El león y la oveja Capitulo 4.- Sostenme

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Sostenme.

Los días a lado de Edmund son tan cotidianos, cada día parece más cómodo en mi casa, siento como si siempre estuvo aquí. Todas las mañanas despierto después de Edmund, usualmente me lo encuentro saliendo del baño, al parecer le gustan las duchas largas durante la mañana. Mientras preparo el desayuno le enseñó a Edmund a cocinar (Me aterra la idea de que rompa algo y se lastime), nos sentamos a comer, a las siete me dispongo a hacer mi trabajo en línea, coordinar conferencias, arreglar trámites legales y sociales de la empresa.  Edmund se sienta durante horas en el sillón de la sala viendo toda clase de películas de culto o series, es muy lindo verlo ahí sentado con una libreta en mano apuntando o tomando fotografías con el celular. Cuando dan las diez de la mañana,  yo me alisto para el trabajo y salgo, lo que hace Edmund en esas horas es un total misterio para mí, a las siete de la noche regreso del trabajo, él me recibe con la cena los primeros días lo encargaba en restaurantes, al mes aprendió a cocinar y me empezó a recibir con toda clase de comida, comemos juntos para después darme una ducha, en ese tiempo Edmund rellena las evaluaciones, posteriormente al momento de salir yo también lo hago, nos sentamos en la cama y conversábamos largas horas sobre todo, muchas veces terminábamos cuando yo me dormía, supongo que Edmund se dormía poco tiempo después.

Pronto me acostumbre a la vida con Edmund, en estos dos meses estoy seguro de que Edmund  ya tenía la confianza y el conocimiento suficiente para salir a comprar a comprar en mi ausencia, dejamos de ir juntos, aunque era de mis actividades favoritas. Cada lunes cuando llegaba a casa la nevera estaba llena, la casa en orden e incluso compró un pequeño cactus, según Edmund quería estudiar más sobre botánica, le llamo “Cactulio” me pareció lindo. Salíamos algunas veces por semana al centro comercial o a cenar, como siempre Edmund era muy amable con todos, parece hablar con todos los vecinos, el señor de la tienda de conveniencia, la chica del centro comercial que le vendió a Cactulio e incluso con los niños que de pronto chocaban con él distraídos, es un hábil conversador y  nadie nota que no es humano y muchos lo miraban con admiración como poco a poco empiezo a mirarlo yo. 

Pronto empezó a interesarse por las artes, cada martes dibuja algo en acuarelas, crayones, plumas o lápices y lo pega en la nevera con los típicos imanes de frutas que Viri me dio, recuerdo que el primer dibujo era una mariposa, luego un helecho, una Catarina y así sucesivamente dibujaba insectos, arañas, animales, plantas y nubes, por las mañanas del martes me preguntaba mi opinión de sus dibujos que cada vez mejoraba más, me da algo de envidia, yo soy pésimo para esas cosas. Más que un roomie se ha vuelto mi amigo, uno en que podía confiar sin preocuparme de casi nada, pero cuando lo observo a lo lejos mientras hace sus encuestas, ve la televisión o la gente de afuera por la ventana, parece un preso contando sus días para su libertad, yo soy un compañero más de celda. 

Luego de escribir el resumen bimestral del proyecto dejó la tableta sobre la cama, era de noche, el horario predilecto para el  segundo baño de Edmund. Sebastián subió ambos pies en el borde de la cama, se sentía terriblemente mal de lo sucedido hacía unos minutos, en un descuido de Edmund tiro una crema en su futón manchando todo, por lo que Sebastián le ofreció dormir en la misma cama, la cual era bastante grande, de niño siempre soñó con dormir en una cama tan enorme que sin importar a donde se moviera, caerse sería casi imposible y lo logró, pero la cercanía lo ponía inquieto, pronto Edmund salió del baño en dirección a la habitación, quería darle un tiempo libre para que pudiera retractarse si así lo deseaba, la idea de dormir juntos también parecía inquietarle.

—¿No has cambiado de parecer?

—Estaba llenando el informe bimestral.

—Yo llene el mío en la mañana, he progresado mucho, mañana iré con David.

—Debo ir a trabajar, ¿Estarás bien si te dejo aquí en casa?, no olvides cerrar.

—Tranquilo, cerraré.

Sebastián en una evidente mueca de ansiedad se mordió el labio inferior con fuerza en lo que avanzaba en cuatro hasta el extremo superior de la cama para acostarse, su corazón parecía decirle que era mala idea, aunque le dolería más si durmiera en la sala.

—En las películas, las personas muy cercanas suelen compartir cama. Tranquilo, solo será por hoy y pondré un muro de almohadas, por favor no te pongas tan nervioso.

—¿Tan evidente es?

—Llevo un par de meses aquí conviviendo contigo, sé que te asusta mucho.

El menor se limitó a asentir con la cabeza cubriéndose con la sabana, los temas sociales siempre le ponían tenso, no era una persona que hiciera amigos fácilmente, mucho menos los dejaba entrar a su vida, aún más difícil los dejaría dormir en su cama.

—No temas. —Edmund apagó las luces de la habitación y se dirigió a la cama en donde acomodo un par de almohadas entre los dos, posteriormente se alejó de la barrera tapándose con otra sábana.

—Tonto— Menciono antes de caer rendido ante la suavidad de las sabanas, estaba seguro de que Edmund lo había lavado esa misma mañana, olían a suavizante de telas.

La noche transcurrió con normalidad hasta que de nuevo una pesadilla que recordaba de su infancia se hizo presente despertándolo casi de un salto, cuando abrió los ojos lo primero que logró ver fue la borrosa barrera de almohadas que dividía la inmensa cama Doble King size, se acercó a ella recargando su rostro sobre la primera almohada, de esa forma tenía una imagen más clara del rostro durmiente de su nuevo amigo, éste tenía los ojos cerrados, su respiración era como la de cualquier otro, parecía estar profundamente dormido, ¿Qué estaría soñando?, ¿Los no vivos soñaban?. Toda clase de pensamientos bombardeaban su mente mientras su mirada estaba fijada en el fino rostro ajeno, tenía facciones varoniles, unas largas pestañas y unas cejas espesas marcadas, parecía modelo incluso cuando dormía, estaba totalmente embelesado por la forma en la que la luna iluminaba su rostro, quería tocar su mejilla, quería sentir su calor más que nada, pero desde que lo conoció, en ningún momento existió el contacto físico de ningún tipo, no había sentido la textura de su piel ni por error, el menor tragó saliva, el cuerpo de su acompañante se movió hacia su dirección dejando al descubierto parte de su abdomen bajo, la pijama nueva le quedaba algo grande con el más fino movimiento dejaba ver fragmentos de su torso. 

Un calor extraño inundó su cuerpo, su mirada estaba clavada en el cuerpo ajeno, parecía delinear cada uno de los bordes de su silueta, debido a aquel movimiento parte de la respiración caliente del pelinegro rozaba la cara del chico, erizando su piel, incluso un Omega sin florecer, sin haber presenciado su primer celo o sin siquiera haberse expresado podía sentir algo en lo más profundo de su ser, pronto se sintió inquieto, lo encendió y pedía más que solo mirar. No sabía si podría ser su primer celo, era casi imposible, pero por casualidad lo era, el proyecto era un éxito. Antes de atreverse a hacer algo más allá, de inmediato se dio media vuelta y se tapó todo el cuerpo con la sábana, su corazón retumbaba en sus oídos sentía como si fuese a explotar en cualquier momento, según la literatura el celo era algo tan intenso que no podía ser controlado sin supresores, su mente decidido enfocarse en exponer todas las razones por las cuales no estaba en celo y solo era algo sin importancia, pero aun no entendía porque sintió eso.

—Sebastián, levántate ya es tarde— Tras aquella advertencia una almohada golpeó su rostro, solo un quejido obtuvo el mayor como respuesta, era tarde para ir a su trabajo, hoy le tocaba trabajo de oficina.

—Déjame, Viri—

—Levántate ya o llegarás tarde.

Casi de forma instantánea pestañeó sorprendido, hoy debía entrar a horario normal, era un día muy ocupado, el rato que se quedó despierto en la noche mirándolo y soñando despierto le pasó factura en la mañana.

—Edmund, ¿Por qué no me levantaste más temprano?— Se levantó a toda velocidad de la cama, no le dio tiempo a su roomie de responder, ya había salido de la habitación hacia el baño para lavarse la cara, los dientes y todo.

—Lo intente, empacare tu desayuno.

Muchas veces Edmund parecía más una madre o una esposa que un amigo, pero de igual forma Sebastián necesitaba de ambos, de no ser así solía descuidar su alimentación. Una vez todo empacado y listo Sebastián se fue al trabajo, lo que restaba del día debía esperar a David, tenía una cita en T&T para evaluar y agregar mejoras. Al medio día David pasó a recoger a Edmund, dejó una nota en el refrigerador y se marchó con David.

—Ed, ¿Cómo te va con nuestro sujeto de prueba?, ¿Lindo?

—Sebastián es muy amable conmigo, me siento cómodo en su casa, pero es muy despistado.

—¿Se le hizo tarde y no comió?

—Exacto.

—Típico de mi niño. Sebas lleva un estilo de vida difícil, aún le cuesta un poco vivir solo, antes vivía con su hermana mayor Viridiana, una chica hermosa y astuta, se casó muy joven con un hombre Gamma, tienen una niña.

—Si creo que me comentó, es una suerte nacer en una familia tan prestigiosa llena de dominantes.

—Si, Viridiana no siguió el legado de la familia, creó su propia marca de ropa, pero mantiene vivo el apellido, ser la única alfa de la familia no es trabajo sencillo.

—Me imagino, debió ser difícil para su familia saber que Sebastián es Beta.

—¿Beta?... Sebastián es Omega, es un Omega dominante, su linaje desde los anales de la historia son tan puros que solo nacen alfas y omegas dominantes en su familia.

—No sabía… 

—Bueno... Sebas es difícil de tratar, desde joven se manifestó como omega dominante, emitía feromonas dulces y las controla muy bien por lo que se catalogó como dominante, luego sus estudios lo confirmaron, pero debido a la pandemia, jamás ha florecido o ha tenido un celo, tampoco tenía contacto con los alfas ajenos a su familia antes de eso, siempre fue retraído socialmente.

—Yo no sabía— Un largo silencio incómodo se apoderó del auto, un sentimiento no reconocido empezó a inundar su cuerpo, no sabía cómo reaccionar ni qué hacer.

—No habla mucho al respecto. Lo poco que sé es por Viri. Yo soy Gamma, las feromonas las puedo sentir, pero no me afectan tanto como a los omegas, por eso creo que Sebastián se siente cómodo a mi lado.

—Ya veo, ¿A dónde iremos?— Mencionó en un intento de cambiar de tema y al ver que la dirección que tomaban no era justamente a T&T.

—Te recomendé en un trabajo sencillo. Yo trabajé ahí en preparatoria, te irá bien, hoy es tu entrevista.

—Está bien.— Una respuesta corta fue suficiente para que David se quedará extrañado, algo había cambiado en su estado de ánimo, le sorprendió la forma en que tan rápido podría expresar emociones, parecía cada vez más un humano, pero lejos de eso, ¿De dónde venía el cambio?.

—¿Estás bien, Ed?

—David, no quiero mentirte… Tampoco puedo responderte, debo intentar saber qué siento.

—Tal vez estás sorprendido… No te molestes con Ed, él suele ocultar muchas cosas por su forma de ser.

—Tienes razón, solo es sorpresa… ¿Dónde trabajaré?

—Te encantará, es un lugar donde aprenderás mucho, por lo que leí, aunque llevas cuatro meses, ser social es tan natural en ti, tengo algo de envidia. No solo te has ganado a mi niño, sino también eres super encantador con los demás.

Por un momento Edmund se ruborizó ante las palabras de David, un elogio de ese tipo no podía pasarlo por alto, era demasiado. David rio apenado por lo que recién había dicho, a veces no pensaba bien lo que decía.

—Gracias— Con una sonrisa orgullosa Edmund agradeció, pero ese sentimiento agrio dentro del cuerpo le hacía sentir incómodo.

Luego de la entrevista regreso a casa, era algo tarde porque no solo fue la entrevista laboral, pasaron a T&T para la evaluación y el mantenimiento, parecía ser que le agregaron algo más. Lo que restaba de la tarde se la paso encerrado, alrededor de las nueve ya había terminado todo los pendientes del día, por lo que David lo dejo en la puerta de Sebastián  no quiso pasar, pese a la invitación de Edmund, mencionaba algo del trabajo y las evaluaciones, Ed no presto mucha atención permitió que se retirara, aun sentía aquel sentimiento pesado, no podía describirlo bien, nunca había sentido algo así, por lo que tan pronto entro no saludo como de costumbre a Sebastián, este se encontraba en la cocina terminando de preparar la cena, sin embargo lo ignoro para ir directamente a la habitación, preparó sus cosas y se metió a la ducha con una libreta en mano, debía repasar sus clases de salud emocional y reconocimiento de sentimientos.

“Estará bien”, fue el primer pensamiento de Sebastián, parecía algo irritado, cansado. No sabía cómo más describirlo por lo que se limitó a comer su cena, había cocinado una lasaña para ambos, pero parecía con poco apetito, comió una rebanada y se fue a sentar en la sala, ahí se acomodó en el sillón subiendo ambas piernas a este, de inmediato puso HBO, como fan de hueso colorado de Sex and the city puso la primera temporada, pasados tres o cuatro capítulos Edmund salió, su cuerpo estaba rojo por el agua caliente y el vapor.

—Pareces Camarón.

—¿Por qué no me dijiste que eras omega?— “Molestia” era el sentimiento que tenía en ese momento, desde que habló con David hasta que lo dejó en la puerta del departamento, el sentimiento agrio y pesado derivada de la molestia, le molestaba que pese a que le preguntó en varias ocasiones siempre evitaba el tema o afirmaba ser beta.

—Yo… —Desvió la mirada hacia el televisor.

—No mientas, ni busques excusas en el televisor, por favor.— Edmund se acercó, lejos de una forma intimidante parecía triste, se puso de rodillas en el suelo frente a Sebastián, solo así, aunque tuviese la mirada baja podía verlo.

—Lo siento.. No creí llegar tan lejos con esto.. Yo no quería que…

—¿No querías?— El mayor mencionó segundos antes de que Sebastián estallara en lágrimas, él era esa clase de gente que no podía discutir sin llorar, lloraba tan fácilmente que por eso evitaba las confrontaciones directas.

—No me siento bien por ser un Omega hombre, he vivido cómodamente debido a que nunca he tenido la floración o el celo por no estar expuesto a feromonas alfas… No quería que me vieras como el “Omega” a quien te asignaron— Aunque estuviese llorando intentaba hablar de la forma más fluida posible, emitía pequeños suspiros y respiraba profundamente calmando su llanto, no le mintió por ser mala persona o tener una mala intención, solo nunca se sintió como un verdadero Omega, mucho menos había experimentado ser realmente un omega.

—David me lo dijo, no quería enterarme por otras personas de eso y ahora tengo un sentimiento molesto en el pecho y siento la garganta seca, leí que era molestia, no quiero estar molesto con Sebastián, entiendo tu punto, pero no se  hacer que este sentimiento se calme.

En ese momento Sebastián levantó la mirada, la pantalla de la televisión se iluminó con el intro de la serie, Edmund estaba de rodillas enfrente suyo, no aguanto más, dio un profundo respiro de valentía y de esa forma Sebastián rompió el espacio personal de Edmund, su mirada temblaba, su rostro se enrojeció abruptamente, pero sentía que era el momento perfecto para hacerlo, no era una persona muy confiada, sin embargo por primera vez estaba seguro de que lo que hacía era correcto y así sujeto la mano Edmund con fuerza.

—Lo siento.

Justo como la noche anterior, un calor inexplicable inundó su cuerpo, su corazón latía a mil por hora, fue una fracción de segundo que pareció horas y días, la textura de su piel era increíblemente tersa, sentía la temperatura cálida de su piel, la yema de sus dedos e incluso sus uñas eran tal cual como las de cualquier humano, pero mejor, en ese momento el ventilador soplo una brisa en dirección a ambos, pudo sentir el aroma frutos rojos del jabón de baño mezclado con algo más. Retiró su mano cuando vio a Edmund mover sus labios, parecía decir algo, la pena más enorme que en algún punto de su vida pudo sentir le hizo pegar la espalda al sillón, desviando la mirada hacia la televisión.

—Sebastián… tu..—

—De-…Debemos dormir— Como un rayo apagó la televisión y salió corriendo de la situación hacia la habitación.

“¿Estás loco Sebastián?” Su primer pensamiento al estar a solas tenía el peso del mundo entero y le hizo caer sobre la cama cubriéndose con las sábanas, un hábito muy común desde que Edmund pisó su casa, por suerte el futón estaba limpio, no tendría que pasar una noche como la de ayer.

Mientras Sebastián le daba vueltas al asunto dentro de las cobijas, Edmund se quedó en la sala estático, el sentimiento pesado y molesto, desapareció, fue opacado por la sorpresa de que Sebastián lo había tocado por primera vez, Edmund estaba muy consciente de la fobia al contacto físico que parecía tener, atónito se sentó en el sillón, tenía en claro que si entraba a la habitación su roomie escaparía, el lugar donde había tocado parecía arder, por un segundo pudo sentir un aroma dulce, ¿Eran las feromonas de Sebastián o solo era el olor habitual a jabón?, el pelinegro llevó su mano directo al pecho sujeto el pijama, sonrió un tanto apenado sonrojándose, “Te perdono”, mencionó en voz baja para sí mismo. Dicho aquello supuso que su compañero se había dormido, camino a la habitación directo a dormir, aunque no sabía cómo hacerlo exactamente el sentimiento de sorpresa y ternura parecía acompañarlo como una sombra.

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