Confinamiento en el dormitorio Capitulo 2.- Confinamiento

 

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Fue en una mascarada donde Diana conoció a Edmund. Lo que los unió fue un incidente que podría haberse convertido en un escándalo, algo que podría haber sido fatal para una joven que acababa de llegar del campo.

—Tienes que casarte.

Un día, llegó una carta de mi tía que sacudió de golpe la vida cotidiana de Diana en el campo. Su elegante y generosa tía, la Vizcondesa Pamina, había perdido a su marido muy pronto y se había dedicado a cuidar a sus hijos con todo su corazón.

Después de que falleciera su hermano, el padre de Diana, ella siguió cuidando y apoyando a su sobrina, que se quedó sola.

Sin embargo, cuando su sobrina insistió en quedarse en el campo diciendo que quería seguir viviendo en la casa de sus difuntos padres, la Vizcondesa, al no poder visitarla, finalmente envió a sus criadas a empacar el equipaje de Diana.

—Todos los buenos partidos están en la capital. En primer lugar, es mejor que vivir en esa casa llena de olor a estiércol de caballo. Mi hermano era un hombre de campo hasta los huesos y tú también lo eres. Por eso te dejé en el campo…

Después de escuchar los suspiros y las lágrimas de su tía, pudo desempacar.

—Tu padre tenía buen aspecto, pero no tenía el sentido del dinero, así que por su culpa fue que tu madre murió al no tener dinero para el tratamiento, por eso debes conocer a un buen hombre que tenga tanto riqueza como estatus. Solo confía en esta tía.

A partir de ese día comenzaron las clases de Gabón para aprender a vestir, etiqueta adecuada, andar y bailar para poder debutar en el mundo social. Diana se esforzó tanto como pudo. Pero el círculo social de la capital no fue fácil de manejar.

Desde niña crecí en el campo con mi familia, por lo que me fue difícil acostumbrarme a la etiqueta de la ciudad, y había tantas cosas que estaban detrás de la tendencia, como el baile, los vestidos y el diálogo social.

Todo eso hizo que Diana se marchitara. Todo lo que tenía en mente era regresar a mi ciudad natal inmediatamente después de casarme o comprometerme o lo que fuera, pero no podía hacerlo porque me preocupaba ir en contra de las expectativas de mi tía, que estaba dispuesta a cuidar de mí.

Sin embargo, no encontró a ningún buen partido significativo durante la temporada social. Y era natural.

—Tu belleza pronto cautivará a todos los hombres.

La Vizcondesa  miró a Diana y lo repitió varias veces, pero no podía estar de acuerdo con ella: una cosa era que le dijeran que era hermosa en el campo, y otra muy distinta ser reconocida en los círculos sociales de la capital, donde rebosaban las jóvenes hermosas.

No podían imitar la apariencia de las chicas de la capital por sí sola, sin mencionar su belleza, su discurso sofisticado, su figura elegante, sus habilidades para bailar y sus vestidos y peinados de última moda.

Sin embargo, la Vizcondesa  estaba decidida a encontrar un prometido adecuado para su sobrina. Se aferró como si fuera el único objetivo de su vida, además de también encontrarle un prometido adecuado a su hija Agnes.

—¡Me aseguraré de que te cases con un hombre de una familia decente para que mi difunto hermano pueda descansar en paz! Confía en mí.

Agnes miró a su madre, chasqueó la lengua y agarró la mano de Diana.

—Vamos, vámonos a un lugar divertido.

Desconcertada, Agnes tomó a su inocente prima y le puso un disfraz. Vestida con el disfraz que le presto Agnes, que tiene la abertura del pecho más profunda de lo habitual, se encontraban en un salón de fiestas donde se realizaba un baile de máscaras. Al llegar allí, Diana abrió la boca por la vista.

Quizás fue por la sensación de liberación que daba el ocultar tu identidad con una máscara, la promiscuidad en la fiesta estaba más allá de su imaginación. Lo común que vio era que se comían con la mirada al instante que notaban que sus intenciones eran las mismas mientras bailaban. Al crecer en el campo, era un paisaje más allá de su imaginación.

—Estarás bien, es igual que cualquier baile, Diana. Si te quedas callada, te verás cómo una persona aburrida. Sé natural, natural.

—Si ya veo.

Diana no estaba segura, pero por ahora asintió.

—Pero hay una cosa que nunca debes hacer aquí.

—¿Qué es?

Diana tragó saliva con cierta tensión.

—Nunca debes quitarte la máscara.

La expresión de Agnes se volvió seria por un instante.

—Recuerda, nunca debes quitarte la máscara en una mascarada. Todo se acaba tan pronto como descubren quién eres. Es bueno disfrutar y divertirse, pero en secreto, ¿de acuerdo?

Había una razón para la petición de Agnes. Debido a que era una oportunidad para pasar el rato sin saber quiénes eran, a menudo ocurrían accidentes inesperados en las mascaradas.

En este momento, la máscara se convertía en tu dispositivo de seguridad. Incluso si los rumores se extendían, eran solo:

Vi a una mujer con una máscara de mariposa junto a un caballero con una máscara de diablo actuando de manera obscena.

Pero era difícil averiguar a qué familia pertenecían. O, incluso si lo sabían, la mayoría de ellos fingía no saber. Era un lugar donde prometían implícitamente ocultar la existencia del otro a menos que se quitaran las máscaras.

—Tienes que disfrutar hasta que te cases. Para hacer eso, no hay nada como una mascarada.

Diana, que vio la mascarada con un ambiente promiscuo más de lo que había imaginado, se mostró reticente. Agnes, quien le tomó la mano, dijo pareciendo frustrada.

—Diana, tal vez nos casemos con un hombre con barriga y calvo, porque mi madre está más preocupada por la riqueza y la familia que por la cara de nuestro futuro cónyuge. ¿Qué tal si miras la lista de candidatos que mi madre recibió esta mañana?

Eso era cierto. Los criterios por los que se ordenaba la lista de principio a fin dependían únicamente del dinero, el estatus y el título.

Su tía rechazó con firmeza a los jóvenes diciendo:

—Como no tienen como ganarse la vida, ni siquiera los considerare por sus rostros.

—Hay pocos hombres con buena apariencia, dinero y título, a menos que sean como el Duque de Serwell. Pero, ¿de qué sirve? Las casamenteras ni siquiera pondrían su nombre en nuestra lista. Por el estatus de nuestra familia.

La expresión de Agnes era sombría cuando dijo:

—Por supuesto, las futuras esposas para los hombres aristócratas de alta cuna están obligadas a ser mujeres que vengan de una buena familia que sean hermosas y puedan aportar una gran dote.

El título de Vizconde de Pamina no era lo suficientemente bueno, como tampoco la familia de Diana. Sin embargo, no era fácil romper sus expectativas porque la codicia de mi tía se elevaba sin saber que el cielo estaba muy alto.

—Así que disfrutemos lo que podamos, ¿de acuerdo?

Ante la cruel realidad, Agnes solía participar activamente en este tipo de eventos.

No era difícil escabullirse de la mansión en secreto, ya que la Vizcondesa se quedaba dormida inmediatamente al anochecer.

—Pero esto es un poco demasiado.

Su corsé estaba muy apretado lo que resaltaban sus grandes senos como si estuvieran a punto de estallar.

—¿Por qué? Eres simplemente bonita ¿Por qué las escondes? Otras mujeres no las tienen aun si las quieren.

Agnes chasqueó la lengua, diciendo que no entendía.

Si bien Diana no estaba segura de qué hacer con su vestido que era muy atrevido, Agnes saltó directamente a la multitud que bailaba. Y le indicó a Diana que también bailara. Pero no fue fácil pasar desapercibida entre la gente quienes llevaban máscaras coloridas con plumas.

Mientras tanto, Agnes no vio dónde había desaparecido, por lo que a diferencia de los intrépidos que entraron a la pista y bailaron, Diana fue empujada poco a poco hacia la pared. No fue fácil para ella adaptarse a esta atmósfera caótica.

—Oh, estoy bien.

Diana se negó cuando un hombre se le acercó mientras ella miraba a su alrededor quito la mano. Pero el hombre persistió.

—¿Por qué no salimos de aquí juntos?

La sugerencia del hombre fue suficiente para demostrar que, por muy ingenua que fuera, tenía muy malas intenciones detrás de ella.

—Salgamos juntos y hagamos algo divertido.

Diana fulminó con la mirada al hombre que había hecho la grosera sugerencia, la máscara con coloridas plumas era llamativa pero frívola, y probablemente el dueño de la máscara no será muy diferente.

—Estoy bien.

Diana se giró rápidamente hacia el otro lado, pero el hombre al igual de rápido bloqueó su ruta de escape.

—Eres muy linda cuando te estremeces.

El hombre, casi abrazándola, se inclinó cerca de Diana. El hedor a sudor del hombre, que estaba cubierto con un espeso perfume, la invadió. Era un olor muy desagradable.

Diana bajo la máscara frunció el ceño sin notarlo. Mientras tanto, el hombre que la había llevado a la esquina se acercaba más y más. Diana ni siquiera podía gritar.

Tuk.tuk

En ese momento, el hombre que se había acercado lo suficiente a Diana se inclinó hacia atrás.

—¡¿qué?!

El hombre gritó mirando a su atacante. Un hombre alto y enmascarado agarro y empujó al hombre que estaba presionando a Diana.

—Disculpa. Hay mucha gente.

No había disculpas en su voz, como si estuviera tratando al hombre que estaba parado allí como si fuera una molestia. Como resultado, se abrió el camino que el hombre estaba bloqueando. Sin pensarlo más, Diana dio media vuelta y echó a correr por el camino abierto. Mientras corría, agarrando su vestido, escuchó gritos detrás de ella, pero nunca miró hacia atrás.

Primero, tenía que evitar al hombre que gritaba, Diana entró y se escondio donde pudo. Cuando abrí las cortinas que cubrían el balcón entré y el viento frío de la noche golpeó mi rostro.

—Uf.

Con las cortinas de por medio, el aire de adentro y el de afuera era completamente diferente. A diferencia del aire caliente dentro del salón de baile, cuando soplo la brisa fresca, sentí como si el desagradable momento hubiera desaparecido.  

Cuando abrí ligeramente la cortina y miré hacia el salón, vi al hombre con la máscara de coloridas plumas mirando a su alrededor y alejándose. Al ver que el hombre se alejaba, Diana se frotó el pecho sobresaltada. Parecía que no volvería.

Buscare a Agnes para irnos de aquí. Aun pensando, Diana no sabía cómo encontrar a Agnes entre toda esta gente. Escucho un largo suspiro.

—¡Oh! ¡Fuera!

—…

Diana se giró lentamente ante el extraño gemido procedente de alguna parte.

—Oh Dios mío.

Diana encontró a un hombre y a una mujer teniendo relaciones en un rincón del balcón y retrocedió con asombro. Los pantalones del hombre estaban bajados, y la falda del vestido de la mujer estaba hasta la cintura. Sus pechos estaban casi medio expuestos, revelando su piel blanca bajo la luz de la luna. Mientras tanto, el hecho de que ambos agarraran firmemente sus máscaras que seguían cubriendo sus rostros, era aún más sorprendente.

Bum, bum.

Cada vez que el hombre empujaba bruscamente a la mujer, un fuerte gemido salía de su boca.

El hombre y la mujer estaban tan absortos el uno del otro mientras estaban de pie contra la pared, tan concentrados que ni siquiera sabían que había otra persona en el lugar.

—¡Mas, mas! Ahh... ¿ah?

La mujer, que estaba en medio de los gritos entre los brazos del hombre, halló a Diana y dijo sorprendida.

—¿Diana?

La mujer chilló, y el hombre que movía ansiosamente la cintura frente a ella también se giró.

—¿Agnes?

Solo entonces Diana reconoció a Agnes. La mujer que ahora estaba medio desnuda y frenética debajo del hombre era claramente su prima.

—¡Yo, yo, yo no vi nada!

Diana salió corriendo del balcón tapándose los ojos. Escuché a Agnes gritar algo desde atrás, pero no tuve tiempo de preocuparme por eso. Ella corría por su vida. Fue un accidente ver el encuentro secreto de mi prima, y se detuvo. Diana, que corría sin siquiera ver al frente, fue atrapada por algo sólido y la detuvo. Su cuerpo, que reboto y casi se cae, fue sostenido por un fuerte brazo.

—¿Estás bien?

Escuchó una voz agradable y de tono bajo. Cuando levanté la cabeza, noté a un hombre que llevaba una máscara con un diseño extraño, una mitad pintada de blanco y la otra mitad pintada de negro. Era una forma y color inusual entre las máscaras llenas de todo tipo de coloridos colores.

—Vaya...

Diana reconoció al hombre. Para ser exactos, reconoció la máscara él era el hombre que sin querer la salvó cuando era retenida por el abusador. Solo llegue a ver en ese momento parcialmente la parte que estaba pintada de negro de la máscara, pero ahora podía verla completamente.

Era bastante extraña porque tenía un par de cuernos en la cabeza. A pesar de que era una máscara que cubría completamente el rostro, podía ver sus ojos por las ranuras. Unos brillantes ojos azules miraban a Diana con atención.

—Yo… sí, estoy bien. Perdón.

Diana habló apresuradamente y  luego se retorció para que el hombre la soltara.

No podía confiar en nadie que sea un invitado del baile de máscaras, incluso si era un hombre guapo. Pasó junto al hombre y salió corriendo del salón de baile.

—Ajá…

Diana se detuvo después de una larga carrera. Mirando a mí alrededor, me di cuenta de que estaba en un rincón oscuro del jardín.

A lo lejos, se escuchaba la música a todo volumen del salón y las risas de la gente que se mezclaba. Parecía bastante lejano.

Suspiro.

Diana finalmente exhaló un suspiro de alivio. Puso su mano sobre la máscara, recuperando el aliento. Fui perseguida por un abusador sexual y vi el encuentro secreto de mi prima cercana, me avergoncé por la serie de incidentes, y sentía el rostro caliente por la máscara debido a que mi rostro se calentó por correr repentinamente.

Justo cuando estaba a punto de quitarme la máscara, recordé la firme advertencia de Agnes antes de entrar al salón de baile.

Recuerda, nunca debes quitarte la máscara en una mascarada. Se acaba tan pronto como descubren quién eres. Es bueno disfrutar y divertirse, pero en secreto, ¿de acuerdo?

Seguía escuchando la advertencia de Agnes en mis oídos. Pero ¿no creo que haya problema  porque aquí no hay gente? Estuve tentada al pensar que incluso si me quitaba la máscara por un momento, nadie lo sabría. Después de juguetear con la máscara por un rato, finalmente bajó la mano nuevamente.

Por ahora lo mejor será salir de aquí. Agnes está en medio de la diversión, así que si le pido que nos vayamos, solo escucharía sus quejas. Mi tía seguirá profundamente dormida, así que si tomo un carruaje y me escabullo por la puerta trasera, no me atrapará.

En el momento en que Diana, que había terminado de pensar, estaba a punto de darse la vuelta. De repente, alguien le dio un golpecito en el hombro, se dio la vuelta y vio al hombre de antes con la máscara de plumas de colores que sonreía alegremente.

—Mierda.

Diana gritó brevemente.

—Me reconoces, cariño.

Debajo, pude ver su grotesca lengua mientras se lamia los labios. Fue espeluznante, y Diana se estremeció.

—Bueno, me iré ahora.

Diana trató de pasar junto a él, pero el brazo del hombre bloqueó su camino.

—Debes estar muy ocupada

Una voz espesa, como si me vertieran aceite, atravesó mis oídos. Diana sintió la piel de gallina por todo el cuerpo y cuidó su espalda. Esta vez, la mano del hombre envolvió el cuerpo de Diana como una serpiente.

—Cuanto más escapas, más interesante te vuelves. ¿Has aprendido a burlarte de un hombre?

El rostro de Diana se puso pálido cuando el hombre la abrazo.

—Solo estoy tratando de conocerte, pero me decepcionare si sigues huyendo así.

—¡Suéltame!

Diana dijo, retorciéndose salvajemente. Pero el hombre no parecía escucharla. Por el contrario, acercó su boca maloliente.

—Trata de calmarte.

El hombre apretó con más fuerza la muñeca de Diana. Diana gritó de dolor y sentía como si le fuera a romper el brazo. Aparte de su fuerza, no sentía nada de consideración por como la agarraba. 

—¡Suéltame, bastardo!

Diana dejó escapar un gemido de dolor ante él ignorante y su fuerza.

—Tienes grandes pechos y hueles bien… ¿Cómo será tu rostro debajo de la máscara?

El aliento caliente del hombre olía terrible. Cuanto más Diana intentaba escapar, más fuerte la sujetaba el hombre.

—¿Por qué haces esto? Llamare a alguien....

—¿Por qué no lo haces?

El hombre sonrió con una sonrisa desagradable debajo de la máscara. Diana, al darse cuenta del significado de esa sonrisa, se detuvo aturdida. Si la encuentran sola con un hombre en un lugar tan oscuro, ella seria quien perdería.

Acabo de entrar en el mundo social y tengo que encontrar un bue marido. Además, su familia estaba al final de la lista aristocrática, una familia de un noble caído con pocos conocidos.

—Probablemente no conozcas este patrón.

El hombre mostró condescendientemente un alfiler decorativo sujeto a su capa. Parecía ser el emblema de su familia a la que pertenecía, pero Diana no tenía forma de saberlo. Dado que creció en el campo y este año apenas entro al mundo social, los escudos de armas de los nobles de la capital no le eran familiares.

Cuando ella no respondió, el orgullo del hombre pareció herido. Distorsiono su rostro debajo de la máscara y era horrible.

—¿No sabes quién es el Conde de Collan? ¿Nunca había visto a un ratón de campo así?

Instintivamente, Diana reprimió su miedo.

—Veamos la cara de este ratón de campo.

El hombre extendió la mano y arrancó la máscara de la cara de Diana.

—Oh, no.

Diana se aferró a su máscara con ambas manos con todas sus fuerzas, pero la mano del hombre tirando de ella fue más violenta. Cuando la cuerda que sostenía la máscara se rompió, la máscara cayó sin poder hacer nada al suelo.

—Oh, es más de lo que esperaba. ¿Por qué no lo supe hasta ahora?

Al ver la cara de Diana sin la máscara, el hombre silbó por lo bajo. Las náuseas llenaron su lengua, pero Diana no podía escapar de su agarre en absoluto.

—Será mejor que me escuches, y lo haré suave... Es un honor para mí ser el primero en abrazarte.

El hombre agarrando el brazo de Diana la empujó contra la pared, extendió la mano y agarró su pecho, luego tiró de la tela y la rasgo.

Zigzag.

Me aterrorizo el sonido de la tela rasgándose que resonó en mis oídos.

—Oh, no...

Podía ver el largo encaje rasgado revoloteando sobre mi pecho. El rostro de Diana se puso pálido mientras observaba sus pechos casi medio expuestos.

—Suéltame...

Diana se resistió con todas sus fuerzas. Luchó y pateó al hombre en la espinilla.

—¡Puaj!

El hombre que traicioneramente fue golpeado con la punta puntiaguda de su zapato estaba contorsionado por el dolor.

—¡Perra!

Fue en ese momento cuando vi como brillaron los ojos del hombre bajo la máscara. El hombre extendió la mano y agarró del cabello a Diana.

—¡Argh!

Cuando Diana gritó de dolor, el hombre levantó la mano y tapó la boca de Diana.

—Cállate, descarada. Si me haces feliz, sabré como agradecerte. ¿Sabes quién soy? Ni siquiera te atreverías a mirarme... ¡Aww!

De repente, el brazo del hombre que agarraba a Diana del cabello se dobló en un ángulo extraño.

—¡Argh! ¡Argh!

Diana, que fue liberada repentinamente, no sabía lo que estaba pasando, pero respiro aliviada pensando que había sobrevivido cuando soltó su cabello.

—¡Suéltame, suéltame!

El hombre estaba haciendo y diciendo lo mismo que ella cuando le pidió que la soltara. Cuando Diana levantó la cabeza, la extraña escena llamó su atención en su visión aturdida. Era el hombre de la extraña máscara quien sostenía el brazo del pervertido.

No podía ver el rostro del hombre porque su máscara cubría completamente su rostro, le habría gustado que fuera un antifaz. La escena parecía bastante extraña porque era una máscara inspirada en el diablo.

Me tomó un tiempo darme cuenta de que era el mismo hombre que me encontré cuando huía. Diana no podía hacer nada ni decir nada. Ninguna palabra salió como si sus labios estuvieran pegados.

En un rincón del jardín, en un lugar donde caía la oscuridad, se reunieron un abusador, y un hombre que lleva puesta una máscara de diablo y era quien sometía al abusador.

—¿Quién es, quién…?

El abusador luchó por resistirse, agitando su brazo libre en el aire, pero fue en vano.

—¿Quién eres tú?

Dijo con voz fría. Era una voz muy suave  como de terciopelo, y el hombre que salió de la nada estaba lidiando con el abusador sexual muy fácilmente. No importa cuánto lo intentara el abusador, el hombre que llevaba la máscara del demonio simplemente dominó al abusador con una mano.

Bueno, el gemido, reprimido por el dolor, se hizo más fuerte. El hombre ni siquiera podía hacer tanto ruido como quería, probablemente debido al dolor extremo. A ese ritmo, el brazo del hombre realmente se iba a romper, por lo que Diana detuvo al hombre que la salvó.

—Bueno, detente, detente...

Pero solo logro que aumentara la fuerza de su agarre. El abusador dejó escapar un gemido como si estuviera a punto de quedarse sin aliento.

—Sa, sálvame…

Al ver al hombre cuyo rostro incluso se puso pálido, Diana se asustó de verdad. A ese ritmo, la idea de un verdadero desastre cruzó por mi mente. No fue porque estuviera preocupada por el bastardo, sino porque pensó que el hombre con la máscara de demonio al salvarla se metería en problemas. Además, parece que pertenece a una familia bastante poderosa, ¿y si lo lastiman al tratar de ayudarla?

—Me salvaste, así que estoy bien. Pero si te atrapan en algo como esto.

—Tienes un gran corazón.

El hombre miró fijamente a Diana y dijo. Al ver los brillantes ojos azules debajo de la máscara, Diana, sin saberlo, dio un paso atrás.

El hombre aún sostenía el brazo del abusador. El hombre de la máscara de diablo aflojó lentamente la mano mientras miraba al hombre que lloraba como si su brazo hubiera perdido la sensibilidad.

El hombre, que cayó al suelo, se retorció por un momento, se levantó a toda prisa y salió corriendo. Diana miró inexpresivamente el cuerpo medio doblado que corría como si gateara y levantó los ojos.

—Gracias.

Traté de no temblar, pero sin darme cuenta, mi voz temblaba.

—¿Estás bien?

—Si, estoy bien...

Diana, que respondió frenéticamente, de repente vio el dobladillo de su ropa que había sido rasgada y andrajosa, y se cubrió el pecho con las manos con asombro.

—Estoy bien, estoy bien.

Mientras ella entraba en pánico, el hombre se quitó la camisa que llevaba puesta y la colocó sobre los hombros de Diana.

Diana se arregló la ropa debajo de la camisa del hombre, acomodo la camisa y volvió a mirar a su benefactor.

—Ah...

El hombre parado bajo la luz de la luna creó una atmósfera bastante extraña. Aunque la salvó del bastardo abusador, estaba horrorizada por la forma de la máscara de aspecto sombrío que fue en lugar de un príncipe sobre un caballo blanco. Por alguna razón, se me seco la boca y mis pies retrocedieron sin que me diera cuenta.

El hombre, que estaba mirando su reacción con una mirada aguda, de repente abrió mucho los ojos como si se hubiera dado cuenta.

—Ah.

El hombre, llevo su mano a su cabeza y desato la cuerda que sujetaba la máscara a su rostro, y sacudió su cabello ligeramente. El tenue rubio, que se destaca maravillosamente a la luz de la luna, era de un color plateado.

—Tienes miedo de la máscara.

El rostro del hombre que sonreía con la máscara en la mano era muy guapo. Su rostro con el suave cabello despeinado, era digno de mirar con éxtasis. Los ojos azules, la nariz que se extiende por debajo de la ceja, los labios que se elevan en un arco suave, la línea de la mandíbula bien recortada, parecía una obra maestra hecha por dios tallado con mucha delicadeza.

Su benefactor era un hombre muy guapo, lo suficiente como para sentirme avergonzada por haber tenido miedo de él pero fue porque la máscara que llevaba era horrible.

—Es porque está modelada según la cara del diablo. El artesano fue muy bueno ya que resulta bastante aterradora.

El hombre giró su máscara y asintió como si entendiera la reacción de Diana.

—No, me ayudaste... lo siento.

Diana estaba más confundida por su actitud casual. Estoy avergonzada por tenerle miedo a la persona que me salvó.

Es solo una máscara.

—Es sorprendente ¿verdad? La elegí a propósito porque no quería que la gente se me acercara.

—Entonces, ¿por qué asistió a la mascarada...?

Se mordió el interior del labio cuando pregunto casualmente. ¿Y a mí que me importa?

—¿Te divertiste en el baile?

—YO...

El rostro de Diana se tiñó de rojo al recordar que había escapado a toda prisa.

—Escuché a una mujer gritar…

—Vamos…

—¿Qué nos pasará si solo arruinamos un buen momento?

—Pero la escuche desesperada.

Los murmullos comenzaron a acercarse. Sin tiempo para hacer nada, apareció un grupo de hombres y mujeres.

Algunos invitados a la fiesta miraron a Diana y al hombre a su vez, intercambiando miradas desconcertadas. Sus miradas se posaron en la parte delantera del vestido desgarrado de Diana.

—Ay dios mío.

El rostro de Diana se sonrojó por la vergüenza cuando las personas reunidas de repente gritaron. Mientras ella entraba en pánico, el hombre agarró a Diana y la escondió detrás de él.

—¿Oh, Duque?

Las personas reunidas ante lo que dijo alguien del grupo estallaron en exclamaciones.

—Ay dios mío.

¿El Duque? Diana, escondida detrás del gran hombre, abrió mucho los ojos sorprendida por la conversación que intercambiaron.

Duque, eres un Duque.

—Oh, Dios mío, es un honor que el Duque de Serwell haya asistido a este baile.

Cuando alguien gritó emocionada, los murmullos se hicieron más fuertes.

—Por cierto, ¿la chica está bien?

El rostro de Diana estaba desenmascarado. Miré a mí alrededor rápidamente, pero solo pude ver a mi máscara rota tirada sobre el pasto.

—Señorita...

Las miradas curiosas de las personas estaban mirando a Diana fijamente. Diana queriendo evitar sus miradas se agachó. Pero aun podía sentir como la miraban. Todos parecían estar mirándola mientras susurraban entre sí.

Todos notaron el atuendo desordenad del Duque. Mi mente estaba en blanco en qué o como lo debía explicar pero no pude decir nada. En ese momento, una gran mano rodeó el hombro de Diana.

—Ella es la chica con la que salgo.

Su voz la escucho clara como el agua.

—¿No es así? Diana.

Al escuchar su nombre, Diana murmuró como si estuviera soñando.

—Su...

Entonces, lo que me llamó la atención fueron las miradas de las personas que nos observaban a los dos con curiosidad.

No tuvo mucho tiempo para pensar en cómo o porque sabía su nombre. Después de ver que todos la miraban confundidos, asintió con la cabeza ligeramente.

—Oh, Dios mío, qué hermosa pareja.

—Felicidades.

Las exclamaciones y felicitaciones se escucharon aquí y allá, pero ella no las escucho correctamente. Diana se sentía perdida fue arrastrada sin poder hacer nada por Edmund, quien la agarró suavemente, luego la abrazo haciendo que Diana enterrara su rostro en el pecho del joven Duque.

La fuerza de su abrazo era fuerte pero a la vez suave, y no pude decir nada entre los brazos del hombre que enterró su rostro. Todo sucedió tan rápido que Diana no tuvo tiempo de detenerlo. Después del disturbio, Diana finalmente tuvo la oportunidad de preguntar de camino a casa dentro del carruaje del Duque.

—¿Por qué mentiste así?

—De lo contrario, habría sido un abusador que descaradamente se burló de una pobre chica en una mascarada.

Respondió como si no fuera gran cosa.

—Y también es molesta la avalancha de propuestas.

—…

—Así que voy a intentarlo. Seré tu fiel amante.

Era un hombre de palabra. Fue el amante perfecto maravilloso sin defectos e impecable. Siendo la amante de un hombre así, Diana se hizo famosa convirtiéndose en la nueva Cenicienta de la alta sociedad este año.

Sin embargo, independientemente de su apariencia caballerosa, cada vez que iban a una fiesta social, siempre se hablaba del hecho de que los dos están profundamente enamorados hasta rasgaban sus ropas por la pasión que sentían.

—La chica que acaba de debutar en sociedad es atrevida.

—El Duque de Serwell también es increíble. No parecía estar interesado en las mujeres hasta ahora.

—El secreto para capturar al Duque es... ¿Es eso?

—¿Entonces qué? ¿No creo que se vayan a casar de todos modos?

—Oh, ¿no se van a casar?, pero si tienen una relación muy profunda...

Dondequiera que fueran, podía escuchar los rumores, pero eso a él no le importaba. Mientras tanto, Diana se fue obsesionando poco a poco con otros pensamientos que no podía contarle a nadie.

No me importaba que fuera el amante ideal ante los demás. Más bien, como decían los rumores, Diana quería que el Duque de verdad sintiera esa pasión que dicen que siente por ella.

Esperaba poder sentir la misma lujuria que sintió Agnes cuando tuvo relaciones con ese hombre, cuando los vio en la noche de la mascarada, donde ambos se conocieron, quería que explotara entre ellos.

No me importan las miradas de las personas que me rodean o mi reputación, quiero que me haga el amor quiero gritar su nombre con el entre las piernas. Pero no me atrevía a decirle.

Quizás si Edmund descubre lo que piensa, la despreciaría. La sola idea de que Edmund la odie por ser tan inmoral hacia palidecer a Diana. La trata con tanto respeto. Sin embargo, esta como poseída por el deseo obsceno.

Pero ya nada de eso importa porque ya terminaron, fui criada por unos padres que eran el modelo perfecto de una hermosa pareja casada. En un ambiente muy abierto y amoroso donde no evitaban abrazarse ni besarse. Por lo tanto, no era para nada extraño que anhelara tal afecto de mi amante.

Más bien, le quedaba claro que Edmund, quien no tiene las mismas intenciones, no sentía nada por ella. Fue simplemente una medida para evitar que su reputación no se arruinara y de evitar los rumores maliciosos de que acoso a una jovencita inocente en un baile de máscaras.

Así que hice bien en terminar con él antes de que mis sentimientos se profundizaran más. Tuve que alejarme de él para regresar a mi lugar. Así, Diana se despidió del Duque de Serwell.

Me dolía la cabeza sentía como si un pedazo de vidrio estuviera clavado en mi cerebro. Un escalofrío repentino despertó a Diana de su sueño.

Mi visión estaba borrosa como si estuviera nublada. Pero cuando pude más o menos ver todo estaba oscuro.

—¿Estás despierta?

Escuche la pregunta de un hombre que no estaba muy lejos. Sabía muy bien quién era. Me froté los ojos con las manos varias veces y una figura blanquecina apareció ante mis ojos. Obviamente, era Edmund quien apareció ante su vista que aún estaba borrosa.

Evidentemente tenía razón, estaba recostado holgadamente en un sillón orejón.

—¿Edmund...?

Fue un nombre que salió de la nada. En el momento en que Diana dijo su nombre, el hombre que se encontraba estático como si fuera la figura de un cuadro se movió un poco.

—… Eso está mucho mejor.

Dijo con un tono apagado. Diana no podía entender lo que pasaba, bueno a pesar de que tenía dolor de cabeza.

—Ojalá me hubieras llamado así normalmente.

—¿Qué quieres decir?

Diana no podía pensar con claridad debido a su mente dispersa. Obviamente estoy hablando con él, pero realmente no podía entender lo que estaba diciendo. No, sobre todo.

—Porque estas tu…

Recuerdo sin equivocarme que tomamos una copa de vino como despedida y podo después él me acompaño al carruaje… y dejé la residencia del Duque. El carruaje comenzó a moverse a través del tranquilo bosque, y... ¿Me dormí?

Me faltaba una pieza del rompecabezas de mi memoria era como si la hubieran borrado por completo. Estaba perpleja de que mi memoria hubiera sido borrada así. Pero obviamente nos despedimos. Terminamos nunca más tendría la posibilidad de volver a vernos así, los dos a solas.

¿Entonces por qué?

—¿Por qué estoy a solas contigo en esta oscura... habitación?

¿Habitación?

Cuando la idea le vino a la mente, Diana más se confundió.  Ahora esta acostada en una cálida y suave cama tapada con una sábana que olía muy bien. El leve olor era la colonia que olía en su cuerpo. Un aroma refrescante y seductor.

Cada vez que me paraba a su lado, mi corazón palpitaba por su aroma. A veces, cuando compartíamos un ligero abrazo, siempre esperaba en secreto lo que sucedería a continuación.

Entrelazando apasionadamente nuestras lenguas, luego caeríamos juntos y haríamos el amor...

Pero no sucedía nada. La misma esperanza una y otra vez se repitió, el cumulo de emociones anticipándome al encuentro para después decepcionarme y frustrarme y al final mi esperanza se desvanecía poco a poco.

Entonces, para Diana, esta fragancia es un medio que despierta tanto a la emoción como la decepción.

—Entonces ¿dónde estoy?...

—Estas es mi dormitorio.

La respuesta llegó como si hubiera leído su mente.

—¿Qué?

—Exactamente en el dormitorio de mi villa.

Ah, claro. Una sensación de alivio me inundó pero desapareció en un instante. ¿Por qué?

Una pregunta clara apareció en mi mente confusa.

¿Por qué estoy aquí?

En la suave cama pude ver un dosel azul cielo que colgaba del techo, también escuché de su boca que este es su dormitorio.

Pero había algo muy extraño en ello. Estoy segura de que iba de camino a casa en un carruaje.

¿Cómo terminé despertándome aquí?

Además era la nueva villa propiedad de Edmund. Edmund no se movió mientras seguían las preguntas sin respuesta en su cabeza. Él simplemente estaba sentado allí, frente a ella.

—Vaya...

Todavía me sentía mareada como si estuviera nadando en agua fangosa, pero pensé que no podía volver a acostarme. Se levantó con los brazos apenas sosteniéndola, y se puso de pie. Pero le vino un mareo y volví a hundir la cabeza en la almohada.

Suspiro

Un gemido se me escapó. Mi cuerpo no lo sentía como si fuera mío. Era difícil incluso mover un dedo. ¿Por qué estoy así? Solo bebí una copa de vino no tendría qué sentirme así.

Mientras aplastaba mi cabeza contra el cojín con impotencia, escuché que se levantó y se acercaba a la cama.

—No debes hacer movimientos bruscos.

Sus palabras sonaron extremadamente dulces. El olor de su colonia se hizo más fuerte había llegado justo a mi lado. En ese instante Diana perdió las fuerzas que le quedaban. Fue una reacción natural. Para mí el lugar más seguro en el mundo era entre los brazos de Edmund. Fue el resultado por haber estado juntos por un tiempo mi cuerpo recordaba su olor y calor. Una mano grande y cálida acaricio su cabeza.

—Tu dolor de cabeza desaparecerá pronto.

Habló como si conociera sus síntomas.

—Lo sé porque suelo beber una copa de vino cuando no puedo dormir.

—¿Qué?

—El vino era dulce y fragante, pero lo suficientemente fuerte como para hacerte dormir en un instante.

Fue agradable escuchar su risa.

—Igual que tú.

Hubo un extraño eco en sus palabras. La forma en que acarició su cabello castaño fue tan suave. Diana cerró los ojos como si se hubiera convertido en su linda mascota.

—Te sentirás bien pronto.

¿Sera por el suave toque de su mano, o por su dulce voz? Mi mente, que seguía ahogada en la niebla, se fue aclarando poco a poco.

—Diana.

Diana parpadeaba para aclarar su vista. Cada vez que lo hacia sus gruesas y largas pestañas rozaban su palma. Todo estará bien porque él lo dijo, porque su amante, no, su ex amante, era quien siempre le había brindado estabilidad. Así que todo va a estar bien.

—Edmund…

Sintió su mano temblar levemente sobre su frente.

—¿Por qué estoy aquí…? ¿Estaba de camino a casa?

Diana a duras penas pudo formular la pregunta. Gracias a que su mente se fue aclarando poco a poco lo hizo posible.

También me pregunto ¿por qué sigo acostada en su cama mientras él me acaricia?

Por supuesto no corría peligro, porque era Edmund, él jamás la lastimaría. Como aquella noche que la salvó del peligro.

—Dijiste que vendrías a ver mi villa.

Su suave voz acaricio sus oídos. En ese momento, Diana recordó el hecho de que la villa de la que habla Edmund era el antiguo castillo que acaba de comprar.

—Por eso te traje aquí.

... Sus palabras de alguna manera estaban fuera de lugar, pero no podía darme el lujo de pensar correctamente debido al dolor de cabeza.

—Y porque aquí es donde tienes que estar.

—¿Que?

Diana levantó la cabeza enterrada en la almohada y volvió a mirar a Edmund. Ahora con la visión más clara, podía ver el rostro de Edmund. Su cabello rubio platino, que siempre llevaba cuidadosamente peinado, estaba esparcido sobre su frente, incluso ligeramente húmedo. Eso solo hacía que la atmósfera que emanaba de él fuera completamente diferente.

—Llámame como lo hiciste antes.

—Bueno como. . .

—Mi nombre.

—¿Nombre?

La mirada del hombre, que había sido amable todo este tiempo, se volvió penetrante cuando noto que Diana no lo entendía.

—Duque...

Diana lo llamó en voz baja. Por alguna razón, parecía enojado.

—Bueno, está bien.

La expresión de Edmund de nuevo se suavizó y Diana, sin darse cuenta se frotó el pecho.

Aunque fue breve el cambio la atonto, él tiene como algún tipo de poder con el que abruma a las personas. Algo que hace que la gente gatee sin que grite o se enfade.

Edmund movió su mano y rozó la oreja de Diana. El toque delicado le hizo cosquillas en el cuerpo.

—Solo tienes que aprender.

—No me llamarías así en la cama, ¿verdad?

—¿Qué?

¿Escuché mal? La expresión del hombre era demasiado tranquila. No escuche bien, claro aún sigo algo tomada, pensó.

—¿No tienes sed?

Sus largos dedos acariciaron suavemente sus labios resecos. Su toque hizo que Diana se sintiera extraña.

—. . . No, no.

Cuando preguntó, Diana finalmente se dio cuenta de que tenía sed. Tenía completamente seca la garganta y parecía que no quedaba ni una gota de agua en su boca.

Edmund extendió la mano y recogió el vaso de agua que estaba sobre la mesita de noche, lo apoyo con cuidado sobre el labio de Diana, apresuradamente ella abrió la boca. Pero el agua se quedó en mi boca porque no podía tragar. Extrañamente no tenía fuerza mi cuerpo.

—Oh, supongo que todavía sigues algo tomada.

Edmund dijo con tristeza mirando la sábana mojada. Vi el vaso medio lleno en su mano, y en ese instante sentí una sed ardiente, y extendí la mano. Pero Edmund retiró fríamente el vaso. Diana desconcertada miró la escena. Mirándola a los ojos como si fuera consciente de su desconcierto, sonrió levemente y se llevó el vaso de agua a la boca. 

No era algo que haría el gentil hombre que se preocupó de que tuviera sed, solo me quede mirando fijamente mientras él tomaba su agua. De repente, agarro mi barbilla y levantó mi rostro.

—. . . !

Justo cuando pensó que había hecho contacto visual con sus ojos azules, Edmund se humedeció los labios. Algo húmedo y caliente tocó sus labios, y comenzó a verter agua fría poco a poco entre sus labios. Diana bebió y tragó el agua como un pájaro bebé.

—Em...

Ella gimió involuntariamente. Los labios del hombre estaban demasiado calientes en comparación con el agua que vertía, por lo que la sensación de sus labios era aún mayor. Lo mismo ocurría con su lengua, que se deslizaba suavemente dentro de su boca como si empujara el agua para que la tragara

Después de que tragara toda el agua que vertió en su boca, su lengua se adentró un poco más y tocó su sensible paladar.

Cuando Diana agitó la mano al sentir una sensación desconocida que de repente la golpeó, una  gran mano la agarró. La otra mano sostenía firmemente la parte posterior de su cabeza.

La sensación cuando nuestras lenguas se flotaban lentamente mientras se tocaban entre sí despertó todo su cuerpo. La lengua, que había estado moviendo de un lado a otro dentro de su boca con movimientos muy lentos y delicados, la saco después de un rato. Diana hizo contacto visual con Edmund mientras lo abrazaba. Sus ojos fríos y luminosos irradiaban un calor que ella desconocía.

—Te la tomaste toda. Parece que ya no tienes sed.

Dijo algo inesperado. Pero pensando profundamente, todavía tiene sed. Sentía la garganta algo reseca pero sus labios estaban húmedos, su sed solo estaba ligeramente satisfecha. Diana se lamio los labios sin darse cuenta.

Un poco más ¿Qué?

Ella se sonrojó ante el repentino pensamiento.

Solo me dio agua porque tenía sed. Sí, eso es todo.

—Supongo que todavía tienes sed

—Sí...

Diana murmuró débilmente.

—Oh, vaya. Solo había un vaso de agua.

—Creo que derramaste la mitad.

—Ah...

Diana lo miró decepcionada. Sentía una sed ardiente en mi garganta o era en todo el cuerpo.

—Ya que tragaste tan bien el agua creo que ya podrás tragar el mío.

Diana inclinó la cabeza por lo que dijo. Edmund ha estado diciendo cosas que ella no entendía. La forma en que la miraba también era extraña.

¿Mío, mío... mío?

Mientras reflexionaba el significado de sus palabras. Edmund redujo la fuerza de su mano que la sujetaba.

—¿Por qué estás temblando así?

—… ¿Yo, yo?

Diana miró su mano. Fue solo entonces que me di cuenta que estaba temblando, tal como él había dicho.

Por qué.

—Creo que viste algo aterrador.

Una sonrisa traviesa que nunca antes había visto pasó por los labios del hombre.

Rápidamente retiró la mano que acariciaba suavemente a Diana. Cuando el calor de su cuerpo se desvaneció, Diana lo siguió con la mirada desconcertada.

Chirrido

Edmund, que se levantó de la cama, volvió a su sillón orejón y se sentó. Él también siguió a Diana con la mirada con una expresión tranquila.

—Primero, comencemos con esto.

Su tono de voz la escuche extremadamente seca y baja. Fue como si me ordenara, directo casi como cuando le daba una ordena a su mayordomo, él era el amo y su voz no contenía emoción.

—Ven aquí, Diana.

Hizo un gesto mientras permanecía en la misma postura.

—…

Diana lo miro fijamente. Era como en su sueño el sexy hombre está seduciendo a la virginal joven al fin. Por supuesto, esto no era posible, Diana apretó los ojos con fuerza y ​​los abrió.

—Vamos.

Su voz sonaba con una profunda sed. Se levantó como si algo la hubiera poseído. Estaba descalza, pero no sintió frio el suelo cuando piso notando que había una alfombra suave camino.

Diana se detuvo justo en frente de él. Antes de dar el último paso, mis pies no se despegaron. La agarró de las muñecas y tiró de ella parándola frente a él.

En un instante, estaba parada frente a él, mirando a Edmund confundida, él tiro con fuerza de sus brazos, y Diana cayó al suelo. Sin saber que hacer tirada en el suelo entre sus largas piernas alzo la mirada y vio a Edmund.

—Te vez más bonita ahora.

Sonrió, le gusto la apariencia indefensa de la mujer que yacía entre sus piernas...

Diana no podía entender la situación en lo más mínimo, así que solo parpadeó. Simplemente se dio cuenta de que la persona frente a ella se comportaba muy diferente de lo habitual, y que la razón probablemente se deba a su ruptura.

Está enojado.

Su expresión firme, la forma en que hablaba y sus gestos, él nunca antes se había comportado así con ella.

—Lo siento.

Después de comprender la situación, Diana primero se disculpó.

—¿qué?

Él entrecerró los ojos y la miró.

—Yo, presuntuosamente… primero… rompamos…

La expresión de Edmund no cambió mientras la escuchaba tartamudear.

—Pero pensé que esto era por ti, por nosotros. ¿Estás muy enojado? Pero nunca terminarías conmigo. Así que...

—Deja de hablar, Diana.

Con su suave susurro la voz de Diana se desvaneció en un instante.

—No creo que necesitemos conversar más entre nosotros.

—. . .¿Duque?

—Estoy cansado de hablar. Creo que ya es hora de hacer otra cosa.

—¿No tienes curiosidad?

—¿Algo más...?

Ella murmuró sin comprender, y su mirada se giró hacia su espalda. Mientras seguía su mirada, vio la enorme cama donde había estado acostado hasta hace un momento.

Una impactante premonición cruzó por su mente, y Diana respiró hondo.

—Qué. . .

—¿Qué más pasaría en la cama?

Él sonrió irónicamente. Por el contrario, el rostro de Diana se convirtió en una hoja en blanco.

—Bromeas... no hagas eso.

Diciendo eso, Diana frunció el ceño. Esto es definitivamente una broma. También era una broma muy desagradable.

—Oye, no hagas esto, Edmund, ¿de acuerdo? Por qué, por qué diablos te comportas como otra persona...

Realmente parecía haberse convertido en una persona diferente. Era como si otra persona hubiera venido y se hubiera puesto la piel de Edmund y pretendiera ser él. Y esa brecha asustó locamente a Diana.

—Déjame ir. Por favor... si estás enojado, me disculpo. Me disculparé de cualquier manera.

—¿Cómo?

Preguntó, inclinando la cabeza. Luego levantó su barbilla mientras temblaba para verla a los ojos.

—¿Qué y cómo vas a disculparte, Diana?

—Hare cualquier cosa...

Ella respondió como pudo.

—¿Cualquier cosa?

La leve sonrisa le puso la piel de gallina a Diana. Pero algo aún más alarmante sucedió a continuación. Su mano se deslizó por la parte delantera de sus pantalones y sacó su enorme pene levantado.

—¿Oh, Duque?

Preguntó Diana, que se puso pálida al ver el pene de un hombre por primera vez en su vida. Era una vista irreal, pero definitivamente era real.

—Agárralo y chúpalo.

Las palabras estaban a la altura del hombre ordenando desde arriba.

—¿Qué?

Diana abrió la boca con cara de estúpida.

—Chupa mi pene.

—…

Dudó de las palabras vulgares que salieron de su boca.

—¿Qué quieres que haga?

Ella estaba más sorprendida por las palabras vulgares que dijo que por el gigantesco pene del hombre levantado ante sus ojos. Las palabras salieron de la boca de Edmund, Duque de Serwell, un hombre dotado de elegancia y gracia, quien siempre se mostró infinitamente educado y cortés con ella.

—¡Qué...!

Edmund inclinó la cabeza suavemente. Hizo contacto visual con Diana por un momento.

—¿No entiendes lo que quiero decir?

Su rostro era tan hermoso como una escultura con la que estaba familiarizada, pero la expresión en él ya no era de quien conocía.

—Dijiste que harías cualquier cosa.

—……

—Todavía tienes sed, ¿no?

La mano que acariciaba el rostro de Diana era cuidadosa como si se tratara de algo precioso. Su dedo índice, acariciaron sus labios ligeramente abiertos, de repente metió el dedo dentro de su boca.

—sí, eh. . .

Traté de girar la cabeza para sacar su dedo de mi boca que se deslizaba sobre mi lengua tocando mi paladar y me fue imposible porque me agarro con fuerza detrás de mi cabeza. Mientras tanto, su grueso y largo dedo se movía salvajemente dentro de mi boca. El toque, que había sido algo tiránico, volvió a ser suave cuando ella dejó de rebelarse. El dedo acariciando su lengua lo sentía muy sensual.

—Meteré mi polla en este agujero y la chuparas, ¿debo ser más claro?

—No aprietes con los dientes.

Siguió otra orden seca. Asentí con la cabeza mientras recitaba en voz baja la advertencia. Era una señal tácita para hacer lo que él decía.

Él habla en serio. Diana finalmente se dio cuenta que ninguna palabra o acción podrá persuadirlo.

—¿Bien?

Insistió de nuevo. No estaba impaciente, pero tampoco parecía benevolente. La lujuria y la locura en sus profundos ojos azules no eran algo que pudiera manejar, pero tampoco era algo que pudiera rechazar. Bajo la presión de su implacable mirada, abrí la boca sin darme cuenta. Diana no podía enfrentarse a él.

A medida que pasaba el tiempo le otorgo una última consideración.

—Si no sabes cómo.

De nuevo agarro la parte posterior de su cabeza con su gran mano. Su toque seguía siendo suave no era diferente del Edmund que conocía.

—Te enseñaré.

Metió en su boca abierta el enorme trozo de carne.

—¡UH Huh!

—Te dije que no apretaras con los dientes.

Lágrimas brotaron de mis ojos cuando tiro fuerte de mi cabello. Al encontrarse con los ojos de su amo, quien la tiene agarrada del cabello, Diana dudo por un segundo y apretó con los labios. Al mismo tiempo consideró esta situación poco realista.

Abrió un poco más la boca para que fuera más fácil el tragar, y lo apretó con sus labios.

—¿Cómo sabe mi polla? ¿Te gusta?

Dicho esto, Edmund sacó lentamente su pene y lo metió con fuerza de nuevo. El espacio para que pudiera respirar, que había estado abierto por un segundo, fue nuevamente bloqueado por el trozo de carne con olor a pescado.

—¡Uh-Ugh-Uhhg!

Un doloroso sonido nasal fluyó. Su saliva goteaba de sus labios fuertemente apretados y caía al suelo.

Cada vez que el pene llegaba hasta su garganta y tocaba su úvula tuk-tuk, Diana sentía náuseas. Era tan grande que su pequeña boca parecía que iba a desgarrarse.

—Ugh, wooow…

A pesar de los gemidos de dolor, no tuvo piedad en el movimiento de su mano. Mordí su pene varias veces por error cada vez que empujaba con fuerza la cabeza de Diana hacia abajo.

—No eres muy buena en esto, así que no tengo más remedio que moverte por mi cuenta.

—Ugh, woohoo, ah.

—Pero si sigues así la próxima vez... Tendrás que estar preparada.

Diana dejó escapar un gemido de dolor por que la jalo del cabello. Edmund, que se levantó del sillón orejón, comenzó a mover la cadera bruscamente, puck, puck.

El chillido estridente por la fricción de piel con piel resonaba en sus oídos. El pene era demasiado caliente y grande. La cosa gruesa y dura le raspaba la boca, Diana solo se tambaleaba impotente cada vez que entraba y salía rosando sus labios.

Después de unos cuantos envistes más, agarró la cabeza de Diana y la acercó a él. Los brazos de Diana, arrastrada por él, se tambalearon en el aire.

—Em...

Después de un tiempo, la cosa en su boca se hinchó hasta el límite y un líquido tibio se derramó en su boca.

—Hah. . .

El líquido vertido en su boca, que estaba llena con su cosa, fluyo por el falo y también por los labios rojos de Diana.

Diana observó con lágrimas en los ojos las manchas blancuzcas en la alfombra color vino en el piso.

Shrek.

Incluso aun después de derramar tanto líquido, su cosa no se encogió demasiado. Diana se estremecía ante la sensación de su cosa moviéndose lentamente de un lado a otro, todavía llenando su boca.

Todo ocurrió tan rápido. Lo tragué hasta la garganta, lo chupé y después trague lo que derramo. Fue una serie de sobresaltos para ella ya que solo había oído hablar de este tipo de comportamiento. Pero este acto bestial no era nada comparado con el cambio de actitud de Edmund, su ex.

—Hah. . .

Mientras disfrutaba del resplandor de la eyaculación, sacó el pene de su boca y lo que había derramado fluyó hasta el suelo. Diana miraba cómo el líquido que se derrama de su boca mojaba el suelo.

—Te dejé ir una vez.

Sostuvo su mano, la puso encima de su pene y lo frotó suavemente. Para mi sorpresa, empezó a ponerse duro de nuevo a un ritmo aterrador no podía creerlo apenas acababa de terminar.

—grande

—Oh, yo no...

Temiendo que lo metiera nuevamente en su boca, Diana retrocedió con todas sus fuerzas pero perdió las fuerzas en las piernas y no podía levantarse. Edmund torció los labios y sonrió, ya que se veía ridícula arrastrandose sobre su trasero.

Edmund se acercó, la agarró del brazo y la levantó. Sosteniendo su cuerpo inerte como una muñeca rota, Edmund caminó hacia la enorme cama en la que había estado acostada. Cuando la vio el rostro de Diana se puso palido.

—Vaya, por favor bájame.

Diana luchó como loca y lloró. Cada vez que le suplicaba, el líquido blanco que había quedado en su boca se extendía sobre sobre sus labios. Los ojos de Edmund se iluminaron con un brillo inusual. Sacó la lengua y lamió el líquido que había rociado, luego la deslizó sobre los labios de Diana y comenzó a saborearla.

Las lenguas enredadas con el líquido viscoso comenzaron a frotarse moviéndose frenéticamente, haciendo un sonido frío y lascivo como si fueran serpientes apareándose. Fue un beso lo suficientemente intenso saboreando mi lengua hasta la raíz. Lo había besado un par de veces pero nada como esto.

—Sí, eh…

Diana suspiró y agarró su cuello el semen con sabor a pescado y su saliva se mezclaba libremente en su boca. Me sentí mareada por las sensaciones que experimenté por primera vez en mi vida.

Cuando sus labios finalmente se separaron, el líquido blanco sobre ellos se estiró como una telaraña. Sus labios le hormigueaban con una mezcla de saliva y líquido blanco sobre ellos.  

Como si fuera consciente de la mirada de Diana, saco la lengua y la deslizó por sus labios, y miró el rostro de Diana con una mirada decadente y lánguida.

Chirriador.

Diana, que fue arrojada a la cama, forcejeó y retrocedió. Después de ver como intentaba alejarse gateando, extendió las manos la agarró de los tobillos y tiró de ella hacia él.

—¡Oh Dios mío!

Como si el grito estridente de Diana, que había arrastrado, fuera lindo sonrió. Me dolían los tobillos que sostenían sus manos grandes.

No parecía hacer mucho esfuerzo, pero no podía moverme era como si me hubiera puesto unos grilletes.

—Duque, Duque...

—Edmund. Sabes mi nombre.

Acarició suavemente sus tobillos, que estaban perfectamente sujetos en su agarre.

—¿Edmund?

—Supongo que no lo olvidaste.

Sonrió de nuevo, feliz de que lo llamara por su nombre. Por un momento, Diana sintió esperanza se había comportado como antes aunque sea solo por un momento.

—Sí quiero decir. . .  sí, así es como te llamas.

Pero sin darle tiempo a decir más, Edmund simplemente colocó su gran cuerpo sobre Diana.

—¡Ja,ja,ja!

Edmund deslizó su lengua entre los labios de Diana y comenzó a chupar su lengua una vez más. La saliva que se acumulaba la lengua la mezclaba dentro de su boca. Creando un sonido de fricción erótica.

—Sí, eh…

Diana quedó atrapada bajo el cuerpo del gran hombre, incapaz de moverse. No fueron sólo sus labios los que atrapo. Luchó por resistirse cuando las piernas firmes y musculosas, que se habían metido entre sus piernas, comenzaron a aplastar su área sensible.

—Bien allí.

De repente, su voz sobresaltada salió de sus labios. Jadeó por el aliento que le había quitado, pero no podía dejar que le hiciera lo que quisiera por completo.

Agarró sus brazos que movía en el aire, los sujetó por encima de su cabeza y dejó escapar un profundo suspiro de molestia.

—Esperaba que mantuvieras la calma.

Edmund, que parecía no tener más remedio, desato la cuerda que ataba el dosel y simplemente ató las delgadas muñecas de Diana con ella. Diana no pudo gritar mientras lo veía a pesar de que estaba frenética. Todo esto fue demasiado lejos, demasiado lejos. Ahora al recordar su cita sentados en el salón de té disfrutando parecía ser un sueño.

—Edmund, Edmund, por favor...

—¿Cuándo te he lastimado?

Susurró de nuevo. Fue más espeluznante y Diana se retorció. Edmund miró con tristeza el gesto desesperado.

—Diana.

Susurró suavemente sosteniendo su rostro.

—Debes haber lamentado que no supiera lo que querias un poco antes.

—Edmund…

Su gran mano bajó y acarició su cuello, luego comenzó a descender un poco más. Mi pecho subía y bajaba a medida que perdía el aliento cuando me tocaba. Sus ojos azules brillaban en la oscuridad, observando la escena con indiferencia, y al ver que la mano de Edmund se detuvo sobre ella casi deshaciéndose, Diana contuvo la respiración apresuradamente.

La cinta en su escote la desató fácilmente. Su apretado pecho sobresalió de su corpiño abierto de par en par.

tuk, tuk.

Sin demora, desató todos los cordones del corsé que llevaba debajo del vestido.

—Oh, no...

La lucha de Diana se intensifico cada vez que desataba un cordón, pero él simplemente la empujó hacia abajo y continuó con lo que estaba haciendo. A diferencia de su toque codicioso, sus ojos estaban secos, como los de un monje, como si no se moviera por propia voluntad.

Finalmente, cuando desato todos los cordones del corsé, sus pechos se liberaron derramándose. Edmund abrió mucho los ojos al ver cómo los pechos temblaban suavemente cada vez que exhalaba.

Sus ojos, que habían estado secos todo el tiempo, brillaron por un momento.

—No me esperaba esto.

—Oh mi...

Diana finalmente se echó a llorar.

—Has estado escondiendo algo muy bonito.

Lentamente recorrió los pechos de Diana con una mirada de admiración y lentamente puso sus manos sobre estos. Sus pechos eran lo suficientemente voluptuosos como para llenar sus grandes manos. Recordé las palabras de Agnes, quien me regañó por no llevar apretadas unas cosas tan lindas.

Sin embargo, en comparación con sus grandes pechos su cuerpo era pequeño, eran una parte de su cuerpo que Diana intento ocultar mientras crecía. Era indescriptiblemente vergonzoso mostrárselas abiertamente a Edmund. La mano que acariciaba su pecho agarró uno y comenzó a amasarlo. Una leve sonrisa apareció en su rostro le gusto la textura.

—Me gusta la textura, el tamaño, todo.

Cuando escucho su voz seca, Diana estaba tan avergonzada que quería morir, y por un momento, una sensación extraña comenzó a extenderse por todo su cuerpo. Una sensación completamente diferente de cuando me bañaba comenzó a dominar mi cuerpo.

El hombre rodeó con los dedos los puntiagudos pezones y los estimuló una y otra vez. Diana cruzó las piernas y torció su cuerpo mientras la miraba entrecerrando sus ojos como si estuviera examinando la reacción de Diana. Tenía ambas manos atadas y ni siquiera podía soñar con detenerlo. Fue arrastrada como una muñeca bajo su mano.

—Jadeo... ...déjame ir, detente... ...Ajá.

Un gemido travieso escapó de sus labios. Entonces agarro con más fuerza sus pechos. Había estado jugueteando con los pechos de Diana con ambas manos y de repente se inclinó.

—¡Mmm!

Tan pronto como los labios tocaron sus pezones, su cuerpo se estremeció. La larga lengua comenzó a chupar el pezón rojo sin dudarlo.

—Oh, no...

Chupando su pecho con la lengua alrededor del pezón apretándolo con los labios. Termino de chupar un pecho con los labios y se fue al otro pecho.

—sí, eh.

La suave carne fue succionada por sus labios, provocando una indescriptible sensación. No era solo la sensación lo que era extraño. Obviamente era mi pecho el que estaba chupando, pero el lugar entre mis piernas me picaba. La sensación junto a un dolor punzante se extendió por todo su cuerpo y era desconocido pero excitante.

Las manos y los labios que habían estado agarrando mi pecho durante mucho tiempo se detuvieron. Diana lo miró con la cara roja brillante.

La mirada de Edmund se desvió más allá de su pecho rojizo y se dirigió entre las piernas de Diana.

—Por favor...

Edmund la jalo de los tobillos, agarró sus piernas por ambos lados y las separó.

—No recuerdo haber tenido nada que ver con esto.

Dijo Edmund entre las piernas de Diana. Cada vez que su mirada escudriñaba su húmedo interior, la vagina de Diana se retorcío y al mismo tiempo ella tembló. Sentí que me iba a morir de vergüenza, pero no sabía qué estaba pasando con su parte inferior mojándose.

No había manera de escapar. Incluso si trataba de cerrar las piernas, la fuerza de sus manos que sostenían mis piernas no disminuyo en absoluto.

Su mano comenzó a frotar lentamente sobre su ropa interior empapada, y mientras su mano raspaba la grieta con precisión, Diana misma se retorció como una serpiente.

—Se retorció.

Su ropa interior, ya húmeda por el jugo de amor que había derramado, la bajo con un gesto de su mano. Diana observó consternada cómo el delgado trozo de tela se deslizaba por sus piernas hasta los dedos de los pies.

—¿Estas así solo porque te chupe un poco los pechos?— preguntó, haciendo que Diana se sintiera un poco más avergonzada.

—¿Desde cuándo?

Se inclinó y susurró.

—A juzgar por la cantidad que derramaste… ¿Quizás estas así desde que chupaste mi pene?

—No, no es...

Edmund le preguntó a Diana y ella se estremeció. De ninguna manera, de ninguna manera. Fue la primera vez que había experimentado algo tan extraño y aterrador. Pero no había forma de que me hubiera emocionado por esto. Diana lo negó desesperadamente, pero Edmund no pareció escuchar.

Sus dedos largos y gruesos merodearon a lo largo de la carne que se estremecía. Fue en ese momento que los tentadores toques persistentes alrededor de la entrada se detuvieron.

Sus dedos se deslizaron en el interior, abriéndose pasos imparables a través de la carne húmeda. La pared interna se tensó y se resistió, pero a medida que la estimulaba con sus dedos los introducía  más profundo.

—Apriétalo.

—Ed... Mund... Ew... Ew...

—Hazlo, Diana

Sonrió lánguidamente y movió los dedos más rápido. Cuanto más fuerte era el chillido de la fricción, más agudos se volvían los gemidos de Diana. Siguió agarrando su cintura y continuó con sus despiadados gestos con las manos.

—sí, sí, ah. . . .

Cuanto más trata de evitarlo, más profundo cavaba. Sin señales de retroceder, Diana solo se estaba ahogando en un pantano que no sabía si era dolor o placer.

—¡Ah...! ¡Edmundo, ah!

Incluso si lo llamé por su nombre y le rogué hasta quedarme ronca, los dedos que tenía entre las piernas no mostraron signos de detenerse. Luego, en un momento, retiro sus dedos. Sintiéndose repentinamente vacía abajo, Diana sintió un extraño vacío. Edmund sonrió como si fuera evidente su expresión y la agarró de la pierna.

—Decepcionada.

Edmund metió la cara entre sus piernas, antes de saber el significado de su rostro. Cuando el puente alto de su nariz lo enterró profundamente entre sus cerrados labios vaginales, Diana dejó escapar un grito agudo. No era solo su nariz la que estaba enterrada. Cuando la punta puntiaguda de su lengua comenzó a rodar suavemente la carne abultada, la luz brilló frente a mí.

—¡Ah!

Edmund se llevó la carne a la boca y empezó a chuparla como si fuera un bebe mamando leche.

—Edmun… de, ¡ah!

Traté de empujarlo, sacudiendo las piernas como una loca, pero su rostro estaba enterrado entre sus piernas y no se movió. En cambio, la sensación de su lengua, que se había vuelto un poco más insistente, la introdujo profundamente en su húmedo interior.

—Ja, eh…

Cuando su lucha se intensificó, Edmund agarro con fuerza los muslos de Diana con sus manos. Cuando su cuerpo quedó inmovilizado como un insecto, Diana lloró y suplicó.

—No... no... eh.

Quito su rostro después de que se liberó y perdió toda la fuerza en ambas piernas. Incluso siendo una mujer inocente podía decir que fue el líquido de amor de su cuerpo lo que empapó su rostro. Edmund sacó la lengua y lamió el líquido alrededor de su boca, mirándola fijamente a los ojos. Ante la impactante mirada, Diana tragó saliva, sin decir nada.

—Eres muy dulce, Diana.

Sonrió como si hubiera comido una fruta deliciosa. Un miedo extremo se apoderó de ella, y Diana se estremeció. Observó el gesto y se abrazó fuertemente sus piernas, que habían estado muy abiertas, con una mirada lenta.

—¿Sabes que lo puedo ver mejor?

Su mirada se fijó en ella, mirando entre sus piernas el coño enrojecido, y Diana se apresuró a cubrir su trasero. Edmund agarro su mano impidiendo que se cubriera.

—Es rico comerlo con la boca, pero. . .

Extendió la mano, soltó sus brazos fuertemente entrelazados en un instante, agarró su tobillo y tiró de ella hacia abajo. Sus piernas, sin fuerzas bajaron impotentes con un solo gesto de su mano. El hombre abrió de nuevo sus piernas temblorosas y las coloco una de cada lado sobre su cintura, la miró con una sonrisa cruel.

—Quiero meterlo correctamente.

El pene palpitante tocó su coño mojado. Con una envestida se metió entre la tierna carne.

—Diana.

Mientras atravesaba la grieta, el grito de una joven bestia provino de Diana.

—Mírame, ¿eh?

Diana jadeó como si estuviera a punto de perder el aliento por el dolor que sentía. No quería verlo, así que él agarro su rostro, que estaba girado hacia un lado y la obligó a mirarlo.

—Edmund... eh.

Diana extendió la mano y trató de empujarlo, pero su cuerpo era grande y fuerte. Siempre lo escondió debajo de un traje bien cortado, por lo que no sabía que tenía un cuerpo tan bestial. Sus delicados músculos se contrajeron, expresando su deseo por ella. Especialmente la cosa enorme que se alzaba entre sus piernas.

... Fue una situación impactante con solo mirarlo, pero aún más sorprendente fue el hecho de que su pene se había hundido entre sus piernas y había llenado su interior.

Que

—No, no—, se estremeció ante el toque firme presionado contra la entrada.

Ji

—Puede ser un poco doloroso al principio. Como puedes ver…

Edmund me miro a los ojos y sonrió levemente. Era demasiado grande para siquiera mirarlo. Sostuvo su pene con la mano y lo frotó en el agujero de Diana. Como si juzgara si estaba lo suficientemente húmeda, saco y metió el grande repetidamente.

—Ah, umm… ah…

Mientras él enterraba repetidamente el pene superficialmente en su vagina, Diana se retorcía ante la extraña sensación que se extendía por todo su cuerpo. Sollozó como loca, cuando lo metió en posición vertical, luego retrocedía y repetía metiéndolo presionando contra la carne húmeda una y otra vez. Lo hizo unas cuantas veces más.

—Estas muy mojada.

El líquido de amor que derramaba la punta del glande era tan abundante que fluyo hasta la palma de su mano.

—Oh mi... hmm.

Esta vez, lo metió en su interior poco a poco sin sacarlo empujando el grande.

—Afuera...

No importaba lo húmeda que estuviera, no había forma de que no le doliera al meterle esa cosa tan grande. Sumándose al impacto visual de mirar como se tragaba su cosa, Diana suplicó empujando su pecho con sus delgados brazos.

—Para, para... para Edmund...

—Todavía no he metido ni la mitad.

Envolvió sus brazos alrededor de sus piernas temblorosas para calmarla.

—Oh, no...

Diana sacudió la cabeza enérgicamente y dijo: —No más—. Si metes todo eso, realmente podrías desgarrarme hasta la muerte. Ya es demasiado difícil tragar solo la mitad.

—Es raro, es raro. Huh. . .

—Está bien, Diana

Edmund bajó la cabeza, la besaba a la vez que la embestía. Cuando un nuevo gemido brotó de sus labios, él la abrazó con fuerza y ​​no se movió. En cambio, un sonido lascivo resonó a través de sus lenguas al chuparla.

No se movió por un rato, como si hubiera echado raíces. Diana lloró y lo empujó, pero no se movió, solo secó sus lágrimas con la lengua.

—Pon tus manos alrededor de mi cuello.

Ordenó con voz ardiente. Diana envolvió sus brazos alrededor de su cuello sin negarse. Abrazó su cuerpo tembloroso, movió lo que estaba profundamente metido en su interior, permitiendo que Diana se adaptara a su pene. Diana estaba desesperada, abrazándolo fuertemente con sus brazos y piernas. Cuando sus sollozos disminuyeron, reanudó el movimiento. Cuando medio saco el pene y lo metió de nuevo, Diana lloró con voz ronca.

—Ahhh...

Lo metió profundamente, y su esbelto cuerpo se estremeció en consecuencia.

—¡Oye, fuera! ¡ah!

Le apretó un pecho. Le acaricio suavemente la areola y el pezón, un gemido tembloroso se le escapó. Su agujero que lo apretaba se tensó y tembló.

—Maldición.

Él frunció el ceño, doblando sus piernas y levantándolas. Edmund cerró los ojos y sonrió mientras la miraba como si tuviera algo más que hacer.

—Diana.

Los párpados empapados de lágrimas de Diana temblaron ante su llamada.

—No importa lo delicioso que sea, no puedo soportar que lo chupes así.

—Qué. . .

Fue difícil preguntar por la forma en la que la miraba diciendo cosas que no entendía.

—Es la primera vez que pruebas un pene, pero lo tragas y chupas muy bien.

Diana estaba aterrorizada por las palabras promiscuas que volvía a decir.

—¿Practicaste sola, eh?

Diana gimió y sacudió la cabeza cuando él la penetro, abrazando sus piernas levantadas.

—No, no... lo es. Ugh...

Sabía de lo que estaba hablando.

—¿Alguna vez te masturbaste, imaginando que tus dedos eran mi pene, eh?

—¡Nunca, joder!

Las embestidas se hicieron más profundas. Parecía que le faltaba algo a pesar de que la embestía sin cesar hasta el fondo como si fuera a reventar.

¿Qué demonios es?

Ya estoy haciendo todo lo que quiere. Sin embargo, la embestía como si aún no estuviera satisfecho.

—Si no lo haces, ¿Por qué aprietas mi polla de una manera tan lujuriosa?

—Eso es lo que tú... ¡Oh, sí!

Sus palabras fueron interrumpidas nuevamente por la penetración profunda. Edmund, que había estado metiéndolo y sacándolo unas cuantas veces más, llegó cerca del fondo. Cuando terminó, sus ojos se abrieron ante la cálida sensación que se extendió por dentro. Ahora sólo...

Sin siquiera sorprenderse, el pene que había llenado su interior lo saco. Se estremeció una vez más ante la sensación cuando araño su interior mientras lo sacaba. Cuando bajé la mirada, vi un líquido turbio saliendo de entre mis piernas. Su pensamiento se detuvo en ese punto.

Stroke, Giro a Diana boca abajo, con la cara enterrada en la sábana.

—¿Edmund?

Dijo su nombre a toda prisa.

Cuando giré la cabeza y miré hacia atrás, vi a Edmund masturbándose y pude escuchar la fricción de la piel al flotarse. Al darse cuenta de lo que estaba a punto de hacer, Diana exprimió lo último que le quedaba de fuerza y se arrastró.

Iba a hacerlo de nuevo.

Mi miedo se duplicó cuando vi el pene que ya había terminado, elevarse de forma amenazadora. Los ojos azules del hombre miraron lánguidamente a la mujer que se arrastraba sobre la sábana blanca. De todos modos, la atraparía pronto, pero sus ojos brillaron de alegría al verla huir en vano.

Mientras Diana luchaba con sus piernas débiles, el semen que había derramado entre sus piernas ensucio las sabanas. Los labios vaginales hinchados se contrajeron mientras comía su polla era tan  lindos. Agarró su abultado pene con una mano y con la otra agarró el tobillo de Diana y la arrastró hacia debajo de nuevo.

—¡Argh!

El hombre que simplemente había dominado a Diana, que se seguía arrastrado en vano, la penetro por detrás.

—¡Oh! Oh, sí, uf. . . Hmm. . .

Puso su mano alrededor de la cintura y levanto su trasero. Quizás gracias a que ensanche lo suficiente su agujero la primera vez, la segunda vez que lo metí fue mucho más suave. Él sonrió satisfecho mientras miraba el agujero que había tragado su polla suavemente, luego bajó la mano y pasó un dedo a lo largo de la unión que los conectaba.

—Oh mi

La penetro mientras acariciaba su agujero tembloroso una y otra vez, movió con más fuerza la cintura y estimuló profundamente su interior. Diana luchó por recuperar el aliento mientras la penetraba en diferentes ángulos. Entonces llegó a cierto punto.

—¡Oh Dios mío!

Edmund se suavizo ante el repentino gemido de Diana.

Una vez más.

—¡Aang!

Diana volvió a gemir con su voz encantadora. Era como un pájaro que canta cuando se le da cuerda al resorte principal.

—Detente, no...

Quería volver a escucharla, frotó y golpeo el mismo lugar nuevamente.

—¡Sí, sí! ¡Ah!

Diana aulló como una bestia y apretó las sábanas. Agarré la sábana para salir de alguna manera, pero cuando su mano que extendió desde atrás agarró mi pecho y frotó mi pezón, la fuerza se me escapó de las manos.

—Eh... bonita, Diana.

Susurró en su oído. Sus labios apretaron su oreja y cada vez que la penetraba la mordía. Diana se retorció por la estimulación excesiva.

Puck, puck, las embestidas se hicieron cada vez más intensas, y el rígido pene aplasto su interior una y otra vez, apuñalándolo sin piedad.

Diana no podía hacer otra cosa que seguir en cuclillas y gemir debajo de él. Pasó el tiempo pero ya no sabía si era placer o dolor. Lo último que recordaba eran sus embestidas por detrás mientras le azotaba el trasero con la mano. No sabía cuántas veces lo había hecho ni cuánto tiempo había pasado.

—Diana…

Solo podía recordar claramente su voz llamándola como si fuera a morir.

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