Confinamiento en el dormitorio Capitulo 4.- Domar (2)

 

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¿Cuántos días habían pasado?

Mientras comía y bebía cómodamente en el dormitorio rodeada de flores, parecía perder la noción del tiempo. Cada vez que me despertaba, las flores eran nuevas, así que podía oler un aroma nuevo todos los días.

Parece haberse calmado tal vez ya he aliviado su ira. Pero ¿Cuándo diablos me va a enviar de vuelta? ¿Y si le pregunto de una vez?

Innumerables preguntas pasaban por la mente de Diana afortunadamente, la dejó sola por unos días bueno no del todo, frotaba suavemente sus pechos y cadera, calentándola, chupando y lamiendo su agujero húmedo luego era el turno de ella. No importa cuánto abría la boca, se tragó su pene y lo chupó, seguía siendo demasiado grande, y sonrió extasiado haciendo que Diana sintiera cosquillas en la garganta.

Mientras mordía y chupaba su pene hasta que me dolió la boca, antes de darme cuenta estaba debajo de él con su cosa enterrada en mi interior. La embistió su hinchado pene entre las piernas mientras jugaba con su clítoris, el cual provoco durante mucho tiempo. Mientras reprimía su eyaculación, Diana estaba ocupada gimiendo.

Me sentí avergonzada mirando nuestros jugos como se derramaban por estar lleno su interior, pero el placer era lo suficientemente grandioso como para cubrirlo Diana tenía miedo de eso. Sentir un tremendo placer por alguien que la encerró y toma su cuerpo. Él la trataba con una amable expresión, pero ella no podía relajarse ya había visto el rostro que ocultaba detrás.

Así como él dijo que la amaría lo suficiente, Diana fue amada por él con todo su cuerpo. Sin embargo su forma de amar absolutamente no era normal, pero acostumbrarse también era un problema. Tal vez era algo que había estado esperando todo este tiempo quería que me abrazara y no me soltara, que me amara apasionadamente.  

Secretamente esperaba que me arrastrara a la cama y me codiciara toda la noche. Sin embargo, después de enfrentarme a tal situación, Diana se dio cuenta de lo peligroso que era el deseo que había estado ocultado hasta ahora.

Tengo que salir de aquí ¿Cuánto tiempo habrá pasado desde que me encerró? ¿Ya habrá vuelto mi tía? Si alguien que estuviera al tanto de mi ausencia se pusiera en contacto con mi tía...

Diana, que caminaba nerviosa por la habitación, se paró cerca de la ventana. El paisaje fuera de la ventana era maravilloso como siempre. El paisaje de los cerezos en flor esparciéndose como lluvia de flores cada vez que sopla el viento era espectacular.

Diana, que estaba mirando los pétalos por la ventana, se acercó al alfeizar.

—¿Sera muy alto?

Diana se arrodillo sobre el alfeizar de la venta y miró hacia abajo. Era muy alto, pero si arranco las cortinas que cuelgan de la ventana y las amarro, ¿llegaría al suelo? Fue cuando estaba midiendo la altura pensando en todo tipo de métodos.

—Parece que estas llena de energía.

Diana se puso rígida al escuchar su voz desde atrás, y cuando me gire vi a Edmund apoyado contra la pared, viendo su cuerpo apoyado contra el marco de la ventana la miro con sus fríos ojos azules.

—Ven

Tan pronto como note que se acercaba sentí su mano agarrándome. Mi cuerpo, que había estado asomado por la ventana, estaba a salvo en el interior y mis pies estaban en el suelo. Edmund se estiró detrás de ella y cerró la ventana de un golpe.

—¿Estás loca?

Se cepillo ásperamente su cabello mostrando cuán enojado estaba, aplasto a Diana con la mirada y esta solo temblaba. No puedo creer que me atrapo haciendo esto.

—Yo, yo solo...

—¿Sólo? ¿Intentabas saltar por la ventana como pasatiempo?

Sus palabras eran duras, pero su tono era extremadamente tranquilo y eso la asustó más.

—Supongo que hiciste esto porque estas demasiado enérgica.

Sentí su mano fría tocar mi mejilla. A Edmund no le gustó la forma en que se apartó, así que la agarró y la sostuvo entre sus brazos.

—¡Vaya, suéltame!

—Supongo que sí.

Edmund respondió secamente y caminó directamente a la cama.

—No quiero...

Mi cuerpo, que recordaba claramente lo que había sucedido allí, tembló por reflejo. La abrazó y abrazó hasta que perdió la conciencia. Le dejo claro que había estado manteniendo la calma, ya que la soltaba cuando se quedaba sin energía, pero ahora sus ojos estaban cegados por lo que acaba de presenciar.

—Me equivoqué, ¿de acuerdo? No lo haré, no lo haré... mm-hmm.

Mis labios fueron tragados por él mientras intentaba torpemente defenderme. Ni siquiera me atreví a quitarme sus labios y su lengua me chupo con fuerza. Fue también porque no sabía qué tipo de represalia vendría si lo hacía. Al final, no tenía más remedio que obedecer.

A lo largo de su relación, Edmund trató a Diana como si fuera un pajarito o una joya dentro de un joyero que era tan preciado que no podía sacarlo para verlo. Para mí era inimaginable verlo comportarse de esta manera ahora.

—¡Para, ah, ah!

La estaba penetrando por detrás, acostada boca abajo como un perro. La primera vez gemí nasalmente, lamentando que cada vez que me penetraba derramaba jugos de amor. Encerrada en esta habitación atravesaba mi carne húmeda y se hundía dentro de ella.

—¡Edmund! ¡Ah!

De repente, estallo con un grito con su pene profundamente atascado. Al mismo tiempo sus manos agarraban sus pechos y con dos dedos pellizcaba y frotaba sus pezones. Mis pezones, que ya se habían vuelto sensibles, los sentía adoloridos cada vez que los presionaba sin piedad, pero sus persistentes dedos no se detuvieron.

Dejando marcas rojas e hinchadas con la forma de sus manos en sus enormes pechos. Cada vez que movía la cintura me agarraba de la cadera levantando mi trasero, eran las manos del hombre que me penetraba sin piedad.

—Oh mi

Cuanto más fuerte eran las estocadas por detrás, más ásperos se volvían los gemidos de Diana. Al final, su cuerpo que no pudo soportarlo se derrumbó.

Pam, pam,pam

Con la mano azoto su nalga izquierda sin dudarlo dejándola roja e hinchada. La nalga que azotaba sentía como aumentaba de tamaño. Diana parpadeó ante la sensación de hormigueo.

—Te había dicho que esperaras.

No tenía sentido contar cuántas veces había entrado y salido la noche anterior. El pene de Edmund atravesó muchas veces el trasero de Diana hasta que se desmayó, y cuando volví a abrir los ojos, la  enorme cosa todavía estaba dentro de mí.

—Uf... Uf… mmm…

Los muslos me hormigueaban y las nalgas las sentía entumecidas como si hubiera perdido la sensibilidad también me dolía la cadera. La había estado agarrando con sus fuertes manos todo el tiempo. Por supuesto, donde más me dolía era el coño, donde su gran y duro pene entro y salió sin interrupción. La fuerza con la que penetro su muy abierto agujero no disminuyo en absoluto.

¿Se supone que así debe ser?

Era mi primera vez para todo, así que no lo sabía. Mientras él estaba fuera, todo lo que hacía era dormir porque estaba exhausta. Dependía de él para despertarla, alimentarla, lavarla, y cuando lo hacía, era tan amable como si fuera otra persona quien la poseía en la cama.

Él nació en una familia noble y ha vivido con todo tipo de cuidados pero curiosamente estaba muy familiarizado haciendo estas acciones. Pero al final volvía a ser feroz en la cama,

—Edmund, por favor, sé amable...

Diana se echó a llorar. Qué diablos había hecho para que él se volviera así, no tenía forma de saberlo. Solo habían fingido ser amantes como un favor.

—Te trate con respeto, pero debió haber sido aburrido. Si hubiera sabido que eso era lo que sentías, lo habría hecho antes.

Incluso estaba fuera de sí y su mirada era algo perturbadora, ella se acurrucó con miedo. Sin embargo, no importaba cuánto se acurrucara no había forma de escapar de su mirada. Al final tranquilamente solo podía esperar su toque como cuando le daba de comer.

—¿En qué estás pensando, Diana?

Era bueno observándola mientras la seguía penetrando como una bestia. Si ella pensaba en algo más, lo notaba hasta el punto de asombrarla.

—¿Quieres saltar por la ventana?

—¡Que, eh!

—Responde.

La mano que había estado jugueteando con su pecho subió y se metió en su boca. No había diferencia entre meter los dedos en su boca juagando con su lengua mientras rozaba con su paladar a meterlos en su coño jugando moviéndolos en su interior.

—Si no me respondes, ¿quieres que lo meta aquí?

Su pequeño cuerpo tembló por sus obscenas palabras que resonaban en sus oídos. Por eso, sin darme cuenta, presiono su pene contra mi abertura y lo apreto.

—..Diana.

Él ronroneó. Su voz sonó como si estuviera en llamas.

—Oh mi...

—Se ha vuelto lascivo.

Su apretado agujero se contrajo. Empujó su pene hasta el límite y lo mordió con fuerza. Dejando escapar un suspiro caliente, presiono la espalda de Diana tirando de su cadera con fuerza. Diana estrujo la sábana y gimió cuando la unión se hizo más profunda. No fue fácil para ella gritar debido a sus dedos que aún llenaban su boca.

Diana sollozó cuando con la mano presiono su vientre mientras la apuñalaba profundamente, y lentamente volvió a preguntar.

—¿Que estabas pensando?

Actuó con tenacidad, como si estuviera ansioso por escuchar una respuesta.

—nosotros...

—¿nosotros?

Su voz estaba teñida de alegría.

—Pensé... en cuando nos conocimos... CÓMO, pensé...

Edmund no escuchó nada más. ¿Tal vez lo ofendí? No podía entender sus verdaderas intenciones, así que Diana estaba aterrorizada.

—Es mi primera vez…

Dijo mientras alejaba lentamente la cadera y la volvía a acercar. Estaba tartamudeando algo. A medida que el ritmo de las estocadas se hizo más lentas, Diana se volvió un poco más accesible. Incluso el hombre que la penetra como una bestia necesitaba un descanso. Creo que ya era hora de que terminara y ella lo esperaba con ansias.

A lo largo de su confinamiento en esta habitación, luchaba por distinguir cuándo Edmund era agresivo y cuándo era amable. Pero al final no podía hacerlo.

—Entonces, ¿en qué pensaste?

Dijo, dándole la espalda frotando su interior sensible. Finalmente, Diana se rindió.

—Pensé que no sabía que eras... una persona así.

—¿Cómo soy?

Se rio y mordió el cuello de Diana con fuerza.

—Tú… esto, así…

No pudo continuar tan fácilmente.

¿Qué diablos puedo decir? ¿No sabías que eras un pervertido? ¿No sabía que tenías un gusto tan sádico? ¿No sabía que tu rostro angelical era una máscara? Pensé que cualquiera cosa que dijera despertaría su ira.

—¿Por qué dejaste de hablar?

Mientras sonreía, su aliento caliente se derramó en sus oídos.

—Algo que no debería oír.

Su mano, que frotaba su pecho, apretó suavemente su pezón. Ante el urgente gesto, Diana finalmente dijo lo más amable que se le ocurrió.

—No sabía que eras una... persona tan enérgica.

Elegí las mejores palabras en la medida de lo posible. Sin embargo, el hombre que la estaba penetrando por detrás no dijo nada. Me sentí ansiosa por eso y quería comprobarlo, pero no me atreví a girar la cabeza. Al escuchar su risa detrás me puso la piel de gallina.

¿Le gustó lo que dije?

—Diana.

Como si se hubiera tranquilizado, la fuerza de su mano disminuyo sosteniendo su pecho. Dijo, acariciando lentamente su pecho de nuevo, rodando su pezón hinchado entre sus dedos.

—¿Entonces pensaste que yo era un eunuco?

—No es así... ¡Ay!

Diana apretó la sábana como si fuera a rasgarla, ¿Lo molesté de nuevo? La velocidad de sus estocadas aumentaron repentinamente de nuevo. Para evitar la situación, Diana negó con la cabeza y encontró una excusa. De hecho, no sabía por qué tenía que ir tan lejos, pero no había nada que no pudiera decir para detener sus tenaces gestos.

—Ja, pero no me hiciste nada...

De verdad no lo hiciste Diana se mordió el labio. Fue nada menos que Edmund quien la trató como un caballero al servicio de un santo. No fue irrazonable de su parte que pensara eso porque actuó como si no tuviera ni una pizca de lujuria. Y eso fue lo aterrador de Edmund.

¿Cómo diablos había estado lidiando consigo mismo mientras ocultaba su verdadera naturaleza?

Tal vez esté escondiendo algo más aterrador que esto. Cuanto más lo pensaba, más espeluznante se volvía.

 —Siempre quise hacerte esto.

Era la primera vez que lo escuchaba. ¿No se mantuvo siempre casto conmigo?

—Ha sido bastante difícil para mí seguir pretendiendo ser recatado.

Dijo, metiendo el pene profundamente dentro de ella. Diana se agitó por el profundo placer, Luego, apenas aferrándose a seguir consiente dijo:

—¿Por qué, por qué... me estás haciendo esto?

Diana se armó de valor y pregunto, sentía curiosidad por saber que lo había hecho explotar después de soportar tanto. Si supiera eso, podría saber cómo apagar la virilidad del hombre que la seguía penetrando hasta sofocarla.

—Bien.

Dijo, mientras acariciaba lentamente su pubis con su pene dentro, sentía como lo mordía su interior.

—Piensa en eso, Diana.

Nunca dio una respuesta fácil. En cambio, lo que tenía dentro lo movió con fuerza y la penetro más profundamente aplastando su interior.

—¡Sí, ja...!

Cada vez que lo metía, Diana estallaba con estridentes gemidos. Le dijo que lo pensara, pero no me dio tiempo para hacerlo. Eventualmente, Diana se quedó sin fuerzas y no pudo descubrir nada de él. Ni siquiera tenía la energía para volver a juntar mis piernas flácidas no podía moverse sobre la sábana. Edmund, que se había apartado de ella, lo vi caminando hacia el baño.

Al igual que Diana, él también estaba desnudo, con cada paso que daba los músculos de su espalda se ondulaban suavemente y los músculos de sus nalgas se tensaban y aflojaban repetidamente. Estaba completamente desnudo, como si Dios la hubiera esculpido, no, como si Dios hubiera bajado a la tierra convirtiéndose por un tiempo en un ser humano. Incluso mantenía la cosa erguida entre las piernas.

Un momento después, Edmund regresó con un recipiente con agua y una toalla, y notó que Diana, sin notarlo, estaba admirando su cuerpo desnudo, y una profunda sonrisa apareció en su rostro mientras la miraba. Diana giró rápidamente la cabeza, pero no pudo evitar ser atrapada por él, Edmund relajado separó las piernas de Diana.  

No tenía la energía para quitárselo de encima, así que todo lo que podía hacer era mirarlo mientras recuperaba el aliento. Empezó a limpiar lentamente entre las piernas de Diana con la toalla mojada. Debido que mi cuerpo seguía sensible cada vez que me limpiaba con la toalla me hizo gemir. Edmund limpio con cuidado entre las piernas de Diana con delicadeza, la apariencia tiránica de Edmund, que la había retenido hace solo un momento, había desaparecido.

Continuó limpiando en silencio, manteniendo sus piernas separadas, que ella seguía intentando cerrar avergonzada. Aunque siempre dependía de él limpiar los fluidos que habían derramado, Diana lloro por la vergüenza. Nunca imagine que estaría tan indefensa frente a este hombre.

¿Cómo podre escapar? ¿Cómo podre hacerlo...?

Edmund le sonrió dulcemente mientras hacía contacto visual. Como si hubiera olvidado todo, acababa de follarla como un perro. Diana se sintió más extraña por no estar así de loca. Su cuerpo exhausto, que había estado follando en la cama durante mucho tiempo, de inmediato hizo una señal.  

Rápidamente envolvió su barriga ante el fuerte gruñido pero no pudo ocultarlo. Edmund dejo de limpiarla y Diana se sintió avergonzada, quería golpearse la cabeza y morir.

—Dios mío, fui descuidado.

Edmund acarició su delgado estómago. Mirando su cuerpo temblar sonrió con tristeza. Diana se arrastró un poco hacia atrás, horrorizada por la expresión de su rostro, pero luego se tumbó tranquilamente de nuevo por la mirada centelleante de Edmund.

—Déjame pedir la comida.

Tiró de la cuerda que colgaba junto a la cama.

—Come más.

Cuando Edmund llevó una fresa llena de crema batida a su boca, Diana sacó la lengua y lamió la crema con cuidado. Diana suspiró ante el sabor de la crema que era tan dulce y suave que hizo que su cuerpo hormigueara. Poco después, el sabor agridulce llenó su boca al masticar la fresa.

—Estoy llena...

Diana gimió pero no funciono y empujó con firmeza el dulce postre. Después de que Diana terminara de comer le lavo las manos, y fue el turno del postre. Su tía le había prohibido comer alimentos con mantequilla y crema, así que cuando algo dulce tocaba su boca, se mareaba por un momento. Era como alguien adicta a las drogas. No pudo ocultar su satisfacción cuando la veía comer el postre mientras le daba de comer.

—Ah...

Lo comió porque pensó que él volvería a hacer una expresión sangrienta si no lo hacía, pero por otro lado, Diana seguía dudando si realmente podía hacer esto.

Era inexplicable que me sintiera atrapada en este dormitorio cuando seguía devorando la comida grasosa y dulce que me daba todo el tiempo. Me sentía tan depravada que más tarde el día que sea llamada ante Dios, iba a caer en el fuego de azufre.

—Oh, lo hare.

El siguiente postre fue un pastel cubierto con crema pastelera. Cuando la crema de dulce sabor entró en su boca, Diana la chupó. Sin esperar, Edmund volvía a cortar un trozo del pastel lleno de crema batida y lo empujó hacia Diana.

—Edmund también come, hmm.

Diana jadeó mientras le ofrecía postre.

—Bueno, ya estoy comiendo.

Sonriendo, bajó la mano que no tenía ocupada y clavo un dedo en la raja de Diana. Rozando lo que tenía enterrado en su húmeda vagina que no era más que su pene. Moviendo el falo entre sus piernas lo empujó poco a poco. Dijo que simplemente lo pondría, pero por supuesto no era su intención.

—No te muevas, no... Hau

—Tú lo estás moviendo, Diana.

Mintió descaradamente, apretando su pecho con fuerza. Lo había estado acariciando todo el tiempo mientras la estaba alimentando. Con las uñas araño su pezón, y su cuerpo que sostenía rebotó. El movimiento hizo que derramara la crema batida del pastel que tenía en la mano. La blanca crema escurrió por los inmaculados pechos de Diana hasta su vello púbico.

La crema batida fluyó dejando un camino dulce, estimulando su cuerpo haciendo que sienta una extraña sensación y Diana respiró hondo. La crema batida esparcida sobre su vello púbico se veía bastante erótica. Tal vez él tuvo el mismo pensamiento por que pude sentir como se hincho un poco más lo que tenía dentro.

—Vaya, creo que necesito limpiarte.

De repente escuche su voz escalofriante en mi oído.  Antes de que pudiera hacer algo, saco lo que tenía atascado debajo. Recostada sobre la sábana cubierta de crema Diana vio al  hombre entre sus piernas.  Él tomó una porción de crema batida con los dedos y la esparció generosamente sobre su área secreta.

Mientras Diana estaba sorprendida, el enterró su rostro entre sus piernas sin dudarlo.

—Oh, no...

Mi cuerpo, sumido por el desmedido placer, inmediatamente se recuperó y reaccionó. La crema se derritió suavemente con la temperatura de su cuerpo y se mezcló con su jugo de amor, empapando las sábanas.

—Detente. . .

Levantó la cabeza como si no le importara solo después de lamer el coño de Diana.

—Porque te estoy limpiando.

—Ahora es tu turno.

Como si quisiera una recompensa por su atento trato, levantó la mano, que estaba cubierta de crema batida y su jugo, embarrándolo sobre su pene.

—Chúpalo, todo.

Abrió las piernas y le hizo un gesto a Diana, como preguntando qué estaba esperando.  Su pene, que asentía como si estuviera vivo, era tan grande como siempre. Ya podía ver el líquido en la punta brillando acumulándose en el grande.

—Límpialo con la boca.

Incluso con el trasero al aire, su expresión era distante y despreocupada, como si fuera un sacerdote. Cada vez que presenciaba la brecha, Diana pensó que tal vez había dos Edmund, o que tenía un gemelo y estaban decididos a engañarlas.

—¿Debería follarte?

Al escuchar su voz grave Diana volvió a la realidad. Mordiendo y chupando su cosa para limpiarla. Era algo que ya había hecho y le hormigueaba la boca, pero aun no me acostumbraba. Diana se inclinó sin dudarlo. No pasaría nada bueno si lo hacía esperar tal como lo había experimentado y al final terminaría haciéndolo.

Solo era la diferencia entre ser abrazada por él mordiéndolo en su interior o meterlo en su boca primero. Diana lo miró de nuevo, arrodillándose frente a él. Al mirar su inexpresivo rostro se me puso un poco la piel de gallina. Extendí la mano y apreté el gran bulto hinchado, algo tan grande y duro que no podía creer que sea parte de su cuerpo pero tampoco podía creer que mi cuerpo lo aceptara.

Empecé a mover lentamente la cabeza arriba y abajo sosteniendo su cosa con ambas manos. Lo que ella pensó que estaba lo suficiente hinchado creció en tamaño en sus manos. Cuando toqué suavemente la punta del glande que estaba ahuecado, el fluido de cobre que era pegajoso se embarro en las yemas de mis dedos.

Los ojos de Edmund se entrecerraron mientras acariciaba suavemente el pilar que le sobresalían las venas. Parecía insatisfecho con eso. Diana tragó saliva al ver el gran tamaño que creció y era lo suficientemente grande para asustarla con solo mirarlo.

—¿Cuánto tiempo más lo estarás sacudiendo?

Siguiendo otro suave impulso. Diana comenzó a meterlo poco a poco en su boca mientras lo masturbaba. Tal como le había enseñado, lo lamí con la lengua, limpié la abolladura en la punta y comenzó a lamer la columna venosa. Mientras chupaba el falo cubierto con crema batida, el sabor dulce se extendió por mi boca.

Edmund gimió inclinando la cabeza hacia atrás, de repente la agarró sacando su pene y levanto su rostro.

—Diana.

Los asustados ojos verdes se volvieron hacia él. El área alrededor de mi boca estaba llena de restos de crema batida. Los ojos de Edmund brillaron cuando la miró, luego sacó la lengua y lamió los labios de Diana.

—Yo también quiero comer.

Diana respiró hondo y lo volvió a aceptar.

Cuando abrí los ojos, definitivamente seguía en el dormitorio. El tiempo seguía pasando y aun no sabía cuántos días habían pasado. La cama sostenida por cuatro enormes pilares era demasiado grande para ambos, la mullida alfombra, el sofá, el banco de cama y la mesilla. Era un espacio y un paisaje con el que estaba ahora bastante familiarizada.

El hecho de que la habitación en la que había estado confinada se ha convertido ahora en un espacio bastante íntimo la sorprendió y consternó. Estaba lo suficiente acostumbrada como para ya no sorprenderme cuando abría los ojos. El lugar donde dormía Edmund estaba vacío. La abrazó toda la noche y la soltó hasta que Diana se desmayó.

Cuando me levanté, la sábana se deslizó mostrando mi pecho desnudo y pude ver las marcas que Edmund dejó anoche floreciendo sobre su blanca piel. Estaba poniendo mucho esfuerzo en dejar marcas en su cuerpo. Por un momento, Diana miró fijamente las marcas.

Mirando la mezcla de marcas unas ligeramente más pálidas y otras más oscuras, traté de calcular cuánto tiempo había pasado desde que me confino aquí. Me di por vencida poco después preguntándome qué significaban. Diana alargó la mano y se puso el negligé que estaba junto a su cama.

El negligé hecho de fina seda era translúcido, que reflejaba sutilmente las líneas del cuerpo delgado y sensual de Diana. Era el único tipo de ropa que le permitía usar.  Era vergonzoso llevar el negligé azul cielo que él podía quitarle muy fácilmente con solo un gesto de su mano, pero sin esto puesto no tendría más remedio que estar desnuda.

Diana se vistió y suspiró mientras salía de la cama. El dolor punzante entre mis piernas y en la parte baja de mi espalda me hizo recordar lo que pasó anoche, haciéndome sonrojar sin darme cuenta. Después de tener relaciones solía quedarme dormida casi desmayada, pero cada vez que me despertaba, mi cuerpo siempre estaba limpio.   

Su rostro se puso más rojo al recordar sus manos limpiándola mientras dormía. A diferencia de como la tocaba cuando codiciaba su cuerpo, cuando la limpiaba su toque era delicado y gentil. Como si estuviera tocando una frágil muñeca de porcelana. Cuando Edmund acariciaba suavemente mi cuerpo, que había trabajado demasiado en el dormitorio, me sentía adormecida y me dormía antes de darme cuenta.

¿Lavaba a todas sus mujeres después de tener relaciones? Como siempre ha sido cortés, esto también puede ser parte de sus modales. ¿Con cuántas mujeres se habrá acostado? mujeres sin rostro, desconocidas flotaban en su cabeza, por alguna razón sintió como si un fuego ardiera dentro de ella.

Este sentimiento fue tan ridículo que Diana sonrió impotente. Luego me puse las pantuflas y me acerqué a la ventana. Había llovido toda la noche, por lo que el suelo estaba mojado. Mirando hacia abajo desde la ventana, dejé escapar un suspiro.

—¿Qué tan alto será?

La mirada de Diana se volvió hacia el edificio de enfrente. Cuando dijo por primera vez que compro una villa, nunca imaginé que sería tan grande. Esta villa era un hermoso castillo que parecía sacado de un cuento de hadas. El edificio con sólidos muros de piedra y magníficos arcos creaba una atmósfera misteriosa.

Era el lugar donde el príncipe y la princesa, sobre quienes había leído de niña, vivían felices para siempre. Y de hecho, era un castillo. No era una réplica, era un verdadero castillo que uso la familia real hace mucho tiempo, y Edmund lo compró, lo reparó y lo amplió. No podía creer que haya comprado este lugar y lo haya renovado. Sabía que el duque de Serwell era rico, pero nunca imagine que lo fuera tanto.

Contrariamente a su aspecto clásico, la fortaleza estaba dotada de perfectas instalaciones para sus residentes. Nunca he salido del dormitorio, pero el baño tenía una tubería de agua caliente. Era un ideal que todos quisieran vivir al menos una vez, o venir a ver al menos una vez. Si no hubiera sido por la situación actual, Diana podría haber estado feliz de quedarse en este castillo de cuento de hadas.

Diana volvió a inclinar la cabeza estimando la altura hasta el suelo. Era una distancia bastante grande. Ahora que lo pienso, ni siquiera sabía en qué piso estaba encerrada.

¿En qué piso estaré? ¿Tercer piso? ¿Cuarto piso? Como no conocía los detalles de la estructura de la villa o la forma general del castillo, solo podía adivinar. Seguí pensando en saltar, me eche a reír brevemente ante el pensamiento. Nunca he trepado un árbol  o escalado una pared y debido a que no tenía la habilidad, corría un gran riesgo de romperme una pierna o torcerme el tobillo antes de poder escapar.

Incluso si tenía la suerte de aterrizar de manera segura, tenía un problema mayor. No sabía dónde estaba, y no sabía a dónde ir. Además solo tenía este atuendo, Diana bajó la vista hacia su fino negligé de seda. Las pantuflas que llevaban puestas tampoco eran adecuadas para caminar por el bosque. Todo lo que podía ver eran árboles.

Como dijo, era una villa ubicada en lo profundo de un bosque. Por la noche, los gruñidos de las bestias eran muy fuertes por lo que era impensable que saliera sola por el bosque. Desde el día en que se perdió en un bosque cuando era niña, nunca ha vuelto a entrar en las profundidades de un  bosque. Pero estaba en una villa rodeada por un denso bosque.

Todo lo que pude dar fue un suspiro. El hombre que había conocido se había convertido en una persona completamente diferente. En primer lugar, porque era Edmund, mi tía no pudo dejar de sonreír pensando en su hermano que se había ido antes, estaba más que feliz porque había encontrado un buen compañero de matrimonio.

—¡Dios mío, el duque de Serwell! ¡Diana, sabía que lo lograrías!

Cuando vi la cara de alegría de mi tía, no tuve el coraje de decir la verdad sobre cómo comenzó nuestra relación.

—Ya que esto ha sucedido, sigamos adelante con el matrimonio de una vez.

La vizcondesa Pamina estaba orgullosa de su sobrina, que había pillado un gran novio.

—¿Cómo diablos hiciste que el Duque se enamorara de ti?

Incluso Agnes no pudo ocultar su sorpresa, diciendo que necesitaba aprender de ella. Cuanto más pasaba el tiempo, más difícil se volvía para Diana mantener la boca cerrada, hasta que llegó el momento en que quiso pensar que lo que la gente creía era real. Quería que Edmund realmente la amara.

¿Qué diablos quiere de ella? ¿Solo quiere mantenerme encerrada en esta habitación para follarme?

Completamente separada del mundo exterior, parecía ajena al paso del tiempo.

Pero, ¿cuánto tiempo podrá durar esta vida? No podía dejarla encerrada aquí para siempre. Porque llegará un momento en que él también se cansará. Si es así, ¿me abandonara?

—Supongo que estaba aburrido.

Debo haber tocado su ego fue un breve pensamiento. Él es el duque a quien todos admiran, y ella era solo una joven ordinaria del campo. Solo estaba enojado porque se atrevió a pedir primero que  rompieran. No fue hasta que pagué un alto precio de esta manera que me di cuenta de que había sido demasiado complaciente. Pero esa no parecía ser la única razón para encerrarla.

Piensa en eso, Diana.

Pero no importaba cuánto lo pensara, no podía encontrar la respuesta exacta. ¿Qué quiere Edmund después de todo? que quiere después de encerrarme en este lugar y codiciar mi cuerpo...

El Edmund educado y afectuoso, y el Edmund en el dormitorio, eran personas completamente diferentes. ¿Cuántas personas conocerán la brecha? Si soy la única mujer a quien le ha mostrado este lado suyo... ¿será porque le gusto?

Entonces, no solo me mostro su verdadera naturaleza.

—¿Qué estás pensando?

Diana negó con la cabeza. La repentina ilusión me hizo reír. ¿No fue sólo un sueño?

Expresa su posesividad atándome por amor para que no pueda ir a ninguna parte. Por supuesto que no podía ser eso. Sí, eso es ridículo.

Ella sonrió con tristeza. Si era alguien a quien apreciaba y amaba, no me habría encerrado así ni tomaría mi cuerpo día y noche.

¿No fue él quien me follo hasta que me quede sin fuerzas? No me soltó aunque fuera duro.

Esto es solo un castigo. Estaba claro que su plan de confinarla en este pintoresco castillo solo terminaría cuando hubiera cogido su cuerpo a gusto. El miedo se apoderó de mí al pensar que había ocultado completamente su verdadera naturaleza cuando me reunía con él.

¿Por qué no lo sabía? ¿Cómo podría no saberlo?

Estaba resentida conmigo misma por no haberme dado cuenta de esto durante los meses que había estado saliendo con él. Me sentí tan patética que casi me eché a llorar. Se le puso la piel de gallina y envolvió sus brazos con fuerza alrededor de su cuerpo.

Tengo miedo.

Para ser exacta, ella tenía más miedo de ser domesticada gradualmente por él. Acostumbrarme a estar encerrada en esta gran habitación elegante, esperándolo todo el tiempo, mezclándose y no poder hacer nada sin su cuidado. Si continuaba así, su existencia podría desaparecer sin dejar rastro. Se convertiría en una muñeca encerrada en su dormitorio esperando su toque, y después de eso, no sabía cuánto tiempo duraría su extraña obsesión.

Si se cansaba de jugar con ella, podría tirarla sin dudarlo. No, eso ya era un procedimiento pre programado. El hecho de que él la haya encerrado en primer lugar debió haber sido porque se había enfadado por romper con él.

—Tengo que huir

Solo atroces pensamientos llenaron mi mente. Una vez que escape de este lugar y regrese a casa de mi tía, Edmund no tendrá más remedio que huir a su territorio. Incluso si es el jefe de la familia ducal, no puede simplemente arrastrar a una mujer cuando nadie te ve. Así que tengo que salir de aquí y encomendarme a mi tía.

Tal vez ya volvió de sus vacaciones.

Diana reflexionó sobre la fecha en que se suponía que su tía y Agnes regresarían. Mientras cruzaba los dedos uno por uno, Diana se dio cuenta de que en realidad no era consciente de que día era. No había casi nada para saber qué hora o día era aparte de la serie de puestas de sol y amaneceres, así que evité pensar en eso.

No sabía que día era, pero lo cierto era que mi tía y Agnes regresarían tarde o temprano. Entonces, por ahora, lo urgente era que dejara esta villa.

—¿Pero cómo?

No importa cuánto lo pensara, no podía pensar en una forma precisa. No solo no era conveniente que saltara, sino que era claro que no sería fácil evitar que la vigilara porque siempre estaba en la villa. Fue cuando miraba por la ventana, perturbada por varios pensamientos.

—¿En qué estás pensando?s

Una mano se extendió por detrás y abrazó la cintura de Diana. Al instante se sumergió en los brazos del hombre. Los brazos envueltos alrededor de su cintura la sujetaron lo suficientemente fuerte como si no pensara soltarla.

—No notaste que me acercaba.

Edmund bajó la cabeza y la enterró en el cuello de Diana. Diana tembló cuando su cálido aliento le hizo cosquillas en el cuello.

—¿Estas pensado en saltar por la ventana de nuevo?

—No.

Diana se sorprendió y respondió demasiado rápido. Me sentía avergonzada como si hubiera leído todos mis pensamientos.

—¿Así que?

Apretó los brazos alrededor de su cintura.

—Solo... miraba los árboles.

Diana señaló hacia la ventana, donde los pétalos de los cerezos en flor se habían esparcido y todo se había vuelto rosa.

—Porque es tan hermoso.

—No hay forma de salir de este bosque, ¿pensabas lo mismo?

—Su...

Sin saber qué responder, Diana se quedó sin palabras.

—Sigue siendo linda, Diana.

Frotó su nariz contra su hombro mientras soltaba una risa baja. Mientras tanto, sus manos alrededor de su cintura se movieron gradualmente hacia arriba, agarrando sus senos comenzaron a amasarlos. No llevaba nada debajo de la fina seda. No llevaba puesto ni un corsé ajustado ni mínima ropa interior. En ese estado, la respiración de Diana se hizo más áspera cuando sus grandes y duras manos comenzaron a aplastar la suave carne.

—Bueno, Edmund... hhhmm.

Era una escena demasiado reveladora. Sus grandes manos envolvieron sus montículos y los amasó lentamente, pude ver como reaccionaba inmediatamente su cuerpo debajo de la delgada tela. Diana se sintió más avergonzada cuando sus hinchados y duros pezones parecían seducirlo. Diana gimió mientras retorcía con sus dedos los puntiagudos pezones.

—Edmund, aquí...

Mientras continuaba sus intensas caricias, Diana se avergonzó mientras luchaba con el familiar placer.

—¿Entonces así?

Preguntó con calma. A diferencia de la respiración de Diana, la voz de Edmund era extremadamente tranquila. Al igual que en los viejos tiempos cuando era amable y cortés con ella,

—Aquí... así

Me abrazaba día y noche. Sin embargo, el interior estaba oscuro porque las cortinas gruesas generalmente estaban cerradas. Pero ahora.

—¿Así como?

Él persistió.

—Hay mucha luz...

De pie justo frente la ventana, podía ver su cuerpo claramente.

—Entonces, ¿eres tímida?

Preguntó con curiosidad. Por supuesto, Diana pensó que era ridículo si se resistía. Con luz o a oscuras, ¿qué diablos importaba eso?, daba lo mismo la abrazaría de todos modos. Aun así, era vergonzoso estar avergonzada. Además, estaban frente a la ventana.

—Estamos frente a la ventana.

Incluso si los dos estaban desnudos, incluso si nadie los veía, se sentía avergonzada, al menos era de conocimiento común que esas cosas entre un hombre y una mujer se hacían en la cama. Pero desde que estaba encerrada en esta habitación, todo su sentido común se había hecho añicos. En el sofá, en la suave alfombra del piso y en el baño, la abrazó sin dudarlo.

Aun así, en un día tan brillante, junto a la ventana. . .

Al verlo callarse de repente, el miedo se apodero de Diana. ¿Qué dijo mal?

—Sí, fui demasiado terco.

—¿?

Por un momento, su voz sonó demasiado siniestra. Era como escuchar un presagio antes de que llegara una crisis. La ropa que le cubría los hombros la bajó en un instante.

—Entonces dime honestamente.

El placer al que me había acostumbrado se apoderó de mí. Mirando las nuevas flores rojas que florecían donde sus labios tocaban, Diana se sintió bastante extraña. Como todo su cuerpo estaba cubierto de rastros, no veía nada nuevo. Mirando al hombre que estaba ocupado chupando su pecho, Diana recordó su apuesta.

—Pensé en ti... ups, lo hice...

Edmund la miró con su pezón en la boca. Había dos cosas en sus ojos azules: duda y sorpresa. Mientras se encontraba con esos ojos, Diana continuó tartamudeando.

—No puedo hacer nada más que esperarte.

—Tengo miedo cuando estoy sola. Cuando estoy sola en esta gran habitación, pienso en todo tipo de cosas.

Fue una declaración apresurada, pero no del todo incorrecta. Esta era una vida extrañamente cómoda de confinamiento. En repetidas ocasiones se acercaba a ella, la abrazaba y se dormían juntos. El vacío que la invadía mientras Edmund estaba fuera no era en modo alguno falso.

—¿Por ejemplo?

Diana se quedó mirando su rostro esculturalmente hermoso. La gente estaba siendo engañada por su cara. Nadie sabrá jamás la cruel naturaleza que se esconde en su interior. Incluso si testifico después de escapar de este lugar, nadie me creería.

—Diana, dime

Sus ojos azules la miraron fijamente, como si trataran de leer los pensamientos de Diana. Diana se mordió el labio suavemente. Inmediatamente con los dedos separo los labios de Diana.

—Hoy es el día en que te necesito.

Dijo Diana, acercándose a él. Edmund la agarró por la barbilla y la levantó bajando su cabeza. Sus ojos se encontraron y la miro como si quisiera ver a través de su interior. Era una mirada aguda, como si tratara de averiguar qué era cierto y qué era falso. Diana tenía miedo de que él notara sus pensamientos, así que agarró la mano de Edmund y la puso en su mejilla.

—Me gusta aquí.

—Me amas tanto... Tocándome.

Los ojos azules la miraron en silencio.

—Me amas.

Ante eso, sus ojos se agitaron un poco.

Que quieres de mí. Nunca fue amor. Fue una sumisión perfecta.

Deseando que se convirtiera en una muñeca completamente domesticada en sus manos.

Salir de sus manos...

Solo había una manera. Era cuestión de suavizar los ojos de su vigilante.

—Edmund

Diana de puntillas envolvió sus brazos alrededor de su cuello. Sin dudarlo, besó su rostro mientras lo arrastraba hacia abajo.

—mmm....

Su lengua, que había separado sus labios, empezó a chupar por dentro, como estaba acostumbrado. Incluso cuando acepto su beso, los ojos de zafiro de Edmund estaban sobre Diana. Al mismo tiempo, levantó a Diana y la sentó en la ventana ayudándola para que siguiera besándolo más fácilmente. Diana apretó sus brazos alrededor de su cuello y lo acercó más. No borró sus sospechas pero la atrajo, parecía disfrutar como metía su lengua lamiendo y chupando dentro de su boca, aunque con torpeza.

—Suspiro... mmm

Al final, Diana fue la primera en separar los labios porque no podía respirar. Sus labios brillaban con la saliva que se había esparcido alrededor de su boca. Lo mismo ocurría con los labios de Edmund.

—Por qué...

Diana volvió a entrar entre sus brazos con los labios abiertos como para entrometerse en sus intenciones.

—Abrázame...

Curioso por su inusual reacción, arqueó el ceño y la miró.

—Edmund. . . Vamos a la cama, ¿sí?

Él la miró por un momento cuando volvió a suplicar.

—Diana.

—Abrázame, Edmund. Estoy ansiosa. Estoy tan ansiosa...

—¿qué?

Preguntó, acariciando suavemente la esbelta espalda de Diana, que sostenía en sus brazos.

—Te espero aquí sola. Sin mí, tú... Puedes encontrarte con cualquiera, puedes ir a cualquier lado. Yo me quedo sola, dejándome así. . .

Diana murmuró y hundió la cabeza en sus brazos. No hubo respuesta de Edmund. Ella parpadeó y esperó su reacción. Él abrazó suavemente su cuerpo, que temblaba débilmente en sus brazos. Diana cerró los ojos y se apoyó contra su cuerpo, era como si estuviera sosteniendo algo muy preciado.

Era obvio a dónde se dirigían, se movía paso a paso hacia la enorme cama donde siempre lo recibía. Diana enterró su rostro avergonzada en su cuello. Sentí su pulso acelerado. Me sentí extraña cuando pensé que también era una persona que sangraba y respiraba. Incluso después de haber sido acostada sobre la sábana blanca, Diana aún no se había apartado de él.

Quitó los brazos alrededor de su cuello y miró fijamente el rostro de Diana, su expresión no cambió mucho, pero Diana podía verlo claramente. Estaba emocionado, la miro con alegría y, sin embargo, aun sospechaba.

—Edmund.

—...esto es extraño.

Miró a Diana con los ojos entrecerrados. Pero en lo que se refiere a su cuerpo, parecía reaccionar constantemente a ella, y la parte delantera de sus pantalones se hinchó densamente. Los ojos de Diana se iluminaron cuando lo vio.

—Lo sabes. La razón por la que rompí contigo fue en realidad porque tenía miedo. En realidad, pensé que querías terminar conmigo, pero no podías decirlo y te lo tragaste, así que... pensé que debía decirlo primero.

Tan pronto como la acostó sobre la suave sabana, enrolló su negligé, y separó las piernas. Haciendo un descarado sonido, sus piernas abiertas expusieron su vagina húmeda. Se había acostumbrado a este hábito suyo. Diana sabía muy bien lo que vendría después. El hombre, acariciando su carne roja y húmeda, metió la cara entre las piernas. Era un tipo diferente de placer que le daba su grueso y largo pene al invadir su cuerpo.

—Um…

Mientras él mordía, chupaba y lamía, Diana luchaba por mantener su mente que se desvanecía. Era una oportunidad para poner en práctica lo que había estado pensando todo este tiempo. Cuando levantó la cabeza, Diana jadeó y se levantó.

—Yo también. Lo haré por ti.

Diana bajó con cuidado la mano y la colocó en la parte delantera de sus pantalones. Cuando la cosa terriblemente levantada la envolví con mi mano, me asusté. Cada vez que me abrazaba, me sorprendía cómo podía meter algo tan grande y aterrador en mi interior.

 —Diana...

Su mirada brilló azul mientras torpemente desataba sus pantalones. Diana era consciente de su mirada y con cuidado desató la parte delantera de sus pantalones para sacar su falo. Tenía miedo de mirar el tamaño que ni siquiera podía cubrir con ambas manos. Sin embargo, una vez que había comenzado, no podía detenerse.

—Si vas a hacerlo, hazlo bien.

Se echó hacia atrás, ordenando con voz lánguida. Aun así, siguió observándola. Diana bajó lentamente la cabeza hacia la cosa que se erguía como la cabeza de una serpiente sin necesidad de frotarla. Su respiración se volvió un poco áspera cuando comenzó a chuparlo sacando la lengua mientras sostenía la punta en su boca.

Lamí con la lengua des la punta hasta la raíz el sonido de mi respiración se volvió un poco más áspero. Mientas lamia como un gato debe haber sido tentador, así que la agarró del pelo y tiró.

—¡Sí!

En un instante, lo metió hasta la raíz y comenzó a moverse lentamente. Los movimientos del enorme pene hasta su garganta hicieron que Diana se quedara boquiabierta y emitiera un fuerte gemido. Edmund inclinó la cabeza y cerró los ojos. Como si toda su paciencia hubiera desaparecido, Edmund movió la cintura más y más rápido.

Diana simplemente sostuvo su cabeza y se entregó a él mientras follaba su boca.

—Bien...

Un líquido blanco brotó de sus labios apretados. Edmund frunció el ceño, como si no le gustara. Como si quisiera meter la cara de Diana debajo, Edmund acercó más su rostro. Diana no pudo soportar la cosa en su boca y terminó tragándola entera. Edmund sonrió mientras observaba su semen derramarse.

—...Diana.

Edmund tiró suavemente de su cabello y la levantó. Sus ojos se oscurecieron cuando vio sus labios humedecerse con su saliva y semen. Diana observó atentamente su reacción. Los pensamientos que antes flotaban en mi cabeza me despejaron la mente. También fue divertido que estuviera pensando en esto mientras le chupaba la polla con fuerza con la boca.

—Esto es raro, Diana.

Edmund deslizó su mano en su cabello y tiró suavemente de él, levantando la cabeza de Diana. Sonrió, entrecerrando los ojos como si le gustara su apariencia con el rostro lleno de semen, aunque no había suficiente alrededor de su boca.

—¿Por qué hoy estás haciendo esto?

—Si es así... ¿no?

Preguntó, abriendo mucho los ojos. Sus ojos claros eran inimaginablemente inocentes no era para nada la imagen de lo que estaba haciendo en este momento.

—Si hay algo que quieras, dímelo.

Sus ojos tenían un brillo complejo como si estuviera tratando de juzgar su interior. Diana lo miró con la visión borrosa. Hablaba como si fuera a escucharla, pero nunca lo hacía.

—No me abandones...

Los ojos de Edmund brillaron oscuramente cuando Diana murmuró, con su cuerpo inerte colgando sobre su regazo.

—¿De qué estás hablando?

—Si juegas conmigo así y me abandonas... yo...

Diana levantó su débil cuerpo y se subió sobre él, besándolo. Su lengua se deslizó dentro de su boca, que había tragado su semen.

Frío, húmedo.

Los ojos de Edmund cambiaron repentinamente mientras chupaba y dejaba escapar un sonido voraz, su gesto mientras caía sosteniendo a Diana en sus brazos de repente se volvió desesperado. Chiik.

Su mano grande la metió debajo de la fina seda y comenzó a acariciar la suave piel. En un instante, le quito la ropa y la cubrió con su cuerpo desnudo.

—Cher, cálmate. . .

Diana exclamó temerosa mientras lo veía acomodarse entre sus piernas.

—Anímalo así.

Su mirada estaba borrosa, como si estuviera fuera de foco.

—Eso es demasiado cruel, ¿no?

Empujó directamente su pene hinchado en su húmedo coño. El cuerpo de Diana rebotó ante la repentina inserción.

—¡Afuera!

Sosteniendo sus piernas que luchaban colocándolas sobre sus hombros, la penetro más profundo. Cuando sintió que su interior, que aún no estaba húmedo y rígido, se ablandó, rápidamente comenzó a mover la cintura.

—¡Sí, uf!

Su cuerpo se movía adelante y atrás por la sensación al ser penetrada, agarró la pelvis de Diana y la sujetó. La sensación de su pene rozando sus entrañas fue tan intensa que Diana jadeó y se retorció.

Hoy definitivamente estaba diferente de lo habitual. A pesar de que sus acciones eran extremadamente duras, siempre tenía una expresión tranquila el hombre. Pero ahora...

—Diana, bésame.

Ante la orden que dio, ella lo beso sin dudarlo. El hombre, que sonreía satisfecho, metió la lengua sin demora. Al mismo tiempo, lo metió hasta el fondo hasta que escuchó un pop con cada embestida. Diana sólo le desgarró el hombro, sin saber qué hacer, como si le estuviera penetrando todo el cuerpo.

A pesar de las cicatrices rojas dejadas por sus largas uñas, su gesto no pareció disminuir.

—¡Para, para, ah!

Retorció su pene y Diana dejó escapar un gemido agudo. No pudo volver a sus sentidos cuando golpeo precisamente su punto más sensible, justo en ese punto, lo golpeo sin parar con el pene.

—¡Sí, sí! ¡Ah!

Poniendo a Diana de costado, la penetro más profundamente apoyando su pierna en su hombro. Su cuerpo, que revoloteaba como un pez atrapado en un arpón, se balanceaba salvajemente cada vez que la embestía. Las bruscas envestidas disminuyeron lentamente y luego sintió algo cálido extenderse por dentro.

Sabiendo el significado de la acción, un escalofrío me recorrió la espalda. Fue mientras miraba con los ojos en blanco cómo el líquido turbio goteaba de su entrepierna y empapaba las sábanas. De repente, le dio la vuelta y se subió encima de ella el pesado cuerpo del hombre. Diana sollozó mientras la acostaba. Trato de levantar sus caderas como le enseñó, agarró suavemente su espalda y la presionó.

—Si es duro, no tienes que levantarlo.

Ya no me quedaban fuerzas en la cintura o piernas. Por lo general, me hacía aguantar incluso golpeándome el trasero, pero parecía que iba a dejarlo pasar un poco hoy. En cambio, la puso boca abajo, empujó sus cosas entre sus nalgas y la penetro. Sus embestidas mientras sujetaba su trasero fueron sorprendentemente suaves.

Fueron movimientos lentos y ansiosos, como si estuviera compensando la anterior aventura amorosa que había hecho con fiereza. También fue porque su interior estaba lleno de semen y jugo de amor mezclado haciendo que fuera más fácil follar. Temiendo que pudiera provocarlo, hundió la cabeza en la sábana y contuvo la respiración.

La sensación al ser penetrada era palpable, pero no era nada comparado con la penetración anterior. Finalmente, el hombre que había terminado su golpe final recostó su gran cuerpo sobre el suyo. Mientras el pesado cuerpo la cubría, Diana sintió una sensación de seguridad que era difícil de explicar.

Su mano se deslizó entre los dedos de Diana y la agarro contra la sábana, Diana levantó suavemente la cabeza.

—Em...

Como si lo hubiera estado esperando, el hombre que giró la cabeza de Diana, abrió los labios y metió su lengua, soltando una risa agradable.

—Diferente, sin duda.

Al ver su mirada satisfecha pero incrédula, Diana dejó escapar un suspiro superficial y metió la lengua en su boca.

—No... no me dejes sola.

Ante las palabras susurradas en sus labios, Edmund exhaló, expandiendo enormemente su pecho. Luego, con Diana todavía en sus brazos, le dio la vuelta y la colocó encima de él. Mientras sentía el calor de su frente, Diana esperó lentamente una reacción de él. El hombre envolvió su brillante cabello castaño en su mano y jugo con él, con la otra acaricio diligentemente su espalda, cintura y trasero. Ella estaba tranquilamente recostada encima de él escuchando el sonido de su corazón.

—Te dejare dormir.

Todavía tenía su pene entre las piernas, pero a Diana no le importo.

—Cierra los ojos. Buena chica.

Edmund le dio unas suaves palmaditas en la espalda. A diferencia del tierno toque como si calmara a un bebé, la cosa dentro de su vagina húmeda latía salvajemente, pero no hubo más acción. Mientras se sumía en un sueño profundo, Diana espero tener razón.

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