Capítulo 6.
Morirás
si lo comes.
—Estoy
segura de que es la chica más hermosa de la que hayas estado a cargo, si la vez,
definitivamente estarás de acuerdo conmigo.
Brenda
Hardy se estremeció y miró el reloj de mesa, es decir, cuando era algo tan
importante, ella actuaba como un niño al que no le gustaba nada.
—Eso es
lo que hare, mi señora.
La
Condesa Meyer miro hacia el jardín más allá de la ventana, se giró hacia Brenda
Hardy.
—De lo
contrario, sólo sería una pérdida de mi tiempo y odio gastar mi tiempo en cosas
sin sentido.
A
diferencia de su tono suave, sus ojos eran fríos. Brenda Hardy lucho por
sonreír mientras reprimía su malestar estomacal. El arrepentimiento era así, no
había otra forma más que aguantar y aguantar.
La
condesa Meyer era una leyenda en el mercado matrimonial dentro de la sociedad
de Lechen. Nació siendo la hija de un barón y logró casar a sus hijas con
grandes familias. Eso en si era un gran logro, su primera hija se convirtió en
condesa, su segunda hija fue la esposa de un noble del nuevo mundo. Logro
conseguirles grandes partidos a las muchachas de quienes fue chaperona, y el
rumor comenzó a dispersarse entre las hijas de los nobles.
Esa misma
mujer Victoria Meyer ahora estaba sentada en el salón de la familia Hardy, lo
cual era un milagro, ya que había declarado que no sería chaperona esta
temporada, quería pasar el verano con su segunda hija en un país extranjero,
pero su segunda hija aún seguía planeando el largo viaje con su esposo. Así que
tenía que apresurarme.
Vas a
vender a tu hija.
Al
principio, Brenda Hardy pensó que su esposo finalmente se había vuelto loco, pero
él lo dijo bastante serio, incluso en un rincón de su corazón sintió un poco de
ambición. No era nada raro que entre los nobles pusieran a sus hijas en el
mercado matrimonial para evitar la bancarrota. De hecho, cada matrimonio entre
los nobles solo era un contrato después de todo.
Por
supuesto, era algo degradante revelar el flagrante negocio, pero ahora como
miembro de la familia Hardy no estaba en posición de discutir al respecto.
Brenda Hardy finalmente aceptó la loca idea de su esposo, sobre todo, por la
belleza de Erna estaba segura de que sería la mejor vendida.
Este tipo
de negocios tenían que hacerse rápido, así que iban a ir a cualquier evento
hasta que terminara el verano.
—Madame,
La señorita Erna ha llegado.
La
Condesa Meyer frunció el ceño notablemente, algunas doncellas se alegraron de
escuchar la noticia. Brenda Hardy se levantó, olvidando por un momento su
dignidad.
—¡Bienvenida,
Erna! Te he estado esperando por mucho tiempo.
Al entrar
en la sala, saludó a Erna con un sincero saludo. La Condesa Meyer bajo su
abanico, se giró y miró a Erna. A pesar de que le había comprado un montón de
ropa, Erna todavía se vestía con sus rústicos vestidos.
—Ven y
saluda, ella es la Condesa Meyer.
Brenda
Hardy le dijo nerviosa a Erna. Parecía una mujer de campo con apariencia
rígida, temió que Victoria Meyer se fuera de inmediato.
—Buenas
tardes soy Erna Hardy.
Erna
nerviosa se acercó a ella, por suerte la saludó con la debida cortesía: De
arriba abajo, de abajo hacia arriba, la mirada de la condesa Meyer, escruto a
Erna y era afilada como una espada.
— ¿Qué
tal señora? ¿Le agrado nuestra Erna?
Brenda
Hardy, no pudo soportar mas el silencio, y hablo primero.
—Es
verdad, no estabas mintiendo.
No se le
hizo familiar la condesa Meyer pero esta asintió lentamente, con un gesto
elegante, se levantó y se acercó a Erna.
—Es bueno
verla, señorita Hardy. Vamos a intentarlo.
La
condesa le tendió la mano enguantada a Erna agarrando su mano le dio un
apleton:
—Soy
Victoria Meyer, seré su chaperona desde ahora señorita Hardy.
Cuando se
dejó de escuchar el sonido de las tijeras cortando la tela, el dormitorio
volvió a quedarse en silencio.
Erna
movía diligentemente las manos sobre su escritorio, se sentó dando un largo
suspiro, mirando la peonía que había terminado abrumada de alegría y
satisfacción.
Cuando
tienes la mente hecha un lio solo debes concentrarte en el trabajo.
El hobbie
de Erna era bordar desde hace mucho tiempo. Después de haberle ayudado a la
señora Greve a crear ramos para después venderlos, era natural para ella
agarrar la aguja e hilo si estaba obsesionada con sus pensamientos.
Podía
ganarse la vida, por lo que era beneficioso de muchas maneras. Fue un poco
divertido el haber traído aquí su trabajo, pero ahora ya no lo sentía como un
trabajo si no como una parte de ella.
Arreglo
la tela de punto y sus herramientas. Erna fue al baño y se lavó las manos
meticulosamente. Sus pequeñas manos ya no estaban tan agrietadas, por trabajar
en la tierra, como antes poco a poco se estaban poniendo más suaves
Quizás
será un año algo tranquilo, pensó Erna, mirando el hermoso espejo de bronce.
Ya habían
pasado diez días desde que se había mudado a la mansión de la familia Hardy,
cada día parecía pasar muy lento, y así paso día tras día. Desde que llegó a
Schwerin, Erna había pasado la mayor parte del tiempo con su chaperona. Mejor
dicho la arrastraba. A Erna no la dejaron decidir nada durante todo el viaje
donde visito muchas tiendas elegantes. Todo lo que tenía que hacer era ponerse,
quitarse e ir de un lugar a otro. Se sentía como una marioneta.
—¡Mi
señorita!
Cuando
vio a Erna salir del baño, la criada gritó emocionada.
—¡Me
sorprendí al ver que se fue!
—Lo
siento si te preocupe.
—¡No debe
disculparse mi señorita!
Avergonzada,
Lisa le estrechó la mano y juguetona le dio una palmada. Erna, sonrió
tímidamente, se acercó lentamente a la mesa con el té de la tarde, y Lisa,
dudando se acercó a su lado.
—La
próxima vez, trae otra taza de té.
Erna se
dio cuenta hace cuatro días que se había equivocado, y lo entendió tarde, Lisa
casi gritó horrorizada.
—…no me
haga esto, señorita, eso sería un gran problema.
—¿Por
qué? He tomado él te con la señora Greve en la mansión Baden.
Lisa le
explico con calma, pero Erna simplemente ladeó la cabeza.
—¿Quién
es la señora Greve?
Lisa
pregunto nerviosa lo más bajo que pudo:
—El ama
de llaves de la mansion Baden.
Después
de tranquilizarse, Erna respondió con seriedad. Así fue como empezó a tomar el
té en secreto con su doncella y esto había estado ocurriendo pacíficamente
durante días. Ella era una dama un poco extraña. Lisa estuvo de acuerdo hasta
cierto punto en lo que decían los usuarios de la Casa Hardy. La hija de la Casa
Hardy, que un día apareció de repente, no se parecía en nada a una dama de
noble cuna. Desde su atuendo hasta su actitud, no era una noble en todos los
sentidos. Decían que era muy altiva, pero tales acusaciones, eran puras
tonterías. Era muy tímida y reservada, pero era una chica bastante dulce.
—Wow. ¿Tú
hiciste esto?
Los ojos
de Lisa se agrandaron cuando vio el bordado en el escritorio arrojado
casualmente. Erna asintió, sonrojándose levemente. Cada vez que parpadeaba
lentamente, la sombra de sus pestañas parecía el batir de las alas de una
mariposa.
—¡Qué
bonito! Eres muy buena en esto. Parece una flor de verdad.
Lisa
estaba realmente impresionada. Se sorprendió al ver a Erna sonreír encantada por
su cumplido.
—Vendió
casi todo. Ahora también venderá hasta su propia hija.
Los
nobles susurraron tales acusaciones contra Hardy ya que de repente puso a su
hija con su ex mujer, a quien abandono en el campo, en el mercado matrimonial.
—Definitivamente
valdría la pena porque se vendería a un precio bastante alto.
—Independientemente
de que la venda, eso ¿no es lo mejor para su familia de todos modos?
Algunos
empleados defendieron a sus maestros, parecía que Lisa podía entender lo que
significaban sus malas palabras.
Nadie
sabe cómo es en realidad esa chica.
Una
repentina pregunta perturbó a Lisa. En ese momento Erna la saco de sus
pensamientos y le entrego la flor.
—¿Me lo
estás dando?
Increíble, le
pregunto, y Erna asintió levemente.
—¡No,
cariño! ¡Eso no es lo que quise decir! Solo que era bonita…
—Te la
doy como un regalo. Si lo pones en tu sombrero, se verá muy bonito. También
puedes usarla como broche.
Lisa
agarro la flor que le entrego Erna avergonzada. Erna le dio el ramillete. Lisa,
que no podía negar su sinceridad, decidió aceptar el regalo, fingiendo que
perdió, Erna sonrió hermosamente como la flor que había hecho.
—¿Vamos a
dar un paseo? Aún no ha salido a conocer las calles de Schwerin, la llevare a
conocer buenos lugares para agradecer su regalo.
Lisa se
levantó de un salto con entusiasmo. Erna la miró sorprendida.
—¿Quizás
te estoy molestando?
—¡De
ninguna manera! Es mi trabajo cuidarte.
Lisa
sonrió y rápidamente trajo la sombrilla y el sombrero de Erna.
—¡Vamos a
salir cariño!
Schwerin
era una gran metrópolis y solo era superada por la capital. Los nobles solían
tener sus mansiones en la parte sur de la ciudad, también fue construido al sur
el Palacio de Schwerin, que era la villa real para las temporadas sociales,
también había tiendas de lujo, hoteles y teatros. Era una ciudad muy transitada
donde la familia real y los nobles, venían a disfrutar la temporada de verano y
se jactaban del esplendor de la turística ciudad. Había un enorme puerto que
desembocaba en el océano un poco más al norte, Schwerin ha sido durante mucho
tiempo una ciudad de comercio y finanzas.
Erna
caminaba a paso lento, escuchando el parloteo de Lisa, quien seguía charlando
con ella, había leído en un libro sobre la ciudad, pero al poder verla con sus
propios todo era nuevo para ella.
—Bueno,
ese de ahí es el mejor hotel de Schwerin—. Lisa, hizo una pausa y le señalo el
hotel que se encontraba en el cruce de los tres bulevares.
—El
restaurante de allí tiene el salón de té más popular entre las damas. Tal vez
deberíamos ir la próxima vez, cariño.
Lisa
añadió rápidamente antes de que Erna pudiera responder, Erna asintió con la
cabeza suavemente, ya que estaba complacida al ver su rostro. Fue entonces
cuando un hombre alto apareció a la vista.
Después
de salir del hotel, el hombre avanzo a grandes zancadas, vio que no le
importaba lo que decía la mujer a su lado. Al ver como las personas se detenían
a verlo de inmediato noto que era una persona bastante famosa.
——¡Oh,
no, señora!
Cuando
Erna quedo cautivada sintiendo un extraño sentimiento de desesperación, se giró
hacia el hombre, Lisa la agarró del brazo. Y chasqueo con la lengua. Inclino la
cabeza hacia el desconocido caballero, Erna miró de nuevo al hombre rubio. El
carruaje que lo transportaba a él y a la mujer desapareció inmediatamente.
—Él es absolutamente
imposible.
Lisa
suspiró y se detuvo frente a Erna.
—¿Quién
es esa persona?
—el es…
... Ni siquiera necesitas saberlo.
No sé
—¿Tiene
tan mala reputación?
—Oh, no
hace falta decirlo.
Lisa negó
con la cabeza y tiró de la mano de Erna.
—Recuerda,
querida. No es un hombre, él es.
—…
—¿Entonces?
—Bueno
... ...el es, ¡un hongo venenoso!
Capitulo 7. Debutante
El
problema era escoger el vestido, lo más importante para un debut era escoger el
vestido adecuado. Así que estaban escogiendo el vestido para el debut de Erna
Hardy, el cual usaría en el baile en el palacio real.
Brenda
Hardy miró el vestido de Erna algo avergonzada. Siguiendo la tradición, el
vestido era blanco puro, pero el escote no era nada decente. El escote era
demasiado profundo. Cuando se incline ¿se podrá ver el negligee? Hará
su debut mostrando la mitad de los hombros y el pecho ante toda la sociedad.
—No es
normal, aun es doncella— Brenda Hardy soltó un suspiro y se reclinó sobre su
reclinable.
Fue la
Condesa Meyer quien escogió el vestido. Ella le había dado su opinión de que el
vestido fuera más modesto pero la condesa amablemente lo descarto.
Tiene
casi 20 años y aún se viste como si fuera una chiquilla ya no es una jovencita.
¿Qué estaría pensando? El comentario me dejo pasmada, pero era verdad, así que
no pude refutar.
Las
jóvenes damas de las familias nobles en Lechen hacían su debut social a la
tierna edad de 15 años, en el baile que da inicio a la temporada, generalmente
el baile era el de la Familia Real. Ninguna dama había hecho un debut tan
tardío ni por vivir en el campo o por haberlo pospuesto debido a circunstancias
personales. Habían dicho como excusa que la había mandó a vivir al
campo porque estaba muy enferma, pero aun así nadie les creyó.
Bueno, en
cualquier caso, si no puede evitar destacar, lo mejor era hacer un movimiento
drástico.
Recordó
el vestido con mangas abullonadas que definían ligeramente los hombros de Erna,
el vestido tiene un bordado con encaje color melocotón que claramente era
hermoso. La falda estaba ligeramente teñida de rosa pálido, gracias a esto el
vestido parecía más bien el capullo de una flor.
No
importa como lo mire, ese no era un vestido apropiado para un debut.
No podían
creer que su padre en su sano juicio haya aceptado que su hija vistiera eso.
Pero al final pensó que no debía sorprenderse ya que él, era el Vizconde Hardy,
quien por ambición quiere vender a la chica al mejor postor, es alguien que no
se arrepentiría por las acusaciones.
Decidida
Brenda Hardy, tocó el timbre de la mesa con fuerza. La dio a la doncella su
recado esta rápido regreso con la joven doncella que sirve a Erna.
—Hay algo
que tienes que hacer por Erna. Podrás hacerlo, ¿verdad?
—¡Sí,
señora! Déjemelo a mí.
La
sirvienta nerviosa respondió en voz alta.
— Sí.
Excelente. Muy bien.
Brenda
Hardy, sonriendo se levantó y tranquilamente se acercó a la criada.
—Tienes
que lograr que se ponga Erna este vestido, y si no lo logras te despediré.
***
Bjorn se
despertó antes de lo habitual. Solo era mediodía, pero para él era muy
temprano.
—Gracias
a Dios, príncipe. Así podra evitar que los sirvientes de la mansión sean
reprendidos por el rey.
La señora
Fritz le dijo sarcástica a Bjorn que acababa de salir del baño, y había una
sonrisa amable en su rostro, que rara vez mostraba emoción.
Bjorn
sonrió, se levantó y entró en el vestidor. Los sirvientes que estaban
preparando su ropa se detuvieron. Bjorn los miro con una expresión seria,
respondió a sus saludos con un leve asentimiento.
Cuando
Bjorn termino de desvestirse se paró frente al espejo, los sirvientes
comenzaron a arreglarlo rápidamente. Lo ayudaron a ponerse el traje ceremonial
que era muy formal pero hermoso, la luz del sol que entraba por la ventana
brillaba sobre su cuerpo. Haciéndolo brillar como si fuera de oro.
Si el
príncipe problemático no se presentaba hoy, el baile se celebraría sin ningún
problema. Bjorn sabía que las amenazas de su padre no eran más que mentiras.
El
respetado rey Felipe III de Lechen, su padre, era un hombre benevolente que
odiaba la violencia, no levantaría su espada incluso si tuviera una en el
cuello. Sin embargo, decidí asistir, porque era mi deber por los
privilegios que poseía al tener todo en orden y disfrutar de una vida
tranquila, esa era mi mínima moral, no era diferente a la servidumbre.
—Todo
está listo, Príncipe.
Dijo el
mayordomo terminando de limpiar la última insignia.
Al
terminar Bjorn dejo de verse en el espejo. Al girarse cambio su expresión. Con
solo una breve sonrisa cambió su expresión en un instante. Bjorn camino
con elegancia a la puerta principal del Gran Ducado, afuera lo esperaba su
carruaje, los rostros de los sirvientes que lo seguían brillaban con regocijo y
alegría.
—Se
hubiera quedado en la capital en vez de volver al ducado. Me temo que llegara
tarde debido a que hay un atasco.
La Sra.
Fritz ansiosa le informo cuando se subía al carruaje.
—Nada
mal.
—¡Príncipe!
—¿Debería
rezar para que ocurra al menos otro atasco?
Bjorn se
subió al carruaje con una actitud rebelde en contraste con su comportamiento
caprichoso, sus movimientos eran elegantes.
El
carruaje que transportaba al Gran Duque salió del Palacio de Schwerin justo a
tiempo. Era una hermosa y soleada tarde de primavera, el paisaje fluia por la
ventana.
—¡Esto es
tu culpa, por tu culpa!
Cuando el
palacio comenzó a verse al otro lado del camino, Brenda Hardy expresó su
reprimida ira. El propio Hardy apenas podía respirar desconcertado miró a su
esposa.
—¿Qué?
¿Ahora quieres decir que yo soy el culpable del accidente del carruaje que
otras personas causaron?
—¡Si no
hubieras perdido nuestra casa en la capital por tus deudas, esto no hubiera
pasado! ¡Podríamos haber llegado tranquilamente al baile!
El
vizconde Hardy, cansado de los chillidos cada vez más agudos de su esposa, sin
poder contradecirla se mordió el labio con fuerza. En medio del alboroto, Erna
solo miraba por la ventanilla del carruaje medio encantada por el paisaje.
Schwerin
era una ciudad contigua a la capital. No se hacía demasiado tiempo en carruaje,
pero hoy, debido a un accidente inesperado, se habían retrasado mucho más de lo
que habían esperado. Pero eso poco le importo a Erna.
—Ojalá no
hubieran despejado el camino.
Erna miro
su reflejo y observo sus ojos llorosos.
No puedo creer
que tenga que al baile en el palacio con este feo vestido.
Sentí que
quería saltar del carruaje incluso ahora.
Tan
pronto como vio el vestido, Erna expresó su firme rechazo, no podía usar ese
vestido, pero la Sra. Hardy le dijo que expulsaría a su doncella y jamás podrá
volver a encontrar un trabajo.
No, no
pueden hacerme esto.
Erna no
quería ir casi desnuda al baile, pero no podía dejar que expulsaran a la
inocente doncella, acepto pero puso una condición que pudiera cubrirse los
hombros con un chal de encaje. De mala gana, la Sra. Hardy acepto.
—Tienes
que comportarte como te han enseñado, ¿Comprendes Erna?— dijo el propio Hardy
mientras el carruaje casi llegaba a la magnífica entrada del palacio.
¿Que?
¿Qué me enseñaron?
Erna
intentó recordar, pero no lo logro. Mientras tanto, se acercaban al
palacio cada vez más. Sus manos temblaron mientras agarraba el chal de encaje
envuelto alrededor de sus hombros, parecía como si tuviera frio.
—Madame,
¿qué diablos les paso?
—Señora,
¿usted qué cree? Hubo un accidente en el camino.
La
condesa Meyer fue al encuentro de la familia Hardy en las escaleras, y gritó
nerviosa, el rey y la reina ya habían terminado de presentar a las damas que
debutaron esta temporada.
— ¿Qué,
hubo un accidente? Llegaron muy tarde. Victoria Meyer, pregunto sin esperar su
respuesta, corrió hacia el rellano.
—¿Por qué
trae un chal?
—Lo
siento señora, no tuve otra opción.
Brenda
Hardy se dio cuenta demasiado tarde y se disculpó rápidamente:
—Erna se
ve hermosa pero en el mejor de los casos, se vería aún más hermosa sin ese
horrendo chal.
—No
habría logrado que viniera si no la dejaba ponerse el. No puede siquiera
imaginar lo terca que es.
Con una
excusa poco convincente. La condesa Meyer negó con la cabeza, agarró primero a
Erna por la muñeca y se apresuró a subir las escaleras.
No puedo
creer que no pueda manejar a esta pequeña y débil niña.
La
incompetencia de la Sra. Brenda Hardy la hizo estremecerse.
—Condesa,
me puede permitir un momento...
—¿Un
momento? Eh, señorita Hardy. El rey ya presento a las demás debutantes. ¿Cuánto
tiempo más necesita?
Erna
jadeó y le suplicó, pero la condesa Meyer no cambio de opinión. De todos modos
no importaba lo que hiciera era imposible cambiar su rústica apariencia en tan
corto tiempo. Lo mejor era mostrar su inocente encanto de chica de campo.
—Por
favor anúncienos.
Enérgicamente,
ordenó a los sirvientes que protegían el frente del salón de banquetes haciendo
que abrieran las enormes puertas con el escudo de armas con un lobo blanco que
simbolizaba a la familia De Nyster, Una luz brillante la deslumbro, y escucho
el bullicio.
—¡La
noble Familia Hardy!
Todos los
nobles en el salón se giraron a mirar, en ese momento Victoria Meyer se dio
cuenta y tuvo una buena corazonada.
Lo mejor
fue aparecer al último así destaco más que entre todas las demás señoritas. Eso
es un beneficio. La crisis pronto se convirtió en una oportunidad.
La
condesa Meyer intercambió miradas con la pareja, quienes los seguían, le
quito el chal a Erna, quien se quedó rígida como una estatua de piedra. Erna lo
notó tarde y luchó, pero fue inútil.
—Vamos,
señorita Hardy.
Dijo la
condesa Meyer dándole una fría orden con un ligero empujón, y al hermoso
producto que le asignaron esta temporada lo arrojo al resplandor de la luz.
No puedo
respirar.
Eso era
todo en lo que podía pensar Erna. Se quedó quieta, su corazón latía con fuerza
y se quedó sin aliento.
—Contrólate.
Erna
levantó la cabeza, respirando con dificultad, observo el amplio y ridículamente
hermoso salón lleno de gente elegante.
Apenas
podía mover las piernas, y se detuvo recordando lo que vestía.
Se
encogió de hombros Erna miró a su alrededor como pidiendo ayuda, pero todo lo
que vio fueron rostros de gente que no conocía y resplandecientes luces,
después se vio todo borroso como si fuera un cuadro.
—¿Qué
puedo hacer, qué?
Erna
volvió a mirar a su alrededor, temblando impotente como si fuera una presa
arrojada a una cueva llena de bestias, y fue en ese momento que el grito del
guardia anuncio la llegada de un nuevo invitado, escuchó murmullos entre los
espectadores.
—¡El
Duque de Schwerin, el príncipe Bjorn! Ha llegado
La mirada
del hombre observo a la gente en el salón de banquetes en un instante.
8.
Respirar
Los
Vizcondes Hardy y la Condesa Meyer, quienes intencionalmente seguían los pasos
de Erna mientras mantenían la distancia, miraron hacia atrás desconcertados.
Jamás imaginaron que otro invitado llegaría tan tarde. Pero de quien se trato
era el Príncipe Bjorn.
Ellos se
retiraron primero del camino. La alfombra roja, que va desde la entrada del
salón de banquetes hasta el extremo opuesto terminando en el podio donde el rey
y la reina se sientan uno al lado del otro, y era a donde se dirigía el
Príncipe Bjorn. Hasta que vieron a Erna se habían olvidado de ella y ahora
estaba en problemas.
—¡Oh,
Dios mío! ¡Mira a esa chica!
Brenda
Hardy agarró el brazo de su esposo, poniéndose azul.
Erna,
fuera de sí, se paró en medio de la alfombra y se interpuso en el camino del
príncipe. Para quitarla de su camino, tenía que dejar atrás al príncipe Bjorn,
pero era difícil adivinar que sería lo más aterrador. Mientras tanto, la distancia
entre el príncipe y Erna se hacía cada vez más pequeña.
—¿Qué
vamos a hacer? ¿Eh?
Brenda
Hardy le preguntó a la condesa Meyer, quién había hecho este escenario. Ella
estaba perdida en sus pensamientos frunciendo el ceño, y pronto recuperó su
expresión tranquila.
—Solo
miremos. Ya no hay forma de evitarlo.
—¿Qué?
Brenda
Hardy dejó escapar un horrendo suspiro. No era suficiente ser deshonrados por
los nobles de todo el país, ahora serian humillados frente a la familia Real.
Esta mujer estaba actuando como si se estuviera divirtiendo.
Justo
cuando pensó que la chaperona había arruinado todo, el príncipe Bjorn
frunciendo el ceño, dejó de caminar.
Erna se
dio la vuelta al notar su sombra sobre de ella.
Que
rayos.
Bjorn se
inclinó ligeramente mientras miraba a la mujer que estaba haciendo algo
absurdo. Pensé que no era gran cosa cuando la vi por primera vez.
No sabía
que resistiría así y me detendría. Cualesquiera que sean sus intenciones,
¿debería reconocer que tiene algo de confianza?
Bjorn
miró a la mujer un poco más de cerca, incluso con los ojos llenos de él, la
mujer estaba aturdida como si no pudiera ver nada, cada vez que parpadeaba
lentamente, sus grandes ojos se volvían cada vez más transparentes. Sus ojos
eran de un azul inusual y brillante.
Bjorn,
quien frunció el ceño ligeramente, aparto la mirada de la mujer y miro sobre la
mujer, lo primero que vio fue a su padre y madre, quienes parecían perplejos.
¡Bjorn,
otra vez!
Suspiro
observando su mirada que le decía. El regaño viendo el ceño fruncido de Leonite
fue más duro que eso. Sin mencionar a Louise. Debo decir que me alegro de
que el comienzo del festival de la fundación nacional, al que no he venido en
mucho tiempo, al menos no sería aburrido. Bjorn una vez más levantó la cabeza,
esta vez con una risa un poco más oscura.
Con una
leve irritación miro lentamente los murales que adornaban el techo alto y los
enormes candelabros. No importa cuánto lo pensara, no tenía ningún recuerdo de
haberle hecho algo a esta mujer o de haberla humillado. La suposición de que
esta extraña mujer podría haberlo confundido con Leonid pronto lo borró de su
mente.
El día en
que el paraíso llegue a la tierra llegaría antes que el día en que el aburrido
príncipe heredero cause problemas de mujeres. Con la esperanza de que la mujer
que no sabía quién era, desapareciera de delante de mí, Bjorn bajó la mirada,
que vagaba sin sentido en el aire. Pero la extraña mujer aún se interponía en
su camino. Era como una joven cría que había sido conducida a un coto de caza,
miro como temblaba sin saber que hacer.
Cuando
Bjorn, que ya no deseaba participar en este teatro, dio un paso, el cuerpo de
la mujer, que había estado jadeando como si la estuvieran estrangulado, se
tambaleó. Con un suspiro, Bjorn apoyó ágilmente a la mujer. No
importa cuántos rumores se crearan sobre él, no era su trabajo, pero si se
esparcía el rumor de que el Gran Príncipe echó a una mujer del palacio eso
sería absurdo.
—Respirar
Biern le
susurró a la mujer que estaba azul. La mujer, que lentamente levantó la cabeza,
lo miró sorprendida como si solo apenas lo hubiera visto. Sus ojos rojos eran
más prominentes debido a su rostro sin sangre.
—Respira,
respira
Bjorn
bajó un poco la voz y susurró lentamente. La mujer asintió con la cabeza y
exhaló correctamente, todavía estaba temblando, pero afortunadamente
parecía haber escapado del peligro de perder el conocimiento.
—Respirar.
La mujer
murmuro constantemente la palabra que le dijo, respirando hondo y exhalando
constantemente. Sus hombros blancos que se movían al ritmo eran
ridículamente pequeños y delgados.
Cuando su
respiración se estabilizó un poco, la mujer se alejó rápidamente de él, en
su rostro, que había estado inexpresivo todo este tiempo, noto lo que podría
llamarse una emoción: vergüenza y cautela.
—Lo
siento mucho, príncipe.
Una mujer
de mediana edad que la observaba se acercó con paso lento y apoyó a la mujer.
La mirada
de Bjorn, que la miró fijamente, se dirigió de nuevo a la mujercita, quien
intentaba cubrirse los hombros y el pecho, pero sus esfuerzos sin sentido solo
llamaban más su atención.
¿Cómo te
atreves a aparecer con un vestido así? ¿Estás actuando como una dama?
Una
sonrisa torcida apareció en las comisuras de los labios de Bjorn cuando miró a
la mujer. Su rostro, que había estado palido como un cadáver, se estaba
poniendo cada vez más rojo. Levantó la cabeza con cuidado, y cuando sus ojos se
encontraron, la mujer se sorprendió e incluso dio un paso atrás. Ahora,
incluso sus orejas estaban rojas.
—Me
disculpo desde el fondo de mi corazón, Príncipe. La Sra. Hardy estaba muy
nerviosa y cometió un gran error
Otra
mujer se acercó a las dos mujeres. Tan pronto como la reconoció se enderezo de
inmediato con admiración, Bjorn entendió toda la historia de este absurdo
disturbio.
Era Victoria
Meyer, la mujer quien es la mejor corredora en el mercado de bodas de Lechen.
La flor de este baile era Erna Hardy, sin importar lo que dijeran los demás.
Si
agregaba en su historia, su debut social tardío, su apariencia poco
convencional y el nombre del Príncipe Bjorn, no habría dama aquí que pudiera
vencerla.
—Como era
de esperar de la condesa Meyer. No esperaba que usaría al duque para hacer que
esa chica se destacara.
—No pensé
que esa fuera su estrategia.
—¿Cómo
supo que el príncipe Bjorn llegaría tarde?
—Si no es
una estrategia, ¿cómo puedes explicarlo? Por cierto, esa chica no es una
apuesta ordinaria. Pensé que era ingenua porque vivió en el campo, pero no lo
es si no ¿cómo podría haber hecho algo tan inteligente?
Había
desdeñosa curiosidad en los ojos de las damas que miraban a Erna, que estaba
sentada en silencio al final del salón del banquete.
Una mujer
hermosa que incluso llamó la atención de Bjorn De Nyster. Gracias a la
conmoción, Erna Hardy ganó una gran reputación en un instante, incluso él, que
era el ex esposo de la princesa Gladys, admitió que ella era realmente una gran
belleza, incluso aquellos que criticaron al vizconde por mostrar su deseo
superficial de vender a su hija en un alto precio, no pudieron discutir sobre
la belleza de Erna Hardi.
—¿Cómo se
siente, señorita Hardy?
La
condesa Meyer, que había estado caminando por el salón del banquete, se acercó
a Erna. Erna reflexivamente agarró su chal y levantó la cabeza. Sus ojos
llenos de resentimiento eran bastante audaces.
—Eres una
chica con más personalidad de lo que pareces.
La
condesa Meyer, que se rió, se sentó junto a Erna y abrió su abanico.
Las otras
chicas estaban ocupadas disfrutando del baile, pero Erna solo siguió
sentada en el banco de la esquina. Muchos de los jóvenes que vinieron a pedirle
un baile no pudieron hacer contacto visual con Erna correctamente y se dieron
la vuelta con pesar.
—¿Por qué
no bailas al menos una canción? Tu nombre es la sensación este debut.
—... No
puedo. Odio esto, señora
La voz de
Erna todavía temblaba un poco. Miró a su alrededor con ansiedad e incluso
volvió a bajar la cabeza. No tenía ni pizca de sociabilidad, y su personalidad
problemática también se había convertido en una atracción al combinarse con su
cara bonita.
La
condesa Meyer agitó lentamente su abanico de plumas y le dijo a Erna. El feo
chal le molestaba, pero si se lo volvía a quitar, rasgaría incluso las cortinas
del palacio para cubrirse, así que decidió dejarlo así. Entonces, el vestido
había cumplido plenamente su propósito.
—Levanta
la cabeza.
La
condesa Meyer levantó la barbilla de Erna con la punta de su abanico plegable.
—Es una
cortesía básica mirar a la otra persona a los ojos cuando se tiene una
conversación.
—Señora,
por favor...
—Hiciste
un muy buen trabajo frente al Príncipe Bjorn. ¿Te olvidaste de eso?
A
diferencia de su suave sonrisa, su voz era fría.
—¿Príncipe?
Erna, que
había estado perdida en sus pensamientos por un momento, apretó los labios y se
encogió. Fue porque un hombre llamado así apareció en su mente.
Cuando el mundo comenzó a dar vueltas y sentía sofocarse, Erna perdió todo
juicio. Fue solo después de que pudo respirar que se dio cuenta de lo que había
hecho y con quién. Solo pensar en eso parecía que el miedo la volvería a
atacar.
—Respeto
que no bailes, pero trata de mantener la mínima dignidad. Quiero decir, ten en
cuenta que esa es la forma de proteger el honor de la familia Baden que crio a
la señorita Hardy. ¿Entiendes?
El honor
de Baden
La
condesa Meyer, que lanzó esas palabras que le rasgaron profundamente el pecho,
se alejó tranquilamente del lado de Erna. Al quedarse sola, Erna contó con
los ojos cerrados. Fue solo después de contar hasta veinte que pudo recuperar
la respiración estable. Nunca antes había hecho esto en Burford. Por un
momento, me sentí indefensa.
Aguanta
un poco más.
Erna abrió
lentamente los ojos, reprimiendo el impulso de huir de aquí. De todas las
cosas, él estaba allí. El Duque Schwerin, el Príncipe de Lechen, quien
observaba la patética figura de Erna Hardy desde cerca. Estaba hablando
mientras se apoyaba en un espléndido pilar de mármol. Un hombre con una
apariencia similar estaba frente a él. Era su hermano gemelo y el Príncipe
Heredero Leonite. La diferencia es que el Príncipe Heredero usa anteojos.
Buford
era un pueblo remoto que te hace sentir aislado del mundo, pero incluso allí,
los príncipes gemelos eran bastante famosos. Erna, que era indiferente a tales
rumores, incluso recordaba sus nombres. Originalmente, el Príncipe Bjorn era el
príncipe heredero, pero por su mal comportamiento que causaron la ira y el
resentimiento de todo el reino, el titulo fue entregado a su hermano menor, el
príncipe Leonid.
Erna dejó
escapar un suspiro sin darse cuenta mientras trataba de evitar el contacto
visual. Fue por que se sintió aturdida por el Príncipe Bjorn, quien
comenzó a caminar con una postura recta. Aunque se ven iguales, la forma
de andar de los gemelos es marcadamente diferente.
A
diferencia del príncipe, que camina erguido y contenido como un soldado, el
Duque se movía como si disfrutara de un paseo tranquilo, sentía como si solo el
aire que lo rodeaba fluyera lentamente.
—hongo
venenoso...
El Duque
giró repentinamente su cabeza hacia Erna, quien murmuro pálida, fue un momento
en que sus ojos se encontraron sin siquiera tratar de evitarlo.
9.
Tranquilízate
La mujer
era hermosa.
Bjorn se
enfrentó a la mujer que lo miraba con calma. Aunque sea comparada con Gladys
Hartford, eran de un linaje completamente diferente, pero de alguna manera
tenía una belleza sorprendente, por lo que tampoco tenía por qué estar convencido.
Puede haber sido esa razón por la que se dejó llevar por la abominable
actuación de la mujer. Por supuesto, su cuerpo había jugado un gran papel por
más bonito que fuera su rostro. Bjorn no se opuso a ese hecho. Por supuesto,
eso no significa que no se sienta sucio.
—¿Estás
seguro de que en realidad no pasó nada?
Leonit,
que observaba atentamente a la mujer, preguntó con severidad.
—Bien.
Bjorn dio
una respuesta inteligente sin dejar de mirar a la mujer.
—Su
Alteza puedo hacerlo por usted si quiere.
Los
labios de Bjorn, que se giró ha mirar a Leonid, tenían una elegante sonrisa
completamente diferente a las palabras que dijo.
—¿De qué
tipo te gusta?
—Tipo
loco.
Leonit,
que soltó una carcajada, decidió acabar con sus dudas en este punto, Bjorn De
Nyister ciertamente era un loco en muchos sentidos, pero al menos era un
verdadero loco.
—¿Por qué
no vas y le pides un baile? No creo que rechace al príncipe heredero
Dijo
Bjorn, quien tomó una copa de champán que le entregó un sirviente que se acercó
en silencio y señaló a la mujer con la cabeza.
—¿Por qué
yo?
—¿No te
gusta?
—¿De qué
estás hablando?
Leonid
frunció el ceño con cara seria.
—Pensé
que te preocuparía que la mujer que te gusta pudiera estar involucrada con tu
hermano.
—Para
nada. Esa mujer, no me interesa.
—Eres
inflexible.
Bjorn se
encogió de hombros ligeramente y vació su bebida de un solo trago.
Las
mujeres se convirtieron rápidamente en la flor de la sociedad esta temporada,
pero este tipo de fama debía ir acompañada de un sentido de rebeldía. Una
familia que fue estafada y decidió vender a su hija para no estar en
bancarrota. Una hija dispuesta a hacerlo, abandonando su dignidad y autoestima.
Nunca se habría ganado una buena reputación. En primer lugar, no querrías conseguir
eso.
Leonid
pronto fue llamado por los ancianos reales. Su hermano, que cumplía fielmente
todas las responsabilidades que le fueron asignadas, también cumplía
perfectamente el papel de príncipe heredero.
Leonid,
que se detuvo después de dar unos pasos, le dirigió una mirada poco grata, tal
vez le sugería que fuera con él. Bjorn, quien agitó la mano bruscamente, se dio
la vuelta sin arrepentirse. Bjorn hizo una breve inclinación con una sonrisa
ceremonial. La condesa Meyer también se mostró cortésmente educada. Aparte de
su mal humor, reconoció el entusiasmo y la tenacidad de la mujer.
La escena
social es la mesa de juego de Victoria Meyer. Un lugar donde puedes disfrutar
de juegos que le dan un estímulo emocionante a su aburrida vida. Al ver que logró
esta victoria al idear una estrategia detallada, estaba claro que era una
ganadora natural. Y así fue. Después de dejar la copa vacía, Bjorn se dio la
vuelta con una nueva copa de champán.
Si
Victoria Meyer hubiera nacido hombre, la fama que se había ganado en el tablero
de cartas podría no haber sido lo que es hoy. De cualquier manera, es una
apuesta altruista que le encuentre un buen matrimonio a la hija de un extraño.
Podría solo decir que es una mujer que disfruta al hacerlo. Biern, que se
acercaba al grupo que le hacía señas, inconscientemente giró la cabeza al
sentir la mirada. Esta vez otra vez, era ella, Erna Hardy.
La mujer,
que vaciló en ponerse de pie, se sentó de manera asustada cuando sus ojos se
encontraron con los de él. No era gracioso cómo agarro el chal de encaje con
las mejillas sonrojadas.
Si no
hubiera sido por su nombre y la existencia de Victoria Meyer, esa mujer podría
haberme engañado.
La mujer,
que lo había estado mirando con ojos ansiosos y temblorosos, de repente comenzó
a murmurar
¿Qué
diablos es esta sensación de nuevo?
Bjorn
abandonó la escena, expresando sus condolencias al tonto desconocido que sería
la víctima de la batalla de Victoria Meyer.
—¡Bjorn!
¿Estás seguro de que no la conoces? ¿No pasa nada entre ustedes?
La
multitud que corrió hacia él y lo rodeó preguntó apresuradamente.
—Di no,
por favor.
Peter
tenía una expresión muy seria en su rostro. Con un leve suspiro, Bjorn se
inclinó profundamente en la silla y bebió el resto de su bebida.
—Cálmate,
idiota.
Sus
labios brillaron rojo cuando le dio un consejo amistoso.
—Tengo
que casarme.
Philippe
De Nyster, que estaba en serios problemas, dijo abruptamente.
—No
importa cuánto lo piense, creo que es lo mejor. ¿No lo crees?
Miró a la
reina, que estaba sentada al otro lado de la mesa, como pidiendo
consentimiento. Isabel De Nyster, que dejó la taza de té, arqueó las cejas,
chasqueando la lengua. En estos días, cuando el reino disfruta de paz y
prosperidad, la mayor preocupación de Felipe III era su problemático hijo
mayor, Bjorn.
—Sí le
ordenas así, Bjorn no te obedecerá.
—Tenemos
que hacer que haga nuestra voluntad de alguna manera.
—Aun no
conoces a tu hijo Su Majestad.
Su ligero
suspiro impregnó el suave aire primaveral de la noche. La terraza del jardín,
donde la pareja real disfruta de la hora del té, estaba llenó del aroma de las
flores en plena floración.
—Le
pregunté si tenía alguna chica en mente, pero respuesta fue firme, también si
no era suficiente un solo divorcio, pero fui firme.
—Es tan…
Sus ojos
grises, como los de su hijo, se profundizaron.
El nombre
de Gladys, que ha escuchado en todos lados, no era lo único que perturba su
mente, lo que fue más sorprendente fue su actitud relajada en la fiesta.
La suposición de que algo ridículo podría volver a suceder entre él y la
princesa le ponía rígido el cuello. Si realmente lo hacía, estaba listo para ir
a la guerra con Lars.
—No te
preocupes, Felipe, él jamás se reconciliara con Gladys.
Dijo
Isabelle De Nyster, mirando a su esposo.
—Lo sabes
muy bien. Con qué tipo de abandono Bjorn tomó la decisión.
—Lo sé.
Por supuesto que lo sé.
Los ojos
del Rey se profundizaron mientras asentía lentamente.
Dejaré el
título de príncipe heredero y me divorciaré.
En la
noche del nacimiento de su hijo, Bjorn, que vino al palacio, declaró con calma.
Ya he
tomado una decisión. No hay vuelta atrás, Su Majestad.
El rostro
de Bjorn, que añadió con calma, no contenía ninguna emoción. La quietud del
príncipe heredero, que solo tenía 22 años, lo abrumo.
Eventualmente
aceptaron la voluntad de su hijo, porque sabían que era lo mejor. Pero era
inevitable que se le rompiera el corazón, porque él era tanto el rey de Lechen
como el padre de Bjorn.
—Pero
cariño, no importa cuánto lo piense, no hay una solución, casémoslo de alguna
manera.
La
conclusión de Felipe De Nyster, que llegó después de considerar, volvió al
punto de partida.
—No será
como antes, dejaremos que ahora él decida.
—Es un
problema porque Bjorn no quiere eso.
—Tendrás
que hacer que lo desee. Pero, ¿realmente ella no tiene nada que ver con Bjorn?
Miró a su
esposa con una mezcla de anticipación y preocupación.
—Leonid
lo revisó varias veces, pero no había ningún signo de ello.
—Bueno,
sí, ya veo.
—¿Te
agrado la joven dama de la familia Hardy?
—No es
así, pero mientras pueda conmover el corazón de Bjorn, le doy la bienvenida a
cualquier chica.
—
¡Isabelle!
—Suponiendo
que la chica sea mejor que Gladys, por supuesto.
En su
voz, refiriéndose al nombre de Gladys, pudo notar su ira.
—Ahora
que lo pienso, no falta mucho para que nos mudemos al palacio de verano.
Prestémosle más atención en esta temporada de verano. Sería bueno ver a Bjorn
formando una familia antes de que termine el año.
—Bueno,
sí.
Pensé que
era solo sería un sueño ya que no era muy probable que se hiciera realidad,
pero Isabell De Nyster asintió de buena gana. No hay forma de que no le permita
un poco de esperanza a su lamentable esposo, que se preocupa por su hijo mayor
todos los días.
—Por
favor oren para que podamos.
***
Erna,
Erna, Erna.
En estos
días, siento que escucho ese nombre donde quiera que vaya. Muchos más en las
reuniones.
—Han
pasado unos días desde que le envié flores, pero ¿por qué no me ha mandado
ninguna respuesta? ¿La criada habrá olvidado darle la tarjeta?
Después
de escuchar el nombre nuevamente, Bjorn volvió lentamente la cabeza. El grupo
que había perdido todas sus apuestas estaba sentado en la esquina de la sala de
juego, hablando de la mujer.
—¿Por qué
no le preguntas tú mismo? Aunque no se presenta en las reuniones sociales,
parece que pasea por aquí a veces.
—No
importa cuanto lo intente, jamás logro hablar con ella. ¡Su doncella la
custodia como un perro del infierno!
Las risas
brotaron en todo el lugar. El largo juego terminó mientras continuaban las
bromas sucias. el ganador de hoy fue Bjorn De Nyster.
—Creo que
planeo ganar todo nuestro dinero para agregarlo a las finanzas del reino, Su
Majestad.
—El mundo
es cruel. Incluso la diosa de la fortuna ilumina a este hombre.
Los
lamentos de aquellos que habían perdido todo su dinero surgían de varios
lugares, pero Bjorn salió de la sala de juego sin ninguna reacción. La luz del
sol de la mañana que entraba por la ventana era deslumbrante.
Biern cruzó
el club y se dirigió a la terraza que daba a la plaza. Los hombres que lo
seguían pronto se sentaron a su alrededor en la mesa.
—¿Por qué
no le envías una guirnalda de flores?
Dijo
Peter, que había estado jugueteando con el vaso que había dejado el camarero.
Erna de
nuevo.
Bjorn
sostuvo el vaso de whisky frío dejado por el camarero apoyando la barbilla en
su mano. El sonido claro del hielo y el vidrio chocando resonó a través de los
nombres que poco a poco comenzaban a aburrirlo.
—¿Estás
seguro? Si muerdes a esa mujer, ¿vendrá con la deuda del vizconde Hardy como un
bono adicional?
—Eso es
todo… … Bueno, ¿si es una cantidad que pueda manejar?
—Oh,
pronto escucharemos la triste noticia de que el Conde Bergen echó a su hijo
Peter
frunció los labios con rabia, pero no pudo refutar nada.
Todos en
el círculo social sabían lo que el vizconde Hardi estaba tratando de hacer con
su hija al usarla como cebo y que tal matrimonio jamás sería aceptado por una
noble familia.
Si tienes
suerte, serás la esposa de un nuevo rico. O tal vez la esposa de un hombre rico
sin título. No importa cuán dura fuera la condesa Meyer, sera difícil obtener
más que eso, considerando la situación actual de la familia Hardy, incluso eso
sería un logro milagroso.
—¡Eh,
oye! ¡es Erna Hardy! ¿Verdad?
Peter,
que parecía perturbado, se puso de pie de un salto y gritó. Bjorn giró la
cabeza con el vaso sostenido sin apretar. Dos mujeres caminaban lentamente en
el otro lado de Tara Boulevard temprano en la mañana. Una doncella alta que
camina como una pelota de goma y una niña llena de encajes que la sigue con
ligereza.
No pude
reconocer su rostro porque llevaba un sombrero de ala ancha e incluso una
sombrilla, pero no había duda de que ella era Erna. Erna Hardy sería la única
dama que caminaría por las concurridas calles vestida como si saliera de un
cuadro de hace años.
10. Muy
mala persona.
—¿Ha ido
alguna vez a la playa, señorita? La puesta de sol allí es realmente hermosa.
¿Vamos esta noche? No, aún no se ha recuperado, por lo que el aire de la noche
probablemente no sea bueno para usted, ¿verdad? Lo siento yo solo.
Lisa dejo
de repente de estar emocionada a preocupada. Erna, que caminaba junto a ella
mientras la escuchaba parlotear como si escuchara una buena historia, se detuvo
y levantó la cabeza.
—Estoy
bien ahora, Lisa. Ya no estoy enferma.
—¿En
serio? Todavía se ve tan pálida. Ha de ser normal ya que la señorita es tan
blanca como la nieve.
Lisa, que
estaba inclinando la cabeza, estalló en una risa alegre. Era una sonrisa que me
hizo sentir mejor con solo mirarla. Siguiendo a Lisa, quien comenzó a
explicarle nuevamente los atractivos de la ciudad, Erna camino con pasos
ligeros. Todavía era temprano en la mañana, por lo que la mayoría de las
tiendas estaban cerradas. Gracias a esto, pude disfrutar del paseo cómodamente
por la tranquilidad en la ciudad.
Después
de regresar del baile real, Erna estuvo postrada en cama durante tres días. El
vizconde, que pensó que lo estaba tratado como a un tonto fingiendo estar
enferma, al no mostrar signos de querer bajar, llamó urgentemente a un
médico.
No era
muy fuerte, pero tampoco era tan débil. Mi cuerpo no parecía haber
soportado el cambio de vida de la noche a la mañana. ¿Seré capaz de soportar un
año así?
Cuando
pensé en el miedo que sentí ese día, mi corazón volvió a latir muy rápido
automáticamente. En ese momento, le expliqué al médico la sensación que sentí
ese día cuando mi visión se volvió borrosa y no podía respirar, pero su única
respuesta fue indiferente:
—Sufrió
de un ataque de nervios. Solo debe intentar calmarse cunado eso le vuelva a
suceder.
Le
pareció imposible para Erna lograr hacerlo, pero accedió obedientemente. Ya que
había hecho una promesa, pero también ya había obtenido su recompensa. Por lo
tanto, Erna tenía el deber de desempeñar su papel como la hija de la familia
Hardy por un año. Era necesario que protegiera el honor del abuelo y la abuela.
—¡Hola,
señorita Hardy!
Una vez
más, justo cuando estaba tomando una decisión, escuchó un fuerte grito. Erna se
encogió de hombros reflexivamente y miró a su alrededor. En la terraza del
hermoso edificio detrás de la fuente, un hombre extraño la saludaba agitando la
mano con fuerza.
—¡Buenos
días!
Erna
desconcertada solo lo miro, el hombre una vez más levantó la voz para
saludarla. Los hombres sentados alrededor de la mesa detrás de él miraron a
Erna a la vez.
Erna, que
los miraba melancólica, suspiró involuntariamente y dio un paso atrás. Sus ojos
se encontraron con el hombre rubio que estaba sentado con la barbilla
inclinada.
El único
rostro familiar, el príncipe hongo venenoso.
Mira eso
Bjorn
volvió a sonreír mientras observaba a Erna Hardy salir corriendo.
Parece
que he estado sonriendo mucho estos días.
Erna,
quien saludo incómoda a Peter, pronto se escondió detrás de su criada, la
sirvienta la había cubierto con su cuerpo, Erna, que por un momento había
dudado, rápidamente se dio la vuelta y comenzó a correr, haciendo que la huida
desesperada fuera aún más absurda.
—Esa
criada es el perro del infierno.
Peter
negó y se dio la vuelta.
—Aún así,
el hecho de que se escapara incluso después de ver a Bjorn es un poco
reconfortante. Mi rostro no es el problema.
—Bueno,
eso es verdad.
—Parece
ahora estoy seguro que en realidad no pasó nada, entonces, ¿Bjorn fue utilizado
por la Sra. Hardy? ¿Cómo un medio para llamar la atención en el baile?
—Por fin
este día a llegado. ¿Cómo te encuentras, Bjorn? ¿Qué sientes acerca de ser
usado y abandonado por una mujer?
El grupo
sentado a la mesa sonrió con impotencia, como si el alcohol que habían bebido
durante toda la noche se hubiera desaparecido de su sistema.
Bjorn,
que dejó de mirar la esquina de la calle donde Erna desapareció, sonrió y se
puso de pie. Era la misma actitud de siempre. El grupo, que miraba a su alrededor
sobresaltado, solo respiró aliviado.
—Todavía
no lo conozco bien.
Peter,
que estaba mirando la espalda de Bjorn mientras se alejaba, murmuró lamentable,
y las otras partes también estuvieron de acuerdo en silencio.
El hijo
pródigo del rey, encantador en todo momento. Quienes lo miraban desde la
distancia lo pensaban, y esa no era una mala opinión.
Pero
bueno, Bjorn DeNyster, a quien conocía de cerca, era un poco hermético. Cuanto
más sonreía con indiferencia, más…
—¡Oh, me
asusto!
Los
gritos de rencor de Peter se extendieron por el viento de la mañana en la
plaza.
El
carruaje que transportaba a Bjorn desde el club comenzó a correr hacia el
Palacio de Schwerin. Bjorn se inclinó profundamente en el asiento y miró por la
ventanilla. Una vez que las tiendas y las oficinas gubernamentales se
concentraron, la carreta pronto entró en una espaciosa calle a lo largo de la
orilla del río.
Las
sombras de los altos árboles en el camino alineados a ambos lados pasaron por
encima del carruaje yendo a gran velocidad. Bjorn se quedó mirando la escena
donde la luz y las sombras brillaban con una leve somnolencia y fatiga. Al ver
el espeso bosque verde, parecía que el verano estaba a la vuelta de la esquina.
También significaba que sus días pacíficos pronto llegarían a su fin. La
familia real debía venir a Schwerin este fin de semana. Su palacio de verano
estaba ubicado en la residencia del Gran Duque. Aunque estaba lo
suficientemente lejos como para tener que viajar en carreta, todavía estaba
dentro de la misma propiedad.
Gracias a
esto, cuando llega la temporada de verano a Bjorn no le queda más remedio que
enredarse en trabajos tediosos y problemáticos, era uno de los deberes que le
encomendaron junto con el título de Duque.
Mientras
Bjorn cerraba los ojos por un momento, el carruaje cruzó el puente sobre el río
Abit y entró en la entrada del palacio. Al pasar por la gran entrada
ornamentada con el escudo de armas real, se desplegaba un gran jardín con
patrones geométricos. El sonido del agua que fluía de las fuentes instaladas en
varios puntos del jardín transmitía una brisa refrescante.
Bierne
abrió los ojos cuando el viento agitó su cabello despeinándolo. Ubicado en el
extremo sur de la ciudad, donde se unen el río Abit y la bahía de Schwerin, el
Palacio del Gran Duque al que también se le llama el Palacio del Agua.
Era gracias al jardín decorado dentro del canal que conecta con el rio Abit,
hacia el mar.
—¿Está
aquí, príncipe?
Escucho
el saludo inquieto de la Sra. Fritz al abrir la puerta del carruaje.
Lentamente, mientras bajaba del carruaje, Bjorn la miraba con duda.
—Tiene un
invitado.
La señora
Fritz, tomando aliento, dijo avergonzada:
—Es… es…
la princesa Gladys. Lo está esperando en su estudio.
La
explicación que sumó detuvo el paso de Bjorn, que acababa de entrar al salón
central. Bjorn levantó lentamente la cabeza con las manos en los bolsillos de
los pantalones. La luz del enorme candelabro, que nunca se apagaba, le lastimo
los ojos.
—Lo siento,
Príncipe. Para nosotros...
—Lo sé.
Bjorn
interrumpió a la Sra. Fitz las escusas eran insignificantes. Casi él ya no
estaba confundido mientras lentamente comenzó a subir los escalones alfombrados
de rojo.
—Por
favor, tome una taza de té para tranquilizarse.
Bjorn
tranquilamente le ordeno a la Sra. Fritz, quien lo seguía preocupada, a
diferencia de sus labios suavemente curvados, sus ojos no contenían ninguna
emoción.
—Sí lo
haré.
Tragando
las muchas palabras que quería decir, se dio la vuelta y Bjorn desapareció
inmediatamente entrando al estudio.
***
—¿Pero no
debería disculparme?
Erna
planteó otra pregunta cautelosa.
¡Una
disculpa no es una disculpa! No hay necesidad de eso, señora. La respuesta de
Lisa fue aún más dura, y Erna, preocupada, jugueteo con la taza en su mano,
inmersa en sus pensamientos.
Estaba
desconsolada por el error que había cometido en el baile y quería disculparse
con el príncipe, pero no pudo encontrar la oportunidad adecuada, siempre estaba
rodeado de mucha gente y Erna no tuvo el coraje de acercarse a él. Tal vez el
resultado habría sido el mismo si él estuviera solo, pensó Erna, mirándose las
puntas de los dedos. Cuando veía los ojos del príncipe su corazón comenzaba a
latir muy rápido.
¿Cómo
puedo acercarme a disculparme con el príncipe, si cuando lo veo me pongo así?
No
importa cuánto lo intenté, cuando recuperaba el sentido, siempre salía huyendo
a toda prisa. También era que cuando lo veía siempre recordaba el vergonzoso
vestido que use ese dia, la forma en que me miro, recorriendo mi cuerpo con la
mirada, tranquilo el hombre me miro casualmente.
¡Qué
lugar tan vulgar es la gran ciudad!
—Todavía
creo que debería disculparme, Lisa. Estoy seguro de que le he metido en muchos
problemas.
Erna, que
se perdió en sus pensamientos por un momento, dio la misma respuesta esta vez:
no tengo el coraje para hacerlo, pero es demasiado malo cometer un error y
pretender después que no.
—Oh, no.
No puede. Espere un minuto, señorita.
Lisa se
levantó y salió apresuradamente de la habitación. Y después de un rato, regresó
con una gran caja en sus brazos.
—Este es
mi regalo para la señorita. Tiene que devolvérmelo cuando lo lea todo. Es un
artículo de mucha utilidad que compré.
Dijo lisa
a una desconcertada Erna con un tono serio.
—¿Esto es
para mí? ¿Por qué?
—Tienes
que estudiar. No hay nada mejor que esto para ciencias sociales. Tiene todo
tipo de noticias.
Lisa
primero tendió la revista en la parte superior de la caja frente a Erna, era
una revista semanal con un artículo detallado sobre el hongo venenoso, el
Príncipe Bjorn.
Erna lo
tomó por sorpresa. Después de pasar algunas páginas, apareció una página con
agujeros.
—Este
agujero es...
—Oh, es
porque hay malditas, no, malas sirvientas que cortan las imágenes. Todas juran
que es malo, pero si solo se publica una imagen del príncipe hongo venenoso,
esto es lo que pasa.
Lisa, que
seguía criticando a las inmorales sirvientas, de repente se quedó contemplando
y se levantó.
—¡Entonces
estudie, señorita! ¡Regresaré después de hacer un recado!
Antes de
que pudiera responder, Lisa salió de la habitación a toda prisa. Erna, que se
quedó sola, miró la revista semanal en su regazo desconcertada, con solo una
rápida mirada pudo notar que era un chisme muy provocativo.
Pensé que
no estaba bien consumir la vida de otras personas de esta manera, pero no pudo
con la curiosidad y finalmente Erna paso la página. La foto estaba cortada y
había espacios en blanco en algunos lugares, pero era no era difícil entender
el contexto del artículo en general.
Erna leyó
las revistas cuidadosamente mientras el té en la mesa se enfriaba. Escándalos e
incidentes de la alta sociedad de Schwerin. Anuncios extravagantes, horóscopos
e incluso asesoramiento sobre citas. La revista contenía todo tipo de noticias.
Era una revista bastante impactante, completamente diferente de las revistas
rurales que solía comprar. Cuando cerró la última revista semanal, Erna pudo
hacerse una idea aproximada de los alborotadores dentro del círculo social de
Schwerin. El más abrumador era el príncipe hongo venenoso, Bjorn DeNyster.
Puede que
no todas las historias de estas revistas sean ciertas, pero aparte de eso, su
vida estaba muy lejos de lo que Erna podía entender, sobre todo porque era un
padre que abandonó a su hijo. Después de que se divorció de la princesa Gladys,
el príncipe dijo que nunca había visto a su hijo. El niño murió de una
enfermedad sin que lo viera después de unos años, y el príncipe ignoró incluso
el funeral de su pobre hijo.
Erna, que
miraba en silencio la pila de revistas, apretó los labios involuntariamente,
era frívolo juzgar a alguien que no conoces bien, pero fue después de que el
péndulo de su corazón ya se hubiera inclinado.
El príncipe era como un chico malo, un chico muy malo.
Muchas gracias por su trabajo ♥️
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