Ley de Castigo Corporal del Duque de Hartman 3. Prueba

 

La luz del sol entraba a raudales por la ventana y caía sobre el rostro de una mujer que dormía profundamente en la cama. Era una mujer de considerable belleza, con hermoso cabello plateado que brillaba como hilos de plata pura y piel blanca como de porcelana. Una grieta se frunció entre las finas cejas blancas de la bella mujer. Tiena, frunció el ceño ante la deslumbrante luz del sol que interrumpía su dulce sueño, abriendo a la fuerza sus temblorosos párpados.

Esto es...

Tiena, que parpadeó un par de veces para sacudirse el sueño, se incorporó para evitar la luz del sol pero rápidamente cayó sobre la cama de nuevo.

—... aah.                                                                            

Un dolor insoportable e indescriptible le atravesó la cintura, haciéndole imposible moverse. Era un dolor tan intenso que no pudo evitar reconocerlo. Los recuerdos de la noche anterior contados por su cuerpo la pusieron rígida, olvidando que había tratado de mantenerse alejada del sol. Ella frunció el labio, mordiéndolo con fuerza antes de desvanecerse.

Por alguna razón la luz del sol, que brillaba directamente sobre su rostro, le picaba cuando intento volver abrir los ojos, sus párpados los sintió inusualmente pesados. Me preguntaba ¿por qué?, lloré tanto anoche porque me dolía. Podía decirlo sin verlos debían estar muy hinchados.  

Al igual que la parte indescriptible allí abajo que me causaba un dolor insoportable cuando intentaba moverme. Cada centímetro de mi cuerpo gritaba por el abuso que había sufrido la noche anterior y me sentía muy débil era como si lo hubiera hecho a propósito.

—¡Argh! Ah...

Aun así, los rayos del sol eran demasiado intensos, y en un intento desesperado por girarse hacia el otro lado, dejo escapar un grito ahogado cuando las sábanas rozaron sus nalgas. Sus nalgas, que habían sido azotadas no una, sino muchas veces, cada vez que Lehart tenía ganas, también estaban hinchadas. No podía verlas, pero estaba segura de que estaban magulladas.

Era evidente por el dolor punzante, solo con el roce contra las suaves sábanas hizo que se le llenaran los ojos de lágrimas.

—...Ja.

Finalmente renuncio a intentar moverse, Tiena levantó su tembloroso brazo para protegerse de la luz del sol. Pero incluso eso no pudo hacerlo por mucho tiempo, y el dorso de su mano cayó sobre su frente. Tapándose los ojos con la mano y apretando el labio con fuerza, Tiena recordó lo que le había pasado la noche anterior.

Mi padre me azoto el trasero... ¡Me azoto el trasero!

Lehart la había azotado en nombre de probar sus sentimientos por él. Tiena nunca había sido azotada antes, ni siquiera por su madre que le dio a luz.

¡Y... tuve sexo con mi padre!

El hombre obligó y abrió el cuerpo de Tiena a la fuerza aun siendo su primera vez. Como nunca antes había sido cogida por un hombre ​​succiono el pene de su padre a la fuerza, y el pene se deslizó dentro y fuera, cavando hasta el estómago de Tiena dejando una gran cantidad de sí mismo en el fondo de ella.

A pesar de que su interior ya estaba lo suficientemente empapado, el pene la penetro sin cesar y continuó derramando su semilla. Su interior ya estaba lleno de semen, pero estaba determinado a llenarla hasta que rebosara. Tiena se acostó de lado y se cubrió la parte inferior del vientre con la mano.

Su padre que anoche llenó el vientre de su hija con su semilla sonrió de una forma que ella no reconoció. Fue una sonrisa plena llena de saciedad. Honestamente... fue aterrador. El Lehart de anoche parecía ser un completo extraño para Tiena. Por lo general, era directo y frío, pero al menos para ella, era un padre amable y bueno.

—Ahora... no lo sé.

Era difícil saber cuál era él real y cuál era él falso, e incluso qué tipo de persona era Lehart. ¿Lehart era una buena persona o una mala persona? Y yo... Me pregunto si seré capaz de pasar su prueba.

Si era honesta conmigo misma, quería dejarlo todo ahora mismo. Deseaba poder volver a la noche anterior, cuando todavía no había pasado nada, para ser más precisa, justo antes de confesarle mis sentimientos a Lehart, pero retroceder en el tiempo era algo que solo Dios podía hacer.

No había forma de que Tiena, una simple mortal, tuviera el poder de regresar en el tiempo. Lo que había pasado había pasado, y ya estaba en el punto de no retorno. Además, incluso si tuviera la capacidad de regresar en el tiempo, no sabía si lo volvería a hacer su yo del futuro.

No, no lo haría, pero si Lehart encontraba a una chica que le gustara y él decidía casarse con ella,…No, no habría podido felicitarlo por su matrimonio. Porque Tiena estaba enamorada de Lehart. Como hombre, no como padre, ella no estaba segura de cuánto tiempo podría haber mantenido a raya sus crecientes sentimientos por él. Pero llego a la conclusión que ya sea que pudiera o no retroceder en el tiempo, el resultado habría sido el mismo.

—Al menos sé que por el momento, mi padre no verá a ninguna otra mujer además de mí.

No podía creer que sintiera un alivio tan profundo por un hecho tan trivial mientras la pregunta más importante seguía sin respuesta. Tiena, con una pequeña sonrisa, quitó el brazo que cubría sus ojos. No sé lo que me espera en el futuro y tampoco sé cuánto peor sería. Una cosa de la que podía estar segura era que, a pesar de que estaba haciendo esto para ganarse la confianza de Lehart, no podía detenerse aquí porque ya había llegado tan lejos.

—Yo... ya le he dado mi virginidad a mi padre, así que...— Tiena cerró sus ojos llorosos. El sueño se apoderó de ella y no pudo combatirlo, tal vez debido al abuso que había soportado la noche anterior. Sus murmullos se hicieron más y más débiles, luego se detuvieron por completo. Tiena decidió dejar el resto de las preguntas complicadas para mañana y se rindió obedientemente al sueño que la inundaba.

Su conciencia rápidamente se deslizó en una profunda oscuridad, pronto su respiración se hizo uniforme y resonó en el dormitorio. Si hubiera sabido de antemano lo que le sucedería mañana, no se habría quedado dormida tan fácilmente. Y así durmió las últimas horas de paz que tuvo.

***

Tiena, que había cerrado los ojos esperando que llegara el mañana, no sabía que ese mismo día iba a desear tanto que el mañana no hubiera llegado. Después de tomar la primera vez de Tiena, Lehart se movió en serio. El plan era suficiente. El objetivo era poner a prueba los sentimientos de Tiena por él. Pero para poder castigar físicamente se necesita una razón, y el lugar que Lehart había elegido para ello fue en un banquete.

Lehart no era del tipo que disfrutaba de los banquetes. Con el único propósito de encontrar una razón para castigar a Tiena, asistió dos días después en el banquete que organizo la sociedad noble del Imperio con Tiena a su lado en todo momento.

Quienes no conocían los detalles se sorprendieron por el repentino cambio. Lo mismo ocurría con Tiena, quien tuvo dudas desde el principio por el comportamiento extraño de Lehart. Era el segundo día después de la noche de libertinaje que pareció no tener fin. No fue hasta este día después de haber tenido relaciones con Lehart que pudo mover su cuerpo sin dificultad. Tuvo que quedarse en cama desde entonces.

Mientras tanto, Lehart cedió su dormitorio a Tiena, no sabía si estaba ocupado con su trabajo o por alguna otra razón pero no vino a verla. Podía haber preguntado si estaba bien después de haberle dado una paliza junto con acciones más crueles, estaba un poco decepcionada por el comportamiento de Lehart al no mostrar su rostro ni por un momento.

Por otro lado, lo justificó diciendo que era una persona ocupada, por lo que no podía hacer nada al respecto. Solo vino a verla cuando pudo caminar, aunque todavía cojeaba un poco, pero al menos aparentemente estaba bien. Era obvio cómo lo supo. Había sido informado por sus doncellas, que han sido sus manos y pies desde que se convirtió en miembro de la familia Hartman.

O podría haberles dado instrucciones para que la vigilaran y le informaran cuando estuviera lo suficientemente bien. Tan pronto como vio a Lehart por primera vez después de dos días, este dijo:

—Prepárate, Tiena. Vamos a asistir a un banquete.

¿Un banquete? Ante el repentino aviso, Tiena repasó el horario que se sabía de memoria.

Esto es extraño, aparte de la ceremonia de mayoría de edad en el palacio, ¿no tenía previsto asistir a ningún banquete hasta dentro de un mes?

Lehart se fue de inmediato sin dar ninguna explicación mientras miraba a Tiena, quien parpadeaba con asombro. Prepárate para el banquete, eso fue todo. Tiena estaba muy confundida por el comportamiento inesperado de Lehart, pero hizo lo que pidió y se preparó para asistir al banquete.

A partir de ahí, necesito tres horas para averiguar qué era lo que estaba pensando Lehart, cuando la llevó a un banquete haciendo un horario que no tenía.  

—Hmph.... ¡Ah, ah!

Su piel blanca, desnuda sin una sola prenda, donde se reflejaban ondas de colores bajo la luz de la araña. Con los muslos, abiertos de par en par, que se estremecían. Sus nalgas regordetas, amoratadas con cardenales azules por los duros azotes de la noche anterior, se movían salvajemente.

Parecía implicar que sería difícil superar la 'cierta' gran sensación que se apoderó de ella. Entre los labios rojos y gruesos que se separaron redondamente, estalló un aliento caliente. La saliva goteaba por su barbilla sin control manchando las sábanas de la cama dejándolas empapadas.

Tal como lo había hecho el día que le quito la virginidad, la mujer recostada boca abajo en la cama con las manos atadas en la espalda estaba menos nerviosa porque no podía resistir el estímulo. Su trasero se sacudía y se balanceaba.

Hmph, chupa... ¡Hmph, ja!

Podía sentir el líquido acuoso deslizándose por sus muslos abiertos. No sabía cuántos clímax habia tenido. Sus muslos estaban abiertos y la delicada carne de color rosa pálido estaba expuesta al aire y se estremecía. A través de los labios húmedos y viscosos, pude ver el estrecho agujero que Lehart había violado tan implacablemente.

El coño hinchado y adolorido que escocía con cada movimiento apenas se había curado. Por fin había vuelto a la normalidad. Y tan pronto como se curó, volvió a ser abusado, con un enorme consolador de vidrio que tenía metido en su pobre vagina. No estaba ni cerca del tamaño del de Lehart, pero aun así tenía unas buenas cinco pulgadas de grosor.

El consolador de vidrio entraba y salía, arañando el agujero que se había abierto enormemente para acomodarlo. La pelvis de Tiena se sacudió.

—Hmph, hmph, ah, ah...

Como si se hubiera reventado un manantial fluyo tanto líquido de su coño, y sus lágrimas empaparon la tela que cubría sus ojos. A diferencia de la última vez, cuando solo tenía las manos atadas, Tiena ahora tenía los ojos tapados. La tela negra estaba húmeda y se pegaba a su rostro, contrastando perfectamente con su piel blanca nacarada.

El consolador, que había estado flotando y raspando vigorosamente las paredes interiores, de repente golpeó profundamente dentro de su vientre. Las nalgas de Tiena rebotaron como si hubieran sido golpeadas por un rayo.

Aparte del consolador también tenía un dildo dentro, lo habia metido primero agarrado de un cordón rosa claro que quedaba debajo del consolador que estaba ocupado yendo y viniendo dentro de la vagina de Tiena en lugar del pene de Lehart. El dildo insertado delante del consolador de vidrio bloqueó el cuello uterino y sacudía su cuerpo.

—¡Eh! Ja... ¡Ah!

A medida que los estímulos llegaban alternativamente, era difícil aferrarme a mi mente correctamente. Y aunque me había sentido aliviada cuando metió el consolador esperaba que fuera  lo único que metiera dentro de mí, Tiena se estremeció de miedo cuando volvió a meter el grueso poste de vidrio raspando contra sus paredes. Fue porque sabía que en el momento en que el falo de vidrio se hundiera profundamente, el dildo enviaría una ola de placer vertiginosa a través de todo mi cuerpo.

—¡Haaaaaaaaaaaaaaah...!

Tiena cerró los ojos con fuerza detrás de la tela negra, gimió y sacudió la cabeza. Diablos, diablos. Un jadeo irregular escapó de entre sus labios entreabiertos.

—Hmph, grúa...

El intenso placer la atravesó como una tormenta. Tiena se mordió el labio lo suficientemente fuerte como para abrirlo. Sarak, Sarak. Pude oír el pasar de papeles, mientras estaba aturdida y era estimulada. A diferencia de Tiena, que estaba completamente fuera de sí, la acción era tranquila llena de compostura, era Lehart quien revisaba unos documentos sentado en su escritorio colocado frente a la cama donde podía verla completamente.

Lehart había estado ocupado —trabajando— no le había dado una segunda mirada desde que la llevó a su dormitorio y la preparó así. Era casi admirable que no se hubiera distraído con la lasciva escena que estaba teniendo lugar frente a él, ya fuera Tiena amordazada o el agua de su coño. Había llegado al punto en que Tiena sospechaba seriamente que la paciencia de Lehart era de acero.

—Hmph, hmph.

Una enorme sensación de placer recorrió todo su cuerpo. Tiena, que había estado temblando impotente, de repente se sintió injusta.

¿Qué hice-qué hice mal?

En el último banquete, definitivamente fue culpa de Tiena. Casi había conseguido que la golpeara hasta convertirla en pulpa por desobedecer su orden, pero ahora ¿Ni siquiera le habia ordenado que se quedara dónde estaba? Ella no había dicho nada cuando Lehart la había castigado físicamente para poner a prueba sus sentimientos.

Pero hoy fue diferente. Hoy, Tiena no sabía qué diablos había hecho mal. Lehart dijo que el error de Tiena fue —mirar a otro hombre—. Sin embargo, no importaba cuánto lo pensara, no había mirado a ningún otro hombre que no fuera Lehart. No, en realidad no podía recordarlo exactamente. Había tanta gente en el salón de banquetes, quién sabe, tal vez inconscientemente pude haber mirado a otro hombre.

Pero Lehart se apresuró a señalar el error de  Tiena acusándola, como si la hubiera estado mirando todo el tiempo. Obviamente, llegamos juntos, pero él se fue tan pronto como entraron como si tuviera un asunto urgente.

¡Tal vez no tuvo ningún asunto!

Surgió una hipótesis. Tiena sintió que se le erizaba la piel. Tal vez… ¿tal vez uso el banquete como excusa para encontrar una razón para castigarla desde el principio? ¿Y si se había ido con el pretexto de hacer un recado urgente, pero en realidad había estado observando cada uno de sus movimientos desde un lugar más alto en el salón de banquetes?

Tiena sintió que la sangre abandonaba su cuerpo. Solo ahora se dio cuenta de cuál había sido el propósito real de asistir a este banquete que no estaba en su horario. Desde el principio Lehart lo había planeado. Tiena recordó la conversación que había escuchado entre las damas en el salón de banquetes al que había asistido unas tres horas antes.

Vaya, vaya, vaya, ¿qué está haciendo el Duque de Hartman aquí? ¿No parece que está asistiendo más a menudo a los banquetes en estos días? ¡Solía ​​ser un hombre tan difícil de ver!

¡Seguro! Se rumorea que está tratando de encontrar pareja para la princesa de Hartman...

Bueno... Escuché que el amor del duque por su hija adoptiva era extremo. Realmente no existe ningún amante como él, hoho. ¡Qué idiota fue mi hija!

¿Lehart está tratando de encontrarme pareja? Si hubiera escuchado esas palabras ahora, en su cara, las habría felicitado por su imaginación. Cuando recordé sus ojos llenos de envidia, me sentí más resentida. Sin embargo, en la situación actual, solo había una cosa que podía hacer.

—Hmph, duro. Padre, padre...

La llamada desesperada mezclada con gemidos de dolor resonó en el dormitorio, y Lehart respondió. Lehart levantó la vista de los papeles con una expresión impasible. Gracias a que Tiena tenía los ojos vendados su cuerpo se volvió extremadamente sensible por las oleadas de placer. Esto le permitió sentir su lenguaje corporal. Tiena, que sintió los movimientos de Lehart, añadió apresuradamente.

—Mal, mal… mal, padre… hhhhhhhhhh… Por favor deje de.

Las últimas palabras salieron de mi garganta junto con mis lágrimas, pero fue suficiente. Aunque no pudo terminar la oración, Lehart, entendió lo que Tiena estaba tratando de decir y dejó el documento sobre el escritorio con fuerza. Lehart, que incluso dejó el bolígrafo que sostenía, se cruzó de brazos. Se recargo profundamente en el respaldo de la silla y cruzo las piernas.

Sus ojos entrecerrados miraban a Tiena, que estaba acostada boca abajo en la cama, moviéndose sola. La forma en que sus paredes vaginales se adhirieron al consolador mientras se deslizaba dentro y fuera, apretándolo, mordiéndolo, era obscena. El objeto de vidrio, hecho especialmente para esta ocasión, parecía penetrar las paredes internas sin ninguna dificultad.

Cuando el instrumento retrocedió, pude ver claramente el movimiento curvo de la carne roja mientras era arrastrada, apretando el largo falo que avanzaba. Los contornos de las paredes vaginales llenas de baches eran claramente visibles a través del consolador de vidrio. El fluido que corría por el valle rosa pálido que se abría frente a Lehart, empapaba las sábanas.

El lujurioso coño estaba tragando y mordiendo casualmente el consolador que era empujado violentamente dentro de él. Lehart chasqueó los dedos y dijo: —Sí.

El movimiento del falo de vidrio que penetraba la abertura vaginal golpeaba el dildo, que también comenzó a temblar con una intensidad mucho más fuerte que antes. El consolador cavó frenéticamente dentro de su agujero y se movió dentro sin piedad. Tiena abrió los labios de par en par.

—Ja, ja. ¡Ja, ja!

Su cabeza, que había levantado lo más que pudo, se sacudía. No podía controlarlo y su saliva fluía por su barbilla manchando las sábanas de la cama.

—¡Eh! ¡Ja, uhhh! ¡Ah!

Tiena no pudo volver a sus sentidos cuando el estímulo se hizo más fuerte. Antes de que me diera cuenta, la postura que había estado manteniendo desesperadamente se derrumbó. Lehart se levantó lentamente de su asiento cuando vio a Tiena acostada de lado en la cama.

—Tiena— golpe, golpe, golpe, escuche sus pesados ​​ pasos mientras se acercaba detrás de su voz grave. Lehart se aclaró la garganta mientras caminaba hacia la cama, su voz sacudió el aire del dormitorio.

—Quien te dijo que podías cambiar de postura.

Lehart se detuvo justo frente a la cama. El rostro de Tiena se puso pálido.

—Todavía no te he ordenado que cambies de postura, pero estoy seguro de que recuerdas cuando dije que te sucedería algo si lo hacías mientras te castigaba.  

Por supuesto que lo recordaba. Dijo que la castigaría con más dureza. Tiena, aterrorizada, tembló como un herbívoro atrapado en una trampa.

—¡Mal, mal, padre, mal...!

Pidió perdón, pero ya era demasiado tarde. Lehart estiró lentamente el brazo. Su dedo índice enderezado presionó firmemente contra la punta del consolador que se deslizaba frenéticamente dentro y fuera de su coño abierto. El instrumento que vibraba salvajemente raspaba sus paredes internas metiéndose profundamente.

—Hmph, hmph. ¡Ja, ja!

La pelvis de Tiena, que se había estado contrayendo, se sacudió mucho. El placer parecido a un escalofrío recorrió todo su pálido cuerpo. Zoom. Un chorro de líquido acuoso volvió a empapar las sábanas. Lehart bajó la mano mojada con sus jugos y se limpió en la sábana luego frunció los labios. Chup. Lehart murmuró, mientras chupaba tranquilamente el jugo que quedaba en las puntas de sus dedos.

—Debes haberte corrido un montón, a juzgar por las sábanas, que hice que cambiara la mucama esta tarde, empapadas con el jugo de tu coño. Las mejillas de Tiena se sonrojaron de vergüenza, y tembló ante la estimulación y la humillación.

—Eh, duro...

Un sollozo mezclado con tristeza escapó de entre sus labios. Se estremeció por el placer que no podía manejar, pero también se sintió avergonzada por las palabras de Lehart y derramó lágrimas de tristeza. No sé si esta inocente presa se dé cuenta. Que el comportamiento de Tiena solo estimulaba bastante el sadismo de Lehart.

—No puedo creer que estés pidiendo que me detenga incluso cuando desobedeciste mi orden por tu cuenta. Estoy bastante seguro de que mi castigo no es lo suficientemente fuerte.

—¡Oh no no!

Tiena luchó con todas sus fuerzas. Pero fue inútil. El aliento caliente de Lehart era más denso que nunca, y agarró el mango del consolador de vidrio y lo empujo implacablemente dentro de su coño. Girando, girando. El consolador húmedo y viscoso lo movió haciendo círculos flotando las paredes vaginales, hacia un ruido lascivo mientras lo clavaba en la abertura.

Fue una inserción brusca y con fuerza que el mango del falo en forma de corazón casi lo metió por completo. Lehart golpeó el consolador en el coño de Tiena y con su gruesa palma golpeó contra la carne húmeda y resbaladiza con un movimiento feroz.

Puck-puck-puck-puck. Golpes y sonidos húmedos y obscenos resonaron en el dormitorio al mismo tiempo. Las paredes interiores, el coño, y el pubis de Tiena. Fue estimulada por todas partes. Tiena inclinó mucho el cuello y sus muslos temblaron. La tierna carne blanca depravada rebotó y se sacudió convulsivamente, como si tuviera un ataque. Una profunda sensación de placer recorrió todo su cuerpo.

—Ahhh, ja... ¡Ja, ja!

Tiena gimió, incapaz de controlarse. El consolador de vidrio se floto contra su vagina, haciéndola arrojar un chorro espeso de líquido. Lehart, que había estado moviendo el falo de vidrio dentro de su coño como un maníaco, de repente lo saco con un pop. El consolador, empapado en los fluidos corporales de Tiena, voló por el aire y aterrizó sobre la gruesa alfombra.

Tiena, cuyo rostro estaba cubierto de lágrimas y saliva, respiraba con dificultad. La cama se sacudió. Antes de que Lehart se subiera a la cama, ya se había sacado el pene, que no era diferente de un arma, de los pantalones. Lehart agarró una de las piernas de Tiena y la levantó. La parte inferior del cuerpo de Tiena, que se había ensanchado y descansaba sobre la sábana mojada, floto en el aire.

Tiena, con la pierna sobre el hombro izquierdo de Lehart, fue arrastrada hacia él. La cuerda de color rosa del dildo seguía dentro, y la carne de color rosa claro que estaba ampliamente extendida llamo su atención. Tiena temblaba intermitentemente debido al dildo que aún se encontraba en lo profundo de su estómago, a pesar de que el consolador, que había estado flotado y penetrado su coño, desapareció.

El agujero gorgoteó vacío cuando el falo desapareció. Lehart agarró su grueso pene y llevó el glande a la abertura vaginal y luego, con un movimiento rápido y no anunciado, hundió el glande directamente en la pequeña abertura.

—¡Ay dios mío!

El enorme eje empujó, abriéndose paso a través de la estrecha y densa membrana mucosa. El interior de Tiena, que estaba caliente y húmedo, lo apretaba y era estrecho a pesar de que lo había ensanchado con el consolador.

Ja, como era de esperar, la sensación es mucho mejor. Es suave pero aprieta, y se adhiere alrededor muy bien. 

Lehart dejó escapar un suspiro de satisfacción y curvó los labios. Las paredes vaginales espasmódicas se contrajeron alrededor del falo de carne.

—¡Puaj!

Lehart, que sostuvo firmemente a Tiena empujo sus caderas contra ella, dejando escapar un profundo gemido. Tiena se quedó sin aliento ante la sensación de la gran cosa gruesa y caliente que no era rival para el consolador. Sus delgados hombros se contrajeron.

—¡Hmph, hmph!

Lehart dejó escapar un suspiro y la abrazo con fuerza mientras ella se estremecía por la estimulación.

—Hoo, estás a punto de cortarle el pene a tu padre y comértelo. Te voy a follar hasta el fondo de mi corazón, sin prisa, así que relájate.

Los ojos oscuros de Lehart brillaron con lujuria y le dio una breve advertencia, luego apretó dolorosamente su trasero magullado con hematomas azules, empujó la parte inferior de su cuerpo. Sus paredes vaginales, que fueron estimuladas durante mucho tiempo por el consolador y el dildo, se derritieron e hicieron resbaladizas, dándole la bienvenida a su pene.

El pene que había enterrado solo hasta la mitad lo metió hasta la raíz con un movimiento rápido. Golpear. El grueso eje golpeó contra el cuello uterino.  Todavía dentro de ella, el dildo la estimulo sacudiendo su cuerpo. Le dolía el culo por la fuerza de su agarre, y las sensaciones que comenzaron en lo profundo de su vientre se extendieron rápidamente por todo su cuerpo y fueron abrumadoras. Tiena gimió, con los ojos muy abiertos.

—Hmph... Ah, ah.

Sus labios entreabiertos temblaron. El dolor era diferente al de la primera vez que tomó el pene de Lehart. No le dolía como si su cuerpo fuera a partirse por la mitad. La estimulación era demasiado. La sensación al ser arañada sin piedad por el enorme pene dentro de su interior, que ya había sido estimulada por el consolador y el dildo, estaba más allá de lo que Tiena podía soportar.

Como el dildo todavía lo tenida dentro, la irritación era más severa cuando lo metía. La cabeza le daba vueltas. El aliento que fluía a través de sus labios se volvió áspero, y su pecho subía y bajaba violentamente.

—Hmph. Hmph, no. No...

Me olvidé.

La luz roja de advertencia se encendió. Tiena trató instintivamente de soltarse del agarre de Lehart, pero tenía la pierna sobre su hombro, y él la agarraba con sus grandes manos firmemente del trasero abierto de par en par. La lucha de Tiena fue tan inútil como su intento.

—Es muy gracioso cómo todavía no te das cuenta de tu situación.

Lehart, que derramó un poco de sarcasmo, comenzó a mover la cintura, jalando la cintura agitada de Tiena sobre su pelvis.  Su pene retrocedía en un largo arco, raspando la membrana mucosa sin esfuerzo, como si estuviera haciendo el trabajo por él. El grande, que apenas salía por la entrada, lo volvía a meter hasta el útero en un solo aliento.

El glande golpeó el dildo vibrante. El ritmo lento y ondulante se dividió en un latido constante. La sensación de las paredes internas calientes que se aferraban al pene con fuerza como evitando que se saliera era exquisita. Atrapado por un éxtasis oscuro, la garganta de Lehart rugió como una bestia, y la embistió mucho más fuerte y más rápido.

El cuerpo de Tiena rebotaba como si la hubiera golpeado un rayo cada vez que el grande, que arañaba la pared vaginal mientras entraba y salía, golpeaba el dildo clavado en el cuello uterino.

—Hmph, hmph, hmph. ¡Ja!

El placer que se había estado acumulando silenciosamente mientras su cadera flotaba su carne sin piedad se convirtió en un frenesí que amenazaba con abrumarla en cualquier momento. Sus carnes calientes chocaban entre sí, creando un áspero sonido de chapoteo en el dormitorio. Tiena, que temblaba violentamente mientras era embestida salvajemente por Lehart sintió que su acelerada visión se nublaba.

—¡Eh! ¡Ja, ah, ah! ¡Ugh! ¡Haaagh!

El duro pilar froto las paredes vaginales, que se habían vuelto extremadamente sensibles debido a los estímulos anteriores, como si fueran fuego ardiente. El placer se elevó instantáneamente a la parte superior de mi cabeza.

—¡Ah, hoo! Ja, ah, sí. ¡Sí, ay!

Lehart agarró las muñecas delgadas de Tiena en lugar de su cintura, y continuó con las fuertes y rápidas estocadas. Puck-puck, seguido de penetraciones profundas adentro hacia fuera. El cuerpo de Tiena se sacudió en el aire. Su cabeza se golpeaba contra la cabecera de la cama con cada estocada. Golpe, golpe, golpe.

La gran cama crujía con cada embestida de su cintura, que estaba empujando pesadamente sobre su frágil cuerpo, y ella gimió con un chillido. Tiena estaba completamente acorralada, queriendo evitarlo, y cada vez que Lehart la penetraba, golpeaba su cabeza contra la cabecera de la cama. Su vista se nublo vertiginosamente.

Mi cabeza se sentía como si estuviera girando de placer. Estaba realmente preocupada por cómo resultarían las cosas.

—Huh, chupar....... Ah, ja, ja, ah.

La saliva goteaba de la comisura de mi boca, mojando mi barbilla. Su cuerpo, que había sido conducido a un punto lejano sin descanso, reaccionó más allá de lo razonable. Sus ojos estaban medio en blanco, y arqueo la espalda lo más que pudo. Tiena alcanzó el clímax en el momento en que el pene, que habían sacado por completo, entro de inmediato y golpeo el dildo profundamente en su vientre.

Una luz dispersa inundó su visión. Aunque el grueso pene fue el factor principal, no se podía ignorar la presencia del pequeño dildo con un efecto estimulante tan poderoso.

—¡Hmph, ja, ah!

Su débil pierna se agito en el aire, y sus muslos excesivamente abiertos rebotaron como si hubieran sido alcanzados por un rayo. Lehart, ignoro el clímax de Tiena y continuó agarrándola por las muñecas empujando dentro y fuera de su abertura abierta, corriéndose cuando las paredes internas presionaron su pene, pero también por la sensación del cable del dildo que raspaba su sensible piel cada vez que insertaba el pene. El pequeño y redondo objeto que vibraba contra él estimuló intensamente su uretra.

—Puaj.

Lehart dejó escapar un breve gemido y tensó su cuerpo, colapsando sobre el cuerpo de Tiena, que todavía seguía temblando.

—Guau.

Podía sentir el espeso semen cubriendo las paredes calientes de la vagina. Lehart respiró hondo y volvió a mover la cintura lentamente mientras presionaba el cuerpo de Tiena.

—Hmph. Hmph...

Tiena lloró y se estremeció cuando la estimulación volvió a fluir, aun podía sentir los vestigios de haber venido. Lehart, que todavía disfrutaba del resplandor levantó la parte superior de su cuerpo. Se peinó bruscamente el flequillo y sacó su pene. Jureuk. Un chorro espeso de jugo de amor mezclado con semen fluyo de la abertura vaginal, que estaba abierta de par en par con la forma del pilar.

La carne rosada del coño, incluido alrededor de la entrada, estaba húmeda con sus fluidos corporales. Lehart torció la comisura de su boca y sonrió. Su cuerpo todavía se contraía interrumpidamente, ya sea por el dildo que aún se alojaba en lo profundo de su vientre, o por la intensa estimulación que Lehart le había dado momentos antes. Pero podía sentir el persistente resplandor del placer en su piel.

Lehart volteó el cuerpo de Tiena, quien no pudo recobrar el sentido fácilmente. Esta vez, la iba a tener encima.

—Me pregunto cuántas veces podrás aguantar esta noche.

La primera vez que ella y Lehart tuvieron sexo. Tiena había perdido el conocimiento después de hacerlo dos veces. Hoy, ella ya se había corrido varias veces mientras que Lehart solo se había corrido una vez, por lo que había una buena posibilidad de que perdiera el conocimiento antes de que él terminara la segunda ronda.

—Trata de aguantar sin desmayarte, Tiena, y podría pensar en recompensarte en lugar de castigarte.

Lehart le susurró al oído a Tiena, que cuya razón se había ido muy lejos, y se echó a reír. Sus labios se curvaron en una elegante sonrisa, como si nada pudiera ser más divertido, y volvió a clavar su pene en la indefensa abertura.

Puck, puck El sonido fuerte y crudo y la voz aguda de la mujer llenaron el dormitorio. Mientras contaba el número de veces que lo hizo, incluyendo el día en que perdió la virginidad, cuando la destruyo brutalmente. La noche de su segundo castigo físico casi había llegado a su fin.

***

Si su segundo castigo fue porque Tiena miró a otro hombre, el tercero fue porque otro hombre la miró. Para ser honesta, la razón también era ridícula, pero aún podía pensar que había hecho algo mal sin su conocimiento. Sin embargo, la razón de este castigo fue muy absurda.

De pie en el salón de banquetes, era natural que las demás personas la miraran a menos que entraran en un espacio cerrado. Incluso Tiena no era una aristócrata común, ella era la única princesa del ducado de Hartman y atraía adecuadamente el interés y la atención de la gente con solo aparecer. Cuando entraba en un salón de banquetes, era natural que Tiena recibiera miradas y gran atención dada su posición.

¿Pero que usara la excusa de que otro hombre la miro, a pesar de haberse quedado quieta en el salón de banquetes, solo para castigarla?

Tiena se preguntó si Lehart alguna vez había sido tan estrecho de miras, pero rápidamente descartó ese pensamiento. Lehart había inventado la razón en primer lugar.  Incluso asistir al banquete fue solo una excusa para poder encontrar una razón para castigarla, y si me preguntaba ¿qué fue lo que hice mal para que me castigue?, la respuesta sería nada.

Lehart era un duque, el Duque de Hartman. El gobernante de la tierra más poderosa y extensa dentro del Imperio Persa. Es más, Lehart había regresado como un héroe victorioso de la guerra, y había logrado que el Emperador le concediera la autonomía independiente para el Ducado de Hartman. Por lo tanto, el duque de Hartman no sigue las leyes imperiales prescritas por la corte imperial.

En el Ducado de Hartman, solo se siguen las leyes promulgadas por el propio Duque. En el Ducado de Hartman, Lehart era la ley y la justicia. Por lo tanto Lehart no necesitaba necesariamente una razón para castigar a Tiena. La razón no era más que un pretexto. Después de solo tres intentos, Lehart se había despojado de su fachada y corrió como una bestia salvaje que escapaba de su jaula.

La primera vez que se acostó con Lehart, le había dado varias palmadas en el culo, pero nunca se habría imaginado que le daría de palmadas en el coño. Y ni siquiera fue con las manos, sino con una fusta de cuero parecida a una pala por la punta, llamada —paleta—.

—Hmph, hmph...

Tiena tuvo que deducir su forma únicamente al sentirlo contra su piel. Una vez más, ella estaba con los ojos vendados. Ni siquiera podía hablar correctamente porque su boca estaba bloqueada con una bola que nunca antes había visto, él la llamo 'restricción'.

Cada vez que movía la lengua, la bola la aplastaba por lo que no podía hablar. Todo lo que podía hacer para comunicarse era emitir sonidos a través de la garganta y la nariz. El corazón de Tiena latía salvajemente. Su cuerpo, desnudo sin ninguna prenda, tembló. Parecía bastante patética y lamentable, pero Tiena respiraba entrecortadamente de una manera diferente.

—Hmph, Huhhh

Sus mejillas estaban rojas debajo de la tela negra que cubría sus ojos. Sus labios alrededor de la bola dentro de su boca eran un desastre estaban empapados de saliva que fluía abundantemente. La tela negra que cubría sus ojos también estaba empapada de lágrimas. Sus lágrimas también no habían dejado de fluir. El cuerpo de la mujer, expuesto en el aire, temblaba tanto que las vibraciones se podían ver extendiéndose por su piel.

Su pelvis se estremecía intermitentemente. Sus muslos, estaban empapados con un líquido que parecía agua, pero definitivamente no lo era. El coño que aparecía entre los muslos temblorosos, se veía algo diferente de lo habitual. Los labios mayores, que deberían haber estado tímidamente cerrados, estaban hacia afuera y caídos.

Los labios menores, que ahora eran más prominentes, habían perdido su habitual color rosa claro y brillaban con un rojo intenso. Como si la delicada carne hubiera sido sometida a algún tipo de tratamiento rudo, se podía ver los labios hinchados por la constante fricción.

—Uf... ¡Uf, uf!

Había pruebas de la emoción que derramó Tiena cuando superó un cierto nivel de dolor esparcido debajo de sus nalgas que rozaban contra la sábana mientras se movían hacia arriba y hacia abajo. Tiena sollozó y apretó los puños con fuerza. Me gustaría morderme el labio si pudiera, pero era imposible debido a la restricción en su boca.

Tiena dejó escapar un grito ahogado y arqueo la espalda. Increíble. No podía creerlo. Obviamente era doloroso. El terrible dolor voló todos sus pensamientos y la razón. ¿Por qué, por qué estoy tan emocionada? No podía recordar el número exacto de veces. Pero a medida que los golpes continuaban en el mismo lugar, Tiena sintió una vaga sensación que iba más allá del dolor.

Era una sensación similar a la que sentía con el pene de Lehart cuando se clavaba violentamente dentro de ella. Definitivamente era una sensación de placer. De verdad Tiena sentía placer cuando rebasaba el dolor ante la estimulación que fluía por sus partes.  El líquido que empapaba sus blancos muslos y manchaba las sábanas de la cama era prueba de ello.

—Ja ja.

El golpe en la parte posterior de su cabeza fue tan fuerte que no pudo recuperar el sentido fácilmente. Tiena estaba demasiado ocupada yaciendo allí débil sin poder hacer nada, dejando escapar una serie de respiraciones irregulares. Así que no se dio cuenta de que Lehart se había subido a la cama.

Lehart, que miraba a Tiena temblando de asombro, levantó los labios en silencio. Lehart conocía la preferencia sexual de Tiena desde el primer día que se acostó con ella, pero estaba claro que ella no tenía idea y eso la confundía.

Es comprensible. ¡La mayoría de las personas no conectan fácilmente las palabras 'nalgadas' con 'excitación'!

Tiena tendía a excitarse cuando la golpeaba. A eso me refería cuando dije que nació de esta manera. Ahora era vagamente consciente de su preferencia sexual, pero parecía poco probable que Tiena lo admitiera. Después de la confusión, la negación sería lo siguiente que sentiría.

A Lehart no le importaba si Tiena reconocía o no sus preferencias sexuales. Él estaba feliz de aprovechar las preferencias sexuales de Tiena y disfrutarla. Lehart agarro sus rodillas que temblaban y abrió sus muslos blancos que tenía fuertemente cerrados, la fuerza de sus manos cuando los separo fue atroz. Tiena tragó saliva mientras sollozaba. Su coño, hinchado y sensible por los constantes golpes de la paleta de cuero, palpitaba y dolía con irritación mientras se movía. Un dolor que no podía expresar con palabras se elevó desde abajo. Tiena ni siquiera podía apretar los dientes debido a la bola pero se aferró a las sábanas con los dedos de los pies, lo suficientemente fuerte como para romperla.

Se podían ver las venas azules corriendo por sus empeines, que se habían puesto blancos por la pérdida de sangre. Lehart deslizó su mano entre los labios adoloridos del coño de Tiena y presionó sus rodillas contra la cama. Luego presionó el glande contra su palpitante coño, su pene parecía listo para estallar en cualquier momento.

El rostro de Tiena se volvió completamente blanco mientras apretaba los dientes y soportaba la fuerte sensación de ser apuñalada desde arriba hasta el fondo de su agujero caliente. Sabía cuál sería el próximo movimiento de Lehart.

—Oh, no. No. No... Por favor.

Lehart, quien fácilmente ignoró la súplica desesperada de Tiena, quien dejó escapar un grito ardiente de su garganta, hundió su pene en su  tierna e hinchada vagina. Puck Tiena se recuperó de la penetración, que hizo un golpe sordo, estirando el cuello y gimió.

—Hmph, hmph, hmph.

La ya adolorida entrada fue raspada con el grueso y duro pilar, causándole un dolor insoportable. El agujero que solo se había empapado mientras lo golpeaba y no se había liberado en absoluto, también se estremecía de dolor. Puck El agujero palpitante y la pared interior apretaron dolorosamente el pilar que entro hasta la raíz. Lehart dejó escapar un profundo suspiro ante el estímulo que puso su mente en blanco. Fue un suspiro de satisfacción.

—Ja.

Cuando empujé más la cintura, su  áspero vello púbico arañó su delicada piel púbica tiñéndola de rojo. Debajo del pilar, una pesada bolsa de carne golpeaba el perineo abierto de par en par. El pequeño coño que ya se había abierto hasta el límite, se estremecía como si fuera a desgarrarse por el grueso falo que continuaba clavándose hasta la raíz. Raspando la pared vaginal sin piedad, el pene golpeo fácilmente el cuello uterino sin dificultad.

—Estas apretando con locura.

Lehart, que sonrió mientras sentía las paredes contraerse, deliberadamente movió su cintura lentamente hacia arriba y hacia abajo. Donde ambos se unían se flotaban sin ningún espacio, su vello púbico rozaba contra su caliente coño. Tiena gemía mientras arqueaba la espalda, sus pechos se hincharon ante las sensaciones vertiginosas que subían lentamente desde abajo. Las comisuras de su boca rodeando la bola se torcieron incómodamente.

—¡Ahhh, ahh! Jeje...

El pilar llenaba su vientre, dibujando círculos removiendo la membrana mucosa sin descanso. Podía sentir el interior agitándose mientras el revestimiento seguía el movimiento de su pene. Duele. Esta vez, definitivamente era lo suficientemente doloroso que las lágrimas brotan de mis ojos sin darme cuenta, pero mi cuerpo lo sentía extraño.

Una leve sensación de placer floreció en medio del terrible dolor, golpeando mi cerebro. Su saliva sin control fluyo por las comisuras de mi boca abierta. Los dedos de sus pies se enroscaban arañando el aire.

—Hmph, hmph… Duele, duele, padre. Por favor… Ugh, mis pies.

Las vibraciones de sus muslos, que habían comenzado a temblar, viajaron por su delgada cintura hasta la parte superior de su cuerpo. Lehart miró como temblaba y frunció el ceño.

—¿por favor? ¿Qué quieres decir con por favor? ¿Me estás pidiendo que lo haga más fuerte o quieres que me detenga?

No iba a parar, incluso si ella lo ruega. La sonrisa sarcástica de Lehart se profundizó, sabiendo lo que Tiena quería pero tratando deliberadamente de ser sutil. Luego colocó un tobillo en cada hombro. Asegurándose de que ella no pudiera apartarse de él, enderezó lentamente la espalda y agregó:

—No creo que me estés pidiendo que pare cuando estas derramando tanto jugo.

Lehart miró hacia abajo y vio que el líquido empapaba el trasero de Tiena y sus propios gruesos muslos. Una risa gutural brilló a través de su conciencia oscurecida.

—Estás rogando por más.

No fue necesaria más conversación. Todo lo que quedó fue la conversación primaria y sensual de sus cuerpos. Las comisuras de su boca se torcieron en una sonrisa feroz, y Lehart golpeó su pene que casi saco de una sola estocada. Sus partes se encontraban haciendo un chirrido lascivo mientras se frotaban con lentitud.

—¡Ja, duro, ja, ah, ugh!

Un dolor hormigueante brotó de su coño, que ya había sido severamente golpeado varias veces. Sin embargo, Tiena arqueo la espalda y levantó la pelvis ante el movimiento del grande que se hundía profundamente en su vientre.

—¡Hmph! ¡Hmph!

Las estrellas se hicieron añicos ante sus ojos. Tiena dejó escapar un gemido ahogado. Lehart colocó los brazos a los lados de su cabeza y movió la cadera. La cama rebotó salvajemente hacia arriba y hacia abajo mientras usaba el peso de su cuerpo para aplastarla, moviendo solo la parte inferior de su cuerpo.

—¡Hak, ah! Ugh, ugh. ¡Ah!

Tiena quería arrastrarse fuera de la cama y fuera del alcance de Lehart si podía, pero sus manos estaban atadas y sus piernas ahora estaban sobre los hombros de Lehart. La comprensión de que no podía escapar, aunque quisiera, le provocó una profunda desesperación. El cuerpo de Tiena se sacudió violentamente, ante el fuerte latigazo de su cintura.

Ahora bien, la sensación de placer era mucho más fuerte por las embestidas del grueso pene empujando hasta su estómago que el dolor en su hinchado coño por la paliza. La pelvis de Tiena se estremecía cada vez que el duro pilar con las venas erizadas arañaba su interior durante un tiempo, entrando y saliendo.

—Heuk. Ugh, Ugh. ¡Ahuheusss!

Podía sentir su estómago retumbando a lo largo de la gran cama que se mecía. Su barbilla, que había estado temblando al ritmo del movimiento de su pene, la levantó lentamente hacia el techo y luego arqueo la espalda por completo. La tela que cubría sus ojos se deslizó por la sábana y se pegó a su húmeda mejilla. No podía enfocar sus ojos medio expuestos. Sus ojos estaban a punto de hincharse y dolerle de tanto llorar.

Incluso sus gemidos parecidos a gritos que fluían de sus labios con la mordaza eran casi metálicos porque su garganta estaba muy ronca. Lehart apretó los dientes mientras observaba cómo una sola lágrima se deslizaba por sus largas y densas pestañas y caía sobre sus sonrojadas mejillas. De su garganta salió el rugido como de una bestia, y se lanzó salvajemente sin comparación.

Mordiendo bruscamente con los dientes todo su blanco cuerpo, dejando marcas que parecían flores floreciendo. La lujosa cama se sacudía violentamente, como si fuera a romperse. Tiena se balanceo intermitentemente, sintiendo su aliento caliente en la oreja, y luego, sin darse cuenta, se soltó. La respiración entrecortada de la brutal bestia que la aplastaba se volvió más distante. Su conciencia se hundió más y más profundo.


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