Capitulo 6-10

Capítulo 6.

 Morirás si lo comes.

—Estoy segura de que es la chica más hermosa de la que hayas estado a cargo, si la vez, definitivamente estarás de acuerdo conmigo.

Brenda Hardy se estremeció y miró el reloj de mesa, es decir, cuando era algo tan importante, ella actuaba como un niño al que no le gustaba nada.

—Eso es lo que hare, mi señora.

La Condesa Meyer miro hacia el jardín más allá de la ventana, se giró hacia Brenda Hardy.

—De lo contrario, sólo sería una pérdida de mi tiempo y odio gastar mi tiempo en cosas sin sentido.

A diferencia de su tono suave, sus ojos eran fríos. Brenda Hardy lucho por sonreír mientras reprimía su malestar estomacal. El arrepentimiento era así, no había otra forma más que aguantar y aguantar.

La condesa Meyer era una leyenda en el mercado matrimonial dentro de la sociedad de Lechen. Nació siendo la hija de un barón y logró casar a sus hijas con grandes familias. Eso en si era un gran logro, su primera hija se convirtió en condesa, su segunda hija fue la esposa de un noble del nuevo mundo. Logro conseguirles grandes partidos a las muchachas de quienes fue chaperona, y el rumor comenzó a dispersarse entre las hijas de los nobles.

Esa misma mujer Victoria Meyer ahora estaba sentada en el salón de la familia Hardy, lo cual era un milagro, ya que había declarado que no sería chaperona esta temporada, quería pasar el verano con su segunda hija en un país extranjero, pero su segunda hija aún seguía planeando el largo viaje con su esposo. Así que tenía que apresurarme.

Vas a vender a tu hija.

Al principio, Brenda Hardy pensó que su esposo finalmente se había vuelto loco, pero él lo dijo bastante serio, incluso en un rincón de su corazón sintió un poco de ambición. No era nada raro que entre los nobles pusieran a sus hijas en el mercado matrimonial para evitar la bancarrota. De hecho, cada matrimonio entre los nobles solo era un contrato después de todo.

Por supuesto, era algo degradante revelar el flagrante negocio, pero ahora como miembro de la familia Hardy no estaba en posición de discutir al respecto. Brenda Hardy finalmente aceptó la loca idea de su esposo, sobre todo, por la belleza de Erna estaba segura de que sería la mejor vendida.

Este tipo de negocios tenían que hacerse rápido, así que iban a ir a cualquier evento hasta que terminara el verano.

—Madame, La señorita Erna ha llegado.

La Condesa Meyer frunció el ceño notablemente, algunas doncellas se alegraron de escuchar la noticia. Brenda Hardy se levantó, olvidando por un momento su dignidad.

—¡Bienvenida, Erna! Te he estado esperando por mucho tiempo.

Al entrar en la sala, saludó a Erna con un sincero saludo. La Condesa Meyer bajo su abanico, se giró y miró a Erna. A pesar de que le había comprado un montón de ropa, Erna todavía se vestía con sus rústicos vestidos.

—Ven y saluda, ella es la Condesa Meyer.

Brenda Hardy le dijo nerviosa a Erna. Parecía una mujer de campo con apariencia rígida, temió que Victoria Meyer se fuera de inmediato.

—Buenas tardes soy Erna Hardy.

Erna nerviosa se acercó a ella, por suerte la saludó con la debida cortesía: De arriba abajo, de abajo hacia arriba, la mirada de la condesa Meyer, escruto a Erna y era afilada como una espada.

— ¿Qué tal señora? ¿Le agrado nuestra Erna?

Brenda Hardy, no pudo soportar mas el silencio, y hablo primero.

—Es verdad, no estabas mintiendo.

No se le hizo familiar la condesa Meyer pero esta asintió lentamente, con un gesto elegante, se levantó y se acercó a Erna.

—Es bueno verla, señorita Hardy. Vamos a intentarlo.

La condesa le tendió la mano enguantada a Erna agarrando su mano le dio un apleton:

—Soy Victoria Meyer, seré su chaperona desde ahora señorita Hardy.

Cuando se dejó de escuchar el sonido de las tijeras cortando la tela, el dormitorio volvió a quedarse en silencio.

Erna movía diligentemente las manos sobre su escritorio, se sentó dando un largo suspiro, mirando la peonía que había terminado abrumada de alegría y satisfacción.

Cuando tienes la mente hecha un lio solo debes concentrarte en el trabajo.

El hobbie de Erna era bordar desde hace mucho tiempo. Después de haberle ayudado a la señora Greve a crear ramos para después venderlos, era natural para ella agarrar la aguja e hilo si estaba obsesionada con sus pensamientos.

Podía ganarse la vida, por lo que era beneficioso de muchas maneras. Fue un poco divertido el haber traído aquí su trabajo, pero ahora ya no lo sentía como un trabajo si no como una parte de ella.

Arreglo la tela de punto y sus herramientas. Erna fue al baño y se lavó las manos meticulosamente. Sus pequeñas manos ya no estaban tan agrietadas, por trabajar en la tierra, como antes poco a poco se estaban poniendo más suaves

Quizás será un año algo tranquilo, pensó Erna, mirando el hermoso espejo de bronce.

Ya habían pasado diez días desde que se había mudado a la mansión de la familia Hardy, cada día parecía pasar muy lento, y así paso día tras día. Desde que llegó a Schwerin, Erna había pasado la mayor parte del tiempo con su chaperona. Mejor dicho la arrastraba. A Erna no la dejaron decidir nada durante todo el viaje donde visito muchas tiendas elegantes. Todo lo que tenía que hacer era ponerse, quitarse e ir de un lugar a otro. Se sentía como una marioneta.

—¡Mi señorita!

Cuando vio a Erna salir del baño, la criada gritó emocionada.

—¡Me sorprendí al ver que se fue!

—Lo siento si te preocupe.

—¡No debe disculparse mi señorita!

Avergonzada, Lisa le estrechó la mano y juguetona le dio una palmada. Erna, sonrió tímidamente, se acercó lentamente a la mesa con el té de la tarde, y Lisa, dudando se acercó a su lado.

—La próxima vez, trae otra taza de té.

Erna se dio cuenta hace cuatro días que se había equivocado, y lo entendió tarde, Lisa casi gritó horrorizada.

—…no me haga esto, señorita, eso sería un gran problema.

—¿Por qué? He tomado él te con la señora Greve en la mansión Baden.

Lisa le explico con calma, pero Erna simplemente ladeó la cabeza.

 —¿Quién es la señora Greve?

Lisa pregunto nerviosa lo más bajo que pudo:

—El ama de llaves de la mansion Baden.

Después de tranquilizarse, Erna respondió con seriedad. Así fue como empezó a tomar el té en secreto con su doncella y esto había estado ocurriendo pacíficamente durante días. Ella era una dama un poco extraña. Lisa estuvo de acuerdo hasta cierto punto en lo que decían los usuarios de la Casa Hardy. La hija de la Casa Hardy, que un día apareció de repente, no se parecía en nada a una dama de noble cuna. Desde su atuendo hasta su actitud, no era una noble en todos los sentidos. Decían que era muy altiva, pero tales acusaciones, eran puras tonterías. Era muy tímida y reservada, pero era una chica bastante dulce.

—Wow. ¿Tú hiciste esto?

Los ojos de Lisa se agrandaron cuando vio el bordado en el escritorio arrojado casualmente. Erna asintió, sonrojándose levemente. Cada vez que parpadeaba lentamente, la sombra de sus pestañas parecía el batir de las alas de una mariposa.

—¡Qué bonito! Eres muy buena en esto. Parece una flor de verdad.

Lisa estaba realmente impresionada. Se sorprendió al ver a Erna sonreír encantada por su cumplido.

—Vendió casi todo. Ahora también venderá hasta su propia hija.

Los nobles susurraron tales acusaciones contra Hardy ya que de repente puso a su hija con su ex mujer, a quien abandono en el campo, en el mercado matrimonial.

—Definitivamente valdría la pena porque se vendería a un precio bastante alto.

—Independientemente de que la venda, eso ¿no es lo mejor para su familia de todos modos?

Algunos empleados defendieron a sus maestros, parecía que Lisa podía entender lo que significaban sus malas palabras.

Nadie sabe cómo es en realidad esa chica.

Una repentina pregunta perturbó a Lisa. En ese momento Erna la saco de sus pensamientos y le entrego la flor.

—¿Me lo estás dando?

Increíble, le pregunto, y Erna asintió levemente.

—¡No, cariño! ¡Eso no es lo que quise decir! Solo que era bonita…

—Te la doy como un regalo. Si lo pones en tu sombrero, se verá muy bonito. También puedes usarla como broche.

Lisa agarro la flor que le entrego Erna avergonzada. Erna le dio el ramillete. Lisa, que no podía negar su sinceridad, decidió aceptar el regalo, fingiendo que perdió, Erna sonrió hermosamente como la flor que había hecho.

—¿Vamos a dar un paseo? Aún no ha salido a conocer las calles de Schwerin, la llevare a conocer buenos lugares para agradecer su regalo.

Lisa se levantó de un salto con entusiasmo. Erna la miró sorprendida.

—¿Quizás te estoy molestando?

—¡De ninguna manera! Es mi trabajo cuidarte.

Lisa sonrió y rápidamente trajo la sombrilla y el sombrero de Erna.

—¡Vamos a salir cariño!

Schwerin era una gran metrópolis y solo era superada por la capital. Los nobles solían tener sus mansiones en la parte sur de la ciudad, también fue construido al sur el Palacio de Schwerin, que era la villa real para las temporadas sociales, también había tiendas de lujo, hoteles y teatros. Era una ciudad muy transitada donde la familia real y los nobles, venían a disfrutar la temporada de verano y se jactaban del esplendor de la turística ciudad. Había un enorme puerto que desembocaba en el océano un poco más al norte, Schwerin ha sido durante mucho tiempo una ciudad de comercio y finanzas.

Erna caminaba a paso lento, escuchando el parloteo de Lisa, quien seguía charlando con ella, había leído en un libro sobre la ciudad, pero al poder verla con sus propios todo era nuevo para ella.

—Bueno, ese de ahí es el mejor hotel de Schwerin—. Lisa, hizo una pausa y le señalo el hotel que se encontraba en el cruce de los tres bulevares.

—El restaurante de allí tiene el salón de té más popular entre las damas. Tal vez deberíamos ir la próxima vez, cariño.

Lisa añadió rápidamente antes de que Erna pudiera responder, Erna asintió con la cabeza suavemente, ya que estaba complacida al ver su rostro. Fue entonces cuando un hombre alto apareció a la vista.

Después de salir del hotel, el hombre avanzo a grandes zancadas, vio que no le importaba lo que decía la mujer a su lado. Al ver como las personas se detenían a verlo de inmediato noto que era una persona bastante famosa.

——¡Oh, no, señora!

Cuando Erna quedo cautivada sintiendo un extraño sentimiento de desesperación, se giró hacia el hombre, Lisa la agarró del brazo. Y chasqueo con la lengua. Inclino la cabeza hacia el desconocido caballero, Erna miró de nuevo al hombre rubio. El carruaje que lo transportaba a él y a la mujer desapareció inmediatamente.

—Él es absolutamente imposible.

Lisa suspiró y se detuvo frente a Erna.

—¿Quién es esa persona?

—el es… ... Ni siquiera necesitas saberlo.

No sé

—¿Tiene tan mala reputación?

—Oh, no hace falta decirlo.

Lisa negó con la cabeza y tiró de la mano de Erna.

—Recuerda, querida. No es un hombre, él es.

—…

—¿Entonces?

—Bueno ... ...el es, ¡un hongo venenoso!

Capitulo 7. Debutante

El problema era escoger el vestido, lo más importante para un debut era escoger el vestido adecuado. Así que estaban escogiendo el vestido para el debut de Erna Hardy, el cual usaría en el baile en el palacio real.

Brenda Hardy miró el vestido de Erna algo avergonzada. Siguiendo la tradición, el vestido era blanco puro, pero el escote no era nada decente. El escote era demasiado profundo. Cuando se incline ¿se podrá ver el negligee? Hará su debut mostrando la mitad de los hombros y el pecho ante toda la sociedad.

—No es normal, aun es doncella— Brenda Hardy soltó un suspiro y se reclinó sobre su reclinable.

Fue la Condesa Meyer quien escogió el vestido. Ella le había dado su opinión de que el vestido fuera más modesto pero la condesa amablemente lo descarto.

Tiene casi 20 años y aún se viste como si fuera una chiquilla ya no es una jovencita. ¿Qué estaría pensando? El comentario me dejo pasmada, pero era verdad, así que no pude refutar.

Las jóvenes damas de las familias nobles en Lechen hacían su debut social a la tierna edad de 15 años, en el baile que da inicio a la temporada, generalmente el baile era el de la Familia Real. Ninguna dama había hecho un debut tan tardío ni por vivir en el campo o por haberlo pospuesto debido a circunstancias personales. Habían dicho como excusa que la había mandó a vivir al campo porque estaba muy enferma, pero aun así  nadie les creyó.

Bueno, en cualquier caso, si no puede evitar destacar, lo mejor era hacer un movimiento drástico.

Recordó el vestido con mangas abullonadas que definían ligeramente los hombros de Erna, el vestido tiene un bordado con encaje color melocotón que claramente era hermoso. La falda estaba ligeramente teñida de rosa pálido, gracias a esto el vestido parecía más bien el capullo de una flor.

No importa como lo mire, ese no era un vestido apropiado para un debut.

No podían creer que su padre en su sano juicio haya aceptado que su hija vistiera eso. Pero al final pensó que no debía sorprenderse ya que él, era el Vizconde Hardy, quien por ambición quiere vender a la chica al mejor postor, es alguien que no se arrepentiría por las acusaciones.

Decidida Brenda Hardy, tocó el timbre de la mesa con fuerza. La dio a la doncella su recado esta rápido regreso con la joven doncella que sirve a Erna.

—Hay algo que tienes que hacer por Erna. Podrás hacerlo, ¿verdad?

—¡Sí, señora! Déjemelo a mí.

La sirvienta nerviosa respondió en voz alta.

— Sí. Excelente. Muy bien.

Brenda Hardy, sonriendo se levantó y tranquilamente se acercó a la criada.

—Tienes que lograr que se ponga Erna este vestido, y si no lo logras te despediré.

***

Bjorn se despertó antes de lo habitual. Solo era mediodía, pero para él era muy temprano.

—Gracias a Dios, príncipe. Así podra evitar que los sirvientes de la mansión sean reprendidos por el rey.

La señora Fritz le dijo sarcástica a Bjorn que acababa de salir del baño, y había una sonrisa amable en su rostro, que rara vez mostraba emoción.

Bjorn sonrió, se levantó y entró en el vestidor. Los sirvientes que estaban preparando su ropa se detuvieron. Bjorn los miro con una expresión seria, respondió a sus saludos con un leve asentimiento.

Cuando Bjorn termino de desvestirse se paró frente al espejo, los sirvientes comenzaron a arreglarlo rápidamente. Lo ayudaron a ponerse el traje ceremonial que era muy formal pero hermoso, la luz del sol que entraba por la ventana brillaba sobre su cuerpo. Haciéndolo brillar como si fuera de oro.

Si el príncipe problemático no se presentaba hoy, el baile se celebraría sin ningún problema. Bjorn sabía que las amenazas de su padre no eran más que mentiras.

El respetado rey Felipe III de Lechen, su padre, era un hombre benevolente que odiaba la violencia, no levantaría su espada incluso si tuviera una en el cuello. Sin embargo, decidí asistir, porque era mi deber por los privilegios que poseía al tener todo en orden y disfrutar de una vida tranquila, esa era mi mínima moral, no era diferente a la servidumbre.

—Todo está listo, Príncipe.

Dijo el mayordomo terminando de limpiar la última insignia.

Al terminar Bjorn dejo de verse en el espejo. Al girarse cambio su expresión. Con solo una breve sonrisa cambió su expresión en un instante. Bjorn camino con elegancia a la puerta principal del Gran Ducado, afuera lo esperaba su carruaje, los rostros de los sirvientes que lo seguían brillaban con regocijo y alegría.

—Se hubiera quedado en la capital en vez de volver al ducado. Me temo que llegara tarde debido a que hay un atasco.

La Sra. Fritz ansiosa le informo cuando se subía al carruaje.

—Nada mal.

—¡Príncipe!

—¿Debería rezar para que ocurra al menos otro atasco?

Bjorn se subió al carruaje con una actitud rebelde en contraste con su comportamiento caprichoso, sus movimientos eran elegantes.

El carruaje que transportaba al Gran Duque salió del Palacio de Schwerin justo a tiempo. Era una hermosa y soleada tarde de primavera, el paisaje fluia por la ventana.

—¡Esto es tu culpa, por tu culpa!

Cuando el palacio comenzó a verse al otro lado del camino, Brenda Hardy expresó su reprimida ira. El propio Hardy apenas podía respirar desconcertado miró a su esposa.

—¿Qué? ¿Ahora quieres decir que yo soy el culpable del accidente del carruaje que otras personas causaron?

—¡Si no hubieras perdido nuestra casa en la capital por tus deudas, esto no hubiera pasado! ¡Podríamos haber llegado tranquilamente al baile!

El vizconde Hardy, cansado de los chillidos cada vez más agudos de su esposa, sin poder contradecirla se mordió el labio con fuerza. En medio del alboroto, Erna solo miraba por la ventanilla del carruaje medio encantada por el paisaje.

Schwerin era una ciudad contigua a la capital. No se hacía demasiado tiempo en carruaje, pero hoy, debido a un accidente inesperado, se habían retrasado mucho más de lo que habían esperado. Pero eso poco le importo a Erna.

—Ojalá no hubieran despejado el camino.

Erna miro su reflejo y observo sus ojos llorosos.

No puedo creer que tenga que al baile en el palacio con este feo vestido.

Sentí que quería saltar del carruaje incluso ahora.

Tan pronto como vio el vestido, Erna expresó su firme rechazo, no podía usar ese vestido, pero la Sra. Hardy le dijo que expulsaría a su doncella y jamás podrá volver a encontrar un trabajo.

No, no pueden hacerme esto.

Erna no quería ir casi desnuda al baile, pero no podía dejar que expulsaran a la inocente doncella, acepto pero puso una condición que pudiera cubrirse los hombros con un chal de encaje. De mala gana, la Sra. Hardy acepto.

—Tienes que comportarte como te han enseñado, ¿Comprendes Erna?— dijo el propio Hardy mientras el carruaje casi llegaba a la magnífica entrada del palacio.

¿Que? ¿Qué me enseñaron?

Erna intentó recordar, pero no lo logro. Mientras tanto, se acercaban al palacio cada vez más. Sus manos temblaron mientras agarraba el chal de encaje envuelto alrededor de sus hombros, parecía como si tuviera frio.

—Madame, ¿qué diablos les paso?

—Señora, ¿usted qué cree? Hubo un accidente en el camino.

La condesa Meyer fue al encuentro de la familia Hardy en las escaleras, y gritó nerviosa, el rey y la reina ya habían terminado de presentar a las damas que debutaron esta temporada.

— ¿Qué, hubo un accidente? Llegaron muy tarde. Victoria Meyer, pregunto sin esperar su respuesta, corrió hacia el rellano.

—¿Por qué trae un chal?

—Lo siento señora, no tuve otra opción.

Brenda Hardy se dio cuenta demasiado tarde y se disculpó rápidamente:

—Erna se ve hermosa pero en el mejor de los casos, se vería aún más hermosa sin ese horrendo chal.

—No habría logrado que viniera si no la dejaba ponerse el. No puede siquiera imaginar lo terca que es.

Con una excusa poco convincente. La condesa Meyer negó con la cabeza, agarró primero a Erna por la muñeca y se apresuró a subir las escaleras.

No puedo creer que no pueda manejar a esta pequeña y débil niña.

La incompetencia de la Sra. Brenda Hardy la hizo estremecerse.

—Condesa, me puede permitir un momento...

—¿Un momento? Eh, señorita Hardy. El rey ya presento a las demás debutantes. ¿Cuánto tiempo más necesita? 

Erna jadeó y le suplicó, pero la condesa Meyer no cambio de opinión. De todos modos no importaba lo que hiciera era imposible cambiar su rústica apariencia en tan corto tiempo. Lo mejor era mostrar su inocente encanto de chica de campo.

—Por favor anúncienos.

Enérgicamente, ordenó a los sirvientes que protegían el frente del salón de banquetes haciendo que abrieran las enormes puertas con el escudo de armas con un lobo blanco que simbolizaba a la familia De Nyster, Una luz brillante la deslumbro, y escucho el bullicio.

—¡La noble Familia Hardy!

Todos los nobles en el salón se giraron a mirar, en ese momento Victoria Meyer se dio cuenta y tuvo una buena corazonada.

Lo mejor fue aparecer al último así destaco más que entre todas las demás señoritas. Eso es un beneficio. La crisis pronto se convirtió en una oportunidad.

La condesa Meyer intercambió miradas con la pareja, quienes los seguían, le quito el chal a Erna, quien se quedó rígida como una estatua de piedra. Erna lo notó tarde y luchó, pero fue inútil.

—Vamos, señorita Hardy.

Dijo la condesa Meyer dándole una fría orden con un ligero empujón, y al hermoso producto que le asignaron esta temporada lo arrojo al resplandor de la luz.

No puedo respirar.

Eso era todo en lo que podía pensar Erna. Se quedó quieta, su corazón latía con fuerza y se quedó sin aliento.

—Contrólate.

Erna levantó la cabeza, respirando con dificultad, observo el amplio y ridículamente hermoso salón lleno de gente elegante.

Apenas podía mover las piernas, y se detuvo recordando lo que vestía.

Se encogió de hombros Erna miró a su alrededor como pidiendo ayuda, pero todo lo que vio fueron rostros de gente que no conocía y resplandecientes luces, después se vio todo borroso como si fuera un cuadro.

—¿Qué puedo hacer, qué?

Erna volvió a mirar a su alrededor, temblando impotente como si fuera una presa arrojada a una cueva llena de bestias, y fue en ese momento que el grito del guardia anuncio la llegada de un nuevo invitado, escuchó murmullos entre los espectadores.

—¡El Duque de Schwerin, el príncipe Bjorn! Ha llegado

La mirada del hombre observo a la gente en el salón de banquetes en un instante.

 8. Respirar

Los Vizcondes Hardy y la Condesa Meyer, quienes intencionalmente seguían los pasos de Erna mientras mantenían la distancia, miraron hacia atrás desconcertados. Jamás imaginaron que otro invitado llegaría tan tarde. Pero de quien se trato era el Príncipe Bjorn.

Ellos se retiraron primero del camino. La alfombra roja, que va desde la entrada del salón de banquetes hasta el extremo opuesto terminando en el podio donde el rey y la reina se sientan uno al lado del otro, y era a donde se dirigía el Príncipe Bjorn. Hasta que vieron a Erna se habían olvidado de ella y ahora estaba en problemas.

—¡Oh, Dios mío! ¡Mira a esa chica!

Brenda Hardy agarró el brazo de su esposo, poniéndose azul.

Erna, fuera de sí, se paró en medio de la alfombra y se interpuso en el camino del príncipe. Para quitarla de su camino, tenía que dejar atrás al príncipe Bjorn, pero era difícil adivinar que sería lo más aterrador. Mientras tanto, la distancia entre el príncipe y Erna se hacía cada vez más pequeña.

—¿Qué vamos a hacer? ¿Eh?

Brenda Hardy le preguntó a la condesa Meyer, quién había hecho este escenario. Ella estaba perdida en sus pensamientos frunciendo el ceño, y pronto recuperó su expresión tranquila.

—Solo miremos. Ya no hay forma de evitarlo.

—¿Qué?

Brenda Hardy dejó escapar un horrendo suspiro. No era suficiente ser deshonrados por los nobles de todo el país, ahora serian humillados frente a la familia Real. Esta mujer estaba actuando como si se estuviera divirtiendo.

Justo cuando pensó que la chaperona había arruinado todo, el príncipe Bjorn frunciendo el ceño, dejó de caminar.

Erna se dio la vuelta al notar su sombra sobre de ella.

Que rayos.

Bjorn se inclinó ligeramente mientras miraba a la mujer que estaba haciendo algo absurdo. Pensé que no era gran cosa cuando la vi por primera vez.

No sabía que resistiría así y me detendría. Cualesquiera que sean sus intenciones, ¿debería reconocer que tiene algo de confianza?

Bjorn miró a la mujer un poco más de cerca, incluso con los ojos llenos de él, la mujer estaba aturdida como si no pudiera ver nada, cada vez que parpadeaba lentamente, sus grandes ojos se volvían cada vez más transparentes. Sus ojos eran de un azul inusual y brillante.

Bjorn, quien frunció el ceño ligeramente, aparto la mirada de la mujer y miro sobre la mujer, lo primero que vio fue a su padre y madre, quienes parecían perplejos.

¡Bjorn, otra vez!

Suspiro observando su mirada que le decía. El regaño viendo el ceño fruncido de Leonite fue más duro que eso. Sin mencionar a Louise.  Debo decir que me alegro de que el comienzo del festival de la fundación nacional, al que no he venido en mucho tiempo, al menos no sería aburrido. Bjorn una vez más levantó la cabeza, esta vez con una risa un poco más oscura.

Con una leve irritación miro lentamente los murales que adornaban el techo alto y los enormes candelabros. No importa cuánto lo pensara, no tenía ningún recuerdo de haberle hecho algo a esta mujer o de haberla humillado. La suposición de que esta extraña mujer podría haberlo confundido con Leonid pronto lo borró de su mente.

El día en que el paraíso llegue a la tierra llegaría antes que el día en que el aburrido príncipe heredero cause problemas de mujeres. Con la esperanza de que la mujer que no sabía quién era, desapareciera de delante de mí, Bjorn bajó la mirada, que vagaba sin sentido en el aire. Pero la extraña mujer aún se interponía en su camino. Era como una joven cría que había sido conducida a un coto de caza, miro como temblaba sin saber que hacer.

Cuando Bjorn, que ya no deseaba participar en este teatro, dio un paso, el cuerpo de la mujer, que había estado jadeando como si la estuvieran estrangulado, se tambaleó. Con un suspiro, Bjorn apoyó ágilmente a la mujer. No importa cuántos rumores se crearan sobre él, no era su trabajo, pero si se esparcía el rumor de que el Gran Príncipe echó a una mujer del palacio eso sería absurdo.

—Respirar

Biern le susurró a la mujer que estaba azul. La mujer, que lentamente levantó la cabeza, lo miró sorprendida como si solo apenas lo hubiera visto. Sus ojos rojos eran más prominentes debido a su rostro sin sangre.

—Respira, respira

Bjorn bajó un poco la voz y susurró lentamente. La mujer asintió con la cabeza y exhaló correctamente, todavía estaba temblando, pero afortunadamente parecía haber escapado del peligro de perder el conocimiento.

—Respirar.

La mujer murmuro constantemente la palabra que le dijo, respirando hondo y exhalando constantemente. Sus hombros blancos que se movían al ritmo eran ridículamente pequeños y delgados.

Cuando su respiración se estabilizó un poco, la mujer se alejó rápidamente de él, en su rostro, que había estado inexpresivo todo este tiempo, noto lo que podría llamarse una emoción: vergüenza y cautela.

—Lo siento mucho, príncipe.

Una mujer de mediana edad que la observaba se acercó con paso lento y apoyó a la mujer.

La mirada de Bjorn, que la miró fijamente, se dirigió de nuevo a la mujercita, quien intentaba cubrirse los hombros y el pecho, pero sus esfuerzos sin sentido solo llamaban más su atención.

¿Cómo te atreves a aparecer con un vestido así? ¿Estás actuando como una dama?

Una sonrisa torcida apareció en las comisuras de los labios de Bjorn cuando miró a la mujer. Su rostro, que había estado palido como un cadáver, se estaba poniendo cada vez más rojo. Levantó la cabeza con cuidado, y cuando sus ojos se encontraron, la mujer se sorprendió e incluso dio un paso atrás. Ahora, incluso sus orejas estaban rojas.

—Me disculpo desde el fondo de mi corazón, Príncipe. La Sra. Hardy estaba muy nerviosa y cometió un gran error

Otra mujer se acercó a las dos mujeres. Tan pronto como la reconoció se enderezo de inmediato con admiración, Bjorn entendió toda la historia de este absurdo disturbio.

Era Victoria Meyer, la mujer quien es la mejor corredora en el mercado de bodas de Lechen. La flor de este baile era Erna Hardy, sin importar lo que dijeran los demás.

Si agregaba en su historia, su debut social tardío, su apariencia poco convencional y el nombre del Príncipe Bjorn, no habría dama aquí que pudiera vencerla.

—Como era de esperar de la condesa Meyer. No esperaba que usaría al duque para hacer que esa chica se destacara.

—No pensé que esa fuera su estrategia.

—¿Cómo supo que el príncipe Bjorn llegaría tarde?

—Si no es una estrategia, ¿cómo puedes explicarlo? Por cierto, esa chica no es una apuesta ordinaria. Pensé que era ingenua porque vivió en el campo, pero no lo es si no  ¿cómo podría haber hecho algo tan inteligente?

Había desdeñosa curiosidad en los ojos de las damas que miraban a Erna, que estaba sentada en silencio al final del salón del banquete.

Una mujer hermosa que incluso llamó la atención de Bjorn De Nyster. Gracias a la conmoción, Erna Hardy ganó una gran reputación en un instante, incluso él, que era el ex esposo de la princesa Gladys, admitió que ella era realmente una gran belleza, incluso aquellos que criticaron al vizconde por mostrar su deseo superficial de vender a su hija en un alto precio, no pudieron discutir sobre la belleza de Erna Hardi.

—¿Cómo se siente, señorita Hardy?

La condesa Meyer, que había estado caminando por el salón del banquete, se acercó a Erna. Erna reflexivamente agarró su chal y levantó la cabeza. Sus ojos llenos de resentimiento eran bastante audaces.

—Eres una chica con más personalidad de lo que pareces.

La condesa Meyer, que se rió, se sentó junto a Erna y abrió su abanico.

Las otras chicas estaban ocupadas disfrutando del baile, pero Erna solo siguió sentada en el banco de la esquina. Muchos de los jóvenes que vinieron a pedirle un baile no pudieron hacer contacto visual con Erna correctamente y se dieron la vuelta con pesar.

—¿Por qué no bailas al menos una canción? Tu nombre es la sensación este debut.

—... No puedo. Odio esto, señora

La voz de Erna todavía temblaba un poco. Miró a su alrededor con ansiedad e incluso volvió a bajar la cabeza. No tenía ni pizca de sociabilidad, y su personalidad problemática también se había convertido en una atracción al combinarse con su cara bonita.

La condesa Meyer agitó lentamente su abanico de plumas y le dijo a Erna. El feo chal le molestaba, pero si se lo volvía a quitar, rasgaría incluso las cortinas del palacio para cubrirse, así que decidió dejarlo así. Entonces, el vestido había cumplido plenamente su propósito.

—Levanta la cabeza.

La condesa Meyer levantó la barbilla de Erna con la punta de su abanico plegable.

—Es una cortesía básica mirar a la otra persona a los ojos cuando se tiene una conversación.

—Señora, por favor...

—Hiciste un muy buen trabajo frente al Príncipe Bjorn. ¿Te olvidaste de eso?

A diferencia de su suave sonrisa, su voz era fría.

—¿Príncipe?

Erna, que había estado perdida en sus pensamientos por un momento, apretó los labios y se encogió. Fue porque un hombre llamado así apareció en su mente. Cuando el mundo comenzó a dar vueltas y sentía sofocarse, Erna perdió todo juicio. Fue solo después de que pudo respirar que se dio cuenta de lo que había hecho y con quién. Solo pensar en eso parecía que el miedo la volvería a atacar.

—Respeto que no bailes, pero trata de mantener la mínima dignidad. Quiero decir, ten en cuenta que esa es la forma de proteger el honor de la familia Baden que crio a la señorita Hardy. ¿Entiendes?

El honor de Baden

La condesa Meyer, que lanzó esas palabras que le rasgaron profundamente el pecho, se alejó tranquilamente del lado de Erna. Al quedarse sola, Erna contó con los ojos cerrados. Fue solo después de contar hasta veinte que pudo recuperar la respiración estable. Nunca antes había hecho esto en Burford. Por un momento, me sentí indefensa.

Aguanta un poco más.

Erna abrió lentamente los ojos, reprimiendo el impulso de huir de aquí. De todas las cosas, él estaba allí. El Duque Schwerin, el Príncipe de Lechen, quien observaba la patética figura de Erna Hardy desde cerca. Estaba hablando mientras se apoyaba en un espléndido pilar de mármol. Un hombre con una apariencia similar estaba frente a él. Era su hermano gemelo y el Príncipe Heredero Leonite. La diferencia es que el Príncipe Heredero usa anteojos.

Buford era un pueblo remoto que te hace sentir aislado del mundo, pero incluso allí, los príncipes gemelos eran bastante famosos. Erna, que era indiferente a tales rumores, incluso recordaba sus nombres. Originalmente, el Príncipe Bjorn era el príncipe heredero, pero por su mal comportamiento que causaron la ira y el resentimiento de todo el reino, el titulo fue entregado a su hermano menor, el príncipe Leonid.

Erna dejó escapar un suspiro sin darse cuenta mientras trataba de evitar el contacto visual. Fue por que se sintió aturdida por el Príncipe Bjorn, quien comenzó a caminar con una postura recta. Aunque se ven iguales, la forma de andar de los gemelos es marcadamente diferente.

A diferencia del príncipe, que camina erguido y contenido como un soldado, el Duque se movía como si disfrutara de un paseo tranquilo, sentía como si solo el aire que lo rodeaba fluyera lentamente.

—hongo venenoso...

El Duque giró repentinamente su cabeza hacia Erna, quien murmuro pálida, fue un momento en que sus ojos se encontraron sin siquiera tratar de evitarlo.

9. Tranquilízate

La mujer era hermosa.

Bjorn se enfrentó a la mujer que lo miraba con calma. Aunque sea comparada con Gladys Hartford, eran de un linaje completamente diferente, pero de alguna manera tenía una belleza sorprendente, por lo que tampoco tenía por qué estar convencido. Puede haber sido esa razón por la que se dejó llevar por la abominable actuación de la mujer. Por supuesto, su cuerpo había jugado un gran papel por más bonito que fuera su rostro. Bjorn no se opuso a ese hecho. Por supuesto, eso no significa que no se sienta sucio.

—¿Estás seguro de que en realidad no pasó nada?

Leonit, que observaba atentamente a la mujer, preguntó con severidad.

—Bien.

Bjorn dio una respuesta inteligente sin dejar de mirar a la mujer.

—Su Alteza puedo hacerlo por usted si quiere.

Los labios de Bjorn, que se giró ha mirar a Leonid, tenían una elegante sonrisa completamente diferente a las palabras que dijo.

—¿De qué tipo te gusta?

—Tipo loco.

Leonit, que soltó una carcajada, decidió acabar con sus dudas en este punto, Bjorn De Nyister ciertamente era un loco en muchos sentidos, pero al menos era un verdadero loco.

—¿Por qué no vas y le pides un baile? No creo que rechace al príncipe heredero

Dijo Bjorn, quien tomó una copa de champán que le entregó un sirviente que se acercó en silencio y señaló a la mujer con la cabeza.

—¿Por qué yo?

—¿No te gusta?

—¿De qué estás hablando?

Leonid frunció el ceño con cara seria.

—Pensé que te preocuparía que la mujer que te gusta pudiera estar involucrada con tu hermano.

—Para nada. Esa mujer, no me interesa.

—Eres inflexible.

Bjorn se encogió de hombros ligeramente y vació su bebida de un solo trago.

Las mujeres se convirtieron rápidamente en la flor de la sociedad esta temporada, pero este tipo de fama debía ir acompañada de un sentido de rebeldía. Una familia que fue estafada y decidió vender a su hija para no estar en bancarrota. Una hija dispuesta a hacerlo, abandonando su dignidad y autoestima. Nunca se habría ganado una buena reputación. En primer lugar, no querrías conseguir eso.

Leonid pronto fue llamado por los ancianos reales. Su hermano, que cumplía fielmente todas las responsabilidades que le fueron asignadas, también cumplía perfectamente el papel de príncipe heredero.

Leonid, que se detuvo después de dar unos pasos, le dirigió una mirada poco grata, tal vez le sugería que fuera con él. Bjorn, quien agitó la mano bruscamente, se dio la vuelta sin arrepentirse. Bjorn hizo una breve inclinación con una sonrisa ceremonial. La condesa Meyer también se mostró cortésmente educada. Aparte de su mal humor, reconoció el entusiasmo y la tenacidad de la mujer.

La escena social es la mesa de juego de Victoria Meyer. Un lugar donde puedes disfrutar de juegos que le dan un estímulo emocionante a su aburrida vida. Al ver que logró esta victoria al idear una estrategia detallada, estaba claro que era una ganadora natural. Y así fue. Después de dejar la copa vacía, Bjorn se dio la vuelta con una nueva copa de champán.

Si Victoria Meyer hubiera nacido hombre, la fama que se había ganado en el tablero de cartas podría no haber sido lo que es hoy. De cualquier manera, es una apuesta altruista que le encuentre un buen matrimonio a la hija de un extraño. Podría solo decir que es una mujer que disfruta al hacerlo. Biern, que se acercaba al grupo que le hacía señas, inconscientemente giró la cabeza al sentir la mirada. Esta vez otra vez, era ella, Erna Hardy.

La mujer, que vaciló en ponerse de pie, se sentó de manera asustada cuando sus ojos se encontraron con los de él. No era gracioso cómo agarro el chal de encaje con las mejillas sonrojadas.

Si no hubiera sido por su nombre y la existencia de Victoria Meyer, esa mujer podría haberme engañado.

La mujer, que lo había estado mirando con ojos ansiosos y temblorosos, de repente comenzó a murmurar

¿Qué diablos es esta sensación de nuevo?

Bjorn abandonó la escena, expresando sus condolencias al tonto desconocido que sería la víctima de la batalla de Victoria Meyer.

—¡Bjorn! ¿Estás seguro de que no la conoces? ¿No pasa nada entre ustedes?

La multitud que corrió hacia él y lo rodeó preguntó apresuradamente.

—Di no, por favor.

Peter tenía una expresión muy seria en su rostro. Con un leve suspiro, Bjorn se inclinó profundamente en la silla y bebió el resto de su bebida.

—Cálmate, idiota.

Sus labios brillaron rojo cuando le dio un consejo amistoso.

—Tengo que casarme.

Philippe De Nyster, que estaba en serios problemas, dijo abruptamente.

—No importa cuánto lo piense, creo que es lo mejor. ¿No lo crees?

Miró a la reina, que estaba sentada al otro lado de la mesa, como pidiendo consentimiento. Isabel De Nyster, que dejó la taza de té, arqueó las cejas, chasqueando la lengua. En estos días, cuando el reino disfruta de paz y prosperidad, la mayor preocupación de Felipe III era su problemático hijo mayor, Bjorn.

—Sí le ordenas así, Bjorn no te obedecerá.

—Tenemos que hacer que haga nuestra voluntad de alguna manera.

—Aun no conoces a tu hijo Su Majestad.

Su ligero suspiro impregnó el suave aire primaveral de la noche. La terraza del jardín, donde la pareja real disfruta de la hora del té, estaba llenó del aroma de las flores en plena floración.

—Le pregunté si tenía alguna chica en mente, pero respuesta fue firme, también si no era suficiente un solo divorcio, pero fui firme.

—Es tan…

Sus ojos grises, como los de su hijo, se profundizaron.

El nombre de Gladys, que ha escuchado en todos lados, no era lo único que perturba su mente, lo que fue más sorprendente fue su actitud relajada en la fiesta.  La suposición de que algo ridículo podría volver a suceder entre él y la princesa le ponía rígido el cuello. Si realmente lo hacía, estaba listo para ir a la guerra con Lars.

—No te preocupes, Felipe, él jamás se reconciliara con Gladys.

Dijo Isabelle De Nyster, mirando a su esposo.

—Lo sabes muy bien. Con qué tipo de abandono Bjorn tomó la decisión.

—Lo sé. Por supuesto que lo sé.

Los ojos del Rey se profundizaron mientras asentía lentamente.

Dejaré el título de príncipe heredero y me divorciaré.

En la noche del nacimiento de su hijo, Bjorn, que vino al palacio, declaró con calma.

Ya he tomado una decisión. No hay vuelta atrás, Su Majestad.

El rostro de Bjorn, que añadió con calma, no contenía ninguna emoción. La quietud del príncipe heredero, que solo tenía 22 años, lo abrumo.

Eventualmente aceptaron la voluntad de su hijo, porque sabían que era lo mejor. Pero era inevitable que se le rompiera el corazón, porque él era tanto el rey de Lechen como el padre de Bjorn.

—Pero cariño, no importa cuánto lo piense, no hay una solución, casémoslo de alguna manera.

La conclusión de Felipe De Nyster, que llegó después de considerar, volvió al punto de partida.

—No será como antes, dejaremos que ahora él decida.

—Es un problema porque Bjorn no quiere eso.

—Tendrás que hacer que lo desee. Pero, ¿realmente ella no tiene nada que ver con Bjorn?

Miró a su esposa con una mezcla de anticipación y preocupación.

—Leonid lo revisó varias veces, pero no había ningún signo de ello.

—Bueno, sí, ya veo.

—¿Te agrado la joven dama de la familia Hardy?

—No es así, pero mientras pueda conmover el corazón de Bjorn, le doy la bienvenida a cualquier chica.

— ¡Isabelle!

—Suponiendo que la chica sea mejor que Gladys, por supuesto.

En su voz, refiriéndose al nombre de Gladys, pudo notar su ira.

—Ahora que lo pienso, no falta mucho para que nos mudemos al palacio de verano. Prestémosle más atención en esta temporada de verano. Sería bueno ver a Bjorn formando una familia antes de que termine el año.

—Bueno, sí.

Pensé que era solo sería un sueño ya que no era muy probable que se hiciera realidad, pero Isabell De Nyster asintió de buena gana. No hay forma de que no le permita un poco de esperanza a su lamentable esposo, que se preocupa por su hijo mayor todos los días.

—Por favor oren para que podamos.

***

Erna, Erna, Erna.

En estos días, siento que escucho ese nombre donde quiera que vaya. Muchos más en las reuniones.

—Han pasado unos días desde que le envié flores, pero ¿por qué no me ha mandado ninguna respuesta? ¿La criada habrá olvidado darle la tarjeta?

Después de escuchar el nombre nuevamente, Bjorn volvió lentamente la cabeza. El grupo que había perdido todas sus apuestas estaba sentado en la esquina de la sala de juego, hablando de la mujer.

—¿Por qué no le preguntas tú mismo? Aunque no se presenta en las reuniones sociales, parece que pasea por aquí a veces.

—No importa cuanto lo intente, jamás logro hablar con ella. ¡Su doncella la custodia como un perro del infierno!

Las risas brotaron en todo el lugar. El largo juego terminó mientras continuaban las bromas sucias. el ganador de hoy fue Bjorn De Nyster.

—Creo que planeo ganar todo nuestro dinero para agregarlo a las finanzas del reino, Su Majestad.

—El mundo es cruel. Incluso la diosa de la fortuna ilumina a este hombre.

Los lamentos de aquellos que habían perdido todo su dinero surgían de varios lugares, pero Bjorn salió de la sala de juego sin ninguna reacción. La luz del sol de la mañana que entraba por la ventana era deslumbrante.

Biern cruzó el club y se dirigió a la terraza que daba a la plaza. Los hombres que lo seguían pronto se sentaron a su alrededor en la mesa.

—¿Por qué no le envías una guirnalda de flores?

Dijo Peter, que había estado jugueteando con el vaso que había dejado el camarero.

Erna de nuevo.

Bjorn sostuvo el vaso de whisky frío dejado por el camarero apoyando la barbilla en su mano. El sonido claro del hielo y el vidrio chocando resonó a través de los nombres que poco a poco comenzaban a aburrirlo.

—¿Estás seguro? Si muerdes a esa mujer, ¿vendrá con la deuda del vizconde Hardy como un bono adicional?

—Eso es todo… … Bueno, ¿si es una cantidad que pueda manejar?

—Oh, pronto escucharemos la triste noticia de que el Conde Bergen echó a su hijo

Peter frunció los labios con rabia, pero no pudo refutar nada.

Todos en el círculo social sabían lo que el vizconde Hardi estaba tratando de hacer con su hija al usarla como cebo y que tal matrimonio jamás sería aceptado por una noble familia.

Si tienes suerte, serás la esposa de un nuevo rico. O tal vez la esposa de un hombre rico sin título. No importa cuán dura fuera la condesa Meyer, sera difícil obtener más que eso, considerando la situación actual de la familia Hardy, incluso eso sería un logro milagroso.

—¡Eh, oye! ¡es Erna Hardy! ¿Verdad?

Peter, que parecía perturbado, se puso de pie de un salto y gritó. Bjorn giró la cabeza con el vaso sostenido sin apretar. Dos mujeres caminaban lentamente en el otro lado de Tara Boulevard temprano en la mañana. Una doncella alta que camina como una pelota de goma y una niña llena de encajes que la sigue con ligereza.

No pude reconocer su rostro porque llevaba un sombrero de ala ancha e incluso una sombrilla, pero no había duda de que ella era Erna. Erna Hardy sería la única dama que caminaría por las concurridas calles vestida como si saliera de un cuadro de hace años.

10. Muy mala persona.

—¿Ha ido alguna vez a la playa, señorita? La puesta de sol allí es realmente hermosa. ¿Vamos esta noche? No, aún no se ha recuperado, por lo que el aire de la noche probablemente no sea bueno para usted, ¿verdad? Lo siento yo solo.

Lisa dejo de repente de estar emocionada a preocupada. Erna, que caminaba junto a ella mientras la escuchaba parlotear como si escuchara una buena historia, se detuvo y levantó la cabeza.

—Estoy bien ahora, Lisa. Ya no estoy enferma.

—¿En serio? Todavía se ve tan pálida. Ha de ser normal ya que la señorita es tan blanca como la nieve.

Lisa, que estaba inclinando la cabeza, estalló en una risa alegre. Era una sonrisa que me hizo sentir mejor con solo mirarla. Siguiendo a Lisa, quien comenzó a explicarle nuevamente los atractivos de la ciudad, Erna camino con pasos ligeros. Todavía era temprano en la mañana, por lo que la mayoría de las tiendas estaban cerradas. Gracias a esto, pude disfrutar del paseo cómodamente por la tranquilidad en la ciudad.

Después de regresar del baile real, Erna estuvo postrada en cama durante tres días. El vizconde, que pensó que lo estaba tratado como a un tonto fingiendo estar enferma, al no mostrar signos de  querer bajar, llamó urgentemente a un médico.

No era muy fuerte, pero tampoco era tan débil. Mi cuerpo no parecía haber soportado el cambio de vida de la noche a la mañana. ¿Seré capaz de soportar un año así?

Cuando pensé en el miedo que sentí ese día, mi corazón volvió a latir muy rápido automáticamente. En ese momento, le expliqué al médico la sensación que sentí ese día cuando mi visión se volvió borrosa y no podía respirar, pero su única respuesta fue indiferente:

—Sufrió de un ataque de nervios. Solo debe intentar calmarse cunado eso le vuelva a suceder.

Le pareció imposible para Erna lograr hacerlo, pero accedió obedientemente. Ya que había hecho una promesa, pero también ya había obtenido su recompensa. Por lo tanto, Erna tenía el deber de desempeñar su papel como la hija de la familia Hardy por un año. Era necesario que protegiera el honor del abuelo y la abuela.

—¡Hola, señorita Hardy!

Una vez más, justo cuando estaba tomando una decisión, escuchó un fuerte grito. Erna se encogió de hombros reflexivamente y miró a su alrededor. En la terraza del hermoso edificio detrás de la fuente, un hombre extraño la saludaba agitando la mano con fuerza.

—¡Buenos días!

Erna desconcertada solo lo miro, el hombre una vez más levantó la voz para saludarla. Los hombres sentados alrededor de la mesa detrás de él miraron a Erna a la vez.

Erna, que los miraba melancólica, suspiró involuntariamente y dio un paso atrás. Sus ojos se encontraron con el hombre rubio que estaba sentado con la barbilla inclinada.

El único rostro familiar, el príncipe hongo venenoso.

Mira eso

Bjorn volvió a sonreír mientras observaba a Erna Hardy salir corriendo.

Parece que he estado sonriendo mucho estos días.

Erna, quien saludo incómoda a Peter, pronto se escondió detrás de su criada, la sirvienta la había cubierto con su cuerpo, Erna, que por un momento había dudado, rápidamente se dio la vuelta y comenzó a correr, haciendo que la huida desesperada fuera aún más absurda.

—Esa criada es el perro del infierno.

Peter negó y se dio la vuelta.

—Aún así, el hecho de que se escapara incluso después de ver a Bjorn es un poco reconfortante. Mi rostro no es el problema.

—Bueno, eso es verdad.

—Parece ahora estoy seguro que en realidad no pasó nada, entonces, ¿Bjorn fue utilizado por la Sra. Hardy? ¿Cómo un medio para llamar la atención en el baile?

—Por fin este día a llegado. ¿Cómo te encuentras, Bjorn? ¿Qué sientes acerca de ser usado y abandonado por una mujer?

El grupo sentado a la mesa sonrió con impotencia, como si el alcohol que habían bebido durante toda la noche se hubiera desaparecido de su sistema.

Bjorn, que dejó de mirar la esquina de la calle donde Erna desapareció, sonrió y se puso de pie. Era la misma actitud de siempre. El grupo, que miraba a su alrededor sobresaltado, solo respiró aliviado.

—Todavía no lo conozco bien.

Peter, que estaba mirando la espalda de Bjorn mientras se alejaba, murmuró lamentable, y las otras partes también estuvieron de acuerdo en silencio.

El hijo pródigo del rey, encantador en todo momento. Quienes lo miraban desde la distancia lo pensaban, y esa no era una mala opinión.

Pero bueno, Bjorn DeNyster, a quien conocía de cerca, era un poco hermético. Cuanto más sonreía con indiferencia, más…

—¡Oh, me asusto!

Los gritos de rencor de Peter se extendieron por el viento de la mañana en la plaza.

El carruaje que transportaba a Bjorn desde el club comenzó a correr hacia el Palacio de Schwerin. Bjorn se inclinó profundamente en el asiento y miró por la ventanilla. Una vez que las tiendas y las oficinas gubernamentales se concentraron, la carreta pronto entró en una espaciosa calle a lo largo de la orilla del río.

Las sombras de los altos árboles en el camino alineados a ambos lados pasaron por encima del carruaje yendo a gran velocidad. Bjorn se quedó mirando la escena donde la luz y las sombras brillaban con una leve somnolencia y fatiga. Al ver el espeso bosque verde, parecía que el verano estaba a la vuelta de la esquina. También significaba que sus días pacíficos pronto llegarían a su fin. La familia real debía venir a Schwerin este fin de semana. Su palacio de verano estaba ubicado en la residencia del Gran Duque. Aunque estaba lo suficientemente lejos como para tener que viajar en carreta, todavía estaba dentro de la misma propiedad.

Gracias a esto, cuando llega la temporada de verano a Bjorn no le queda más remedio que enredarse en trabajos tediosos y problemáticos, era uno de los deberes que le encomendaron junto con el título de Duque.

Mientras Bjorn cerraba los ojos por un momento, el carruaje cruzó el puente sobre el río Abit y entró en la entrada del palacio. Al pasar por la gran entrada ornamentada con el escudo de armas real, se desplegaba un gran jardín con patrones geométricos. El sonido del agua que fluía de las fuentes instaladas en varios puntos del jardín transmitía una brisa refrescante.

Bierne abrió los ojos cuando el viento agitó su cabello despeinándolo. Ubicado en el extremo sur de la ciudad, donde se unen el río Abit y la bahía de Schwerin, el Palacio del  Gran Duque al que también se le llama el Palacio del Agua. Era gracias al jardín decorado dentro del canal que conecta con el rio Abit, hacia el mar.

—¿Está aquí, príncipe?

Escucho el saludo inquieto de la Sra. Fritz al abrir la puerta del carruaje. Lentamente, mientras bajaba del carruaje, Bjorn la miraba con duda.

—Tiene un invitado.

La señora Fritz, tomando aliento, dijo avergonzada:

—Es… es… la princesa Gladys. Lo está esperando en su estudio.

La explicación que sumó detuvo el paso de Bjorn, que acababa de entrar al salón central. Bjorn levantó lentamente la cabeza con las manos en los bolsillos de los pantalones. La luz del enorme candelabro, que nunca se apagaba, le lastimo los ojos.

—Lo siento, Príncipe. Para nosotros...

—Lo sé.

Bjorn interrumpió a la Sra. Fitz las escusas eran insignificantes. Casi él ya no estaba confundido mientras lentamente comenzó a subir los escalones alfombrados de rojo.

—Por favor, tome una taza de té para tranquilizarse.

Bjorn tranquilamente le ordeno a la Sra. Fritz, quien lo seguía preocupada, a diferencia de sus labios suavemente curvados, sus ojos no contenían ninguna emoción.

—Sí lo haré.

Tragando las muchas palabras que quería decir, se dio la vuelta y Bjorn desapareció inmediatamente entrando al estudio.

***

—¿Pero no debería disculparme?

Erna planteó otra pregunta cautelosa.

¡Una disculpa no es una disculpa! No hay necesidad de eso, señora. La respuesta de Lisa fue aún más dura, y Erna, preocupada, jugueteo con la taza en su mano, inmersa en sus pensamientos.

Estaba desconsolada por el error que había cometido en el baile y quería disculparse con el príncipe, pero no pudo encontrar la oportunidad adecuada, siempre estaba rodeado de mucha gente y Erna no tuvo el coraje de acercarse a él. Tal vez el resultado habría sido el mismo si él estuviera solo, pensó Erna, mirándose las puntas de los dedos. Cuando veía los ojos del príncipe su corazón comenzaba a latir muy rápido.

¿Cómo puedo acercarme a disculparme con el príncipe, si cuando lo veo me pongo así?

No importa cuánto lo intenté, cuando recuperaba el sentido, siempre salía huyendo a toda prisa. También era que cuando lo veía siempre recordaba el vergonzoso vestido que use ese dia, la forma en que me miro, recorriendo mi cuerpo con la mirada, tranquilo el hombre me miro casualmente.

¡Qué lugar tan vulgar es la gran ciudad!

—Todavía creo que debería disculparme, Lisa. Estoy seguro de que le he metido en muchos problemas.

Erna, que se perdió en sus pensamientos por un momento, dio la misma respuesta esta vez: no tengo el coraje para hacerlo, pero es demasiado malo cometer un error y pretender después que no.

—Oh, no. No puede. Espere un minuto, señorita.

Lisa se levantó y salió apresuradamente de la habitación. Y después de un rato, regresó con una gran caja  en sus brazos.

—Este es mi regalo para la señorita. Tiene que devolvérmelo cuando lo lea todo. Es un artículo de mucha utilidad que compré.

Dijo lisa a una desconcertada Erna con un tono serio.

—¿Esto es para mí? ¿Por qué?

—Tienes que estudiar. No hay nada mejor que esto para ciencias sociales. Tiene todo tipo de noticias.

Lisa primero tendió la revista en la parte superior de la caja frente a Erna, era una revista semanal con un artículo detallado sobre el hongo venenoso, el Príncipe Bjorn.

Erna lo tomó por sorpresa. Después de pasar algunas páginas, apareció una página con agujeros.

—Este agujero es...

—Oh, es porque hay malditas, no, malas sirvientas que cortan las imágenes. Todas juran que es malo, pero si solo se publica una imagen del príncipe hongo venenoso, esto es lo que pasa.

Lisa, que seguía criticando a las inmorales sirvientas, de repente se quedó contemplando y se levantó.

—¡Entonces estudie, señorita! ¡Regresaré después de hacer un recado!

Antes de que pudiera responder, Lisa salió de la habitación a toda prisa. Erna, que se quedó sola, miró la revista semanal en su regazo desconcertada, con solo una rápida mirada pudo notar que era un chisme muy provocativo.

Pensé que no estaba bien consumir la vida de otras personas de esta manera, pero no pudo con la curiosidad y finalmente Erna paso la página. La foto estaba cortada y había espacios en blanco en algunos lugares, pero era no era difícil entender el contexto del artículo en general.

Erna leyó las revistas cuidadosamente mientras el té en la mesa se enfriaba. Escándalos e incidentes de la alta sociedad de Schwerin. Anuncios extravagantes, horóscopos e incluso asesoramiento sobre citas. La revista contenía todo tipo de noticias. Era una revista bastante impactante, completamente diferente de las revistas rurales que solía comprar. Cuando cerró la última revista semanal, Erna pudo hacerse una idea aproximada de los alborotadores dentro del círculo social de Schwerin. El más abrumador era el príncipe hongo venenoso, Bjorn DeNyster.

Puede que no todas las historias de estas revistas sean ciertas, pero aparte de eso, su vida estaba muy lejos de lo que Erna podía entender, sobre todo porque era un padre que abandonó a su hijo. Después de que se divorció de la princesa Gladys, el príncipe dijo que nunca había visto a su hijo. El niño murió de una enfermedad sin que lo viera después de unos años, y el príncipe ignoró incluso el funeral de su pobre hijo.

Erna, que miraba en silencio la pila de revistas, apretó los labios involuntariamente, era frívolo juzgar a alguien que no conoces bien, pero fue después de que el péndulo de su corazón ya se hubiera inclinado.

El príncipe era como un chico malo, un chico muy malo.

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