quien hablo dormido?— Hestia, que agitaba las manos para calmarse, gritó de rabia. El chico se detuvo ante su protesta.
—Si mueres de hambre, ¿hay alguien que pueda vengarte?
—¿Qué?— El chico que estaba a punto de arrojar la papa se detuvo ante la pregunta de Hestia.
—¿Hay alguien que se preocupe por ti? ¿Que se preocupe por ti?— Hestia continuó preguntando, y la respuesta llegó después de un rato.
—no.
—Entonces sólo come, no solo necesitaras tu orgullo para poder triunfar y vengarte, vas a tener que sobrevivir para hacerlo.
—¿Cómo sabes que voy a vengarme?
—Me diste bastante información mientras estabas dormido, lo mataré. Me vengaré, haré pedazos sus miembros. ¿Qué más dijiste?
—Dijiste que no habías escuchado nada más.
—Si quieres vengarte, espera el momento adecuado mientras te arrastras por el suelo. Deshazte de todo ese inútil orgullo.
—¿arrastrarme por el suelo? ¿No sabes quién soy y me dices eso?
—¿Es importante quién eres? aun cuando ahora podrías morir de hambre— Dijo, entregándole la fruta al niño que estaba a punto de enojarse de nuevo.
—¿Vas a morir de hambre mientras caminas por estos callejones? ¿De qué te sirve ser noble? Nadie de aquí lo sabe— Hestia miró al chico mordiéndose los labios. Recordé lo que me sucedió antes de revivir y cuan frustrada estaba.
Al final, me enfrenté a ese final debido a mis incontrolables sentimientos. Esto se debe a mi pasión excesiva. Ser amable era un trabajo duro, ya que le era difícil poder controlar sus emociones y podía explotar en cualquier momento.
—Piensa que es menos autocrítico, se un siervo o un campesino, piensa que hiere menos tu orgullo.
—¿De qué estás hablando?
—Papa o esta bonita fruta— El niño miró su mano como si se hubiera dado cuenta solo entonces.
—¿Por qué me estás hablando tan formalmente de repente?
El chico aceptaba tranquilamente su toque, como si fuera una bestia salvaje herida.
—¿Estás diciendo que eres un noble?
—¿Quieres decir que antes no lo sabías?
Hestia se encogió de hombros ante el bufido del chico.
—Lo sabía, pero no querías ser educado.
—Quiero hacerlo ahora.
—Vamos a despedirnos, así que no quiero dejar ningún resentimiento.
—Si no te gusta la palabra deuda, llamémoslo una inversión.
¿Inversión?
—¿Por qué?— El niño la agarró de la mano cuando estaba a punto de ponerse de pie y le preguntó.
—¿Qué?
—Creo que no tienes suficiente para comer, entonces, ¿por qué me lo das?
Hestia sonrió alegremente ante las palabras del chico.
—Te dije que era una inversión. Un chico que se atreve a sobreponer su orgullo a pesar de estar hambriento, Podría ser una persona de un estatus bastante alto.
—¿Y si no lo soy? ¿Y si no soy ese tipo de persona?
—Después de todo, invertir es una aventura. A veces hay que apostar por probabilidades inciertas para obtener grandes beneficios.
—¿No necesitas saber quién soy para recuperar tu inversión? ¿Por qué no me has preguntado mi nombre?— Cuando el chico le preguntó, Hestia respondió después de pensarlo un momento.
—Piensa en ello como si estuviera esperando un poco de romance.
—Romance— El chico ahora creía que ella era absurda.
—Sí, ese tipo de expectativa de que alguien que no conoces pueda venir a pagarte el favor al haber sobrevivido con la ayuda que le blindaste— Dicho esto, volvió a ponerse la bolsa sobre los hombros.
—¿Cuántos años tienes? Te ves muy joven.
Hestia finalmente agregó, dándose la vuelta para empezar a correr por el sendero.
—Espero que no tires la papa y la fruta que te di, ¿de acuerdo? Adiós.
El chico le gritó a la chica que corría, agitando las manos con entusiasmo
—¿Cuál es tu nombre?
Grité, pero no tenía la fuerza suficiente para alcanzar a la chica que corría.
—Sí, suelta todo tu orgullo y primero sobrevive— Me traicionó la persona en la que más confiaba. Casi lo mata la persona que pensó que era su benefactor quien lo salvó. Apenas había logrado escapar y había estado huyendo durante días, juró que nunca volveré a creer en nadie. Dicen que la gente amable, la gente buena y los que ayudan sin razón nunca sobreviven al final.
Su mirada fue hacia la dirección donde corría la chica dijo que era una inversión, no era amabilidad ni compasión como dijo: —No lastimara su orgullo porque se la dio una campesina, no un siervo. El consuelo que recibió de una chica más joven que él, ese consuelo ligero y frío le resulto más cálido que cualquier otro que haya recibido.
Maldijo, llevándose la fruta a la boca.
—Espera, la inversión que recibi de ti definitivamente dará sus frutos algún día.
Estés donde estés, te encontrare por cualquier medio. Para hacerlo, primero tenía que encontrar su lugar. Me mantendré con vida incluso si tengo que patear mi orgullo y arrastrarme por el suelo.
Y no viviré siendo amable ni confiaré en nadie. Usaré a todos los que pueda. Tomar el puesto con el que ha estado soñando a partir de ahora y para poder saldar su deuda con la arrogante chica.
—¿Mi señor?— El hombre que miraba con tristeza al desaliñado y miserable muchacho inclinó la cabeza ante la mirada sin respuesta de su señor.
—¿Eh? ¿Qué dijiste?
El hombre desvió la mirada hacia donde miraba el dueño.
—¿Todavía te preocupas por esa chica?—
—no.
—Es muy inteligente También antes ayudo al chico cuando fue golpeado en el callejón, no creo que sea una chica común— El señor, miró hacia el camino por donde corría la niña. Quizás porque tenía aproximadamente la misma edad que su hija, seguía molestándole.
—¿Te han contactado quienes te enviaron para averiguarlo?
—Todavía no— El rubio miró al chico y dijo.
—Regresemos a Beyren.
—Sí, señor, haré que los que le han enviado allí vengan a Bayren.
—¿Creo que mi regreso ha cambiado el futuro?— Hestia había estado acampando durante cuatro días en el bosque cerca del castillo de Skaella. Al parecer, como recordaba, el sobrino del duque de Skaella debería haber ido a cazar el primer lunes de mayo. Pero hoy ya es miércoles, aunque vine con anticipación por si acaso, pero el personaje principal aun no mostraba ni un solo mechón de cabello.
—¿Me abre equivocado al recordar? Hestia había estado recordando una y otra vez durante los últimos días. Obviamente, lo había leído en un boletín social. El sobrino del duque de Skaella se cayó de su caballo y resultó gravemente herido.
Se dijo que toda la isla estuvo un rato ruidosa por culpa del
accidente del sobrino del Duque que termino lisiado. Estaba pensando si debería irme a otro lugar, pero no pude llegar a una conclusión. También me sentí ansiosa por saber si el evento que debería haber sucedido no estaba sucediendo porque estaba tratando de cambiar por mi propia voluntad el futuro.
—¿Por fin ha llegado el momento?— Ella arrojó su bolsa que sostenía y comenzó a correr hacia donde provenían los gritos.
—¡Te salvaré, lo haré, lo haré!— Vio a un niño tirado a unos 50 metros adelante. Ese era Francis. Hestia seguía gritando por miedo a que interviniera otra persona.
—¿Eres un paciente? No te preocupes. Deja que te ayude. Siempre quise ser médico.
Tan pronto como corrió llego a su destino, y comenzo a mirar las piernas del niño.
—Estoy bien...— escuchó su voz avergonzada, pero Hestia lo ignoró y comenzó a buscar si estaba herido.
—¿Puedes mover tus piernas? ¿Y tú brazo? ¿Tiene dolor de cabeza o tienes alguna molestia?
El niño, que parecía ser la reencarnación de Cupido, con cabello rizado dorado brillante y ojos verdes intensos, la miró con una sonrisa brillante. Fue su salvador quien llegó antes de que muriera de hambre. Estaba tan feliz que sin darce cuenta, su voz seguía subiendo cada vez más. Hestia no pudo ocultar su emoción y comenzó a tocar las extremidades del chico que se había caído.
—Estoy bien
Hestia, que estaba tocando la cabeza del niño, se quedó rígida como una piedra.
—¿Estás bien?
—Sí.
—Eso no es bueno.
—¿Por qué?
—Porque mi plan salió mal
—Ajá, ¿es así? Me salvarías al estar herido y recibiría una gran recompensa para promover tu futuro. Quiero decir, has hecho un plan tan audaz.
La frente de Hestia estaba arrugada. Fue para ocultar su vergüenza ante el preciso razonamiento del ingenioso chico. Se puso de pie y pensó. Mientras las cosas salieron mal, no tenía más remedio que volver a fingir que no sabía nada. Sabía que me lastimaría si decía algo mal.
—No sé a qué plan te refieres— Le dijo al chico con frialdad mientras fingía desempolvarse el vestido.
—¿Dijiste que tu plan había salido mal? Eso es lo que dijiste hace un minuto con tu propia boca. Si no me equivoco, dime cuál era tu plan— El estado de ánimo del chico cambió en un instante. Pensé que no podía seguir adelante con mi torpe excusa.
—No crees que puedes huir, ¿verdad?— El chico resopló mientras me veía retroceder poco a poco.
—Por supuesto que no, me perseguirías a caballo, no soy una idiota ¿sabes? Puede probarlo ya que era un juego sin posibilidades.
—No valió la pena acampar durante cuatro días
—¿Ahora vas a decirme la verdad? Entonces empieza por responderme—. El chico cambió de expresión y gritó con voz alegre.
—¿Cuatro días? ¡Guau! ¿Esperaste tanto tiempo para salvarme? Eso es impresionante.
—Eres extraño— Hestia frunció el ceño mientras miraba al chico sonreír.
—¿qué?
—¿Por qué estás reaccionando así? ¿No se supone que deberías preguntarme cómo sabía que te caerías del caballo?
El chico se encogió de hombros —No me enojo con la gente honesta, y no ha pasado ni un día o dos que no haya tenido un accidente como este, así que ya no me sorprendo. El chico encogiéndose de hombros le dijo.
—¿un día o dos?
—Sí, pasa a menudo. Escuchaste algo por adelantado de aquellos que tramaron esto, eso también sucede a menudo.
—Eso es ridículo— Es cierto que su intención fue impura, pero era muy injusto estar atada con las personas que causaron este accidente. Es sorprendente que este accidente se haya planeado, pero ese no era su problema.
—¿Qué quieres decir con que es ridículo?— El niño se acercó al caballo que resoplaba y buscó si estaba herido.
—Es ridículo que creas que estoy confabulada con los que planearon este accidente.
—¿Qué lo sabía de antemano? No sé de qué estás hablando.
—¿Estás mintiendo de nuevo?
Hestia tomó una decisión ante la reacción del chico, que se había vuelto fría de nuevo.
—Está bien, te diré la verdad. Por favor, contrátame para poder trabajar en el castillo de Skaella.
El chico frunció el ceño ante la petición de Hestia.
—¿Por qué debería contratarte? Además, es posible que seas una de las personas que planearon este accidente.
—Porque no lo soy. Y te sorprenderá oír lo que te contare
—Dime porque si no te llevare al castillo pero como una criminal.
—No quiero ir como criminal, sino como una empleada. Realmente no sabía que este accidente era el plan de alguien— Hestia saltó y se quejó ante la injusticia.
—Sí, en realidad no.
—Está bien, te escuchare primero y después decidiré.
—Tengo la capacidad de conocer el futuro.
Hestia, que estaba pensando en cómo solucionar este lio, al final decidió no decirle la verdad hasta que aceptara con seguridad su pequeña mentira. Incluso pensando en ello, su situación actual era dudosa. Entonces decidió agregar un condimento más estimulante a su plan.
El condimento la —Videncia—. Bueno, esto no está tan mal. Hestia levantó la cabeza con orgullo.
—¿Vidente?— El niño se frotó la cara y se echó a reír.
No es de extrañar que no le creyera. Incluso si fuera él, se habría reído pensando que era gracioso.
Hablo con seriedad —Es cierto. Realmente tengo la habilidad de predecir el futuro. Un día tuve un sueño y vi este accidente. Por eso vine aquí.
Hestia miró directamente al chico. Para ingresar al castillo, tenía que realizar un movimiento ganador ya en este punto.
—De hecho, sé quién causó este accidente.
—Dijiste que no lo sabías.
—Iba a fingir que no lo sabía porque pensé que sospecharías de mí. Pero no me crees. No puedo evitarlo.
—Entonces, ¿quién me hizo esto?
—Como era de esperar, tú también participaste ¿Qué pasa si solo estas fingiendo para ser mi empleada?
Hestia continuó hablando tranquilamente, como si el malentendido fuera natural.
—El próximo mes, se anunciará el compromiso de la condesa de Grimore y el marquesa de Laval— Sus palabras endurecieron la expresión del chico.
Hestia apretó los puños ante su cambio. Ya que lo recuerdo de mi vida pasada, eso había estado en el boletín social durante bastante tiempo. En ese momento, no podía entender por qué, pero ahora es diferente. Las batallas y luchas políticas que había visto innumerables veces en su vida anterior como emperatriz de un gran imperio. La combinación de su experiencia de su vida anterior y sus recuerdos antes de su regresión amplió el alcance de su comprensión incluso de la misma información.
—Eso no puede pasar. Si supieras cómo son esas dos familias, no habrías podido decir una mentira así.
Por lo que recuerdo, fue antes del compromiso de la marquesa de Laval, así que esto debería ser correcto.
—Disparates.
La expresión de Francis se endureció ante sus palabras.
—¿Ya ha sucedido?
—Casi me lo creo por un momento. Eres muy buena estafadora— El chico se rio torpe y sarcásticamente.
—Lo sabrás pronto, así que ¿por qué no me llevas al castillo y lo compruebas? Si lo confirmas, déjame vivir como una sirvienta en el castillo de Skaella, y si no, castígame. El chico se quedó callado como si estuviera preocupado. Hestia miró su rostro nerviosa.
—Está bien, te llevaré al castillo— Hestia casi estalla en vítores ante el permiso finalmente otorgado.
—Gracias, realmente no mentí, ya lo verás— Si pudiera vivir en el castillo de Skaella, podría hacer cualquier cosa. Sería mucho mejor ya que no tenía a adónde ir.
Francis miró a la niña feliz y le preguntó.
—¿Eres algún pariente familiar?— Hestia negó violentamente, preguntándose si todavía dudaba por causa del accidente.
Ya que estaba triste, bajo la mirada rápidamente.
Los labios del chico se crisparon cuando se dio cuenta de que su título había sido cambiado de —oye— a —joven maestro—.
—Eres tan rápido cambiando de posición.
—Gracias por el cumplido
Francis chasqueó la lengua mientras sonreía amablemente, luego volvió a preguntar —No te estoy preguntando por el accidente. Te estoy preguntando si tienes alguna relación con mi familia porque tu apariencia es similar a la de mi madre.
—¿Similar?
—Sí. ¿No crees que el color de tu cabello y el mío son demasiado similares?— El rubio dorada brillante es un color raro— Hestia miró cuidadosamente el color de su cabello y la del chico ante sus palabras.
—¿Es un color inusual?— Por supuesto, es cierto en el pueblo donde vivió hasta su muerte. Ser rubia no era común.
Pero pensé que era porque era un pueblo y porque la mayoría de la gente estaba relacionada por sangre. Su familia, o las personas que ella pensaba que eran su familia, la familia de su tía no eran originarios de la finca Astor.
—¿Eso es raro?— Hestia ladeó la cabeza.
—¿qué?
—Me acabo de dar cuenta de algo de lo que no me había dado cuenta antes.
—¿Qué es?
Hestia murmuró para sí misma, viendo con cuidado la cabeza del niño curioso.
—El hecho de que pueda haber un secreto en mi nacimiento.
Un secreto de nacimiento un cuerno. Hestia frunció los labios mientras miraba las cabelleras rubias desbordantes en el castillo de Skaella. Rubio oscuro, rubio claro, rubio brillante, rubio encrespado, rubio mixto, no rubio.
El mayor número de rubias que nunca antes había visto se movían afanosamente frente a sus ojos. De hecho, solo la reencarnación es mi secreto de nacimiento. No importaba cuan hipnotizante sea su nueva vida, era demasiado.
—¿Quién eres?
Mientras permanecía de pie ociosamente, admirando el deslumbrante interior y las numerosas cabelleras rubias, una hermosa mujer se me acercó y preguntó.
—Oh, madre. Ella es la que me salvó la vida hoy.
Sorprendida, la mirada de Hestia se volvió hacia el joven maestro parecido a un ángel.
—Hola, soy Hestia Darrell, quien tuvo el honor de salvar al joven maestro hoy. Espero sean amables conmigo. Hestia saludó a la dama con la mejor expresión que pudo hacer.
—¿Salvaste la vida de Francis? Muchas gracias Pero, ¿qué significa que me pidas que sea amable contigo?
Francis respondió a la pregunta de su madre —Le dije que se quedara aquí por un tiempo porque no tenía adónde ir. Ahora solo tiene 12 años, para que esté viviendo una vida errante— Ante las palabras de Francis, Hestia rápidamente hizo una expresión de lástima en su rostro. Ojalá pudiera llorar, pero era demasiado para ella ya que carecía de experiencia.
Los ojos de Leighton Albre, mirando a Hestia, estaban llenos de simpatía.
—Es 3 años menor que yo.
—Oh. De verdad. ¿Es tan joven? Es tan pequeña que ni siquiera puedo pensar en la diferencia de tres años. ¿Tus padres no están aquí? ¿De dónde eres? Me duele el corazón pensar en lo que debes haber sufrido a una edad tan joven.
La noble dama, que había estado haciendo preguntas sin darle tiempo a Hestia para responder, finalmente lloró.
—Cariño, no te preocupes. Estoy segura de que te pondré gordita. ¡Nancy, Nancy!
Madame Albre, que estaba mirando a la niña con la cabeza más pequeña que su segundo hijo, apretó el puño y llamó a alguien.
—¿Llamo?
Una mujer de mediana edad que parecía tener la misma edad que Madame Albre llegó corriendo.
—Nancy, mira a esta niña. Dios, ¿puedes creer que tenga doce años?— Ante las palabras de Madame Albree, Nancy miró a Hestia.
—Esta flaca, pero no esta tan mal— La mujer llamada Nancy destruyó las emociones de Madame Albre con su tono franco.
—Oh, Nancy. ¿Qué quieres decir?
Madame Albre protestó, agitando su pañuelo de encaje con el que se secó las lágrimas.
Habiendo dicho eso, Nancy le hizo una seña a Hestia.
—Ven conmigo, veamos si puedes comer algo antes de la cena.
Por fin, podía comer cualquier cosa que no fueran nueces agrias.
Hestia siguió a Nancy, que estaba ocupada caminando con entusiasmo.
—¿Qué quieres decir con que te salvo la vida?
Tan pronto como las dos personas desaparecieron hacia el comedor, la Sra. Albre le preguntó a su hijo menor.
—Porque es una niña extraña, voy a esperar y observarla por un tiempo. ¿Son esas lágrimas reales o falsas?
Francis sonrió ante la apariencia de su madre y le preguntó.
—Pero madre.
—¿Eh?
—¿Viste el color de su cabello?
—Sí, por eso dijiste que era extraña. ¿No es así?
—Es una de muchas cosas.
—¿Hay algo más?
—Dijo que sabía del accidente que tendría hoy y trató de salvarme para obtener una recompensa.
—Dios mío, también es inteligente, me gustan los niños inteligentes. Pero tú podías creerle, entonces, ¿qué es lo extraño?
Francis respondió a la pregunta de su madre.
—Dijo que tenía visiones.
Ante lo que dijo su hijo menor, la Sra. Albre frunció los labios.
—Dime que no le creíste, ¿verdad? Solo dime que la trajiste por compasión.
Francis miró a su madre, que intentaba contener la risa.
—Descubrí que Su Majestad Félix desaparecio.
—Eso es imposible.
La expresión sonriente de Madame Albré se volvió amarga.
—¿Es verdad lo que acabas de decir?
Una voz grave vino detrás de Francis. Un joven de ojos azul turquesa y el mismo cabello rubio como el sombrero que estaba en el pasillo.
Ciril Albre preguntó con el ceño fruncido por lo que acababa de escuchar.
—¡hermano!
— Ciril, bienvenido. ¿Encontraste al príncipe?
Preguntó la Sra. Albré, acariciando la espalda de su hijo mayor y besando su mejilla.
—no.
Ciril respondió con una oscura expresión.
—Ha pasado menos de un año desde la muerte del Príncipe Heredero, y esto está sucediendo de nuevo... debe ser desgarrador.
Dijo la Madame Albre mirando por la ventana hacia el costado del Castillo Imperial.
—No me escucho cuando le dije que no viniera porque la situación no era buena...
—¿Cómo fue secuestrado si fue escoltado por el marqués Laval?
La Madame Albre se lamentaba mientras se tocaba la frente.
—Esa es la pregunta. Hay tantas cosas que no puedo entender— Ciril le respondió con los brazos cruzados como si sospechara.
—Hermano, madre, escuché que comentaban de alguien extraño.
Francis, que estaba preocupado por escucharlos, le respondió —¿Qué quieres decir con alguien extraño?
Ante la pregunta de Ciril, Francis señaló con la barbilla hacia el comedor.
—Te refieres a la chica que traje.
—Oh, sí. Estaban hablando antes de esa chica, ¿verdad? ¿Cómo supo de la desaparición de su alteza Félix?
Francis respondió a la insistencia de su madre.
—Dijo que tuvo una visión.
—No bromees.
—Es verdad. Por supuesto, yo tampoco quería creerlo. Pero, ¿cómo pudo saber algo que solo nosotros sabemos? Y antes de decirme esto, hablamos de otra cosa.
—¿De qué más hablaron?
Francis agregó de nuevo cuando su madre y su hermano no dijeron nada.
—Si esa niña realmente tiene visiones y el próximo mes se establece el compromiso entre Laval y Grimore ...
—Significa que la desaparición de su Majestad Félix puede ser una conspiración del Marqués Laval— Ciril respondió con una mirada de incredulidad.
Poco después de que la emperatriz diera a luz a un hijo, el príncipe Félix desapareció. ¿Un mes después, el marqués de Laval y la condesa Grimore estarán comprometidos?
La condesa Grimore era la prima del primer emperador.
—Tendré que preguntarle a la chica para tener mayor seguridad— Cuando Ciril estaba a punto de dirigirse al comedor, la Madame Albré lo detuvo.
—Espera a que coma algo primero. De todos modos, será después de un mes. No hay necesidad de apresurarse, porque solo hasta entonces sabremos si lo que dijo es cierto o no.
—Si lo que dijo esa chica es cierto, ¿entonces el marqués Laval te traicionó, ¿no?— Ciril asintió ante las temblorosas palabras de Francis.
Los hermanos Félix y Albre han sido cercanos desde que eran pequeños. Las dos familias no tuvieron más remedio que acercarse porque la madre de los hermanos Skaella, o la ex duquesa, era la niñera del emperador.
El clan Skaella estaba más cerca del emperador actual que su familia y le eran leales más que nadie.
—¿Llamaste a tu hermano?
—He enviado cartas a todos los lugares donde podría estar— Francis dijo con indiferencia a la respuesta de Ciril.
—Incluso si no se lo decimos, sabrá de lo que estamos hablando— Ante las palabras de Francis, la Madame . Albre tiró de la oreja de su hijo menor y lo regañó.
—Aún tienes que decírselo. En caso de que no lo sepa.
—¡Ay! Está bien.
—¿Podrás encontrarlo?
La Madame Albre, que había regañado a Francis, le preguntó a Ciril:
—En primer lugar, hay que confiar en él. Estoy segura de que ha puesto a alguien allí, así que lo encontrará eventualmente, si no antes.
Después de decir eso, Ciril agregó con voz oscura.
—Si no está muerto.
Los tres se dieron la vuelta, sorprendidos por la voz repentina. La niña que fue al comedor estaba parada en la oscuridad a un lado del pasillo, mirándolos.
—¿Desde cuándo?
Ciril le preguntó fríamente, mirándola de forma siniestra.
—Desde antes.
Hestia había vuelto sola para lavarse las manos sucias y ver qué podía hacer antes de que Nancy le sirviera la comida.
—¿Es tu pasatiempo escuchar secretos? ¿Es por eso que sabes acerca de su Majestad Félix?
—No. ¿Dónde escucharía algo así una niña como yo?
—¿Qué quieres decir con que no está muerto?
Francis se acercó a Ciril y le preguntó.
—Su Alteza el príncipe Félix. No está muerto. Volverá al palacio más tarde.
Scar Nolan Francis se movió dando un salto y le tapó la boca a Hestia.
—Shh, ven aquí.
Arrastró a Hestia al frente de su hermano y su madre.
—Sí.
Hestia respondió dócilmente, pensando que era indiscreta.
—Continua con lo que ibas a decir, ibas a decirle algo al Duque de Skaella, ¿verdad?
Hestia asintió ante la pregunta de Francis.
—Sí, lo sé bien. El duque estaba protegiendo al príncipe y luego regresó sano y salvo al castillo Imperial.
Sus palabras iluminaron los rostros de la familia Albre.
—Me creen ahora— Ante las contundentes palabras de Hestia, Madame Albre se rio.
—En realidad, todavía no quiero creer lo de tu visión o esas tonterías. Pero no puedo evitar creer en lo que has dicho porque es muy creíble que mi hermano estará con el príncipe.
El compromiso del Marques Laval y la condesa Grimore también es cierta. En el pasado el sistema se anuló debido a la combinación de las dos familias.
—¿pasado?
Cyril, al darse cuenta del desliz de Hestia, le preguntó bruscamente.
—Siempre parece una historia del pasado en mis sueños.
Hestia, que pasó por alto su desliz, miró a su alrededor. —¿Puedo ir al comedor ahora? Dije que iba al baño, pero ya paso mucho tiempo.
—Si querias mantenerlo en secreto, no deberías haber hablado de ello en un lugar público como este. Este es un lugar por donde pasa la gente.
Madam Albre estalló en carcajadas ante las palabras de Hestia.
—Tienes razón. Es incorrecto decir que escucho a escondidas mientras hablaban en un lugar público.
—Gracias por su comprensión Madam, oh, y afortunadamente parece que nadie más los escucho excepto yo, así que tenga la seguridad. He visto la red — Hestia asintió y agregó:
—Entonces me iré. Si tienen más preguntas, llámenme más tarde.
—¿De verdad tienes doce años?
Madam Albre le susurró a Francis, mirando la espalda de Hestia.
—No es una niña normal. Es muy inteligente.
Ante las palabras de Ciril, Madame Albre asintió ampliamente.
—Sí, si le enseño bien, será una dama muy agradable.
—Oh, a ti también te gustó. Solo la felicité por ser inteligente.
—Pero no tiene sentido que le enseñes y la críes.
—¿Por qué? Debido a que es una plebeya, debes apoyar a las personas inteligentes sin importar su clase.
—Si. Estoy a favor de cuidar y apoyar a las personas inteligentes. Todavía es una niña, y no la puedo echar a la calle. Pero eso no es lo que piensa mi madre.
—Dijo que era una dama— Francis intervino.
—Así es Mamá. No solo quiere cuidarla.
Ante las palabras de Ciril, Madamee Albre miró por la ventana.
—Siempre he querido una hija.
—Empezó de nuevo.
Francis se tapó los oídos y golpeó el costado de Ciril.
—Si tu padre no hubiera muerto tan rápido, habrías tenido una hermosa hermana.
La señora Albre miró a sus hijos, secándose los ojos con el pañuelo de encaje.
—Me gusta esa niña. Igual que su actitud ya que no se sintió intimidada y pudo hablar frente a extraños.
—No digas tonterías. Ella va a convertirla en su hija.
—Ni siquiera sabemos dónde nació, y hoy es la primera vez que la conocimos— Ciril también le habló a su hermano en voz baja.
—Me gusta su cabello rubio.
Ante las palabras de Madamee Albre, los susurros de los hermanos cesaron.
—Ella es rubia. ¿No dirán que no lo notaron?
Francis se dio una palmada en la rodilla como si acabara de recordarlo.
—Sí, así es. La principal razón por la que la traje al castillo fue por el color de su cabello.
—¿Qué te parece, Ciril? Esa es prueba de que por sus venas corre la sangre de los Scarella, y nosotros lo sabemos incluso si otros no lo saben, ¿verdad?
Ciril aceptó de mala gana las palabras de Madamee Albre.
Suspiró al ver a su madre parpadear como si esperara algo.
—La adopción será después de eso de averiguar sobre la niña
Madamee Albre respondió a las palabras de Ciril.
—Tampoco te estoy pidiendo que lo hagas de inmediato. Incluso si queremos adoptarla de todos modos, es imposible hasta que tu tío regrese.
◦ ❖ ◦ ❁ ◦ ❖ ◦ ❁ ◦ ❖ ◦ ❁ ◦ ❖ ◦
—¿Quieres más?
Era la primera vez que probaba tan rica comida antes o después de regresar. Desde la sopa y leche caliente, hasta los dulces, tortas, panes y jamones «¿Alguna vez había comido algo como esto?» Creo que nada de lo que haya comido en mi vida pasada fue tan delicioso como esta comida. Por supuesto, no había pasado días sin comer entonces, así que toda la comida debe haber sido más o menos así.
—Por favor.
Mi pronunciación no era clara debido a la comida que tenía en la boca, pero Nancy me entendió de inmediato y me sirvió más comida.
—Vas a tener malestar estomacal. Bebe un poco de té caliente.
Hestia tomó un sorbo del té que Nancy le estaba dando y dejó la taza de té.
Hablaba y se comportaba sin rodeos, pero no le parecía desagradable ni le disgustaba.
«Pensé que estaba siendo demasiado grosera cuando la conocí» Nancy sonrió a la niña que la miraba.
—Veo que estás un poco llena ahora, considerando tu cara.
Hestia sonrió modestamente ante sus palabras.
—¿De dónde eres?
—Soy de Astor.
—¿Astor? ¿Viniste sola de un lugar tan lejano?
—Si.
Nancy inclinó la cabeza.
—¿Por qué?
—Me escapé de casa.
—¿Huiste de casa?
Las palabras que respondieron a la respuesta de Hestia vinieron desde la entrada del comedor. Era el hermano de Francis al que vi antes.
—¿Qué, qué, tienes una familia? ¿No eras una vagabunda?
Francis entró detrás de él y preguntó sarcásticamente.
—¿Cuándo aprenderá a observar nuestro pequeño y joven maestro?
—¿Qué le pasa a mi vista?
Francis protestó con un puchero en la boca.
—Mírala está vestida con ropa vieja y polvorienta pero ordenada, y no tiene sucios ni podridos los dientes. ¿Dónde viste que era una vagabunda?
Francis miró a Hestia apenado por las palabras de Nancy.
—Lo siento, cometí un error.
—¿Continuamos con lo que dijo antes? ¿Huiste de casa?— El hermano mayor de Francis volvió a preguntar.
—Oh, este es mi hermano mayor. Ciril Albre, jefe de la familia Albre, quien pronto se convertirá en el Conde Albre.
Cuando Francis la presentó oficialmente, Hestia saltó.
—¿Quién diablos eres realmente? A juzgar por su tono y atuendo, está claro que no es una noble. Pero su saludo fue claramente el de una noble bien educada.
Hestia reunió sus manos frente a ella y respondió.
—Vi a una noble dama antes y saludó a su señor así, así que lo copié exactamente.
Ciril notó el significado oculto en las palabras de la niña.
—¿Señor?
—¿Estás diciendo que me aceptas como tu señor?
—Si, eso es correcto.
—¿Por qué?
—Quiero vivir aquí.
Hestia supo de inmediato quién era el gobernante de este castillo. Tal vez porque esta persona es el cabeza de la familia, este hombre es diferente de la señora Albre, que era gentil y amable, y de Francis, que aún era joven.
Hubo un momento de silencio en la habitación. Los tres rostros revelaban si creer o no en sus palabras.
—Sé que creen que estoy mintiendo.
Ante el fuerte tono de Hestia, Ciril dijo mientras se sentaba en la silla frente a ella.
—Nancy, tráeme una taza de té. Con unas gotas de brandy.
—Sí, gran joven maestro.
—Nancy, yo también— Francis pidió un té con la misma dignidad.
—Correcto. Excepto que sin brandy.
—Hmph.
Ciril preguntó mientras Nancy iba a buscar el té.
—¿Tus padres intentaron matarte?
—Sí. Por eso me escapé.
—¿Por qué?
Ciril no tuvo más remedio que preguntar el por qué.
—No lo sé.
—No nos estás mintiendo, ¿verdad?
La expresión de Ciril se volvió sutil ante las palabras de Hestia. A juzgar por su apariencia y sus afirmaciones, claramente es una niña, pero sus palabras y acciones no lo son, así que olvidé su edad por un momento.
Aunque pensé que era sospechosa, me sentí débil al pensar en las dificultades que tuvo que pasar la niña. Llamó al sirviente que estaba esperando.
—Hablemos de esto mañana. Debe haber sido difícil, así que sube y descansa.
—No me vas a echar, ¿verdad?
Pensando que no dormiría debido a la ansiedad, Hestia quería escuchar una respuesta definitiva. Ante su mirada desesperada, Ciril asintió.
—No te preocupes, no tengo la suficiente sangre fría para expulsar a una pobre niña.
Ante las palabras de Ciril, Hestia se sintió aliviada, siguió al sirviente y salió. Cuando los dos se fueron, Francis le preguntó a su hermano.
—¿Hasta qué punto debo confiar en ella?
Nancy trajo su te a los dos jóvenes maestros y dijo.
—¿Cómo lo sabes? ¿Ya te hablo de eso?
Nancy negó con la cabeza ante la pregunta de Francis.
—No. No era el momento de escuchar los detalles. Pero lo supe con solo mirar a la niña.
—¿Qué? Dijiste que no tenía los dientes podridos y que tenía ropa. ¿No significa eso que creció bien?
—Absolutamente no. El hecho de que tenga bien sus dientes y tenga ropa no significa que haya sido protegida.
—¿De qué estás hablando?
Nancy respondió a la pregunta de Ciril, chasqueando la lengua.
—Tiene ampollas y rasguños en sus pequeñas manos como helecho. ¿Ni que decir de su cara? Está chamuscada, agrietada y quemada por el sol es un desastre.
—Solo su cara y sus manos. Sus pies también eran un desastre.
—Sí. No solo eran heridas o callos por haber caminado mucho tiempo. Estuvo mucho tiempo descalza. Toda la piel la tenía expuesta y era un desastre. Era peor que las manos de las personas que han sido sirvientas durante décadas.
—¿Entonces quieres decir que sus padres realmente querían matarla?
Nancy respondió con firmeza a la pregunta de Francis.
—No lo sé, pero unos verdaderos padres nunca pondrían a una niña de 12 años en ese estado.
—Entonces no puedo enviarla de vuelta— Dijo, Ciril que estaba bebiendo su té en silencio.
—Sí, le aconsejo que no la devuelvas— Nancy dijo mientras volvía a llenar la taza con té.
Comentarios
Publicar un comentario