Fue en
una mascarada donde Diana conoció a Edmund. Lo que los unió fue un incidente
que podría haberse convertido en un escándalo, algo que podría haber sido fatal
para una joven que acababa de llegar del campo.
—Tienes
que casarte.
Un día,
llegó una carta de mi tía que sacudió de golpe la vida cotidiana de Diana en el
campo. Su elegante y generosa tía, la Vizcondesa Pamina, había perdido a su
marido muy pronto y se había dedicado a cuidar a sus hijos con todo su corazón.
Después
de que falleciera su hermano, el padre de Diana, ella siguió cuidando y
apoyando a su sobrina, que se quedó sola.
Sin
embargo, cuando su sobrina insistió en quedarse en el campo diciendo que quería
seguir viviendo en la casa de sus difuntos padres, la Vizcondesa, al no poder
visitarla, finalmente envió a sus criadas a empacar el equipaje de Diana.
—Todos
los buenos partidos están en la capital. En primer lugar, es mejor que vivir en
esa casa llena de olor a estiércol de caballo. Mi hermano era un hombre de
campo hasta los huesos y tú también lo eres. Por eso te dejé en el campo…
Después
de escuchar los suspiros y las lágrimas de su tía, pudo desempacar.
—Tu padre
tenía buen aspecto, pero no tenía el sentido del dinero, así que por su culpa
fue que tu madre murió al no tener dinero para el tratamiento, por eso debes
conocer a un buen hombre que tenga tanto riqueza como estatus. Solo confía en
esta tía.
A partir
de ese día comenzaron las clases de Gabón para aprender a vestir, etiqueta
adecuada, andar y bailar para poder debutar en el mundo social. Diana se
esforzó tanto como pudo. Pero el círculo social de la capital no fue fácil de
manejar.
Desde
niña crecí en el campo con mi familia, por lo que me fue difícil acostumbrarme
a la etiqueta de la ciudad, y había tantas cosas que estaban detrás de la
tendencia, como el baile, los vestidos y el diálogo social.
Todo eso
hizo que Diana se marchitara. Todo lo que tenía en mente era regresar a mi
ciudad natal inmediatamente después de casarme o comprometerme o lo que fuera,
pero no podía hacerlo porque me preocupaba ir en contra de las expectativas de
mi tía, que estaba dispuesta a cuidar de mí.
Sin
embargo, no encontró a ningún buen partido significativo durante la temporada
social. Y era natural.
—Tu
belleza pronto cautivará a todos los hombres.
La Vizcondesa
miró a Diana y lo repitió varias veces,
pero no podía estar de acuerdo con ella: una cosa era que le dijeran que era
hermosa en el campo, y otra muy distinta ser reconocida en los círculos
sociales de la capital, donde rebosaban las jóvenes hermosas.
No podían
imitar la apariencia de las chicas de la capital por sí sola, sin mencionar su
belleza, su discurso sofisticado, su figura elegante, sus habilidades para
bailar y sus vestidos y peinados de última moda.
Sin
embargo, la Vizcondesa estaba decidida a
encontrar un prometido adecuado para su sobrina. Se aferró como si fuera el
único objetivo de su vida, además de también encontrarle un prometido adecuado
a su hija Agnes.
—¡Me
aseguraré de que te cases con un hombre de una familia decente para que mi
difunto hermano pueda descansar en paz! Confía en mí.
Agnes
miró a su madre, chasqueó la lengua y agarró la mano de Diana.
—Vamos, vámonos
a un lugar divertido.
Desconcertada,
Agnes tomó a su inocente prima y le puso un disfraz. Vestida con el disfraz que
le presto Agnes, que tiene la abertura del pecho más profunda de lo habitual,
se encontraban en un salón de fiestas donde se realizaba un baile de máscaras.
Al llegar allí, Diana abrió la boca por la vista.
Quizás fue
por la sensación de liberación que daba el ocultar tu identidad con una
máscara, la promiscuidad en la fiesta estaba más allá de su imaginación. Lo común
que vio era que se comían con la mirada al instante que notaban que sus
intenciones eran las mismas mientras bailaban. Al crecer en el campo, era un
paisaje más allá de su imaginación.
—Estarás
bien, es igual que cualquier baile, Diana. Si te quedas callada, te verás cómo
una persona aburrida. Sé natural, natural.
—Si ya
veo.
Diana no
estaba segura, pero por ahora asintió.
—Pero hay
una cosa que nunca debes hacer aquí.
—¿Qué es?
Diana
tragó saliva con cierta tensión.
—Nunca
debes quitarte la máscara.
La
expresión de Agnes se volvió seria por un instante.
—Recuerda,
nunca debes quitarte la máscara en una mascarada. Todo se acaba tan pronto como
descubren quién eres. Es bueno disfrutar y divertirse, pero en secreto, ¿de
acuerdo?
Había una
razón para la petición de Agnes. Debido a que era una oportunidad para pasar el
rato sin saber quiénes eran, a menudo ocurrían accidentes inesperados en las
mascaradas.
En este
momento, la máscara se convertía en tu dispositivo de seguridad. Incluso si los
rumores se extendían, eran solo:
Vi a una mujer con una máscara de mariposa
junto a un caballero con una máscara de diablo actuando de manera obscena.
Pero era
difícil averiguar a qué familia pertenecían. O, incluso si lo sabían, la
mayoría de ellos fingía no saber. Era un lugar donde prometían implícitamente ocultar
la existencia del otro a menos que se quitaran las máscaras.
—Tienes
que disfrutar hasta que te cases. Para hacer eso, no hay nada como una
mascarada.
Diana,
que vio la mascarada con un ambiente promiscuo más de lo que había imaginado,
se mostró reticente. Agnes, quien le tomó la mano, dijo pareciendo frustrada.
—Diana,
tal vez nos casemos con un hombre con barriga y calvo, porque mi madre está más
preocupada por la riqueza y la familia que por la cara de nuestro futuro
cónyuge. ¿Qué tal si miras la lista de candidatos que mi madre recibió esta
mañana?
Eso era
cierto. Los criterios por los que se ordenaba la lista de principio a fin
dependían únicamente del dinero, el estatus y el título.
Su tía
rechazó con firmeza a los jóvenes diciendo:
—Como no
tienen como ganarse la vida, ni siquiera los considerare por sus rostros.
—Hay
pocos hombres con buena apariencia, dinero y título, a menos que sean como el Duque
de Serwell. Pero, ¿de qué sirve? Las casamenteras ni siquiera pondrían su
nombre en nuestra lista. Por el estatus de nuestra familia.
La
expresión de Agnes era sombría cuando dijo:
—Por
supuesto, las futuras esposas para los hombres aristócratas de alta cuna están
obligadas a ser mujeres que vengan de una buena familia que sean hermosas y
puedan aportar una gran dote.
El título
de Vizconde de Pamina no era lo suficientemente bueno, como tampoco la familia
de Diana. Sin embargo, no era fácil romper sus expectativas porque la codicia
de mi tía se elevaba sin saber que el cielo estaba muy alto.
—Así que
disfrutemos lo que podamos, ¿de acuerdo?
Ante la
cruel realidad, Agnes solía participar activamente en este tipo de eventos.
No era
difícil escabullirse de la mansión en secreto, ya que la Vizcondesa se quedaba
dormida inmediatamente al anochecer.
—Pero
esto es un poco demasiado.
Su corsé
estaba muy apretado lo que resaltaban sus grandes senos como si estuvieran a
punto de estallar.
—¿Por
qué? Eres simplemente bonita ¿Por qué las escondes? Otras mujeres no las tienen
aun si las quieren.
Agnes
chasqueó la lengua, diciendo que no entendía.
Si bien
Diana no estaba segura de qué hacer con su vestido que era muy atrevido, Agnes
saltó directamente a la multitud que bailaba. Y le indicó a Diana que también
bailara. Pero no fue fácil pasar desapercibida entre la gente quienes llevaban
máscaras coloridas con plumas.
Mientras
tanto, Agnes no vio dónde había desaparecido, por lo que a diferencia de los intrépidos
que entraron a la pista y bailaron, Diana fue empujada poco a poco hacia la
pared. No fue fácil para ella adaptarse a esta atmósfera caótica.
—Oh,
estoy bien.
Diana se
negó cuando un hombre se le acercó mientras ella miraba a su alrededor quito la
mano. Pero el hombre persistió.
—¿Por qué
no salimos de aquí juntos?
La
sugerencia del hombre fue suficiente para demostrar que, por muy ingenua que
fuera, tenía muy malas intenciones detrás de ella.
—Salgamos
juntos y hagamos algo divertido.
Diana
fulminó con la mirada al hombre que había hecho la grosera sugerencia, la
máscara con coloridas plumas era llamativa pero frívola, y probablemente el
dueño de la máscara no será muy diferente.
—Estoy
bien.
Diana se
giró rápidamente hacia el otro lado, pero el hombre al igual de rápido bloqueó su
ruta de escape.
—Eres muy
linda cuando te estremeces.
El
hombre, casi abrazándola, se inclinó cerca de Diana. El hedor a sudor del
hombre, que estaba cubierto con un espeso perfume, la invadió. Era un olor muy
desagradable.
Diana
bajo la máscara frunció el ceño sin notarlo. Mientras tanto, el hombre que la
había llevado a la esquina se acercaba más y más. Diana ni siquiera podía
gritar.
Tuk.tuk
En ese
momento, el hombre que se había acercado lo suficiente a Diana se inclinó hacia
atrás.
—¡¿qué?!
El hombre
gritó mirando a su atacante. Un hombre alto y enmascarado agarro y empujó al
hombre que estaba presionando a Diana.
—Disculpa.
Hay mucha gente.
No había
disculpas en su voz, como si estuviera tratando al hombre que estaba parado allí
como si fuera una molestia. Como resultado, se abrió el camino que el hombre
estaba bloqueando. Sin pensarlo más, Diana dio media vuelta y echó a correr por
el camino abierto. Mientras corría, agarrando su vestido, escuchó gritos detrás
de ella, pero nunca miró hacia atrás.
Primero,
tenía que evitar al hombre que gritaba, Diana entró y se escondio donde pudo.
Cuando abrí las cortinas que cubrían el balcón entré y el viento frío de la
noche golpeó mi rostro.
—Uf.
Con las
cortinas de por medio, el aire de adentro y el de afuera era completamente
diferente. A diferencia del aire caliente dentro del salón de baile, cuando
soplo la brisa fresca, sentí como si el desagradable momento hubiera
desaparecido.
Cuando
abrí ligeramente la cortina y miré hacia el salón, vi al hombre con la máscara
de coloridas plumas mirando a su alrededor y alejándose. Al ver que el hombre
se alejaba, Diana se frotó el pecho sobresaltada. Parecía que no volvería.
Buscare a
Agnes para irnos de aquí. Aun pensando, Diana no sabía cómo encontrar a Agnes
entre toda esta gente. Escucho un largo suspiro.
—¡Oh!
¡Fuera!
—…
Diana se
giró lentamente ante el extraño gemido procedente de alguna parte.
—Oh Dios
mío.
Diana
encontró a un hombre y a una mujer teniendo relaciones en un rincón del balcón
y retrocedió con asombro. Los pantalones del hombre estaban bajados, y la falda
del vestido de la mujer estaba hasta la cintura. Sus pechos estaban casi medio
expuestos, revelando su piel blanca bajo la luz de la luna. Mientras tanto, el
hecho de que ambos agarraran firmemente sus máscaras que seguían cubriendo sus
rostros, era aún más sorprendente.
Bum, bum.
Cada vez
que el hombre empujaba bruscamente a la mujer, un fuerte gemido salía de su
boca.
El hombre
y la mujer estaban tan absortos el uno del otro mientras estaban de pie contra
la pared, tan concentrados que ni siquiera sabían que había otra persona en el
lugar.
—¡Mas,
mas! Ahh... ¿ah?
La mujer,
que estaba en medio de los gritos entre los brazos del hombre, halló a Diana y dijo
sorprendida.
—¿Diana?
La mujer
chilló, y el hombre que movía ansiosamente la cintura frente a ella también se
giró.
—¿Agnes?
Solo
entonces Diana reconoció a Agnes. La mujer que ahora estaba medio desnuda y
frenética debajo del hombre era claramente su prima.
—¡Yo, yo,
yo no vi nada!
Diana
salió corriendo del balcón tapándose los ojos. Escuché a Agnes gritar algo
desde atrás, pero no tuve tiempo de preocuparme por eso. Ella corría por su
vida. Fue un accidente ver el encuentro
secreto de mi prima, y se detuvo. Diana, que corría sin siquiera ver al
frente, fue atrapada por algo sólido y la detuvo. Su cuerpo, que reboto y casi
se cae, fue sostenido por un fuerte brazo.
—¿Estás
bien?
Escuchó
una voz agradable y de tono bajo. Cuando levanté la cabeza, noté a un hombre
que llevaba una máscara con un diseño extraño, una mitad pintada de blanco y la
otra mitad pintada de negro. Era una forma y color inusual entre las máscaras
llenas de todo tipo de coloridos colores.
—Vaya...
Diana
reconoció al hombre. Para ser exactos, reconoció la máscara él era el hombre
que sin querer la salvó cuando era retenida por el abusador. Solo llegue a ver
en ese momento parcialmente la parte que estaba pintada de negro de la máscara,
pero ahora podía verla completamente.
Era
bastante extraña porque tenía un par de cuernos en la cabeza. A pesar de que
era una máscara que cubría completamente el rostro, podía ver sus ojos por las
ranuras. Unos brillantes ojos azules miraban a Diana con atención.
—Yo… sí,
estoy bien. Perdón.
Diana habló apresuradamente y luego se retorció para que el hombre la
soltara.
No podía
confiar en nadie que sea un invitado del baile de máscaras, incluso si era un
hombre guapo. Pasó junto al hombre y salió corriendo del salón de baile.
—Ajá…
Diana se
detuvo después de una larga carrera. Mirando a mí alrededor, me di cuenta de
que estaba en un rincón oscuro del jardín.
A lo
lejos, se escuchaba la música a todo volumen del salón y las risas de la gente que
se mezclaba. Parecía bastante lejano.
Suspiro.
Diana
finalmente exhaló un suspiro de alivio. Puso su mano sobre la máscara,
recuperando el aliento. Fui perseguida por un abusador sexual y vi el encuentro
secreto de mi prima cercana, me avergoncé por la serie de incidentes, y sentía
el rostro caliente por la máscara debido a que mi rostro se calentó por correr
repentinamente.
Justo
cuando estaba a punto de quitarme la máscara, recordé la firme advertencia de
Agnes antes de entrar al salón de baile.
Recuerda, nunca debes quitarte la máscara en
una mascarada. Se acaba tan pronto como descubren quién eres. Es bueno
disfrutar y divertirse, pero en secreto, ¿de acuerdo?
Seguía
escuchando la advertencia de Agnes en mis oídos. Pero ¿no creo que haya problema
porque aquí no hay gente? Estuve tentada al pensar que incluso si me
quitaba la máscara por un momento, nadie lo sabría. Después de juguetear con la
máscara por un rato, finalmente bajó la mano nuevamente.
Por ahora
lo mejor será salir de aquí. Agnes está en medio de la diversión, así que si le
pido que nos vayamos, solo escucharía sus quejas. Mi tía seguirá profundamente
dormida, así que si tomo un carruaje y me escabullo por la puerta trasera, no
me atrapará.
En el
momento en que Diana, que había terminado de pensar, estaba a punto de darse la
vuelta. De repente, alguien le dio un golpecito en el hombro, se dio la vuelta
y vio al hombre de antes con la máscara de plumas de colores que sonreía
alegremente.
—Mierda.
Diana
gritó brevemente.
—Me
reconoces, cariño.
Debajo,
pude ver su grotesca lengua mientras se lamia los labios. Fue espeluznante, y
Diana se estremeció.
—Bueno,
me iré ahora.
Diana
trató de pasar junto a él, pero el brazo del hombre bloqueó su camino.
—Debes
estar muy ocupada
Una voz
espesa, como si me vertieran aceite, atravesó mis oídos. Diana sintió la piel
de gallina por todo el cuerpo y cuidó su espalda. Esta vez, la mano del hombre
envolvió el cuerpo de Diana como una serpiente.
—Cuanto
más escapas, más interesante te vuelves. ¿Has aprendido a burlarte de un
hombre?
El rostro
de Diana se puso pálido cuando el hombre la abrazo.
—Solo
estoy tratando de conocerte, pero me decepcionare si sigues huyendo así.
—¡Suéltame!
Diana
dijo, retorciéndose salvajemente. Pero el hombre no parecía escucharla. Por el
contrario, acercó su boca maloliente.
—Trata de
calmarte.
El hombre
apretó con más fuerza la muñeca de Diana. Diana gritó de dolor y sentía como si
le fuera a romper el brazo. Aparte de su fuerza, no sentía nada de
consideración por como la agarraba.
—¡Suéltame,
bastardo!
Diana
dejó escapar un gemido de dolor ante él ignorante y su fuerza.
—Tienes
grandes pechos y hueles bien… ¿Cómo será tu rostro debajo de la máscara?
El
aliento caliente del hombre olía terrible. Cuanto más Diana intentaba escapar,
más fuerte la sujetaba el hombre.
—¿Por qué
haces esto? Llamare a alguien....
—¿Por qué
no lo haces?
El hombre
sonrió con una sonrisa desagradable debajo de la máscara. Diana, al darse
cuenta del significado de esa sonrisa, se detuvo aturdida. Si la encuentran
sola con un hombre en un lugar tan oscuro, ella seria quien perdería.
Acabo de
entrar en el mundo social y tengo que encontrar un bue marido. Además, su
familia estaba al final de la lista aristocrática, una familia de un noble
caído con pocos conocidos.
—Probablemente
no conozcas este patrón.
El hombre
mostró condescendientemente un alfiler decorativo sujeto a su capa. Parecía ser
el emblema de su familia a la que pertenecía, pero Diana no tenía forma de
saberlo. Dado que creció en el campo y este año apenas entro al mundo social,
los escudos de armas de los nobles de la capital no le eran familiares.
Cuando
ella no respondió, el orgullo del hombre pareció herido. Distorsiono su rostro
debajo de la máscara y era horrible.
—¿No sabes
quién es el Conde de Collan? ¿Nunca había visto a un ratón de campo así?
Instintivamente,
Diana reprimió su miedo.
—Veamos
la cara de este ratón de campo.
El hombre
extendió la mano y arrancó la máscara de la cara de Diana.
—Oh, no.
Diana se
aferró a su máscara con ambas manos con todas sus fuerzas, pero la mano del
hombre tirando de ella fue más violenta. Cuando la cuerda que sostenía la
máscara se rompió, la máscara cayó sin poder hacer nada al suelo.
—Oh, es
más de lo que esperaba. ¿Por qué no lo supe hasta ahora?
Al ver la
cara de Diana sin la máscara, el hombre silbó por lo bajo. Las náuseas llenaron
su lengua, pero Diana no podía escapar de su agarre en absoluto.
—Será
mejor que me escuches, y lo haré suave... Es un honor para mí ser el primero en
abrazarte.
El hombre
agarrando el brazo de Diana la empujó contra la pared, extendió la mano y
agarró su pecho, luego tiró de la tela y la rasgo.
Zigzag.
Me
aterrorizo el sonido de la tela rasgándose que resonó en mis oídos.
—Oh,
no...
Podía ver
el largo encaje rasgado revoloteando sobre mi pecho. El rostro de Diana se puso
pálido mientras observaba sus pechos casi medio expuestos.
—Suéltame...
Diana se
resistió con todas sus fuerzas. Luchó y pateó al hombre en la espinilla.
—¡Puaj!
El hombre
que traicioneramente fue golpeado con la punta puntiaguda de su zapato estaba
contorsionado por el dolor.
—¡Perra!
Fue en
ese momento cuando vi como brillaron los ojos del hombre bajo la máscara. El
hombre extendió la mano y agarró del cabello a Diana.
—¡Argh!
Cuando
Diana gritó de dolor, el hombre levantó la mano y tapó la boca de Diana.
—Cállate,
descarada. Si me haces feliz, sabré como agradecerte. ¿Sabes quién soy? Ni
siquiera te atreverías a mirarme... ¡Aww!
De
repente, el brazo del hombre que agarraba a Diana del cabello se dobló en un
ángulo extraño.
—¡Argh!
¡Argh!
Diana,
que fue liberada repentinamente, no sabía lo que estaba pasando, pero respiro
aliviada pensando que había sobrevivido cuando soltó su cabello.
—¡Suéltame,
suéltame!
El hombre
estaba haciendo y diciendo lo mismo que ella cuando le pidió que la soltara.
Cuando Diana levantó la cabeza, la extraña escena llamó su atención en su
visión aturdida. Era el hombre de la extraña máscara quien sostenía el brazo
del pervertido.
No podía
ver el rostro del hombre porque su máscara cubría completamente su rostro, le
habría gustado que fuera un antifaz. La escena parecía bastante extraña porque
era una máscara inspirada en el diablo.
Me tomó un
tiempo darme cuenta de que era el mismo hombre que me encontré cuando huía.
Diana no podía hacer nada ni decir nada. Ninguna palabra salió como si sus
labios estuvieran pegados.
En un
rincón del jardín, en un lugar donde caía la oscuridad, se reunieron un
abusador, y un hombre que lleva puesta una máscara de diablo y era quien sometía
al abusador.
—¿Quién
es, quién…?
El
abusador luchó por resistirse, agitando su brazo libre en el aire, pero fue en
vano.
—¿Quién
eres tú?
Dijo con voz
fría. Era una voz muy suave como de terciopelo,
y el hombre que salió de la nada estaba lidiando con el abusador sexual muy
fácilmente. No importa cuánto lo intentara el abusador, el hombre que llevaba
la máscara del demonio simplemente dominó al abusador con una mano.
Bueno, el
gemido, reprimido por el dolor, se hizo más fuerte. El hombre ni siquiera podía
hacer tanto ruido como quería, probablemente debido al dolor extremo. A ese
ritmo, el brazo del hombre realmente se iba a romper, por lo que Diana detuvo
al hombre que la salvó.
—Bueno,
detente, detente...
Pero solo
logro que aumentara la fuerza de su agarre. El abusador dejó escapar un gemido
como si estuviera a punto de quedarse sin aliento.
—Sa,
sálvame…
Al ver al
hombre cuyo rostro incluso se puso pálido, Diana se asustó de verdad. A ese
ritmo, la idea de un verdadero desastre cruzó por mi mente. No fue porque
estuviera preocupada por el bastardo, sino porque pensó que el hombre con la
máscara de demonio al salvarla se metería en problemas. Además, parece que
pertenece a una familia bastante poderosa, ¿y
si lo lastiman al tratar de ayudarla?
—Me
salvaste, así que estoy bien. Pero si te atrapan en algo como esto.
—Tienes
un gran corazón.
El hombre
miró fijamente a Diana y dijo. Al ver los brillantes ojos azules debajo de la
máscara, Diana, sin saberlo, dio un paso atrás.
El hombre
aún sostenía el brazo del abusador. El hombre de la máscara de diablo aflojó
lentamente la mano mientras miraba al hombre que lloraba como si su brazo
hubiera perdido la sensibilidad.
El
hombre, que cayó al suelo, se retorció por un momento, se levantó a toda prisa
y salió corriendo. Diana miró inexpresivamente el cuerpo medio doblado que
corría como si gateara y levantó los ojos.
—Gracias.
Traté de
no temblar, pero sin darme cuenta, mi voz temblaba.
—¿Estás
bien?
—Si,
estoy bien...
Diana,
que respondió frenéticamente, de repente vio el dobladillo de su ropa que había
sido rasgada y andrajosa, y se cubrió el pecho con las manos con asombro.
—Estoy
bien, estoy bien.
Mientras
ella entraba en pánico, el hombre se quitó la camisa que llevaba puesta y la
colocó sobre los hombros de Diana.
Diana se
arregló la ropa debajo de la camisa del hombre, acomodo la camisa y volvió a
mirar a su benefactor.
—Ah...
El hombre
parado bajo la luz de la luna creó una atmósfera bastante extraña. Aunque la
salvó del bastardo abusador, estaba horrorizada por la forma de la máscara de
aspecto sombrío que fue en lugar de un príncipe sobre un caballo blanco. Por
alguna razón, se me seco la boca y mis pies retrocedieron sin que me diera
cuenta.
El
hombre, que estaba mirando su reacción con una mirada aguda, de repente abrió
mucho los ojos como si se hubiera dado cuenta.
—Ah.
El
hombre, llevo su mano a su cabeza y desato la cuerda que sujetaba la máscara a
su rostro, y sacudió su cabello ligeramente. El tenue rubio, que se destaca
maravillosamente a la luz de la luna, era de un color plateado.
—Tienes
miedo de la máscara.
El rostro
del hombre que sonreía con la máscara en la mano era muy guapo. Su rostro con
el suave cabello despeinado, era digno de mirar con éxtasis. Los ojos azules,
la nariz que se extiende por debajo de la ceja, los labios que se elevan en un
arco suave, la línea de la mandíbula bien recortada, parecía una obra maestra hecha
por dios tallado con mucha delicadeza.
Su
benefactor era un hombre muy guapo, lo suficiente como para sentirme
avergonzada por haber tenido miedo de él pero fue porque la máscara que llevaba
era horrible.
—Es
porque está modelada según la cara del diablo. El artesano fue muy bueno ya que
resulta bastante aterradora.
El hombre
giró su máscara y asintió como si entendiera la reacción de Diana.
—No, me
ayudaste... lo siento.
Diana
estaba más confundida por su actitud casual. Estoy avergonzada por tenerle
miedo a la persona que me salvó.
Es solo una máscara.
—Es
sorprendente ¿verdad? La elegí a propósito porque no quería que la gente se me
acercara.
—Entonces,
¿por qué asistió a la mascarada...?
Se mordió
el interior del labio cuando pregunto casualmente. ¿Y a mí que me importa?
—¿Te
divertiste en el baile?
—YO...
El rostro
de Diana se tiñó de rojo al recordar que había escapado a toda prisa.
—Escuché a una mujer gritar…
—Vamos…
—¿Qué nos pasará si solo arruinamos un buen
momento?
—Pero la escuche desesperada.
Los
murmullos comenzaron a acercarse. Sin tiempo para hacer nada, apareció un grupo
de hombres y mujeres.
Algunos
invitados a la fiesta miraron a Diana y al hombre a su vez, intercambiando
miradas desconcertadas. Sus miradas se posaron en la parte delantera del
vestido desgarrado de Diana.
—Ay dios
mío.
El rostro
de Diana se sonrojó por la vergüenza cuando las personas reunidas de repente
gritaron. Mientras ella entraba en pánico, el hombre agarró a Diana y la
escondió detrás de él.
—¿Oh, Duque?
Las
personas reunidas ante lo que dijo alguien del grupo estallaron en
exclamaciones.
—Ay dios
mío.
¿El Duque? Diana, escondida detrás
del gran hombre, abrió mucho los ojos sorprendida por la conversación que
intercambiaron.
Duque, eres un Duque.
—Oh, Dios
mío, es un honor que el Duque de Serwell haya asistido a este baile.
Cuando
alguien gritó emocionada, los murmullos se hicieron más fuertes.
—Por
cierto, ¿la chica está bien?
El rostro
de Diana estaba desenmascarado. Miré a mí alrededor rápidamente, pero solo pude
ver a mi máscara rota tirada sobre el pasto.
—Señorita...
Las
miradas curiosas de las personas estaban mirando a Diana fijamente. Diana
queriendo evitar sus miradas se agachó. Pero aun podía sentir como la miraban.
Todos parecían estar mirándola mientras susurraban entre sí.
Todos
notaron el atuendo desordenad del Duque. Mi mente estaba en blanco en qué o
como lo debía explicar pero no pude decir nada. En ese momento, una gran mano
rodeó el hombro de Diana.
—Ella es
la chica con la que salgo.
Su voz la
escucho clara como el agua.
—¿No es
así? Diana.
Al escuchar
su nombre, Diana murmuró como si estuviera soñando.
—Su...
Entonces,
lo que me llamó la atención fueron las miradas de las personas que nos
observaban a los dos con curiosidad.
No tuvo
mucho tiempo para pensar en cómo o porque
sabía su nombre. Después de ver que todos la miraban confundidos, asintió
con la cabeza ligeramente.
—Oh, Dios
mío, qué hermosa pareja.
—Felicidades.
Las
exclamaciones y felicitaciones se escucharon aquí y allá, pero ella no las escucho
correctamente. Diana se sentía perdida fue arrastrada sin poder hacer nada por
Edmund, quien la agarró suavemente, luego la abrazo haciendo que Diana
enterrara su rostro en el pecho del joven Duque.
La fuerza
de su abrazo era fuerte pero a la vez suave, y no pude decir nada entre los
brazos del hombre que enterró su rostro. Todo sucedió tan rápido que Diana no
tuvo tiempo de detenerlo. Después del disturbio, Diana finalmente tuvo la
oportunidad de preguntar de camino a casa dentro del carruaje del Duque.
—¿Por qué
mentiste así?
—De lo
contrario, habría sido un abusador que descaradamente se burló de una pobre
chica en una mascarada.
Respondió
como si no fuera gran cosa.
—Y también
es molesta la avalancha de propuestas.
—…
—Así que
voy a intentarlo. Seré tu fiel amante.
Era un
hombre de palabra. Fue el amante perfecto maravilloso sin defectos e impecable.
Siendo la amante de un hombre así, Diana se hizo famosa convirtiéndose en la
nueva Cenicienta de la alta sociedad este año.
Sin
embargo, independientemente de su apariencia caballerosa, cada vez que iban a
una fiesta social, siempre se hablaba del hecho de que los dos están
profundamente enamorados hasta rasgaban sus ropas por la pasión que sentían.
—La chica que acaba de debutar en sociedad es
atrevida.
—El Duque de Serwell también es increíble. No
parecía estar interesado en las mujeres hasta ahora.
—El secreto para capturar al Duque es... ¿Es
eso?
—¿Entonces qué? ¿No creo que se vayan a casar
de todos modos?
—Oh, ¿no se van a casar?, pero si tienen una
relación muy profunda...
Dondequiera
que fueran, podía escuchar los rumores, pero eso a él no le importaba. Mientras
tanto, Diana se fue obsesionando poco a poco con otros pensamientos que no
podía contarle a nadie.
No me
importaba que fuera el amante ideal ante los demás. Más bien, como decían los
rumores, Diana quería que el Duque de verdad sintiera esa pasión que dicen que
siente por ella.
Esperaba poder
sentir la misma lujuria que sintió Agnes cuando tuvo relaciones con ese hombre,
cuando los vio en la noche de la mascarada, donde ambos se conocieron, quería
que explotara entre ellos.
No me
importan las miradas de las personas que me rodean o mi reputación, quiero que
me haga el amor quiero gritar su nombre con el entre las piernas. Pero no me atrevía
a decirle.
Quizás si
Edmund descubre lo que piensa, la despreciaría. La sola idea de que Edmund la
odie por ser tan inmoral hacia palidecer a Diana. La trata con tanto respeto.
Sin embargo, esta como poseída por el deseo obsceno.
Pero ya
nada de eso importa porque ya terminaron, fui criada por unos padres que eran
el modelo perfecto de una hermosa pareja casada. En un ambiente muy abierto y
amoroso donde no evitaban abrazarse ni besarse. Por lo tanto, no era para nada
extraño que anhelara tal afecto de mi amante.
Más bien,
le quedaba claro que Edmund, quien no tiene las mismas intenciones, no sentía
nada por ella. Fue simplemente una medida para evitar que su reputación no se
arruinara y de evitar los rumores maliciosos de que acoso a una jovencita inocente
en un baile de máscaras.
Así que
hice bien en terminar con él antes de que mis sentimientos se profundizaran más.
Tuve que alejarme de él para regresar a mi lugar. Así, Diana se despidió del Duque
de Serwell.
Me dolía
la cabeza sentía como si un pedazo de vidrio estuviera clavado en mi cerebro.
Un escalofrío repentino despertó a Diana de su sueño.
Mi visión
estaba borrosa como si estuviera nublada. Pero cuando pude más o menos ver todo
estaba oscuro.
—¿Estás
despierta?
Escuche
la pregunta de un hombre que no estaba muy lejos. Sabía muy bien quién era. Me
froté los ojos con las manos varias veces y una figura blanquecina apareció
ante mis ojos. Obviamente, era Edmund quien apareció ante su vista que aún
estaba borrosa.
Evidentemente
tenía razón, estaba recostado holgadamente en un sillón orejón.
—¿Edmund...?
Fue un
nombre que salió de la nada. En el momento en que Diana dijo su nombre, el
hombre que se encontraba estático como si fuera la figura de un cuadro se movió
un poco.
—… Eso
está mucho mejor.
Dijo con
un tono apagado. Diana no podía entender lo que pasaba, bueno a pesar de que
tenía dolor de cabeza.
—Ojalá me
hubieras llamado así normalmente.
—¿Qué quieres
decir?
Diana no
podía pensar con claridad debido a su mente dispersa. Obviamente estoy hablando
con él, pero realmente no podía entender lo que estaba diciendo. No, sobre
todo.
—Porque
estas tu…
Recuerdo
sin equivocarme que tomamos una copa de vino como despedida y podo después él
me acompaño al carruaje… y dejé la residencia del Duque. El carruaje comenzó a moverse
a través del tranquilo bosque, y... ¿Me dormí?
Me
faltaba una pieza del rompecabezas de mi memoria era como si la hubieran
borrado por completo. Estaba perpleja de que mi memoria hubiera sido borrada
así. Pero obviamente nos despedimos. Terminamos nunca más tendría la
posibilidad de volver a vernos así, los dos a solas.
¿Entonces por qué?
—¿Por qué
estoy a solas contigo en esta oscura... habitación?
¿Habitación?
Cuando la
idea le vino a la mente, Diana más se confundió. Ahora esta acostada en una cálida y suave
cama tapada con una sábana que olía muy bien. El leve olor era la colonia que olía
en su cuerpo. Un aroma refrescante y seductor.
Cada vez
que me paraba a su lado, mi corazón palpitaba por su aroma. A veces, cuando
compartíamos un ligero abrazo, siempre esperaba en secreto lo que sucedería a
continuación.
Entrelazando
apasionadamente nuestras lenguas, luego caeríamos juntos y haríamos el amor...
Pero no sucedía
nada. La misma esperanza una y otra vez se repitió, el cumulo de emociones
anticipándome al encuentro para después decepcionarme y frustrarme y al final
mi esperanza se desvanecía poco a poco.
Entonces,
para Diana, esta fragancia es un medio que despierta tanto a la emoción como la
decepción.
—Entonces
¿dónde estoy?...
—Estas es
mi dormitorio.
La
respuesta llegó como si hubiera leído su mente.
—¿Qué?
—Exactamente
en el dormitorio de mi villa.
Ah, claro. Una sensación de alivio me
inundó pero desapareció en un instante. ¿Por
qué?
Una
pregunta clara apareció en mi mente confusa.
¿Por qué estoy aquí?
En la suave
cama pude ver un dosel azul cielo que colgaba del techo, también escuché de su
boca que este es su dormitorio.
Pero
había algo muy extraño en ello. Estoy segura de que iba de camino a casa en un
carruaje.
¿Cómo terminé despertándome aquí?
Además era
la nueva villa propiedad de Edmund. Edmund no se movió mientras seguían las
preguntas sin respuesta en su cabeza. Él simplemente estaba sentado allí,
frente a ella.
—Vaya...
Todavía
me sentía mareada como si estuviera nadando en agua fangosa, pero pensé que no
podía volver a acostarme. Se levantó con los brazos apenas sosteniéndola, y se
puso de pie. Pero le vino un mareo y volví a hundir la cabeza en la almohada.
Suspiro
Un gemido
se me escapó. Mi cuerpo no lo sentía como si fuera mío. Era difícil incluso
mover un dedo. ¿Por qué estoy así?
Solo bebí una copa de vino no tendría qué sentirme así.
Mientras
aplastaba mi cabeza contra el cojín con impotencia, escuché que se levantó y se
acercaba a la cama.
—No debes
hacer movimientos bruscos.
Sus
palabras sonaron extremadamente dulces. El olor de su colonia se hizo más
fuerte había llegado justo a mi lado. En ese instante Diana perdió las fuerzas que
le quedaban. Fue una reacción natural. Para mí el lugar más seguro en el mundo era
entre los brazos de Edmund. Fue el resultado por haber estado juntos por un
tiempo mi cuerpo recordaba su olor y calor. Una mano grande y cálida acaricio
su cabeza.
—Tu dolor
de cabeza desaparecerá pronto.
Habló
como si conociera sus síntomas.
—Lo sé
porque suelo beber una copa de vino cuando no puedo dormir.
—¿Qué?
—El vino
era dulce y fragante, pero lo suficientemente fuerte como para hacerte dormir
en un instante.
Fue
agradable escuchar su risa.
—Igual
que tú.
Hubo un
extraño eco en sus palabras. La forma en que acarició su cabello castaño fue
tan suave. Diana cerró los ojos como si se hubiera convertido en su linda
mascota.
—Te
sentirás bien pronto.
¿Sera por el suave toque de su mano, o por su
dulce voz? Mi mente, que seguía ahogada en la niebla, se fue aclarando
poco a poco.
—Diana.
Diana
parpadeaba para aclarar su vista. Cada vez que lo hacia sus gruesas y largas
pestañas rozaban su palma. Todo estará bien porque él lo dijo, porque su amante,
no, su ex amante, era quien siempre le había brindado estabilidad. Así que todo
va a estar bien.
—Edmund…
Sintió su
mano temblar levemente sobre su frente.
—¿Por qué
estoy aquí…? ¿Estaba de camino a casa?
Diana a duras penas pudo formular
la pregunta. Gracias a que su mente se fue aclarando poco a poco lo hizo
posible.
También me
pregunto ¿por qué sigo acostada en su cama mientras él me acaricia?
Por
supuesto no corría peligro, porque era Edmund, él jamás la lastimaría. Como aquella
noche que la salvó del peligro.
—Dijiste
que vendrías a ver mi villa.
Su suave voz
acaricio sus oídos. En ese momento, Diana recordó el hecho de que la villa de
la que habla Edmund era el antiguo castillo que acaba de comprar.
—Por eso
te traje aquí.
... Sus palabras de alguna manera estaban
fuera de lugar, pero no podía darme el lujo de pensar correctamente debido al
dolor de cabeza.
—Y porque
aquí es donde tienes que estar.
—¿Que?
Diana
levantó la cabeza enterrada en la almohada y volvió a mirar a Edmund. Ahora con
la visión más clara, podía ver el rostro de Edmund. Su cabello rubio platino, que
siempre llevaba cuidadosamente peinado, estaba esparcido sobre su frente,
incluso ligeramente húmedo. Eso solo hacía que la atmósfera que emanaba de él
fuera completamente diferente.
—Llámame
como lo hiciste antes.
—Bueno
como. . .
—Mi
nombre.
—¿Nombre?
La mirada
del hombre, que había sido amable todo este tiempo, se volvió penetrante cuando
noto que Diana no lo entendía.
—Duque...
Diana lo
llamó en voz baja. Por alguna razón, parecía enojado.
—Bueno,
está bien.
La
expresión de Edmund de nuevo se suavizó y Diana, sin darse cuenta se frotó el
pecho.
Aunque
fue breve el cambio la atonto, él tiene como algún tipo de poder con el que
abruma a las personas. Algo que hace que la gente gatee sin que grite o se
enfade.
Edmund
movió su mano y rozó la oreja de Diana. El toque delicado le hizo cosquillas en
el cuerpo.
—Solo
tienes que aprender.
—No me
llamarías así en la cama, ¿verdad?
—¿Qué?
¿Escuché mal? La
expresión del hombre era demasiado tranquila. No escuche bien, claro aún sigo algo tomada, pensó.
—¿No
tienes sed?
Sus
largos dedos acariciaron suavemente sus labios resecos. Su toque hizo que Diana
se sintiera extraña.
—. . .
No, no.
Cuando
preguntó, Diana finalmente se dio cuenta de que tenía sed. Tenía completamente
seca la garganta y parecía que no quedaba ni una gota de agua en su boca.
Edmund
extendió la mano y recogió el vaso de agua que estaba sobre la mesita de noche,
lo apoyo con cuidado sobre el labio de Diana, apresuradamente ella abrió la
boca. Pero el agua se quedó en mi boca porque no podía tragar. Extrañamente no
tenía fuerza mi cuerpo.
—Oh,
supongo que todavía sigues algo tomada.
Edmund
dijo con tristeza mirando la sábana mojada. Vi el vaso medio lleno en su mano,
y en ese instante sentí una sed ardiente, y extendí la mano. Pero Edmund retiró
fríamente el vaso. Diana desconcertada miró la escena. Mirándola a los ojos
como si fuera consciente de su desconcierto, sonrió levemente y se llevó el
vaso de agua a la boca.
No era
algo que haría el gentil hombre que se preocupó de que tuviera sed, solo me
quede mirando fijamente mientras él tomaba su agua. De repente, agarro mi
barbilla y levantó mi rostro.
—. . . !
Justo
cuando pensó que había hecho contacto visual con sus ojos azules, Edmund se
humedeció los labios. Algo húmedo y caliente tocó sus labios, y comenzó a
verter agua fría poco a poco entre sus labios. Diana bebió y tragó el agua como
un pájaro bebé.
—Em...
Ella
gimió involuntariamente. Los labios del hombre estaban demasiado calientes en
comparación con el agua que vertía, por lo que la sensación de sus labios era
aún mayor. Lo mismo ocurría con su lengua, que se deslizaba suavemente dentro
de su boca como si empujara el agua para que la tragara
Después
de que tragara toda el agua que vertió en su boca, su lengua se adentró un poco
más y tocó su sensible paladar.
Cuando
Diana agitó la mano al sentir una sensación desconocida que de repente la
golpeó, una gran mano la agarró. La otra
mano sostenía firmemente la parte posterior de su cabeza.
La
sensación cuando nuestras lenguas se flotaban lentamente mientras se tocaban entre
sí despertó todo su cuerpo. La lengua, que había estado moviendo de un lado a
otro dentro de su boca con movimientos muy lentos y delicados, la saco después
de un rato. Diana hizo contacto visual con Edmund mientras lo abrazaba. Sus
ojos fríos y luminosos irradiaban un calor que ella desconocía.
—Te la
tomaste toda. Parece que ya no tienes sed.
Dijo algo
inesperado. Pero pensando profundamente, todavía tiene sed. Sentía la garganta
algo reseca pero sus labios estaban húmedos, su sed solo estaba ligeramente
satisfecha. Diana se lamio los labios sin darse cuenta.
Un poco más ¿Qué?
Ella se
sonrojó ante el repentino pensamiento.
Solo me
dio agua porque tenía sed. Sí, eso es todo.
—Supongo
que todavía tienes sed
—Sí...
Diana
murmuró débilmente.
—Oh,
vaya. Solo había un vaso de agua.
—Creo que
derramaste la mitad.
—Ah...
Diana lo
miró decepcionada. Sentía una sed ardiente en mi garganta o era en todo el
cuerpo.
—Ya que tragaste
tan bien el agua creo que ya podrás tragar el mío.
Diana
inclinó la cabeza por lo que dijo. Edmund ha estado diciendo cosas que ella no entendía.
La forma en que la miraba también era extraña.
¿Mío,
mío... mío?
Mientras
reflexionaba el significado de sus palabras. Edmund redujo la fuerza de su mano
que la sujetaba.
—¿Por qué
estás temblando así?
—… ¿Yo,
yo?
Diana
miró su mano. Fue solo entonces que me di cuenta que estaba temblando, tal como
él había dicho.
Por qué.
—Creo que
viste algo aterrador.
Una
sonrisa traviesa que nunca antes había visto pasó por los labios del hombre.
Rápidamente
retiró la mano que acariciaba suavemente a Diana. Cuando el calor de su cuerpo
se desvaneció, Diana lo siguió con la mirada desconcertada.
Chirrido
Edmund,
que se levantó de la cama, volvió a su sillón orejón y se sentó. Él también
siguió a Diana con la mirada con una expresión tranquila.
—Primero,
comencemos con esto.
Su tono
de voz la escuche extremadamente seca y baja. Fue como si me ordenara, directo
casi como cuando le daba una ordena a su mayordomo, él era el amo y su voz no
contenía emoción.
—Ven
aquí, Diana.
Hizo un
gesto mientras permanecía en la misma postura.
—…
Diana lo
miro fijamente. Era como en su sueño el sexy hombre está seduciendo a la virginal
joven al fin. Por supuesto, esto no era posible, Diana apretó los ojos con
fuerza y los abrió.
—Vamos.
Su voz
sonaba con una profunda sed. Se levantó como si algo la hubiera poseído. Estaba
descalza, pero no sintió frio el suelo cuando piso notando que había una
alfombra suave camino.
Diana se
detuvo justo en frente de él. Antes de dar el último paso, mis pies no se
despegaron. La agarró de las muñecas y tiró de ella parándola frente a él.
En un
instante, estaba parada frente a él, mirando a Edmund confundida, él tiro con
fuerza de sus brazos, y Diana cayó al suelo. Sin saber que hacer tirada en el
suelo entre sus largas piernas alzo la mirada y vio a Edmund.
—Te vez
más bonita ahora.
Sonrió, le
gusto la apariencia indefensa de la mujer que yacía entre sus piernas...
Diana no
podía entender la situación en lo más mínimo, así que solo parpadeó.
Simplemente se dio cuenta de que la persona frente a ella se comportaba muy
diferente de lo habitual, y que la razón probablemente se deba a su ruptura.
Está enojado.
Su
expresión firme, la forma en que hablaba y sus gestos, él nunca antes se había comportado
así con ella.
—Lo
siento.
Después
de comprender la situación, Diana primero se disculpó.
—¿qué?
Él
entrecerró los ojos y la miró.
—Yo,
presuntuosamente… primero… rompamos…
La
expresión de Edmund no cambió mientras la escuchaba tartamudear.
—Pero
pensé que esto era por ti, por nosotros. ¿Estás muy enojado? Pero nunca terminarías
conmigo. Así que...
—Deja de
hablar, Diana.
Con su
suave susurro la voz de Diana se desvaneció en un instante.
—No creo
que necesitemos conversar más entre nosotros.
—. . .¿Duque?
—Estoy
cansado de hablar. Creo que ya es hora de hacer otra cosa.
—¿No
tienes curiosidad?
—¿Algo
más...?
Ella
murmuró sin comprender, y su mirada se giró hacia su espalda. Mientras seguía su
mirada, vio la enorme cama donde había estado acostado hasta hace un momento.
Una
impactante premonición cruzó por su mente, y Diana respiró hondo.
—Qué. . .
—¿Qué más
pasaría en la cama?
Él sonrió
irónicamente. Por el contrario, el rostro de Diana se convirtió en una hoja en
blanco.
—Bromeas...
no hagas eso.
Diciendo
eso, Diana frunció el ceño. Esto es definitivamente una broma. También era una
broma muy desagradable.
—Oye, no
hagas esto, Edmund, ¿de acuerdo? Por qué, por qué diablos te comportas como otra
persona...
Realmente
parecía haberse convertido en una persona diferente. Era como si otra persona
hubiera venido y se hubiera puesto la piel de Edmund y pretendiera ser él. Y
esa brecha asustó locamente a Diana.
—Déjame
ir. Por favor... si estás enojado, me disculpo. Me disculparé de cualquier
manera.
—¿Cómo?
Preguntó,
inclinando la cabeza. Luego levantó su barbilla mientras temblaba para verla a
los ojos.
—¿Qué y
cómo vas a disculparte, Diana?
—Hare cualquier
cosa...
Ella
respondió como pudo.
—¿Cualquier
cosa?
La leve
sonrisa le puso la piel de gallina a Diana. Pero algo aún más alarmante sucedió
a continuación. Su mano se deslizó por la parte delantera de sus pantalones y
sacó su enorme pene levantado.
—¿Oh, Duque?
Preguntó
Diana, que se puso pálida al ver el pene de un hombre por primera vez en su
vida. Era una vista irreal, pero definitivamente era real.
—Agárralo
y chúpalo.
Las
palabras estaban a la altura del hombre ordenando desde arriba.
—¿Qué?
Diana
abrió la boca con cara de estúpida.
—Chupa mi
pene.
—…
Dudó de
las palabras vulgares que salieron de su boca.
—¿Qué
quieres que haga?
Ella
estaba más sorprendida por las palabras vulgares que dijo que por el gigantesco
pene del hombre levantado ante sus ojos. Las palabras salieron de la boca de
Edmund, Duque de Serwell, un hombre dotado de elegancia y gracia, quien siempre
se mostró infinitamente educado y cortés con ella.
—¡Qué...!
Edmund inclinó
la cabeza suavemente. Hizo contacto visual con Diana por un momento.
—¿No
entiendes lo que quiero decir?
Su rostro
era tan hermoso como una escultura con la que estaba familiarizada, pero la
expresión en él ya no era de quien conocía.
—Dijiste
que harías cualquier cosa.
—……
—Todavía
tienes sed, ¿no?
La mano
que acariciaba el rostro de Diana era cuidadosa como si se tratara de algo
precioso. Su dedo índice, acariciaron sus labios ligeramente abiertos, de
repente metió el dedo dentro de su boca.
—sí, eh.
. .
Traté de
girar la cabeza para sacar su dedo de mi boca que se deslizaba sobre mi lengua
tocando mi paladar y me fue imposible porque me agarro con fuerza detrás de mi
cabeza. Mientras tanto, su grueso y largo dedo se movía salvajemente dentro de mi
boca. El toque, que había sido algo tiránico, volvió a ser suave cuando ella
dejó de rebelarse. El dedo acariciando su lengua lo sentía muy sensual.
—Meteré
mi polla en este agujero y la chuparas, ¿debo ser más claro?
—No
aprietes con los dientes.
Siguió
otra orden seca. Asentí con la cabeza mientras recitaba en voz baja la
advertencia. Era una señal tácita para hacer lo que él decía.
Él habla en serio. Diana
finalmente se dio cuenta que ninguna palabra o acción podrá persuadirlo.
—¿Bien?
Insistió
de nuevo. No estaba impaciente, pero tampoco parecía benevolente. La lujuria y
la locura en sus profundos ojos azules no eran algo que pudiera manejar, pero
tampoco era algo que pudiera rechazar. Bajo la presión de su implacable mirada,
abrí la boca sin darme cuenta. Diana no podía enfrentarse a él.
A medida
que pasaba el tiempo le otorgo una última consideración.
—Si no
sabes cómo.
De nuevo
agarro la parte posterior de su cabeza con su gran mano. Su toque seguía siendo
suave no era diferente del Edmund que conocía.
—Te
enseñaré.
Metió en
su boca abierta el enorme trozo de carne.
—¡UH Huh!
—Te dije
que no apretaras con los dientes.
Lágrimas
brotaron de mis ojos cuando tiro fuerte de mi cabello. Al encontrarse con los
ojos de su amo, quien la tiene agarrada del cabello, Diana dudo por un segundo
y apretó con los labios. Al mismo tiempo consideró esta situación poco
realista.
Abrió un
poco más la boca para que fuera más fácil el tragar, y lo apretó con sus
labios.
—¿Cómo
sabe mi polla? ¿Te gusta?
Dicho
esto, Edmund sacó lentamente su pene y lo metió con fuerza de nuevo. El espacio
para que pudiera respirar, que había estado abierto por un segundo, fue
nuevamente bloqueado por el trozo de carne con olor a pescado.
—¡Uh-Ugh-Uhhg!
Un
doloroso sonido nasal fluyó. Su saliva goteaba de sus labios fuertemente
apretados y caía al suelo.
Cada vez
que el pene llegaba hasta su garganta y tocaba su úvula tuk-tuk, Diana sentía náuseas. Era tan grande que su pequeña boca
parecía que iba a desgarrarse.
—Ugh, wooow…
A pesar
de los gemidos de dolor, no tuvo piedad en el movimiento de su mano. Mordí su
pene varias veces por error cada vez que empujaba con fuerza la cabeza de Diana
hacia abajo.
—No eres
muy buena en esto, así que no tengo más remedio que moverte por mi cuenta.
—Ugh,
woohoo, ah.
—Pero si
sigues así la próxima vez... Tendrás que estar preparada.
Diana
dejó escapar un gemido de dolor por que la jalo del cabello. Edmund, que se
levantó del sillón orejón, comenzó a mover la cadera bruscamente, puck, puck.
El
chillido estridente por la fricción de piel con piel resonaba en sus oídos. El
pene era demasiado caliente y grande. La cosa gruesa y dura le raspaba la boca,
Diana solo se tambaleaba impotente cada vez que entraba y salía rosando sus
labios.
Después
de unos cuantos envistes más, agarró la cabeza de Diana y la acercó a él. Los
brazos de Diana, arrastrada por él, se tambalearon en el aire.
—Em...
Después
de un tiempo, la cosa en su boca se hinchó hasta el límite y un líquido tibio
se derramó en su boca.
—Hah. . .
El
líquido vertido en su boca, que estaba llena con su cosa, fluyo por el falo y también
por los labios rojos de Diana.
Diana
observó con lágrimas en los ojos las manchas blancuzcas en la alfombra color
vino en el piso.
Shrek.
Incluso aun
después de derramar tanto líquido, su cosa no se encogió demasiado. Diana se
estremecía ante la sensación de su cosa moviéndose lentamente de un lado a
otro, todavía llenando su boca.
Todo
ocurrió tan rápido. Lo tragué hasta la garganta, lo chupé y después trague lo
que derramo. Fue una serie de sobresaltos para ella ya que solo había oído
hablar de este tipo de comportamiento. Pero este acto bestial no era nada comparado
con el cambio de actitud de Edmund, su ex.
—Hah. . .
Mientras
disfrutaba del resplandor de la eyaculación, sacó el pene de su boca y lo que
había derramado fluyó hasta el suelo. Diana miraba cómo el líquido que se
derrama de su boca mojaba el suelo.
—Te dejé
ir una vez.
Sostuvo su
mano, la puso encima de su pene y lo frotó suavemente. Para mi sorpresa, empezó
a ponerse duro de nuevo a un ritmo aterrador no podía creerlo apenas acababa de
terminar.
—grande
—Oh, yo
no...
Temiendo
que lo metiera nuevamente en su boca, Diana retrocedió con todas sus fuerzas
pero perdió las fuerzas en las piernas y no podía levantarse. Edmund torció los
labios y sonrió, ya que se veía ridícula arrastrandose sobre su trasero.
Edmund se
acercó, la agarró del brazo y la levantó. Sosteniendo su cuerpo inerte como una
muñeca rota, Edmund caminó hacia la enorme cama en la que había estado
acostada. Cuando la vio el rostro de Diana se puso palido.
—Vaya,
por favor bájame.
Diana
luchó como loca y lloró. Cada vez que le suplicaba, el líquido blanco que había
quedado en su boca se extendía sobre sobre sus labios. Los ojos de Edmund se
iluminaron con un brillo inusual. Sacó la lengua y lamió el líquido que había
rociado, luego la deslizó sobre los labios de Diana y comenzó a saborearla.
Las
lenguas enredadas con el líquido viscoso comenzaron a frotarse moviéndose frenéticamente,
haciendo un sonido frío y lascivo como si fueran serpientes apareándose. Fue un
beso lo suficientemente intenso saboreando mi lengua hasta la raíz. Lo había
besado un par de veces pero nada como esto.
—Sí, eh…
Diana
suspiró y agarró su cuello el semen con sabor a pescado y su saliva se mezclaba
libremente en su boca. Me sentí mareada por las sensaciones que experimenté por
primera vez en mi vida.
Cuando
sus labios finalmente se separaron, el líquido blanco sobre ellos se estiró
como una telaraña. Sus labios le hormigueaban con una mezcla de saliva y
líquido blanco sobre ellos.
Como si
fuera consciente de la mirada de Diana, saco la lengua y la deslizó por sus
labios, y miró el rostro de Diana con una mirada decadente y lánguida.
Chirriador.
Diana,
que fue arrojada a la cama, forcejeó y retrocedió. Después de ver como
intentaba alejarse gateando, extendió las manos la agarró de los tobillos y
tiró de ella hacia él.
—¡Oh Dios
mío!
Como si
el grito estridente de Diana, que había arrastrado, fuera lindo sonrió. Me
dolían los tobillos que sostenían sus manos grandes.
No
parecía hacer mucho esfuerzo, pero no podía moverme era como si me hubiera
puesto unos grilletes.
—Duque, Duque...
—Edmund. Sabes
mi nombre.
Acarició
suavemente sus tobillos, que estaban perfectamente sujetos en su agarre.
—¿Edmund?
—Supongo
que no lo olvidaste.
Sonrió de
nuevo, feliz de que lo llamara por su nombre. Por un momento, Diana sintió
esperanza se había comportado como antes aunque sea solo por un momento.
—Sí
quiero decir. . . sí, así es como te
llamas.
Pero sin
darle tiempo a decir más, Edmund simplemente colocó su gran cuerpo sobre Diana.
—¡Ja,ja,ja!
Edmund
deslizó su lengua entre los labios de Diana y comenzó a chupar su lengua una
vez más. La saliva que se acumulaba la lengua la mezclaba dentro de su boca.
Creando un sonido de fricción erótica.
—Sí, eh…
Diana
quedó atrapada bajo el cuerpo del gran hombre, incapaz de moverse. No fueron sólo
sus labios los que atrapo. Luchó por resistirse cuando las piernas firmes y
musculosas, que se habían metido entre sus piernas, comenzaron a aplastar su
área sensible.
—Bien
allí.
De
repente, su voz sobresaltada salió de sus labios. Jadeó por el aliento que le
había quitado, pero no podía dejar que le hiciera lo que quisiera por completo.
Agarró
sus brazos que movía en el aire, los sujetó por encima de su cabeza y dejó
escapar un profundo suspiro de molestia.
—Esperaba
que mantuvieras la calma.
Edmund,
que parecía no tener más remedio, desato la cuerda que ataba el dosel y
simplemente ató las delgadas muñecas de Diana con ella. Diana no pudo gritar mientras
lo veía a pesar de que estaba frenética. Todo esto fue demasiado lejos,
demasiado lejos. Ahora al recordar su cita sentados en el salón de té disfrutando
parecía ser un sueño.
—Edmund,
Edmund, por favor...
—¿Cuándo
te he lastimado?
Susurró
de nuevo. Fue más espeluznante y Diana se retorció. Edmund miró con tristeza el
gesto desesperado.
—Diana.
Susurró
suavemente sosteniendo su rostro.
—Debes
haber lamentado que no supiera lo que querias un poco antes.
—Edmund…
Su gran
mano bajó y acarició su cuello, luego comenzó a descender un poco más. Mi pecho
subía y bajaba a medida que perdía el aliento cuando me tocaba. Sus ojos azules
brillaban en la oscuridad, observando la escena con indiferencia, y al ver que
la mano de Edmund se detuvo sobre ella casi deshaciéndose, Diana contuvo la
respiración apresuradamente.
La cinta en
su escote la desató fácilmente. Su apretado pecho sobresalió de su corpiño
abierto de par en par.
tuk, tuk.
Sin demora,
desató todos los cordones del corsé que llevaba debajo del vestido.
—Oh,
no...
La lucha
de Diana se intensifico cada vez que desataba un cordón, pero él simplemente la
empujó hacia abajo y continuó con lo que estaba haciendo. A diferencia de su
toque codicioso, sus ojos estaban secos, como los de un monje, como si no se
moviera por propia voluntad.
Finalmente,
cuando desato todos los cordones del corsé, sus pechos se liberaron
derramándose. Edmund abrió mucho los ojos al ver cómo los pechos temblaban
suavemente cada vez que exhalaba.
Sus ojos,
que habían estado secos todo el tiempo, brillaron por un momento.
—No me
esperaba esto.
—Oh mi...
Diana
finalmente se echó a llorar.
—Has
estado escondiendo algo muy bonito.
Lentamente
recorrió los pechos de Diana con una mirada de admiración y lentamente puso sus
manos sobre estos. Sus pechos eran lo suficientemente voluptuosos como para
llenar sus grandes manos. Recordé las palabras de Agnes, quien me regañó por no
llevar apretadas unas cosas tan lindas.
Sin
embargo, en comparación con sus grandes pechos su cuerpo era pequeño, eran una
parte de su cuerpo que Diana intento ocultar mientras crecía. Era indescriptiblemente
vergonzoso mostrárselas abiertamente a Edmund. La mano que acariciaba su pecho
agarró uno y comenzó a amasarlo. Una leve sonrisa apareció en su rostro le
gusto la textura.
—Me gusta
la textura, el tamaño, todo.
Cuando
escucho su voz seca, Diana estaba tan avergonzada que quería morir, y por un momento,
una sensación extraña comenzó a extenderse por todo su cuerpo. Una sensación
completamente diferente de cuando me bañaba comenzó a dominar mi cuerpo.
El hombre
rodeó con los dedos los puntiagudos pezones y los estimuló una y otra vez.
Diana cruzó las piernas y torció su cuerpo mientras la miraba entrecerrando sus
ojos como si estuviera examinando la reacción de Diana. Tenía ambas manos
atadas y ni siquiera podía soñar con detenerlo. Fue arrastrada como una muñeca
bajo su mano.
—Jadeo...
...déjame ir, detente... ...Ajá.
Un gemido
travieso escapó de sus labios. Entonces agarro con más fuerza sus pechos. Había
estado jugueteando con los pechos de Diana con ambas manos y de repente se
inclinó.
—¡Mmm!
Tan
pronto como los labios tocaron sus pezones, su cuerpo se estremeció. La larga
lengua comenzó a chupar el pezón rojo sin dudarlo.
—Oh,
no...
Chupando
su pecho con la lengua alrededor del pezón apretándolo con los labios. Termino
de chupar un pecho con los labios y se fue al otro pecho.
—sí, eh.
La suave
carne fue succionada por sus labios, provocando una indescriptible sensación.
No era solo la sensación lo que era extraño. Obviamente era mi pecho el que
estaba chupando, pero el lugar entre mis piernas me picaba. La sensación junto
a un dolor punzante se extendió por todo su cuerpo y era desconocido pero
excitante.
Las manos
y los labios que habían estado agarrando mi pecho durante mucho tiempo se
detuvieron. Diana lo miró con la cara roja brillante.
La mirada
de Edmund se desvió más allá de su pecho rojizo y se dirigió entre las piernas
de Diana.
—Por
favor...
Edmund la
jalo de los tobillos, agarró sus piernas por ambos lados y las separó.
—No
recuerdo haber tenido nada que ver con esto.
Dijo
Edmund entre las piernas de Diana. Cada vez que su mirada escudriñaba su húmedo
interior, la vagina de Diana se retorcío y al mismo tiempo ella tembló. Sentí
que me iba a morir de vergüenza, pero no sabía qué estaba pasando con su parte
inferior mojándose.
No había manera
de escapar. Incluso si trataba de cerrar las piernas, la fuerza de sus manos
que sostenían mis piernas no disminuyo en absoluto.
Su mano
comenzó a frotar lentamente sobre su ropa interior empapada, y mientras su mano
raspaba la grieta con precisión, Diana misma se retorció como una serpiente.
—Se
retorció.
Su ropa
interior, ya húmeda por el jugo de amor que había derramado, la bajo con un
gesto de su mano. Diana observó consternada cómo el delgado trozo de tela se
deslizaba por sus piernas hasta los dedos de los pies.
—¿Estas
así solo porque te chupe un poco los pechos?— preguntó, haciendo que Diana se
sintiera un poco más avergonzada.
—¿Desde
cuándo?
Se
inclinó y susurró.
—A juzgar
por la cantidad que derramaste… ¿Quizás estas así desde que chupaste mi pene?
—No, no
es...
Edmund le
preguntó a Diana y ella se estremeció. De
ninguna manera, de ninguna manera. Fue la primera vez que había
experimentado algo tan extraño y aterrador. Pero no había forma de que me
hubiera emocionado por esto. Diana lo negó desesperadamente, pero Edmund no
pareció escuchar.
Sus dedos
largos y gruesos merodearon a lo largo de la carne que se estremecía. Fue en
ese momento que los tentadores toques persistentes alrededor de la entrada se detuvieron.
Sus dedos
se deslizaron en el interior, abriéndose pasos imparables a través de la carne
húmeda. La pared interna se tensó y se resistió, pero a medida que la estimulaba
con sus dedos los introducía más
profundo.
—Apriétalo.
—Ed...
Mund... Ew... Ew...
—Hazlo,
Diana
Sonrió
lánguidamente y movió los dedos más rápido. Cuanto más fuerte era el chillido
de la fricción, más agudos se volvían los gemidos de Diana. Siguió agarrando su
cintura y continuó con sus despiadados gestos con las manos.
—sí, sí,
ah. . . .
Cuanto
más trata de evitarlo, más profundo cavaba. Sin señales de retroceder, Diana
solo se estaba ahogando en un pantano que no sabía si era dolor o placer.
—¡Ah...!
¡Edmundo, ah!
Incluso
si lo llamé por su nombre y le rogué hasta quedarme ronca, los dedos que tenía
entre las piernas no mostraron signos de detenerse. Luego, en un momento, retiro
sus dedos. Sintiéndose repentinamente vacía abajo, Diana sintió un extraño
vacío. Edmund sonrió como si fuera evidente su expresión y la agarró de la
pierna.
—Decepcionada.
Edmund
metió la cara entre sus piernas, antes de saber el significado de su rostro. Cuando
el puente alto de su nariz lo enterró profundamente entre sus cerrados labios
vaginales, Diana dejó escapar un grito agudo. No era solo su nariz la que
estaba enterrada. Cuando la punta puntiaguda de su lengua comenzó a rodar
suavemente la carne abultada, la luz brilló frente a mí.
—¡Ah!
Edmund se
llevó la carne a la boca y empezó a chuparla como si fuera un bebe mamando leche.
—Edmun…
de, ¡ah!
Traté de
empujarlo, sacudiendo las piernas como una loca, pero su rostro estaba
enterrado entre sus piernas y no se movió. En cambio, la sensación de su
lengua, que se había vuelto un poco más insistente, la introdujo profundamente
en su húmedo interior.
—Ja, eh…
Cuando su
lucha se intensificó, Edmund agarro con fuerza los muslos de Diana con sus
manos. Cuando su cuerpo quedó inmovilizado como un insecto, Diana lloró y
suplicó.
—No...
no... eh.
Quito su
rostro después de que se liberó y perdió toda la fuerza en ambas piernas. Incluso
siendo una mujer inocente podía decir que fue el líquido de amor de su cuerpo
lo que empapó su rostro. Edmund sacó la lengua y lamió el líquido alrededor de
su boca, mirándola fijamente a los ojos. Ante la impactante mirada, Diana tragó
saliva, sin decir nada.
—Eres muy
dulce, Diana.
Sonrió
como si hubiera comido una fruta deliciosa. Un miedo extremo se apoderó de
ella, y Diana se estremeció. Observó el gesto y se abrazó fuertemente sus
piernas, que habían estado muy abiertas, con una mirada lenta.
—¿Sabes
que lo puedo ver mejor?
Su mirada
se fijó en ella, mirando entre sus piernas el coño enrojecido, y Diana se
apresuró a cubrir su trasero. Edmund agarro su mano impidiendo que se cubriera.
—Es rico
comerlo con la boca, pero. . .
Extendió
la mano, soltó sus brazos fuertemente entrelazados en un instante, agarró su
tobillo y tiró de ella hacia abajo. Sus piernas, sin fuerzas bajaron impotentes
con un solo gesto de su mano. El hombre abrió de nuevo sus piernas temblorosas
y las coloco una de cada lado sobre su cintura, la miró con una sonrisa cruel.
—Quiero meterlo
correctamente.
El pene
palpitante tocó su coño mojado. Con una envestida se metió entre la tierna
carne.
—Diana.
Mientras
atravesaba la grieta, el grito de una joven bestia provino de Diana.
—Mírame,
¿eh?
Diana
jadeó como si estuviera a punto de perder el aliento por el dolor que sentía.
No quería verlo, así que él agarro su rostro, que estaba girado hacia un lado y
la obligó a mirarlo.
—Edmund...
eh.
Diana
extendió la mano y trató de empujarlo, pero su cuerpo era grande y fuerte.
Siempre lo escondió debajo de un traje bien cortado, por lo que no sabía que
tenía un cuerpo tan bestial. Sus delicados músculos se contrajeron, expresando
su deseo por ella. Especialmente la cosa enorme que se alzaba entre sus
piernas.
... Fue
una situación impactante con solo mirarlo, pero aún más sorprendente fue el
hecho de que su pene se había hundido entre sus piernas y había llenado su
interior.
Que
—No, no—,
se estremeció ante el toque firme presionado contra la entrada.
Ji
—Puede
ser un poco doloroso al principio. Como puedes ver…
Edmund me
miro a los ojos y sonrió levemente. Era demasiado grande para siquiera mirarlo.
Sostuvo su pene con la mano y lo frotó en el agujero de Diana. Como si juzgara
si estaba lo suficientemente húmeda, saco y metió el grande repetidamente.
—Ah, umm…
ah…
Mientras
él enterraba repetidamente el pene superficialmente en su vagina, Diana se
retorcía ante la extraña sensación que se extendía por todo su cuerpo. Sollozó
como loca, cuando lo metió en posición vertical, luego retrocedía y repetía metiéndolo
presionando contra la carne húmeda una y otra vez. Lo hizo unas cuantas veces
más.
—Estas
muy mojada.
El
líquido de amor que derramaba la punta del glande era tan abundante que fluyo
hasta la palma de su mano.
—Oh mi...
hmm.
Esta vez,
lo metió en su interior poco a poco sin sacarlo empujando el grande.
—Afuera...
No
importaba lo húmeda que estuviera, no había forma de que no le doliera al meterle
esa cosa tan grande. Sumándose al impacto visual de mirar como se tragaba su
cosa, Diana suplicó empujando su pecho con sus delgados brazos.
—Para,
para... para Edmund...
—Todavía
no he metido ni la mitad.
Envolvió
sus brazos alrededor de sus piernas temblorosas para calmarla.
—Oh,
no...
Diana
sacudió la cabeza enérgicamente y dijo: —No más—. Si metes todo eso, realmente
podrías desgarrarme hasta la muerte. Ya es demasiado difícil tragar solo la
mitad.
—Es raro,
es raro. Huh. . .
—Está
bien, Diana
Edmund
bajó la cabeza, la besaba a la vez que la embestía. Cuando un nuevo gemido
brotó de sus labios, él la abrazó con fuerza y no se
movió. En cambio, un sonido lascivo resonó a
través de sus lenguas al chuparla.
No se
movió por un rato, como si hubiera echado raíces. Diana lloró y lo empujó, pero
no se movió, solo secó sus lágrimas con la lengua.
—Pon tus
manos alrededor de mi cuello.
Ordenó
con voz ardiente. Diana envolvió sus brazos alrededor de su cuello sin negarse.
Abrazó su cuerpo tembloroso, movió lo que estaba profundamente metido en su
interior, permitiendo que Diana se adaptara a su pene. Diana estaba
desesperada, abrazándolo fuertemente con sus brazos y piernas. Cuando sus
sollozos disminuyeron, reanudó el movimiento. Cuando medio saco el pene y lo
metió de nuevo, Diana lloró con voz ronca.
—Ahhh...
Lo metió
profundamente, y su esbelto cuerpo se estremeció en consecuencia.
—¡Oye,
fuera! ¡ah!
Le apretó
un pecho. Le acaricio suavemente la areola y el pezón, un gemido tembloroso se
le escapó. Su agujero que lo apretaba se tensó y tembló.
—Maldición.
Él
frunció el ceño, doblando sus piernas y levantándolas. Edmund cerró los ojos y
sonrió mientras la miraba como si tuviera algo más que hacer.
—Diana.
Los
párpados empapados de lágrimas de Diana temblaron ante su llamada.
—No
importa lo delicioso que sea, no puedo soportar que lo chupes así.
—Qué. . .
Fue
difícil preguntar por la forma en la que la miraba diciendo cosas que no
entendía.
—Es la
primera vez que pruebas un pene, pero lo tragas y chupas muy bien.
Diana
estaba aterrorizada por las palabras promiscuas que volvía a decir.
—¿Practicaste
sola, eh?
Diana
gimió y sacudió la cabeza cuando él la penetro, abrazando sus piernas
levantadas.
—No,
no... lo es. Ugh...
Sabía de lo que estaba hablando.
—¿Alguna
vez te masturbaste, imaginando que tus dedos eran mi pene, eh?
—¡Nunca,
joder!
Las
embestidas se hicieron más profundas. Parecía que le faltaba algo a pesar de
que la embestía sin cesar hasta el fondo como si fuera a reventar.
¿Qué demonios es?
Ya estoy
haciendo todo lo que quiere. Sin embargo, la embestía como si aún no estuviera
satisfecho.
—Si no lo
haces, ¿Por qué aprietas mi polla de una manera tan lujuriosa?
—Eso es
lo que tú... ¡Oh, sí!
Sus
palabras fueron interrumpidas nuevamente por la penetración profunda. Edmund,
que había estado metiéndolo y sacándolo unas cuantas veces más, llegó cerca del
fondo. Cuando terminó, sus ojos se abrieron ante la cálida sensación que se
extendió por dentro. Ahora sólo...
Sin
siquiera sorprenderse, el pene que había llenado su interior lo saco. Se
estremeció una vez más ante la sensación cuando araño su interior mientras lo
sacaba. Cuando bajé la mirada, vi un líquido turbio saliendo de entre mis
piernas. Su pensamiento se detuvo en ese punto.
Stroke, Giro a Diana boca abajo,
con la cara enterrada en la sábana.
—¿Edmund?
Dijo su
nombre a toda prisa.
Cuando
giré la cabeza y miré hacia atrás, vi a Edmund masturbándose y pude escuchar la
fricción de la piel al flotarse. Al darse cuenta de lo que estaba a punto de
hacer, Diana exprimió lo último que le quedaba de fuerza y se arrastró.
Iba a hacerlo de nuevo.
Mi miedo
se duplicó cuando vi el pene que ya había terminado, elevarse de forma
amenazadora. Los ojos azules del hombre miraron lánguidamente a la mujer que se
arrastraba sobre la sábana blanca. De todos modos, la atraparía pronto, pero
sus ojos brillaron de alegría al verla huir en vano.
Mientras
Diana luchaba con sus piernas débiles, el semen que había derramado entre sus
piernas ensucio las sabanas. Los labios vaginales hinchados se contrajeron
mientras comía su polla era tan lindos.
Agarró su abultado pene con una mano y con la otra agarró el tobillo de Diana y
la arrastró hacia debajo de nuevo.
—¡Argh!
El hombre
que simplemente había dominado a Diana, que se seguía arrastrado en vano, la
penetro por detrás.
—¡Oh! Oh,
sí, uf. . . Hmm. . .
Puso su
mano alrededor de la cintura y levanto su trasero. Quizás gracias a que
ensanche lo suficiente su agujero la primera vez, la segunda vez que lo metí
fue mucho más suave. Él sonrió satisfecho mientras miraba el agujero que había
tragado su polla suavemente, luego bajó la mano y pasó un dedo a lo largo de la
unión que los conectaba.
—Oh mi
La
penetro mientras acariciaba su agujero tembloroso una y otra vez, movió con más
fuerza la cintura y estimuló profundamente su interior. Diana luchó por
recuperar el aliento mientras la penetraba en diferentes ángulos. Entonces
llegó a cierto punto.
—¡Oh Dios
mío!
Edmund se
suavizo ante el repentino gemido de Diana.
Una vez
más.
—¡Aang!
Diana
volvió a gemir con su voz encantadora. Era como un pájaro que canta cuando se
le da cuerda al resorte principal.
—Detente,
no...
Quería
volver a escucharla, frotó y golpeo el mismo lugar nuevamente.
—¡Sí, sí!
¡Ah!
Diana aulló
como una bestia y apretó las sábanas. Agarré la sábana para salir de alguna
manera, pero cuando su mano que extendió desde atrás agarró mi pecho y frotó mi
pezón, la fuerza se me escapó de las manos.
—Eh...
bonita, Diana.
Susurró
en su oído. Sus labios apretaron su oreja y cada vez que la penetraba la
mordía. Diana se retorció por la estimulación excesiva.
Puck, puck, las embestidas se
hicieron cada vez más intensas, y el rígido pene aplasto su interior una y otra
vez, apuñalándolo sin piedad.
Diana no
podía hacer otra cosa que seguir en cuclillas y gemir debajo de él. Pasó el
tiempo pero ya no sabía si era placer o dolor. Lo último que recordaba eran sus
embestidas por detrás mientras le azotaba el trasero con la mano. No sabía
cuántas veces lo había hecho ni cuánto tiempo había pasado.
—Diana…
Solo
podía recordar claramente su voz llamándola como si fuera a morir.
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