Confinamiento en el dormitorio Capitulo 6.- Sumergida en la comodidad.

 

<<<>>>

Diana nerviosa caminaba de un lado a otro en el salón con las manos entrelazadas.

A medida que se acercaba la hora en que se suponía llegaría la vizcondesa de Pamina, su tensión aumentaba hasta su punto máximo.

—Le daré una explicación completa a la vizcondesa Pamina.

—...¿qué?

—De cómo fue que terminaste quedándote aquí.

—¿Qué demonios...?

—Le diré que tenía miedo de que la novia se escapara antes de la boda.

—Bueno, entonces mi tía, nosotros, nosotros...

—Le diré antes de la ceremonia que es posible que vaya a tener un sobrino.

Edmund fue realmente imponente al decir eso. Diana, por otro lado, sintió que estaba a punto de desmayarse.

—...Solo déjame hablar con mi tía a solas. Quiero ser honesta con ella.

—Tan pronto como la vizcondesa Pamina llegue al puerto, la traerán aquí.

***

¿Cómo debo plantearlo? Me preocupaba cuánto suspiraría mi tía, quien me había cuidado como una verdadera hija, al enterarse de que ya había tenido relaciones con un hombre antes del matrimonio.

—¡Diana!

Tan pronto como la puerta se abrió de golpe, la vizcondesa Pamina corrió hacia su sobrina.

—Tía, estás aquí.

—¡Diana, mi hermosa niña!

La vizcondesa abrazó a Diana y la besó en la mejilla.

—¿Porque tardaste tanto en volver?

Diana preguntó con cautela tan pronto como terminó el estridente saludo. Teniendo en cuenta los días que ha pasado aquí, se dio cuenta de que había pasado mucho tiempo desde el día en que se suponía que su tía regresaría. 

No había regresado a casa, pensé que no me había buscado, pero era que no había regresado aun.

—Ni siquiera me lo recuerdes. 'La Perla del Océano' cambió de dueño. El Conde Collan quebró, por lo que no le pago sus salarios a la tripulación, así que el barco quedó anclado en el puerto. Afortunadamente, la persona que compro el crucero se hizo cargo de pagar todos los salarios por adelantado y finalmente pudimos completar el viaje.

—...¿El Conde Collan se fue a la quiebra?

Era la primera vez que lo escuchaba. ¿El Conde Collan no fue el mismo hombre que trato de abusar de mí en el baile de máscaras? Escuché que dirigía el negocio de barcos más grande del imperio, pero en serio quebró.

—Sí, pensé que era un negocio sólido, pero supongo que no lo era. Los deudores ahora lo persiguen. Está arruinado, no solo está arruinado, está muy arruinado.

La vizcondesa Pamina levantó la mano y fingió que la casa se derrumbaba.

—Era un hombre que decía que no tenía problemas de dinero, pero no sé cómo pudo quebrar tan rápido… Ni siquiera lo sabía, pensé que era un buen candidato para ser tu prometido, pero Dios nos ayudó.

—…Tía.

Frente al rostro horrorizado de Diana, la vizcondesa Pamina se dio una bofetada en la boca.

—Bueno de todos modos está en el pasado... Lo que sea. En realidad, se suponía que debía encontrarse contigo.

—¿Qué, cuándo?

—Un día después de que te convirtieras en la amante del duque.

—¿Que dices?

La campana sonó, ding, en mi cabeza.

—Pero bueno, tienes un amante un millón de veces mejor que ese. Así que decidí de inmediato que no tenías que conocerlo. 

La vizcondesa Pamina aplaudió diciendo: —¿Es el destino?

Sin embargo, Diana, que se enteró de la verdad del asunto, estaba luchando con un torbellino de conmoción.

—Ah...

—Deberías agradecerme. Si no te hubiera llevado al baile de máscaras, habrías sido arrastrada por mi madre y tendrías que salir con un viejo rico.

Cuando se difundió la noticia de su relación amorosa con el duque de Serwell, recordó las palabras de Agnes, quien orgullosa le apuñaló el costado en secreto.

¿Esto es lo que querías decirme?

El día que me llevo al baile de máscaras, pude ver la expresión de mi prima profundamente angustiada mientras suspiraba profundamente. Incluso me dijo que podía terminar casándome con un viejo con barriga, y que debía disfrutar mientras pudiera.

—...Tía, yo, yo a ese abusador...

—¿Eh? ¿Abusador? ¿Quién?

Al ver el rostro iluminado de la Vizcondesa Pamina, Diana no pudo decir nada.

—Por cierto, ¿cómo has estado mientras Agnes y yo estuvimos fuera, Diana?

La vizcondesa Pamina pregunto un poco tarde. Tenía una expresión muy brillante. Por extraño que parezca, su rostro estaba lleno de expectativas. No sé por qué, pero mi tía esperaba algo.

—Diana, ¿eh? ¿Cómo estuvo?

—Uh... yo... he estado bien.

Diana se mordió el labio, incapaz de decir la verdad sobre lo que había pasado.

—Pero, ¿y Agnes?

Diana, que no quería contarle nada, cambió rápidamente de tema.

—No me hagas recordarlo, tan pronto como bajamos del barco, se subió a un carruaje conducido por un hombre y se fue. ¿Dónde habla conocido a un hombre con una expresión tan hosca?

La vizcondesa se golpeó el pecho como si tuviera una rabieta solo de pensarlo.

—Ya veo. . .

—¿Cómo te fue? ¿Todo bien?

Preguntó la vizcondesa Pamina con curiosidad. La vizcondesa, que estaba molesta con su hija, rápidamente volvió su atención a Diana. Pensaba que su sobrina tenía un negocio más grande que su propia hija.

—Sí, no pasó nada

En realidad, lo hubo. Ese es el gran problema. No quería ni imaginar cómo cambiaría la expresión de mi tía si le dijera que me había enredado con Edmund.

—¿En serio, no pasó nada?

Cuando su tía volvió a preguntar, como si no pudiera creerle, Diana sintió un pinchazo en el estómago y no sabía qué hacer.

—...¿De verdad?

La vizcondesa Pamina inclinó la cabeza como si fuera realmente extraño.

—Entonces por qué...

—¿Tía?

Diana pregunto con cautela, y la vizcondesa Pamina miró el rostro de su sobrina con una expresión perpleja.

—Eso no puede ser cierto. ¿Por qué me fui de vacaciones?

—¿Qué quieres decir?

Diana se dio cuenta de que su tía estaba siendo algo extraña. Mi tía sabía algo que ella no sabía.

—¿Quieres decir que el duque de Serwell no te propuso matrimonio?

—...¿qué?

—Definitivamente dijo que te propondría matrimonio. ¡Es por eso que nos invitó a tomar unas vacaciones e incluso nos regaló los boletos de primera clase!

—¿Qué?

Por un momento, Diana sintió como si la hubieran golpeado en la cabeza con algo pesado.

—¿Edmund las invito a irse de vacaciones tía? ¿En serio?

—Oh, Dios mío, ¿ahora lo estás llamando por su nombre? Le has llamado Duque todo este tiempo.

La vizcondesa Pamina se interesó en algo más en medio de esto, y a Diana solo la confundió más.

—¡Tía! Edmund dijo eso, ¿en serio?

—¿Eh? Oh, es cierto. Dijo que quería proponerte matrimonio en secreto y nos invitó a irnos de vacaciones, e incluso no hospedo en una isla propiedad del duque de Serwell.

—¿Una isla?

—Sí, era un lugar muy hermoso. Ser dueño de toda una gran isla, eh

La vizcondesa Pamina, que había estado hablando con una expresión soñadora. Miró a Diana, que de repente se había quedado callada, y preguntó:

—¿Por qué te ves tan sorprendida? No te lo propuso, ¿verdad? El duque no es el tipo de persona que mentiría sobre algo así.

La vizcondesa no pudo ocultar su decepción. Las dos estaban perplejas por diferentes razones.

—Mira, no hay anillo. . .

La vizcondesa no pudo ocultar su decepción.

—¿Qué está pasando, entonces?

—Tía, voy a salir un rato.

Diana murmuró como si hubiera perdido la cabeza.

—¿Diana?

—Volveré enseguida. No tardaré mucho.

Diana soltó sus manos fuertemente entrelazadas y agitó la mano hacia la vizcondesa. De repente, la vizcondesa se sobresaltó cuando notó algo brillante en su mano.

—Espera, ¿qué es ese anillo? ¡Dios, no puedo creer que esté viendo esto ahora!

La vizcondesa Pamina exclamó emocionada.

—¡No puedo creer que apenas haya notado algo tan deslumbrante! ¡Mis ojos están extasiados! ¡Oh, Dios mío! El Duque...

—Tía, voy a salir un rato.

Diana murmuró como si hubiera perdido la cabeza.

—¿Diana?

—Volveré enseguida. No tardaré mucho. Toma un poco de té y galletas.

La vizcondesa Pamina, que ama los dulces, miró el juego de té sobre la mesa y sonrió extasiada, y dijo de nuevo.

—Pero Diana, ¿qué le pasa a tu cara? Recibiste una propuesta de matrimonio, incluso ya se celebrara tu boda, todo de una sola vez...

Diana bajó corriendo las escaleras sin escuchar lo último que dijo su tía. A lo lejos, escuchó la voz de la vizcondesa llamando a Diana, pero ella corrió sin detenerse.

—¡Edmund!

—¿Qué pasa, Diana?

Edmund dejó los papeles que estaba mirando y abrió los brazos hacia Diana, que se quedó sin aliento.

—¿Vas a quedarte aquí hasta la boda?

Preguntó como una broma, pero Diana cargó contra él como un toro bravo y le dio un puñetazo en el pecho.

—¿Diana?

Edmund la miró mientras agarraba el pequeño puño que seguía golpeando su pecho y lo apartaba.

—Te va a doler la mano.

No es que no lo fuera, pero realmente dolía. Era él a quien había golpeado, pero su mano estaba dolorosamente adolorida.

—Tú, hombre malo... como un demonio con un interior oscuro...

—De nuevo.

Él solo sonrió ante las maldiciones. Incluso le brillaban los ojos como si estuviera esperando la próxima maldición.

—Di más.

—....¿qué?

—¿Cómo puedes decir malas palabras con esta linda boca...?

Dijo, viéndose extasiado, como si estuviera poseído por algo.

—Ya estoy duro.

Se inclinó y susurró, Diana dio un paso atrás y lo golpeó en el pecho. Pero sus acciones fueron más rápidas. En un instante, levanto su cuerpo y quedó suspendida en el aire. Es decir, mientras tiraba de su cuerpo, su cabeza se erguía sobre su vestido.

—Loco...

—¿Sabes eso ahora?

Se sentó en el sofá de su oficina, abrazando a Diana. Diana luchó, pero fue en vano. El vestido revoloteó, esparciendo los papeles que Edmund había dejado sobre la mesa. Diana estaba tan enfadada que no vio las palabras 'adquisición de barco' o 'pago de salario' escritas en los documentos.

—Di más, Diana. ¿Qué otros apodos te quedan?

—¿Qué quieres decir con apodos?

Dijo la peor maldición que conocía, y estaba encantado.

—El mayor playboy... un bulto de arrogancia...

—Me gustan todos.

Sacó la lengua y lamió los labios de Diana mientras ella maldecía. Las palabras de Diana fueron repentinamente cortadas por sus labios.

—Di más, ¿eh?

Mientras Diana maldecía diligentemente, sintió que Edmund se ponía mas duro  y se puso rígida por la vergüenza. Al darse cuenta de su reacción, chupó tranquilamente sus labios, luego metió la lengua y comenzó a chupar dentro de su boca. Desató audazmente la parte delantera del vestido de Diana.

—No, si alguien viene. . .

—De ninguna manera.

Él se echó a reír y comenzó a frotar entre sus piernas con su pene hinchado.

—¿Quién se atrevería a entrar aquí?

Él se rio y simplemente descartó sus palabras.

—Pero mi tía, tía...

Todavía estaba esperando en el salón. Aun así, no hubo vacilación en sus acciones.

—Aún no, Ajiik. . . está allí.

Sus palabras fueron tragadas por los labios de Edmund. El rostro de Diana se puso rojo tan pronto como frotó su cosa fuertemente hinchada como si fuera a penetrar su ropa.

—Mi tía todavía está...

Edmund se rio entre dientes mientras la veía derretirse con su toque pero persistentemente ponía excusas por su tía.

—Este castillo es muy grande, Diana.

—Osborne le mostrará cada rincón y grieta. Estoy seguro de que le encantará. Por cierto, ¿por qué no alojamos a tu tía en el anexo?

El anexo estaba muy lejos del edificio principal, donde estaba el dormitorio de Edmund y Diana.

—Bueno, qué... ¡Ay!

Antes de que me diera cuenta, su gran mano entró por el frente desatado y amasó sus pechos desnudos, luego agarró sus pezones con los dedos y comenzó a retorcerlos. Fue increíblemente rápido.

—¿Qué estás haciendo...? Uhm

Ella no pudo decir nada porque su lengua entró entre sus labios abiertos. Debería estar enojada, pero estoy aquí haciendo esto, antes de darme cuenta, mi cuerpo se estaba derritiendo.

—¡Para!

Pero Diana no podía dejarlo pasar esta vez, así que empujó su pecho. No había forma de que lo empujara, pero inesperadamente detuvo lo que estaba haciendo.

—Malo, eres malo...

Los ojos de Edmund se suavizaron ante las maldiciones que soltó. Sus labios hinchados, sus ojos llorosos y su pecho desnudo temblando llenaron su visión. Su prometida era jodidamente demasiado adorable.

—Todo, todo... Estaba planeado, ¿no?

—Claro

—Enviaste a mi tía de vacaciones y tú, yo. . .

—¿Planee devorarte?

Ante esas palabras, Diana se sorprendió. Una cosa era pensarlo, y otra muy distinta escucharlo directamente de su boca.

—Uh, ¿cómo puedes decir algo así...?

—Es cierto lo que dijo la vizcondesa Pamina, Diana.

Dejo de frotar sus pechos y agarró la mano de Diana y la levantó. Mientras acariciaba sus delicados nudillos, besó en silencio el dorso de su mano blanca.

—Iba a proponerte matrimonio, a la hora del té. Pero tú tomaste la iniciativa primero. Trataste de abandonarme.

—Yo, yo, yo...

—Lamentablemente, me convertí en el hombre con el que rompiste el día que decidió proponerte matrimonio.

—Normal...

—Malo, eres malo...

Los ojos de Edmund se suavizaron ante la colorida maldición.

¿Me encerraste en tu habitación y lo hicimos todo el tiempo?

Me pregunte qué tan loco estaba este hombre, y Diana se aterrorizo. La temperatura de su piel, que se había calentado, bajó rápidamente y dio un paso atrás. Al sentir su trasero deslizándose hacia atrás, rápidamente la agarro de la cintura y la atrajo hacia él.

—Parece que te has dado cuenta ahora, Diana.

En un instante, su cuerpo, fuertemente presionado contra él, tembló. Sus pechos desnudos fueron aplastados contra su camisa. Fue una vista muy perturbadora. Al Intentar escapar frotaba sus pechos desnudos contra su cuerpo.

—Así que no puedes escapar de mí.

El peligroso susurro hizo temblar a Diana más fuerte.

—Fue solo un pequeño giro, se suponía que terminarías durmiendo entre mis brazos.

Chiik.

Rasgó la parte superior de su vestido que había desatado completamente a toda prisa.

—Desgarre tu ropa, así que necesitas un nuevo vestido.

Parecía muy preocupado.

—Dijiste que iba en contra de la dignidad de una dama volver a casa con un vestido diferente al que salió. Así que para preservar la dignidad de la dama...

Hizo una pausa y sonrió. Tenía el rostro lleno de intenciones sospechosas.

—No puedes volver.

—¿Qué?

—Me pondré en contacto con la vizcondesa Pamina.

Al mismo tiempo, Edmund sacó su largo pene, que le quería meter profundamente y lo metió de golpe. Sin tiempo para que Diana reaccionara, quien dejó escapar un pequeño grito, comenzó a embestirla rápida y salvajemente.  

—Que, que…

Las palabras que decía entre sus respiraciones rápidas fueron lindas, beso sus labios por un momento antes de decir.

—Decidí quedarme aquí para prepararme para la boda.

Sin responder, no pasó mucho tiempo antes de que los labios de Diana fueran bloqueados nuevamente por sus labios, y los sirvientes del duque de Serwell ni siquiera se acercaron a la oficina del duque hasta que se puso el sol.

<<<>>>

Comentarios