¿Cuántos días habían pasado?
Mientras
comía y bebía cómodamente en el dormitorio rodeada de flores, parecía perder la
noción del tiempo. Cada vez que me despertaba, las flores eran nuevas, así que
podía oler un aroma nuevo todos los días.
Parece haberse calmado tal vez ya he aliviado
su ira. Pero ¿Cuándo diablos me va a enviar de vuelta? ¿Y si le pregunto de una
vez?
Innumerables
preguntas pasaban por la mente de Diana afortunadamente, la dejó sola por unos
días bueno no del todo, frotaba suavemente sus pechos y cadera, calentándola,
chupando y lamiendo su agujero húmedo luego era el turno de ella. No importa
cuánto abría la boca, se tragó su pene y lo chupó, seguía siendo demasiado
grande, y sonrió extasiado haciendo que Diana sintiera cosquillas en la
garganta.
Mientras
mordía y chupaba su pene hasta que me dolió la boca, antes de darme cuenta estaba
debajo de él con su cosa enterrada en mi interior. La embistió su hinchado pene
entre las piernas mientras jugaba con su clítoris, el cual provoco durante
mucho tiempo. Mientras reprimía su eyaculación, Diana estaba ocupada gimiendo.
Me sentí
avergonzada mirando nuestros jugos como se derramaban por estar lleno su
interior, pero el placer era lo suficientemente grandioso como para cubrirlo Diana
tenía miedo de eso. Sentir un tremendo placer por alguien que la encerró y toma
su cuerpo. Él la trataba con una amable expresión, pero ella no podía relajarse
ya había visto el rostro que ocultaba detrás.
Así como
él dijo que la amaría lo suficiente, Diana fue amada por él con todo su cuerpo.
Sin embargo su forma de amar absolutamente no era normal, pero acostumbrarse
también era un problema. Tal vez era algo que había estado esperando todo este
tiempo quería que me abrazara y no me soltara, que me amara apasionadamente.
Secretamente
esperaba que me arrastrara a la cama y me codiciara toda la noche. Sin embargo,
después de enfrentarme a tal situación, Diana se dio cuenta de lo peligroso que
era el deseo que había estado ocultado hasta ahora.
Tengo que salir de aquí ¿Cuánto tiempo habrá
pasado desde que me encerró? ¿Ya habrá vuelto mi tía? Si alguien que estuviera al tanto de mi
ausencia se pusiera en contacto con mi tía...
Diana,
que caminaba nerviosa por la habitación, se paró cerca de la ventana. El
paisaje fuera de la ventana era maravilloso como siempre. El paisaje de los
cerezos en flor esparciéndose como lluvia de flores cada vez que sopla el
viento era espectacular.
Diana,
que estaba mirando los pétalos por la ventana, se acercó al alfeizar.
—¿Sera
muy alto?
Diana se
arrodillo sobre el alfeizar de la venta y miró hacia abajo. Era muy alto, pero
si arranco las cortinas que cuelgan de la ventana y las amarro, ¿llegaría al suelo? Fue cuando estaba
midiendo la altura pensando en todo tipo de métodos.
—Parece
que estas llena de energía.
Diana se
puso rígida al escuchar su voz desde atrás, y cuando me gire vi a Edmund
apoyado contra la pared, viendo su cuerpo apoyado contra el marco de la ventana
la miro con sus fríos ojos azules.
—Ven
Tan
pronto como note que se acercaba sentí su mano agarrándome. Mi cuerpo, que
había estado asomado por la ventana, estaba a salvo en el interior y mis pies
estaban en el suelo. Edmund se estiró detrás de ella y cerró la ventana de un
golpe.
—¿Estás
loca?
Se
cepillo ásperamente su cabello mostrando cuán enojado estaba, aplasto a Diana con
la mirada y esta solo temblaba. No puedo
creer que me atrapo haciendo esto.
—Yo, yo
solo...
—¿Sólo?
¿Intentabas saltar por la ventana como pasatiempo?
Sus palabras
eran duras, pero su tono era extremadamente tranquilo y eso la asustó más.
—Supongo
que hiciste esto porque estas demasiado enérgica.
Sentí su
mano fría tocar mi mejilla. A Edmund no le gustó la forma en que se apartó, así
que la agarró y la sostuvo entre sus brazos.
—¡Vaya,
suéltame!
—Supongo
que sí.
Edmund
respondió secamente y caminó directamente a la cama.
—No
quiero...
Mi
cuerpo, que recordaba claramente lo que había sucedido allí, tembló por
reflejo. La abrazó y abrazó hasta que perdió la conciencia. Le dejo claro que
había estado manteniendo la calma, ya que la soltaba cuando se quedaba sin
energía, pero ahora sus ojos estaban cegados por lo que acaba de presenciar.
—Me
equivoqué, ¿de acuerdo? No lo haré, no lo haré... mm-hmm.
Mis
labios fueron tragados por él mientras intentaba torpemente defenderme. Ni
siquiera me atreví a quitarme sus labios y su lengua me chupo con fuerza. Fue
también porque no sabía qué tipo de represalia vendría si lo hacía. Al final,
no tenía más remedio que obedecer.
A lo
largo de su relación, Edmund trató a Diana como si fuera un pajarito o una joya
dentro de un joyero que era tan preciado que no podía sacarlo para verlo. Para
mí era inimaginable verlo comportarse de esta manera ahora.
—¡Para,
ah, ah!
La estaba
penetrando por detrás, acostada boca abajo como un perro. La primera vez gemí nasalmente,
lamentando que cada vez que me penetraba derramaba jugos de amor. Encerrada en
esta habitación atravesaba mi carne húmeda y se hundía dentro de ella.
—¡Edmund!
¡Ah!
De
repente, estallo con un grito con su pene profundamente atascado. Al mismo tiempo
sus manos agarraban sus pechos y con dos dedos pellizcaba y frotaba sus
pezones. Mis pezones, que ya se habían vuelto sensibles, los sentía adoloridos
cada vez que los presionaba sin piedad, pero sus persistentes dedos no se
detuvieron.
Dejando
marcas rojas e hinchadas con la forma de sus manos en sus enormes pechos. Cada
vez que movía la cintura me agarraba de la cadera levantando mi trasero, eran
las manos del hombre que me penetraba sin piedad.
—Oh mi
Cuanto
más fuerte eran las estocadas por detrás, más ásperos se volvían los gemidos de
Diana. Al final, su cuerpo que no pudo soportarlo se derrumbó.
Pam, pam,pam
Con la
mano azoto su nalga izquierda sin dudarlo dejándola roja e hinchada. La nalga
que azotaba sentía como aumentaba de tamaño. Diana parpadeó ante la sensación
de hormigueo.
—Te había
dicho que esperaras.
No tenía
sentido contar cuántas veces había entrado y salido la noche anterior. El pene
de Edmund atravesó muchas veces el trasero de Diana hasta que se desmayó, y
cuando volví a abrir los ojos, la enorme
cosa todavía estaba dentro de mí.
—Uf...
Uf… mmm…
Los
muslos me hormigueaban y las nalgas las sentía entumecidas como si hubiera
perdido la sensibilidad también me dolía la cadera. La había estado agarrando
con sus fuertes manos todo el tiempo. Por supuesto, donde más me dolía era el
coño, donde su gran y duro pene entro y salió sin interrupción. La fuerza con
la que penetro su muy abierto agujero no disminuyo en absoluto.
¿Se supone que así debe ser?
Era mi
primera vez para todo, así que no lo sabía. Mientras él estaba fuera, todo lo
que hacía era dormir porque estaba exhausta. Dependía de él para despertarla,
alimentarla, lavarla, y cuando lo hacía, era tan amable como si fuera otra
persona quien la poseía en la cama.
Él nació
en una familia noble y ha vivido con todo tipo de cuidados pero curiosamente
estaba muy familiarizado haciendo estas acciones. Pero al final volvía a ser
feroz en la cama,
—Edmund,
por favor, sé amable...
Diana se
echó a llorar. Qué diablos había hecho para que él se volviera así, no tenía
forma de saberlo. Solo habían fingido ser amantes como un favor.
—Te trate
con respeto, pero debió haber sido aburrido. Si hubiera sabido que eso era lo
que sentías, lo habría hecho antes.
Incluso
estaba fuera de sí y su mirada era algo perturbadora, ella se acurrucó con
miedo. Sin embargo, no importaba cuánto se acurrucara no había forma de escapar
de su mirada. Al final tranquilamente solo podía esperar su toque como cuando
le daba de comer.
—¿En qué
estás pensando, Diana?
Era bueno
observándola mientras la seguía penetrando como una bestia. Si ella pensaba en
algo más, lo notaba hasta el punto de asombrarla.
—¿Quieres
saltar por la ventana?
—¡Que,
eh!
—Responde.
La mano
que había estado jugueteando con su pecho subió y se metió en su boca. No había
diferencia entre meter los dedos en su boca juagando con su lengua mientras
rozaba con su paladar a meterlos en su coño jugando moviéndolos en su interior.
—Si no me
respondes, ¿quieres que lo meta aquí?
Su
pequeño cuerpo tembló por sus obscenas palabras que resonaban en sus oídos. Por
eso, sin darme cuenta, presiono su pene contra mi abertura y lo apreto.
—..Diana.
Él
ronroneó. Su voz sonó como si estuviera en llamas.
—Oh mi...
—Se ha
vuelto lascivo.
Su
apretado agujero se contrajo. Empujó su pene hasta el límite y lo mordió con fuerza.
Dejando escapar un suspiro caliente, presiono la espalda de Diana tirando de su
cadera con fuerza. Diana estrujo la sábana y gimió cuando la unión se hizo más
profunda. No fue fácil para ella gritar debido a sus dedos que aún llenaban su
boca.
Diana
sollozó cuando con la mano presiono su vientre mientras la apuñalaba
profundamente, y lentamente volvió a preguntar.
—¿Que
estabas pensando?
Actuó con
tenacidad, como si estuviera ansioso por escuchar una respuesta.
—nosotros...
—¿nosotros?
Su voz
estaba teñida de alegría.
—Pensé...
en cuando nos conocimos... CÓMO, pensé...
Edmund no
escuchó nada más. ¿Tal vez lo ofendí?
No podía entender sus verdaderas intenciones, así que Diana estaba
aterrorizada.
—Es mi
primera vez…
Dijo
mientras alejaba lentamente la cadera y la volvía a acercar. Estaba
tartamudeando algo. A medida que el ritmo de las estocadas se hizo más lentas,
Diana se volvió un poco más accesible. Incluso el hombre que la penetra como
una bestia necesitaba un descanso. Creo que ya era hora de que terminara y ella
lo esperaba con ansias.
A lo
largo de su confinamiento en esta habitación, luchaba por distinguir cuándo
Edmund era agresivo y cuándo era amable. Pero al final no podía hacerlo.
—Entonces,
¿en qué pensaste?
Dijo,
dándole la espalda frotando su interior sensible. Finalmente, Diana se rindió.
—Pensé
que no sabía que eras... una persona así.
—¿Cómo
soy?
Se rio y
mordió el cuello de Diana con fuerza.
—Tú…
esto, así…
No pudo
continuar tan fácilmente.
¿Qué diablos puedo decir? ¿No sabías que eras
un pervertido? ¿No sabía
que tenías un gusto tan sádico? ¿No
sabía que tu rostro angelical era una máscara? Pensé que cualquiera cosa
que dijera despertaría su ira.
—¿Por qué
dejaste de hablar?
Mientras
sonreía, su aliento caliente se derramó en sus oídos.
—Algo que
no debería oír.
Su mano, que
frotaba su pecho, apretó suavemente su pezón. Ante el urgente gesto, Diana
finalmente dijo lo más amable que se le ocurrió.
—No sabía
que eras una... persona tan enérgica.
Elegí las
mejores palabras en la medida de lo posible. Sin embargo, el hombre que la
estaba penetrando por detrás no dijo nada. Me sentí ansiosa por eso y quería
comprobarlo, pero no me atreví a girar la cabeza. Al escuchar su risa detrás me
puso la piel de gallina.
¿Le gustó lo que dije?
—Diana.
Como si
se hubiera tranquilizado, la fuerza de su mano disminuyo sosteniendo su pecho.
Dijo, acariciando lentamente su pecho de nuevo, rodando su pezón hinchado entre
sus dedos.
—¿Entonces
pensaste que yo era un eunuco?
—No es
así... ¡Ay!
Diana
apretó la sábana como si fuera a rasgarla, ¿Lo
molesté de nuevo? La velocidad de sus estocadas aumentaron repentinamente
de nuevo. Para evitar la situación, Diana negó con la cabeza y encontró una
excusa. De hecho, no sabía por qué tenía que ir tan lejos, pero no había nada
que no pudiera decir para detener sus tenaces gestos.
—Ja, pero
no me hiciste nada...
De verdad no lo hiciste Diana se
mordió el labio. Fue nada menos que Edmund quien la trató como un caballero al
servicio de un santo. No fue irrazonable de su parte que pensara eso porque
actuó como si no tuviera ni una pizca de lujuria. Y eso fue lo aterrador de
Edmund.
¿Cómo diablos había estado lidiando consigo
mismo mientras ocultaba su verdadera naturaleza?
Tal vez
esté escondiendo algo más aterrador que esto. Cuanto más lo pensaba, más
espeluznante se volvía.
—Siempre quise hacerte esto.
Era la
primera vez que lo escuchaba. ¿No se mantuvo siempre casto conmigo?
—Ha sido
bastante difícil para mí seguir pretendiendo ser recatado.
Dijo,
metiendo el pene profundamente dentro de ella. Diana se agitó por el profundo
placer, Luego, apenas aferrándose a seguir consiente dijo:
—¿Por
qué, por qué... me estás haciendo esto?
Diana se
armó de valor y pregunto, sentía curiosidad por saber que lo había hecho
explotar después de soportar tanto. Si supiera eso, podría saber cómo apagar la
virilidad del hombre que la seguía penetrando hasta sofocarla.
—Bien.
Dijo, mientras
acariciaba lentamente su pubis con su pene dentro, sentía como lo mordía su
interior.
—Piensa
en eso, Diana.
Nunca dio
una respuesta fácil. En cambio, lo que tenía dentro lo movió con fuerza y la penetro
más profundamente aplastando su interior.
—¡Sí,
ja...!
Cada vez
que lo metía, Diana estallaba con estridentes gemidos. Le dijo que lo pensara,
pero no me dio tiempo para hacerlo. Eventualmente, Diana se quedó sin fuerzas y
no pudo descubrir nada de él. Ni siquiera tenía la energía para volver a juntar
mis piernas flácidas no podía moverse sobre la sábana. Edmund, que se había
apartado de ella, lo vi caminando hacia el baño.
Al igual
que Diana, él también estaba desnudo, con cada paso que daba los músculos de su
espalda se ondulaban suavemente y los músculos de sus nalgas se tensaban y
aflojaban repetidamente. Estaba completamente desnudo, como si Dios la hubiera
esculpido, no, como si Dios hubiera bajado a la tierra convirtiéndose por un
tiempo en un ser humano. Incluso mantenía la cosa erguida entre las piernas.
Un
momento después, Edmund regresó con un recipiente con agua y una toalla, y notó
que Diana, sin notarlo, estaba admirando su cuerpo desnudo, y una profunda
sonrisa apareció en su rostro mientras la miraba. Diana giró rápidamente la
cabeza, pero no pudo evitar ser atrapada por él, Edmund relajado separó las
piernas de Diana.
No tenía
la energía para quitárselo de encima, así que todo lo que podía hacer era mirarlo
mientras recuperaba el aliento. Empezó a limpiar lentamente entre las piernas
de Diana con la toalla mojada. Debido que mi cuerpo seguía sensible cada vez
que me limpiaba con la toalla me hizo gemir. Edmund limpio con cuidado entre
las piernas de Diana con delicadeza, la apariencia tiránica de Edmund, que la
había retenido hace solo un momento, había desaparecido.
Continuó
limpiando en silencio, manteniendo sus piernas separadas, que ella seguía intentando
cerrar avergonzada. Aunque siempre dependía de él limpiar los fluidos que
habían derramado, Diana lloro por la vergüenza. Nunca imagine que estaría tan
indefensa frente a este hombre.
¿Cómo podre escapar? ¿Cómo podre hacerlo...?
Edmund le
sonrió dulcemente mientras hacía contacto visual. Como si hubiera olvidado
todo, acababa de follarla como un perro. Diana se sintió más extraña por no
estar así de loca. Su cuerpo exhausto, que había estado follando en la cama
durante mucho tiempo, de inmediato hizo una señal.
Rápidamente
envolvió su barriga ante el fuerte gruñido pero no pudo ocultarlo. Edmund dejo
de limpiarla y Diana se sintió avergonzada, quería golpearse la cabeza y morir.
—Dios
mío, fui descuidado.
Edmund
acarició su delgado estómago. Mirando su cuerpo temblar sonrió con tristeza.
Diana se arrastró un poco hacia atrás, horrorizada por la expresión de su
rostro, pero luego se tumbó tranquilamente de nuevo por la mirada centelleante
de Edmund.
—Déjame pedir
la comida.
Tiró de
la cuerda que colgaba junto a la cama.
—Come
más.
Cuando
Edmund llevó una fresa llena de crema batida a su boca, Diana sacó la lengua y
lamió la crema con cuidado. Diana suspiró ante el sabor de la crema que era tan
dulce y suave que hizo que su cuerpo hormigueara. Poco después, el sabor
agridulce llenó su boca al masticar la fresa.
—Estoy
llena...
Diana
gimió pero no funciono y empujó con firmeza el dulce postre. Después de que
Diana terminara de comer le lavo las manos, y fue el turno del postre. Su tía
le había prohibido comer alimentos con mantequilla y crema, así que cuando algo
dulce tocaba su boca, se mareaba por un momento. Era como alguien adicta a las
drogas. No pudo ocultar su satisfacción cuando la veía comer el postre mientras
le daba de comer.
—Ah...
Lo comió
porque pensó que él volvería a hacer una expresión sangrienta si no lo hacía,
pero por otro lado, Diana seguía dudando si realmente podía hacer esto.
Era
inexplicable que me sintiera atrapada en este dormitorio cuando seguía
devorando la comida grasosa y dulce que me daba todo el tiempo. Me sentía tan
depravada que más tarde el día que sea llamada ante Dios, iba a caer en el
fuego de azufre.
—Oh, lo
hare.
El
siguiente postre fue un pastel cubierto con crema pastelera. Cuando la crema de
dulce sabor entró en su boca, Diana la chupó. Sin esperar, Edmund volvía a
cortar un trozo del pastel lleno de crema batida y lo empujó hacia Diana.
—Edmund
también come, hmm.
Diana
jadeó mientras le ofrecía postre.
—Bueno,
ya estoy comiendo.
Sonriendo,
bajó la mano que no tenía ocupada y clavo un dedo en la raja de Diana. Rozando
lo que tenía enterrado en su húmeda vagina que no era más que su pene. Moviendo
el falo entre sus piernas lo empujó poco a poco. Dijo que simplemente lo
pondría, pero por supuesto no era su intención.
—No te
muevas, no... Hau
—Tú lo
estás moviendo, Diana.
Mintió
descaradamente, apretando su pecho con fuerza. Lo había estado acariciando todo
el tiempo mientras la estaba alimentando. Con las uñas araño su pezón, y su
cuerpo que sostenía rebotó. El movimiento hizo que derramara la crema batida
del pastel que tenía en la mano. La blanca crema escurrió por los inmaculados
pechos de Diana hasta su vello púbico.
La crema
batida fluyó dejando un camino dulce, estimulando su cuerpo haciendo que sienta
una extraña sensación y Diana respiró hondo. La crema batida esparcida sobre su
vello púbico se veía bastante erótica. Tal vez él tuvo el mismo pensamiento por
que pude sentir como se hincho un poco más lo que tenía dentro.
—Vaya,
creo que necesito limpiarte.
De
repente escuche su voz escalofriante en mi oído. Antes de que pudiera hacer algo, saco lo que tenía
atascado debajo. Recostada sobre la sábana cubierta de crema Diana vio al hombre entre sus piernas. Él tomó una porción de crema batida con los
dedos y la esparció generosamente sobre su área secreta.
Mientras
Diana estaba sorprendida, el enterró su rostro entre sus piernas sin dudarlo.
—Oh,
no...
Mi
cuerpo, sumido por el desmedido placer, inmediatamente se recuperó y reaccionó.
La crema se derritió suavemente con la temperatura de su cuerpo y se mezcló con
su jugo de amor, empapando las sábanas.
—Detente.
. .
Levantó
la cabeza como si no le importara solo después de lamer el coño de Diana.
—Porque
te estoy limpiando.
—Ahora es
tu turno.
Como si
quisiera una recompensa por su atento trato, levantó la mano, que estaba
cubierta de crema batida y su jugo, embarrándolo sobre su pene.
—Chúpalo,
todo.
Abrió las
piernas y le hizo un gesto a Diana, como preguntando qué estaba esperando. Su pene, que asentía como si estuviera vivo,
era tan grande como siempre. Ya podía ver el líquido en la punta brillando
acumulándose en el grande.
—Límpialo
con la boca.
Incluso
con el trasero al aire, su expresión era distante y despreocupada, como si
fuera un sacerdote. Cada vez que presenciaba la brecha, Diana pensó que tal vez
había dos Edmund, o que tenía un gemelo y estaban decididos a engañarlas.
—¿Debería
follarte?
Al
escuchar su voz grave Diana volvió a la realidad. Mordiendo y chupando su cosa
para limpiarla. Era algo que ya había hecho y le hormigueaba la boca, pero aun no
me acostumbraba. Diana se inclinó sin dudarlo. No pasaría nada bueno si lo
hacía esperar tal como lo había experimentado y al final terminaría haciéndolo.
Solo era la
diferencia entre ser abrazada por él mordiéndolo en su interior o meterlo en su
boca primero. Diana lo miró de nuevo, arrodillándose frente a él. Al mirar su
inexpresivo rostro se me puso un poco la piel de gallina. Extendí la mano y
apreté el gran bulto hinchado, algo tan grande y duro que no podía creer que
sea parte de su cuerpo pero tampoco podía creer que mi cuerpo lo aceptara.
Empecé a
mover lentamente la cabeza arriba y abajo sosteniendo su cosa con ambas manos.
Lo que ella pensó que estaba lo suficiente hinchado creció en tamaño en sus
manos. Cuando toqué suavemente la punta del glande que estaba ahuecado, el
fluido de cobre que era pegajoso se embarro en las yemas de mis dedos.
Los ojos
de Edmund se entrecerraron mientras acariciaba suavemente el pilar que le sobresalían
las venas. Parecía insatisfecho con eso. Diana tragó saliva al ver el gran
tamaño que creció y era lo suficientemente grande para asustarla con solo
mirarlo.
—¿Cuánto
tiempo más lo estarás sacudiendo?
Siguiendo
otro suave impulso. Diana comenzó a meterlo poco a poco en su boca mientras lo
masturbaba. Tal como le había enseñado, lo lamí con la lengua, limpié la abolladura
en la punta y comenzó a lamer la columna venosa. Mientras chupaba el falo
cubierto con crema batida, el sabor dulce se extendió por mi boca.
Edmund
gimió inclinando la cabeza hacia atrás, de repente la agarró sacando su pene y
levanto su rostro.
—Diana.
Los
asustados ojos verdes se volvieron hacia él. El área alrededor de mi boca
estaba llena de restos de crema batida. Los ojos de Edmund brillaron cuando la
miró, luego sacó la lengua y lamió los labios de Diana.
—Yo
también quiero comer.
Diana
respiró hondo y lo volvió a aceptar.
Cuando
abrí los ojos, definitivamente seguía en el dormitorio. El tiempo seguía
pasando y aun no sabía cuántos días habían pasado. La cama sostenida por cuatro
enormes pilares era demasiado grande para ambos, la mullida alfombra, el sofá, el
banco de cama y la mesilla. Era un espacio y un paisaje con el que estaba ahora
bastante familiarizada.
El hecho
de que la habitación en la que había estado confinada se ha convertido ahora en
un espacio bastante íntimo la sorprendió y consternó. Estaba lo suficiente
acostumbrada como para ya no sorprenderme cuando abría los ojos. El lugar donde
dormía Edmund estaba vacío. La abrazó toda la noche y la soltó hasta que Diana
se desmayó.
Cuando me
levanté, la sábana se deslizó mostrando mi pecho desnudo y pude ver las marcas
que Edmund dejó anoche floreciendo sobre su blanca piel. Estaba poniendo mucho
esfuerzo en dejar marcas en su cuerpo. Por un momento, Diana miró fijamente las
marcas.
Mirando
la mezcla de marcas unas ligeramente más pálidas y otras más oscuras, traté de
calcular cuánto tiempo había pasado desde que me confino aquí. Me di por
vencida poco después preguntándome qué significaban. Diana alargó la mano y se
puso el negligé que estaba junto a su cama.
El
negligé hecho de fina seda era translúcido, que reflejaba sutilmente las líneas
del cuerpo delgado y sensual de Diana. Era el único tipo de ropa que le
permitía usar. Era vergonzoso llevar el negligé
azul cielo que él podía quitarle muy fácilmente con solo un gesto de su mano,
pero sin esto puesto no tendría más remedio que estar desnuda.
Diana se
vistió y suspiró mientras salía de la cama. El dolor punzante entre mis piernas
y en la parte baja de mi espalda me hizo recordar lo que pasó anoche,
haciéndome sonrojar sin darme cuenta. Después de tener relaciones solía
quedarme dormida casi desmayada, pero cada vez que me despertaba, mi cuerpo
siempre estaba limpio.
Su rostro
se puso más rojo al recordar sus manos limpiándola mientras dormía. A
diferencia de como la tocaba cuando codiciaba su cuerpo, cuando la limpiaba su
toque era delicado y gentil. Como si estuviera tocando una frágil muñeca de
porcelana. Cuando Edmund acariciaba suavemente mi cuerpo, que había trabajado
demasiado en el dormitorio, me sentía adormecida y me dormía antes de darme
cuenta.
¿Lavaba a todas sus mujeres después de tener
relaciones? Como siempre ha sido cortés, esto también puede
ser parte de sus modales. ¿Con cuántas
mujeres se habrá acostado? mujeres sin rostro, desconocidas flotaban en su
cabeza, por alguna razón sintió como si un fuego ardiera dentro de ella.
Este
sentimiento fue tan ridículo que Diana sonrió impotente. Luego me puse las
pantuflas y me acerqué a la ventana. Había llovido toda la noche, por lo que el
suelo estaba mojado. Mirando hacia abajo desde la ventana, dejé escapar un
suspiro.
—¿Qué tan
alto será?
La mirada
de Diana se volvió hacia el edificio de enfrente. Cuando dijo por primera vez
que compro una villa, nunca imaginé que sería tan grande. Esta villa era un
hermoso castillo que parecía sacado de un cuento de hadas. El edificio con
sólidos muros de piedra y magníficos arcos creaba una atmósfera misteriosa.
Era el
lugar donde el príncipe y la princesa, sobre quienes había leído de niña,
vivían felices para siempre. Y de hecho, era un castillo. No era una réplica,
era un verdadero castillo que uso la familia real hace mucho tiempo, y Edmund
lo compró, lo reparó y lo amplió. No podía creer que haya comprado este lugar y
lo haya renovado. Sabía que el duque de Serwell era rico, pero nunca imagine que
lo fuera tanto.
Contrariamente
a su aspecto clásico, la fortaleza estaba dotada de perfectas instalaciones
para sus residentes. Nunca he salido del dormitorio, pero el baño tenía una
tubería de agua caliente. Era un ideal que todos quisieran vivir al menos una
vez, o venir a ver al menos una vez. Si no hubiera sido por la situación
actual, Diana podría haber estado feliz de quedarse en este castillo de cuento
de hadas.
Diana
volvió a inclinar la cabeza estimando la altura hasta el suelo. Era una
distancia bastante grande. Ahora que lo pienso, ni siquiera sabía en qué piso
estaba encerrada.
¿En qué piso estaré? ¿Tercer piso? ¿Cuarto
piso? Como no conocía los detalles de la estructura de la villa o
la forma general del castillo, solo podía adivinar. Seguí pensando en saltar, me
eche a reír brevemente ante el pensamiento. Nunca he trepado un árbol o escalado una pared y debido a que no tenía
la habilidad, corría un gran riesgo de romperme una pierna o torcerme el
tobillo antes de poder escapar.
Incluso
si tenía la suerte de aterrizar de manera segura, tenía un problema mayor. No
sabía dónde estaba, y no sabía a dónde ir. Además solo tenía este atuendo,
Diana bajó la vista hacia su fino negligé de seda. Las pantuflas que llevaban
puestas tampoco eran adecuadas para caminar por el bosque. Todo lo que podía
ver eran árboles.
Como
dijo, era una villa ubicada en lo profundo de un bosque. Por la noche, los
gruñidos de las bestias eran muy fuertes por lo que era impensable que saliera
sola por el bosque. Desde el día en que se perdió en un bosque cuando era niña,
nunca ha vuelto a entrar en las profundidades de un bosque. Pero estaba en una villa rodeada por
un denso bosque.
Todo lo
que pude dar fue un suspiro. El hombre que había conocido se había convertido
en una persona completamente diferente. En primer lugar, porque era Edmund, mi
tía no pudo dejar de sonreír pensando en su hermano que se había ido antes,
estaba más que feliz porque había encontrado un buen compañero de matrimonio.
—¡Dios
mío, el duque de Serwell! ¡Diana, sabía que lo lograrías!
Cuando vi
la cara de alegría de mi tía, no tuve el coraje de decir la verdad sobre cómo
comenzó nuestra relación.
—Ya que
esto ha sucedido, sigamos adelante con el matrimonio de una vez.
La
vizcondesa Pamina estaba orgullosa de su sobrina, que había pillado un gran
novio.
—¿Cómo
diablos hiciste que el Duque se enamorara de ti?
Incluso Agnes
no pudo ocultar su sorpresa, diciendo que necesitaba aprender de ella. Cuanto
más pasaba el tiempo, más difícil se volvía para Diana mantener la boca
cerrada, hasta que llegó el momento en que quiso pensar que lo que la gente
creía era real. Quería que Edmund realmente la amara.
¿Qué diablos quiere de ella? ¿Solo quiere
mantenerme encerrada en esta habitación para follarme?
Completamente
separada del mundo exterior, parecía ajena al paso del tiempo.
Pero, ¿cuánto tiempo podrá durar esta vida? No
podía dejarla encerrada aquí para siempre. Porque llegará un momento en que él
también se cansará. Si es así, ¿me
abandonara?
—Supongo
que estaba aburrido.
Debo haber tocado su ego fue un
breve pensamiento. Él es el duque a quien todos admiran, y ella era solo una
joven ordinaria del campo. Solo estaba enojado porque se atrevió a pedir
primero que rompieran. No fue hasta que
pagué un alto precio de esta manera que me di cuenta de que había sido
demasiado complaciente. Pero esa no parecía ser la única razón para encerrarla.
Piensa en eso, Diana.
Pero no
importaba cuánto lo pensara, no podía encontrar la respuesta exacta. ¿Qué quiere Edmund después de todo? que quiere después de encerrarme en este
lugar y codiciar mi cuerpo...
El Edmund
educado y afectuoso, y el Edmund en el dormitorio, eran personas completamente
diferentes. ¿Cuántas personas conocerán
la brecha? Si soy la única mujer a quien le ha mostrado este lado suyo... ¿será
porque le gusto?
Entonces,
no solo me mostro su verdadera naturaleza.
—¿Qué
estás pensando?
Diana
negó con la cabeza. La repentina ilusión me hizo reír. ¿No fue sólo un sueño?
Expresa
su posesividad atándome por amor para que no pueda ir a ninguna parte. Por
supuesto que no podía ser eso. Sí, eso es
ridículo.
Ella
sonrió con tristeza. Si era alguien a quien apreciaba y amaba, no me habría
encerrado así ni tomaría mi cuerpo día y noche.
¿No fue él quien me follo hasta que me quede
sin fuerzas? No me
soltó aunque fuera duro.
Esto es
solo un castigo. Estaba claro que su plan de confinarla en este pintoresco
castillo solo terminaría cuando hubiera cogido su cuerpo a gusto. El miedo se
apoderó de mí al pensar que había ocultado completamente su verdadera
naturaleza cuando me reunía con él.
¿Por qué no lo sabía? ¿Cómo podría no
saberlo?
Estaba
resentida conmigo misma por no haberme dado cuenta de esto durante los meses
que había estado saliendo con él. Me sentí tan patética que casi me eché a
llorar. Se le puso la piel de gallina y envolvió sus brazos con fuerza alrededor
de su cuerpo.
Tengo miedo.
Para ser
exacta, ella tenía más miedo de ser domesticada gradualmente por él.
Acostumbrarme a estar encerrada en esta gran habitación elegante, esperándolo
todo el tiempo, mezclándose y no poder hacer nada sin su cuidado. Si continuaba
así, su existencia podría desaparecer sin dejar rastro. Se convertiría en una
muñeca encerrada en su dormitorio esperando su toque, y después de eso, no
sabía cuánto tiempo duraría su extraña obsesión.
Si se
cansaba de jugar con ella, podría tirarla sin dudarlo. No, eso ya era un
procedimiento pre programado. El hecho de que él la haya encerrado en primer
lugar debió haber sido porque se había enfadado por romper con él.
—Tengo
que huir
Solo atroces
pensamientos llenaron mi mente. Una vez que escape de este lugar y regrese a
casa de mi tía, Edmund no tendrá más remedio que huir a su territorio. Incluso
si es el jefe de la familia ducal, no puede simplemente arrastrar a una mujer
cuando nadie te ve. Así que tengo que salir de aquí y encomendarme a mi tía.
Tal vez ya volvió de sus vacaciones.
Diana
reflexionó sobre la fecha en que se suponía que su tía y Agnes regresarían.
Mientras cruzaba los dedos uno por uno, Diana se dio cuenta de que en realidad
no era consciente de que día era. No había casi nada para saber qué hora o día
era aparte de la serie de puestas de sol y amaneceres, así que evité pensar en
eso.
No sabía
que día era, pero lo cierto era que mi tía y Agnes regresarían tarde o
temprano. Entonces, por ahora, lo urgente era que dejara esta villa.
—¿Pero
cómo?
No
importa cuánto lo pensara, no podía pensar en una forma precisa. No solo no era
conveniente que saltara, sino que era claro que no sería fácil evitar que la
vigilara porque siempre estaba en la villa. Fue cuando miraba por la ventana,
perturbada por varios pensamientos.
—¿En qué
estás pensando?s
Una mano se
extendió por detrás y abrazó la cintura de Diana. Al instante se sumergió en
los brazos del hombre. Los brazos envueltos alrededor de su cintura la
sujetaron lo suficientemente fuerte como si no pensara soltarla.
—No
notaste que me acercaba.
Edmund
bajó la cabeza y la enterró en el cuello de Diana. Diana tembló cuando su
cálido aliento le hizo cosquillas en el cuello.
—¿Estas
pensado en saltar por la ventana de nuevo?
—No.
Diana se
sorprendió y respondió demasiado rápido. Me sentía avergonzada como si hubiera
leído todos mis pensamientos.
—¿Así
que?
Apretó
los brazos alrededor de su cintura.
—Solo...
miraba los árboles.
Diana
señaló hacia la ventana, donde los pétalos de los cerezos en flor se habían
esparcido y todo se había vuelto rosa.
—Porque
es tan hermoso.
—No hay
forma de salir de este bosque, ¿pensabas lo mismo?
—Su...
Sin saber
qué responder, Diana se quedó sin palabras.
—Sigue
siendo linda, Diana.
Frotó su
nariz contra su hombro mientras soltaba una risa baja. Mientras tanto, sus manos
alrededor de su cintura se movieron gradualmente hacia arriba, agarrando sus
senos comenzaron a amasarlos. No llevaba nada debajo de la fina seda. No
llevaba puesto ni un corsé ajustado ni mínima ropa interior. En ese estado, la
respiración de Diana se hizo más áspera cuando sus grandes y duras manos
comenzaron a aplastar la suave carne.
—Bueno,
Edmund... hhhmm.
Era una
escena demasiado reveladora. Sus grandes manos envolvieron sus montículos y los
amasó lentamente, pude ver como reaccionaba inmediatamente su cuerpo debajo de
la delgada tela. Diana se sintió más avergonzada cuando sus hinchados y duros
pezones parecían seducirlo. Diana gimió mientras retorcía con sus dedos los
puntiagudos pezones.
—Edmund,
aquí...
Mientras
continuaba sus intensas caricias, Diana se avergonzó mientras luchaba con el
familiar placer.
—¿Entonces
así?
Preguntó
con calma. A diferencia de la respiración de Diana, la voz de Edmund era
extremadamente tranquila. Al igual que en los viejos tiempos cuando era amable
y cortés con ella,
—Aquí...
así
Me
abrazaba día y noche. Sin embargo, el interior estaba oscuro porque las
cortinas gruesas generalmente estaban cerradas. Pero ahora.
—¿Así
como?
Él
persistió.
—Hay
mucha luz...
De pie
justo frente la ventana, podía ver su cuerpo claramente.
—Entonces,
¿eres tímida?
Preguntó
con curiosidad. Por supuesto, Diana pensó que era ridículo si se resistía. Con
luz o a oscuras, ¿qué diablos importaba eso?, daba lo mismo la abrazaría de
todos modos. Aun así, era vergonzoso estar avergonzada. Además, estaban frente
a la ventana.
—Estamos
frente a la ventana.
Incluso
si los dos estaban desnudos, incluso si nadie los veía, se sentía avergonzada,
al menos era de conocimiento común que esas cosas entre un hombre y una mujer
se hacían en la cama. Pero desde que estaba encerrada en esta habitación, todo
su sentido común se había hecho añicos. En el sofá, en la suave alfombra del
piso y en el baño, la abrazó sin dudarlo.
Aun así,
en un día tan brillante, junto a la ventana. . .
Al verlo
callarse de repente, el miedo se apodero de Diana. ¿Qué dijo mal?
—Sí, fui
demasiado terco.
—¿?
Por un
momento, su voz sonó demasiado siniestra. Era como escuchar un presagio antes
de que llegara una crisis. La ropa que le cubría los hombros la bajó en un
instante.
—Entonces
dime honestamente.
El placer
al que me había acostumbrado se apoderó de mí. Mirando las nuevas flores rojas
que florecían donde sus labios tocaban, Diana se sintió bastante extraña. Como
todo su cuerpo estaba cubierto de rastros, no veía nada nuevo. Mirando al
hombre que estaba ocupado chupando su pecho, Diana recordó su apuesta.
—Pensé en
ti... ups, lo hice...
Edmund la
miró con su pezón en la boca. Había dos cosas en sus ojos azules: duda y
sorpresa. Mientras se encontraba con esos ojos, Diana continuó tartamudeando.
—No puedo
hacer nada más que esperarte.
—Tengo
miedo cuando estoy sola. Cuando estoy sola en esta gran habitación, pienso en
todo tipo de cosas.
Fue una
declaración apresurada, pero no del todo incorrecta. Esta era una vida
extrañamente cómoda de confinamiento. En repetidas ocasiones se acercaba a
ella, la abrazaba y se dormían juntos. El vacío que la invadía mientras Edmund
estaba fuera no era en modo alguno falso.
—¿Por
ejemplo?
Diana se
quedó mirando su rostro esculturalmente hermoso. La gente estaba siendo
engañada por su cara. Nadie sabrá jamás la cruel naturaleza que se esconde en
su interior. Incluso si testifico después de escapar de este lugar, nadie me creería.
—Diana,
dime
Sus ojos
azules la miraron fijamente, como si trataran de leer los pensamientos de
Diana. Diana se mordió el labio suavemente. Inmediatamente con los dedos separo
los labios de Diana.
—Hoy es
el día en que te necesito.
Dijo
Diana, acercándose a él. Edmund la agarró por la barbilla y la levantó bajando
su cabeza. Sus ojos se encontraron y la miro como si quisiera ver a través de
su interior. Era una mirada aguda, como si tratara de averiguar qué era cierto
y qué era falso. Diana tenía miedo de que él notara sus pensamientos, así que
agarró la mano de Edmund y la puso en su mejilla.
—Me gusta
aquí.
—Me amas
tanto... Tocándome.
Los ojos
azules la miraron en silencio.
—Me amas.
Ante eso,
sus ojos se agitaron un poco.
Que quieres de mí. Nunca fue amor. Fue una sumisión perfecta.
Deseando
que se convirtiera en una muñeca completamente domesticada en sus manos.
Salir de sus manos...
Solo
había una manera. Era cuestión de suavizar los ojos de su vigilante.
—Edmund
Diana de
puntillas envolvió sus brazos alrededor de su cuello. Sin dudarlo, besó su
rostro mientras lo arrastraba hacia abajo.
—mmm....
Su lengua,
que había separado sus labios, empezó a chupar por dentro, como estaba
acostumbrado. Incluso cuando acepto su beso, los ojos de zafiro de Edmund
estaban sobre Diana. Al mismo tiempo, levantó a Diana y la sentó en la ventana ayudándola
para que siguiera besándolo más fácilmente. Diana apretó sus brazos alrededor
de su cuello y lo acercó más. No borró sus sospechas pero la atrajo, parecía
disfrutar como metía su lengua lamiendo y chupando dentro de su boca, aunque
con torpeza.
—Suspiro... mmm
Al final,
Diana fue la primera en separar los labios porque no podía respirar. Sus labios
brillaban con la saliva que se había esparcido alrededor de su boca. Lo mismo
ocurría con los labios de Edmund.
—Por
qué...
Diana
volvió a entrar entre sus brazos con los labios abiertos como para entrometerse
en sus intenciones.
—Abrázame...
Curioso
por su inusual reacción, arqueó el ceño y la miró.
—Edmund.
. . Vamos a la cama, ¿sí?
Él la
miró por un momento cuando volvió a suplicar.
—Diana.
—Abrázame,
Edmund. Estoy ansiosa. Estoy tan ansiosa...
—¿qué?
Preguntó,
acariciando suavemente la esbelta espalda de Diana, que sostenía en sus brazos.
—Te
espero aquí sola. Sin mí, tú... Puedes encontrarte con cualquiera, puedes ir a
cualquier lado. Yo me quedo sola, dejándome así. . .
Diana
murmuró y hundió la cabeza en sus brazos. No hubo respuesta de Edmund. Ella
parpadeó y esperó su reacción. Él abrazó suavemente su cuerpo, que temblaba
débilmente en sus brazos. Diana cerró los ojos y se apoyó contra su cuerpo, era
como si estuviera sosteniendo algo muy preciado.
Era obvio
a dónde se dirigían, se movía paso a paso hacia la enorme cama donde siempre lo
recibía. Diana enterró su rostro avergonzada en su cuello. Sentí su pulso
acelerado. Me sentí extraña cuando pensé que también era una persona que
sangraba y respiraba. Incluso después de haber sido acostada sobre la sábana
blanca, Diana aún no se había apartado de él.
Quitó los
brazos alrededor de su cuello y miró fijamente el rostro de Diana, su expresión
no cambió mucho, pero Diana podía verlo claramente. Estaba emocionado, la miro
con alegría y, sin embargo, aun sospechaba.
—Edmund.
—...esto
es extraño.
Miró a
Diana con los ojos entrecerrados. Pero en lo que se refiere a su cuerpo,
parecía reaccionar constantemente a ella, y la parte delantera de sus
pantalones se hinchó densamente. Los ojos de Diana se iluminaron cuando lo vio.
—Lo
sabes. La razón por la que rompí contigo fue en realidad porque tenía miedo. En
realidad, pensé que querías terminar conmigo, pero no podías decirlo y te lo
tragaste, así que... pensé que debía decirlo primero.
Tan
pronto como la acostó sobre la suave sabana, enrolló su negligé, y separó las
piernas. Haciendo un descarado sonido, sus piernas abiertas expusieron su
vagina húmeda. Se había acostumbrado a este hábito suyo. Diana sabía muy bien
lo que vendría después. El hombre, acariciando su carne roja y húmeda, metió la
cara entre las piernas. Era un tipo diferente de placer que le daba su grueso y
largo pene al invadir su cuerpo.
—Um…
Mientras
él mordía, chupaba y lamía, Diana luchaba por mantener su mente que se
desvanecía. Era una oportunidad para poner en práctica lo que había estado
pensando todo este tiempo. Cuando levantó la cabeza, Diana jadeó y se levantó.
—Yo
también. Lo haré por ti.
Diana
bajó con cuidado la mano y la colocó en la parte delantera de sus pantalones.
Cuando la cosa terriblemente levantada la envolví con mi mano, me asusté. Cada
vez que me abrazaba, me sorprendía cómo podía meter algo tan grande y aterrador
en mi interior.
—Diana...
Su mirada
brilló azul mientras torpemente desataba sus pantalones. Diana era consciente
de su mirada y con cuidado desató la parte delantera de sus pantalones para
sacar su falo. Tenía miedo de mirar el tamaño que ni siquiera podía cubrir con
ambas manos. Sin embargo, una vez que había comenzado, no podía detenerse.
—Si vas a
hacerlo, hazlo bien.
Se echó
hacia atrás, ordenando con voz lánguida. Aun así, siguió observándola. Diana
bajó lentamente la cabeza hacia la cosa que se erguía como la cabeza de una serpiente
sin necesidad de frotarla. Su respiración se volvió un poco áspera cuando
comenzó a chuparlo sacando la lengua mientras sostenía la punta en su boca.
Lamí con
la lengua des la punta hasta la raíz el sonido de mi respiración se volvió un
poco más áspero. Mientas lamia como un gato debe haber sido tentador, así que
la agarró del pelo y tiró.
—¡Sí!
En un
instante, lo metió hasta la raíz y comenzó a moverse lentamente. Los
movimientos del enorme pene hasta su garganta hicieron que Diana se quedara boquiabierta
y emitiera un fuerte gemido. Edmund inclinó la cabeza y cerró los ojos. Como si
toda su paciencia hubiera desaparecido, Edmund movió la cintura más y más
rápido.
Diana
simplemente sostuvo su cabeza y se entregó a él mientras follaba su boca.
—Bien...
Un
líquido blanco brotó de sus labios apretados. Edmund frunció el ceño, como si
no le gustara. Como si quisiera meter la cara de Diana debajo, Edmund acercó
más su rostro. Diana no pudo soportar la cosa en su boca y terminó tragándola
entera. Edmund sonrió mientras observaba su semen derramarse.
—...Diana.
Edmund
tiró suavemente de su cabello y la levantó. Sus ojos se oscurecieron cuando vio
sus labios humedecerse con su saliva y semen. Diana observó atentamente su
reacción. Los pensamientos que antes flotaban en mi cabeza me despejaron la
mente. También fue divertido que estuviera pensando en esto mientras le chupaba
la polla con fuerza con la boca.
—Esto es
raro, Diana.
Edmund
deslizó su mano en su cabello y tiró suavemente de él, levantando la cabeza de
Diana. Sonrió, entrecerrando los ojos como si le gustara su apariencia con el
rostro lleno de semen, aunque no había suficiente alrededor de su boca.
—¿Por qué
hoy estás haciendo esto?
—Si es
así... ¿no?
Preguntó,
abriendo mucho los ojos. Sus ojos claros eran inimaginablemente inocentes no
era para nada la imagen de lo que estaba haciendo en este momento.
—Si hay algo
que quieras, dímelo.
Sus ojos
tenían un brillo complejo como si estuviera tratando de juzgar su interior.
Diana lo miró con la visión borrosa. Hablaba como si fuera a escucharla, pero
nunca lo hacía.
—No me
abandones...
Los ojos
de Edmund brillaron oscuramente cuando Diana murmuró, con su cuerpo inerte
colgando sobre su regazo.
—¿De qué
estás hablando?
—Si
juegas conmigo así y me abandonas... yo...
Diana
levantó su débil cuerpo y se subió sobre él, besándolo. Su lengua se deslizó
dentro de su boca, que había tragado su semen.
Frío, húmedo.
Los ojos
de Edmund cambiaron repentinamente mientras chupaba y dejaba escapar un sonido
voraz, su gesto mientras caía sosteniendo a Diana en sus brazos de repente se
volvió desesperado. Chiik.
Su mano
grande la metió debajo de la fina seda y comenzó a acariciar la suave piel. En
un instante, le quito la ropa y la cubrió con su cuerpo desnudo.
—Cher,
cálmate. . .
Diana
exclamó temerosa mientras lo veía acomodarse entre sus piernas.
—Anímalo
así.
Su mirada
estaba borrosa, como si estuviera fuera de foco.
—Eso es
demasiado cruel, ¿no?
Empujó
directamente su pene hinchado en su húmedo coño. El cuerpo de Diana rebotó ante
la repentina inserción.
—¡Afuera!
Sosteniendo
sus piernas que luchaban colocándolas sobre sus hombros, la penetro más
profundo. Cuando sintió que su interior, que aún no estaba húmedo y rígido, se
ablandó, rápidamente comenzó a mover la cintura.
—¡Sí, uf!
Su cuerpo
se movía adelante y atrás por la sensación al ser penetrada, agarró la pelvis
de Diana y la sujetó. La sensación de su pene rozando sus entrañas fue tan
intensa que Diana jadeó y se retorció.
Hoy
definitivamente estaba diferente de lo habitual. A pesar de que sus acciones
eran extremadamente duras, siempre tenía una expresión tranquila el hombre.
Pero ahora...
—Diana,
bésame.
Ante la
orden que dio, ella lo beso sin dudarlo. El hombre, que sonreía satisfecho,
metió la lengua sin demora. Al mismo tiempo, lo metió hasta el fondo hasta que
escuchó un pop con cada embestida. Diana sólo le desgarró el hombro, sin saber
qué hacer, como si le estuviera penetrando todo el cuerpo.
A pesar
de las cicatrices rojas dejadas por sus largas uñas, su gesto no pareció
disminuir.
—¡Para,
para, ah!
Retorció
su pene y Diana dejó escapar un gemido agudo. No pudo volver a sus sentidos
cuando golpeo precisamente su punto más sensible, justo en ese punto, lo golpeo
sin parar con el pene.
—¡Sí, sí!
¡Ah!
Poniendo
a Diana de costado, la penetro más profundamente apoyando su pierna en su
hombro. Su cuerpo, que revoloteaba como un pez atrapado en un arpón, se
balanceaba salvajemente cada vez que la embestía. Las bruscas envestidas
disminuyeron lentamente y luego sintió algo cálido extenderse por dentro.
Sabiendo
el significado de la acción, un escalofrío me recorrió la espalda. Fue mientras
miraba con los ojos en blanco cómo el líquido turbio goteaba de su entrepierna
y empapaba las sábanas. De repente, le dio la vuelta y se subió encima de ella
el pesado cuerpo del hombre. Diana sollozó mientras la acostaba. Trato de
levantar sus caderas como le enseñó, agarró suavemente su espalda y la
presionó.
—Si es
duro, no tienes que levantarlo.
Ya no me
quedaban fuerzas en la cintura o piernas. Por lo general, me hacía aguantar
incluso golpeándome el trasero, pero parecía que iba a dejarlo pasar un poco
hoy. En cambio, la puso boca abajo, empujó sus cosas entre sus nalgas y la
penetro. Sus embestidas mientras sujetaba su trasero fueron sorprendentemente
suaves.
Fueron
movimientos lentos y ansiosos, como si estuviera compensando la anterior
aventura amorosa que había hecho con fiereza. También fue porque su interior
estaba lleno de semen y jugo de amor mezclado haciendo que fuera más fácil
follar. Temiendo que pudiera provocarlo, hundió la cabeza en la sábana y
contuvo la respiración.
La
sensación al ser penetrada era palpable, pero no era nada comparado con la penetración
anterior. Finalmente, el hombre que había terminado su golpe final recostó su
gran cuerpo sobre el suyo. Mientras el pesado cuerpo la cubría, Diana sintió
una sensación de seguridad que era difícil de explicar.
Su mano
se deslizó entre los dedos de Diana y la agarro contra la sábana, Diana levantó
suavemente la cabeza.
—Em...
Como si
lo hubiera estado esperando, el hombre que giró la cabeza de Diana, abrió los
labios y metió su lengua, soltando una risa agradable.
—Diferente,
sin duda.
Al ver su
mirada satisfecha pero incrédula, Diana dejó escapar un suspiro superficial y
metió la lengua en su boca.
—No... no
me dejes sola.
Ante las
palabras susurradas en sus labios, Edmund exhaló, expandiendo enormemente su
pecho. Luego, con Diana todavía en sus brazos, le dio la vuelta y la colocó
encima de él. Mientras sentía el calor de su frente, Diana esperó lentamente
una reacción de él. El hombre envolvió su brillante cabello castaño en su mano
y jugo con él, con la otra acaricio diligentemente su espalda, cintura y
trasero. Ella estaba tranquilamente recostada encima de él escuchando el sonido
de su corazón.
—Te
dejare dormir.
Todavía
tenía su pene entre las piernas, pero a Diana no le importo.
—Cierra
los ojos. Buena chica.
Edmund le
dio unas suaves palmaditas en la espalda. A diferencia del tierno toque como si
calmara a un bebé, la cosa dentro de su vagina húmeda latía salvajemente, pero
no hubo más acción. Mientras se sumía en un sueño profundo, Diana espero tener
razón.
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