El juicio
David desde muy niño tuvo una
personalidad totalmente centrada. Sabía lo que le gustaba, lo que no, lo que
más odiaba y su rango de tolerancia. Muchos decían que era un psicótico, él
solía referirse a sí mismo como una persona en completo control, controlaba
cada aspecto de su vida, desde las veces que pestañeaba por minuto, la cantidad
de palabras que diría al día y lo que comería, incluso las veces que masticaría
cada alimento. Su enfermedad por el control influía en todos, el personal de su
casa, sus tutores y en menor medida sus padres.
Su padre era un gamma de alto
rango en la sociedad, inversor mayor de T&T y su madre era la gobernadora
del estado en donde vivían, la primera mujer beta en tener un rango de alfas.
Pese a que sus padres estaban siempre ocupados el amor no faltaba, tenían
llamadas continuas, cenas y desayunos en familia eran las rutinas diarias
familiares.
David desde muy pequeño sabía que
jamás sería un subordinado de un alfa, no era un odio a los alfas, simplemente
repudiaba a la gente que creía que por ser gamma tendría que estar a los pies
de los alfas. De manera biológica, al no ser afectado por las feromonas de un
alfa o un omega, pero si poder sentir y emitir feromonas, (Cualidad exclusiva
de gammas de linaje puro), tenían que ser amigo, familia, lacayos o
subordinados de los alfas. Sus padres claramente lo crecieron con el ideal de
que ser un gamma te daba el mismo o mayor poder que un alfa, ellos habían
picado la primera piedra, ahora él debía terminar de romper con el estereotipo.
No obstante, su obsesión por el control era su mejor aliado, desde niño había
logrado grandes cosas, los medios sabían su nombre, las escuelas peleaban por
tenerlo como alumno y tenía un futuro en la tecnología comprometedor, todo una
promesa juvenil, la cual fue creciendo hasta la universidad.
El primer día de su segundo año
universitario, su vida dio un vuelco. Estaba estacionando su auto cuando se
encontró con un chico, no era especialmente lindo, una persona tan promedio que
pasaba desapercibido por completo, pero tenía una mochila tipo militar con
parches de helechos y una gran maceta con lo que parecía ser un futuro árbol,
un niño no podía cargar semejante planta tan pesada.
—Oye, tu.. ¿No quieres ayuda?
—Oh, buenos días.. Hmm..
honestamente sí.
—¿Qué haces con ese árbol?
—Mencionó mientras detenía su auto para bajarse de inmediato y ayudarle a
sostenerlo.
—Hay una feria en la explanada de
la universidad, no pude evitar comprarlo cuando me dijeron que era un árbol de
tamarindo.
—¿Entonces es para tu casa?
—Para la casa de mi hermana, ahí
vivo.
—Es la primera hora, ¿Lo sabes
no?
—Lo iba a dejar escondido por el
estacionamiento, cuando terminen las clases vendré por él para irme.
—¿Cuál es tu auto?, déjame
ayudarte a llevarlo.
—Hm.. No tengo, usó el autobús.
—¿Cómo demonios piensas llevar un
árbol en el camión?
—Con mucho esfuerzo…
—¿Quieres que te lleve a casa?
—No estoy seguro…
—Como quieras, ¿Dónde lo ponemos?
—Señalo un lugar escondido entre varios árboles y un muro, ambos lo dejaron en
ese lugar y el muchacho extraño se retiró agradeciéndole.
Ese primer encuentro se quedaría
ahí como un recuerdo, de no ser porque durante la visita del consejo
estudiantil a los de nuevo ingreso a su universidad, el último salón que visitó
fue justamente el salón del niño árbol. Todo lo demás era historia, lo llevó a
casa de su hermana, plantaron el árbol y poco a poco fueron mejores amigos pese
a la diferencia de edad.
Sin importar los problemas
siempre estaba David para Sebastián y viceversa. Por primera vez sintió terror
en su relación, sabía que si Sebastián no era expuesto a feromonas de alfas,
podría desarrollar cáncer, lo que se traducía en una pronta muerte, fue cuando
decidió actuar y tomó la decisión de abandonar sus proyectos personales para
enrolarse en T&T, solo así podría salvar a su chico árbol.
Ahora que había logrado hacer un
avance perfecto, tenía un impedimento menor, Viridiana. Mientras los tres
cenaban muy amenamente, pensaba en cómo calmar las inseguridades de Viridiana
que afectaban a Sebastián, por lo visto habían empezado a desarrollar
sentimientos un poco más intensos, no iba a desaprovechar esa oportunidad, el
proyecto nicho ecológico estaba dando raíces fuertes, si Sebastián se enamoraba
de Edmund, los pasos siguientes serían más sencillos. Al terminar la cena se
despidió de ambos con un fuerte abrazo y se retiró a su auto, ahí le marcó a
Viridiana.
—Viri, ¿Estás disponible?
—Estoy empacando en la tienda.
Ven ya, debemos hablar.
—Estoy en camino.
Luego de esa llamada se encamino
a la casa de la hermana de Sebastián, sabía que Viridiana tenía una mente
superior a cualquier otra persona que conociera, después de todo era una chica
prodigio, emprendedora e inteligente, madre, esposa y empresaria en un
sofisticado envase digno de un alfa dominante, su físico era impecable, alta
como una modelo, de cabello negro brillante, piel morena blanca, tal vez uno o
dos tonos más oscuro que Sebastián, ojos cafés y un cuerpo delgado. La ciudad
entera hablaba de sus tiendas, tenían una gran atención y sus acciones subían
como espuma en el mercado, parecía que, aunque no seguía con el legado
familiar, le iba mejor que nunca.
Tan pronto llegó entró a la
tienda principal, ahí lo estaba esperando Viridiana alrededor de millones de
bolsas ropa empaquetadas y otras por organizar, mientras su esposo le servía la
cena a su pequeña hija.
—¿Interrumpo?
—Para nada David. Tenemos que
hablar de lo que le estás haciendo a mi hermano.
—No seas tan dura conmigo.
—Solo quiero saber, ¿Por qué él?,
¿Por qué en su casa? Y mejor aún, ¿Para qué?
—No es lo que piensas, Yo.. solo
quiero ayudar a Sebastián.
—¿Por qué no solo le presentaste
a un alfa?, ¿Qué no queda ninguno otro?
—Si quedan, pero son de difícil
acceso, lo sabes, tú eres uno.
—Si, por lo mismo que yo soy un
alfa ando con cuidado.
—Tu eres un alfa, tienes
opciones, pero él no. Los alfas más cercanos se encuentran en custodia y son
estudiados los efectos de la enfermedad en ellos.
—Lo sé, pero dime la verdad de
todo esto.
— Solo quiero ayudar a Sebas y a
todos los omegas como él, ¿Te imaginas si no se expresa como un omega normal?,
sabes que, si yo no hacía algo, moriría ¿verdad?. Ahora tiene una pequeña
esperanza, si Edmund logra verter sus feromonas en él, podrá tener su ciclo de
calor y así no desarrollar cáncer a su edad. Estoy contra reloj, ayúdame.
—Estas usando a mi hermano, como
una rata de laboratorio. ¿Y si no funciona?, si al final ese absurdo proyecto
sale mal y mi hermano termina no solo enfermo sino con el corazón roto.
—Si al final no funciona, yo me
haré cargo, veré como solucionar el problema de Sebastián.
—Si aceptas la responsabilidad,
yo no puedo hacer nada más que tolerarlo. Pero a la mínima muestra de que algo
anda mal iré detrás de ti y te cazare.
La amenaza era directa, toda la
espina dorsal de David se erizo del medio, sabía que Viridiana no era capaz de
nada malo, pero estaba seguro de que, si mandaría a alguien más a golpearlo,
después de todo ¿Qué era un gamma contra una alfa?.
—A mi no me puedes mentir, tu aun
lo amas, más que un amigo.
—No es cierto, no es lo que
crees.
—No puedes mentirme niño, más
sabe el diablo por viejo, que por diablo.
—Fue hace mucho, terminó hace
mucho.
—Para Sebastián si, para ti, no
creo.
—¿Será la inteligencia que tanto
presumen los alfas?
—De los alfas no, de una madre.
Deberías ver a otras personas, ya pasó mucho tiempo y no te conozco a ninguna
pareja.
—No me gusta ventilar mi vida
privada.
—Lo sé, pero no puedes hablar de
algo que no tienes. Tal vez tú no te enfermes, pero tu corazón se puede cansar.
David se quedó en silencio, no le
podía mentir a Viridiana, dentro de su corazón pequeñas raíces lo aprisionaban,
le impedía abrirse a alguien más que no fuera Sebastián, lo amaba con locura,
por eso hacia lo que hacía, por eso condeno su futuro y firmó con T&T
dejando su investigación independiente, pero era lo suficientemente orgulloso
como para hablar de eso.
—Confía en mí, por favor.
—Trae a ambos el fin de semana en
la playa, quiero conocer al frankstein que le creaste a mi hermanito.
Se limitó a asentir con la
cabeza, se despidió, no sin antes dejar una bolsa con panes dulces rellenos de
Nutella, el favorito de la hija de Viridiana, hecho esto, se retiró sin
dirección aparente.
Hablar con ella le cayó como un
balde de agua fría, le costaba aceptar que aun amaba intensamente a Sebastián,
pero tiempo atrás se había resignado, no porque no lo amara, al contrario, lo
quería tanto que dolía estar a su lado sabiendo que ambos vivían en tiempos tan
diferentes que cuando se dio cuenta David de que lo amaba, Sebastián ya había
pasado por el duelo. Cuando recordó que estaba conduciendo por la luz roja del
semáforo se encontró con un bar “La pulquería”, no solía tomar, sin embargo,
tampoco solía admitir sus sentimientos hacia Sebastián, por lo que entró.
El lugar era oscuro, con diversas
mesas dispersas a lo largo del lugar sin un orden, el ambiente era muy denso,
el olor de los omegas era tan intenso, pese a que una de las reglas escritas de
construcción de bares era que fuera en extremo ventilado. El ambiente le
revolvió el estómago por completo. Tan pronto llegó a la barra pidió dos shots
de mezcal, esperando a que le hicieran efecto para dejar de sentir el ambiente
tan pesado, aunque las feromonas no lo afectaban ni le inducían al celo, podía
sentirlas y le revolvía el estómago. Antes esos lugares estaban infestados de
alfas lujurioso en busca de presas fáciles, hoy en día Betas y gammas eran
dueños de esos lugares, los omegas seguían siendo las presas, la historia no
cambiaba mucho.
Posterior a los dos shots de
mezcal y dos de vodka se encaminó al área abierta del bar, donde la música
resonaba tan alto que podía ignorar sus pensamientos. Los meseros cada tanto se
acercaban a su mesa entregándole cocteles, shots y de vez en cuando le ofrecían
cerveza, siempre se negaba a eso último, era intolerante a su olor y su
sabor, conforme el alcohol le hacía efecto a él y a los demás chicos dentro del
recinto, el espectáculo se hacía más psicodélico, el olor a marihuana, el humo
de las máquinas y las feromonas se iban mezclando a tal grado que no solo era
difícil mantener el ritmo para él, sino para varios omegas y betas que se iban
retirando, en ese momento de una de las jaulas de decoración que estaba hasta
arriba de un pilar totalmente inalcanzable para cualquier persona, justo ahí se
presentó el espectáculo principal, una persona alta con una túnica se apareció
entre las luces neo y la música intensa, parecía una noche de showroom, no le
tomo mayor importancia al sujeto que bailaba en la jaula.
Sumergido entre su miseria y su
alcoholismo, un aroma particularmente seductor se hizo presente, no era dulce,
floral, ni era marihuana, el olor era profundamente erótico y no venia de la
multitud, sino fuera por los niveles altos de alcohol en la sangre no se
hubiera levantado en busca del emisor de aquel olor, luego de un par de
tropezones y empujones se encontró con el dueño, el único problema es que
estaba muy lejos de su alcance, justamente arriba de la multitud y del humo, el
chico de aquel show era el emisor, se impresión era tanta que dio un par de
pasos atrás para poder asegurarse de que era así, sin dudarlo él desprendía
feromonas, aunque no eran de omega, de ninguna forma podían ser de un omega,
por lo que solo podría ser de un alfa, su impresión era tanta que salió de la
multitud de inmediato para buscar al mesero más cercano.
—Ese hombre, ese hombre ¿Quién
es?
—Es Drick, es el show de hoy, es
muy popular.
—¿Qué género tienen?
—No sabemos, muchos dicen que es
un alfa extremadamente dominante por sus feromonas, pero que sepamos ninguno de
los omegas de aquí han salido con él o le han hablado.
—Necesito hablar con él, te doy
3000 y me llevas con él cuando termine el espectáculo.
—6000
—Okey.
Luego de una espera de 20 minutos
el mesero se acercó de nuevo a David, lo llevó por la cocina hasta la salida
trasera, donde se encontraba fumando Drick. Aquel misterioso chico era más alto
que él, posiblemente le llevaba quince centímetros, su cuerpo era tan fornido
que sus brazos se marcaban aunque llevaba puesto aun la túnica negra con
capucha, no podía ver su rostro pero su piel era muy blanca, su voz tenía un
timbre en particular grave y aquel olor tan seductor aún se sentía en el
ambiente, ahí comprobó que en efecto, el emisor era él.
—Tienes 2 preguntas, está
prohibido tocarme y acercarte demasiado. Si haces otra pregunta más tendrás que
pagarme un turno, estoy retrasado.
—¿Vas a otro lugar?
—Paradise lost, zona norte.
—¿Eres alfa?
—Jajajaja, ven y descúbrelo tú
mismo.
Dicho aquello y antes de poder si
quiera detenerlo del brazo para que no escapara, el misterioso muchacho se
subió a un automóvil que estaba parqueado, parecía que tenía mucha prisa.
—Maldita sea.
—Así es Drick, no podrás
atraparlo fácilmente. Mi dinero.
Con un gesto de enojo tomó su
billetera y le dio un cheque por el monto solicitado, lo que no sabía el
camarero es que era un cheque sin fondos. Se retiró tan rápido como pudo
tomando el primer taxi hacia la zona norte, necesitaba saber quién era ese
chico, que género tenía y si era capaz de ayudarlo a él y a Sebastián.
Cuando llegó hasta el nuevo bar
se dio cuenta que era totalmente diferente al anterior, este era un bar
exclusivo, solo pudo entrar por ayuda de uno de sus amigos con membresía de
aquel sitio. A diferencia del otro era un bar elegante, había hombres y mujeres
mezclados entre las mesas bebiendo, la música era diferente, todo el ambiente e
incluso el aroma era extrañamente agradable, puesto que los omegas ahí en su
mayoría eran dominantes o con feromonas gráciles. Opto por tomar el primer
trago en la barra ya que no podía pedir una mesa, ahí el bartender le sonrió
amablemente sirviéndole un cóctel de bienvenida, cortesía de la casa para
convencerlo de adquirir una membresía ridículamente cara para entrar en lo que
parecía un lugar muy petulante.
—¿Eres nuevo?
—Soy un invitado.
—Espero que te agrade este lugar,
no pareces complacido.
—Es un lugar denso para mí.
—Entiendo, ¿Vienes de otro lado?
—Si algo así, busco a alguien.
—Todos buscamos a alguien, por
eso estamos aquí.
—¿A qué te refieres?
—Es la noche del juicio. Cada 24
del mes, Paradise ofrece una fiesta, invitan exactamente 42 personas, los
cuales por sorteo se unirán y consumarán el juicio en una de las habitaciones
del complejo aledaño del country club.
—¿Qué mierda?
—Es un evento que lleva décadas
de existir en el country club, se suspendió después de la pandemia y hasta hoy
se restauró, muchos omegas asisten para enlazarse con Gammas de alta clase o
solo disfrutar un rato.
—¿Solo hay gammas?
—Se dice que hay alfas
infiltrados, pero es un mito, la escasez de alfas se resiente en todos los
lugares.
—¿Qué sucede si hay algún celo?
—Los cócteles azules son
simuladores, es para los omegas primerizos y los gammas, los cócteles rosas son
inductores para los que que ya han presentado antes su celo. Él punto es
que todos aquí tenga un celo intenso.
—Todo está calculado aquí.
—Lleva años este evento, ¿Otro
coctel?
—Solo un Martini, no quiero
terminar en la rifa.
Conforme pasaba la noche
observaba a los invitados bailar, comer, tomar, todo hablaban entre ellos como
si se conocieran de toda la vida, le daba miedo ver la familiaridad con la que
se trataba y como sabían que terminarían todos en un cuarto con alguno de
ellos. Estaba a punto de rendirse con su búsqueda de Drick hasta que el maestro
de ceremonias apareció.
—Esto es una mierda, me voy de
aquí, la cuenta.
—Claro caballero.
En lo que esperaba la cuenta el
maestro iba mencionado las reglas y las intenciones del juicio, la gente estaba
mirando entusiasmado al maestro de ceremonias el cual tenia un traje de vestir
negro con una corbata azul eléctrica, algo poco usual para un evento de esa
índole.
—Queridos miembros, el día de hoy
tenemos un evento especial. Nuestros ancestros iniciaron esta fiesta de los 41
hace 120 años, desde ese entonces lo hemos innovado y diversificando con cada
nueva generación. En esta ocasión no es la excepción, luego de tantos años de
hiatus, al fin hemos regresado y para el deleite de todos, Sin embargo, hoy
tenemos un invitado especial, querido invitado 43 “David”, por favor ven a
unirte con nosotros.
—¿Qué carajos?
Fue lo único que alcanzó a decir,
antes de que todos los invitados se hicieran a un lado y una luz iluminara el
camino desde su lugar en la barra hasta la primera fila de la tarima principal.
—Por un demonio…
—David, ven a divertirte. —El
maestro de ceremonias elevo su mano hacia él, pronto reconoció la voz, fue como
un vuelco, pasó de estar indispuesto a casi correr hasta el chico con el
micrófono.
—¿Qué quieren de mí?
—Únete a nuestro baile de los 41.
Se que lo disfrutaras, mientras lo piensas prueba nuestro cóctel de iniciación.
—Tomó la copa en silencio, observando si tenía algún ente extraño, hielo pesado
o con formas extrañas, efervescencia o tal vez la coloración que le mencionaron,
pero solo era un cóctel rosado con olor a un Shirley temple.
—Está bien.
—Ahora nuestros 42 invitados, por
favor abran sus cartas y vayan a sus habitaciones en el club.
—¿42?, no eran 41? —El maestro de
ceremonia sonrió de lado, pronto sintió como su cuerpo se desvanecía, negó
varias veces caminando entre la multitud que se movía en todas direcciones,
todo buscaban a sus respectivas parejas entre risas y feromonas, antes de poder
llegar a la salida sus piernas perdieron fuerza.
Pronto imágenes distorsionadas y
vacilantes aparecían ante sus ojos, dos sujetos cargaron el cuerpo semi
inconsciente de David hasta una de las dichosas habitaciones de country club,
enfrente una figura alta y varonil abría las puertas y ordenaba que dejaran el
cuerpo en la cama.
—¿Drick?
—¿No eres un show dancer?
—Si, pero también soy dueño del
country club, soy todo lo que quiero ser y más. A mi no me puedes estafar con
cheques sin fondo 43.
—¿Qué es lo que quieres?
—Ya lo veras.
De pronto una punzada en la
cabeza le hizo desmayar de nuevo, cuando abrió los ojos solo veía el techo de
la habitación y una mano cálida acariciaba su cuerpo, aquel chico de la
capucha, el showdancer y el maestro de ceremonias tocaba su cuerpo desnudo y frío,
el cual se calentaba a medida que pasaban los minutos, pronto un aroma intenso,
seductor y pesado inundó sus sentidos, su cuerpo parecía responder a este casi
instintivamente.
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