La luz
del sol entraba a raudales por la ventana y caía sobre el rostro de una mujer
que dormía profundamente en la cama. Era una mujer de considerable belleza, con
hermoso cabello plateado que brillaba como hilos de plata pura y piel blanca como
de porcelana. Una grieta se frunció entre las finas cejas blancas de la bella
mujer. Tiena, frunció el ceño ante la deslumbrante luz del sol que interrumpía
su dulce sueño, abriendo a la fuerza sus temblorosos párpados.
Esto es...
Tiena,
que parpadeó un par de veces para sacudirse el sueño, se incorporó para evitar
la luz del sol pero rápidamente cayó sobre la cama de nuevo.
—...
aah.
Un
dolor insoportable e indescriptible le atravesó la cintura, haciéndole
imposible moverse. Era un dolor tan intenso que no pudo evitar reconocerlo. Los
recuerdos de la noche anterior contados por su cuerpo la pusieron rígida, olvidando
que había tratado de mantenerse alejada del sol. Ella frunció el labio, mordiéndolo
con fuerza antes de desvanecerse.
Por
alguna razón la luz del sol, que brillaba directamente sobre su rostro, le
picaba cuando intento volver abrir los ojos, sus párpados los sintió
inusualmente pesados. Me preguntaba ¿por
qué?, lloré tanto anoche porque me dolía. Podía decirlo sin verlos debían estar
muy hinchados.
Al
igual que la parte indescriptible allí abajo que me causaba un dolor insoportable
cuando intentaba moverme. Cada centímetro de mi cuerpo gritaba por el abuso que
había sufrido la noche anterior y me sentía muy débil era como si lo hubiera hecho
a propósito.
—¡Argh!
Ah...
Aun
así, los rayos del sol eran demasiado intensos, y en un intento desesperado por
girarse hacia el otro lado, dejo escapar un grito ahogado cuando las sábanas
rozaron sus nalgas. Sus nalgas, que habían sido azotadas no una, sino muchas
veces, cada vez que Lehart tenía ganas, también estaban hinchadas. No podía
verlas, pero estaba segura de que estaban magulladas.
Era
evidente por el dolor punzante, solo con el roce contra las suaves sábanas hizo
que se le llenaran los ojos de lágrimas.
—...Ja.
Finalmente
renuncio a intentar moverse, Tiena levantó su tembloroso brazo para protegerse
de la luz del sol. Pero incluso eso no pudo hacerlo por mucho tiempo, y el
dorso de su mano cayó sobre su frente. Tapándose los ojos con la mano y
apretando el labio con fuerza, Tiena recordó lo que le había pasado la noche
anterior.
Mi padre me azoto el trasero... ¡Me azoto
el trasero!
Lehart
la había azotado en nombre de probar sus sentimientos por él. Tiena nunca había
sido azotada antes, ni siquiera por su madre que le dio a luz.
¡Y... tuve sexo con mi padre!
El
hombre obligó y abrió el cuerpo de Tiena a la fuerza aun siendo su primera vez.
Como nunca antes había sido cogida por un hombre succiono
el pene de su padre a la fuerza, y el pene se deslizó dentro y fuera, cavando
hasta el estómago de Tiena dejando una gran cantidad de sí mismo en el fondo de
ella.
A pesar
de que su interior ya estaba lo suficientemente empapado, el pene la penetro
sin cesar y continuó derramando su semilla. Su interior ya estaba lleno de
semen, pero estaba determinado a llenarla hasta que rebosara. Tiena se acostó
de lado y se cubrió la parte inferior del vientre con la mano.
Su padre
que anoche llenó el vientre de su hija con su semilla sonrió de una forma que
ella no reconoció. Fue una sonrisa plena llena de saciedad. Honestamente... fue
aterrador. El Lehart de anoche parecía ser un completo extraño para Tiena. Por
lo general, era directo y frío, pero al menos para ella, era un padre amable y
bueno.
—Ahora...
no lo sé.
Era
difícil saber cuál era él real y cuál era él falso, e incluso qué tipo de
persona era Lehart. ¿Lehart era una buena
persona o una mala persona? Y yo... Me pregunto si seré capaz de pasar su
prueba.
Si era
honesta conmigo misma, quería dejarlo todo ahora mismo. Deseaba poder volver a
la noche anterior, cuando todavía no había pasado nada, para ser más precisa,
justo antes de confesarle mis sentimientos a Lehart, pero retroceder en el
tiempo era algo que solo Dios podía hacer.
No
había forma de que Tiena, una simple mortal, tuviera el poder de regresar en el
tiempo. Lo que había pasado había pasado, y ya estaba en el punto de no
retorno. Además, incluso si tuviera la capacidad de regresar en el tiempo, no sabía
si lo volvería a hacer su yo del futuro.
No, no
lo haría, pero si Lehart encontraba a una chica que le gustara y él decidía
casarse con ella,…No, no habría podido
felicitarlo por su matrimonio. Porque Tiena estaba enamorada de Lehart.
Como hombre, no como padre, ella no estaba segura de cuánto tiempo podría haber
mantenido a raya sus crecientes sentimientos por él. Pero llego a la conclusión
que ya sea que pudiera o no retroceder en el tiempo, el resultado habría sido
el mismo.
—Al
menos sé que por el momento, mi padre no verá a ninguna otra mujer además de mí.
No
podía creer que sintiera un alivio tan profundo por un hecho tan trivial
mientras la pregunta más importante seguía sin respuesta. Tiena, con una
pequeña sonrisa, quitó el brazo que cubría sus ojos. No sé lo que me espera en el futuro y tampoco sé cuánto peor sería.
Una cosa de la que podía estar segura era que, a pesar de que estaba haciendo
esto para ganarse la confianza de Lehart, no podía detenerse aquí porque ya
había llegado tan lejos.
—Yo... ya
le he dado mi virginidad a mi padre, así que...— Tiena cerró sus ojos llorosos.
El sueño se apoderó de ella y no pudo combatirlo, tal vez debido al abuso que
había soportado la noche anterior. Sus murmullos se hicieron más y más débiles,
luego se detuvieron por completo. Tiena decidió dejar el resto de las preguntas
complicadas para mañana y se rindió obedientemente al sueño que la inundaba.
Su
conciencia rápidamente se deslizó en una profunda oscuridad, pronto su
respiración se hizo uniforme y resonó en el dormitorio. Si hubiera sabido de
antemano lo que le sucedería mañana, no se habría quedado dormida tan
fácilmente. Y así durmió las últimas horas de paz que tuvo.
***
Tiena,
que había cerrado los ojos esperando que llegara el mañana, no sabía que ese mismo
día iba a desear tanto que el mañana no hubiera llegado. Después de tomar la
primera vez de Tiena, Lehart se movió en serio. El plan era suficiente. El
objetivo era poner a prueba los sentimientos de Tiena por él. Pero para poder
castigar físicamente se necesita una razón, y el lugar que Lehart había elegido
para ello fue en un banquete.
Lehart
no era del tipo que disfrutaba de los banquetes. Con el único propósito de
encontrar una razón para castigar a Tiena, asistió dos días después en el
banquete que organizo la sociedad noble del Imperio con Tiena a su lado en todo
momento.
Quienes
no conocían los detalles se sorprendieron por el repentino cambio. Lo mismo
ocurría con Tiena, quien tuvo dudas desde el principio por el comportamiento
extraño de Lehart. Era el segundo día después de la noche de libertinaje que
pareció no tener fin. No fue hasta este día después de haber tenido relaciones
con Lehart que pudo mover su cuerpo sin dificultad. Tuvo que quedarse en cama desde
entonces.
Mientras
tanto, Lehart cedió su dormitorio a Tiena, no sabía si estaba ocupado con su trabajo
o por alguna otra razón pero no vino a verla. Podía haber preguntado si estaba
bien después de haberle dado una paliza junto con acciones más crueles, estaba
un poco decepcionada por el comportamiento de Lehart al no mostrar su rostro ni
por un momento.
Por
otro lado, lo justificó diciendo que era una persona ocupada, por lo que no
podía hacer nada al respecto. Solo vino a verla cuando pudo caminar, aunque
todavía cojeaba un poco, pero al menos aparentemente estaba bien. Era obvio
cómo lo supo. Había sido informado por sus doncellas, que han sido sus manos y
pies desde que se convirtió en miembro de la familia Hartman.
O podría
haberles dado instrucciones para que la vigilaran y le informaran cuando
estuviera lo suficientemente bien. Tan pronto como vio a Lehart por primera vez
después de dos días, este dijo:
—Prepárate,
Tiena. Vamos a asistir a un banquete.
¿Un banquete? Ante
el repentino aviso, Tiena repasó el horario que se sabía de memoria.
Esto es extraño, aparte de la ceremonia de
mayoría de edad en el palacio, ¿no tenía previsto asistir a ningún banquete
hasta dentro de un mes?
Lehart
se fue de inmediato sin dar ninguna explicación mientras miraba a Tiena, quien
parpadeaba con asombro. Prepárate para el
banquete, eso fue todo. Tiena estaba muy confundida por el comportamiento
inesperado de Lehart, pero hizo lo que pidió y se preparó para asistir al
banquete.
A
partir de ahí, necesito tres horas para averiguar qué era lo que estaba
pensando Lehart, cuando la llevó a un banquete haciendo un horario que no tenía.
—Hmph....
¡Ah, ah!
Su piel
blanca, desnuda sin una sola prenda, donde se reflejaban ondas de colores bajo
la luz de la araña. Con los muslos, abiertos de par en par, que se estremecían.
Sus nalgas regordetas, amoratadas con cardenales azules por los duros azotes de
la noche anterior, se movían salvajemente.
Parecía
implicar que sería difícil superar la 'cierta' gran sensación que se apoderó de
ella. Entre los labios rojos y gruesos que se separaron redondamente, estalló
un aliento caliente. La saliva goteaba por su barbilla sin control manchando las
sábanas de la cama dejándolas empapadas.
Tal
como lo había hecho el día que le quito la virginidad, la mujer recostada boca
abajo en la cama con las manos atadas en la espalda estaba menos nerviosa
porque no podía resistir el estímulo. Su trasero se sacudía y se balanceaba.
—Hmph, chupa... ¡Hmph, ja!
Podía
sentir el líquido acuoso deslizándose por sus muslos abiertos. No sabía cuántos
clímax habia tenido. Sus muslos estaban abiertos y la delicada carne de color
rosa pálido estaba expuesta al aire y se estremecía. A través de los labios
húmedos y viscosos, pude ver el estrecho agujero que Lehart había violado tan
implacablemente.
El coño
hinchado y adolorido que escocía con cada movimiento apenas se había curado.
Por fin había vuelto a la normalidad. Y tan pronto como se curó, volvió a ser
abusado, con un enorme consolador de vidrio que tenía metido en su pobre
vagina. No estaba ni cerca del tamaño del de Lehart, pero aun así tenía unas
buenas cinco pulgadas de grosor.
El
consolador de vidrio entraba y salía, arañando el agujero que se había abierto
enormemente para acomodarlo. La pelvis de Tiena se sacudió.
—Hmph,
hmph, ah, ah...
Como si
se hubiera reventado un manantial fluyo tanto líquido de su coño, y sus
lágrimas empaparon la tela que cubría sus ojos. A diferencia de la última vez,
cuando solo tenía las manos atadas, Tiena ahora tenía los ojos tapados. La tela
negra estaba húmeda y se pegaba a su rostro, contrastando perfectamente con su
piel blanca nacarada.
El
consolador, que había estado flotando y raspando vigorosamente las paredes
interiores, de repente golpeó profundamente dentro de su vientre. Las nalgas de
Tiena rebotaron como si hubieran sido golpeadas por un rayo.
Aparte
del consolador también tenía un dildo dentro, lo habia metido primero agarrado
de un cordón rosa claro que quedaba debajo del consolador que estaba ocupado
yendo y viniendo dentro de la vagina de Tiena en lugar del pene de Lehart. El dildo
insertado delante del consolador de vidrio bloqueó el cuello uterino y sacudía
su cuerpo.
—¡Eh!
Ja... ¡Ah!
A
medida que los estímulos llegaban alternativamente, era difícil aferrarme a mi
mente correctamente. Y aunque me había sentido aliviada cuando metió el
consolador esperaba que fuera lo único
que metiera dentro de mí, Tiena se estremeció de miedo cuando volvió a meter el
grueso poste de vidrio raspando contra sus paredes. Fue porque sabía que en el
momento en que el falo de vidrio se hundiera profundamente, el dildo enviaría
una ola de placer vertiginosa a través de todo mi cuerpo.
—¡Haaaaaaaaaaaaaaah...!
Tiena cerró
los ojos con fuerza detrás de la tela negra, gimió y sacudió la cabeza. Diablos, diablos. Un jadeo irregular
escapó de entre sus labios entreabiertos.
—Hmph,
grúa...
El
intenso placer la atravesó como una tormenta. Tiena se mordió el labio lo
suficientemente fuerte como para abrirlo. Sarak,
Sarak. Pude oír el pasar de papeles, mientras estaba aturdida y era estimulada.
A diferencia de Tiena, que estaba completamente fuera de sí, la acción era
tranquila llena de compostura, era Lehart quien revisaba unos documentos sentado
en su escritorio colocado frente a la cama donde podía verla completamente.
Lehart
había estado ocupado —trabajando— no le había dado una segunda mirada desde que
la llevó a su dormitorio y la preparó así. Era casi admirable que no se hubiera
distraído con la lasciva escena que estaba teniendo lugar frente a él, ya fuera
Tiena amordazada o el agua de su coño. Había llegado al punto en que Tiena sospechaba
seriamente que la paciencia de Lehart era de acero.
—Hmph,
hmph.
Una
enorme sensación de placer recorrió todo su cuerpo. Tiena, que había estado
temblando impotente, de repente se sintió injusta.
¿Qué hice-qué hice mal?
En el
último banquete, definitivamente fue culpa de Tiena. Casi había conseguido que
la golpeara hasta convertirla en pulpa por desobedecer su orden, pero ahora ¿Ni
siquiera le habia ordenado que se quedara dónde estaba? Ella no había dicho nada
cuando Lehart la había castigado físicamente para poner a prueba sus
sentimientos.
Pero
hoy fue diferente. Hoy, Tiena no sabía qué diablos había hecho mal. Lehart dijo
que el error de Tiena fue —mirar a otro hombre—. Sin embargo, no importaba
cuánto lo pensara, no había mirado a ningún otro hombre que no fuera Lehart. No,
en realidad no podía recordarlo exactamente. Había tanta gente en el salón de
banquetes, quién sabe, tal vez inconscientemente pude haber mirado a otro
hombre.
Pero
Lehart se apresuró a señalar el error de Tiena acusándola, como si la hubiera estado
mirando todo el tiempo. Obviamente, llegamos juntos, pero él se fue tan pronto
como entraron como si tuviera un asunto urgente.
¡Tal vez no tuvo ningún asunto!
Surgió
una hipótesis. Tiena sintió que se le erizaba la piel. Tal vez… ¿tal vez uso el banquete como excusa para encontrar una razón
para castigarla desde el principio? ¿Y
si se había ido con el pretexto de hacer un recado urgente, pero en realidad
había estado observando cada uno de sus movimientos desde un lugar más alto en
el salón de banquetes?
Tiena
sintió que la sangre abandonaba su cuerpo. Solo ahora se dio cuenta de cuál
había sido el propósito real de asistir a este banquete que no estaba en su
horario. Desde el principio Lehart lo había planeado. Tiena recordó la conversación
que había escuchado entre las damas en el salón de banquetes al que había
asistido unas tres horas antes.
Vaya, vaya, vaya, ¿qué está haciendo el
Duque de Hartman aquí? ¿No
parece que está asistiendo más a menudo a los banquetes en estos días? ¡Solía ser un hombre tan difícil de ver!
¡Seguro! Se rumorea que está tratando de
encontrar pareja para la princesa de Hartman...
Bueno... Escuché que el amor del duque por
su hija adoptiva era extremo. Realmente no existe ningún amante como él, hoho.
¡Qué idiota fue mi hija!
¿Lehart está tratando de encontrarme pareja? Si
hubiera escuchado esas palabras ahora, en su cara, las habría felicitado por su
imaginación. Cuando recordé sus ojos llenos de envidia, me sentí más resentida.
Sin embargo, en la situación actual, solo había una cosa que podía hacer.
—Hmph, duro.
Padre, padre...
La
llamada desesperada mezclada con gemidos de dolor resonó en el dormitorio, y Lehart
respondió. Lehart levantó la vista de los papeles con una expresión impasible. Gracias
a que Tiena tenía los ojos vendados su cuerpo se volvió extremadamente sensible
por las oleadas de placer. Esto le permitió sentir su lenguaje corporal. Tiena,
que sintió los movimientos de Lehart, añadió apresuradamente.
—Mal,
mal… mal, padre… hhhhhhhhhh… Por favor deje de.
Las
últimas palabras salieron de mi garganta junto con mis lágrimas, pero fue
suficiente. Aunque no pudo terminar la oración, Lehart, entendió lo que Tiena
estaba tratando de decir y dejó el documento sobre el escritorio con fuerza.
Lehart, que incluso dejó el bolígrafo que sostenía, se cruzó de brazos. Se
recargo profundamente en el respaldo de la silla y cruzo las piernas.
Sus
ojos entrecerrados miraban a Tiena, que estaba acostada boca abajo en la cama,
moviéndose sola. La forma en que sus paredes vaginales se adhirieron al
consolador mientras se deslizaba dentro y fuera, apretándolo, mordiéndolo, era
obscena. El objeto de vidrio, hecho especialmente para esta ocasión, parecía
penetrar las paredes internas sin ninguna dificultad.
Cuando
el instrumento retrocedió, pude ver claramente el movimiento curvo de la carne
roja mientras era arrastrada, apretando el largo falo que avanzaba. Los
contornos de las paredes vaginales llenas de baches eran claramente visibles a
través del consolador de vidrio. El fluido que corría por el valle rosa pálido
que se abría frente a Lehart, empapaba las sábanas.
El
lujurioso coño estaba tragando y mordiendo casualmente el consolador que era empujado
violentamente dentro de él. Lehart chasqueó los dedos y dijo: —Sí.
El
movimiento del falo de vidrio que penetraba la abertura vaginal golpeaba el dildo,
que también comenzó a temblar con una intensidad mucho más fuerte que antes. El
consolador cavó frenéticamente dentro de su agujero y se movió dentro sin
piedad. Tiena abrió los labios de par en par.
—Ja,
ja. ¡Ja, ja!
Su
cabeza, que había levantado lo más que pudo, se sacudía. No podía controlarlo y
su saliva fluía por su barbilla manchando las sábanas de la cama.
—¡Eh!
¡Ja, uhhh! ¡Ah!
Tiena
no pudo volver a sus sentidos cuando el estímulo se hizo más fuerte. Antes de
que me diera cuenta, la postura que había estado manteniendo desesperadamente
se derrumbó. Lehart se levantó lentamente de su asiento cuando vio a Tiena
acostada de lado en la cama.
—Tiena—
golpe, golpe, golpe, escuche sus pesados
pasos mientras
se acercaba detrás de su voz grave. Lehart se aclaró la garganta mientras
caminaba hacia la cama, su voz sacudió el aire del dormitorio.
—Quien
te dijo que podías cambiar de postura.
Lehart
se detuvo justo frente a la cama. El rostro de Tiena se puso pálido.
—Todavía
no te he ordenado que cambies de postura, pero estoy seguro de que recuerdas
cuando dije que te sucedería algo si lo hacías mientras te castigaba.
Por
supuesto que lo recordaba. Dijo que la castigaría con más dureza. Tiena,
aterrorizada, tembló como un herbívoro atrapado en una trampa.
—¡Mal,
mal, padre, mal...!
Pidió
perdón, pero ya era demasiado tarde. Lehart estiró lentamente el brazo. Su dedo
índice enderezado presionó firmemente contra la punta del consolador que se
deslizaba frenéticamente dentro y fuera de su coño abierto. El instrumento que
vibraba salvajemente raspaba sus paredes internas metiéndose profundamente.
—Hmph,
hmph. ¡Ja, ja!
La
pelvis de Tiena, que se había estado contrayendo, se sacudió mucho. El placer
parecido a un escalofrío recorrió todo su pálido cuerpo. Zoom. Un chorro de líquido acuoso volvió a empapar las sábanas. Lehart
bajó la mano mojada con sus jugos y se limpió en la sábana luego frunció los
labios. Chup. Lehart murmuró,
mientras chupaba tranquilamente el jugo que quedaba en las puntas de sus dedos.
—Debes
haberte corrido un montón, a juzgar por las sábanas, que hice que cambiara la
mucama esta tarde, empapadas con el jugo de tu coño. Las mejillas de Tiena se
sonrojaron de vergüenza, y tembló ante la estimulación y la humillación.
—Eh,
duro...
Un
sollozo mezclado con tristeza escapó de entre sus labios. Se estremeció por el
placer que no podía manejar, pero también se sintió avergonzada por las
palabras de Lehart y derramó lágrimas de tristeza. No sé si esta inocente presa se dé cuenta. Que el comportamiento de
Tiena solo estimulaba bastante el sadismo de Lehart.
—No
puedo creer que estés pidiendo que me detenga incluso cuando desobedeciste mi
orden por tu cuenta. Estoy bastante seguro de que mi castigo no es lo
suficientemente fuerte.
—¡Oh no
no!
Tiena
luchó con todas sus fuerzas. Pero fue inútil. El aliento caliente de Lehart era
más denso que nunca, y agarró el mango del consolador de vidrio y lo empujo implacablemente
dentro de su coño. Girando, girando. El
consolador húmedo y viscoso lo movió haciendo círculos flotando las paredes vaginales,
hacia un ruido lascivo mientras lo clavaba en la abertura.
Fue una
inserción brusca y con fuerza que el mango del falo en forma de corazón casi lo
metió por completo. Lehart golpeó el consolador en el coño de Tiena y con su
gruesa palma golpeó contra la carne húmeda y resbaladiza con un movimiento
feroz.
Puck-puck-puck-puck. Golpes
y sonidos húmedos y obscenos resonaron en el dormitorio al mismo tiempo. Las
paredes interiores, el coño, y el pubis de Tiena. Fue estimulada por todas
partes. Tiena inclinó mucho el cuello y sus muslos temblaron. La tierna carne
blanca depravada rebotó y se sacudió convulsivamente, como si tuviera un
ataque. Una profunda sensación de placer recorrió todo su cuerpo.
—Ahhh, ja... ¡Ja, ja!
Tiena
gimió, incapaz de controlarse. El consolador de vidrio se floto contra su
vagina, haciéndola arrojar un chorro espeso de líquido. Lehart, que había
estado moviendo el falo de vidrio dentro de su coño como un maníaco, de repente
lo saco con un pop. El consolador, empapado en los fluidos corporales de Tiena,
voló por el aire y aterrizó sobre la gruesa alfombra.
Tiena,
cuyo rostro estaba cubierto de lágrimas y saliva, respiraba con dificultad. La
cama se sacudió. Antes de que Lehart se subiera a la cama, ya se había sacado el
pene, que no era diferente de un arma, de los pantalones. Lehart agarró una de
las piernas de Tiena y la levantó. La parte inferior del cuerpo de Tiena, que
se había ensanchado y descansaba sobre la sábana mojada, floto en el aire.
Tiena,
con la pierna sobre el hombro izquierdo de Lehart, fue arrastrada hacia él. La cuerda
de color rosa del dildo seguía dentro, y la carne de color rosa claro que
estaba ampliamente extendida llamo su atención. Tiena temblaba intermitentemente
debido al dildo que aún se encontraba en lo profundo de su estómago, a pesar de
que el consolador, que había estado flotado y penetrado su coño, desapareció.
El
agujero gorgoteó vacío cuando el falo desapareció. Lehart agarró su grueso pene
y llevó el glande a la abertura vaginal y luego, con un movimiento rápido y no
anunciado, hundió el glande directamente en la pequeña abertura.
—¡Ay
dios mío!
El
enorme eje empujó, abriéndose paso a través de la estrecha y densa membrana
mucosa. El interior de Tiena, que estaba caliente y húmedo, lo apretaba y era estrecho
a pesar de que lo había ensanchado con el consolador.
Ja, como era de esperar, la sensación es
mucho mejor. Es suave pero aprieta, y se adhiere alrededor muy bien.
Lehart
dejó escapar un suspiro de satisfacción y curvó los labios. Las paredes
vaginales espasmódicas se contrajeron alrededor del falo de carne.
—¡Puaj!
Lehart,
que sostuvo firmemente a Tiena empujo sus caderas contra ella, dejando escapar
un profundo gemido. Tiena se quedó sin aliento ante la sensación de la gran
cosa gruesa y caliente que no era rival para el consolador. Sus delgados
hombros se contrajeron.
—¡Hmph,
hmph!
Lehart
dejó escapar un suspiro y la abrazo con fuerza mientras ella se estremecía por
la estimulación.
—Hoo,
estás a punto de cortarle el pene a tu padre y comértelo. Te voy a follar hasta
el fondo de mi corazón, sin prisa, así que relájate.
Los
ojos oscuros de Lehart brillaron con lujuria y le dio una breve advertencia,
luego apretó dolorosamente su trasero magullado con hematomas azules, empujó la
parte inferior de su cuerpo. Sus paredes vaginales, que fueron estimuladas
durante mucho tiempo por el consolador y el dildo, se derritieron e hicieron
resbaladizas, dándole la bienvenida a su pene.
El pene
que había enterrado solo hasta la mitad lo metió hasta la raíz con un
movimiento rápido. Golpear. El grueso
eje golpeó contra el cuello uterino. Todavía
dentro de ella, el dildo la estimulo sacudiendo su cuerpo. Le dolía el culo por
la fuerza de su agarre, y las sensaciones que comenzaron en lo profundo de su
vientre se extendieron rápidamente por todo su cuerpo y fueron abrumadoras. Tiena
gimió, con los ojos muy abiertos.
—Hmph...
Ah, ah.
Sus
labios entreabiertos temblaron. El dolor era diferente al de la primera vez que
tomó el pene de Lehart. No le dolía como si su cuerpo fuera a partirse por la
mitad. La estimulación era demasiado. La sensación al ser arañada sin piedad
por el enorme pene dentro de su interior, que ya había sido estimulada por el
consolador y el dildo, estaba más allá de lo que Tiena podía soportar.
Como el
dildo todavía lo tenida dentro, la irritación era más severa cuando lo metía. La
cabeza le daba vueltas. El aliento que fluía a través de sus labios se volvió
áspero, y su pecho subía y bajaba violentamente.
—Hmph.
Hmph, no. No...
Me olvidé.
La luz
roja de advertencia se encendió. Tiena trató instintivamente de soltarse del
agarre de Lehart, pero tenía la pierna sobre su hombro, y él la agarraba con
sus grandes manos firmemente del trasero abierto de par en par. La lucha de Tiena
fue tan inútil como su intento.
—Es muy
gracioso cómo todavía no te das cuenta de tu situación.
Lehart,
que derramó un poco de sarcasmo, comenzó a mover la cintura, jalando la cintura
agitada de Tiena sobre su pelvis. Su
pene retrocedía en un largo arco, raspando la membrana mucosa sin esfuerzo,
como si estuviera haciendo el trabajo por él. El grande, que apenas salía por
la entrada, lo volvía a meter hasta el útero en un solo aliento.
El
glande golpeó el dildo vibrante. El ritmo lento y ondulante se dividió en un
latido constante. La sensación de las paredes internas calientes que se
aferraban al pene con fuerza como evitando que se saliera era exquisita.
Atrapado por un éxtasis oscuro, la garganta de Lehart rugió como una bestia, y
la embistió mucho más fuerte y más rápido.
El cuerpo
de Tiena rebotaba como si la hubiera golpeado un rayo cada vez que el grande,
que arañaba la pared vaginal mientras entraba y salía, golpeaba el dildo
clavado en el cuello uterino.
—Hmph,
hmph, hmph. ¡Ja!
El
placer que se había estado acumulando silenciosamente mientras su cadera flotaba
su carne sin piedad se convirtió en un frenesí que amenazaba con abrumarla en
cualquier momento. Sus carnes calientes chocaban entre sí, creando un áspero
sonido de chapoteo en el dormitorio. Tiena, que temblaba violentamente mientras
era embestida salvajemente por Lehart sintió que su acelerada visión se
nublaba.
—¡Eh!
¡Ja, ah, ah! ¡Ugh! ¡Haaagh!
El duro
pilar froto las paredes vaginales, que se habían vuelto extremadamente
sensibles debido a los estímulos anteriores, como si fueran fuego ardiente. El
placer se elevó instantáneamente a la parte superior de mi cabeza.
—¡Ah,
hoo! Ja, ah, sí. ¡Sí, ay!
Lehart
agarró las muñecas delgadas de Tiena en lugar de su cintura, y continuó con las
fuertes y rápidas estocadas. Puck-puck,
seguido de penetraciones profundas adentro hacia fuera. El cuerpo de Tiena se
sacudió en el aire. Su cabeza se golpeaba contra la cabecera de la cama con
cada estocada. Golpe, golpe, golpe.
La gran
cama crujía con cada embestida de su cintura, que estaba empujando pesadamente
sobre su frágil cuerpo, y ella gimió con un chillido. Tiena estaba
completamente acorralada, queriendo evitarlo, y cada vez que Lehart la
penetraba, golpeaba su cabeza contra la cabecera de la cama. Su vista se nublo
vertiginosamente.
Mi
cabeza se sentía como si estuviera girando de placer. Estaba realmente
preocupada por cómo resultarían las cosas.
—Huh, chupar....... Ah, ja, ja, ah.
La
saliva goteaba de la comisura de mi boca, mojando mi barbilla. Su cuerpo, que
había sido conducido a un punto lejano sin descanso, reaccionó más allá de lo
razonable. Sus ojos estaban medio en blanco, y arqueo la espalda lo más que
pudo. Tiena alcanzó el clímax en el momento en que el pene, que habían sacado
por completo, entro de inmediato y golpeo el dildo profundamente en su vientre.
Una luz
dispersa inundó su visión. Aunque el grueso pene fue el factor principal, no se
podía ignorar la presencia del pequeño dildo con un efecto estimulante tan
poderoso.
—¡Hmph,
ja, ah!
Su
débil pierna se agito en el aire, y sus muslos excesivamente abiertos rebotaron
como si hubieran sido alcanzados por un rayo. Lehart, ignoro el clímax de Tiena
y continuó agarrándola por las muñecas empujando dentro y fuera de su abertura
abierta, corriéndose cuando las paredes internas presionaron su pene, pero
también por la sensación del cable del dildo que raspaba su sensible piel cada
vez que insertaba el pene. El pequeño y redondo objeto que vibraba contra él
estimuló intensamente su uretra.
—Puaj.
Lehart
dejó escapar un breve gemido y tensó su cuerpo, colapsando sobre el cuerpo de Tiena,
que todavía seguía temblando.
—Guau.
Podía
sentir el espeso semen cubriendo las paredes calientes de la vagina. Lehart
respiró hondo y volvió a mover la cintura lentamente mientras presionaba el
cuerpo de Tiena.
—Hmph.
Hmph...
Tiena
lloró y se estremeció cuando la estimulación volvió a fluir, aun podía sentir
los vestigios de haber venido. Lehart, que todavía disfrutaba del resplandor levantó
la parte superior de su cuerpo. Se peinó bruscamente el flequillo y sacó su
pene. Jureuk. Un chorro espeso de
jugo de amor mezclado con semen fluyo de la abertura vaginal, que estaba
abierta de par en par con la forma del pilar.
La
carne rosada del coño, incluido alrededor de la entrada, estaba húmeda con sus fluidos
corporales. Lehart torció la comisura de su boca y sonrió. Su cuerpo todavía se
contraía interrumpidamente, ya sea por el dildo que aún se alojaba en lo
profundo de su vientre, o por la intensa estimulación que Lehart le había dado
momentos antes. Pero podía sentir el persistente resplandor del placer en su
piel.
Lehart
volteó el cuerpo de Tiena, quien no pudo recobrar el sentido fácilmente. Esta
vez, la iba a tener encima.
—Me
pregunto cuántas veces podrás aguantar esta noche.
La
primera vez que ella y Lehart tuvieron sexo. Tiena había perdido el conocimiento
después de hacerlo dos veces. Hoy, ella ya se había corrido varias veces
mientras que Lehart solo se había corrido una vez, por lo que había una buena
posibilidad de que perdiera el conocimiento antes de que él terminara la
segunda ronda.
—Trata
de aguantar sin desmayarte, Tiena, y podría pensar en recompensarte en lugar de
castigarte.
Lehart
le susurró al oído a Tiena, que cuya razón se había ido muy lejos, y se echó a
reír. Sus labios se curvaron en una elegante sonrisa, como si nada pudiera ser
más divertido, y volvió a clavar su pene en la indefensa abertura.
Puck, puck El
sonido fuerte y crudo y la voz aguda de la mujer llenaron el dormitorio. Mientras
contaba el número de veces que lo hizo, incluyendo el día en que perdió la
virginidad, cuando la destruyo brutalmente. La noche de su segundo castigo
físico casi había llegado a su fin.
***
Si su
segundo castigo fue porque Tiena miró a otro hombre, el tercero fue porque otro
hombre la miró. Para ser honesta, la razón también era ridícula, pero aún podía
pensar que había hecho algo mal sin su conocimiento. Sin embargo, la razón de
este castigo fue muy absurda.
De pie
en el salón de banquetes, era natural que las demás personas la miraran a menos
que entraran en un espacio cerrado. Incluso Tiena no era una aristócrata común,
ella era la única princesa del ducado de Hartman y atraía adecuadamente el
interés y la atención de la gente con solo aparecer. Cuando entraba en un salón
de banquetes, era natural que Tiena recibiera miradas y gran atención dada su
posición.
¿Pero que usara la excusa de que otro
hombre la miro, a pesar de haberse quedado quieta en el salón de banquetes, solo
para castigarla?
Tiena
se preguntó si Lehart alguna vez había sido tan estrecho de miras, pero rápidamente
descartó ese pensamiento. Lehart había inventado la razón en primer lugar. Incluso asistir al banquete fue solo una
excusa para poder encontrar una razón para castigarla, y si me preguntaba ¿qué fue lo que hice mal para que me castigue?,
la respuesta sería nada.
Lehart
era un duque, el Duque de Hartman. El gobernante de la tierra más poderosa y extensa
dentro del Imperio Persa. Es más, Lehart había regresado como un héroe
victorioso de la guerra, y había logrado que el Emperador le concediera la
autonomía independiente para el Ducado de Hartman. Por lo tanto, el duque de
Hartman no sigue las leyes imperiales prescritas por la corte imperial.
En el
Ducado de Hartman, solo se siguen las leyes promulgadas por el propio Duque. En
el Ducado de Hartman, Lehart era la ley y la justicia. Por lo tanto Lehart no
necesitaba necesariamente una razón para castigar a Tiena. La razón no era más
que un pretexto. Después de solo tres intentos, Lehart se había despojado de su
fachada y corrió como una bestia salvaje que escapaba de su jaula.
La
primera vez que se acostó con Lehart, le había dado varias palmadas en el culo,
pero nunca se habría imaginado que le daría de palmadas en el coño. Y ni siquiera
fue con las manos, sino con una fusta de cuero parecida a una pala por la punta,
llamada —paleta—.
—Hmph,
hmph...
Tiena
tuvo que deducir su forma únicamente al sentirlo contra su piel. Una vez más,
ella estaba con los ojos vendados. Ni siquiera podía hablar correctamente
porque su boca estaba bloqueada con una bola que nunca antes había visto, él la
llamo 'restricción'.
Cada
vez que movía la lengua, la bola la aplastaba por lo que no podía hablar. Todo
lo que podía hacer para comunicarse era emitir sonidos a través de la garganta
y la nariz. El corazón de Tiena latía salvajemente. Su cuerpo, desnudo sin
ninguna prenda, tembló. Parecía bastante patética y lamentable, pero Tiena
respiraba entrecortadamente de una manera diferente.
—Hmph, Huhhh
Sus
mejillas estaban rojas debajo de la tela negra que cubría sus ojos. Sus labios
alrededor de la bola dentro de su boca eran un desastre estaban empapados de
saliva que fluía abundantemente. La tela negra que cubría sus ojos también
estaba empapada de lágrimas. Sus lágrimas también no habían dejado de fluir. El
cuerpo de la mujer, expuesto en el aire, temblaba tanto que las vibraciones se
podían ver extendiéndose por su piel.
Su
pelvis se estremecía intermitentemente. Sus muslos, estaban empapados con un
líquido que parecía agua, pero definitivamente no lo era. El coño que aparecía
entre los muslos temblorosos, se veía algo diferente de lo habitual. Los labios
mayores, que deberían haber estado tímidamente cerrados, estaban hacia afuera y
caídos.
Los
labios menores, que ahora eran más prominentes, habían perdido su habitual
color rosa claro y brillaban con un rojo intenso. Como si la delicada carne
hubiera sido sometida a algún tipo de tratamiento rudo, se podía ver los labios
hinchados por la constante fricción.
—Uf...
¡Uf, uf!
Había pruebas
de la emoción que derramó Tiena cuando superó un cierto nivel de dolor
esparcido debajo de sus nalgas que rozaban contra la sábana mientras se movían
hacia arriba y hacia abajo. Tiena sollozó y apretó los puños con fuerza. Me
gustaría morderme el labio si pudiera, pero era imposible debido a la restricción
en su boca.
Tiena dejó
escapar un grito ahogado y arqueo la espalda. Increíble. No podía creerlo.
Obviamente era doloroso. El terrible dolor voló todos sus pensamientos y la
razón. ¿Por qué, por qué estoy tan
emocionada? No podía recordar el número exacto de veces. Pero a medida que
los golpes continuaban en el mismo lugar, Tiena sintió una vaga sensación que
iba más allá del dolor.
Era una
sensación similar a la que sentía con el pene de Lehart cuando se clavaba
violentamente dentro de ella. Definitivamente era una sensación de placer. De
verdad Tiena sentía placer cuando rebasaba el dolor ante la estimulación que
fluía por sus partes. El líquido que
empapaba sus blancos muslos y manchaba las sábanas de la cama era prueba de
ello.
—Ja ja.
El
golpe en la parte posterior de su cabeza fue tan fuerte que no pudo recuperar el
sentido fácilmente. Tiena estaba demasiado ocupada yaciendo allí débil sin
poder hacer nada, dejando escapar una serie de respiraciones irregulares. Así
que no se dio cuenta de que Lehart se había subido a la cama.
Lehart,
que miraba a Tiena temblando de asombro, levantó los labios en silencio. Lehart
conocía la preferencia sexual de Tiena desde el primer día que se acostó con
ella, pero estaba claro que ella no tenía idea y eso la confundía.
Es comprensible. ¡La mayoría de las
personas no conectan fácilmente las palabras 'nalgadas' con 'excitación'!
Tiena
tendía a excitarse cuando la golpeaba. A eso me refería cuando dije que nació
de esta manera. Ahora era vagamente consciente de su preferencia sexual, pero parecía
poco probable que Tiena lo admitiera. Después de la confusión, la negación
sería lo siguiente que sentiría.
A
Lehart no le importaba si Tiena reconocía o no sus preferencias sexuales. Él estaba
feliz de aprovechar las preferencias sexuales de Tiena y disfrutarla. Lehart
agarro sus rodillas que temblaban y abrió sus muslos blancos que tenía
fuertemente cerrados, la fuerza de sus manos cuando los separo fue atroz. Tiena
tragó saliva mientras sollozaba. Su coño, hinchado y sensible por los
constantes golpes de la paleta de cuero, palpitaba y dolía con irritación
mientras se movía. Un dolor que no podía expresar con palabras se elevó desde
abajo. Tiena ni siquiera podía apretar los dientes debido a la bola pero se aferró
a las sábanas con los dedos de los pies, lo suficientemente fuerte como para
romperla.
Se
podían ver las venas azules corriendo por sus empeines, que se habían puesto
blancos por la pérdida de sangre. Lehart deslizó su mano entre los labios adoloridos
del coño de Tiena y presionó sus rodillas contra la cama. Luego presionó el
glande contra su palpitante coño, su pene parecía listo para estallar en
cualquier momento.
El
rostro de Tiena se volvió completamente blanco mientras apretaba los dientes y
soportaba la fuerte sensación de ser apuñalada desde arriba hasta el fondo de
su agujero caliente. Sabía cuál sería el próximo movimiento de Lehart.
—Oh,
no. No. No... Por favor.
Lehart,
quien fácilmente ignoró la súplica desesperada de Tiena, quien dejó escapar un
grito ardiente de su garganta, hundió su pene en su tierna e hinchada vagina. Puck Tiena se recuperó de la penetración, que hizo un golpe sordo,
estirando el cuello y gimió.
—Hmph, hmph,
hmph.
La ya adolorida
entrada fue raspada con el grueso y duro pilar, causándole un dolor
insoportable. El agujero que solo se había empapado mientras lo golpeaba y no
se había liberado en absoluto, también se estremecía de dolor. Puck El agujero palpitante y la pared
interior apretaron dolorosamente el pilar que entro hasta la raíz. Lehart dejó
escapar un profundo suspiro ante el estímulo que puso su mente en blanco. Fue
un suspiro de satisfacción.
—Ja.
Cuando
empujé más la cintura, su áspero vello
púbico arañó su delicada piel púbica tiñéndola de rojo. Debajo del pilar, una
pesada bolsa de carne golpeaba el perineo abierto de par en par. El pequeño
coño que ya se había abierto hasta el límite, se estremecía como si fuera a
desgarrarse por el grueso falo que continuaba clavándose hasta la raíz. Raspando
la pared vaginal sin piedad, el pene golpeo fácilmente el cuello uterino sin
dificultad.
—Estas apretando
con locura.
Lehart,
que sonrió mientras sentía las paredes contraerse, deliberadamente movió su
cintura lentamente hacia arriba y hacia abajo. Donde ambos se unían se flotaban
sin ningún espacio, su vello púbico rozaba contra su caliente coño. Tiena gemía
mientras arqueaba la espalda, sus pechos se hincharon ante las sensaciones
vertiginosas que subían lentamente desde abajo. Las comisuras de su boca
rodeando la bola se torcieron incómodamente.
—¡Ahhh,
ahh! Jeje...
El
pilar llenaba su vientre, dibujando círculos removiendo la membrana mucosa sin
descanso. Podía sentir el interior agitándose mientras el revestimiento seguía
el movimiento de su pene. Duele. Esta
vez, definitivamente era lo suficientemente doloroso que las lágrimas brotan de
mis ojos sin darme cuenta, pero mi cuerpo lo sentía extraño.
Una
leve sensación de placer floreció en medio del terrible dolor, golpeando mi
cerebro. Su saliva sin control fluyo por las comisuras de mi boca abierta. Los
dedos de sus pies se enroscaban arañando el aire.
—Hmph,
hmph… Duele, duele, padre. Por favor… Ugh, mis pies.
Las
vibraciones de sus muslos, que habían comenzado a temblar, viajaron por su
delgada cintura hasta la parte superior de su cuerpo. Lehart miró como temblaba
y frunció el ceño.
—¿por
favor? ¿Qué quieres decir con por favor? ¿Me estás pidiendo que lo haga más
fuerte o quieres que me detenga?
No iba
a parar, incluso si ella lo ruega. La sonrisa sarcástica de Lehart se
profundizó, sabiendo lo que Tiena quería pero tratando deliberadamente de ser
sutil. Luego colocó un tobillo en cada hombro. Asegurándose de que ella no
pudiera apartarse de él, enderezó lentamente la espalda y agregó:
—No
creo que me estés pidiendo que pare cuando estas derramando tanto jugo.
Lehart
miró hacia abajo y vio que el líquido empapaba el trasero de Tiena y sus
propios gruesos muslos. Una risa gutural brilló a través de su conciencia
oscurecida.
—Estás
rogando por más.
No fue
necesaria más conversación. Todo lo que quedó fue la conversación primaria y
sensual de sus cuerpos. Las comisuras de su boca se torcieron en una sonrisa
feroz, y Lehart golpeó su pene que casi saco de una sola estocada. Sus partes se
encontraban haciendo un chirrido lascivo mientras se frotaban con lentitud.
—¡Ja,
duro, ja, ah, ugh!
Un
dolor hormigueante brotó de su coño, que ya había sido severamente golpeado
varias veces. Sin embargo, Tiena arqueo la espalda y levantó la pelvis ante el
movimiento del grande que se hundía profundamente en su vientre.
—¡Hmph!
¡Hmph!
Las
estrellas se hicieron añicos ante sus ojos. Tiena dejó escapar un gemido
ahogado. Lehart colocó los brazos a los lados de su cabeza y movió la cadera. La
cama rebotó salvajemente hacia arriba y hacia abajo mientras usaba el peso de
su cuerpo para aplastarla, moviendo solo la parte inferior de su cuerpo.
—¡Hak,
ah! Ugh, ugh. ¡Ah!
Tiena
quería arrastrarse fuera de la cama y fuera del alcance de Lehart si podía,
pero sus manos estaban atadas y sus piernas ahora estaban sobre los hombros de
Lehart. La comprensión de que no podía escapar, aunque quisiera, le provocó una
profunda desesperación. El cuerpo de Tiena se sacudió violentamente, ante el
fuerte latigazo de su cintura.
Ahora
bien, la sensación de placer era mucho más fuerte por las embestidas del grueso
pene empujando hasta su estómago que el dolor en su hinchado coño por la
paliza. La pelvis de Tiena se estremecía cada vez que el duro pilar con las
venas erizadas arañaba su interior durante un tiempo, entrando y saliendo.
—Heuk.
Ugh, Ugh. ¡Ahuheusss!
Podía
sentir su estómago retumbando a lo largo de la gran cama que se mecía. Su
barbilla, que había estado temblando al ritmo del movimiento de su pene, la
levantó lentamente hacia el techo y luego arqueo la espalda por completo. La
tela que cubría sus ojos se deslizó por la sábana y se pegó a su húmeda mejilla.
No podía enfocar sus ojos medio expuestos. Sus ojos estaban a punto de
hincharse y dolerle de tanto llorar.
Incluso
sus gemidos parecidos a gritos que fluían de sus labios con la mordaza eran
casi metálicos porque su garganta estaba muy ronca. Lehart apretó los dientes
mientras observaba cómo una sola lágrima se deslizaba por sus largas y densas
pestañas y caía sobre sus sonrojadas mejillas. De su garganta salió el rugido
como de una bestia, y se lanzó salvajemente sin comparación.
Mordiendo
bruscamente con los dientes todo su blanco cuerpo, dejando marcas que parecían
flores floreciendo. La lujosa cama se sacudía violentamente, como si fuera a
romperse. Tiena se balanceo intermitentemente, sintiendo su aliento caliente en
la oreja, y luego, sin darse cuenta, se soltó. La respiración entrecortada de
la brutal bestia que la aplastaba se volvió más distante. Su conciencia se
hundió más y más profundo.
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